Las desventuras de un alfa inepto y una omega sobresaliente
Capítulo dos: No todos los caminos llevan a Roma.
Para ambos adolescentes todo fue muy normal los primeros días, sus compañeros estaban demasiado ocupados estudiando para los exámenes y centrados en obtener el mejor rendimiento posible como para prestar atención a su entorno. Por supuesto, hubo algunas personas que sí percibieron algo extraño pero no pudieron discernir qué era. Siendo compañeros de mesa y entrenando juntos, sobre todo al estar rodeados de otros estudiantes, el olor entrelazado de Karin y Toushiro pasó mayormente desapercibido.
Al menos hasta que el entrenador Abarai los vió entrar al dojo. Tan pronto como atravesaron la puerta Renji pidió, con pretendida normalidad, hablar con los capitanes del club antes de que se vistieran para el entrenamiento. Con el resto de sus miembros dirigiéndose a sus respectivos vestidores, el pelirrojo soltó un largo suspiro.
—Fin de semana agitado, supongo.
Karin se sonrojo ante la expresión de Renji, quién los miraba con algo parecido a la burla y el regocijo al mismo tiempo. Toushiro se cruzó de brazos y levantó las cejas sin emitir palabra.
—Pues bien por ustedes— Encogiéndose de hombros, Renji continúo: — ¿Todo solucionado, entonces?
Karin los miró confundida.
—¿Solucionado?
El albino miró con apuro al entrenador quién, desconcertado, se quedó callado. La morena insistió en su pregunta, ella nunca había sido puesta al tanto de la existencia de algún tipo de dilema del que debieran ocuparse.
Toushiro suspiró con hartazgo.
—Hatsuo se ha estado quejando sobre ti y tu voz de doblegamiento. — Confesó él — Aparentemente, es el más sensible de nosotros.
Eso fue todo lo que necesitaba decir antes de que Karin llegara a una conclusión acertada: a Hatsuo lo molestaba porque Karin había estado peligrosamente cerca de que se desencadenara su segunda rutina, después de todo, ella nunca había empleado ese tono de manera consciente con él - o con cualquiera, para el caso ¿Por eso había estado tan perceptiva al olor de Toushiro el viernes? Claro, se dijo, ese era el motivo por el cual su amigo había tenido influencia sobre ella e incluso había llegado a reconocer para sí misma que la había excitado un poco. Joder. Joder, joder.
—Por eso aceptaste en cuanto te dije lo de mis feromonas. — Concluyó. — Por eso dijiste que la cagamos.
La realización cayó sobre ella al mismo tiempo que Renji se confundía más y más. Hatsuo se había quejado reiteradamente la semana anterior sobre Karin y el uso de su voz de doblegamiento por cualquier nimiedad, llenando el dojo con su olor "con el único fin de alterarlos y perjudicar su rendimiento". Abarai era un beta, no tenía ni puta idea de lo que su alumno manifestaba, pero Toushiro había intercedido confirmando que sí, él también había percibido un poco de todo eso. Los muchachos creían que Karin sólo estaba intentando fastidiar a Hatsuo a modo de represalia por sus comentarios críticos..
Toushiro sabía que Karin no guardaba rencores, pero su compañero había sido tan insistente con su oposición a lo que él llamaba "el cupo omega" que imaginó que la morena sólo quería fastidiarlo con lo que más le dolía: en el ego. Su compañero era, en definitiva, mucho más sensible que el resto de ellos y el primero - sin saberlo - en detectar el incipiente celo de Karin. Porque así como ella era una omega excepcional, Hatsuo era un alfa con un sentido del olfato impecable. Toushiro de verdad había pensado que la morena se estaba burlando de su compañero.
Como con el perfume, Karin no era capaz de darse cuenta de su propio aroma sino hasta que afectó a otros. Luego de un asentimiento del profesor el peliblanco tomó a su compañera de la muñeca y la condujo hasta el cuarto donde almacenaban el material del club; era claro que ella tomaría mejor la información de un amigo que de un docente. La kendoka boqueaba, intentando procesar lo que estaba pasando.
—Iba a hablar contigo el viernes después de clase. — Aseguró, descansando su peso sobre la pared del almacén. — Pero ese día desperté en plena rutina, falté al colegio, luego tú viniste y yo no podía pensar claro. Cuando dijiste lo de tus feromonas pensé que era una excelente opción: tu celo se postergará al menos hasta mi próxima brava.
Ella negó con la cabeza y sintió la mordida palpitar.
—Es decir, tengo hasta junio para vincularme. — La impotencia la abrumó, pero se contuvo a sí misma. — Entonces… estuvimos a casi nada de una vinculación completa… ¡¿no se te ocurrió, no sé, mencionarlo?!
Toushiro guardó silencio, incapaz de decir nada que sirviera para consolarla. Al principio había pensado que Hatsuo estaba siendo un idiota y nada más que eso, pero el olor de Karin incluso fuera de su celo era potente: él mismo, que no era especialmente receptivo y consumía supresores a tope, era capaz de darse cuenta de ello. Siempre pensó que era porque debido a su crianza Karin le era fraterna.
Resultó no ser así.
—Mira, en el peor de los casos, renovamos esto. — Ofreció. —No es lo ideal, pero si no te vinculas deberás aislarte para cada periodo de celo hasta que te gradues. No te lo dije porque en primer lugar: pensé que estabas fastidiando a Hatsuo, no que estabas a punto de entrar en celo; y en segundo lugar: de haber estado ambos en rutina esto claramente hubiera sido un vínculo completo lo quisieramos o no.
La idea de ser recluida y forzada a dormir tres o cuatro días por medio de medicamentos era todo menos agradable. Los celos estándar sin supresores eran incómodos, pero cualquier omega podría recluirse en un nido propio con algún apego y sobrevivir a un par de días calurosos y horrendos donde rogaría que un alfa cuide de sí o le tome. Indignante, pensó.
Karin bufó.
—Me ocuparé de eso cuando sea tiempo, pero el viejo fue bastante claro: te joderé la psiquis si alargamos esto.— Declaró. — Pero sí te rechazo de buenas a primeras y, no sé, me besuqueo con alguien más…
—Le romperé los dientes. — Respondió, casi sin quererlo.
Karin apretó los labios: — A eso me refiero. Bueno, sobreviviré a un muy sacrificado periodo de castidad.
Ella abandonó el almacén con Toushiro siguiéndola, intentando no hacer la situación más compleja de lo que ya era, sola se había metido en ese embrollo. Evidentemente se habían demorado más de lo pensado en salir del almacén, pues para cuando retornaron al dojo múltiples pares de ojos los seguían. Hiyori lucía particularmente divertida, pero Hatsuo fue el primero en hablar:
—Joder, hombre. Ya sé que te dije que lo arreglaras, pero no esperaba que lo tomaras personal.
Y así fue como los betas del grupo, y aquellos más perceptivos pero distraídos, incapaces de percibir algunas de las sutilezas más claras de los olores, se enteraron que esos dos eran ahora un par; o así lo supusieron. Algunos se rieron, hicieron chistes, y otros los felicitaron. Ninguno quiso escuchar cuando Karin pretendió explicar lo sucedido en un principio y Toushiro sólo se encogió de hombros: — No le debes explicaciones a nadie, que crean lo que quieran. Se darán cuenta con el tiempo.
Tenía razón, concluyó, y fue a vestirse para el entrenamiento. Las prácticas fueron tan reconfortantes como siempre, Hiyori se burló de ella y le presentó batalla. Aún debía conversar con ella sobre sus faltas a clase: quedaban tres semanas antes del encuentro regional y no podían permitirse perder a la rubia. Karin concluyó su último encuentro y se tragó una grosería.
Hiyori se quitó las protecciones del rostro y se acercó, frustrada.
— ¿Qué carajo te pasa? Estás compitiendo como la misma mierda, tú no te equivocas en estas cosas. — Acusó la rubia. — Estoy comenzando a creer que estás equivocándote adrede.
Karin se quitó la máscara protectora también y afrontó a su compañera con idéntica frustración y molestía en su semblante. Lo peor era que Hiyori tenía razón: su desempeño en la práctica de ese día había sido pésimo.
—Me duele el hombro. —Reconoció.
Hiyori hizo una cara de incredulidad y giró los ojos. —Las mordidas de apareamiento sanan rapidísimo, no me jodas.
Karin gruñó: — Pues me duele, y punto.
La rubia giró los ojos y se volvió hacia Toushiro, dispuesta a obtener un contrincante decente para desquitarse. Hatsuo también era una buena opción, pensó, cuando éste cruzó frente a ella.
—Oye, tú, enfrentame. — Ordenó.
La morena giró los ojos y dejó la situación en manos de su entrenador, cubriendo con su mano la marca de la mordida debajo de su uniforme. Los ojos del capitán del equipo masculino se fijaron en ella y su clara incomodidad; se sentía culpable. Lo cierto era que él había disfrutado mucho hundirse en su carne en un sentido muy primitivo. Pero en ese momento, con todos sus sentidos a la orden, tenía muchas ganas de volver a pedirle perdón. Morder a una omega que no estaba en celo, incluso con su consentimiento, era un abuso a su entender.
Si Hiyori había tenido dudas sobre si la mordida en cuestión le producía o no dolor a su capitana, éstas se disiparon tan pronto como Karin se desnudó para bañarse junto con las demás. Hiyori, en ropa interior y con sus coletas desarregladas, lanzó un largo y altisonante improperio cuando lo vio. Karin sabía que sería inútil cubrirlo, y confiaba mucho en las amigas que había hecho en el club de kendo.
—Maldita sea, Hitsugaya se ensañó contigo si la marca no sana. — Uta declaró, observando con verdadera preocupación los bordes de un rojo intenso de la que esperaba no fuera una cicatriz fea.
—Es un vínculo incompleto. — Aclaró, sintiéndose obligada a limpiar la reputación de su amigo: — Toushiro no se "ensañó" conmigo.
Aiko y Uma, las betas del grupo, se volvieron hacía la única alfa del club femenino de kendo, Hiyori, quien interrumpió antes de que siquiera pudieran formular un interrogante:. —No me digas que no pudo inducirte, me muero de la risa.
Que un alfa en brava no pudiera inducir el celo de una omega sin supresores era casi una burla. Normalmente mientras "se acoplaban" aquel en rutina podía, a través de estimulación y su natural celo, provocar que su pareja entrara en su propio proceso incluso con supresores genéricos tenues.
Los suyos no eran genéricos y mucho menos tenues: Karin cargaba una tanda de supresores equivalente a tres o cuatro supresores genéricos potentes. Que Toushiro la hubiera mordido antes de su celo había sido una sincronicidad muy afortunada. Eso le hizo preguntarse si, de haber tenido sexo con él - que vamos, eran adolescentes y esas cosas… pasaban - su celo hubiera estallado en su cara. Mejor ni pensarlo.
—Estoy muy suprimida— Se encogió de hombros. —Y no hicimos nada, repito: nosotros no tuvimos sexo.
Hiyori le dio una sonrisa que auguraba problemas.
—¿Suprimida o reprimida?
Uma, la morena bonita de primero, observó el intercambio tragándose una risita y Aiko con un rostro lleno de confusión, por lo que Hiyori le explicó gustosa con el único fin de avergonzar a Kurosaki: — Significa que de verdad no se lo cogió, en plena brava la hija de puta dejó que la mordiera pero no que la pusiera en cuatro ¡Imaginate!
La pequeña beta se sonrojó, y Aiko censuró el lenguaje de la rubia. Karin levantó la frente, decidida a no ser amedrentada por muy soez que su vice capitana fuera, y respondió.
—¿Y a ti qué? ¿Quieres cogertelo tú acaso?
—Cuidado, Kurosaki, cualquiera diría que te estás poniendo territorial. — Hiyori insistió, con su tono pícaro. — ¿No dijiste que está incompleto?
—Jodete.
Se terminó de desnudar y sin otro comentario se dirigió al baño dispuesta a ignorar a Hiyori y su mala costumbre de incordiar. Luego recordó que debía recordarle que no podía faltar dos veces más o la suspenderían. De modo que con envuelta en las toallas fue hasta el último de los habitáculos y buscó a la rubia.
—Abarai está preocupado por tí.— Mintió a medias, ella claramente hablaba con voz propia — Estás a dos faltas de no poder competir ¿Qué pasa contigo, Hiyori?
La chica se volvió hacia ella sin ningún pudor aún desnuda bajo el agua caliente. Hiyori podía parecer pequeña, pero era sólida y magra: no tenía un gramo de grasa en su compacto cuerpo. Por ello, tampoco tenía pecho, aunque afirmaba que no la molestaba. Con toda la intención de fastidiarla por su mala actitud anterior, Karin cruzó los brazos apretadamente bajo sus turgentes senos. La mirada de Hiyori se volvió, por un segundo, amarga.
—Ya, lo tendré en cuenta.
—Si faltas, nos jodes a todas. — Le recordó. — Somos cinco y sólo cinco, si no llegas a las regionales estamos descalificadas y punto.
—Lo sé —Contestó, gruñona. —No necesito que me recuerdes que sostengo este equipo, gracias.
—Apenas estamos a mitad de año y estás al borde de suspender, no sé qué está mal contigo, pero somos un equipo: estamos para ti.
Ella le sostuvo la mirada y achicó los ojos, fingiendo pensarlo. Karin sabía que no se abriría, Hiyori era la estudiante que llegó a mitad de la preparatoria con mala actitud y notas apenas decentes: era problemática y la mayoría de las chicas la evitaban como la peste. Pero la morena veía más allá de eso, la habían criado para juzgar a la gente por más que sólo la apariencia. Hiyori estaba sufriendo, y la morena sabía que lo canalizaba a través del deporte.
—¿Por qué no te vinculaste con él? — Preguntó de repente, sobresaltando a la capitana. Karin se apoyó contra la puerta del cubículo — Estabas literalmente al borde del celo ¿Por qué, entonces, no lo aceptaste? Él te gusta.
Ah, maldita Hiyori con sus sentidos alfa y su vista para el detalle. Pensó que era tonto que se le arrebolara el rostro después de todo, pero no pudo evitar que el color le subiera a las mejillas. Ella no le había dicho a nadie respecto a ese pequeño enamoramiento, pero la rubia parecía ver a través de sus murallas.
—Que me guste no quiere decir que lo quiera como pareja. — Rebatió, sabiendo que eran las últimas en el baño y la ducha ahogaría su declaración. — Y yo no le gusto.
—Díselo a la marca en tu cuello.
—En medio de una rutina no piensas con claridad, no significa nada y tú como alfa lo sabes. — Le recordó.
Hiyori le sacó la lengua.
—Bueno, al menos sabes que también quiere coger contigo. Ve, sácale el jugo y abandonalo como la buena omega evasiva que eres.
A pesar de que Karin sabía que se estaba burlado de ella, algo en esa acusación tan ácida hizo sonar las alarmas al fondo de su mente ¿Un omega había abandonado a Hiyori? ¿Era por eso que la habían transferido de súbito y contra toda recomendación académica? Hiyori solía asistir a una academía de señoritas "de bien", era todo lo que sabían de ella.
—No digas tonterías. — La reprendió.
—A los hechos me remito. Tú le tienes ganas y él claramente no se resistirá a un revolcón.
—Está vinculado conmigo, por supuesto que no se resistirá, boba.
Hiyori le sonrió.
—¿Ahora te apena subyugarlo? Ni falta te hacía.
Hiyori cerró la llave y el agua de la regadera se cortó. La joven se cubrió con las toallas y exprimió su cabello descuidadamente. Karin entendió que la conversación estaba finalizada y fue a su casillero a vestirse. Debía hacerse a la idea de que los rumores correrían como pólvora durante un tiempo y luego se calmarían tan pronto como otro chisme superara la "vinculación" de dos compañeros.
Pero los rumores no aflojaron su ritmo pronto. La primera semana fue especialmente difícil, con todo el mundo prestando atención a cada uno de sus movimientos. Ser compañeros para casi todas las clases no colaboraba a esa sensación de saberse siempre observada. Tuvo un descanso de eso cuando viajaron a las regionales, quedando en tercer lugar y calificando, así, para las nacionales de mayo, un mes y medio después.
El viaje de regreso fue a puro festejo, con Abarai intentando poner orden entre los adolescentes dentro del transporte colectivo. Karin había estado sentada originalmente con Uta, pero para su sorpresa Toushiro se acomodó en el asiento a su lado, que daba al pasillo mientras al fondo del autobus sus compañeros cantaban y festejaban los resultados.
—Abarai cree que será bueno que nos mezclemos entre grupos. — Explicó él.
Ah, por supuesto. Renji seguía en campaña de limar asperezas entre los grupos femeninos y masculinos de kendo. Un ameno viaje de regreso festejando su triunfo sería una buena manera de lograrlo. Asintió, comprendiendo a lo que se refería y desbloqueó su celular para avisar a su familia que ya estaban retornando a Karakura.
—¿Por qué estás de malas? Saliste primero del segundo del grupo. — Acusó ella. — Y perdiste contra un chico que fue a las olimpiadas, no puedes llorar.
Toushiro mantuvo su ceño fruncido y luego de verificar que Hiyori estaba acaparando la atención con el relato de su victoria, le respondió.
—Hueles a Hotaru.
¿A Hotaru…? Oh.
—¿Y por qué eso te molesta? Me abrazó cuando quedé primera.
Toushiro se volvió hacia ella, y su ceño normalmente serio denotó un muy marcado enojo.
— Me molesta porque… no sé por qué me molesta, maldito vínculo. —Bufó. — Hueles a él y me molesta, ¿puedes sólo concederme eso?
Karin no entendía demasiado sobre los instintos protectores de los alfa, pero giró los ojos y le entregó su chamarra con un "Kurosaki" bordado en la espalda. Toushiro lo lanzó detrás de la suya, contra el asiento y en cambio le ofreció la propia a la morena.
—Sufres el frío — Se excusó.
Karin pensó que era otra concesión que podía hacerle, de modo que sin decir nada más se la puso. Ella no sufría el frío, sino más bien todo lo contrario, pero sabía que discutir el tema sólo lograría avergonzarlo y no quería eso. Toushiro era un joven considerado y amable que nunca buscaba herir al otro con sus palabras salvo en algún arrebato del cual pronto solía arrepentirse. Más de una vez se había exaltado sólo para disculparse con ella inmediatamente después. Una mezcla de mal genio con buena educación. Así que sí, podía concederle eso y sin más, se abrigó con su chamarra.
No era estúpida y sabía que en secundaria "lucir" la chamarra de un muchacho, especialmente de algún club con su apellido bordado, era la una manera de presumir una relación. Karin ya había asumido que los rumores sólo bajarían su intensidad si se dejaban llevar y dejaban las habladurías ser sólo eso: habladurías. Su tren de pensamiento cambió cuando Hotaru, de pie en el asiento detrás de ellos como si lo hubieran invocado, le ofreció una botana.
—¿Quieres, Karin? Uta dijo que son las que te gustan.
Efectivamente, se dio cuenta ella, eran las botanas de fresa que le gustaban. Tomó un puñado girándose para agradecerle y Toushiro gruñó. La morena, avergonzada por el rostro nervioso del muchacho, se rió intentando quitarle hierro al asunto. Aoba estaba estupefacto pero decidió, sabiamente, no verbalizar el tema y asintió, retirándose de nuevo a su asiento al final del transporte.
—Le acabas de gruñir.
—Lo sé.
—Le acabas de gruñir a Hotaru Aoba.— Insistió.
Toushiro miró el techo antes de volver sus furiosos ojos verdes hacia ella.
—Lo sé, Karin. Sé que le acabo de gruñir al bendito Hotaru Aoba.
Ah, Karin quería golpearlo. Respiró profundo, y se terminó la botana que amablemente su compañero le había compartido. El silencio se hizo tenso entre ambos y Karin desbloqueó un nuevo nivel de sudoku antes de que el peliblanco se dignara hablar de nuevo tras un largo y medido suspiro.
—Me disculparé con él luego.— Prometió, cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás. — Estoy cansado, de malas, y apestas a Hotaru. Me excedí, lo siento.
Ahí estaba, un temperamento difícil con un carácter firme. Karin se remitió, mentalmente, a una conversación que había sostenido con su padre cuando le hizo la última curación a la mordida en su trapecio.
"Ten paciencia con él, Karin.", le había solicitado Ishhin. "Tú no estás vinculada a él, así que no lo sentirás, pero Toushiro instintivamente intentará que lo aceptes y completes el vínculo con él. Desde el subconsciente, es cómo si tú lo hubieras retado a conquistarte. Dale seguridad y aplacarás el instinto, si te mantienes distante él sólo se inquietara e intentará desesperadamente acercarse a tí. Se pondrá territorial, malhumorado y hasta agresivo verbalmente. Sé amable y paciente, como te hubiera gustado que lo fueran contigo en esa situación"
Situación en la que ambos se habían metido, pensó. Así que para su mortificación, necesitaban "una charla". Llegaron a destino poco después de las cuatro de la tarde. Era sábado, pero Karin sabía que su viejo tenía turnos que atender en el consultorio y su hermana estaría en la clínica oficiando de recepcionista en lo que duraba la licencia por maternidad de la verdadera empleada, Asuka. Durante los siguientes seis meses, se turnarían para colaborar con la atención del consultorio de su padre hasta que la joven se reintegrase.
Karin recuperó su chamarra del asiento contiguo y tras guardarla en su bolso deportivo bajó del transporte junto a sus compañeros. Debido a que la competencia se había realizado fuera del horario escolar, el transporte los dejó en un parque aledaño a la los agrupó, revisó el transporte colectivo por si alguien olvidaba algo dentro, y los felicitó.
—Tuvieron un rendimiento excelente, especialmente las chicas: ¡un inmejorable comienzo para el equipo femenino! Con seguridad más muchachas querrán unirse el próximo año lectivo, sean su inspiración. — Animó él. — Felicidades a todos por pasar a las nacionales, ahora redoblaremos los esfuerzos. Para los de tercero, esta es su oportunidad para conseguir becas deportivas: tendrán dos clases extras conmigo los sábados y miércoles, si lo que persiguen son esas becas. Nos vemos todos el lunes, descansen.
—Karin, vamos con las chicas a comer al centro comercial ¿Vienes? — Uma invitó, rebosante de felicidad.
La capitana miró de reojo a Toushiro, que se despedía del grupo de muchachos que - igualmente - partían para un festejo propio.
—No puedo, lo siento. Yuzu está cubriendo a la secretaria de mi viejo y yo tengo que ir a ayudarla a cargar las autorizaciones médicas en el sistema. — Mintió.
Uma se vió decepcionada pero entendió, solucionaron quedar para festejar su triunfo al día siguiente en casa de Aiko. Satisfecha y culpable, la morena emprendió su camino a casa. No alcanzó a su compañero sino hasta que desapareció de la vista de sus amigas y tras un par de cuadras a trote, dio con él. Toushiro se quedó quieto cuando la sintió acercarse y esperó su llegada.
—Vamos a mí casa a comer algo. — Invitó.
El muchacho en realidad sí tenía cosas que hacer, pero pensó que desde su vinculación parcial la relación entre ambos lentamente se había puesto tensa y rechazarla en ese contexto parecía inadecuado. De modo que pararon en la casa de su abuela, donde dejó su bolso, y continuaron a la casa de los Kurosaki.
Karin estaba ridículamente nerviosa, se amonestó a sí misma por sus manos temblorosas mientras introducía la llave para entrar. Esperó que su amigo no lo notara o, en todo caso, que no hiciera mención a ello. Como la morena había auspiciado, el hogar familiar se encontraba vacío. Sobre la mesa Yuzu le había dejado unos onigiris "Por si vuelves con hambre", y Karin tomó unos refrescos de la cocina.
Toushiro, por su parte, se quedó indeciso en el umbral de la puerta de la cocina. No sabía si sentarse en el comedor, como aquella incómoda noche, o si Karin lo guiaría a su habitación como solía hacerlo.. Ella le sonrió algo incómoda y le entregó la botella grande de soda para que le ayudara a subirla. En efecto, Karin había decido llevarlo escaleras arriba. Había subido cientos de veces esas escaleras, era tonto sentirse tan cohibido por ello, se dijo.
La habitación de Karin era… muy propia de su dueña. De buen tamaño, con una cama destendida en una esquina de la habitación, un escritorio bajo la ventana, una pequeña mesa en medio y algunos almohadones alrededor de ésta. Montones de fotos pegadas con cinta decoraban las paredes. Toushiro se sentó, dejando la soda en la pequeña mesa con Karin detrás de él. La puerta de la habitación cerrada, de algún modo, se sentía como una barrera.
Karin abrió la chamarra que él le había dado, revelando la remera deportiva debajo. Apartó la mirada, el último tiempo no había podido dejar de admirar la femineidad del cuerpo de la morena. Era difícil de todos modos, razonó consigo mismo, Karin era atlética y la naturaleza había sido generosa al momento de investirla de un trasero pomposo y un busto sustancioso.
Le echó la culpa al vínculo, su instinto, las hormonas y que, bueno, era un adolescente sano.
La morena sirvió la soda para llenarse de coraje para entablar la vergonzosa conversación que sabía que debían tener. Toushiro había sido claro hoy cuando, intentando salvaguardar su orgullo, le entregó su chamarra. Claramente, a eso se había referido su padre cuando mencionó "darle seguridad".
—Bueno, iré al grano ¿Vale? Así luego podemos jugar Mortal Kombat juntos y continuar con nuestra vida. — Él asintió.
Había imaginado que Karin iba a reprocharle el gruñido que se le había escapado frente a ella, de modo que ya había preparado un discurso apropiado comprometiéndose a controlar mejor sus arrebatos. Pero primero, por supuesto, escucharía sus demandas.
—¿Qué te da seguridad, sobre mí?
Ah, eso no se lo esperaba.
—No entiendo la pregunta. — Confesó, frunciendo el ceño. — ¿Seguridad sobre tí?
—Bueno, replanteo la pregunta: ¿Cómo puedo yo, una omega, hacerte sentir a ti, alfa vinculado a mí unilateralmente, seguridad? — intentó poner sus intenciones en palabras, enredándose en el proceso— Ugh, ya sabes… como lo de la chamarra hoy. No podemos fingir que lo del vínculo a medias no pasó, y eso claramente te está afectando y quizá yo puedo hacer algo para hacerte sentir "seguro sobre mí" y menos… gruñón.
El albino boqueó. Esperaba que ella le reprochaba su falta de autocontrol, que le recriminara haberla avergonzado y le diera un largo sermón sobre cómo sus compañeros de club no tenían nada que ver con su vínculo incompleto. Toushiro miró el vaso de burbujeante soda en sus manos, sonriendo. Claro, Karin era una gamberra compasiva. Se ponía en el lugar de los otros con tanta facilidad que lo sorprendía. Sabía que la mejor manera de sobrellevar el torrente de emociones que confluían en su ser era ser abierto y transparente con su mejor amiga.
Estaban en eso juntos, y si lograban equilibrarse, quizá sí podían mantener ese vínculo cómo habían planeado en un inicio. Había investigado en la web al respecto, habían un par de estudios científicos que desaconsejaban el uso frecuente de los vínculos incompletos, pero habían detallado casos de estudio con dos a seis vinculaciones incompletas sucesivas con resultados "no concluyentes".. Era un grupo de estudio reducido, pero imaginó que era esperable.
Intentó no sonrojarse cuando recordó los "pormenores" de su investigación ¿Qué podía ayudar muchísimo? El sexo y la masturbación mutua ¿Iba a mencionarlo? Ni muerto. Karin abrió su teléfono con la misma idea que él había tenido semanas antes, Toushiro sintió el impulso de arrebatarle el aparato pero se contuvo.
—Ya hice una búsqueda exhaustiva, hay poco en la web y no muchas fuentes confiables. — Anunció y le ofreció un onigiri, rezando que abandonara su teléfono para tomarlo. —Tengo algunas ideas, y te puedes negar a todas ellas.
Karin tomó el onigiri y dejó su teléfono a un costado, para alivio de su interlocutor.
—Te escucho, entonces.
Eres un hombre hecho y derecho, toma esto con la mayor madurez; se recordó a sí mismo. — El contacto físico es bueno, en sus distintas formas. Todo lo que implique que huelas como yo, a mi olor, y si puedes evitar oler a otro alfa sería incluso mejor.
Ella asintió, luciendo serena y clínica al respecto, como si hablaran de la mejor forma de resolver un sudoku especialmente complicado y no de cómo aceitar su vínculo para que Toushiro no fuera por la vida gruñendo a sus compañeros. Uh, debía disculparse con Hotaru.
—¿Con que te sientes cómodo? —Preguntó ella.
¿Se había despertado en el mundo del revés o qué? Algo dentro de él se sintió incluso tonto ante la pregunta ¿No debería ser él quien cuidara de su pudor y honra? Toushiro sintió ganas de reírse y de ofenderse en simultáneo.Él se sentiría perfectamente cómodo apretándola por todos lados. Desde su rutina tenía el deseo de apretar sus glúteos con las manos abiertas y oprimirse contra su centro. No es que fuera a decírselo.
—Eso es algo que deberíamos consensuar. — Respondió, evasivo. — ¿Con qué te sientes cómoda tú?
Se miraron un largo momento, cada uno de su lado de la mesa ratona. Si bien eran mejores amigos habían cosas que no hablaban entre sí, las cuestiones con el sexo opuesto eran uno de esos temas. Karin jamás había verbalizado algo sobre el tema con otra persona que no fuera Yuzu, y Toushiro era una persona igual de reservada. Pero se habían comprometido mutuamente y ya estaban metidos en ese lío.
—Pudor aparte, entonces. —Karin aclaró, sentándose erguida. — No es que haya hecho mucho antes, pero repetir lo de tu brava me parece bien.
Toushiro se sintió culpable por pensar que sus mejillas sonrojadas eran preciosas. Verla así, nerviosa y tan consciente de sí misma era novedoso y poco común. Karin nunca le parecía tan fresca como en esos momentos.
—Me parece bien, aunque son recuerdos confusos para mí.— Se encogió de hombros. — ¿Sólo en privado, entonces?
—No siempre tendremos oportunidades "en privado". — Razonó ella. — Discutamos que sí podemos hacer en espacios "no tan públicos"; públicos por supuesto que no.
—Define "no tan públicos" — Le sonrió, socarrón, tratando de cubrir su nerviosismo con su tono jocoso.
—Sabes a lo que me refiero, idiota. — Le gruñó. — El almacén del club, por ejemplo.
Él se burló de ella, pero estuvo de acuerdo en que no siempre podrían tener espacio para sí mismos. — Pequeños contactos en espacios no tan públicos, entonces, y ocasionalmente en privado.
—Bien.
—Bien. — Repitió él.
Estaban en un ámbito perfectamente privado, pensó, pero se abstuvo de señalarlo. No hizo falta. Karin sabía que debería ser ella quien iniciara el contacto físico: Toushiro jamás cruzaría esa línea. Él había sido claro cuando mencionó que "tomaría lo que ella le concediera y nada más que eso".
El muchacho acomodó el vaso vacío sobre la mesa tan pronto como Karin se dejó caer a su lado, tan cerca que sus piernas se tocaban. Ella sólo había querido apoyarse en él, pero cuando Toushiro volvió su rostro hacia ella Karin bien cambió de opinión. Tímida, colocó una mano en la mejilla masculina y otra en su hombro, depositando un suave beso sobre el pulso en su cuello.. Pulso que, de inmediato, se disparó.
Ella le soltó el rostro y dejó caer su propia cabeza en el hombro masculino, ese acto había consumido todo su coraje. Incapaz de devolverle la mirada acomodó su cuerpo hasta estar casi sobre su regazo, con los brazos de Toushiro afianzando su agarre sobre ella y sobre pareja se estableció la quietud. Toushiro podía sentir la respiración de Karin bajo su oído, oculta en el hueco de su hombro. La apretó y levantó hasta acomodarla sobre sí mismo. Karin pasó sus brazos debajo de los masculinos y correspondió laxamente el abrazo. Toushiro apoyó su rostro ardiente sobre la coronilla de Karin y reconoció su champú afrutado.
Se quedaron quietos un largo momento, con Toushiro apoyando el peso de ambos contra la pared detrás de él. Era algo incómodo al principio, pero mientras él acariciaba tiernamente la espalda femenina con las puntas de sus dedos, Karin se relajó. La morena lentamente hizo acopió de valor y repitió su primer acto: besó el omoplato masculino y subió en pequeños besos hasta su pulso retumbante casi alcanzando su barbilla.
El deseo de tomar su rostro y besarla se apoderó de la mente de Toushiro, pero resistió el impulso. Se había prometido a sí mismo sólo tomar lo que ella le ofreciera y nada más que eso. Algunos besos después y Toushiro pensó que lo mejor era cortar aquello, pero su amiga tomó su mano y la colocó de nuevo sobre su espalda.
—Me gusta eso — Admitió en una voz insegura. — Que me acaricies la espalda ¿A tí también te agrada?
Toushiro la levantó con toda la suavidad que pudo y la sentó frente a él.
— Sí, me agrada, pero debo volver a casa antes de que vuelva la abuela. — Mintió. —Te veo mañana y gracias por esto. Me siento más tranquilo, funcionó, tenías razón.
Ella se rió, aún con un atisbo del sonrojo en sus mejillas. — No me agradezcas, somos dos en este barco ¡Saludame a tu abuela!
Toushiro asintió y ella lo acompañó escaleras abajo. Pese a cómo las cosas habían comenzado, se sentían menos tímidos el uno con el otro. Hitsugaya había decidido terminar las cosas antes de que se emocionara demasiado con ello. Envidiaba a Karin y la frescura con la que ella - más allá del razonable pudor - se tomaba las cosas. Un pensamiento intrusivo se apoderó de toda su mente cuando la realización lo golpeó: Karin no se sentía azorada por el asunto porque él no tenía ningún efecto sobre ella. No del tipo que Karin tenía sobre él, al menos.
Se sintió repentinamente mal al pensar en ello. Le hubiera gustado poder achacar todo el asunto a su vínculo a medio completar, pero ya hacía un tiempo que se sentía atraído por su mejor amiga y - por ello - había tomado cierta distancia de ella. El hecho de que ahora comprobase que Karin no albergaba pensamiento románticos por él fue arduo de digerir. En el fondo él lo sabía, se dijo, por eso nunca había cruzado esa línea con ella.
Cuando ella abrió la puerta hizo amago de devolverle la chamarra. Toushiro tuvo un pensamiento egoísta ¿Y si de verdad intentaba conquistarla? Miró el "Hitsugaya" bordado en plateado al recuperar su abrigo.
—Si está bien contigo, me gustaría dártela camino a la escuela y que la uses en clase.
En otro momento, o en otro contexto, esa habría sido una manera de pedirle una relación formal. Pero en el fondo había actuado con cobardía: sabía que en la situación que compartían Karin no se negaría porque en primer lugar le importaba su tranquilidad y, en segundo lugar, de todas maneras la escuela entera ya asumía que eran pareja. Por ello, a partir de ese día, Karin siempre vestiría durante la jornada escolar la chamarra que rezaba en su espalda un brillante "Hitsugaya".
¡Hola a todas! Acá les traigo la actualización, pues la idea me rebotaba en la mente. Espero que les guste para donde va encaminado esto, les agradezco mucho el apoyo especialmente a estirden, yue yuna y color me hopelss. 3
