NA:Gracias por los review y los mensajes. Realmente agradezco cada opinión y cada nota de apoyo. No tenía pensado hacer algo tan largo ni enredarme de esta forma cuando me puse a escribir de nuevo en el fandom, de hecho estaba un poco fuera de sitio y ni siquiera pensé que fuera capaz de llegar hasta aquí. Reconozco que no tenía ninguna idea clara de cómo iba a ir desarrollando el fanfic y ni siquiera ahora sé cómo va a terminar, pero quiero agradeceros de corazón que hayáis decidido darle una oportunidad y acompañarme en este viaje.
Besos y abrazos
AJ
El caballo de Troya
Falco quiere que llevemos a Melania con nosotros pero he conseguido disuadirle de ello ¿De qué puede servirnos salvo para hacernos perder el tiempo? Creo que mi buen amigo puede estar cayendo bajo el influjo de esa mujer. Me pregunto si le habrá dado alguna poción de amor, la familia de Falco no es tan importante como la mía pero puede aspirar a más que a una bruja de sangre mezclada que además estará para siempre marcada por los viles actos de su hermano.
Hermione pasó más hojas y continuó la lectura.
El viaje está siendo pesado, los puntos de aparición son escasos y aunque Falco es capaz de llevarme por aire en distancias cortas, su forma de halcón se debilita con más facilidad cuando lleva mi peso extra. Calculo que llegaremos a la costa en tres o cuatro jornadas más y allí tomaremos un navío para cruzar el mar.
Sé que todas las vicisitudes merecerán la pena, el oráculo me ha dicho cosas asombrosas, hemos de llegar hasta los manuscritos del gran mago Imhotep, será la forma de recuperar mi magia y a Despina y cobrar por fin la venganza.
Agathon lamentará todo lo que ha hecho así sea lo último que yo haga en esta vida.
Dejó atrás las páginas que narraban el viaje al detalle y buscó el final del manuscrito.
Nos iremos mañana. He explicado a Falco como dejar nuestra casa oculta para todos y preservada para cuando regresemos. No quiero que nuestras posesiones caigan en malas manos. Usaremos el antiguo encantamiento de enterramiento y dejará aquí este diario esperando recuperarlo más adelante.
—Termina aquí —murmuró ella con frustración —me gustaría saber cómo acabó todo.
—No demasiado bien para él, me temo —replicó Draco con ironía —por lo que sabemos se volvió loco y empezó a matar a gente en su madurez, por no hablar de todo eso del horrocrux y el báculo, ya sabes.
Hermione suspiró y dejó a un lado el diario del que ya tenía una copia metida en el bolso.
—Al menos ya sabemos por qué quería construir ese báculo, sea cual sea la maldición que le lanzó Agathon hizo que no pudiera utilizar su magia, al menos no canalizada a través de una varita —Ella se sentó en un pequeño tocón de piedra y frunció el ceño, pensativa —no hacía mucho que habían empezado a utilizar varitas en el mundo mágico, pero si lo suficiente como para que los magos y brujas crecieran con esa sabiduría que, una vez aprendida, es complicada desaprender. Por ejemplo, los muggles tienen la tecnología, hace unos años era impensable salir a la calle con un teléfono en el bolsillo, estaban acostumbrados a utilizar unos aparatos fijos en casa o en las cabinas de la calle —rió alzando las cejas con incredulidad —ahora todo el mundo tiene un teléfono y las cabinas se han convertido en algo obsoleto que, en unos años, nadie sabrá como usar. En la época de Herpo se habían acostumbrado a las varitas pese a que apenas un par de siglos atrás no las hubieran utilizado y para él debió de ser muy difícil verse privado de su uso.
—No entiendo muy bien la analogía de los tefonos muggles pero está bien, supongo que si me quitaran la varita, aunque siguiera teniendo magia y pudiera elaborar pociones y demás ¿Cómo podría canalizar el poder? Nada de hechizos, ni maldiciones, nada de apariciones… ¿Cómo demonios lo hacían antes?
Hermione rió.
—Al parecer Imothep descubrió como hacerlo… más o menos. Al menos descubrió como rellenar de magia un receptáculo.
—Sí, pero. Si no tenían una varita con la que lanzar la maldición ¿Cómo puedes meterla dentro del objeto?
—En la antigüedad algunos magos y brujas poderosos tenían la capacidad de proyectar su magia, algo así como la magia accidental de un niño pero controlada. Por lo que pude ver con Enola, Imhotep era uno de ellos, él podía canalizar la magia con sus propias manos —Hermione miró sus dedos casi con reverencia —¿Te imaginas? Tener la capacidad de que tu propio cuerpo haga algo así…
—¿Y el resto?
—Supongo que hemos ido evolucionando, como los muggles. Al principio seguramente los magos y brujas se dedicarían a utilizar sus dones en alquimia, pociones, adivinación… mientras que algunos pocos elegidos, como Imhotep, podrían ir un paso más allá —sonrió mirándole con burla —¿Te imaginas? Hace milenios habría algunos magos puristas que pensarían que únicamente aquellos capaces de canalizar la magia con su propio cuerpo eran dignos de ser magos…
Malfoy la ignoró y se apoyó en la pared.
—Entonces únicamente quería el báculo para poder usar la magia que Agathon le había robado… esperaba algo más… espectacular —dijo casi con molestia.
—Lo que consiguió fue espectacular, aterrador, malvado y oscuro, pero espectacular, al fin y al cabo.
—No fue más que un mago vengativo y celoso, Granger.
Ella rió.
—Me gustaría saber qué ocurrió con Despina —Hermione apretó los labios, pensativa —¿La encontró? ¿Dónde la llevó Agathon?¿Volvió con ella?
—Bueno hay algo que sí sabemos, no se casó con ella. Todos los registros mágicos coincidían en que nunca contrajo matrimonio ni tuvo hijos.
—¿Crees que ella murió? —preguntó Hermione —Tal vez llegó demasiado tarde y ella había muerto ¿Y si su pérdida fue lo que le volvió loco?
Draco resopló.
—Como se nota que eres una chica —masculló con burla.
—Eso es sexista, Malfoy.
—Es un hecho, Granger ¿Loco por la pérdida de esa mujer? —bufó —no me hagas reír, ni siquiera estaban enamorados. Solo una bruja tonta podría buscar el romanticismo a semejante historia. Seguramente Despina terminó casándose con Agathon y teniendo diez o doce hijos y cuando les encontró se volvió loco de rabia y celos y los mató y ahí empezó su declive hacia la demencia.
Hermione fue abriendo los ojos más y más con cada palabra del rubio.
—Eso es… eso es ¡Horrible! Que historia tan fea
—Pues tiene mucho más realismo que la tuya —replicó él.
—¿Por qué iba a casarse con una persona que mató a su padre y la secuestró? Eso es un Síndrome de Estocolmo de manual.
—¿Estocolmo? ¿Qué tiene que ver Estocolmo con esto? Granger no tengo ganas de viajar de nuevo.
Ella hizo un gesto displicente con la mano y se cruzó de piernas.
—¿Y si no la secuestro? —preguntó de pronto, envarándose—a lo mejor ella se fue con él de motu proprio.
—¿Y su padre?
—A lo mejor ella amaba a Agathon que, siendo un mestizo no era aprobado por su familia… en aquella época lo de matarse unos a otros no estaba tan mal visto como ahora…
Draco se echó a reír sin poder evitarlo al escuchar a la estirada de Hermione Granger hablar de las matanzas de la antigüedad como si fueran algo de todos los días.
—¿Sabes, Hermione? —dijo acercándose a ella lentamente y bajando la voz hasta que fue apenas un susurro— quiero… no, necesito estar dentro de ti.
—¿Qué? —preguntó ella con voz estrangulada cuando él la levantó a pulso y la empujó contra la pared.
—Aquí—susurró contra sus labios dandole un mordisco —rodéame la cintura —ella lo hizo y ambos gimieron cuando sus cuerpos entraron en íntimo contacto incluso a través de las capas de ropa —abre la boca —hundió la lengua en un beso voraz que no ocultaba nada del deseo visceral que le recorría en ese momento —joder, Hermione
Apoyó la frente en la de ella y, con una de sus manos afianzada en sus nalgas y usando su propio peso para mantenerla anclada a la pared, cogió la varita con la otra y desvaneció sus pantalones y su ropa interior. Ella jadeó con sorpresa al sentir la desnudez en la parte inferior de su cuerpo y él sonrió contra su boca, dejando caer la varita para casi arrancar los botones de su propio pantalón en las prisas por liberar su dolorosa erección.
Bajando la molesta tela y peleándose con los bóxer de seda negra, agarró su propio miembro por la base y tiró de él en una lánguida caricia hasta la húmeda punta.
—Me vuelves loco —gruñó guiando el grueso grande hacia aquella entrada al paraíso —Oh Merlín… —el aire abandonó su pulmones con brusquedad cuando sintió los femeninos labios empapar la punta de su polla con esa almibarada calidez —siempre tan preparada, joder —mordió las palabras empujando las caderas hasta que la mitad de su erección se encajó en aquel canal maravillosamente ceñido —apriétame —susurró con la voz áspera mientras sus dos manos abarcaban las redondeadas nalgas separándolas para poder meterse mejor entre sus piernas.
Hermione se aferró a su cuello y gimió su nombre oprimiendo con sus músculos internos aquella carne gruesa y dura que se metía en su interior sin titubeos.
—Draco —jadeó enredando los dedos en aquellos mechones suaves y platinados —por favor, más… más fuerte.
Él rió, una risa baja y gutural antes de embestir con brusquedad hasta empalarla por completo. Se quedaron quietos, sintiéndose el uno al otro, sintiendo como sus cuerpos se reconocían, se celebraban, se reencontraban una vez mas.
Se miraron a los ojos y el tiempo dejó de tener sentido. En aquella casa enterrada, en aquel tiempo entre tiempos, en aquel lugar atemporal en el que se habían refugiado, nada más que ellos importaban.
Se olvidaron de la misión, del báculo, del ataque. Se olvidaron de todo lo que no era tocarse, olerse, sentirse, saborearse… Nada más tenía sentido, solo él, ella, solo ellos, juntos.
Y entonces el sexo no fue lo más importante, la lujuria fue dando paso a la ternura, los mordiscos se convirtieron en pequeños besos, los gemidos fueron susurros y las embestidas meros roces, lentos, largos, sin prisa.
Draco dejó de follarla contra una pared y se sentó en aquella tosca silla para hacerle el amor con tiernos empujes que hicieron alcanzar cotas cada vez más altas hasta que, con un orgasmo devastador, ambos se dieron cuenta que no solo habían perdido el corazón, también habían perdido sus almas.
….
Cuando los aurores y los medimagos hubieron terminado con el viejo y ruinoso castillo de los Nott, Anthony no había aparecido.
Harry dejó a un par de aurores haciendo guardia en el lugar, por miedo a que alguna maldición le hubiera alcanzado estando desilusionado y no hubiese nadie para atenderle cuando se pasaran los efectos del hechizo.
Acompañó al resto de sus amigos a San Mungo, preocupado por la situación de Theo y se sentaron todos en la sala de espera.
—Esto empieza a ser demasiado repetitivo —dijo Blaise recostándose en el respaldo de una de las sillas —es un cabrón cabezota y luchador, seguro que se pondrá bien —añadió más para si mismo que para Harry.
—Seguro —respondió el auror sin apartar la vista de Ginny y de Luna que estaban abrazadas en un rincón algo más alejado —no imaginaba que Theo y Luna…
—Tío, yo tampoco —interrumpió Blaise —de hecho no estoy del todo seguro de que esto funcione en las dos direcciones ¿Sabes? —añadió con cierto toque de pesar —Theo ha pasado mucho tiempo detrás de Hermione… al menos pensándoselo, es tan lento que se la han levantado en las narices pero aún así…¿Luna Lovegood? —chasqueó la lengua —es guapa, no lo niego, pero Theo no es para nada superficial, podría jurar que lo que primero le gustó de Granger fue su cerebro —suspiró —es una pena porque parece buena gente —entrecerró los ojos —es peculiar, pero intrínsecamente buena.
Harry rió bajito.
—¿Sabes? Lo es. No pensé que fueras a darte cuenta tan rápido.
—No la he tratado mucho, pero no soy idiota —se encogió de hombros —no sé, tal vez mi amigo también haya visto esa… ¿Pureza estaría bien dicho? Solo espero que salga bien de esta y que no sea demasiado imbécil con ella.
—No te preocupes, si sirve de algo no creo que Luna sea tan… directa. Supongo que si no hubiera sido por el susto que se ha dado ninguno de nosotros hubiéramos sabido que siente algo por él.
—Hablando de eso —Blaise frunció el ceño. Se sentía condenadamente incómodo pero o lo hacía del tirón o iba a pasarse media vida pasando de puntillas sobre el tema haciendo de todo aquello algo desagradable —quería que supieras que yo…
—Sé lo de Ginny —le vio sonreír —está bien, quiero decir, realmente lo único que quiero es que ella sea feliz. La quiero, vas a tener que vivir con eso.
Blaise hizo una mueca pero entendió el punto.
—Creo que yo también ¿Sabes?
—Bien —dijo Harry sin perder la sonrisa —eso te ahorrará problemas.
—Quiero que sepas que iba a irme a Italia
—¿Por qué? —preguntó Harry realmente intrigado.
—Porque puede que no seamos los mejores amigos, Potter, pero eres un tío legal y en general me caes bastante bien. Jamás me hubiera metido en medio —prefirió no decirle que valoraba demasiado su pellejo como para arriesgarse a que se lo hubiera arrancado a tiras.
El auror asintió y le miró a los ojos, del modo en que posiblemente lo haría un Legeremante.
—Gracias por eso —dijo con sinceridad.
—Gracias a ti por no matarme y tal —masculló el moreno con una mueca burlona.
Harry sonrió apoyando la cabeza en la pared.
—Creo que deberíamos avisar a Hermione.
—Tal vez es mejor esperar un poco —murmuró Blaise —hasta estar seguros… puede que esté con Malfoy pero creo que tiene cierta debilidad por Theodore.
—Sí, de hecho ¿Quién habría pensado que iba a terminar con Malfoy? —dijo Harry con incredulidad.
—Obviamente yo no, te recuerdo que perdí la dichosa apuesta.
—¿Fiuste a ver a los padres de Alicia?—preguntó Harry al cabo de un rato.
Blaise asintió con gesto serio.
—Le darán el alta en un par de días, ya está despierta y parece que se recuperará sin secuelas. La mujer de Weasley estaba allí.
—Eso es bueno. Si solo la señora Longbottom se recuperase también…
—¿No hay mejora?
Harry sacudió la cabeza.
—Aunque supongo que podemos ser optimistas porque al menos tampoco ha empeorado, es solo que Neville ha pasada toda la vida viniendo aquí a visitar a sus padres… Es injusto que pueda terminar haciendo lo mismo por su abuela ¿no? A veces todo es una mierda.
—Amén a eso.
Pasó una hora entera hasta que el medimago salió.
—¿Familia de Theodore Nott?
Blaise hizo una mueca.
—Nosotros.
El medimago alzó las cejas con incredulidad, obviamente habiendo alusión al tono de la piel del chico en comparación con la de su paciente.
—La guerra dejó a mucha gente sin familia —intervino Harry con su habitual diplomacia —los que carecemos de ella nos hemos adoptado unos a otros —sonrió con pesar y Blaise pudo ver cómo el rostro del medimago se ablandaba al instante.
Veinte puntos para Potter, pensó sin poder evitarlo.
—Tiene razón, señor Potter —se ajustó las pequeñas lentes que llevaba apoyadas en la punta de la nariz —su amigo se pondrá bien. Está estable y ahora mismo se encuentra descansando, le hemos dejado dormido, necesita tiempo de recuperación y el sueño es una gran medicina para que las pociones que le hemos administrado hagan su función. Mañana podrán verle, hoy, me temo que estará en observación.
El alivio se extendió por todos y Harry dejó escapar el aire que no sabía que había estado conteniendo. No se veía capaz de seguir sufriendo las pérdidas de sus amigos, estaba cansado de que la oscuridad siguiera intentando extender sus alas sobre ellos ¿Acaso no se habían ganado ya algo de tranquilidad?
—Gin —se acercó a la pelirroja y le puso la mano en el hombro con cariño —¿Crees que Luna podría quedarse en La Madriguera esta noche —se frotó la nuca —Regina está en Grinmauld Place y mientras no esté seguro de ella no quiero poner en peligro a nadie.
—Claro que puede quedarse. ¿De verdad desconfías de ella, Harry?
Él suspiró, sintiéndose completamente extenuado.
—No, pero Hermione y Theo son los cerebritos… Suelo escuchar sus consejos, ya sabes. Aún así no creo que ella esté implicada. Aunque es cierto que han podido… sugestionarla de alguna forma —inspiró y sacudió la cabeza —no lo sé, pero mientras exista la posibilidad prefiero no arriesgar a nadie.
—Está bien, la llevaré a La Madriguera, mi madre se ocupará de ella de mil amores.
—No lo dudo.
Nada gustaba más a Molly Weasley que un alma perdida y desamparada que necesitara de sus cuidados y su amor maternal.
—Os acompañaré.
Blaise pasó un brazo sobre los hombros de Ginny mientras ésta agarraba a Luna de la mano y juntos fueron hasta el punto de aparición.
….
Cuando el tirón de la aparición y el consiguiente mareo desaparecieron, Anthony soltó la capa de Adrian a la que se había sujetado y se alejó hasta que su espalda tocó una de las paredes.
Agitó la varita con un hechizo no verbal y colocó de nuevo la desilusión sobre su cuerpo. Era imperativo no dejarse ver y mantenerse lo más alejado posible de cualquier persona que pudiera tropezar con él, de cualquier tela, mueble o viento. De modo que, completamente pegado al rincón más apartado, se mantuvo en el más absoluto silencio, esperando.
Agarrarse a su amigo cuando las barreras de Nott bajaron al recibir aquella maldición había sido un impulso más propio de Draco que de él, pero cuando vio que empezaban a aparecerse pensó en la gran oportunidad que podía ser irse con ellos e infiltrarse de la forma más simple y sutil.
Ahora lo complicado sería conseguir enviar la ubicación a Harry o a Loughty antes de que le pilaran y aquel viajecito terminara siendo la peor idea del mundo.
Además tampoco estaría mal averiguar qué habían hecho a Adrian para revertirlo. Siendo dos en lugar de uno solo, las oportunidades jugarían un poco más a su favor.
Vio que Adrian salía junto a Grayback, Rabastan Lestrange y tres personas más que no conocía, pero él se quedó allí en el mismo lugar en el que estaba.
La experiencia le había enseñado que era mejor pensar con cautele su siguiente paso porque ya había actuado con suficiente insensatez al llegar hasta allí.
Era importante mantener la paciencia el tiempo suficiente para que todos se relajaran y después encontrar un lugar seguro y oculto desde el que poder convocar un patronus incorpóreo sin ser visto.
También era imperativo averiguar dónde se encontraban.
El lugar le era ligeramente familiar, aunque no podía recordar por qué. Con cuidado, se movió lentamente sin despegar la espalda del muro y se encaminó hacia un pequeño hueco que parecía ser algún viejo escobero lleno de polvo y telarañas.
Perfecto. No creía que nadie hubiera pisado aquel lugar en años. Se arrebujó en las sombras, cerró los ojos para dejar que el resto de sus sentidos se ampliaran y esperó.
—Maldita sea ¡Era mi hermano! —el gruñido bajo y furioso llegó desde el lugar en el que se habían aparecido un rato antes — Ese no era el plan ¡No era el jodido plan!
—Cálmate, Rabastan —era una mujer, una que hablaba en voz baja, casi como si temiera ser escuchada —lo mejor que podemos hacer es permanecer callados por ahora.
—Lo mejor que podemos hacer es largarnos. Rodolphus tenía razón, joder. Se lo ha cargado.
—Él dice que fueron los aurores.
Una risa seca y sin humor llegó a los oídos de Anthony
—Fue él, lo sé… debería haberle escuchado.
—¿Y qué vas a hacer? Ya no puedes hacer nada, lo mejor es mantener el perfil bajo y esperar.
Les escuchó seguir hablando pero sus voces eran apenas audibles mientras se alejaba por lo que nada de aquello fue de ninguna utilidad.
Debía seguir esperando, era una suerte que la paciencia fuera una de las primeras cosas que Loughty les había enseñado.
….
El mensaje de Ginny llegó hasta Hermione tres horas después mientras cenaban en la bonita casa de Çanakkale y, una vez más, para gran frustración de Draco, tuvieron que salir corriendo hacia Londres sin mirar atrás.
—Es una suerte que el traslador de Loughty sea de contrabando —murmuró el rubio cuando llegaron a Grinmauld Place —¿Sabes lo extraño que es venir a esta casa y que mi tía abuela nos reciba dando berridos desde la pared? —soltó una risita —¿Por qué no quitas ese cuadro, Potter? —preguntó al moreno cuando le vio en el pasillo.
—Porque desgraciadamente no quiere que la quiten de ahí —masculló el auror.
—Quémalo —replicó Draco ofreciendo alternativas.
—¿No crees que quemar el cuadro pondría en riesgo el resto de la casa? Quiero deshacerme de Walburga Black, no de la mansión entera.
—Mmm —Draco miró el cuadro de aquella vieja gritona y ladeó la cabeza, pensativo — ¿Emparedarlo? —preguntó después de un rato —si la metes entre dos paredes bien gordas perderías unos metros de pasillo pero tal vez ganarías en tranquilidad.
—¿Y dejaría de escucharse?
El rubio frunció el ceño, inseguro.
—No sabría decirte. ¿Has preguntado al Weasley rompemaldiciones?
—Sí, pero es magia ancestral, no una maldición.
—Oh —una sonrisa lenta y maliciosa se fue abriendo paso en el rostro de Draco —soy tu hombre —dijo sin poder evitar la diversión en su voz.
—¿Cómo?
—Magia ancestral vinculada a la casa, Potter, magia de sangre.
—Tú eres un Black —dijo Hermione que empezaba a comprender.
Draco le guiñó un ojo y Harry parpadeó, confuso. Ver aquel gesto burlón y casi cariñoso en Draco Malfoy era casi aterrador y, si además, se lo dirigía a Hermione Granger, hija de muggles, era completamente bizarro.
Saber que estaban… juntos, era malo, pero verlo no le hacía demasiada gracia. Suponía que eventualmente iba a aceptarlo y puede que incluso, con el tiempo, hasta lo normalizara, al fin y al cabo ella era casi una hermana para él y…
Un momento.
El cerebro de Harry colapsó.
Si Hermione era una hermana para él y ella tenía hijos con Malfoy ¿Serían los hijos de Malfoy sus sobrinos?
Se llevó la mano a la sien sintiendo que una repentina migraña se iba a hacer presente más pronto que tarde.
—Te ayudaré a quitar ese cuadro en cuanto terminemos con todo esto —estaba diciendo el rubio cuando Harry volvió a la realidad —¿Nott está bien entonces?
—Sí, mañana podremos ir a visitarle.
Los tres pasaron al salón y Harry les contó lo que había ocurrido. Ni bien había terminado, Ron apareció por la red flu y se abalanzó sobre ellos.
—¿Por qué no me has avisado, Harry? Me he tenido que enterar por George y a él se lo ha contado Angie porque a ella se lo dijo Blaise que fue a ver como estaba Alicia y…
—Vale, vale Ron —Harry sacudió la cabeza intentando entender algo de lo que había dicho —¿De qué hablamos?
Ronald le miró, ofendido y se dejó caer en el sofá
—Ah, espera… no lo sé ¿Tal vez de que raptaron a mi hermana pequeña y mi mejor amigo que estaba en el mismo Callejón Diagon a unos metros de la tienda donde me paso todos los días no pensó que merecía saberlo?
—Si no hubiera estado todo controlado…
—Sí, seguro, muy controlado —masculló el pelirrojo bastante enfadado —te recuerdo que fui un auror, Harry. Puede que no estuviera en el cuerpo mucho tiempo pero sí lo suficiente para saber como funciona esto. No me lo dijiste porque tendrías el establecimiento cerrado ¿verdad?
—Exacto.
—¿Pero un patronus? ¿Algo de información? ¡Mierda Harry! ¡Avisaste a Nott!
—Y mira como terminó —masculló el auror con culpa.
—Si te sirve de algo Ronald —comentó Hermione —yo también acabo de enterarme.
El pelirrojo refunfuñó pero aquel dato pareció rebajar un poco su mal humor.
—Además tú tampoco me contaste lo de Padma —dijo Harry de pasada. No estaba seguro de que hubiera algo ahí, pero fue un tiro al azar que dio en el blanco.
Ron se prendió con una tea.
—Vaya Weasley —Malfoy no pudo contener años de burlas ni siquiera por Hermione —no sabría decir donde acaba tu frente y empieza tu pelo —se rió bajito de su propio chiste, ignorando el codazo que le dio la bruja.
—¿En serio, Ronald? —Hermione sonrió, encantada —¿Con Padma? — Su amigo fulminó a Harry con la mirada y se frotó la nuca, incómodo —Ya era hora. Creo que lleva un par de años enamorada de ti.
—¿En serio? —la miró con, en opinión de Draco, una cara de bobalicón máximo y sonrió —Vaya
—Me parece que es hora de que me largue de aquí —murmuró Draco que se preguntó cómo podría llevarse a Granger con él para terminar lo que había tenido intenciones de empezar en Turquía.
Estaba pensando en que cargársela al hombro y aparecerse no era una buena opción cuando un patronus incorpóreo flotó entre ellos y la voz de Anthony se escuchó, fuerte y clara.
—Infiltrado. Desde la fortaleza. Muerto si me descubren. Usarme de referencia. Una única oportunidad.
—Vale —Ron se levantó y enfrentó a su mejor amigo con una seriedad que no habían vuelto a ver en él desde los tiempos de la guerra —ahora sí vais a decirme qué coño está pasando y por qué Anthony Goldstein acaba de decirte que se ha infiltrado.
—Ron…
—No, Harry. Puede que no sea un auror pero si tengo que sacar la varita y luchar… voy a hacerlo.
—Ronald… —murmuró Hermione con una sonrisa trémula secundada por la de Potter.
—Y así —dijo Draco cargándose aquel momento tan emotivo y perfecto —el trío de oro vuelve a la carga. Merlín nos pille confesados.
—Draco, eres un idiota —Hermione le empujó sin ocultar su irritación.
—¿Y ahora te das cuenta? —le preguntó Ron —y ya de paso ¿Por qué él sí sabe lo que está pasando y qué hace metido en ello?
—Es un agente secreto de un departamento secreto del Ministerio. Un espía —resumió Harry sin más.
—¡Potter! —Draco le miró con una mueca de horror tan cómica que Hermione tuvo que morderse el labio para no soltar una carcajada aunque no pudo evitar una risita.
No era gracioso, de hecho puede que el momento fuese de lo más inoportuno, pero aquella cara de pasmo no tenía precio.
—Joder ¡Es un puto secreto de estado!
—Él no dirá nada —Harry se encogió de hombro como si revelar la existencia de la SISA no contraviniera por lo menos diez puntos de los que Loughty le había hecho firmar tiempo atrás.
—Es verdad, no lo hará —constató Hermione.
—Merlín, Granger, tú trabajas con leyes.
Ella sonrió.
—Bien —dijo el rubio ignorándolos finalmente—ya le habéis oído. En marcha entonces.
—Espera Draco… ¿Y si es una trampa?
—No voy a esperar, mis compañeros están allí, los dos. No sé vosotros pero yo voy, sea o no una trampa. ¿No te das cuenta, Hermione? Tony es nuestro Caballo de Troya.
Ella lo pensó un instante y asintió.
—Tienes razón. Es ahora o nunca.
—Sea entonces —dijo Ronald
—¿Harry? —preguntó Hermione.
—¿Tengo que sacar la varita y decir eso de "Todos para uno"? —preguntó sin poder evitarlo.
Hermione rió y Draco y Ronald se miraron sin comprender pero sin ninguna gana de preguntar.
—Sujetaos —dijo el rubio.
Y cuando los miembros del trío de oro se sujetaron a él, se apareció.
