Basado en las temáticas e historias de Hayao Miyazaki.
A lo largo de la trama los personajes presentados no me pertenecen. Los personajes Sonic, Amy, Big, Charmy, pertenecen a SEGA. Kon pertence a Morohe Yoshida (Basado en el personaje del mismo nombre en Inari Kon Kon Iroha).
Kodama: Espiritus del Bosque. Para tener una imagen busquen Koroks deThe Legend of Zelda
La frescura del nuevo día que se avecina. Los primeros rayos del sol alumbran toda la montaña en sí. Una pequeña casa se ubica a sus orillas. Una eriza algo mayor sale y observa que el día ha empezado, sabiendo que tendrá quehaceres por cumplir.
-Baba?- se escuchó la voz de una chiquilla saliendo de la casa.
La eriza mayor miro hacia atrás. Una pequeña eriza, de tal vez 5 años se asoma restregando su mano en el ojo derecho, pues acaba de levantarse.
-Vamos Amy, hora de trabajar- dijo la eriza anciana.
La pequeña eriza salió de la casa y se unió a su abuela. La eriza mayor tomo un par de cubos unidos por un tronco de bambú. Ambas empezaron a caminar en torno al bosque. El follaje verde y mágico del esplendoroso bosque les daba la bienvenida. Los susurros de quienes vivían en él se escuchaban a penas, obligando a la pequeña a observar a su alrededor con mucha curiosidad.
-No te separes de mí- dijo la anciana
Ambas continuaron caminando hasta llegar a un pozo. La anciana procedió a tomar un cubo y sumergirlo en este. La pequeña se sentó en una roca cercana al pozo. Observando alrededor observo algo a lo lejos, una bestia peluda de color plata que parecía estar observando a su presa. Amy no se inmutó. Escucho el sonido de unas varas quebrándose. Busco rápidamente y no observo nada. Regreso su vista a la gran bestia plateada, pero ya no estaba. Las hojas de los árboles se mecían con la suave ventisca que pasaba a saludar.
La anciana estaba llenando el segundo cubo de agua. Escucho a su nieta reírse. Ella se volteo. Frente a ella se encontraba un Kodama haciendo una especie de baile que divertía a la pequeña. La anciana tomo una rama y golpeo al espíritu.
-Lárgate de aquí- dijo la anciana de manera amenazante. El pequeño espíritu desapareció del lugar.
-Baba! Porque hiciste eso- dijo la pequeña ante la actitud de su abuela.
-Hora de irnos de aquí- dijo la anciana tomando los cubos con el tronco de bambú y luego tomando la mano de su nieta.
Caminaron colina abajo. La pequeña no dijo nada, pues sabía que su abuela estaba de mal humor. Mientras caminaban escucharon unas varas rompiéndose. Ambas detuvieron su paso, posiblemente otro espíritu las estaba siguiendo. La anciana dejo salir un gruñido.
-Ho! Hola- Un gato color purpura con una rana en la cabeza les saludo –No quise asustarla lo siento-dijo poniendo sus manos en señal defensiva.
La anciana solo le observo con algo de desprecio. La pequeña le vio con curiosidad.
-Intenta seguir el sendero si no quieres matar del susto a alguien-dijo la anciana molesta
-Trataré de hacerlo y le diré a mi fiel amigo que lo haga también- dijo el gran gato señalando a su rana
Amy rio por lo bajo. El gato notó su presencia. –Espero no haberla asustado señorita- dijo dándole una cálida sonrisa. Amy movió la cabeza de un lado a otro.
-Usted es un espíritu?- preguntó la niña con curiosidad. Ante esto al gato cerró sus ojos y rio por lo bajo. Se agacho un poco para acercarse hasta Amy –Eres una niña muy curiosa y llena de bondad, no es así?- Amy movió la cabeza a un lado.
-Vivo cerca de aquí, solo tienes que seguir el otro sendero y verás la casa muy cerca-dijo el gato señalando la dirección en donde iniciaba el otro sendero. –Podemos tomar té el día que tú quieras- dijo el gato. La pequeña asintió.
-Bien entonces seguiré mi camino- dijo el gato levantando la mano.-Fue un gusto conocerlas- se unió de nuevo al sendero y empezó a caminar colina arriba.
-¿Puedo ir a visitarlo abuela? –dijo la pequeña con toda la inocencia del mundo
-Eso lo veremos después, debemos ir a casa-dijo la anciana siguiendo su curso colina abajo.
La noche llegó a la montaña devorando vorazmente los rayos de sol que la habían inundado durante el día. La pequeña casa al pie de la montaña estaba ahora iluminada con lámparas. El viento cálido de la mañana era más frío y distante, tal vez porque perdió la compañía del gran astro oro del cielo.
La eriza anciana preparaba la cena. La pequeña se encontraba en el pórtico, viendo como las campanas colgadas en el techo bailaban junto con la ventisca de la noche. Estaba cubierta de una manta pequeña. A lo lejos miro pequeñas llamas tenues de color azuloso que se posaban en la hierba sin quemarla.
-¡Amy, la cena!- llamó la anciana desde adentro. Las llamas tenues desaparecieron. Amy se dirigió a una pequeña mesa en el centro de la casa. La anciana sirvió dos platos de comida con un par de tazas de té.
Empezaron a comer juntas. De un momento a otro la pequeña no continúo comiendo.
-Amy, tienes que dejar ese plato vacío- dijo la anciana
-Baba…porque odias a los espíritus?- pregunto la eriza
La anciana dejó de comer. Coloco su plato en la mesa y observo a la eriza. Dejo salir un suspiró.
-Los espíritus engañan a los mortales, les divierte hacernos daño y apartarnos –dijo la anciana de manera seca y desganada.
-Pero el espíritu del bosque no me hizo daño-afirmó la pequeña
-Los espíritus solo nos hacen daño Amy…tu madre, ella no está aquí…por causa de ellos-dijo la anciana con la voz algo entrecortada –Por eso no debes acercárteles, solo querrán lo peor para ti-dijo ella levantándose de la mesa.
Una vez que las luces que iluminaban el interior de la casa se extinguieron, la eriza mayor se encontraba dormida, mientras que la pequeña se encontraba dando vueltas en la cama. Los espíritus no eran malos, ¿o sí? Ellos le hicieron daño a su madre ¿De qué manera? Aun así la curiosidad dentro de ella flotaba en su cabeza.
-Que son…ellos…?-dijo la pequeña quedándose dormida.
La colina poco a poco se ilumina con la llegada del nuevo día. La anciana despertó lentamente.
-Amy?- La anciana busco y no había nadie a su alrededor. –Amy!-llamo con autoridad en su tono de voz.
-Buenos Días!- dijo una eriza rosa mayor, cerca de 17 años. Traía un canasto lleno de vegetales.
-Quieres hacer que esta anciana se preocupe más por ti- dijo la anciana levantándose. Amy le sonrió.
-Vamos solo Salí por un momento, no pasó nada mas- dijo ella acercándose a la cocina sirviéndose algo de té. La anciana se sentó cerca del pequeño comedor que tenían. Amy acercó una taza cerca de la anciana.
-Cuantas arroz nos queda?- pregunto la anciana tomando su taza.
-No mucho- dijo la eriza rosa sentándose frente a la anciana.
-Supongo que tendré que ir al pueblo-dijo la anciana dando un sorbo.
La anciana salió cubriéndose con una manta azul oscuro. Ambas se encontraban en el pórtico. La mañana era fría a pesar de la presencia del sol en el gran cielo lleno de nubes.
-Volveré pronto…quédate en casa-dijo la Anciana empezando a caminar en dirección hacia el pueblo.
-Cuídate- dijo Amy despidiéndola desde el pórtico.
Justo cuando la anciana no estaba a la vista, una sonrisa se esbozó del rostro de la joven eriza. Corrió a casa y buscó un par de Dangos dentro de la cocina. Salió inmediatamente de casa adentrándose al bosque. Siguió un sendero hasta llegar a una vieja casa que tenía un pequeño arroyo cerca. Amy llego y se sentó en el pórtico.
-Hola! Veo que viniste temprano-
Amy se volteó. Tras ella se encontraba el gato con la rana con el que hace muchos años había entablado una amistad.
-Traje Dango! – dijo mientras sacaba uno de estos ofreciéndolo al gato. El lo tomó con delicadeza –Tu abuela está en el pueblo, no?-
-Sí, iría a comprar más arroz- dijo Amy partiendo un trozo de Dango, dándoselo a la rana. –Pronto te irás no es así?- preguntó ella de lo más natural
-Froggy y yo debemos viajar a un lugar lejano, tenemos cosas que vender, ya sabes-dijo sentándose en el pórtico
-Como quisiera conocer las cosas más allá como lo haces tú-dijo ella dándole una mordida al Dango que tenía en la mano.
El gato sonrió –Te espera una gran aventura Amy, solo ten paciencia- dio una mordida al Dango-Extrañare tu comida…-dijo el gato algo nostálgico
-Y cuando volverás?-pregunto ella curiosa mientras observaba su Dango.
-El bosque necesita prepararse para sus cambios, volveré una vez que todo suceda-dijo el mayor
-Cuando finalice la primavera?-preguntó Amy
El gato esbozó una sonrisa.-Estarás muy bien acompañada-
Amy observó hacia el pequeño riachuelo ubicado a cerca de la casa. Un par de kodamas estaban refrescándose.
-Mi abuela estará sobre mi todo el tiempo… tengo que cuidar de ella ya que ella ha cuidado de mi-dijo guardando el ultimo bocado de Dango.
-A ellos siempre les has agradado-dijo el gato viendo como su rana saltaba al estanque en donde el riachuelo desembocaba.
-Ella no los dejará de odiar-dijo Amy algo frustrada –Tú me has enseñado que los espíritus no tienen malas intenciones y ella siempre dice que solo buscan crear el mal a los mortales…-
-Nadie puede dominar tu juicio, tú debes hacer tus decisiones-
Amy miro hacia el riachuelo. Luego miro la palma de su mano en donde el último trozo de Dango reposaba; lo lanzo hacia el riachuelo, muy cerca de los kodama, quienes se acercaron y empezaron a comer de él.
-Te extrañaré Big-dijo ella levantándose –Eres un buen amigo, el único que he tenido-
Big sonrió.-Te aseguro que tendrás muchos más, aun eres joven y rebosante de alegría- Este se levantó dispuesto a entrar a la casa -Sabias que los lobos son criaturas honestas y benevolentes?- dicho esto el gato entro a la casa.
-Nunca entenderé sus acertijos-dijo Amy con una sonrisa.
