Capítulo 40

Había pasado justo una semana desde el regreso de Shreveport, pero pocas cosas habían cambiado para Sally.

Como cada noche, una pesadilla la había sacado abruptamente del poco sueño que conseguía conciliar, haciendo que abandonara la cama para dirigirse a la ducha y prepararse para el turno de trabajo de aquel día.

Bajo el agua luchaba contra sus pensamientos y emociones negativas acerca de su madre y el pasado, pero cuando lograba controlarlas al fin, la calma no acudía a su fuero interno.

Rust era el otro pensamiento intrusivo y constante; no podía dejar de pensar en él, de extrañarlo desesperadamente desde que habían vuelto. No obstante, la mujer había dejado todo estar, sin verlo ni llamarlo desde que se separaron a las puertas de su casa al llegar de su ciudad natal.

A quién sí había visto en aquellos días llenos de voluntaria soledad, había sido a Marty. El hombre había aparecido ante su puerta la mañana siguiente al regreso de la camarera, simplemente para darle ánimos tras lo sucedido y preocuparse por su estado.

También había intentado conocer cómo había ido aquel proceso al lado de su antiguo compañero de trabajo, pero Sally había esquivado el tema tras zanjarlo con monosílabos, optando por desviar el tema hacia las novedades del caso de la chica desaparecida. Al parecer, los interrogatorios a los empleados del motel de Lafayette del verano pasado habían dado fruto, consiguiendo realizar un retrato robot con los escasos testimonios de quienes habían logrado ver al asesino.

Aquello fue una muy buena noticia, puesto que al fin había cometido alguna imprudencia que les diera ventaja. A pesar de aquello, la policía estaba siendo más hermética de lo normal, y Hart no había obtenido más información. No obstante, había prometido indagar cuanto pudiera para saber más y continuar con su investigación paralela.

Tras la ducha, la morena encendió la pequeña tele del salón sin prestarle atención, pasando a dirigirse a preparar café de la misma forma mecánica y parsimoniosa de cada mañana, hasta que la voz de la presentadora del informativo matinal tomó su atención.

- "[… Los restos óseos hallados esta misma mañana en el lago Peigneur han sido trasladados a dependencias policiales para proceder a su identificación. La policía aún no ha hecho declaraciones sobre el hallazgo, aunque sabemos que desde hace días se inició un operativo para buscar a una joven desaparecida en agosto del pasado año…]"

Sally se olvidó de la pantalla para correr hasta su dormitorio, recogiendo el móvil de la mesilla para buscar el número de Hart, esperando con el corazón acelerado, oír su voz al otro lado.

-¿Sally?

-Hola, Marty; siento si te he despertado, pero es importante. -Comentó al escuchar el tono de su voz, ronco y áspero.

-No pasa nada, tranquila. ¿Estás bien?

-Sí, no es por mí. La han encontrado, Marty; tiene que ser ella. Acabo de verlo en el telediario.

-¿A quién han encontrado? ¿De qué hablamos?

-¡A Marnie! Bueno, lo que queda de ella… acabo de oír en la tele que han encontrado por fin huesos humanos en el lago Peigneur.

-Ah, claro… Pues, genial, aunque tras tanto tiempo no creo que puedan sacar mucho si es ella… pero nunca se sabe con la tecnología actual. Iba a llamar a Papania hoy para conseguir una copia del retrato robot de ese tío, parece que aún no quieren hacer nada público hasta no estar seguros 100% de todo.

-¿Crees que te lo facilitará? -Preguntó con miedo la mujer, sentándose en la cama.

-Sí, seguro que sí. Le hemos dado un caso que resolver con el que va a coronarse, nos ayudará en todo mientras nosotros hagamos lo mismo. Voy a hablar con Rust para que me acompañe a sonsacarle información, y si quieres podemos reunirnos todos esta noche en el bar, ya que él trabaja.

-Sí, está bien. Nos vemos allí entonces a eso de las 10. Gracias, Marty.

-A ti, Sally. Adiós.

La morena suspiró profundamente al colgar, abandonando el teléfono en la cama mientras su cabeza volvía a dirigir sus pensamientos irremediablemente hacia aquel abismo personal que era Rust Cohle.


Rust alzó la vista de su cuaderno cuando escuchó el coche entrar en la zona del bar, hallando que era el de Sally el primero en llegar a la reunión de aquella noche.

Mientras la observaba cerrar el vehículo y aproximarse, el camarero cerró con parsimonia la libreta, abandonándola a su espalda para encarar a la morena. Sally, tras observar a Robert en una esquina de la barra, dormido sobre ella, buscó la mirada de Cohle hasta tenerlo en frente, hablando entonces.

-Hola. ¿No ha llegado Marty?

-Debe estar al caer ¿Cómo estás? -Agregó tras un breve silencio, vislumbrando que ella optaba por no mirarlo a los ojos.

-Bueno… todo lo bien que se puede estar, supongo. Necesito tiempo, pero estaré bien. ¿Tú lo estás?

-Sí, eso creo.

-¿Por qué dices eso? ¿Qué ha pasado? -Preguntó a ceño fruncido, escudriñándolo esta vez.

-Nada, simplemente he estado bebiendo menos y eso, ya sabes; lo estoy intentando. Es difícil dejar de ser un adicto.

-Ya, sí… -Agregó con una leve sonrisa, posando su mano sobre la de él al instante. -Poco a poco, Rust. Esto ya es un gran paso.

La mujer retiró la mano cuando la puerta se abrió a su espalda, dando un respingo que trató de disimular mientras carraspeaba.

-Perdonad, chicos; he pillado algo de tráfico. -Saludó Marty, quien se sentó al lado de la camarera. -¿Va todo bien? -Agregó al observarla algo extraña, pero ella asintió velozmente.

-¿Lo has conseguido?

La voz de Rust distrajo a Hart, quien abandonó su tarea de leer los gestos de Sally para comprobar si le mentía, sacando unos papeles de una carpeta de papel que llevaba.

-Sí; tal y como esperaba, no ha puesto mucha pega. No podemos divulgar nada, eso sí. Ya habéis visto que no han dicho casi nada a la prensa. Los resultados del forense no los tendrán hasta pasado mañana seguramente, están los restos muy deteriorados, pero me ha adelantado que, desde luego, son humanos. Y aquí está nuestro tío según lo poco que vieron los del motel.

Tras el susurro de aquella frase, el expolicía sacó el folio que todos esperaban, dejándolo sobre la barra para que todos pudieran contemplarlo.

La imagen mostraba con gran realismo el rostro de un hombre de mandíbula amplia y cuadrada, destacando sus ojos claros con bolsas y cejas algo gruesas, oscuras al igual que el corto pelo que lucía. Todos contemplaron en silencio aquella mirada penetrante sobre el papel durante unos segundos, hasta que la camarera lo rompió, guiando la hoja hasta ponérsela delante.

-Joder…

-¿Qué pasa? -Preguntó Marty al instante, haciendo que su compañero también observara a la morena.

-No sé si me equivoco, o estoy flipando después de tantos años pensando sólo en esto, pero… me suena mucho la cara de este tío, y no sé de qué.