ERES
PARTE 3
Qué momento imborrable, que placer tan exquisito, dos corazones galopando, la respiración acelerada, la vista nublada por las lágrimas del deseo complacido, la piel de él unida a la de ella, dos almas se tocaban para viajar juntas al cielo….
André no se detenía en sus movimientos frenéticos detrás de Óscar, quería seguir así, invadiéndola a cada empuje, llegar hasta más allá, cada gemido más fuerte se convertía en gritos de agonía y placer… Óscar, recibía ese ir y venir de la masculinidad de su ex asistente, sintió que ya no importaba más quienes estaban abajo, que había ocurrido horas antes, quien podría escucharla… se entregó a la delicia de las embestidas ardientes de André y en un gesto involuntario sacó la lengua y se relamió los labios…
Los excitantes gemidos de la rubia llenaron toda la habitación, se mezclaron con los de él, en una canción al deseo consumado… su interior estaba tan sensible que se percató que aquel miembro masculino grueso y enorme, se había endureció más, entonces, aulló más fuerte….
Fue instinto, una reacción involuntaria, un llamado del interior, Óscar, despegó la cara de la sábana y apoyándose en sus manos y codos, levantó la cabeza, las rodillas separadas, los muslos tensos, se sostuvo en sus cuatro extremidades para moverse hacia adelante y atrás siguiendo el ritmo de André, buscaba sentir más de su órgano exuberante y vibrante …. Ahora sincronizados, ambos se movían, el colchón se hundía, las pieles chocaban, la cama saltó más alto…
Ya no pudo contenerse más, apretando los dientes, cerró los ojos con fuerza, lanzó otro grito más profundo y su esencia se disparó dentro de Óscar, quien no dejaba de moverse, tan rápido como él… A cada salida de su semen, André apretaba más los glúteos de la rubia, gritaba con más satisfacción. Se agachó un poco para cogerla por la cintura, e introducir su miembro en su totalidad, su cadera se pegó a la vulva de Óscar, y derramó lo último… Así, aún unidos se desplomaron sobre la cama jadeantes, felices, totalmente enamorados y sobretodo cansados… De a pocos la carne de André salió de su interior, la mujer totalmente satisfecha se dio la vuelta para besar a su hombre, lo vio sudoroso, agotado por esa ronda de placer, él abrió los ojos, la contempló hermosa, bella y áurea. Juntando sus labios secos de tanto gritar, se abrazaron, y en una última mirada antes de caer dormidos, se dijieron a la vez… Te amo….
Armand y los demás caminaban hacia otra posada para recoger a sus caballos, comentando lo ocurrido en la taberna.
Y pensar que la había lavado ayer- Exclamó Jean molesto, sacudiendo la peluca. -Todavía no sabemos quién querría tirarnos el techo encima-
¡Idiotas! Ese no era "alguien" ¿olvidan que el viejo Claude también alquila cuartos a parejitas calientes? Replicó Lasalle
¡Jajajajaja! Contestó Armand, - ¡Lo que se perdió la comandante! - Esperen, ¿No habrá sido André? él todavía está adentro…- Los tres se miraron… - Tal vez, está esperando a la comandante "entretenido" y por los sonidos, la habrá dejado como coladera-
Y si… ¿estaba con la comandante?, yo no la vi salir y ¿ustedes? - preguntó Jean
Tampoco- Respondieron sus dos compañeros al mismo tiempo
Se quedaron en silencio, imaginarlos a los dos en una situación similar era lo último que habrían hecho, Óscar se había ganado el respeto de todos y cada miembro de la compañía B y por su parte André era bastante estimado por ellos y viceversa.
Bueno sea como sea, no hemos visto nada. ¿de acuerdo? - preguntó Armand
¡De acuerdo! - contestaron juntos Lassalle y Jean
Al llegar a la posada del frente, notaron que los caballos estaban intranquilos, un borracho se había hundido en el bebedero…
¡Oiga! ¿está bien? – Lo levantaron con rapidez, un poco más de tiempo y se ahogaba
¡No!, me tuve que aventar a esta agua o sino me perdía con una de estas yeguas
¡Son machos! ¿no lo notó? - usted iba a terminar adolorido… ¡Jajajajaja! - Dijo Jean, señalando entre las ancas del animal. – Los ha asustado-
Denos una buena razón para no llevarlo, señor- replicó Lasalle. Soy Pierre Ferrec señores. Dicho esto, se sentó en la esquina del bebedero aún mojado, para relatar lo acontecido.
Bien, estaba sentado al fondo bebiendo una cervezas, mientras que, detrás de mí, un par de soldados dieron rienda suelta a sus bajas pasiones, uno estaba debajo de la mesa, vi sus botas que salían del mantel el otro no paraba de dar puñetazos a la pared y la mesa ….. Ya no me alcanzaba para una buena compañía. Tuve que bañarme para que se me pasara y ¡no se me pasa! – dicho esto Pierre Ferrec se levanta y muestra su pelvis, aún no bajaba su protuberancia.
Los tres soldados se taparon los ojos haciendo una mueca de asco, Armand hizo señas al borracho Ferrec para que se fuera y este sin más, se marchó.
Luego de este episodio se dirigieron en silencio a las barracas, en cada uno de ellos, había una ligera sospecha de quienes pudieron provocar lo ocurrido en la taberna, pero también sabían que lo mejor era no mencionarlo, ya que, a pesar de todo, no tenían la certeza.
Con el trasero malherido, Alain se incorporó con fuerza para sacarse ese "juguetito", su altura sorprendió a la meretriz, pero no se dejó intimidar, agarrando su vestido con rapidez, se dirigió corriendo hacia la puerta….
¿Adónde crees que vas? - Alain la cogió del brazo y la detuvo… -Ven acá, ¿porque lo hiciste? –
Tu ordenaste a todos irse, grandulón. Hoy no habrá ganancias, por tu culpa-
Ah, era eso. El techo se iba a caer, y mi culo no tenía que pagar por eso; preciosa.
No se iba a caer nada, sólo fue una parejita, ahora me voy gigantón, me gustó. Lo admito
¡Todavía no! ¡Te voy a mostrar que hay otra cosa más dura que se va a meter por tu trasero!
¡Claro que no! ¡quizás en tu próxima visita! - Con la maña aprendida por la experiencia de esa vida durísima, la voluptuosa meretriz se soltó de su agarre, y emprendió su salida de la habitación. Sin embargo, Alain no iba a dejar pasar la oportunidad de una "revancha" por ese acto contra su voluntad, qué a pesar de todo, le gustó…
¡Ven acá! Con la rapidez de una gacela, Alain llegó hasta la puerta y sin decir más la bloqueó, sonriendo tomó a la meretriz por la cintura y la llevó hasta la cama, echándola boca arriba, ambos estaban desnudos. –Ahora vas a saber lo que es bueno, ¡prepara esa linda colita! – Dicho esto, cogió sus dos tobillos, llevó sus pies hasta la altura de sus orejas, las caderas de la mujer se levantaron abriendo y exponiendo todo su pliegue más íntimo. Alain estaba de rodillas, una de sus manos estaba como apoyo para que el cuerpo de la prostituta no se estirara, cogió su miembro totalmente erecto y lo introdujo por el ya explorado recto de la meretriz. Alain se movía de arriba abajo, tensando sus muslos, no se contuvo y puso más fuerza en su empuje… - ¡Mi cuello! - ¡No tan fuerte! - se quejó la cortesana; el soldado le dio la vuelta sin sacar su miembro para que ella se sostuviera con sus extremidades, cogiéndola de los glúteos, Alain se movió más rápido.
Minutos más tarde, ambos se vestían de nuevo, Alain la observaba inspeccionándola, se sentó muy despacio en la cama, aún le dolía la introducción anterior, cogió el dichoso juguetito y mostrándoselo a la mujer, le preguntó
¿Cómo lo conseguiste, lo robaste?
No, lo recogí. Lo trajo un militar, no, mejor dicho, una mujer, una rubia, a pesar de su uniforme, nos dimos cuenta que era una mujer. Ella lo puso en la mesa de un soldado que estaba bebiendo, muy guapo, pero que no quiso estar con ninguna.
Está bien, hermosa. Me lo voy a llevar para catalogarlo.
¿Sólo para eso? No finjas conmigo, lo vas a usar.- Una sonrisa juguetona se dibujó en el rostro de la meretriz
Graciosita….
No puedes llevártelo, déjamelo dos días más y de ahí te lo doy. Hay clientes que lo piden.
Está bien no lo pierdas.
Alain salió de la habitación y despidió a la prostituta, le había dado una buena paga por sus "servicios", se acercó a la puerta del cuarto de enfrente y toco despacio
André..., André- despierta.
Los golpes de Alain, despertaron a André, se levantó con cuidado para no despertar a Óscar, que dormía plácidamente a su lado. Se tapó con su saco amarrándolo a la cintura y con sumo cuidado, abrió sigilosamente la puerta.
Alain, que pasa, aún es de noche..
Lamento haberlos interrumpido, pero como ya no hacían ruido, pensé que estaban descansando. Regresa temprano, tu gorra está abajo. Voy a decirle al dueño que le vas a pagar por ver a sus caballos. Ah, casi rompen el techo… ¡jajajajajaja!-
Bien gracias, por favor, no comentes con nadie, donde está la comandante.-
¡Jajajajaja! Por supuesto, me debes dos..-
Yaaaa- con un pequeño empujón André separó a Alain de la pared…
Ya en la mañana Óscar y André llegaron a las barracas. Óscar se dirigió a su oficina para tomar desayuno, mientras que André se dirigió al comedor para alimentarse con los demás. Aún no habían conversado acerca de lo que había ocurrido el día anterior, pero, aun así, regresaron sin discutir, sonriendo por la noche apasionada que habían vivido.
Óscar temía que André continuara dudando de sus sentimientos de ella hacia él, le molestaba muchísimo que haya pensado que él no era lo suficientemente atractivo para ella.. - ¡qué tan alejado de la verdad! Pensó -desde que disfruto a su lado, me cuesta mucho concentrarme en mis obligaciones, ¡cómo puede pensar así de mis deseos!
Unos golpes en la puerta la sacaron de sus pensamientos.
Jefe Soisson reportándose, comandante-
Adelante Alain ¿qué novedades?
Óscar, ya se terminó de inventariar el lote de esos libros pecaminosos, se comparó con el anterior, y aun así sigue faltando uno..
No te preocupes por eso Alain, como te lo dije sé dónde está.
Se debe de redactar un informe, hay que traerlo.
Si, me encargaré de eso, ¿dónde está André?
Está patrullando con 4 soldados más en París
Bien, ordena a los demás pasaré revista en un momento.
Con su permiso comandante- Alain se retiró de la oficina, juguetonamente, sonrió al recordar la mano de ella saliendo entre las piernas de André, casi le pregunta si se limpió la boca… -Mejor que no le haya dicho nada. Pensó, riéndose por los pasadizos se alejó a cumplir las órdenes.
El general Bouillé, llegó caída la noche de ese día, como ya estaba previsto, había llegado a las barracas con nuevas órdenes..
Comandante Jarjayes, dentro de dos semanas tendremos la visita de la Condesa Arlette de Fourtabant. Estuvo viajando por varios países de Europa, visitando las cortes más finas y necesitamos que se garantice su seguridad ¿cuento con usted y su regimiento Óscar Francoise?
Por su puesto general Bouillé, proporcióneme todos los detalles, de la llegada de la condesa, estaremos al tanto.
Bien Óscar, se le mandará la información necesaria para tal misión. Ahora informe acerca del material pornográfico decomisado en las dos últimas redadas..
Se los está catalogando señor. Estamos confirmando que no se haya perdido alguno cuando fueron trasladados hasta acá.
Debe apurarse con el inventario. Tenemos sospechas que es una mafia que está lucrando con la morbosidad del pueblo, a costa de los impuestos debidos a la corona.
Quiero un informe detallado pasado mañana, en mi oficina, para tomar las medidas pertinentes.
¡Si señor!
Bien, me retiro. Saludos a su padre.
Gracias señor.
Esa noche Óscar no pudo dormir, redactando los últimos informes del material incautado, quería quedarse con ese libro, quería probar todas y cada una de las imágenes que había visto a solas en su habitación; cuando André todavía no llegaba. Se ruborizó por lo que podría pasar si él descubriera que el libro está en la mansión, aún no habían conversado de eso, y era muy probable que lo tomara a mal, como cuando descubrió el "juguete", el cual todavía faltaba recuperar. Será un trabajo para Alain, pensó.
Una tentación comenzó a rondar la mente de Óscar…. No puedo quedármelo, es seguro, pero puedo hacer una copia en hojas separadas… -No. ¡basta Óscar! Tu deber es informar sin desvíos de ningún tipo, acerca de estos libros y no anteponer tus deseos personales, aunque me he memorizado varias de ellas, y casi no puedo esperar la hora para hacerlas con André… Quizás no todas, pero si las más interesantes…. Se acercó a la puerta y la abrió
Cabo Latrell, llame al Jefe de escuadrón Soisson.
Soisson reportándose mi comandante-
Alain, necesito pedirte un favor, pero es muy importante tu discreción.
No hay problema comandante.
No me pregunte como lo sé, pero uno de los objetos destinados al placer, está en la taberna de la noche anterior, debe de ir y recuperarlo esta noche Alain.
Si no le molesta, Llevaré a André, en esa zona se necesita compañía.
No, por favor, es imperativo que usted vaya solo.
Está bien comandante, entiendo que lo cuides Óscar. – Una risa salió de los labios de Alain.
¿Eso cree? Óscar lo miró seria. Ante esta escena, el soldado se retiró.
Ya en las calles de París, Alain, regresó al lugar a buscar a la meretriz. - ¿Cómo se llamaba? No le pregunté, no me hubiese dicho de todos modos. Se dijo a sí mismo. Al llegar el viejo Claude estaba en el servicio de tragos. –Buenos días, quisiera tener otro encuentro con la preciosa que me ofreció ayer, Se llamaba… ehm..- Levantando la mirada, el dueño de lugar, no parecía sorprendido de verlo ahí –Ah, es usted, ¿Ha venido por esto?- Sacó debajo de su mostrador un objeto envuelto por un trozo de mantel. – ¿Cómo lo adivinó? Alain lo cogió sonriente y lo tapó de nuevo. – Lucille, me lo dio, ya sabe, la chica. ¿Dígame no quiere probar otro más grande? Eso sí, es otro precio, mis chicas lo saben usar muy bien. Quedará totalmente satisfecho.
Alain no se esperaba esta respuesta, fingió no estar sorprendido y decidió seguir el juego, definitivamente había más información que podía sacarle al viejo Claude. – Creo que voy a regresar por eso, pero quiero que sea con Lucille, nos llevamos muy bien. Usted sabe. También quisiera otros de otra forma, para variar, ¿me los podrá conseguir? Ponga el precio. Los ojos ladinos del viejo brillaron de avaricia. –Por supuesto, joven soldado, cuando usted regrese, me dice que quiere y yo lo consigo, je, je, je. -Bien, Alain se dirigió a la salida. Vendré de nuevo pronto, con ganas. Al verlo salir, el viejo Claude, le alcanzó a decir… - Lucille lo estará esperando-
Óscar, parece que la imprenta donde encontramos los libros y los objetos, son centros de acopio y de ahí, se distribuyen a tabernas y prostíbulos.
Vaya, alguien debe financiar esos puestos de abasto.
Óscar se levantó de su silla, Alain había puesto el objeto en el escritorio. – Lleva esto al almacén, con lo demás y termine el informe.
Bien comandante, Con respecto al comercio de estos objetos. Trataré de averiguar, mañana Con permiso.
Gracias Alain, por favor llama a André.
Después de unos cuantos minutos, André apareció en la puerta de la oficina.
¿Necesitas algo Óscar?
Si, a ti.
André sonrió ante esa respuesta, cerró la puerta con cuidado y se acercó para besarla.
Te he extrañado, hace dos días, que casi no te he visto, ¿vas a ir hoy a la mansión?
Si tengo que revisar algo.
André la miró serio -es ese libro, ¿verdad Óscar?
André, no necesito nada más, créeme por favor-
Te creo Óscar, pero necesito conversarlo contigo
Si mi amor, hoy en mi habitación. Prepara los caballos.
Si como tú, digas. – André se acercó y le dio un tierno beso.
Óscar y André llegaron a la mansión en la noche, cruzaron la entrada y la nany los recibió. Cenaron alegremente, luego André subió las cubetas para preparar el baño para Óscar, él también se bañó, hubieran querido hacerlo juntos, pero la abuela aún continuaba despierta.
Unas horas más tarde, se escuchó unos golpecitos en la puerta del dormitorio de Óscar.
André ingresó con cuidado, vio a Óscar recostada ya en la cama y se abalanzó como un niño a un regalo.
Te extrañé mi amor, quería sentirte.
Yo también, te amo.
Óscar, estas muy cansada. ¿Podemos hablar?
Si, pero quiero aclarar las cosas. Acomodándose para estar frente a frente. Óscar empezó a hablar.
-Primero, no quiero que vuelvas a dudar de mis deseos por ti ¡no puedo Resistirte! ¡te amo André! Segundo, es cierto que tengo el libro, pero lo voy a devolver mañana. Que lo tenga, no significa que no me guste como hacemos el amor. Tercero, olvídate de Fersen, creí amarlo, hasta que me di cuenta que siempre te amé.. Perdóname por no haberme dado cuenta antes… Tu eres…
- Óscar, perdóname si dudé, o por meter a otra persona, sólo que esperaba que descubramos juntos como sentir más placer, quiero explorarte y que me explores, que hallemos esas zonas donde sólo hay locura y pasión, para ambos. Por eso pensé por un momento que no te era suficiente, que con mis caricias no te provocaba ese gusto por pedir más.
- André te amo y te deseo todo el tiempo. Perdóname por no decirte lo del aparato, ni lo del libro. Es más, me parece raro que no me hayas pedirlo verlo.
- Que tiene eso de raro..
- No lo sé, quizás tu curiosidad…
- Jajajaja.. ven acá. Dicho esto, André la abrazó y la beso despacio. Oscar se acurrucó en su pecho y presa del cansancio se durmió, el ojiverde la observó por un momento, tenía muchos deseos de ella, pero respetó su cansancio, cerró los ojos, cerró más su abrazo alrededor de ella y cayó en un profundo sueño.
A la mañana siguiente, se levantaron temprano. Como de costumbre, André se dirigió con mucho cuidado hacia su habitación, estaba un poco decepcionado por el poco tiempo que tendrían juntos, tenía muchas ganas de ella, pero no quería distraerla de sus obligaciones. Sabía que por lo menos en tres días no regresarían a la mansión, entrar a la habitación personal de ella en las barracas sin levantar sospechas, podría ser una opción, pero con los trabajos pendientes tal vez ella no podría ni siquiera dormir… - quiero que me busques Óscar, quiero provocarte ese deseo de tenerme.
Salió hacia la cocina para desayunar y encontró a Óscar sentada, ya cambiada.
André apresurémonos, al medio día se redoblará la guardia en las barracas, nos visitará de nuevo Bouillé.
¿Se quedará mucho tiempo Óscar?
No lo sé, con exactitud, pero es probable que si, hay que revisar muchos papeles y preparar otros detalles para la llegada de la condesa Arlette de Fourtabant.
He oído que es excéntrica en sus costumbres.
Si. Vendrá desde Alemania y estará 3 semanas en Francia, debemos de asegurar que su estancia no sólo sea agradable sino también segura.
Ya veo, habrá mucho que hacer, prepararé los caballos.
Bien.
Ya en los establos, André, seguía pensando – te necesito Óscar, quiero que me busques, quiero que me necesites tanto como yo te estoy necesitando ahora. Necesito probar tu fuego, tu néctar, tu aroma, tu piel, tu respiración… llámame Óscar, búscame…. Acarició el hermoso caballo blanco César y le quitó la montura, se acercó a un rincón, para sacar otra y reemplazarla, la colocó con cuidado, acarició el lugar donde ella se sentaría y sintió que, en la parte de delante de ésta, se alzaba una pequeña pero redonda protuberancia… - Casi me muero de gozo en la taberna Óscar, es mi turno. Un brillo especial se dejó ver en la mirada de André.
Óscar y André cabalgaron hacia las barracas, conversando acerca de los acontecimientos que acontecían en Paris, de las tareas a realizar… no había ocurrido nada raro durante el trayecto… Óscar, entonces, se inclinó más hacia adelante, para fustigar al caballo con sus botas. – Aceleremos el paso André, si llegamos temprano aprovecharemos para descansar un poco. - Bien Óscar. Respondió él. Metros más adelante, la protuberancia hizo su efecto, al inclinarse hacia adelante, la comandante presionó su flor contra ella y su clítoris se erectó, a cada paso del caballo, la protuberancia rozaba más, su vulva, haciendo que esa pequeña pero muy sensible masa de carne empezara a palpitar…. Llegaron por fin a la puerta y al detener el caballo, se agachó hacia adelante con un gemido.
¿Óscar, estás bien? ¿Qué tienes?
Nada, André. Dijo incorporándose. Bajó del caballo y le dio las riendas al soldado. -Repórtate con Soisson.
Si me necesitas, llámame Óscar.
André llevó a César y a Alexander hacia las caballerizas. Óscar se dirigió a su oficina y cuando cerró la puerta tras de sí, se desabotonó su saco, tenía demasiado calor, estaba sonrojada, su vulva no dejaba de palpitar…. Empezó a jadear y se sentó, un gemido de placer se escapó de sus labios. Ya no soportó más, se levantó de su asiento y con dificultad se acercó a la puerta…
¿Latrell? ¡Latrell!
¿Si comandante?
Traiga a André Grandier, de inmediato.
Minutos más tarde, bastante preocupado, o eso parecía, apareció André en la puerta…
¡Óscar! ¿Qué pasa?
André, cierra bien la puerta, ven. Desde hace rato me está palpitando acá, abajo, entre mis piernas.
¿Dónde acá? André puso inmediatamente su mano encima del pantalón de Óscar entre sus muslos, sobándola.
Siii! aaaaahhhhh!- Las piernas de Óscar le fallaron, pero André la sujetó por la cintura y pegándola a la pared sin dejar de masajearla, la besó apasionadamente. Óscar separó más sus piernas, para sentir más el toque de su asistente, no se aguantó y desabrochó el pantalón de él para tocar su erección, ya lista para ella.
André seguía devorando su boca, mientras que su mano seguía imparable, la rubia gemía más y más. El soldado empezó a gemir por el agarre de ella. Sin pensarlo dos veces, la llevó al escritorio y la echo sobre él, no importaba lo que se caía, ella jadeaba por aquella caricia masculina que la estaba llevando a la desesperación.
El ojiverde bajó por su cuello hasta su escote, lo besó con ansias, mientras su toque no paraba, desbrochó el pantalón de la comandante y se lo bajó hasta los tobillos, exponiendo su flor húmeda y vibrante. Se arrodilló y colocó su cabeza entre sus piernas, de modo que sus hombros quedaron como apoyo a sus muslos, abrió un poco más la flor con sus dedos y lamió una y otra vez profunda y rápidamente.
La rubia se tapó la boca con ambas manos, su gemido fue más agudo cuando André le introdujo dos dedos sin dejar de saborear su clítoris.
De manera imprevista, la rubia exclamó, con dificultad
A.. André, mi cabello, mi cabello se enganchó en la parte izquierda, me duele.
Yo lo saco mi amor- André se levantó y se acercó a sacarle el mechón de cabello enganchado con una de las patas de escritorio. No se percató que su pelvis con su miembro erecto al aire, se acercaron a la cara de la rubia y ella extasiada abrió la boca y lo atrapó con sus labios.
¡Aaaaahhhhhhhh! Óscar, no… no… André movió sus caderas de atrás hacia adelante. Acarició su rostro, su cabello, sin dejar de moverse… Había sido sorprendido, pero no se quedaría así, quería seguir probando su néctar, y recostándose por su costado alcanzó la vulva de la rubia, para seguir lamiéndola. Ahora ambos gemían con la misma intensidad.
Quedaron así sobre el escritorio ambos, dándose un inmenso placer. La comandante chupaba con avidez el miembro del ojiverde, cada vez más duro y él lamía con desesperación su flor totalmente húmeda para él. Las piernas de ambos estaban abiertas y flexionadas apoyándose en el borde o la esquina del escritorio.
El peso de ambos fue demasiado para el mueble, una pata cedió y ambos cayeron al suelo.
La rubia quedó sobre su asistente que no paraba de lamerla, ella continuó estimulando con su boca la carne ardiente de André. El soldado cogió las nalgas de la comandante e introdujo su lengua hasta donde pudo una y otra vez haciendo que las piernas de Óscar vibraran.
La mujer seguía perdida en su caricia, sintió que la turgencia del soldado se endureció aún más. El introdujo dos dedos en su cavidad, mientras seguía estimulando con su lengua aquel lugar que la sumergía en la locura, una corriente eléctrica empezó a recorrer el vientre de óscar provocando grandes oleadas de placer, sus piernas vibraron con más fuerza, sus gritos se perdieron por su boca llena de la masculinidad de él. De un momento a otro, André dejó de lamer, ahora era su pulgar el que estimulaba ese punto y apretando los dientes y cerrando los ojos con fuerza soltó su esencia cremosa, mientras que con su pulgar estimulaba el punto más sensible y los dos dedos largos se introducían más al fondo. La otra mano cogía una de las áureas nalgas. André apretaba los dientes para no gritar, seguía moviendo sus caderas a cada salida de su semen.
Óscar sintió esa crema caliente en su boca y su garganta, cogió con una mano una nalga de André, con la otra, cogía la base de su miembro endurecido al máximo, chupó con más ahínco, cuando las caderas masculinas se empezaron a mover. De a pocos, la masa de carne fue perdiendo turgencia a medida que soltaba hasta el último. El soldado daba besos a la entrepierna de la rubia, recuperando el aire, mientras que ella, soltó el miembro ya flácido y mordió los muslos del ojiverde.
Ambos se incorporaron, André le acomodó la ropa dejándola ordenada e impecable, luego se abrochó el pantalón, guardando aquello que aún seguía estando un poco sensible.
Levantaron el escritorio y acomodaron las cosas. Óscar miró a André con una sonrisa..
Cambiaste la montura de César ¿no? lo miró curiosa
No tenías el pelo atorado ¿no? Le contestó sonriendo.
