Apenas había amanecido cuando Sarah, como cada mañana, escuchaba su despertador. Había desarrollado un portentoso oído y un gesto reflejo para apagarlo con celeridad. El motivo era sencillo. A su lado, Trilla se encontraba arrebujada entre las mantas.

Sarah sabía que a su mujer despertarse al amanecer… le tiraba de un pie, así que se esforzaba por no despertarla con su alarma, ignorando que Trilla había desarrollado cierta toleran a este sonido y que resultaría muy difícil despertarla con él.

Pero Sarah no podía permitirse despertarse más tarde. La pelirroja tenía trabajo que hacer. Así que, como cada mañana se puso en pie, se encaminó al lavabo, apartó su largo cabello pelirrojo del rostro y colocó sus rizos de forma ordenada tras su oreja.

La mujer tendría entrados los treinta, su piel, que originalmente había sido muy blanca, tostada por el sol, pecas por todas partes, y el cabello de ese color tan vivo que, como Trilla solía decir, le recordaba a un bosque en llamas cuando el viento la ondulaba. Algo que no sabía cómo tomarse.

Una vez aseada y vestida con uno de sus petos de trabajo, salió al exterior. Trilla y Sarah vivían en una pequeña casa de madera, y, a la salida, se encontraba su terreno. Un pequeño terreno cultivable que, en aquel momento, se encontraba rebosante de zanahorias.

_ Finalmente, hoy es el gran día. _ Comentó Sarah, emocionada.

Sarah había pasado varios meses mimando su cultivo de zanahorias Pikpik. La mujer observó un momento al cielo para observar el amanecer antes de tomar sus herramientas de trabajo y comenzar a recoger su cosecha. Normalmente alimentaba primero a sus animales, pero aquel día… lo cierto es que tenía un secreto y por eso mismo tenía que recoger la cosecha lo antes posible… antes de que Trilla se despertase.

Aún con las prisas, Sarah no podía evitar tratar a las verduras con un mimo y cariño que resultaba tierno de ver. A Trilla solía gustarle ver a su mujer trabajar por eso mismo. Más de una vez se había quedado apoyada en el porche, simplemente contemplándola regar el cultivo con una sonrisa distraída.

Pero en aquel momento Sarah no respondería a esa deferencia poniéndose tan roja como un tomate, normalmente hasta las orejas, provocando con ello que fuese difícil distinguirlas de su pelo. Aquella mañana estaba sola y por eso pudo agilizar la cosecha para estar ocupándose de los animales cuando Trilla despertó.

Trilla era una mujer uno o dos años mayor que Sarah. La mujer tenía la piel de un tono caramelo y el cabello de un vivo color malva. Decididamente, cuando se encontraba con Sarah, llamaban mucho la atención, no era una pareja que pasase de largo sin ser vista.

Se despertó antes de que sonase su alarma. La apagó, se desperezó y se lavó los dientes antes de salir, con su peto a juego con el de Sarah. A ella le gustaba mucho cómo le quedaba el peto y a Trilla le encantaban las miraditas que le lanzaba.

_ ¡Buenos días, Hocotate! _ Exclamó cuando llegó al porche. Lanzó una mirada al campo y luego a su mujer, que se encontraba echando de comer a sus animales. _ Espera… ¿Ya has terminado con la cosecha?

_ Sí, me he levantado prontito y lo he hecho lo primero de todo. _ Dijo Sarah, con una sonrisa suspicaz. _ ¿Tanto querías verme cosechar?

_ Bueno, puede… _ Dijo, apartando la mirada.

_ ¿En qué estás pensando? _ Sarah entrecerró los ojos.

_ En… nada. _ Trilla cogió el saco del pienso y en comenzó a verterlo en los comederos.

_ Ya… nada. _ Sarah dejó escapar una risita. _ Mira, lo cierto es que he dejado las zanahorias en el granero. Para que las cargues cuando puedas.

_ ¿En el granero? _ Trilla alzó una de sus "malvadas" cejas. _ ¿Qué andas tramando para dejar eso ahí?

El granero era viejo y estaba destartalado. Aunque Trilla había comenzado a arreglarlo, era parte de las posesiones del antiguo dueño de la granja y aún no le habían encontrado un uso. Sarah solía dejar las cosechas en el garaje. Allí era donde tenían el coche. Normalmente Trilla cogía allí los envíos y se desplazaba a la ciudad a venderlos… y de paso solía aprovechar y comprarle algún regalito.

_ ¿Yo? ¿Cuándo he tramado yo algo, mi amor?

Sarah no podía engañar a Trilla. Ella sabía muy bien cómo aquella dulce forma en la que Sarah se mordía el labio indicaba que estaba guardando un pequeño secreto, algo que le costaba mucho guardarse, además.

_ Debería ir directamente al granero para ver lo que me has preparado, ¿Verdad? _ Trilla dejó el saco de pienso en su sitio.

_ Sería lo mejor, sí. _ Sarah mantenía una gran sonrisa.

Trilla se preguntaba qué sorpresa le podía tener preparada su mujer. Ella misma empezó a sentir cierta adrenalina cuando se encaminó hacia el granero y abrió las puertas de par en par. Pero cuando contempló el interior, su boca se abrió formando una perfecta O, incrédula.

En medio del granero, iluminada por la luz que se colaba por uno de los huecos del techo que Trilla aún no había conseguido arreglar, se encontraba una pequeña nave espacial. Suficiente como para llevar a un par de personas y un cargamento.

_ Siempre dices que te da rabia que los intermediarios se queden el pellizco más grande. _ Puntualizó Sarah, acercándose. _ Ahora no tienen por qué ocurrir.

Trilla se giró y miró a Sarah. Estaba claro que llevaba mucho planeando aquello. Sabía que el sueño de Trilla siempre había sido viajar por el espacio, y aunque había sacado su licencia, apenas había podido hacer una o dos salidas fuera del planeta.

_ Yo… No sé qué decir, mi vida. _ Susurró Trilla. _ ¿Cuánto te ha costado?

_ Unos pocos ahorros que tenía, no es gran cosa… está muy usada. _ Dijo Sarah, encogiéndose de hombros. _ Mi tía me dice que está convencida de que se ha hecho pedazos una vez como mínimo.

_ Así que allí fue donde fuisteis anteayer. _ Analizó Trilla. _ Y habéis metido esto mientras yo dormía. Cariño, eres diabólica.

_ Sólo un poquito. _ Dijo Sarah, guiñándole un ojo. _ ¿Y bien?

_ ¿Y bien? _ Repitió Trilla.

_ ¿Y mi beso de agradecimiento? _ Sarah puso morritos.

Trilla sonrió y se aproximó. No fue un beso particularmente pasional, pero el significado lo era todo. Trilla estaba enamoradísima de Sarah, y cada día agradecía haberla conocido. Le dedicó su mejor sonrisa cuando se apartó.

_ ¿Vienes conmigo? _ Le preguntó, extendiendo la mano. Sarah negó.

_ Otro día. Hoy tengo mucho lío, ya sabes cómo es esto. Tengo que ocuparme de los huevos aún. _ Le guiñó un ojo. _ Diviértete… y llévate todo el cultivo.

_ Pero… es mi primera visita, ni siquiera sé si conseguiré vender algo. Debería ir allí de reconocimiento, conseguir proveedores y luego volver.

_ Anda, hazme caso… ten un poco de seguridad por una vez.

Trilla sacó la nave al exterior, no sin dificultad, y cargó las zanahorias Pikpik en su interior. Hizo caso a Sarah y cargó el cultivo entero antes de subirse a la cabina.

_ Bien, veamos… _ Dijo, mientras arrancaba. _ Ordenador de a bordo, encendido.

Bienvenida al ordenador de a bordo de la Dolphin. ¿En qué puedo ayudarla?

_ ¿La Dolphin? Vaya, curioso nombre para una nave. _Susurró Trilla. Le quería sonar de algo, pero no sabía de qué. _ No sé, ¿Comprobación de sistema?

Todos los sistemas se encuentran en línea y operativos, estamos listos para el despegue.

_ Está bien… entonces… vamos allá. _ Susurró Trilla.

El despegue no la preocupaba. Eso sí había podido practicarlo a fondo mientras estaba en la academia. La nave despegó de forma sonora y se elevó, atravesando la atmósfera mientras sujetaba los mandos, temblorosos.

Trilla observó su planeta a través de la cámara trasera. Estaba cada vez más lejos, y cada vez se iba haciendo más pequeño a sus ojos. Volvió a centrarse en el espacio, decidida a hacer un viaje corto. Simplemente iba a ir al planeta vecino a vender las zanahorias, nada especial.

O al menos, ese era el plan hasta que un asteroide a gran velocidad golpeó la cola de la nave. Trilla se sujetó, tratando de recuperar el control, pero fue inútil. La nave continuó girando en círculos a través de las estrellas. Trilla dio tumbos por la nave, alcanzando un casco que logró ponerse antes de que un bandazo la lanzase contra una de las paredes y perdiese el conocimiento.

Soporte vital crítico

Trilla se sentía tan cansada que ignoró todo lo que escuchaba, le dolía todo el cuerpo en aquel momento. Tan sólo dormiría un poco más. Seguro que Sarah la despertaba más tarde.

Soporte Vital crítico. El traje está comprometido. Filtración de oxígeno detectada.

Había un molesto pitido. Un molesto pitido que provocó que Trilla finalmente reaccionara, los recuerdos, confusos, parecían empezar a ordenarse y, con ellos, llegó el terror. Abrió los ojos y se vio sobrecogida.

No pudo evitar quedarse quieta unos segundos para darse cuenta de que se encontraba en un planeta desconocido. La vegetación era exuberante y colosal, un sol gigantesco iluminaba la tierra, y, a lo lejos, podía distinguir criaturas desconocidas.

Respiró lentamente, buscando con la vista lo más importante. La Dolphin. La nave había caído de lado, realizando un aterrizaje forzoso y, suponía, el ordenador de a bordo la había expulsado de forma preventiva.

Lo siguiente de lo que se percató es de que su casco estaba agrietado, por lo que giró lentamente la vista hacia la izquierda, que parecía el origen de dicha rotura. Efectivamente, el casco estaba roto, pero si no se había llenado aún del letal oxígeno de la atmósfera, era por una razón… una terrible razón.

Había una criatura que se había quedado pegada al cristal, un ser de color amarillo, no demasiado grande, que le costaba distinguir por su posición. Trilla respiró lentamente mientras se deslizaba hacia la nave.

En aquel momento, su vida dependía enteramente de aquella criatura. Si salía del hueco, estaba totalmente muerta. Por suerte, o quizá porque era más inteligente de lo que parecía en primera instancia, no se movió en lo más mínimo hasta que Trilla llegó a la nave.

Cuando la pequeña criatura abandonó el hueco, Trilla contuvo la respiración y se metió en la nave. Una vez se hubo presurizado, y sabiéndose en una calma relativa, reinició el ordenador de a bordo con la energía auxiliar.

_ Ordenador, informe de daños.

Sistemas de comunicación inutilizados.

Sistemas de navegación inutilizados.

Sistemas de propulsión inutilizados

Sistemas de…

_ Basta, lo he pillado. _ Exclamó. _ ¿Qué funciona?

Los sistemas de soporte vital se encuentran intactos y estarán operativos durante los próximos… 30 días

_ Osea que tengo un mes para salir de aquí… _ Murmuró Trilla, lanzando una risa que, lejos de tener algo de alegría, ocultaba puro pánico. _ Y… ¿Cómo arreglo la nave?

Es posible arreglar la nave si se recuperan las piezas perdidas durante el impacto.

_ Bueno… eso no suena tan horrible… ¿De cuantas piezas estamos hablando?

Se han perdido un total de… 30 piezas. Su ubicación es desconocida.

Trilla tragó saliva. Era… muy poco tiempo.

_ Bueno, quizá, si me organizo pueda conseguirlo… _ Murmuró. _ Tampoco es que necesite dormir. Quizá trasnochando un poco y con empeño…

Según mis registros no es recomendable operar por la noche. La vida salvaje de este planeta se muestra especialmente hostil durante esos periodos.

_ ¿Tus registros? ¿Qué sabes de este planeta? _ Preguntó Trilla.

El planeta ha sido designado como PNF-404. No es la primera vez que esta nave queda varada en este lugar.

_ Vaya… menuda casualidad… _ Se sentó en lo que solía ser una de las paredes de la nave y estuvo unos instantes mirándose las manos.

Tenía el claro convencimiento de que iba a morir allí. Que no iban a rescatarla, que no podía hacer nada para rescatar su nave… por lo que sabía, ni siquiera tenía motor… por lo que esos treinta días eran una quimera… si las criaturas eran tan salvajes como le prometía el ordenador de a bordo… no pasaría de aquella noche.

Se dejó caer en el suelo, pensando en, sencillamente, esperar a la muerte. Porque no sabía siquiera cómo iba a poder empezar con tamaña empresa, cuando escuchó un ruido que la hizo girarse. Algo había tocado una de las ventanas.

Era una suerte que el sistema de presurización de la nave estuviera aún en funcionamiento y no se la oyese desde el exterior, porque, de lo contrario, toda la vida salvaje en varios kilómetros a la redonda habría podido escuchar el grito que Trilla lanzó cuando vio que, en la susodicha ventana, una criatura la estaba mirando fijamente.

Tardó un momento en analizar que, por el tono amarillo, debía tratarse de la misma criatura que se había quedado encajada en su casco. Era de un color amarillo, con lo que parecían grandes orejas, y su forma le recordaba a las zanahorias Pikpik que, en aquel momento, se encontraban esparcidas por las paredes de la nave debido al impacto.

_ ¿Y qué se supone que eres tú? ¿Un alien que quiere devorarme?

Forma de vida local identificada como Pikmin.

_ ¿Pikmin? Y… ¿Es peligroso?

Los Pikmin son seres colaborativos. Con el liderazgo adecuado, pueden convertirse en grandes aliados.

_ ¿Osea que esa cosa no quiere comerme?

Negativo

_ Bueno, supongo que a peor ya no podemos ir, y que después de que me haya salvado la vida poniéndome el culo en el casco, creo que hemos roto el hielo. _ Hizo una pausa. _ Sarah se habría reído.

El ordenador de a bordo no contestó y Trilla se encogió de hombros, tomó un casco y decidió salir. Al menos, mientras estuviera intentando hacer algo, no estaría pensando en su inminente muerte.