Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es RMacaroni, yo solo traduzco con su permiso.
Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to RMacaroni. I'm only translating with her permission. ¡Ronnie, te adoro!
Capítulo 41
Después que regreso de Forks, las semanas pasan en un borrón.
La temporada ha acabado. No hay más prácticas o entrenamientos. Aún así le ruego a Jasper por unas sesiones, para mantenerme cuerdo, para evitar que mi mente de vueltas. Él felizmente accede.
Pero como cualquier estudiante atleta sabe, el final de la temporada no equivale al final del semestre… en absoluto.
Me enfoco en estudiar e intentar recuperar todo el tiempo que pasé en el gimnasio entrenando o en la práctica en vez de una clase. Me las arreglo, de alguna manera, y cuando llega la semana de finales, me va bien.
Creo que duermo quince horas seguidas después de eso.
En mi último día en Ogden antes de regresar a casa, Emmett me convence de ir a la casa del lago con él y Vicky a la fiesta de fin de año. Todos los de último año se mudarán, así que es una especie de fiesta de despedida.
Lo uso para decir adiós también.
A los recuerdos de Bella—en este sofá la primera noche que vinimos a esta casa.
O ese cuarto arriba donde casi nos acostamos por primera vez… donde celebramos su cumpleaños esa noche y terminamos teniendo que escapar de la policía por la ventana.
O todas las veces que nadamos en ese lago mientras yo seguía tratando de mantener mis manos lejos de ella inútilmente.
—¿Planeas pasar toda la noche en el sofá? —Emmett se sienta a mi lado, habiendo logrado separar sus labios de los labios de Vicky. Están teniendo problemas, creo. Ella se irá a casa en Florida por el verano mientras que Emmett y yo regresaremos a Fort Collins.
—Síp —digo y entonces sacudo la cabeza cuando me ofrece una de las cervezas en sus manos. Él ha estado bebiendo toda la tarde; me he abstenido, sabiendo muy bien que seré el conductor designado mientras él duerme mañana.
—Vamos, terminamos nuestro primer año —insiste—. Lo logramos, de alguna manera. Creo que esa es una razón para celebrar.
—Bueno, no quiero celebrar. —Aparto la mirada—. Honestamente, solo quiero olvidar. —No me doy cuenta que lo digo en voz alta hasta que es demasiado tarde.
—Dah… ¿alcohol para olvidar? —Agita la cerveza en mi dirección, y al diablo. Una noche de gratificación no me convertirá en mi padre. Chocamos nuestras cervezas y bebemos.
—Escucha —comienza Emmett, arrastrando sus palabras—. Sé que te sientes mal por Swan, pero te prometo que todo va a estar bien.
—¿De verdad?
—¡Sí! —Voltea hacia mí, sus mejillas enrojecidas y sus ojos medio cerrados.
Tomo el teléfono de mi bolsillo y abro mi Instagram, busco el perfil de Bella, y se lo muestro. No hay foto. Ni publicaciones. Al menos, visibles para mí.
—¿Te bloqueó? —Los ojos de Emmett se agrandan.
Quizás ella me bloqueó. Quizás fue Phil.
—Síp —digo, aún así.
—Mierda, amigo… —Emmett exhala, reclinándose en el sofá.
No le muestro el resto. Cómo mis mensajes para ella aparecen no enviados. Cómo tuve que abrir una cuenta nueva con un nombre falso así al menos podía verla.
Ella publicó una foto recientemente después de mantenerse en silencio desde Daytona. Ella estaba sonriendo bajo el sol… en un patio, al parecer. Probablemente aún en el centro de tratamiento. Ya no tiene la sonda en su nariz. El pie de foto decía algo sobre tomarse un tiempo libre para recargar energías. Y les hacía saber a sus seguidores que ella estaría lejos de las redes sociales por un tiempo.
Al menos sus seguidores tienen la cortesía de saber que ella está bien.
No he sabido de ella desde Daytona. No he recibido una llamada. Ni un mensaje.
Ni siquiera de Charlie. Le había dejado mi número para él con su esposa, Sue, quien estaba allí cuando desperté en su sofá. Ella tenía un plato lleno de panqueques, con huevo y tocino, listo para mí. Había llevado a Charlie al aeropuerto ya y yo había dormido toda la noche. Entonces, me despidió con una hielera llena de comida y un corazón roto.
—Va a doler por un tiempo, pero entonces estará bien… —masculla Emmett en voz alta, trayéndome de vuelta al presente, y no sé si quiero reír o llorar.
—Encontrarás a alguien nuevo —dice, arrastrando las palabras—. Y entonces no dolerá tanto.
—No creo que lo entiendas, Em. —Suspiro, jugando con el hilo de mis jeans.
—¿Qué? ¿Que la amabas?
—No solo que la amo… —Giro la cerveza en mis manos—. No recuerdo alguna vez ser realmente feliz antes de ella. Me refiero… ¿qué hice antes de que ella llegara?
Emmett asiente, su mirada perdida.
—¿Alguna vez te has sentido así? Como si ella fuera el aire o alguna mierda. Es como si no pudiera respirar correctamente ahora que ella no está.
—No… —Emmett suspira, volteando para mirar a nuestros compañeros bailar en la sala. Vicky se encuentra en el centro, sacudiendo su trasero junto a Jessica—. No creo que eso le suceda a todos.
—Ese es exactamente mi punto. —Bajo mi cerveza, poniéndome de pie para buscar otra. Y luego otra. Y otra. Hasta que me siento un poco mejor. O hasta que ya no me importe tanto. Cuando James saca los shots de gelatina, logro que no me afecte. Intento no recordar. Incluso ingiero varios.
Al diablo, es nuestro último día en el campus. También consumo tequila.
Cuando Jessica se sienta a mi lado y desliza sus dedos por mi brazo, me pongo de pie, listo para irme.
De alguna manera, Emmett y Vicky terminan siguiéndome mientras caminamos tambaleándonos de regreso a los dormitorios. Me siento un poco mareado, pero cuando pasamos por la entrada al sendero del cañón, decido desviarme.
—¿Adónde vas? —dice Emmett detrás de mí.
—Solo me voy a despedir de nues-de mi banco. —Casi dije nuestro. Casi.
—Iré contigo —dice mientras Vicky suelta un gruñido a su lado.
Llegamos al banco después de varios tambaleos, y entonces, allí estamos. Con esa maldita luna, brillante entre las montañas, que se ríe de mí.
—¿Ven un maldito conejo? —pregunto con una risa sarcástica mientras ellos se sientan en el banco.
—¿Dónde? —Vicky, perdida, mira a los arbustos.
—En la luna. —Señalo a la cosa con mi mano.
—¿Qué? —Emmett levanta la cabeza del hombro de Vicky, tratando de mirarme.
—Eso creí. —Me dejo caer al suelo entre ellos, apoyando la cabeza contra el banco.
Veo el conejo ahora. Está justo allí.
Me pregunto si Bella puede ver la luna en donde sea que esté.
—¿Vicky? —pregunto después de un momento.
—¿Sí?
—¿Has hablado con Bella?
—Sí —dice con cuidado.
—¿Está bien? —Sé que no debería preguntar. Sé que no debería importarme. Pero es todo en lo que puedo pensar.
—Le está yendo mejor.
Okey.
—Okey. —No me gusta la manera en que el suelo se mece debajo de mí, así que me pongo de pie—. ¿Puedo tomar prestado tu teléfono?
—¿Por qué?
—Por favor. —No me molesta rogar. Bella no contestará si llamo del mío. Emmett me mira, una expresión preocupada en su rostro—. Beber para olvidar no funciona —me quejo con él.
—Está bien… Solo tengo como un por ciento —advierte Vicky, con el teléfono en mano.
Me tambaleo un poco mientras intento alejarme de ellos, buscando el número de Bella en el teléfono de Vicky. Cuando llego al peñasco, a la cima del sendero en el cañón, presiono llamar.
La línea suena una y otra vez, y entonces un clic comienza un mensaje automático. No es su voz. Es el estándar, pidiendo que deje un mensaje después del pitido.
Bip.
—Hola, soy yo… eh… —Carraspeo. Hay un nudo en mi garganta que no se ha ido desde que regresé de Daytona. Pateo un poco de tierra bajo mis pies, mirando al peñasco debajo de mí, e intento respirar profundo—. Mierda, no sé qué hubiera hecho si realmente hubieras contestado.
Puedo escuchar mi propia respiración al teléfono, así que intento calmarme.
—Lamento llamar tan tarde —comienzo—. Que incluso esté llamando. Incluso después de que me dijeras que no lo hiciera. Incluso después que bloquearas mi número y eso, pero, eh… solo quería hacerte saber que… que te extraño. Que jamás sentiré lo mismo que siento por ti con otra persona. Te… Te amo, Swan. —Mi voz se quiebra con el sollozo que está atascado allí, y presiono mis dedos contra mis ojos, tratando de contener las lágrimas.
—Lo siento mucho. Lamento que estés pasando por esto. Lamento no haber sido capaz de ayudar. Que lo haya empeorado. Eh… —Aparto el teléfono de mi rostro e intento inhalar pero solo logro un resoplido.
—No sé si vas a escuchar esto, pero lo entiendo, ¿de acuerdo? Necesitas ponerte bien, y no puedo estar allí contigo. No puedo hacer eso contigo. No puedo ayudarte a superarlo. Lo entiendo. Solo… —Camino de un lado a otro, inseguro de dónde ir o qué más hacer—. Solo, diablos, te extraño tanto.
»—Terminé los finales. Pasé todas mis clases… Ni siquiera sé cómo. La entrenadora dijo que obtendré una beca completa el próximo año. Simplemente no logro encontrarle el sentido a todo sin ti. No estaría aquí si no fuera por ti. —Me ahogo al inhalar y levanto la mirada a la luna y el maldito conejo en ella.
—Solo quería prometerte que estaré bien. Solo ponte bien, ¿de acuerdo? Y estaremos bien.
Las lágrimas caen de mis ojos mientras intento colgar, dándome cuenta que el teléfono ya está apagado. Intento meterlo en mi bolsillo, pero cae al suelo, y cuando me agacho para recogerlo, termino cayéndome también. Detengo mi caída con mis manos y ruedo sobre mi espalda, como lo he practicado tan bien, como fui entrenado.
En casi todos los deportes, es importante aprender a caer. Para evitar lesiones. Para protegerte. Para volver a levantarte y seguir. Enamorarse no es diferente. Si lo haces precipitadamente, de cabeza y sin pensarlo, entonces puede arruinarte. Sabía todo esto —he visto el amor terminar mal en mi propia casa— así que, ¿por qué permití que me pasara?
Observo los árboles y el cielo oscuro sobre ellos, iluminados por las estrellas y la luna incandescente, repensando todas mis elecciones de vida.
Decido entonces que no permitiré que esto me arruine. Cumpliré mi promesa para Bella. Estaré bien. Seguiré adelante. No me daré por vencido con todo lo duro que he trabajado. Y solo espero que ella pueda hacer lo mismo.
