Era un día soleado ligeramente nublado en la ciudad de Pittsburgh, Pennsylvania. De los cinco amigos conocidos, solo nuestro alce naranja, Tyrone, quedaba en el barrio. Él se hacía el fuerte y el frío, pero en realidad era muy sensible y le costaba irse de su casa, pero finalmente había decidido independizarse. Fue una increíble experiencia la que lo llevó a ser más sensible. En su adolescencia, se enamoró de su amiga Uniqua, la quería muchísimo, pero cuando se dio cuenta de que ella en realidad estaba enamorada de Austin, se sintió algo mal y se lo comentó a su mejor amigo, Pablo. Tyrone logró superarlo luego de un tiempo, y sólo sentía más que amistad hacia ella. Quién diría que ahora Uniqua y Austin, con 25 años, ya estaban casados. Pablo estaba enamorado de una linda quetzal rosa, llamada María Fernanda, de raíces mexicanas, así como Pablo tiene raíces españolas. María Fernanda estuvo de novia con un cóndor naranja colombiano llamado Agustín, pero rompieron al Agustín enamorarse de una golondrina negra canadiense llamada Amanda. Tasha, por su parte, quería estar soltera por lo menos hasta los treinta años, así que no tenía intereses amorosos aún. Tyrone tampoco pensaba tener novia aún, lo único que le importaba en ese momento era independizarse. Sus padres estaban muy orgullosos de él y lo apoyaban en todo.

En cuanto hubo empacado la última caja, Tyrone bajó las escaleras desde su habitación hasta el comedor, dónde vió cinco platos encima de la mesa. Dos ya estaban vacíos, eran de sus hermanos Kathy y Thomas, y los otros tres estaban llenos, eran de él y sus padres.

—¿Mamá?— preguntó Tyrone en cuanto se dirigió a uno de los platos de ensalada de frutas. —¡Tyrone! ¡Estamos en la sala! ¡Ya llegó Ronald!— gritó su madre a Tyrone dándole un susto de muerte. —¡¿Qué?! ¡Pero le dije que a las once y cuarto y apenas son las diez y veinticinco!— le dijo Tyrone a su madre, algo perturbado, inmediatamente miró su celular y revisó su chat en WhatsApp con Ronald de hace dos días. El mensaje de respuesta de la pregunta de Ronald, o sea, a qué hora estaría listo, decía "A las 10:15". *Seguro me equivoqué y no me di cuenta* pensó el joven alce mientras se llevaba a su boca una cucharada de la ensalada preparada por su madre. Ronald, un venado celeste, hacía ya desde hace bastante tiempo, desde la escuela, conoce a los padres de Tyrone, así que con el tiempo se volvió padrino de Tyrone, cuando nació, y lo mismo con Kathy y Thomas, cuando nacieron en el año 2018.

Tyrone se comió su ensalada en sesenta segundos, casi ahogándose en el intento, fue a ver a Ronald, lo saludó y entre los dos bajaron las 5 cajas de su habitación. Dos de ellas eran de las cosas del trabajo de Tyrone y la universidad. Las otras tres eran recuerdos de su infancia, cosas de valor que el coleccionaba y ropa. Los únicos muebles que tuvieron que bajar fueron la cama de Tyrone, el escritorio y el armario del cuarto, todos de madera pintada de naranja.

Tyrone estaba tan estresado de mudarse pronto y de atender a Ronald, que olvidó la promesa que le hizo a sus hermanos: despedirse antes de irse. Ellos estaban jugando con Ramona, Uganda, Pedro, Amanda y Víctor, algunos de los hermanos de los viejos amigos de Tyrone. Estaban tan concentrados que sólo Kathy se acordó de su promesa al oír la bocina del camión. Pero, tristemente, cuando volvieron a entrar a su casa y fueron al patio frontal de esta para ver a Ronald y despedirse de Tyrone, no estaba el camión. Miraron por la carretera y ya se había ido. Ellos corrieron por la calle para alcanzarlos y gritaban: "¡Tyrone! ¡Tyrone! ¡TYRONE!", pero cuando Tyrone miró por la ventana de la cabina y se acordó de sus hermanos, ya estaba en plena calle principal y no se pudieron despedir. Kathy cayó al suelo y se raspó un poco el codo, y Thomas se devolvió para ayudarla a pararse.

Volvieron a casa llorando, muy muy tristes de no haberse podido despedir, mientras a Tyrone le pasaba otro tanto. Sólo decía "Lo… Lo… Lo siento… Lo lamento mucho chicos" mientras las lágrimas le corrían por las mejillas.