El combate de la montaña Natagumo fue casi una masacre.
En la Organización, las cosas estaban un poco sensibles. Los actuales Pilares estaban inconformes con el nivel de los cazadores que enviaron, y Oyakata decidió mandar allí al Pilar del Insecto y al Pilar del agua.
Antes de partir, Shinobu dio órdenes expresas a Akane de qué debía preparar y cómo. Esperaban muchos heridos y algunos muy graves así que mientras ella se dirigía hacia allá, Akane alistaba todo en la Finca de las Mariposas. Shinobu iría con Kanao, más cazadores de bajo rango y otros Kakushis, y Akane las alcanzaría en el campo de batalla para organizar la clasificación y traslado de los heridos.
Akane adoraba el trabajo de campo, no había podido ser una cazadora pero se esforzaba mucho en ayudar a quienes arriesgaban su vida en la lucha. Tenía una profunda admiración por ellos.
El trabajo fue agotador. Todo ese día y parte de la noche se fue en limpiar y coser heridas de todos los tamaños. Cambiar vendajes, recolocar huesos. Atender contusiones, laceraciones...hubo más bajas de las que les hubiera gustado aceptar, más allá de todo lo que hicieron. Siempre sucedia. Pero eso no lo hacía más sencillo ni más llevadero. Todos esos hombres y mujeres confiaban en el equipo Kakushi para curar sus heridas y en casos más extremos, salvar su vida. Y cuando uno fallecía estando en la Finca, era doloroso para ellas.
-Akane.- Le dijo Shinobu, colocándole una mano en el hombro.-Cuando termines con eso ya puedes ir a descansar. Nosotras no haremos las rondas nocturnas, se lo encargare a otro grupo. Mañana puedes tomarte el día libre, fuiste una gran ayuda hoy.-
Akane asintió con la cabeza, y terminó de cambiar el vendaje que estaba cambiando en una pierna con la carne remendada. Cuando finalizó, levantó los brazos e hizo crujir sonoramente los huesos de la espalda y el cuello.Estaba realmente cansada.
- Señorita Kocho, si me permite, me retiro.- dijo Akane, haciendo una pequeña reverencia. Shinobu asintió y sin pensarlo dos veces Akane abrió la puerta para salir.
-Akane...-le dijo entonces.- Sabes que conmigo no son necesarias las formalidades...-
- Señorita, es un Pilar.- Contestó, y sonrió. Aunque Shinobu no pudo verla, porque su uniforme de Kakushi cubría su rostro- Merece reconocimiento y respeto de todos.-
Dicho esto, se retiró.
-Realmente...no es necesario...- dijo Shinobu, casi con tristeza. Pero Akane ya no la escuchó.
Caminó por los pasillos arrastrando los pies. El estómago le rugió, y entonces cayó en la cuenta de que no había comido nada hacia muchas horas.
Pero ya era bastante más de medianoche y no quería despertar a Aoi así que se metió a la cocina a preparar algo rápido. Unos oniguiris estarían más que bien.
Todo estaba silencioso, le encantaba esa sensación tan acojedora del silencio de la noche.
Luego de comer, el sueño la atrapó por completo. Entre bostezos, se sirvió un vaso de agua para llevar a la habitación, y salió de la cocina.
Cuando caminaba por el pasillo, una de las puertas de las habitaciones se abrió repentinamente y Akane, sobresaltada, soltó el vaso de agua que se rompió en pedazos a sus pies. Un chico alto, vestido con uno de los pijamas que se les dan a los pacientes, cabello a medio rapar y una enorme cicatriz en la cara salió a toda prisa de la habitación, triturando incluso los vidrios rotos bajos sus pies, y al pasar a un lado de Akane la miró por el rabillo del ojo y soltó un:
-Muevete Kakushi. Que estorbo.-
La mandíbula de Akane cayó bajo la cubierta de su uniforme. Pasó de la sorpresa, a la indignación, a la incredulidad y finalmente al enojo.
Oh si. Ahora sentía enojo y mucho.
-Oye...¡OYE TÚ!- Dijo, pero se contuvo de gritar. Mucha gente convaleciente descansaba y ella no debía despertarlos por andar gritando a mocosos insolentes.-¿Donde crees que vas? No puedes rondar por la Finca por la noche, esto no es un jodido hotel...-Dijo, apretando los dientes, intentando no gritar. Pero él pasó de ella como si fuese invisible y muda.- ¡TE ESTOY HABLANDO!-
Finalmente él dobló en una esquina y desapareció de la vista de Akane. Pero lo que no desapareció fue el rastro de sangre que dejó al pisar el vidrio. Y el agua volcada. Y los cristales rotos. Debía limpiar todo eso.
"¿¡Que este día no se termina más!?" Protestó en su mente Akane y silenciosamente alzó los puños en protesta al cielo.
Un rato después, con el piso limpio de vidrio y agua, se dispuso a limpiar la sangre. Entonces aprovechó para seguir la huella que la llevaría al chico.
"¿Y si es un Cazador de alto rango? ¡Ay me van a regañar si le le grité a un Cazador!" Pensó entonces Akane, y se sintió mortificada. "Pero él fue muy grosero, Cazador o no, no debería tratar así a la gente, menos a los Kakushi que trabajamos para ellos." Y con eso justificó su próximo pensamiento: "Cuando lo encuentre, le arranco los ojos." sonrió.
Siguió el camino de huellas de sangre un poco más y luego recapacitó. "Quizá eso es un poco...extremo. Y contradictorio, se supone que no debería hacer eso. Bueno, con que se disculpe será suficiente".
Cuando llegó a la puerta donde terminaba el rastro, puso su mano en la perilla, pero se debatió si abrirla o no.
"¿Y si está desnudo?" Pensó, horrorizada." Bueno francamente no le vendría mal pasar un poco de vergüenza" se dijo, encogiéndose de hombros.
Contó hasta tres y abrió rápidamente, decidida a sorprenderlo..pero lo único que encontró fue un cuarto vacío.
Una ventana abierta y las cortinas lentamente mecidas por la brisa de la noche. Se asomó por la ventana y no vio nada. Bufó, frustrada.
"¿Donde mierda te metiste?" pensó. Pero a decir verdad no era su problema. Esto no era un hospital oficial ni se retenía a los heridos o enfermos contra su voluntad. Si el Señor Mal Genio quería irse antes de finalizar su tratamiento era libre de hacerlo. No es que a ella le importara mucho.
Así que cerró el cuarto, guardó las cosas de limpieza y se fue a su habitación a dormir.
Por fin.
Un aroma delicioso le cosquilleó la nariz. Y en respuesta, su estómago rugió y se contorsiono. Akane se giró en la cama. Ese aroma divino era Aoi cocinando el desayuno. Akane olió Tamagoyaki y arroz.
-Ooouuuugggh.- Gimió. Se cubrió el rostro con la sábana. Y susurró -¿Ya es de día? ¿En serio?-
Había dormido tarde. Y realmente mal. Estaba exhausta pero le costó mucho dormir y cuando lo logró, tuvo pesadillas.
Motivada por el hambre, se puso de pie y abrió las cortinas de su habitación.
Un día precioso afuera. Un sol radiante y hermosas y esponjosas nubes blancas en el cielo. Parecía un paisaje de ensueño.
Pero Akane estaba de un pésimo humor.
Se vistió, con un yukata celeste, obi a tono y se calzó los tabi*. En su habitación tenía un pequeño baño para el aseo primario y ahí se higienizó, se peinó y colocó en el cabello el prendedor de mariposa color verde que Shinobu le había regalado al llegar a la Finca. Uno muy similar al que llevaban ella, Kanao y Aoi. Lo posicionó sostenido un mechón de pelo corto a la derecha de su cabeza.
Abrió la puerta y salió, disparada a la cocina.
-¡Oh cielos...!- exclamó Aoi cuando se giró a darle los buenos días.
-Asi de mal me veo eh...- Akane alzó una ceja al tiempo que se sentaba a la mesa. Estaban solas, Shinobu seguramente seguía durmiendo, las niñas estaban haciendo los quehaceres diarios y Kanao quizá estaba entrenando. O no. Apreciaba a Kanao pero era un total misterio para ella.
-¿Que te pasó?-Aoi rió suavemente. Le sirvió una porción de la tortilla que estaba haciendo, arroz y un poco de té.- Te ves como si no hubieses pegado un ojo.-
Akane le contó lo que sucedió la noche anterior, lo que realmente la puso de mal humor, el incidente con el chico.
-Ya veo...-Dijo Aoi, mientras se sentaba a desayunar con ella.- Si, lo he visto aquí. No sé su nombre, solo sé que tiene el mismo apellido que el Pilar del Viento. Seguramente sean parientes.-
Akane no supo si reír o llorar. Tragó apresuradamente el arroz que tenía en la boca.
-¿Shinazugawa? ¿Tenemos dos Shinazugawa en el Cuerpo de Cazadores?- dijo, algo aturdida.
El Pilar del Viento no era el favorito de Akane. Estuvo en la Finca pocas veces porque, aunque tenga el cuerpo cubierto con cicatrices, la mayoría se las cosió él. A menos que sea una herida profunda y potencialmente mortal, el tipo se las arreglaba sólo, a pesar de la insistencia de Shinobu. Pero si trató con el varias veces en la Sede. Y siempre fue un insolente, arrogante y mal humorado.
Incluso Oyakata tuvo que recordarle a él varias veces que no debía maltratar al personal, especialmente a los más jóvenes.
Los Pilares eran especiales. Eran lo más alto de lo alto después de Kagaya Ubuyashiki en la Organización, merecían reconocimiento, respeto y admiración. Pero no dejaban de ser personas de carne y hueso con diferentes historias, y en su mayoría , tristes. Sin embargo, eran bastante agradables salvo alguna que otra excepción.
-Bueno pero si es como su hermano lo verás poco por aquí.- dijo Aoi.- No sé si te sirve de consuelo.-
-Si, como sea, anoche me desvelé por su culpa.- protestó Akane.- Dejan entrar a cada uno...-
Luego del desayuno decidió dormir un poco más e ir al pueblo. Para cuando volvió, ya caía el sol, así que debió apurarse, porque no se le permitía estar fuera de la Finca sola cuando anochecía. Así que para cuando él último rayo de sol dejó está tierra, ella ya se estaba descalzando en el recibidor.
Cenó junto con Shinobu, Aoi y las niñas, y luego se retiró a su habitación.
Allí preparó su uniforme para la jornada siguiente.
Dos días después de ese incidente, tuvo la posibilidad de aprenderse el nombre del 'otro Shinazugawa', aunque no de la mejor manera.
Esa tarde, ella estaba sentada en la puerta de la Finca. Akane solía alimentar a unos perros que rondaban el camino, y en ese momento estaba de cuclillas haciendo justamente eso cuando él le puso un pie en la espalda, la empujó y le dijo que 'nadie le cortaba el paso a Genya Shinazugawa'.
Ese día habían discutido horriblemente. Hubo insultos y gritos, tanto que Aoi y Kanao tuvieron que llevársela de ahí.
Más tarde, cuando Shinobu llegó, Akane estaba parada en la puerta de su oficina. Antes de que pudiera abrir la puerta, Akane le estaba contando toda la secuencia de lo sucedido.
-¡Usted sabe que no me opongo a la atención de nadie pero este sujeto es insufrible!- dijo la Kakushi, un poco más alto de lo que estaba acostumbrada a hablar.
- Entiendo que no es...lo que se dice amigable.- Le dijo Shinobu, visiblemente apenada, tomó asiento, invitó a Akane a hacer lo mismo y ordenó - Quítate ese casco.-
- Es un irrespetuoso. No quiero tener nada que ver con él.- sentenció Akane, y obedeció la orden.- Me niego a atenderlo de ahora en más. ¡Por mí puede llegar sosteniendose las tripas y no me va a importar!-
La ira hervía en sus ojos, Shinobu la escuchaba atentamente, e identificó ese sentimiento tan desagradable con mucha facilidad.
El Pilar del Insecto sentía especial afecto por Akane, Kanao y Aoi. Eran sus niñas, más allá de que no se lleven mucha diferencia de edad, Shinobu las estaba forjando. Y a diferencia de Kanao, que era su tsuguko, Akane era su mano derecha en la Finca cuando se trataba de temas médicos y organización. Había ocupado ese puesto casi a la fuerza cuando Kanae había muerto y Shinobu tuvo que hacerse cargo de todo.
- Akane...- empezó a decir pero Akane la interrumpió.
-Señorita Kocho, nunca me quejé de mi trabajo porque lo amo.-
- Deja de tratarme con tanta formalidad, estamos solas aquí, llámame por mí nombre.- pidió Shinobu, haciendo un ademán con la mano.
- Lo siento...estoy acostumbrada, eres un Pilar y...en fin.- Suspiró Akane.- No quiero atenderlo si viene por aquí, Shinobu.-
- Akane... Entiendo tu punto, pero como médica aquí vas a tener que lidiar con mucha gente y muchas situaciones así, y creo que no tengo que decirtelo.-
- He atendido mil cazadores en mucho tiempo y ninguno es tan grosero como los Shinazugawa, y tú lo sabes bien.- la interrumpió y agregó.- Nunca le falté el respeto a nadie aquí pero no voy a arriesgarme a que Oyakata me regañe por un niño caprichoso y maleducado.-
- Tiene tu edad.-
Akane quedó en blanco. ¿Tan diferentes podían ser?
-Pues no me interesa. Más a mí favor, Cazador o no, no voy a dejar que me insulte o me ponga una mano encima.-
Shinobu suspiró. Se acomodó en su asiento y pensó un momento.
- Está bien, hagamos algo...cuando él esté por aquí, simplemente te cambiaré de tarea o tomaré yo tu ronda. Haré lo posible para que no se encuentren. Pero esto no será para siempre. Intentaré hablar con Oyakata, quizá el pueda tener una palabra con Genya y...cambie un poco su forma de ser.- propuso la joven Pilar.
Akane asintió y fue cómo si le quitaran una pesada mochila. Ahora podría trabajar sin problemas de aquí en más, porque adoraba su trabajo realmente. Pero nadie iba a maltratarla solo por no blandir una katana en el campo de batalla.
Se puso de pie y le hizo una profunda reverencia a Shinobu.
- Muchísimas gracias...hermana...-
- No te preocupes.Ve a descansar. Nos vemos en la cena.-
Akane salió de la oficina. Y Shinobu suspiró larga y tendidamente. Se masajeó las sienes suavemente y pensó en hablar con Sanemi al respecto...luego recordó que quizá no sería lo más conveniente. Para Genya, sobre todo. Era joven, y claramente tenía el temperamento de su hermano mayor. Tampoco quería recurrír a Oyakata, no hasta que la situación sea insostenible.
Así que decidió hablar con Genya ella misma.
Pequeño Glosario
Tabi: Calcetines tradicionales japoneses que utilizan indistintamente hombres y mujeres. Generalmente son blancos, los hombres pueden usarlos en azul o negro.
