Nada de la Leyenda de Zelda me pertenece.


Capítulo 9

- No dudaste. - Epona, porqué así había decidido llamarla y la verdad es que no estaba seguro de dónde salió el nombre, solo lo miro. Tan pronto la vio así la llamó en su mente, y se quedó.

Lo más raro de todo es que respondía a tal nombre. Y desde el principio le permitió acostarse a su lado, o en ella. Ayudaba que ambos disfrutaban de las manzanas, suponía.

- Huh. - Asintió en respuesta a la yegua que, sorprendentemente, había tirado la cabeza hacía atrás en lo que parecía ser una risa antes de pisotear lo que quedaba del goblin a sus pies. - Okey, pero tendremos que darte un baño. - Eso no era más que un incentivo para ella, con toda honestidad. Estaba casi seguro de que elegía arrollar cosas solo para que fueran más frecuentes. - ¿Te gustaría una manzana? - Cómo no.

A dónde se fue la yegua que no quería hacer nada jamás lo sabría. Epona no se quejaba por nada, y no dudaba a dónde fuera que le indicará. Si ella elegía era peor, pero no tan diferente de lo que él mismo elegiría. Prefería dejarle las riendas a ella, tan raro como sonara tal cosa.

Con ella en el timón, era mucho más fácil solo centrarse en apuntar si estaba cazando. Y hablando de casa, tenía varios cadáveres que limpiar. Comería como un rey esta noche, sin duda alguna. Epona, por supuesto, no sería diferente. Aparte de un baño, porque quería uno, ¿y quién era él para negarle?

- ¿Por qué no descansas un rato?, te llamaré para tu baño, ¿no suena bien? - Palabras mágicas. Aunque no se refería a que se acostara a dormitar en el árbol más cercano, a unos pocos metros, de él.

Escapar de ella era imposible. Aún ahora no lo dejaba fuera de su vista. ¿Tal vez de verdad creía que la iba a dejar a su suerte en este lugar?, no tenía el corazón para tal cosa, no en medio de la nada. Tenía que estar con gente, ya estaba acostumbrada a eso, la vida salvaje no sería la mejor para ella a estas alturas de su vida. No es que fuera vieja, pero…

- Que desastre… - Murmuró para sí, a sabiendas de que si intentaba irse Epona se levantaría y lo seguiría sin chistar.

Cuando tuviera que dejarla, porque dentro de una bestia mecánica asesina no podía ir, iba a ser un problema. De seguro no entendería que no era que no quería, sino que no podía, y-¿Ahora es que venían a aparecer?, ¿en serio?

- ¿Se les acabaron las vacaciones? - Porque francamente: - Podrían tomarse más tiempo, aún no voy a ir allá arriba. - Principalmente porque iba a comer hasta-

El grito que pego debió de oírse por kilómetros.

°•°•°•°•°•°

- Un placer verte a ti también, Link, ¿y como has estado cariño? - Ignoró la sorpresa por parte de Daruk y el lío de nervios que era Mipha. - Y dime, ¿qué estabas hablando de unas vacaciones~? - Mostró los dientes en una sonrisa lobuna, lo más cerca posible del chico que había recibido una de sus peores, más no letales, descargas eléctricas.

La transpiración de humo, el pelo para todos lados y los espasmos eran pequeñas consecuencias por su terrible comportamiento, tendría que darle un par de dosis más para que entendiera que tal comportamiento era inaceptable.

- ¡Urbosa! - Lo siento Mipha, pero a veces había que poner mano dura.

- Si nos vuelve a dejar será culpa tuya. - Si los volvía a dejar el castigo sería mucho peor. Tan simple como eso.

- Dije que se podrían haber quedado en dónde sea que estuvieran porque no voy a ir a rescatar a nadie aun. - Caray. Había hablado. - No necesito a un grupo de fantasmas detrás de mí para que les haga nada. ¿Ya?

La única razón por la que no volvió a chasquear los dedos y a electrocutarlo una tercera vez era porque hizo una doble toma ante lo dicho. La inhalación de aire por parte de un Goron era el equivalente a haber sido golpeado en la quijada.

- Disculpa, ¿pero en qué momento llegaste a esa idea? - En serio, ¿habían dado esa clase de impresión…?

°•°•°•°•°•°

-... esperan que piense?, están muertos. - No estaba hablando con ellos. Aunque era para que oyeran. - Están muertos y creen que tienen la potestad de venir a darme órdenes, ¿entiendes eso Epona? - La única razón por la cual no había reacción ante este nombre era porque no solo era la segunda vez que lo mencionaba, sino que ya estaban muertos y el efecto no era el mismo.

Lo mejor del caso es que la yegua era la viva imagen de aquella Epona. Hasta la actitud era similar, aunque si tuviera que decir… diría que la mayor diferencia era la vigilancia que le tenía a su dueño, no lo sacaba de su vista.

-... me vale madres, madres te digo, no recuerdo ni papa, ¿se supone que deba estar agradecido o algo?, ¿sentir otra cosa que no sea frustración al respecto? - Epona movió la cabeza en un gesto que podría traducirse como: "continua". - ¿Y para que?, a lo que se termine todo se van a ir, ¿y quién va a quedar aquí como un idiota?, yo, obviamente.

La misma rutina, la misma, excepto por el tema de conversación. Era como si el tiempo nunca hubiera pasado, porque había visto esto más de una vez en otra época, y sabía lo que iba a ocurrir. Una yegua estaría más que encantada con el tratamiento de belleza, molestaría a su dueño en cariño y lo invitaría a subirse en su lomo.

Dicho y hecho.

-... el problema es la gente, definitivamente. Viva, muerta o lo que sea sigue siendo un dolor existencial. ¿Y pretenden que trate con ellos todo el tiempo?, me quedo despellejando lynels todo el dia, mil veces más tratable, te lo juro…

Como si fuera algo de todos los días el jinete agradeció la oferta de cabalgar palmeando amistosamente el lomo del animal y rascándole detrás de la oreja, pero no se montó.

-... e ignoremos que están muertos y pueden tirarme un rayo!, si algunas de estas armas funcionan en fantasmas… - ¡Okey!, ¡mucha información!

- Link. - No quería seguir oyendo, no hacía falta llegar a tales extremos.

Mucho era solo rabia, lo sabían todos muy bien. También sabían que Link no era el más sociable de ellos. Con gente, al menos.

- Si mañana esto no se quita no me voy a callar en todo el día. - Prometió, señalando los espasmos que aún no se iban. Si fuera por él, se iría muy lejos de aquí.

Si no hubiera visto como Epona le dio el mal de ojo tan pronto tomó la tabla solo para los productos de limpieza, se preguntaría qué lo detenía.

- Ven aquí. - Era lo menos que podía hacer.

Incluso si no fue ella quién decidió castigarlo.

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- Ibas a cometer una imprudencia. - ¿Ah sí?, ¿quién te pregunto grandulón? - No vamos a poder estar aquí para ti por siempre para detenerte y cuidarte. Ir pelea tras pelea lleno de ira podría llevar a tu muerte, lo sabes, ¿verdad? - ¿Ah?

¿Eso era lo que creían que…?, oh. Bueno, suponía que…

- Tengo hadas. - Un par que habían querido venir con él. No era tan masoquista. - ¿Tan mala es la muerte? - No lo veía como un problema a menos que contará-

- Y eso, mi amigo, es por lo cuál tememos por tu vida. - ¿Uh? - Tienes mucho por delante como para morir tan pronto. - Quisiera verlo, pero:

- No hay mucho que me espere. - Técnicamente: - Todo está atrás. - Y con eso se refería a ellos.

Nadie parecía conocerlo, solo gente muy mayor. Debería estar muerto, si a eso iba. ¿Qué podría estarlo esperando que-

- La princesa te espera. - ¿La qué?

- ¿Princesa? - ¿Había un reino en toda esta tierra?, había un castillo con una cosa gigante dando vueltas. Quería derribarlo, ¡sería una batalla épica!

- La dueña de eso. - ¿No era él el dueño de la tabla?, se la dio… oh.

- Una voz posiblemente imaginaría no cuenta. - Incluso si la había oído un par de veces. - Y no soy el caballero de brillante armadura que va a rescatar a la princesa metida en un castillo con un cerdo gigante. - Después que lo dijo, cayo en cuenta de lo que dijo. - No, simplemente no.

- Justo en el clavo. - Nadie pidió tu opinión señora.

- No soy caballero, empezando por ahí. - Tal y como era: - Todo este desastre es por esa voz sin nombre, y la posibilidad de pelear con monstruos. Nada más. - Cualquier coincidencia era solo eso, una coincidencia.

Ignoraría las risas mal disimuladas. Y el hecho que, por más que lo intentara, su pelo aún olía a quemado.

Además, ninguno sabía lo que era despertar desde su propia tumba. No le importaba lo que le dijeran, ya tenía la idea en la cabeza desde que despertó y no se iba a ir.

- En cualquier caso, aún tienes mucho qué hacer aquí. Nosotros te esperamos pacientemente en el otro lado, de eso puedes estar seguro. - No le estaba diciendo esto para que no intentará ninguna brutalidad, ¿verdad?

Saltaba de riscos casi a diario. Que no esperara que fuera a parar porque amablemente se lo pidió.

- Y ya que estamos en esto, hay algo que quiero darte…

¿Y exactamente qué podía dar un fantasma?, ¿dolores de cabeza y electrocutarlo?, ¿otra vez?

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- Le diste más de la cuenta. - Informó, su vista fija en quién había tomado todo muy bien dado el tema.

- Tiene buena base. - Esa fue la única explicación que recibió por parte de Daruk, quién estaba más interesado en su evaluación de último minuto. - ¿Listo para probarlo en batalla? - Esa era la parte más importante de todo: qué le sirviera para lo que era.

- No. - ¿Acababa de decir que no? - Ya estamos cerca y no me voy a desviar a estás alturas. - Lo había hecho muchas veces antes, ¿cuál era la diferencia? - Me estoy congelando y Epona intentará destruir la tabla otra vez si intento teletransportarme. Así que no, no voy a ir a cazar a nadie en estás condiciones. - Infló las mejillas, infló las mejillas.

- ¿Epona trato de destruir…? - Nunca lo había visto inflar las mejillas como un niñito, ¿estaba mal querer empeorar la situación?

- Pues-¿qué pasa cariño?, no tengo bocadillos a mano en este momento…

Hablando del rey y se aparece. No era una sorpresa, Epona dormía con un ojo abierto al parecer. Un comportamiento ciertamente extraño, pero dado que este mocoso amaba solo desaparecer…

- ¿Link…? - ¿Qué planeaba hacer ahora?, no podía-

- Quiere correr. - El mocoso le informó como si fuera obvio.

Y si, lo era, pero eso no explicaba porque se estaba subiendo en su lomo ni porque iba de buenas a primeras con el "sentir" de la yegua. Si decidía cabalgar a estás horas era posible que fuera a perderse o tener un accidente, estaba anocheciendo.

- Por el amor de… - No iba a buscar un enemigo para masacrar, pero si iba a seguirle la corriente a un caballo de buenas a primeras.

Fue en este punto en el que se dio cuenta que, a pesar de todas las apariencias, quién estaba liderando el rumbo era la yegua. Y la yegua tenía planes en mente, o no le tenía miedo a nada. Al igual que su jinete, quién ni siquiera se estaba molestando en mirar a dónde estaban yendo, jugando con la tabla hasta sacar un arco y… oh no.

- Cual para tal definitivamente. - Si esa yegua no era descendiente directa de la antigua Epona, se comería su zapato.

Bueno… eh, ¿lo intentaría?, ya no podía comer, pero el intento debería bastar.

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Eso había sido divertido. Tendría que conseguir más flechas explosivas, muchas más flechas explosivas. Y hacer que todo volará en pedazos.

- Más. - Pidió, pidió, al único ser que, en lugar de mirarlo como si estuviera loco o ignorarlo, solo apretaba el paso.

Cualquier otro animal en su lugar saldría corriendo en dirección contraria en lugar de seguir y pasar sobre los cadáveres y el terrero desprolijo. No tenía que decirle a dónde ir, no tenía que decirle nada. Ni siquiera tenía que preocuparse porque fuera a detenerse, corría sobre los monstruos más pequeños o se desviaba cuando eran muy grandes como para pasarles por encima.

Tomó una respiración profunda y a listo cinco flechas. Esto iba a ser bueno, estaba seguro de ello, pero tenía que ser paciente, tenía que ser paciente y esperar la oportunidad adecuada…

Un rugido muy familiar cambió todo sus planes, y por unos segundos se arrepintió de haber pedido más porque si ese monstruo tocaba a Epona…

Epona tenía sus propios planes, tan pronto bajó de su lomo ella se perdió. Sabía en dónde estaba, más o menos, por el ruido, pero se perdió de la vista y eso era lo más importante de todo.

Si todas las flechas que había preparado antes terminaron en la retaguardia del gato-caballo en lugar de inmediatamente en cualquier parte de fácil acceso, pues no era problema de nadie. Había matado tanto de estas bestias que ya había perdido cierto… encanto.

Seguía siendo divertido, en especial ahora que inventaba con que golpearlos y en dónde. Darles en la retaguardia ciertamente los enojaba, ¿como sería si hubiera usado flechas incendiarias en lugar de las regulares?, ¿o explosivas?

Tenía mucho con que jugar, y solo una víctima a mano con quién hacerlo.

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- ¡¿No se supone que no tenía ninguna habilidad especial?! - Miró de reojo a sus acompañantes. Eso bastó para que hubiera una rectificación: - Aparte de lo obvio por ser el elegido. - La espada, que aún no tenía y no parecía hacerle mucha falta.

Ya sabía como ese mocoso los había dejado atrás. En meros segundos podía lanzar más de 5 flechas seguidas. Y era perfectamente normal para él, lo hacía hasta en el aire. Completamente natural, completamente confiado. No era algo que pasó de la noche a la mañana.

- Revali va a tener muchas quejas. - Se limitó a decir, observando como el chico se tomó su tiempo y luego el pobre lynel tenía otras 5 flechas en dónde el sol no brilla y horribles ganas de asesinar a quién estaba jugando con él.

En el pasado tal escena hubiera traído mucha controversia y regaños y posiblemente castigos. Las risas no hubieran hecho más que temerle más al elegido, porque no cualquiera se enfrentaba a un monstruo de este calibre y reía como niño jugando con un osito de felpa.

Si así fue antes de que sacará la espada, o antes de que iniciará formalmente como soldado, podía entender perfectamente el desencanto y temor general de los demás soldados. Ellos debieron de ver algo similar a esto por parte de un niño que les llegaba a la cintura cuando mucho. Sin mencionar que dicho niño les ganaba en batalla, así fuera jugando sucio.

- No va a tomar en serio a Ganon, ¿verdad? - Hmmmm…

- Al principio tal vez. - Si el cerdo gigante era reto, sino…

Sino el mocoso iba a darle larga con las armas más débiles que tuviera en el arsenal, solo por el hecho de que solo había un cerdo gigante y solo sería una vez.

De nuevo, ¿cómo es que perdió Link la primera vez?

Qué la razón no fuera su entrenamiento como soldado, la seriedad del asunto, porque sería lo más triste que hubiera oído en su existencia.

Link, en este momento y lugar, no era un soldado, no era un caballero, era un mocoso con la meta de divertirse a costillas de monstruos. Y probablemente quería ver el mundo arder. Y no necesariamente en ese orden.

- Al menos sabemos que nuestra magia es compatible con él. - Incluso si no era tan natural como hubieran querido.

Si ya por sí solo era una amenaza, luego de que terminaran con él sería un peligro.

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-... canaliza todas esas emociones, y sueltalas. - Era mucho más fácil decirlo que hacerlo. No tenía magia, pero nadie quería escuchar esa parte.

Si no fuera por las chispas que corrían entre sus dedos, diría que esto era tiempo perdido en su totalidad. Cerró los ojos, tomó una respiración profunda e intentó centrarse en todo lo que sentía: aburrimiento y pura irritación. Cuando creyó que ya lo tenía, chasqueo los dedos.

No pasó absolutamente nada, no era más que una pérdida de-¡zas!

- Diosas, Link… - ¿Qué?, no había… ay rayos.

Pobre árbol. Se estaba incendiando. ¿Como rayos lo apagaba?, y-¿cómo es que había dado con el árbol de todas formas?, había estado apuntando a una piedra, no a un árbol. De seguro fue Urbosa haciéndole una mala broma para que persistiera en esta pérdida de tiempo. Si, si, era un honor y todo eso recibir una habilidad como esa, pero no poseía magia. ¿Como rayos usaba algo que requería magia cuando no tenía?, tenían que saberlo y solo-

- Otra vez, anda. - Tuvo el mal presentimiento de que se hubiera ganado un tremendo empujón si hubieran sido capaces de tocarlo.

- Estamos perdiendo el tiempo. - Se limitó a quejarse, soltando un suspiro de irritación y cansancio.

Llevaban días en esto, con múltiples explicaciones. El muro impenetrable de Daruk era mucho más sencillo, si se acordaba de él. Solo tenía que imaginar el muro, imaginar que era intocable, y listo, no tenía que… ¿y si imaginaba el rayo?

Podría… podría funcionar, incluso si no tenía magia con que alimentarlo, porque lo mismo pasaba con el escudo de Daruk. Podría… bueno, no perdía nada.

Chasqueo los dedos, y esperó un momento. No, imaginarlo no haría nada, no funcionaba igual.

- ¿Qué estás haciendo?, ya lo hiciste una vez, puedes volverlo a hacer. - Quizás. Aún creía que fue Urbosa y no él.

Chasqueo los dedos otra vez, solo pensando en su irritación y en lo que quería que le pasará a algún monstruo.

A los segundos un estruendo le hizo abrir los ojos. ¿Otra vez el mismo árbol?, ¿en serio?

Chasqueo los dedos una vez más, sin cerrar los ojos esta vez. Vio el rayo venir y directamente redirigirse al mismo árbol.

Si lo único que iba a atacar eran árboles entonces no le serviría de nada. Tal vez-Ah, con razón.

Sin pensarlo dos veces se alejó algo, sacó una espada y la clavó en la tierra. Esta vez el rayo cayó exactamente en ese punto. El rayo no fue tan potente como el primero, pero por lo visto tenía dos cosas que tomar en cuenta: materiales conductores y era magia emocional.

Mientras más molesto estuviera más potente debía ser. Tal vez si…

Esta vez el rayo fue tan potente que se vio en el piso, y la espada voló en pedazos. Si, completamente emocional, eso implicaba que-Wow…

- Eso es todo por hoy cariño, bien hecho. - Sería para sonreír y decir que aún podía continuar…

Si no fuera porque, por más que lo intentará, no podía levantarse. Su cuerpo se sentía de piedra, como si hubiera corrido por mucho, mucho tiempo, lo cual no era-Cualquier queja murió al dar con quién había decidió acostarse a su lado y empujarlo con la cabeza para que se acostara.

Contra Epona nunca iba a ganar en estás condiciones.

°•°•°•°•°•°

- No tiene tanta base como parece. - Fue solo una observación, no una queja o un reclamo.

- Fueron varios rayos Urbosa. - Eso debía de cómo un montón de magia empleada, especialmente si después quedó drenado al punto de que su cuerpo quedara en tal nivel de fatiga…

- Aparte de que no es su magia. - Eso no ayudaba, el consumo debía ser mayor. - Mucho hizo, una vez que te entendió el truco. Le falta comer piedras. - No, por favor no a las piedras.

- Con eso o sin eso él no posee grandes bases de magia. - A pesar de estar hablando con ellos, Urbosa solo miraba al muchacho que había caído dormido casi de inmediato una vez que Epona se acostó a su lado. El sol era inclemente, y aún así esa yegua lo estaba protegiendo de dicho sol. De todo, en realidad. - Sus reservas son un poco más elevadas de lo normal, pero no son amplias. Cualquiera diría que es perfectamente normal.

- Ninguna persona normal sería capaz de usar habilidades de otros así como así. - Por todo lo que sabían no había precedentes de lo que estaban haciendo, al menos no a tal escala.

Un bufido bastante audible, y un cruce de brazos. Oh no, que no fuera a decir que eso no valía porque estaban hablando del elegido. Que no se atreviera.

- ¿Te diste cuenta de que usa su habilidad por momentos?, ¿y no por ratos? - Solo los uso para lanzar flechas, no necesita mucho tiempo para eso. - ¿No crees que sería más fácil mantenerlo y moverse a una velocidad imposible a solo usarlo momentáneamente para lanzar más flechas de lo posible en un periodo de tiempo muy corto? - ¿Uh?

Pues… ahora que lo decía, sería mucho más fácil moverse así y atacar mucho en un punto, o buscar este punto de forma rápida. Quizás Link-

- No lo puede mantener, por eso es de corta duración. - Encogiéndose de hombros, agregó: - No tienes grandes reservas, en ese aspecto es normal. Lo que tiene es alta regeneración, ¿ves?, ya se está moviendo y no ha pasado una hora.

Urbosa tenía la razón, se había movido, y se movía así fuera mínimo. No debería ser posible, no debería…

- Es muy probable que pueda usar nuestras habilidades todo el día si así le place, pero no puede ser seguido. El truco es que aprenda a usar tiempos, porque de otra forma volverá a drenarse, y a la larga… - Y a la larga se enfermará, o peor.

Todo ser vivo tenía magia. Sin ella, no estarían vivos. Dijera lo que Link dijera, tenía magia.

°•°•°•°•°•°

- En pocas palabras: no voy a morir. - ¿Cómo querían que lo viera?, ¿como algo bueno?

Cuando se supone que deberías haber muerto hace mucho y la mayoría de los que te conocían ya estaban en el otro mundo, verse incapaz de morir no era su copa de té. Apreciaba la ayuda, de verdad, apreciaba poder curarse él solo, incluso si lo dejaba sintiéndose como si fuera a desplomarse si la herida era muy grave, pero esto…

Aquí estaba, en el piso, boca arriba, saboreando sangre y tratando de ignorar el hecho de que sentía algo resbaloso y caliente en varias zonas de su cuerpo que indicaban exactamente en donde su cuerpo había sufrido más. Fue una muerte instantánea, no hubo nada más que el tiempo de quejarse de que de todas las formas posibles de morir iba a ser porque, para su mala suerte, alguien decidió tirarle una piedra y acertó. No había mucha maniobrabilidad en el aire, por desgracia, y no lo vio venir.

Una pezuña lo toco y aplico poca fuerza, y sabía inmediatamente que Epona había bajado a la velocidad del rayo y estaba creyendo algo que no era. No estaba errada, pero…

- Sé que se ve mal. - La pezuña quedó muy quieta. Muy, muy quieta. - Y no me siento muy bien. - No le dolía nada, pero si estaba cansado, o era solo flojera. Revivir con una buena dosis de flojera… ¡ja!

Por fortuna, Epona no se movió y no se quejo. Tan pronto logró sentarse y mirarla, entendió porqué y desearía no haberlo hecho.

- ¡Link! - Ah, de paso.

Tomó más de lo que estaba dispuesto a admitir, pero logró levantarse y una vez arriba hizo de cuenta que no había manchas de sangre en dónde solía estar, y jalo a Epona de las orejas antes de informar alto y claro:

- Tengo pereza, ¿te apetece llevar las riendas? - No estaba de ánimo para nada luego de la experiencia.

Aparte de que ahora no podía morir, revivir con el cansancio de querer solo dormir en algún lado y no querer hacer absolutamente nada con su existencia…

Aparentemente se entendió su predicamento porque una vez que logró subir al lomo de Epona, la yegua no corrió como esperó. No, solo trotó en dirección al establo que habían estado rondando por días mientras practicaba y le enseñaban cómo usar la magia que no era suya y no tenía idea de porque le funcionaba.

- Me hicieron inmune a morir. - Informó al grupo que lo miraba como Epona. - Pero si me va a dejar así cada vez, no quiero pensar en cómo sería si son varias veces seguidas. - No, eso nunca quería descubrirlo.

Tal y como estaba podía pelear. No bien, pero podía pelear. ¿Peor que esto?

Aparte de que la experiencia no era exactamente indolora.

°•°•°•°•°•°

-... se supone que hiciera?, ¿dejarlo así? - Agradecía mucho que no lo hizo.

Link se sentía mejor ahora, bien abrigado para el clima frío que había aquí, curioso por lo suave que era esa tela. No tenía esa energía característica y sorprendentemente aún no tenía hambre, pero por lo demás nada había pasado y estaba cómodo luego de un baño y un chocolate caliente que lo forzaron a beber.

Estaba presentando efectos secundarios de sobre uso de magia. Si Mipha lo hubiera revivido ella misma esto no sería un problema, pero el caso era que la habilidad que se activó ya era propia de Link porque así lo quiso Mipha. Y Mipha no se ahorró nada.

- Si se enferma me voy a desquitar con ustedes de alguna forma. - Informo a quienes no podían oírla, a quienes agradecía profundamente todo lo que estaban haciendo por ella y Link, especialmente por Link, y por quiénes aún sentía su pérdida.

Link solo dejaba de comer cuando se sentía mal. Esa era toda señal necesaria para saber que algo estaba mal con él. Por ello el que hubiera sido prácticamente forzado a tomar un chocolate caliente decía mucho más de lo que se podría creer.

Agradecía mucho que estuviera disfrutando su aventura, la hacía feliz verlo feliz, pero también le dolía. No recordaba haberlo visto tan feliz antes, temía que, cuando se vieran, Link solo vería a un extraño. Le dolía que no se estuviera cuidando como debería, pero no era una sorpresa para ella.

Algunas cosas no tenían cambio.

- Puedo irme, si es mucho problema. - Habló alguien que ya habían catalogado como mudo.

Había perdido lo rasposo lentamente desde que rescato al primero de sus amigos. Había comenzado a usar su voz para hablar desde entonces, no solo para hacer ruido o hablarle a los animales o insultar en voz baja.

El silencioso caballero que solía tener era y no era la persona que veía ahora. La disciplina se había ido al río con los peces y solo salía a relucir en momentos de alta tensión, lo cuál la mitad del tiempo era la mera presencia de gente porque no sabía qué hacer con ellos. La seriedad y la organización también habían ido a parar al río, y muy rara vez lo veía. La determinación y el pozo sin fondo que era su estómago no tenía cambio, solo podía verlo con más frecuencia y temía que en el pasado esto fuera opacado por otras cosas.

La finura del combate… no estaba en el río, pero no era el mismo. La disciplina y los movimientos practicados hasta decir basta estaban, pero no tenían patrón. Link siempre se salía de los lineamientos, pero no a la escala actual. Se divertía, se tomaba su tiempo si así quería, cosa que iba en contra de su entrenamiento. En conclusión: seguía siendo un artista en ese arte, pero había tirado por completo las reglas que le enseñaron alguna vez. Si las tenía era solo de apoyo, no como una guía.

Era… desconcertante, porque era y no era. Y no podía evitar preguntarse si, en medio de todo eso, si las circunstancias hubieran sido diferentes…

- No me importaría. - Quién decía esto no quería ni moverse, y ofrecía irse.

Quizás se preocupaba demasiado. Link era Link, incluso si las cosas ya no eran iguales.