Capitulo 1.

En las cercanías de la selva amazónica peruana, donde los árboles se alzaban majestuosos y los sonidos de la naturaleza llenaban el aire, una mujer llamada Isabella se pasea por el lugar en busca de leña para la noche. Isabella era una mujer algo golpeada por la vida, una mujer con un marido que podría clasificarse como perdedor e ignorante, hace el trabajo que se supone su compañero de vida debería de hacer. La vida es amarga para ella. Hasta que sus pensamientos son interrumpidos por un llanto, uno que cualquier ser humano podría reconocer.

Isabella se detuvo en seco al escuchar el llanto, un sonido tan frágil y desamparado que estremeció su corazón. Sus ojos se ensancharon de sorpresa y preocupación mientras seguía el sonido, dejando la pila de leña en el suelo y adentrándose más en el bosque.

Siguió el sonido del llanto, guiada por su intuición y la esperanza de encontrar al niño perdido. Cada paso que daba la acercaba más al origen del llanto, hasta que finalmente, entre los árboles, vio una pequeña figura. Allí, en medio de la maleza, yacía un bebé, sus mejillas enrojecidas por el llanto y sus ojos llenos de lágrimas.

"¿Un bebé?." susurró Isabella, su voz llena de asombro y preocupación. Se arrodilló junto al pequeño, con cuidado y ternura, y lo levantó en sus brazos. El bebé, aunque visiblemente asustado, se calmó al sentir el cálido abrazo de Isabella.

El bebé, a pesar de estar en medio de la selva, estaba limpio y aparentemente ileso. Lo más sorprendente era que era extraordinariamente grande para ser un recién nacido, y su piel tenía un tenue brillo dorado que parecía provenir de lo más profundo de su ser. Isabella sintió una extraña conexión con el niño y, sin dudarlo, lo tomó en sus brazos para protegerlo.

Mientras lo mecía en sus brazos le decía.

"Ya, ya pequeño… ya estas a salvo por Jesucristo lo estas." decía.

Las palabras tranquilizadoras de Isabella se mezclaron con el suave murmullo del viento entre las hojas de los árboles mientras ella mecía al bebé en sus brazos. Con movimientos suaves y cariñosos, le acariciaba la espalda, transmitiéndole una sensación de seguridad y amor.

"Shh, shh, pequeño", susurraba Isabella, su voz suave como una melodía. "Estás a salvo ahora. No temas, estás en buenas manos."

El bebé, sintiendo el calor del abrazo materno y escuchando las palabras tranquilizadoras de Isabella, dejó de llorar. Sus ojitos curiosos miraban el rostro de Isabella, buscando consuelo en esa mirada cálida y comprensiva.

Isabella comenzó a caminar de regreso a su hogar, sosteniendo al bebé cerca de su pecho. Con cada paso, ella balanceaba suavemente al niño, murmurando palabras de aliento y amor. Mientras avanzaban por el bosque, Isabella. Lejos de ella, en medio del bosque selvático, una capsula enorme con los números XVll grabados en esta se hunden en el fango.

A medida que se acercaban a la cabaña, Isabella pudo sentir el latido del corazón del bebé, un recordatorio constante de la fragilidad de la vida y la importancia del amor y la protección. Al llegar a su hogar, Isabella lo envolvió en una manta suave y lo colocó en una cama improvisada. Ella se sentó a su lado, acariciando su frente con ternura mientras él se quedaba dormido, finalmente tranquilo y en paz.

Mientras lo hacia procuraba que su marido, ebrio en el sillón no se despertara.

El hombre, su marido, yacía en el sillón con una botella de licor vacía a su lado. Su rostro estaba desaliñado, marcado por la indiferencia hacia su propia apariencia. El cabello enmarañado y la barba descuidada resaltaban su aspecto descuidado. Vestía harapos que alguna vez fueron ropa decente, ahora manchada y rasgada. El olor a alcohol impregnaba el aire a su alrededor, mezclándose con el aroma dulce y terroso de la madera quemada en el hogar.

Isabella lo observó por un momento con una mezcla de tristeza y resignación en sus ojos. Sabía que este hombre, se había perdido en un abismo de desesperación y adicción. A pesar de la situación desastrosa en la que se encontraba, ella se mantuvo fuerte, decidida a proteger al bebé a su lado de ese mundo de caos y desdicha.


Comentarios y criticas son bienvenidas.