Advertencias: Este fanfiction irrespeta (un poco, tampoco mucho) varios simbolismos de la religión católica. Si es un tema delicado en cualquier nivel para ti, es mejor dejar pasar esta lectura.
También se utiliza el Padre Nuestro en latín y una oración que se cree no debe ser utilizada o leída en voz alta (la de la medalla de San Benito) por que atrae cosas. Si ustedes son creyentes de esto o personas muy sensibles a atraer energías (like me), imaginen que la parte escrita en latín es la canción de Hellfire del Jorobado de Notredame.
De ahí, todo sigue siendo bastante ñoño.
Enjoy it!
Y líbranos de la tentación
An ArsenalHood fanfiction
Todo aquel quien busca al Señor y su grandísima misericordia, será recompensado con su presencia y amor.
No hay nadie quien busque de su perdón que no fuera auxiliado y reconfortado con solo su palabra.
Eran las palabras con las cuales el Padre Jason Todd solía recibir a todas esas voluntades errantes buscando la salvación de su alma y también de su cuerpo.
Y esa, como muchas más, había sido la historia de Roy Harper, el actual ayudante de la parroquia liderada por el Padre Todd.
Se sabía sobre sus actos cometidos durante tanto tiempo, se sabía incluso sí él aun no lo confesaba. Y todo se remontaba desde su tierna adolescencia, un largo período que incluso parecía una eternidad; le había hecho daño a su cuerpo, a su mente y por supuesto a su espíritu. Y ahora más cerca de los 30 años había tomado la decisión de encomendar todas sus decisiones a un ser superior, dejar que él decidiera el rumbo de sus disposiciones y como debía actuar.
Confiar en un ser supremo para tomar de nuevo las riendas de su vida y así, enseñarse andar por el camino del bien, lo correcto.
Y Jason lo sabía.
Jason sabía demasiadas cosas sobre Harper, a excepción de una.
Entre sus conocimientos sobre él se encontraba su presunta inocencia, no había sido una persona mala, jamás hizo daño a terceros de forma directa o a propósito y se arrepentía por todas esas cosas que pudiera haber hecho en contra de los demás sin ser consiente de estas. Era un alma buena, bastante.
Y ahora estaba dedicado a su trabajo, a la caridad y a realizar sus penitencias para salvar su corazón espiritual.
Sin embargo, incluso detrás de las buenas acciones llevadas por ese tipo, Todd juraba que existía algo más, algo que aun no podía ver o entender, pero ahí estaba, orbitando alrededor de Harper.
Si, Jason se había dado cuenta sobre ese "algo" desde la llegada de Roy a la parroquia, estaba seguro de la existencia de más historia en ese pequeño recuento de datos, más allá de la persona que era, de ese simpático pelirrojo de camisas a cuadros sin mangas y gorras de baseball quien se presentaba todas las tardes para asear el templo. Más allá de ese hombre quien con ímpetu hacia sus labores y auxiliaba en más, como agradecimiento por darle una morada bajo el manto sagrado de un dios benevolente.
Pero no lograba verlo todo, pues era más como una sensación, una corazonada despertando cuando apartaba la mirada de ese atractivo rostro y veía algo más. Algo sin explicación aun y por su formación tal vez solo lo tachaba como un prejuicio.
Mismo prejuicio el cual jamás había sentido por ninguna otra persona en su misma situación e incluso, en peores.
Con todo eso, el Padre Todd continuaba firme ante su búsqueda de ese "algo", al cual sus pensamientos tranquilizadores y bondadosos le decían que debía dejar en paz, pero su estado de alerta simplemente seguía activado.
Pues aún había muchas cosas en las cuales pensar relacionadas con ese pelirrojo de largos cabellos.
La llegada de Roy Harper a su pequeña iglesia remontaba dos meses atrás, una noche mientras llovía a cántaros la frágil figura de un muchacho se presentó, pidiendo por su auxilio desde el umbral de la iglesia.
Cuando puso un pie dentro todas las luces se habían apagado y lo único iluminando el sitio era la débil luz ambiental escabulléndose dentro gracias a los ventanales de la iglesia, además de la luz de los efímeros relámpagos proveyendo de claridad al lugar.
Y tal vez aquello solo había sido una coincidencia, una simple consecuencia de haber entrado el viento y extinguir la llama de todas las velas que iluminaban a los santos y al cristo crucificado encima del altar.
Sin embargo, algo en su corazón le instaba a tener dudas e indicaba que debía estar alerta ante cualquier cosa.
—¿Padre Todd? —sus pensamientos fueron rotos en el momento cuando la agradable y armónica voz del muchacho a quien mantenía en esos pensamientos le llamaba, desde el otro lado de la iglesia, mientras descendía de la escalera de madera de haber limpiado la figura de esa virgen la cual lloraba sus penas, su dolor, frente a su hijo, crucificado justo al otro lado de la iglesia. —No es necesario que me vigile todas las tardes, no es como si me fuera a tomar todo el vino de consagrar ¿sabe?
Habían sido las ligeras palabras saliendo de la boca de labios rosados del otro hombre, boca donde se había marcado una sonrisa suave, una donde mostraba confianza y había sido correspondida por el párroco aun desde el otro lado de la iglesia, sin apartar su mirada azul profundo del hombre menor frente de él.
Y siguiendo sus movimientos, como parecía acercarse a él con mayor rapidez y un movimiento grácil, como el de algún felino. Movimiento que por supuesto, jamás había visto en él ni en sus comportamientos.
—Eso lo sé muy bien, pero no puedo dejarte aquí solo —fue la contestación, seria pero gentil, abandonando el pecho del hombre a cargo, mientras dejaba los objetos los cuales él había estado limpiando fuera del sagrario sobre un espacio en el altar, sin separarse demasiado, un poco dentro de sus propios pensamientos —reglas de la iglesia.
Tan dentro de sus pensamientos que ignoró el momento cuando el tipo con quien había estado hablando de extremo a extremo del recinto ahora se encontraba tan cerca de él, incluso recargado sobre el altar a su lado, dando la espalda a la entrada y las filas de bancos, contemplando el enorme Cristo en su cruz y una pequeña sonrisa de burla se dibujaba en sus labios.
Como si él sólo se hubiera contado algún chiste.
—Padre Todd... —la voz tranquila del joven fue escuchada, mientras se acercaba más a él, no en un intento de estar lado a lado, no, en realidad el tipo había girado hacia uno de los flancos, cosa imitada por el párroco para quedar frente a frente mientras los pasos del pelirrojo se acercaban más a él y Todd parecía no poder moverse.
—Padre —se escuchó de cuenta nueva y el eco del templo solo parecía maximizar esa única palabra, palabra repitiéndose dos o tres veces, mientras el joven de quien provenía la voz se acercaba cada vez más, haciendo parecer al espacio personal tan solo era un mito y los únicos dos pasos dados por el cura habían sido para volver a girar y retroceder hasta quedar contra la mesa sagrada con el pelirrojo encima suyo, acorralándolo.
Y de la nada sentía como el cuerpo sobre de él, pegados pecho a pecho pesaba más y más, de tal forma sintiendo casi imposible escapar y era obligado a observar ese lindo rostro de su fiel creyente desde abajo, desde el frío mármol en el que era posado contra su voluntad, con ambas manos siendo sostenidas por las del otro sobre su cabeza, mismo quien hacía una presión importante sobre de él.
Tanta como para comprometer su respiración.
Y aún si este le soltaba había algo impidiéndole moverse.
Una fuerza inexplicable.
Se sentía experimentando una parálisis del sueño con la única diferencia que él estaba ahí totalmente despierto y consiente, con sus ojos atrapados en la única cosa visible e interesante; la muy sensual y atractiva sonrisa de Harper.
Misma sonrisa la cual se convertía, de un instante al otro, en una mueca terrorífica, casi demoniaca.
Y entonces lo entendió todo. Sus respuestas estaban ahí, ahora justamente sobre él; Roy Harper era, de cierto modo, el recipiente de algún demonio.
—Padre —una vez más su voz se escuchó, esta vez no como el suave sonido de siempre, ese sonido que parecía congraciar al religioso, no, ahora era una voz grave resonando por todas las paredes del lugar y helaba la sangre de quien pudiera escucharle y había terminado por extinguir toda luz en el sitio —es una pena... —sus palabras siguieron saliendo, en esa combinación de voces entre la que había escuchado por todos esos días y el rugido sobrenatural que lo mantenía preso de cintura hacia arriba.
Pudo notar como su antigua oveja descarriada sacaba una pequeña daga de brillantes tonos rojizos desde atrás de él y la acercaba lentamente, acariciando con la punta de esta sobre su rostro, bajando despacio, acariciando sobre el cuello con esta misma, hasta su pecho donde había parado, recargando aquella arma contra del sacerdote.
—Me habría podido divertir taaanto con usted —con un dejo oscilando entre la burla y un fingido tono de estar apenado, Roy levantaba la daga —pero su sangre derramada, será igual de gran placer.
Y sin mediar nada más, con el impulso tomado desde arriba y con mucha fuerza y odio, decidió estampar su arma contra el corazón del hombre de bien.
Pero no lo logró.
En un movimiento complejo, quizá parecido al de un ninja, Todd había pasado su pierna derecha por encima de los hombros contrarios, empujando con su cadera para quitarlo de encima de él y en ese mismo instante cambiar de posiciones, ahora con el demonio contra el altar, debajo de él.
—Pater noster, qui es in cælis: sanc ti ficétur nomen tuum —comenzó a orar desde arriba, mientras su mano derecha se presionaba sobre el blanquecino cuello de ese quien sólo servía como recipiente del verdadero enemigo, en un intento de mantenerlo sometido y confiaba en que la cosa del averno no hiciera ningún movimiento agresivo, para no matar al pobre cuerpo humano de intermediario.
Tal situación entendida por el demonio, quien únicamente se dedicaba a patalear y recrear el movimiento tan sublime para escapar, pero Todd estaba más alejado, justo entre las piernas del otro, tan pegado a su cuerpo, evitando la movilidad y haciendo a cualquier movimiento de escape ninja más difícil de llevar a cabo.
—advéniat regnum tuum; fiat volúntas tua, sicut ¡in cælo, et in terra! —continuó orando, cada vez más alto cuando el otro comenzaba a recitar sus propias palabras, tan alto como podía y como el aire aún lograba salir de los pulmones del pobre humano a la mitad de la batalla, mientras su mano libre iba hacia el arma del otro para retirarla en un simple movimiento, tomando ahora él el control.
Y el religioso sonrió cuando lo logró, mirando al de abajo con una sonrisa de satisfacción después de eso.
—¡Arrepiéntete ahora, engendro del infierno! —ordenó mientras jugaba con la daga con su otra mano, antes de usarla para cortar la ropa mortal y notar las marcas que el demonio había dejado en el cuerpo del otro. —¡Libera a este hombre!
Su mirada rápidamente se paseó sobre el cuerpo del joven Harper ahora poseído, notó como su cuerpo había sido marcado con el pentagrama de Baphomet, en gruesas líneas oscuras sobre todo su pecho y con esas argollas colgando de sus pezones en forma de pentagrama, dejando ver que se trataba de un esclavo de ese príncipe de las tinieblas,
Continuó observando, el traje de esclavo que lo mantenía siendo parte de aquella maldición, tan ceñido como la polipiel más corriente podía serlo, bajando cada vez más su mirada fría, inspeccionando todos y cada uno de los centímetros del cuerpo semidesnudo del pobre hombre; notando, escondido entre el más vulgar de todos los encajes de una diminuta tanga la última marca; la marca de un súcubo.
Corrupta, indicando que era un poseído por uno, más no uno de ellos.
—Vaya, vaya... Ahora tienes que tomar rehenes para tus objetivos de esta manera —mencionó en voz alta, mientras dibujaba con la punta del arma sobre aquel pequeño corazón marcado en el joven pelirrojo, con líneas toscas mostrando alas y cola de demonio, un corazón que se asemejaba al útero de una mujer a diferencia que este no tenía la divina función de uno verdadero.
En lo absoluto.
Aquella solo era una marca de sumisión, entre el esclavo y el ente quien le había tomado.
—Hasta acá apesta a la triste decadencia de los demonios —Todd volvió a mencionar, con burla, una burla nunca expresada por parte del joven cura, mientras lanzaba fuera de ellos la daga, acercándose más al rostro del otro, burlándose del enemigo y demostrándose como quien tenía el poder de esa situación.
—Cierra la boca, maldito bastardo —y, en un intento desesperado para dejarse ver como quien tenía la razón y el poderío de la situación, después de gruñir algunas de las maldiciones, el pelirrojo le escupió en la cara.
Jason se dio un momento para limpiar su rostro con la manga de su sotana, observando por dos segundos la mancha blancuzca dejada sobre ella y, como parte de la reacción, la misma mano fue a estamparse contra el rostro del pelirrojo, en un fuerte golpe al punto de dejar una marca y había hecho la nariz sangrar del cuerpo humano debajo de él.
—Baaah, eso no me hace daño a mi —en tono burlón el verdadero enemigo soltó, pasando su lengua sobre el hilito de sangre escurriendo desde de la nariz de su ocupación, para saborearla frente de los ojos del otro, de forma lenta, erótica.
Mordiendo sobre el más grueso de sus rosados labios y repetía tantas veces como el padre continuaba prestando atención.
Logrando en el moreno un titubeo, obligándolo a tragar pesado.
— et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris —volvió a rezar después de volver en sí, apretando nuevamente sobre el cuello del otro, repitiendo aquella oración un par de veces, cerrando los ojos para concentrarse en sus pensamientos, en aquellos votos que había hecho tiempo atrás y ahora estaban a prueba.
—Uh~ el padre olvida que aún sigue siendo humano —la voz, en tonos burlones, volvió a aparecer, aun cuando el cuello humano del recipiente era obstruido, sintiendo como las piernas de este dejaban de luchar, únicamente para enredarse alrededor de la cadera del otro y aprovechar la cercanía para hacer a ambos cuerpos chocar entre ellos.
Robando un jadeo por parte del hombre santo en ese lugar.
—et ne nos indúcas in ten ta tiónem; sed líbera nos a malo. et ne nos indúcas in ten ta tió... —su mano libre fue a parar hacia el mantel que cubría la mesa santa, sosteniéndose con fuerza, mientras se mantenía firme a su petición convertida en un rezo.
No caer en la tentación.
Tentación bastante más fuerte de lo pensado, sintiendo como la cadera del súcubo debajo de él se movía contra su entrepierna, robando más jadeos de parte de Todd.
Y eso solo hizo sonreír de cuenta nueva al demonio, quien aprovechando de la debilidad del cura mientras este peleaba contra sus deseos e instintos más mundanos, tuvo la oportunidad de cambiar una vez más las posiciones, ahora dejando a Todd una vez más contra la santa mesa y a él encima suyo.
Utilizó ambas manos para abrir la sotana del padre, la cual estorbaba entre los dos, sin tener ninguna consideración con los botones o la tela de la prenda, sus manos solo buscaban una cosa; la firme erección que había sentido contra su cuerpo proviniendo del religioso segundos atrás.
Bajó los pantalones e interiores del hombre santo, con su diestra tomó la ansiada erección; tan firme, gruesa y con esa punta rosada goteando aquel transparente liquido pasional, logrando en el demonio una sonrisa y el lamer sus labios luego de admirarla.
Y sin más, a ahorcadillas sobre el altar se acomodó, bajando lentamente sobre de ella, penetrándose.
Provocando en el religioso un largo jadeo escapando de su boca, aun intentando continuar con sus frases de redención, con aquellas oraciones donde buscaba temple en su alma para no dejar sucumbir debajo de los deseos carnales y pecaminosos de ese ente quien ahora tenía subiendo y bajando repetidamente sobre su miembro.
Una y otra vez.
—B-Bendito el señor —con un tono de burla combinándose perfectamente con los sonidos lascivos de lujuria y perversión saliendo de forma indiscriminada del pecho del pelirrojo, mientras sus caderas continuaban de arriba hacia abajo, llevando sus manos hacia el pecho vestido del otro, acariciando y arañando sobre de él —Q-que te dio ...
La voz entrecortada de quien usaba a Roy Harper como su marioneta seguía escuchándose sobre el eco de la parroquia, mientras este se doblaba ligeramente encima del cuerpo de Jason, acercándose para lamer sobre sus labios, sus mejillas y bajar sobre la poca piel que el cuello de su atuendo permitía ver.
—Semejante polla —los jadeos se volvían más altos, más demandantes mientras el súcubo marcaba el ritmo de sus caderas para subir y bajar, quedarse por un momento sobre sus piernas y volver a moverse, disfrutando de la sensación, habían hecho que el moreno simplemente se dejara llevar.
Jason había abierto los ojos para deleitarse con la masculina figura del otro sobre de él, esos músculos tensándose cuando sentía tocar las fibras de placer en él y sobre todo en los movimientos prohibidos, los cuales jamás habría tenido que presenciar y ahora, entendía cuan delicioso era el mundano deseo carnal y cuan peligroso parecía ser.
Y sus fuertes manos fueron a parar hacia las caderas del otro, sosteniendo de ellas para marcar un verdadero ritmo en el cual debería ir, deslizando su mano derecha hacia la marca de súcubo impresa sobre la piel del pelirrojo, acariciando ligeramente sobre de él, sintiendo desde ahí como su polla se abría paso entre sus órganos y la marca se calentaba.
Marcando ese ritmo donde los dos podrían disfrutar, incluso si eso le hacía perder su alma y su verdadero camino. Cayendo en la tentación, tentación que tanto había implorado para mantenerse fuera de ella.
Pero el interior apretado y cálido rodeando su miembro le hacía perderse en el goce.
Y alejarse de su verdadero camino.
Verdadero camino que regresó a sus pensamientos después de un momento, mientras se perdía en el agitado chico sobre de si, haciendo esos impuros actos frente al cristo crucificado detrás de él y lo entendió todo... solo estaba siendo manipulado por un demonio.
Y no lo dejaría vencer.
Al menos el súcubo parecía perder algo de fuerza cuando tomaba lo deseado, por lo cual no le fue difícil volver a rodar con él, dejando al infernalmente sexy hombre sobre del altar.
Notando como su cabello rojo, tan rojo como el mismo infierno al cual era llevado, contrastaba con la pureza de aquel blanco de la mesa y parecía esparcirse, como sangre liquida cayendo lentamente.
El moreno tomó las piernas del otro para ponerlas sobre sus hombros, raptando el control del instante, comenzando a moverse en firmes estocadas; estocadas para mantener al demonio bajo control.
Su diestra volvió al cuello del otro, sujetándolo de ahí para tenerlo completamente controlado, mientras sus caderas continuaban el ritmo febril, incesante, escuchando como los gemidos y jadeos del ente debajo de él se alzaban por todo el templo.
Y una sonrisa de medio lado decoró los labios del más alto, de ese hombre quien tenía inmovilizado al otro, deleitándose con el ente debajo de él retorciéndose en placer, como los gemidos escapaban de él y su cuerpo rebotaba ante el goce.
Placer que hizo gemir también a Todd, quien volvió a oprimir con un poco más de fuerza el cuello ajeno, para hacerlo callar.
—Vaya, ¿Así de ruidosos son los engendros como tú? —gruñó haciendo un esfuerzo sobrehumano para mantenerse sereno y no caer encima de él como un animal salvaje.
Para cogerlo con fuerza, con ese deseo recién despierto en sí y entendía que debía sellarlo en sí mismo de nuevo.
Todd se acercó a besar sobre los labios del tipo, mientras susurraba varias veces alguna parte de aquella oración que había empezado a decir, mientras seguía moviéndose contra de él, arrancando los gruñidos dolorosos y llenos de placer, provocados por Todd.
—Je, que sencillo es controlarte —gruñó mientras se separaba del demonio, lo suficiente para mirarlo desde arriba, estirándose hacia los objetos que había sacado del santuario, tomando una pequeña botella de hermoso tallado en cristal, quitando la tapa con los dientes para escupirla lejos, haciéndola rebotar y se rompiera en pequeños pedazos sobre el piso, tomando un largo trago de esta.
Usando su mano aún sujetándolo del cuello para subirla, usando sus dedos y obligándolo a abrir la boca haciendo presión con los dígitos, volviendo hasta él, tan cerca como si hubiera deseado besar sus labios de nuevo, sin embargo, ahora solo escupía el agua bendita dentro de su boca.
Escuchando como el súcubo se ahogaba con ello.
—Crux Sancti Patris Benedicti, Crux Sacra Sit Míhi Lux —una vez más comenzó a rezar, volviendo a sostenerlo del cuello, no pretendía permitirle moverse más de lo que él estaba por consentir.
Estirándose de nuevo para tomar un crucifijo, bañándolo con el agua bendita sobrante del pequeño recipiente a la par de retirarse lentamente de las cálidas y muy cómodas entrañas del sensual demonio, respirando un poco agitado, sin dejar de repetir las palabras de su ultima oración, una y otra vez.
Llevó el crucifijo hacia el pecho decorado por pentagrama, colocando la pieza santa sobre de él, provocando un desgarrador grito, entre el dolor y el enojo, mientras las palabras no dejaban de repetirse, una tras otra, correctamente habladas en ese latín perfecto, mientras la cruz bajaba lentamente sobre su cuerpo.
Sobre las partes mancilladas por el demonio quien tenía a Roy Harper actuando así. Bajándolo incluso más allá de la marca de sumisión, delineando la cruz muy cerca a su ya mancillada entrada.
Y sin demasiado cuidado, comenzó a penetrarlo con aquella figura sacra, con la base de la cruz redondeada entrando de primero, viendo como el cuerpo del otro se removía debajo, soltando gruñidos y jadeos de placer al mismo tiempo.
—Non Dráco Sit Míhi Dux —rezó, mientras metía la pequeña figura de un cristo hasta la cintura en aquel corrupto agujero.
—Váde Rétro Sátana! —habló con fuerza, era una orden, mientras metía con más fuerza hasta la parte donde ambas piezas se cruzaban.
Notando al cuerpo de Harper moverse violentamente, entre el placer carnal al sentir aquello y en dolor de sus entrañas al tener que luchar contra el demonio poseyendo su cuerpo y ahora deseando salir de él.
—Númquam Suáde Míbi Vana —soltó con la misma fuerza y solemnidad de antes, moviendo el crucifijo lentamente de adentro hacia afuera, repetidas veces, deleitándose por como el cuerpo ajeno se retorcía, entre el goce y el malestar.
Jason regresó hasta él, soltando su cuello para acariciar su rostro con suavidad, con un toque tranquilo donde deseaba mostrarle misericordia, repitiendo en voz baja que debía soportar, que estaba a punto de liberarlo y todo eso pasaría.
Un tierno beso se posó sobre los labios de Roy, delicado, amoroso. La mano del cura continuaba metiendo y retrayendo el objeto dentro de él.
—Sunt Mála Quaë Lébas —soltó, parando por un momento para dedicarse a reconfortar a la pobre víctima de todo ese instante, acariciando con suavidad sobre su rostro, dibujando cruces con el agua bendita que en sus manos aún escurría, sobre su frente, en sus labios y sobre su pecho, arrancando más quejidos de odio, incomodidad.
Se volvió a acomodar como antes entre sus piernas, enjuagando su pene con el agua bendita reservada, antes de volver a penetrarlo.
—Ipse Venena Bibas! —gruño al final, luego de enterrarse dentro del otro, jadeando y gimiendo, rasgando sobre el altar para sostenerse. Antes de comenzar a moverse.
Repitió la oración una vez más, pausando únicamente para regalar besos sobre el rostro del otro, bajar sobre su cuello y su piel del pecho, sintiendo como los brazos gentiles del chico que recordaba lo sostenía, abrazándolo contra de él, mientras gemía en voz alta.
Sumiso, sin más maldad en él.
—¡Oh cielos! —la voz amable de Harper regresó, aun cuando su sonido era solo provocado por el placer — ¡S-sálveme! ¡Se lo suplico, Padre!
—¡Así sea, hijo mío! —respondió con la misma fortaleza, mientras besaba sobre el cuello del otro y sus caderas continuaban moviéndose en ese ritmo rudo, con el cual había comenzado. —¡E-expulsaré al demonio en ti! ¡Mi polla salvará tu alma! —murmurando. Mientras volvía a descender sobre el cuerpo del otro, acercando su rostro para rozar los labios del joven contra los propios.
"¡¿Quién está ahí adentro?!" —con tres golpes secos sobre la enorme puerta de entrada y un tono de voz bastante molesto alguien llamaba la atención del par de amantes retozando sobre el altar— "¡Abran la puerta! ¡Llamaré a la policía!"
Jason levantó el rostro mucho antes de pegar sus labios con los de su pareja, mirando fijamente a la puerta que, por lo menos, Roy había atrancado correctamente antes de empezar su escenita.
Eso sí, los gritos de la persona quién seguía insistiendo que lo dejaran entrar, había roto cualquier fantasía antes construida.
—Mieeerda... —Roy dobló la cabeza hacia atrás en un muy incómodo ángulo para poder ver hacia la puerta, chasqueando con la lengua.
—¿No dijiste que iba a estar vacía la iglesia? —Jason dejó de mirar hacia el infinito, volviendo hacia el frente para encarar a su dulce pareja, quien había llevado los brazos para abrazarlo mientras seguían sopesando lo sucedido.
—¡El velador me dijo que si! —el pelirrojo rápidamente contestó, sintiendo como Todd se alejaba de él, poniendo sus brazos sobre la mesa, sin pretender aún salirse de él, únicamente gruñendo por haber sido interrumpido en la mejor parte.
—¿Dónde conociste a ese velador?
—En el grupo de AA.
—Pues ahora queda claro que los borrachos no siempre dicen toda la verdad —soltó con hastío, antes de salirse de su amada pareja para comenzar a vestirse, mientras escuchaba el golpeteo de la otra persona detrás de la puerta, insistente en lo mismo y Todd en verdad estaba harto de las amenazas.
Levantó de atrás la sotana, hurtada de la misma iglesia, por cierto, para sacar una de sus pistolas y disparar varias veces hacia la pesada puerta, dejando unos cuantos agujeros de bala en ella, asustando a esa molesta persona, quien sin pensarlo mucho gritó pidiendo auxilio, alejándose del lugar.
Harper solo mordió sus labios después de verlo actuar de esa manera, mientras se bajaba lentamente del altar.
—Oye~ —preguntó en un tono coqueto, mientras se acerca a él para acariciar sobre su pecho —Hay una figura de San Antonio por allá atrás y quizá lo necesites para exorcizarme mejor~
Jason miró extrañado la idea que su pareja estaba poniendo de nuevo entre los dos, empujando un poquito la cabeza de este con la palma de su mano sobre la frente.
—Aléjate de mí, pecador y date prisa, debemos huir de aquí.
—Buuu, que aburrido —el pelirrojo soltó una risita cuando escuchó eso, mirando como su esposo se acomodaba la ropa aun cuando faltaran algunos botones sobre la misma y continuaba disparando a todos lados, derribando velas, partiendo cabezas de estatuas de angelitos que no la debían o temían, pero habían sido testigos de todo.
Destruyendo todo a su alrededor, para hacer la escena del crimen perfecto de un robo y no lo que fuera que habían hecho ahí dentro.
Roy se tardó unos cuantos minutos más, mientras sacaba todo artefacto religioso incrustado en sí mismo y buscaba la ropa para vestirse. Encontrando como, tanto la camisa y los pantalones habían sido cortados a la mitad, totalmente inutilizables de cuenta nueva.
Sólo soltó un suspiro, agachándose para tomar su carcaj y arco, comenzando a disparar sus amadas flechas que explotaban apenas golpeaban contra cosas, rompiendo vidrios, madera de los estantes y algunas figuras no alcanzadas antes por las balas de Todd.
Jason se movió hacia atrás para salir por la ventana, mientras continuaba disparando, rompiendo con su cuerpo el ventanal preciosamente armado en la escena de la virgen María abrazando a su hijo al ser bajado de la cruz.
Harper cambió de tipo de flecha a una para incendiar apenas tocara algo, por lo cual empezó a disparar hacia las telas decorativas, los manteles y diversos atuendos de las figuras religiosas; pero antes de saltar a la par del otro, se dio un momento para mirando como todo se consumía en llamas.
Corrió de último momento hacia el altar para tomar el crucifijo que había estado en su sesión de amor. Luego de tenerlo, ahora sí, saltó hacia atrás.
—Bye-bye! —se despidió después de lanzar la última flecha hacia la madera de la cruz, viendo como la figura de ese mismo material se prendía en fuego mientras él descendía poéticamente.
Cuando cayó, Jason lo recibió en la moto donde habían viajado, mientras Roy se acomodaba sobre el tanque de gasolina, sin importarle demasiado si este estuviera lo suficientemente caliente para lastimar en su piel desnuda.
Huyendo de la escena del crimen.
𝔜 𝔩𝔦𝔟𝔯𝔞𝔫𝔬𝔰 𝔡𝔢 𝔩𝔞 𝔱𝔢𝔫𝔱𝔞𝔠𝔦𝔬𝔫
—Oye, Jaybird —sentado en una de las camas de esa habitación de motel barato, vestido con una camiseta de pijama que había pertenecido a Jason y con el cabello secándose al natural, Roy mantenía la vista en su teléfono, mientras su zurda se mantenía sobre un sándwich; receta secreta del mismo motel.
Jason salió del cuarto de baño, con una toalla en la cabeza mientras se secaba el cabello, moviendo la cabeza para indicarle al más bajo que siguiera hablando.
—¿Ya leíste las noticias?
—Claro, la regadera tiene acceso a Wifi y pude ver incluso un partido de los Nets —Jason soltó con sarcasmo mientras rodaba los ojos y se acercaba hasta la otra cama desocupada para seguir secando su cabello.
—Eso lo voy a tomar como un no, pero no era necesario el sarcasmo ¿ok? —Roy mordió su emparedado —Escucha atentamente; "Padre de la iglesia del Santísimo Calvario de Jesús escapa de un incendio provocado por razones desconocidas dentro del recinto, fue visto escapando junto a una prostituta trasvesti en una Kawazaki Ninja ZX4RR KRT color verde"... —volvió a morder su sándwich, sonriendo suavemente— ¡¿Cómo que prostituta trasvesti?! ¡Con solo decir que era una prostituta era más que suficiente!
Todd soltó una risita, mientras se cambiaba de lugar para ir hasta donde su amado estaba, gateando sobre la cama, quitando de entre ellos la comida y el teléfono, yendo directamente hacía la camisa del otro.
—Entonces... ¿Las perforaciones y el tatuaje se van a quedar para siempre? —mientras acariciaba sobre la piel del otro, con cuidado.
—Que chismoso, doctor —el pelirrojo soltó con una risita, deslizándose sobre la cama para quedar debajo del más alto, atrayéndolo para besar sus labios con suavidad.
—¿Sabes? Creo soy fan de verte montar —replicó después de soltar una risa profunda, quitándose de encima del chico para caer al otro lado de la cama, dispuesto a acomodarse en el colchón e invitar al pelirrojo sobre de él
Deteniéndose y levantándose rápidamente luego de sentir algo incomodo debajo de él.
—¡¿Qué mier- —Jason pasó su mano hacia atrás para encontrar el crucifijo conocido sobre el colchón, poniendo una cara entre el terror y la vergüenza — ¡¿Por qué tienes esta cosa?!
—¿No te lo dije?, me encariñé con él~ y si lo intentas, tal vez puedas sentir el gran amor del señor~
—Renuncio —Jason se levantó, dejando esa cruz en donde estaba, con un poquito de asco y miedo impreso en sus ojos al darse cuenta del verdadero demonio que tenía en su casa.
—Solo... Deberías
—No, no y no, eso nunca va a pasar, al menos no con esta cosa —Todd se apuró a interrumpir cualquier tren de pensamiento del más bajo. —¡¿Acaso nunca vamos a volver a hacer el dulce y tierno amor como la pareja de casados que somos?!
—El dulce y tierno amor, ¿eh? —una sonrisita divertida se colocó en sus labios —¿en qué libro de Jane Austen leíste eso?
—Renuncio de nuevo, no más sexo para ti —Jason solo se recostó en la otra cama, dándole la espalda al pelirrojo.
Misma persona quien fue hasta el otro lado, para abrazar de cucharita a su adorable "pajarito" mientras intentaba convencerlo de no hacer un berrinche.
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Es la primera vez que escribo las notas del inicio al pie del fanfic, pero supuse sería una buena idea.
El prompt de hoy fue Juegos de seducción (rolplay/disfraces) y pues salió esta cosa.
¿Me gustó? Si, sobre todo cuando empezaron a actuar como ellos asjffj.
Además, uno no puede juzgar los fetiches de las personas y estoy casi segura que a Roy le gustaría una cosa así (igual es canon la existencia de un padre Jason y MAYBE esa fue la verdadera razón del todo en este fanfic).
En fin, muchas gracias por leer, seguimos buscando el curso de redacción y de corrección de escritos.
Ciao, ciao!
