—¿No deberíamos estar allá afuera?
La pregunta de Lillie resonó en el interior de la vacía habitación. Ash, la persona a la que iba dirigida, estaba saliendo del cuarto de baño con una toalla alrededor de los hombros. No traía puesto nada más que un largo pantalón deportivo y una camisa de tirantes. El aire caliente de la habitación impedía que el frío del exterior calara sus huesos.
—Bueno, creo que a todo el mundo le gustaría explorar un poco por su cuenta de vez en cuando— respondió, caminando hacia la cama.
Lillie estaba sentada al borde de la cama, vestida con una sudadera y un pantalón deportivo. Su cabello estaba levemente humedecido. Movía los hombros en un gesto que ella consideró la ayudaría a reducir la rigidez de los mismos.
—Si tú lo dices, entonces te creo —dijo Lillie con una sonrisa apacible en el rostro, terminando de secarse las puntas de su larga melena rubia.
Ash se recostó en la cama, poniendo los brazos debajo de la cabeza para que la humedad no afectara demasiado a las mantas. Todavía les quedaba una hora antes de que tuvieran que irse, por lo que la aprovecharía. Cerró los ojos, tomó aire y lo liberó en un suave suspiro.
—¿Cansado? —le preguntó ella con una sonrisa juguetona.
—Al contrario. Tengo tanta energía que no sé ni qué hacer con ella —dijo él, entreabriendo los ojos para ver a su pareja.
Lillie, quien también lo veía de soslayo, se rio.
—Reconozco esa mirada. Anda, dilo.
—No me malinterpretes. Me encanta cuando estamos todos juntos. Tú, Rotom, Pikachu, los chicos… Una enorme familia feliz…
—Pero…
Ash se arrodilló en la cama, arrastrándose hasta quedar detrás de Lillie. La rodeó por la cintura y pegó el mentón sobre su hombro derecho. Cerró los ojos, sintiendo que nada más en el mundo importaba; solo este momento. Sintió su calor, degustó el dulce aroma de su cuerpo y se reconfortó al escuchar su respiración.
—Pero de verdad necesitaba un momento como este. Solos tú y yo —dijo por fin.
Aether volvió a reírse. Dejó la toalla de lado y echó los brazos hacia atrás, rodeando el cuello de Ash con ellos.
—Intentaré hablar de nuevo con Rotom. Esta vez sin peleas tontas o provocaciones —dijo, recostándose sobre el cuerpo de su pareja—. Creo que tiene la madurez suficiente para entender que la privacidad de los demás es importante.
Ketchum no dijo nada, simplemente asintió. Se sentía como un pequeño Litten cuando estaba así con ella. Él no expresaba demasiado su cariño con palabras, sino que lo hacía mediante el contacto. Lillie era un poco lo contrario.
—¿Recuerdas nuestra primera batalla? —preguntó Lillie.
Ash abrió los ojos y notó la mirada nostálgica en el rostro de Lillie. Esta una pregunta que requería una respuesta verbal.
—Sí. Fue la mañana del día que conocí a Gladio.
—Recuerdo como me sentí esa vez. Fue… tan revelador —Se puso de pie solo para recostarse bien en la cama junto a Ash—. Estaba tan nerviosa. Nunca había combatido contra otro entrenador y tenía mis habilidades en muy baja estima. Pero, cuando me dejaste usar a Rockruff y a Rowlet… Bueno, en ese entonces, para mí, esos dos eran invencibles. Sí, habían perdido contra el señor Hala, pero… era el señor Hala, ¿sabes? Un Kahuna. Un hombre fuerte, sabio y amable…
Ash sintió un cosquilleo en la nariz y notó como la de Lillie se enrojecía levemente. Dos años después, para los alolianos, la pérdida de Hala seguía sintiéndose increíblemente fresca. A Ketchum a veces le daba un poco de miedo que, por más que lo intentaba, no conseguía llorar sus pérdidas. Era como si su estancia en el mundo de los muertos lo hubiese hecho adquirir una extraña visión de la vida. ¿O tal vez solo estaba en paz porque sabía que los caídos en batalla también lo estaban? No pudo seguir pensando en ello.
—El punto es que tenerlos a mi lado alivió un poco mi nerviosismo. En mi cabeza, tenerlos de mi lado me daba una ventaja contra Yungoos y la pequeña Peke —Se rio, cosa que le contagió a Ketchum—. Ese alivio duró menos de un minuto. Cuando comenzaste a usarnos como un saco de boxeo, estuve tan…
—¿Frustrada?
—Al principio, sí. Pero después me sentí desanimada por la facilidad con la que había perdido —admitió—. Me hizo darme cuenta de que lo que importa a la hora de combatir no es la fuerza del Pokémon, sino la precisión con la que se le comanda.
—"Gracias por la batalla, maestro"… Recuerdo que eso fue lo que me dijiste.
—Bueno, te estás saltando unos pequeños detalles, pero sí, eso dije.
Se quedaron viendo de frente en un cómodo silencio que eventualmente fue roto por sus risitas.
—Vas a ir con esos cuatro chicos, ¿cierto? —preguntó Lillie.
—Sí. Imagino que tú vas a ir con esos cuatro —dijo Ash—. ¿Cómo se lo tomó Comfey?
—Él lo entendió. Sabe que su especialización es el soporte, no la ofensiva como tal.
—Le daremos su batalla cuando volvamos a casa.
—Te aseguro que no espera menos.
—Las que sí esperan algo son nuestras pequeñas —rio Ketchum.
—Oh, esas dos no pueden tener los ánimos más encendidos —asintió Lillie, poniéndose un puño frente a la boca y riendo.
—Estoy feliz, Li —dijo Ash de pronto, deteniendo la risa de Aether—. Estoy realmente feliz de que hayamos llegado hasta aquí.
La rubia le dedicó una cálida sonrisa y le colocó una mano en la mejilla.
—Hagamos de este un encuentro especial. Digamos que es… —Lo pensó por un momento— mi graduación. Si logro derrotar al menos a uno de tus muchachos, me habré graduado de alumna.
—¿Solo uno? —Ash recobró su sonrisa—. ¡Puedes aspirar a mucho más, Li!
Lillie dejó salir una tierna risita.
—¿Entonces dos?
—¡Muy bajo! ¡Apunta a ganarme!
Volvió a reírse.
—¡Imposible! —exclamó.
Guardó silencio en cuanto sintió el tacto de la mano de Ash sobre su mejilla. Vio sus ojos, levemente entrecerrados. Le estaba devolviendo la misma sonrisa que ella antes le había dado.
—Esfuérzate, Lillie. Eres capaz de mucho, mucho más. ¡Después de todo, eres súper asombrosa!
Lillie se sonrojó, apartó la mirada y cerró los ojos. No pudo contener su sonrisa. Con las mejillas coloradas, habló.
—V-vamos, tampoco es para tanto…
Ketchum abrió los ojos con fuerza y rompió en carcajadas.
—¡H-había olvidado eso! ¡Lo había olvidado completamente! —exclamó, rodando en la cama y quedando bocarriba.
—¿E-eh? ¿De qué hablas? —preguntó Lillie, recargándose sobre su brazo derecho mientras sonreía.
—¡D-de eso! ¡De que tratabas de fingir modestia cuando te halagaba! "E-es algo obvio…" ¡Eso decías siempre! —señaló, volviendo a reírse.
Lillie lo pensó y entonces lo recordó. Se recostó en la cama y también comenzó a carcajearse.
—¡Hazlo de nuevo, Li, hazlo de nuevo!
—¡Para eso vas a tener que halagarme!
Ambos pasaron el resto de su tiempo juntos entre carcajadas y sonrisas.
—Entonces aquí partimos caminos.
Se encontraban en el crucero que los llevaría por direcciones diferentes. Ahí los esperaban Rotom y Pikachu. El roedor le entregó a Ash su vieja riñonera negra con sus Poké Balls en el interior.
—¿En serio vas a usar esa cosa vieja? —le preguntó Lillie, ligeramente avergonzada.
—¡Por supuesto! ¡Fue el primer regalo que me hiciste! Irá conmigo a la batalla y a la tumba —dijo con total seguridad.
—Imagino que tú también tienes todo preparado, Lillie —dijo Rotom, volteando a ver a la rubia.
Ella asintió.
—Todo listo.
La Pokédex suspiró.
—Entonces es hora de despedirlos. Suerte a los dos, cabezas de chorlito. Pikachu y yo los estaremos apoyando.
—¡Pika pi! —dijo el roedor.
—Por supuesto que vas a apoyarme a mí con un poquito más de fuerzas, ¿verdad, Pikachu? —Lillie se acuclilló, acariciando su mentón.
—Chaaa…
—¡Traidor! —exclamó Ash con las manos tras la cabeza mientras se reía.
—Oigan, me lo estaba preguntando, ¿pero por qué tienen el pelo húmedo otra vez? ¿No se habían bañado en la mañana? —interrogó Rotom, curioso.
Lillie terminó de acariciarle la barbilla a Pikachu y se puso de pie. Encaró a Ash con una gran sonrisa desafiante.
—La próxima vez que nos veamos será en el campo de batalla. Prepárate, Ash.
—Lo mismo digo, Li. ¡Voy a ir con todo!
Rotom, por un momento, creyó que se iban a besar, pero no pasó. En su lugar chocaron los cinco. Parpadeó.
—Oigan, ¿por qué ignoraron mi pregunta?
Ash y Lillie dieron media vuelta, cada uno en distinta dirección. Intercambiaron una última mirada y luego empezaron a caminar.
Rotom y Pikachu se quedaron en el medio, viéndolos partir. La Pokédex se rascó la carcasa, confundida.
—Pikachu.
—Sí, tienes razón. Vámonos.
Ambos tipo Eléctrico se dirigieron hacia las gradas con una sonrisa. Estaban ansiosos por ver lo mucho que las cosas habían cambiado.
El público general ya había superado el fuerte impacto que había dejado el final del combate de Kiawe y Gladio, por lo que pudieron volver a centrar sus mentes en la batalla que habría ante ellos.
Múltiples sonrojos se veían alrededor del estadio, así como cuchicheos de todo tipo. Las cámaras de los teléfonos estaban listas para filmar cualquier cosa que pudiera suceder. Si había algo que las personas disfrutaban más que un buen combate eso era una historia de amor interesante. Y el segundo y último combate del día prometía exactamente eso.
—¡Qué emoción! —exclamó Mallow, subiendo y bajando ambos codos— ¡Por fin un duelo de alumna contra maestro!
—¡Ey, yo también pelee contra el jefe! —dijo Elio, indignado.
—¡A-ah!... Bueno, ¡dije "alumna", Elio tontito! —Mallow rio, girándose y dándole un golpecito en la frente al Asutoro.
—Yo peleé contra Gladio —intervino Selene.
Esta vez Mallow se quedó sin argumentos.
—¡BUENAS TARDES, QUERIDO PÚBLICO! —El grito de Jeekyo sobresaltó a más de uno, haciéndoles darse cuenta de que la hora había llegado—. ¡Oficialmente damos comienzo al segundo y último combate del día de hoy! ¡Espero que se preparen para presenciar esta batalla que el destino tan generosamente nos entregó! ¡¿Presentamos a nuestros combatientes?!
No hubo nadie que rechazara la propuesta de Jeekyo.
—¡Entonces recibamos al primero! ¡Entrando por la derecha está este hombre! ¡Alguien que no puede vivir sin el combate! ¡El héroe de niños y niñas! ¡Ejemplo a seguir de millones de entrenadores en todo el mundo! ¡Rápido y letal como un relámpago! ¡Lo llaman el Veterano más Joven! —Jeekyo tomó aire—. ¡Su nombre es AAAAAAAAAAASH KEEEEEEEETCHUUUUUM!
—¡Esta vez sí va a salir! —se escuchó gritar desde el interior del pasillo, donde también se vio una flama arder.
El azabache salió corriendo de entre la oscuridad, bañándose con las ovaciones de los presentes. El público, alertado por el grito anterior, miró atentamente a Ketchum.
El paletiano dio un gran salto y de su propulsor salió una llama. Se elevó en el aire, dio una voltereta y cayó. A la hora de la caída sus piernas se cruzaron, haciéndolo tambalearse como un muñeco sky dancer. Hizo uso de toda su fuerza para evitar caer hacia el frente, cosa que logró. Se irguió, subiendo las manos al aire.
—¡Un paso más cerca! —exclamó, carcajeándose.
El público se rio con él, mientras que los que lo conocían suspiraron con cierta resignación y bastante diversión.
—¡Por el otro lado está esta señorita! ¡De mente aguda y sumamente perspicaz! ¡Combate usando su cerebro como arma, y qué arma es! ¡Se autodenomina la Carnada Definitiva! ¡La mujer que dejó a todo el mundo al filo de su asiento! ¡Son muchos alrededor del mundo los que la llaman el Primer Rayo de Sol! ¡Ella es LIIIIIIILLIEEEEEEEEE AEEEEEEEEEEETHER!
La rubia salió de su pasillo con muchísima más calma que Ash. Su cabello ondeaba al viento tras de sí, como una preciosa estela dorada. Como si estuviese imitando a Gladio, se apartó con delicadeza y elegancia un mechón de cabello que le estorbaba. Era tan despampanante que hubo quienes olvidaron aplaudir para contemplarla. Ash fue uno de ellos.
Ketchum estaba mudo, con la boca entreabierta. Sus ojos se centraron únicamente en el cabello de Lillie, específicamente en una cosa: las pequeñas trenzas gemelas que le caían por debajo del pecho. Desde aquel día en el Paraíso Aether, el día después de la incursión, Ash nunca más había vuelto a ver esas trenzas. Sintió tal golpe que casi retrocedió un paso. Agradeció entonces que lo hubiesen presentado primero, porque, de no haber sido el caso, no habría tenido cerebro suficiente como para moverse más allá del umbral del pasillo.
Rotom, en las gradas, rio. Pikachu lo imitó.
—Son un par de románticos… —murmuró.
Esta vez sintió especial curiosidad por ver qué tenía que decir la gente.
XtracJester68: Viejo, la batalla de Kiawe y Gladio me ha emocionado y hecho llorar, y fue solo el principio de esta ronda de batallas, ahora se nos viene algo más intenso. Ash Ketchum contra Lillie Aether, en esta batalla seguro también seremos testigos de varios sentimientos, estoy emocionado.
HashiramaUchiha: LUCHA DE ESPOSOS, hagan sus apuestas damas y caballeros, puede ser un resultado obvio a primera vista pero en todo caso digo que no debemos subestimar a Lillie, especialmente cuando, y estoy citando a Ash aquí, ella conoce a su oponente como NADIE más en el mundo lo hace.
Tragikly: ¿Una pelea entre una pareja de tan alto calibre? Que cosa más intrigante, la posible influencia que su vínculo emocional pueda tener en el transcurso de la pelea, junto con el hecho que tienen estilos de pelea contrastantes promete que esta sea una pelea para recordar, definitivamente estaré a la espera!
Lillie llegó a su posición. Vio el gesto de Ash y le dedicó una dulce sonrisa por haber captado el mensaje.
Ketchum se pasó un dedo por debajo de la nariz, sonriendo también.
En medio de ambos estaba Red Ketchum. El Campeón de Kanto tenía los ojos cerrados y una media sonrisa pintada en el rostro. Nunca dejaría de sentirse feliz por su hermano. Separó los párpados, decidiendo que era hora de ser un árbitro.
—¡Voy a explicarles las reglas, participantes! —dijo en voz alta—. Esta batalla es de cuatro contra cuatro. Las sustituciones están permitidas, pero perderá el que primero se quede sin Pokémon. La Megaevolución y los Movimientos Z están permitidos, pero solo uno y solo una vez. Lo que no se permite son objetos de combate, de mejora de estadísticas ni curativos. Recuerden, puñetazos y patadas están permitidos, pero no a las zonas bajas. Los ojos también están fuera de los límites. ¿Quedó todo claro?
—¡Todo claro, señor! ¡Entendidísimo, señor! —Ash se puso firme como un soldado e hizo un saludo militar.
—¡Entendido a la perfección! —asintió Lillie.
Red alternó la mirada entre ambos, quienes lo veían con una sonrisa. Contuvo la suya y exclamó.
—¡PARTICIPANTES, ENVÍEN A SU PRIMER POKÉMON!
Ash y Lillie cambiaron su objetivo. Dejaron de ver a Red para enfocarse en el otro. El castaño y el verde de sus ojos formaron un precioso y frondoso bosque cuando se entrelazaron. Ambos, sin dejar de verse directamente a la cara, lanzaron sus primeras Poké Balls. Sabían cuál era la elección del otro, por lo que no dudaron en anunciarlo a lo grande.
—¡Gumshoos, yo te elijo!/¡Silvady, te necesito!
Las cápsulas se abrieron, dejando salir a sus residentes. Mangosta y quimera se encontraron frente a frente. Gumshoos movió la barbilla hacia arriba en un saludo informal, mismo que Silvady correspondió un ligero asentimiento. Para ellos verse las caras no era novedad; hacerlo en el campo de batalla oficial sí.
—¡El segundo Gumshoos que vemos en el torneo y, más inusualmente aún, el segundo… Código Cero es el nombre de la especie! ¡Como al participante Gladio, a la participante Lillie se le pidió de antemano que eligiera el tipo elemental con el que combatiría su compañero Silvady y ella eligió el tipo Lucha! ¡Una decisión bastante afortunada!
No había sido suerte. Para nada había sido suerte. Lillie sabía que Ash empezaría con Gumshoos y sabía que también llevaba a cierto alguien. El tipo Lucha era, sin duda, una de las decisiones más acertadas dentro de las posibles.
—¡Participantes, PELEEN!
El grito de Red resonó y eso activó algo en todos los presentes. Lillie, por supuesto, notó el destello de electricidad que había surcado los ojos de Ash. Sabía con qué iniciaría. Lo sabía todo. Lo conocía hasta el más minúsculo detalle, por eso estaba preparada para dar su orden.
—¡Doble equipo!
—¡ECO METÁLICO!
Del cuerpo de Gumshoos comenzaron a derivarse multitud de otros Gumshoos, los cuales dejaron de aparecer en el instante en el que Silvady rugió. De la boca del tipo Lucha emergió un chirrido estridente y en extremo desagradable. Fue tan fuerte que Ash, Gumshoos y varios en el público tuvieron que cubrirse los oídos. La defensa especial de la mangosta bajó considerablemente.
—¡Triataque!
En el hocico de Silvady comenzó a formarse un trío de prismas que rotaban sobre un mismo eje. Lo cargó a máxima potencia.
—¡Elévate! —gritó Ash.
Eso era exactamente lo que Lillie estaba esperando.
Los Gumshoos que alcanzaron a salir sujetaron entre todos al original, arrojándolo al aire con todas sus fuerzas. Lillie vio fijamente la trayectoria y entonces predijo el momento y el punto exacto por el que pasaría.
—¡Eleva la cabeza 83 grados y dispara en exactamente dos segundos! —ordenó la rubia.
Silvady ejecutó con extraordinaria precisión las complejas instrucciones de su entrenadora. Triataque salió disparado y se movió directamente hacia donde Gumshoos estaba yendo.
—¡Doble equipo de nuevo! —gritó Ketchum.
El tipo Normal solo alcanzó a crear un clon, el cual lo empujó con fuerza lejos de la trayectoria de Triataque un segundo antes de ser destruido por éste. Gumshoos, todavía en el aire, comenzó a crear más clones. Empezó a crear triadas de éstos, los cuales lo empujaban con fuerza antes de comenzar a caer al suelo. Gumshoos avanzaba un poco gracias al impulso, invocaba otra triada y cambiaba completamente su dirección.
—¡EL GUMSHOOS QUE DOMINÓ LOS CIELOS! —gritó Jeekyo, extasiado como todos los que veían el espectáculo—. ¡QUÉ HABILIAD, QUE LOGRO! ¡¿Cuánto habrán practicado el participante Ash y su Gumshoos para lograr esta hazaña de la física?!
Lillie pensaba lo mismo. Pensaba que Gumshoos era impresionante. Desde que era solo un pequeño Yungoos había demostrado un fuego en la mirada imposible de apagar. Su dedicación y deseo de destacar era tal que había logrado crear un estilo totalmente nuevo de utilizar Doble equipo.
Tanto Lillie como Silvady siguieron a Gumshoos con la mirada. ¿Podían atacar con Triataque? Sí, podrían, pero solo sería desperdiciar fuerzas. Después de todo, ella sabía perfectamente por donde vendría el oponente.
El tipo Normal iba cada vez más bajo y Aether supo que estaba por atacar cuando todos los clones suyos que había caído a tierra se abalanzaron contra Silvady, saltando para impedirle ver el cielo. Lillie sabía que Gumshoos se camuflaría entre ellos para colar su propio ataque, pero también sabía exactamente por dónde golpearía.
Gumshoos era un Pokémon pequeño pero con mucha potencia. Él aprovechaba eso no para atacar de frente, sino para buscar un punto en el que golpear con todo su poder y desbalancear al oponente. Por eso, Lillie sabía bien cuál lugar había seleccionado. Aprovechó que, por el mar de clones voladores, la mangosta no podía ver lo que Silvady hacía.
—¡Multiataque hacia tu cadera derecha!
La cadera era más fácil de desequilibrar que las firmes patas de Silvady y, dado que la derecha era su lado dominante, afectarlo traería muchos más beneficios a la larga.
Silvady dio un brutal zarpazo hacia la dirección señalada por su entrenadora, destruyendo múltiples Gumshoos e interceptando el Puño hielo de la mangosta original. Forcejearon, pero en cuestión de segundos Gumshoos salió despedido hacia atrás.
La mangosta aterrizó con una grácil voltereta, agitando la pata para aliviar el pequeño dolor que sentía en ella.
—¡LO PREDICE A LA PERFECCIÓN! ¡La participante Lillie ejecuta una ofensiva perfecta y le cierra por completo el paso al Gumshoos del participante Ash!
—Increíble… Realmente es como si supiera todo lo que Ash va a hacer —dijo May sorprendida, con las manos en las mejillas.
—No me canso de ver a Lillie combatir —dijo Lana.
—Ambos son un festín para la vista. El proceso mental de Lillie es sublime, mientras que las técnicas de Ash son visualmente magníficas —aseguró Liam, complacido. Estaba seguro de que su Gumshoos nunca podría hacer lo mismo que el de Ash.
Serena vio el campo de batalla con suma fijeza.
—Entonces eso es lo que pasa cuando conoces a Ash a la perfección… —murmuró tan bajo que ni siquiera los que estaban más cerca de ella la escucharon. Tuvo que apartar la mirada ligeramente ante el escenario que había empezado a desarrollarse.
—¡Increíble! ¡Eso fue increíble, Lillie! —exclamó Ash en el campo de batalla. Sus ojos brillaban y parecía físicamente imposible que su sonrisa pudiese ampliarse más—. ¡¿Cómo supiste que íbamos a atacar por ahí?! ¡¿De verdad ves el futuro?! ¡¿Eres como un Xatu?!
La rubia se rascó la nuca mientras reía, apenada.
—B-bueno, es algo complicado de explicar, pero… —Espabiló. No podía dejarse llevar por la corriente—. ¡Pero por el momento centrémonos en el combate!
—¡Hecho! ¡Cuando gane me vas a tener que contar todo! —dijo Ash, agitando el brazo con fuerza—. ¡Doble equipo!
Lillie vio que Ash no planeaba desistir tan fácilmente. Se quedó en silencio, esperando a ver el siguiente movimiento del oponente.
Las mangostas empezaron a aparecer y, tan pronto como lo hicieron, corrieron en dirección a Silvady. Los ojos de Aether se afilaron, dándole un aspecto amenazante bastante inusual de ver en ella. Su usual rostro amable se transformó en uno tan inquietante como el que Gladio le mostraba a sus enemigos.
Dejarían de ser hermanos, pensó Rotom desde las gradas.
La realidad era que Lillie no estaba tratando de parecer amenazante. Ella solo estaba pensando; calculando. Sabía que si Gumshoos estaba corriendo era porque no planeaba atacar por el aire y, si ese era el caso, entonces tampoco atacaría de frente. Era clásico de Gumshoos barrerse para pasar por debajo de su oponente, por lo que Lillie inmediatamente supo que atacaría por ahí. Pero ¿por dónde?
Para averiguarlo primero tenía que descifrar el patrón de pensamiento de Ash, y eso para ella era cosa sencilla. Antes había atacado por la parte trasera derecha, por lo que ahora iría por una zona completamente opuesta: la delantera izquierda.
O eso creería alguien que no conocía bien a Ketchum. Ash sabía que ella sabía que intentaría sorprenderla, por lo que optaría por atacar la zona trasera izquierda, que era un punto medio.
Silvady vio como las mangostas llegaban hacia él y de inmediato notó a la que se había barrido por debajo de sus patas. Atacaría su pata trasera izquierda, ¿cierto?... Error. Era una finta.
Silvady levantó la pata delantera derecha y dio un pequeño salto. Por debajo de la extremidad pasó volando Gumshoos con su Colmillo ígneo, quien se vio sorprendido por la forma en la que había sido evadido.
La quimera lanzó un Multiataque aprovechando la cercanía de su pata con Gumshoos, pero la mangosta lo evadió magistralmente con una torcedura de su ágil torso. Se enroscó alrededor de la pata de Silvady para morderla, pero un campo de energía verdoso lo apartó bruscamente.
Lillie sabía que ahí no acababa. Vio a Gumshoos, al original, comenzar a lanzar clones en contra de su Pokémon. Las mangostas comenzaron a caer por sobre el cuello, cresta y rostro de Silvady, quien ni siquiera se inmutó ante los mordisquitos.
Ahora era el momento en el que Gumshoos subvertía todas las expectativas. Antes había atacado dos veces a las piernas, por lo que era normal esperar un ataque a esa zona: eso era lo que Ash instintivamente pensaba, por eso en la tercera ocasión, cuando ya se había sentado un precedente, atacaba de frente.
Por supuesto, no le sirvió.
El Triataque de Silvady salió volando, destruyendo a varios Gumshoos en su camino y encontrándose cara a cara con el original.
La mangosta, en el aire, abrió los ojos de par en par. Frente a él apareció un clon que lo desplazó un poco hacia atrás, seguido de otro que volvió a hacer lo mismo y luego apareció otro más. Gumshoos repitió ese proceso a una velocidad impresionante, creando casi dos decenas de Gumshoos que amortiguaron el ataque pero no lo detuvieron.
Gracias al colchón de clones, Gumshoos pudo interceptar el Triataque con su Puño hielo, destruyéndolo con relativa facilidad. La mangosta finalmente tocó el suelo, casi a veinte metros de distancia de donde se encontraba originalmente. Dejó salir un suspiro y se secó el sudor. Había estado cerca.
El público estaba estupefacto ante la manera en la que Ash Ketchum estaba siendo contrarrestado. Era como si fuera un libro abierto al que su oponente podía leer con toda la facilidad del mundo. Los que apoyaban al azabache se sintieron presionados por la aparente superioridad de Lillie. Ash, por su lado… Él era otra historia.
Comenzó a dar rápidos pisotones de emoción y luego elevó ambos brazos al aire. Se rio.
—¡Increíble! ¡Eres tan increíble! ¡No me canso de esto, Lillie! —exclamó Ketchum, con los puños a la altura de la barbilla—. ¡Me duele la cabeza, pero es divertidísimo! ¡Vamos a luchar más!
Lillie sonrió en silencio. Verlo así de feliz era más que suficiente para ella.
—¡Gumshoos, vamos por ellos!
Aether vio como la mangosta iba de frente, sin más clones para acompañarlo. La rubia sintió una gota de sudor correr por su frente, pues este escenario era peligroso. Cuando Ash y Gumshoos iban de frente era porque planeaban ponerse realmente ferales.
—Tenlo a tiro, Silvady —le dijo a su compañero.
La quimera vio los zigzagueos y amagos que hacía su oponente. Era rápido para cambiar la dirección a la que apuntaba su cuerpo, por lo que no era sencillo para Silvady descubrir el lugar por el que planeaba moverse. Para Lillie, en cambio…
Aether no tenía los mejores reflejos, pero lo compensaba con una mirada analítica muy buena. Notó la forma en la que la pata trasera izquierda de Gumshoos giraba levemente hacia su derecha y, a partir de ese momento, supo cuál sería su siguiente paso. Iba a dar un rápido giro hacia la derecha, lo que hizo, y luego un repentino cambio de dirección hacia la izquierda para meterse debajo del mentón de Silvady, lo que también hizo.
—¡Un paso atrás!
El Código Cero retrocedió lo suficiente como para que el Puño hielo de Gumshoos pasara rozando su nariz, dejándola levemente escarchada. Vio la forma en la que la mangosta cambiaba de arma al instante, pasando de usar su puño a preparar las mandíbulas. Por ello le dio un cabezazo.
Estaban tan cerca que, aunque quisiera, Gumshoos no habría tenido espacio para crear un clon. Fue por esa misma distancia que el cabezazo conectó limpiamente contra el abdomen de la mangosta, tirándola al suelo.
Gumshoos abrió los ojos tras recuperarse del impacto, lo que le tomó menos de un segundo, e inmediatamente tuvo que rodar para evitar el pisotón de Silvady. Se lanzó en contra de la pata agresora con un Colmillo ígneo, pero ésta rápidamente se retiró. Intentó atacar la base del cuello con un Puño hielo, pero Silvady rotó la cadera de forma se alejó lo suficiente. Cargó, dando una voltereta y posteriormente utilizando un Puño hielo ascendente que fue bloqueado por un Multiataque.
La pesada pata delantera derecha de Silvady había caído sobre Gumshoos, quien se encontraba entre ella y el suelo. La mangosta era la viva representación de un atlas, sosteniendo en sus hombros un peso descomunal.
Silvady empezó a aplicar tanta presión como pudo, pero sintió que su pata no avanzaba en lo más mínimo. Se levantó sobre sus cuartos traseros, tratando de hacer empujar con todo su cuerpo. Gumshoos no cedió.
El tipo Normal apretó bien fuerte los colmillos y empujó hacia arriba en una explosión de energía. El impulso fue tan potente que Silvady retrocedió y cayó sobre su espalda. Parecía aturdido, pero reaccionó ante la orden de su entrenadora.
—¡PROTECCIÓN!
El campo de energía se levantó justo a tiempo. Frente a sus ojos estaban las fauces de Gumshoos, que a esa distancia parecían gigantescas. Silvady tragó saliva. Sabía que Gumshoos era aterrador, pero siempre que lo enfrentaba se lo confirmaba a sí mismo. Se puso de pie tan rápido como pudo. No sabía muy bien lo que haría para salir de esa situación, pero se relajó un poco cuando vio como Gumshoos daba un rápido salto hacia atrás. Protección cayó.
Lillie se llevó una mano al pecho y suspiró. Eso había estado increíblemente cerca. Se había dejado llevar. Gumshoos era pequeño, pero también era descomunalmente fuerte.
—Esta vez fue más rápido —dijo Ash, llamando su atención.
—¿Disculpa?
—¡El golpe! —respondió con una sonrisa, dando un pequeño jab al aire y guiñándole un ojo—. Esta vez diste el primer golpe mucho más rápido.
Lillie se quedó un momento en blanco, procesando lo dicho. ¿El golpe?... Ella, al igual que todos los demás en el estadio, recordó el cabezazo.
—Cierto… —dijo, anonadada. Levantó la cabeza para ver a Ash—. Yo di el primer golpe…
Eso activó algo en todos los presentes.
—¡LA PARTICIPANTE LILLIE CONECTA EL PRIMER GOLPE! ¡Este combate de intelecto y fuerza ha iniciado a favor de la participante Lillie!
Todo el mundo comenzó a aplaudir este hecho, pero a ella no le interesaba. Ella solo pudo ver a Ash y a Gumshoos. Los vio frente a ella, con esas expresiones tranquilas, y recordó su primer combate. Algo en su interior burbujeó. Era una sensación bastante peculiar y única, de la cual a veces no era muy fanática, pues la volvía un poco… fanfarrona. Sonrió.
—No quería tomármelo personal, Ash… Pero estoy obligada a hacerlo —señaló a Gumshoos—. ¡Ese amiguito no se va de aquí si no es inconsciente!
—Lillie… —rio Gladio, negando con la cabeza. De fondo podía escuchar los gritos de las personas extasiadas por la declaración de su hermana.
Eso era de lo que hablaba el jefe, ¿eh?, pensó Elio, riéndose por lo bajo.
Ash tembló. Ahí estaba. Ese espíritu de entrenadora que Lillie tanto contenía estaba apareciendo. Quería más de eso. Más del lado de Lillie que tan poco veía. Necesitaba más de esa Lillie insolente.
—¡Veamos si podrás hacerlo! —exclamó con fuerza, golpeando sus nudillos—. ¡Gumshoos, Hipercolmillo!
—¡Triataque!
Silvady disparó con tal precisión que su movimiento le dio unos segundos de ventaja a Gumshoos para que saltara antes de chocar contra el lugar en el que se encontraba. Vio a la mangosta en el aire e hizo un amago, levantando la patada delantera derecha. Gumshoos no reaccionó en lo absoluto, por lo que se apresuró a hacer que el amago dejara de serlo.
La mangosta extendió los brazos hacia el frente, sujetando la garra de Silvady antes de que lo golpeara, por lo que fue arrastrado por ella. Pasó de la garra a la pierna, más o menos a la altura del radio, y se lanzó contra el cuello con las mandíbulas abierta. Un fuerte chirrido lo hizo cerrar los ojos con fuerza. Se obligó a sí mismo a retroceder de una voltereta, evadiendo por los pelos el Multiataque enemigo.
—Ninguno puede conectar un buen golpe —dijo Misty, sonriendo por la vista tan surrealista que había ante ella.
—Es como si ambos fueran participes de la danza más peligrosa jamás vista —rio Cilan, atento a la forma en la que ambos Pokémon se movían.
—Pues qué bonita danza… —murmuró Acerola, con los codos pegados a sus piernas y el mentón a sus manos.
Abajo la acción no se detenía. Gumshoos acababa de esquivar el Triataque de Silvady, el cual esta vez sí fue seguido por otro. Lillie había decidido gastar un poco más de energía con tal de presionar a Gumshoos, cosa que había funcionado pues la mangosta había acelerado bastante más el paso.
—¡Multiataque! —exclamó en cuanto lo vio llegar.
Silvady levantó una pata para atacar, pero Gumshoos hizo algo inesperado: lanzó tierra.
La lanzó no a los ojos de Silvady, sino frente a él. Tomó un buen puñado de tierra y la arrojó al aire, impidiendo que el tipo Lucha viera su siguiente acción. Para cuando la pequeña polvareda se deshizo, Silvady lo vio.
Gumshoos se lanzaba contra su lomo con un Hipercolmillo, pero entonces vio algo más que lo hizo dividir su atención. De soslayo vio a un Gumshoos que se lanzaba contra su rostro con un Colmillo ígneo. Entre ambos ataques no había duda de cuál era más peligroso, pero uno de ellos era falso y el otro real. Tuvo solo un segundo para decidirse, por lo que estuvo por atacar al Gumshoos que usaba Colmillo ígneo, pero Lillie gritó.
—¡Ataca al de tu lomo!
Los ojos de Silvady se afilaron y se dio la vuelta, permitiendo que el segundo Gumshoos le mordiera la cara. Solo sintió un ligero pellizco y un poco de calor. Lanzó un rápido Multiataque que el primer Gumshoos alcanzó a mitigar al cubrirse con sus brazos, pero aun así conectó.
El impacto fue tan fuerte que Gumshoos salió disparado hacia atrás, rodando por el suelo como una pelota. Se hizo un ovillo, lo que le permitió rodar sin hacer tanto daño y luego se repuso rápidamente con un salto con voltereta. Apenas tocó suelo hizo una mueca de dolor y comenzó a masajearse los brazos.
—¡CONECTA OTRA VEZ! ¡LA PARTICIPANTE LILLIE VUELVE A GOLPEAR CON UN MULTIATAQUE SÚPEREFECTIVO! ¡¿Será el participante Ash capaz de sobreponerse a la situación?!
Todo el mundo había estallado en ovaciones. El primer y el segundo golpe habían sido para Lillie, algo que excedía con creces las expectativas de todos. En las gradas, Misty pronto tuvo que tragarse sus palabras.
Lillie tenía la respiración levemente agitada. Su pecho subía y bajaba de forma ligeramente más marcada de lo habitual. Se había devanado los sesos pensando en cuál podría ser el real, pero el recuerdo de su primer combate contra Ash se lo confirmó.
—¡Lo siento, Ash, pero ya antes he tenido que lidiar con esos viejos trucos tuyos! —le dijo con una sonrisa.
Ketchum se rio.
—¡Solo estaba dejándome llevar por la nostalgia! —replicó, poniendo los brazos en jarra. Su sonrisa se amplió, luciendo desafiante—. Buen golpe, Lillie.
La rubia se estremeció. Había algo en esa felicitación que sencillamente la dejó indefensa. Extendió los brazos hacia el frente, desvió la mirada y comenzó a agitar las manos.
—¡E-espera, ahora mismo no puedo verte! —exclamó, confundiendo a Ketchum.
—¿Eh? ¿Por qué?
—¡Y-yo…! ¡Solo vamos a pelear! —Con un notorio sonrojo en el rostro señaló a Gumshoos—. ¡Triataque!
—¡Esquiva!
—Esos dos solo están coqueteando —suspiró Rotom.
—Es adorable —dijo Mina, viendo de reojo a la Pokédex—. Tu corazón de máquina no lo entendería, Pokédex.
La "lengua" de Rotom chasqueó.
—Menos novios y más libros, eso es lo que te hace falta.
—Menos libros y más vivir. Eso sin duda te vendría bien —respondió Mina sin animosidad alguna, simplemente recargándose un poco en su asiento.
Gumshoos era completamente ajeno a la discusión de Mina y Rotom. Él ya tenía bastante esquivando los Triataques que eran arrojados en su contra. Saltó un cuarto Triataque, siendo elevado un poco del suelo debido a la pequeña explosión generada por el movimiento.
—¡No vamos a ganarles si no usamos nuestro doscientos por ciento, Gumshoos! —exclamó Ash, señalando al frente—. ¡DOBLE EQUIPO!
La mangosta cayó y, apenas lo hizo, gritó con fuerza. De su cuerpo, a una velocidad alarmante, comenzó a salir una miríada de copias. Copias y copias que hacían espacio para que más aparecieran. Todos vieron estupefactos semejante demostración de resistencia, pues el uso tan exagerado de Doble equipo podría fácilmente agotar a la mangosta original, la cual se había perdido entre tantos clones.
Una parte del ejército de mangostas se abalanzó contra Silvady, pero eso no preocupó a Lillie. Que atacaran de forma tan descarada le confirmaba que no eran más que un señuelo. Lo que de verdad inquietó a la rubia fue que, por el movimiento de esos centenares de patas, polvo a montones se levantó. No solo los Gumshoos eran un impedimento para la vista, sino también la polvareda que estaban provocando. Escuchó exclamaciones de sorpresa a montones, lo que la llenó de intriga.
¿Qué podría estar haciendo Gumshoos que era tan sorprendente?... Muy pronto lo descubrió. Se cubrió el rostro con los brazos para protegerse del polvo y levantó la mirada. No podía localizarlo, pero sabía que estaba ahí. Su creencia se reforzó cuando vio a ocho Gumshoos caer del cielo, seguidos de otros cuatro y de un par solitario. Cerró los ojos con fuerza, esforzándose por calcular la trayectoria con los pocos datos que tenía. Era complejo, más no imposible.
—¡Salta en una angulación de 78 grados, Silvady! —gritó después de unos escasos segundos.
El tipo Lucha ignoró la polvareda y a los Gumshoos que corrían a su alrededor. Saltó, atravesando todos los obstáculos. Fue ahí que vio a un solitario Gumshoos, el cual caía como un torpedo en contra suya. El ángulo era perfecto… Preparó su Multiataque y, justo cuando estaba por conectarlo… Falló.
Sintió que algo lo había jaloneado, por lo que miró de reojo hacia sus cuartos traseros, encontrándose con dos torres de Gumshoos apilados uno encima de los hombros del otro. Aquellas gigantescas formaciones lo habían sujetado de las patas y le habían dado un fuerte tirón, alejando al original de su alcance.
—¡TRIATA…!
Tarde. Gumshoos, con las fauces bien abiertas y rodeadas por una energía blanquecina, clavó sus colmillos en la base del cuello de Silvady. El impulso que la mangosta llevaba era tal que arrastró a la quimera como si fuese una bala de cañón.
Ambos Pokémon cayeron al suelo, pero Gumshoos comenzó a invocar clones que amortiguaron el impacto por él. Silvady, en cambio, golpeó con fuerza la tierra. A la hora de levantarse no era tan rápido como Gumshoos, quien ya volvía a cargar contra él.
Va a ir por la cresta de Silvady, fue lo primero que pensó Lillie al ver la trayectoria de Gumshoos.
—¡Pliega tu cresta! —ordenó Lillie.
Cuando todavía estaba condenado a usar esa máscara, Silvady había tenido plegada la cresta todo el tiempo, por lo que para él plegarla por un segundo no era más difícil que respirar. Fue bueno que lo hiciera, pues Gumshoos pasó a solo centímetros de ella.
En medio del aire, la mangosta dio una voltereta e invocó un clon al que pateó en la espalda con las dos piernas. La patada destruyó a la copia y lo impulsó de regreso hacia donde estaba Silvady, permitiéndole conectar un poderoso Puño hielo contra sus omóplatos. Lillie abrió los ojos, sorprendida, pero inmediatamente después frunció ligeramente el ceño.
—¡Protección!
El campo de energía mandó a volar a Gumshoos, quien apenas iba a clavar las mandíbulas. Gumshoos aterrizó y dejó salir un largo suspiro. Su pecho comenzó a subir y a bajar con fuerza. Al mismo tiempo, Ketchum también dejó salir un pesado resoplido.
—¡Qué cansado! —dijo mientras se reía—. ¡Pero si no lo doy todo contra ti, nunca podré tocarte!
Lillie conocía perfectamente a Ash. Lo conocía tan bien que sabía cómo pensaba y por qué, por eso mismo se le daba tan bien predecir lo que haría. Sin embargo, ella estaba indefensa cuando Ash actuaba en lugar de pensar. Si atacaba y atacaba, llegaría un punto en el que ni sus reflejos ni los de Silvady podrían seguirle el ritmo a la acción.
Gumshoos, especialmente, era un mal oponente para Silvady. Su tamaño y su fuerza lo convertían en una amenaza que podía atacar por cualquier lugar, por lo que tenía que derrotarlo a como diera lugar. Pero ¿no era más sencillo simplemente cambiar de Pokémon a una mejor elección? Sí, lo era. ¿Por qué no hacerlo entonces? Porque en el fondo ella era igual que su hermano: orgullosa.
Decidió que era hora de dejar de fluir con la corriente: tenía que empezar a anticiparla y a cambiarla. Piedrita a piedrita, estaba segura de que podría crear una presa que cambiara el flujo del río.
Pensó y los escenarios comenzaron a correr por su mente. Los visualizó todos. Tantas posibilidades que se eliminaban una tras otra hasta solamente quedar las más factibles. Esa mezcla de factores comenzó a unirse, ensamblándose uno detrás del otro. Lillie pronto dio con los eslabones correctos en el orden correcto, creando así una cadena perfecta. Abrió los ojos de golpe y una sonrisa confiada apareció en su rostro.
—¡Es una lástima, Ash! —exclamó con la voz llena de confianza—. ¡Gumshoos está a punto de caer!
Ketchum alzó una ceja.
—Uh… —Volteó a ver a Gumshoos, quien le devolvió la mirada. Se encontraba con suficiente energía para continuar— Nuh huh. ¡Gumshoos puede continuar peleando cuánto tiempo sea necesario, ¿verdad, amigo?!
—¡Shoos! —asintió, abriendo y cerrando las mandíbulas.
La mano derecha de Lillie se alzó. Tenía la palma abierta.
—Cinco. Solo le quedan cinco movimientos, así que elígelos bien.
Ash, como muchos otros, se mostró confundido. Al cabo de un rato la sorpresa pasó y la risa llegó.
—¡Entonces me aseguraré de que esos cinco golpes valgan la pena, Li! ¡Vamos con Puño hielo, Gumshoos!
Eso es injusto. No me llames así en este momento, pensó Lillie, esforzándose por contener su sonrisa. Señaló al enemigo para concentrarse.
—¡Triataque!
Las mandíbulas de Silvady se separaron y de ella salieron los prismas. Gumshoos creó tres clones suyos, los cuales saltaron al mismo tiempo, evadiendo el ataque. Mientras corría, múltiples clones comenzaron a emerger a partir del original. Se formaron en una larga fila que fue momentáneamente rota por otro Triataque, para poco después reorganizarse.
Dos Gumshoos quedaron al final de la fila. Cada uno sujetó una pata del Gumshoos que iba en frente, quien hizo lo mismo con el de enfrente y así sucesivamente hasta llegar al último. Las primeras dos mangostas entonces se pararon en dos patas y comenzaron a girar a toda velocidad, haciendo que la larga fila de Gumshoos también lo hiciera. Tras unos segundos, arrojaron a sus compañeros como en un lanzamiento de bala. Los Gumshoos comenzaron a soltar las patas del Gumshoos que tenían en frente, de forma que podían llegar un poco más lejos, de esa manera lograron recortar la distancia entre ellos y Silvady en cuestión de segundos. Al final, solo tres Gumshoos llegaron ante la quimera.
Lillie vio a los tres que saltaban a la altura de la cresta de Silvady, analizándolos. Ash sabía que el lado dominante de Silvady era el derecho, por lo que sabía que un Multiataque sería más probable de llegar por dicha dirección. El Gumshoos del medio todavía podría ser golpeado por el zarpazo, mientras que el Gumshoos de la izquierda tendría más posibilidades de salir ileso. Lillie frunció el ceño. Basada en ese análisis, ella eligió…
—¡Multiataque de derecha a izquierda!
Silvady levantó su garra dominante y lanzó un poderoso zarpazo que hizo desaparecer al Gumshoos de la derecha y al del centro. Estuvo por llegar al de la izquierda, pero éste tuvo tiempo suficiente para sujetarse de la garra y usarla como trampolín para lanzarse en contra del rostro del oponente.
Puño hielo golpeó una y dos veces en contra del rostro de Silvady, quien retrocedió levemente. Gumshoos vio como un nuevo zarpazo se dirigía hacia él, por lo que dio un rápido salto hacia la espalda del enemigo.
Cuando estuvo a nada de aterrizar sobre el lomo de Silvady éste se cubrió con un Protección que lo elevó un metro en el aire. La quimera entonces avanzó dos pasos, de forma que su cadera quedó justo debajo de donde Gumshoos estaba.
La cabeza del tipo Lucha se giró, encañonando a la mangosta, y disparó un Triataque. El movimiento estaba absurdamente cerca, por lo que Lillie sabía que el tipo Normal tendría que apresurarse para evadir y atacar. Así fue.
Gumshoos se apresuró a invocar un clon que lo ayudó a impulsarse hacia abajo, de forma que evadió el movimiento de manera exitosa. Aether entonces supo que seguía el ataque. Gumshoos y Ash eran conscientes de que el primero estaba a solo un segundo de hacer contacto con el cuerpo de Silvady, por lo que tenía que elegir un movimiento que no le tomara mucho tiempo invocar. La elección más obvia no era otra más que…
—¡Hipercolmillo!
Dicho y hecho, la mangosta conectó un poderoso Hipercolmillo contra la cadera de Silvady, quien gruñó de dolor.
—¡Protección! —gritó entonces Lillie.
Ash, por supuesto, se mostró sorprendido. Lillie esperaba exactamente dicha reacción. Usar Protección dos veces en un intervalo tan corto de tiempo era algo riesgoso, pero esta vez funcionó.
Los colmillos de Gumshoos se separaron de la carne de Silvady, volviéndolo a elevar otro metro. La quimera giró tan rápido como su dañada cadera se lo permitió, hizo una mueca de dolor, dio un paso al frente y luego lanzando otro Multiataque.
Ash vio en los ojos de Lillie el nerviosismo; uno comprensible, pues Multiataque había fallado. La zarpa de Silvady estaba demasiado adelantada, de modo que lo que golpeó a Gumshoos fue la pata, lo cual realmente no lo lastimó, pero sin duda le dio una oportunidad.
Ketchum había hecho las cuentas, por lo que todavía le quedaban dos ataques más. Si ese era el caso, entonces su elección sin duda era la que más daño haría: era…
—¡Hipercolmillo!
Gumshoos inmediatamente clavó la mandíbula en la indefensa pierna de Silvady, dispuesto a saltar inmediatamente después, cosa que le fue imposible.
La mangosta esta vez no había conseguido ni un solo gemido de dolor; lo que sí obtuvo fue una sonrisa triunfante por parte de Lillie y un mordisco en el lomo por parte de Silvady. El anormal tiempo de respuesta de Silvady, quien lo había atrapado entre sus fauces en cuestión de segundos, se lo dijo todo.
El tipo Normal, que no era tonto, se dio cuenta de que había caído redondito en la trampa, porque sabía a la perfección que era lo que seguía.
—¡TRIATAQUE! —exclamó Lillie.
Gumshoos trató de liberarse, pero pronto se dio cuenta de que era imposible. Silvady estaba aplicando todo su poder en esas mandíbulas privilegiadas suyas. Se retorció, siendo consciente de que ese Triataque sería su fin: se había expuesto a demasiados Ecos metálicos.
¿Así terminaba? Bien. Al menos dejaría una marca muy fea.
Soltó la pierna de Silvady y conectó un poderoso Colmillo ígneo en su moflete izquierdo. Esta vez sí hubo dolor, lo que le hizo sonreír a pesar de tener la boca ocupada en el mordisco.
Sintió frío, calor y un chispazo horrible; sensaciones que se intensificaban con cada segundo que pasaba. Un pensamiento pasó por su cabeza, lo que lo hizo reír todavía más. ¿Así se había sentido Ribombee? Tendría que disculparse nuevamente con él en algún momento.
Rugió, encajando las mandíbulas con más fuerza hasta que finalmente…
—¡PUÑO HIELO! —gritó Ash con fuerza.
No era tan malvado. Gumshoos quería mucho a Silvady, y lo menos que deseaba era dejarle otra cicatriz en el rostro. Por ese mismo motivo abrió la boca cuando sintió que Triataque estaba completo; Silvady hizo lo mismo.
El golpe fue bestial y, en cuestión de un segundo, mandó a volar a Gumshoos. La mangosta, sin embargo, no se fue sin antes dar un certero derechazo en contra de la misma mejilla que había mordido. Al mismo tiempo, algo le pasó a los Pokémon.
Gumshoos, en el aire, y Silvady, en la tierra, comenzaron a rodearse de una densa escarcha que pronto los envolvió al completo. Celdas de hielo aprisionaron a ambos.
El cubo de hielo que rodeaba a Gumshoos se rompió en cuanto tocó el suelo, saltando las esquirlas por todos lados. La mangosta comenzó a rodar varios metros más hasta que finalmente se quedó quieta.
Todo el mundo estaba con el corazón en un puño, expectantes ante lo que haría el tipo Normal. La sorpresa, para todos, fue enorme cuando se puso de pie con relativa facilidad.
—¡Eso es, Gumshoos! —exclamó Ash con fuerza, dejando salir un suspiro de alivio. Se llevó una mano al pecho—. ¡Me preocupaste por un segundo, amigo!
Lillie estaba tan sorprendida, primero por el congelamiento de Silvady y ahora por esto, que no pudo reaccionar. Estuvo por gritar cuando vio que Gumshoos había perdido todo el interés en la inmóvil quimera.
—¿Gumshoos?... —murmuró Ash al ver como la mangosta iba en dirección totalmente opuesta a Silvady.
En el estadio todos vieron como Gumshoos caminaba lenta y apaciblemente hacia Lillie. Se posicionó ante la sorprendida rubia y, con una de sus pequeñas patitas, le indicó que se acercara. Aether, confundida, volteó a ver a Ash, quien también lucía igual que ella. Entonces vio a Red. Su cuñado, con una sonrisa, le asintió.
Aether entonces se agachó.
—Ey, cariño. El combate todavía sigue, ¿sabías? —le preguntó con una sonrisa, señalando a Silvady—. Él todavía está de pie aunque no se pueda mover.
Gumshoos vio de soslayo a su oponente y negó con la cabeza. La misma pata con la que le hizo el gesto fue con la que acarició su mejilla. Esto dejó sin palabras a Lillie, quien vio fijamente a los ojos del Pokémon.
—Shoos. Shoos Gumshoos —le dijo la mangosta, dedicándole una sonrisa llena de orgullo y afecto.
Escuchó una risa, por lo que volteó a ver a Ash. El azabache se estaba secando una lágrima.
—¡Dice que está muy feliz de que por fin lo hayas derrotado! ¡Que la tercera definitivamente es la vencida! —tradujo, llevándose las manos a la cintura.
Aether vio la tierna sonrisa de la mangosta y sintió como su labio temblaba. Sin dudarlo, lo abrazó con suma delicadeza.
—G-gracias, Gumshoos. Por todo —dijo, pegando la barbilla contra su cabeza—. Te amo.
La mangosta le dio unas palmaditas en la espalda.
—Shoo… s…
Gumshoos entonces se volvió más pesado. Lillie se apartó un poco de él, viendo que estaba inconsciente. Le dedicó una última sonrisa antes de que alguien le gritara.
—¡Atrápala! —dijo Ash, lanzando con fuerza la Poké Ball de la debilitada mangosta.
Lillie se puso rápidamente de pie, con Gumshoos todavía en brazos, y dio un pequeño salto. La cápsula cayó perfectamente en su palma. En silencio hizo regresar al debilitado Pokémon.
—Dicho y hecho. Se retiró inconsciente —Lillie levantó la mirada mientras guardaba la Poké Ball de Gumshoos en su bolsillo. Sus ojos estaban llenos de desafío y lágrimas.
Ash sonrió con ternura y un pequeño sonrojo en el rostro.
—Eres realmente súper asombrosa, Lillie.
—¡GUMSHOOS NO PUEDE CONTINUAR! —gritó Red por fin, señalando a Ash—. ¡El participante Ash debe enviar a su siguiente Pokémon!
En las gradas, todos se pusieron de pie y gritaron. Fue un grito de genuino asombro, incluso para los que conocían bien a la pareja. Lillie Aether había derrotado a un Pokémon de Ash Ketchum… Había algo verdaderamente hechizante en esa oración.
«NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! QUÉÉÉÉÉÉ? CÓÓÓÓÓÓÓMOOOOOOOO? DESPIÉRTENME, PORQUE ESTOY SOÑANDO?»
«Lillie, sorprendentemente, mostró dominancia sobre Ash en todo momento. Aunque me encantaría decir que el resultado no me sorprende… Joder, la verdad es que sí lo hace. Qué cojones?».
«Primera ronda, primera victoria para Lillie… Las cosas de hecho se ven difíciles para Ash?».
«Es que también mira qué Pokémon era. Un Gumshoos, bro? Son plagas, no guerreros».
Dex123: Estúpido bufón. Ese Gumshoos podría destruirte a ti y a cualquiera de tus Pokémon en cualquier día de la semana, con las dos patas superiores atadas, un bozal en la mandíbula y una venda en los ojos. Ah, y por cierto: Chase O'Brien, ciudad Porcelana, calle 12, edificio número 245. .
«Esta cuenta ha sido eliminada. Imposible recuperar los posts».
«Ese sujeto acaba de ser obliterado ante nuestros ojos wtf?».
«Merecido, la verdad».
«Pasa sus datos bancarios, Lord Dex123».
Dex123: No.
«Ya esto es otro nivel. Ya hice las paces con que esta Liga me va a sorprender de aquí a que acabe».
«LA VICTORIA DE LILLIE, ESAS INTERACCIONES ENTRE AMBOS Y LO ÚLTIMO QUE HIZO GUMSHOOS? HOLA? POR QUÉ NADIE ESTÁ HABLANDO DE ELLO?».
«FUE TAN LINDOOOOOOOOOOO! NO SE FUE SIN ANTES PRESENTAR SUS RESPETOS A LA NOVIA DE SU ENTRENADOR!».
«Solo mira la confianza que se tienen esos dos. Puedes sentir lo fuerte que es su vínculo simplemente con sus gestos».
«No me lo creo… De verdad no me lo creo… Honestamente era de esperar, porque Gumshoos tenía la defensa especial bajísima, pero… No sé, creí que nunca lo golpearía…».
—Lillie… —Gladio estaba de pie, con los ojos bien abiertos y una enorme sonrisa en el rostro.
—¡ESO ES, LILLIE! —gritó Selene a todo pulmón.
—¡ASÍ SE HACE, CHICA! —Mallow comenzó a subir y a bajar su brazo derecho.
—¡ENSÉÑALE QUIÉN MANDA, LILLIE-TAN! —dijo Acerola.
—Increíble. Lo hizo parecer tan fácil… —murmuró Max, estupefacto.
—Sorprendentemente fácil —rio Elio, negando con la cabeza.
—Fue la mezcla de factores ideales —dijo Rotom—. Está el profundo conocimiento de Lillie sobre Ash, la reducida defensa especial de Gumshoos, la cual ya es baja de por sí, y el poder natural de Silvady.
—¿Por qué Ash no cambió a Gumshoos? —preguntó Bonnie, inquisitiva.
—Por la misma razón por la que Lillie no cambió a Silvady: orgullo. —La Pokédex suspiró, resignada—. El enorme y tonto orgullo de los entrenadores Pokémon.
—Un orgullo que vuelve ilógico hasta al más cuerdo de nosotros. —Liam dejó salir una risita.
—El plan de Lillie fue perfecto —dijo Lana, siendo secundada por la cabeceada de Chris—. Calculó todos los movimientos de Gumshoos para llevarlo a la derrota.
—Bueno, casi. —Iris se arrellanó en su asiento—. Ella dijo que Gumshoos solo daría cinco golpes. Terminó dando seis. Los conté y todo, ¿ves? —Mostró los cinco dedos de la mano derecha y el índice de la izquierda.
—Supongo que un pequeño error de cálculo lo comete cualquiera —rio Tracey.
—Aunque fue un error que le costó caro. Solo miren a Silvady.
Todos volvieron a ver al campo de batalla siguiendo las palabras de Brock. Silvady seguía atrapado en su helada prisión. Fue llamado de regreso a su Poké Ball por Lillie.
—Subestimé la voluntad de Gumshoos —dijo la rubia, sacando una segunda cápsula. Las lágrimas se habían detenido desde hacía un tiempo.
—Bueno, Gumshoos siempre se esfuerza por dar el extra, tú lo sabes. —Ash se llevó una mano al bolsillo, mostrando su siguiente Poké Ball.
—Sí. Lo sé muy bien.
Los entrenadores se convirtieron en pistoleros. Se vieron fijamente, esperando las campanadas de una torre del reloj hipotética. Tenían sus Poké Balls en la mano, a la altura de la cintura, esperando el momento preciso para mandarlas a volar.
Ash vio la determinación en los ojos de Lillie y supo que ese era el pistoletazo que estaba esperando.
—¡Decidueye, yo te elijo!/¡Ribombee, te necesito!
Ninguno de los dos Pokémon cayó al suelo. Lechuza y mosca alzaron el vuelo al instante, elevándose a una altura considerable pero sin exagerar. Intercambiaron saludos: Decidueye dio una cabeceada, mientras que Ribombee se reverenció con su clásica sonrisa gallarda en el rostro.
—¡Decidueye contra Ribombee! ¡Esta vez la ventaja de tamaño está del lado del participante Ash! ¡¿Aquí es donde comenzará la remontada?!
Lillie vio a Decidueye fijamente. ¿Qué haría? Tal vez empezaría con Doble equipo, pero descartó la posibilidad casi al instante. Ash no era de los que repetía movimientos entre sus Pokémon. Generalmente cuando Gumshoos tenía entre su arsenal Doble equipo, Decidueye no y viceversa. A su mente llegó la imagen de la lechuza utilizando un letal Pájaro osado o un sigiloso Puntada sombría. Pronto supo lo que iba a pasar.
—¡Puntada sombría! —exclamó Ash.
—¡Bola de polen! —gritó Lillie.
Si Puntada sombría fuera cualquier otro proyectil, simplemente lo habría ignorado, pero definitivamente no era un ataque ordinario. Tenía que deshacerse primero de la flecha, pues sabía que Ketchum la utilizaría como distractor para abalanzarse con un Pájaro osado.
Ribombee comenzó a lanzar frenéticas bolas de polen que la flecha comenzó a esquivar trazando locas trayectorias en el aire. Lillie se esforzó por predecir su dirección tan pronto como fuese posible, pues no tenía mucho tiempo antes de la llegada de Pájaro osado.
Arriba, derecha, un tirabuzón, un poco más arriba, izquierda, ligeramente hacia abajo y arriba de nuevo. Era obvio que Ash estaba intentando quedarse en la parte alta. ¿Era para que Ribombee descuidara su torso? La mosca era pequeña, por lo que el Pájaro osado abarcaría todo su cuerpo con facilidad. Si Ash estaba apuntando a una zona específica, ¿entonces solo atacaría con una pequeña porción del cuerpo de Decidueye? ¿La punta del ala tal vez? ¿Intentaría conectar una versión más débil del movimiento para que le sirviera como inicio de un combo? El hipotético ataque sin duda tendría la fuerza suficiente para desequilibrar a Ribombee, lo cual seguramente le daría vía libre para atacar con un Puntada sombría… ¿o aprovecharía la cercanía para conectar un Hoja aguda? Sonrió ante todas las posibilidades, pero pronto dicha sonrisa se borró. Se había quedado perdida en sus pensamientos.
—¡Bola de polen a tus 1045!
Ribombee pasó las patas por su pequeño pelaje, terminando de reunir la bola de polen perfecta. Era tan esférica, mullidita y agradable al tacto… Por eso mismo muchos se sorprendían al recibir un impacto de ella, porque no parecía capaz de hacer todo el daño que ciertamente hacía.
La bola cabía perfectamente en su patita. Retrajo ligeramente el brazo y, como si fuese el mejor pitcher de la historia, la arrojó.
Bola de polen salió volando con tal precisión que impactó justo en el centro de la flecha. No la destruyó, por supuesto, al contrario: fue el propio ataque de Ribombee el que se partió a la mitad, pero eso estaba en los planeas. La única intención era frenar al veloz proyectil y, cuando careciera del mismo impulso de antes, acribillarla con más bolas de polen. Hizo exactamente eso.
La flecha de Decidueye estalló luego de cuatro bolas de polen, lo que le sacó un suspiro de alivio a Lillie. La rubia inmediatamente se puso en alerta máxima. Había perdido mucho tiempo, Pájaro osado… No estaba. No había Pájaro osado alguno. De hecho, Decidueye ni siquiera se veía por ningún lado.
Lillie se sintió desorientada. Normalmente, por sigiloso que fuese, podría ver a Decidueye. No esta vez. La lechuza simplemente se había desvanecido, lo que eran malas noticias.
Sabía que atacaría, pero no por dónde. Entonces recordó la flecha. Había sido tan insistente en mantenerse en una posición elevada… Pronto lo descubrió.
—¡ELÉVATE, RIBOMBEE!
La mosca dio un brusco aleteo. Logró impulsarse casi un metro antes de que, debajo de él, apareciera el tipo Planta. La ala derecha de Decidueye salió por delante, logrando golpear el abdomen de Ribombee.
Ribombee sintió el poderoso golpe, el cual fue suficiente para desestabilizarlo y alejarlo rápidamente de Decidueye, quien acababa de emerger completamente de cualquiera que fuera el lugar en el que estaba.
—¡LOGRA GOLPEAR! ¡El participante Ash logra desconcertar a la participante Lillie, conectando un primer golpe explosivo!
—¡¿Estás bien, Ribombee?! —preguntó Lillie, preocupada.
La mosca gritó desde lo lejos, indicando que podía seguir luchando.
Lillie suspiró con alivio. Vio a Ash.
—Golpe fantasma, ¿eh?...
—¡Tenía que usar unos cuántos trucos nuevos si quería sorprenderte! —dijo, riendo.
Aether, por un momento, se sintió tonta. Ash era un entrenador con mucho en su arsenal. Solo el hecho de que era un recuerdamovimientos lo hacía infinitamente más peligroso… aunque solo un poco más difícil de analizar.
No podía luchar tranquilamente sin saber cuáles eran los últimos dos movimientos de Ash, por lo que decidió tomar la postura defensiva. Inhaló, sabiendo que estaba a punto de tener unos momentos bastante agitados.
—Ven —dijo entre dientes.
Ash pareció escucharla.
—¡Puntada sombría!
Decidueye agitó las alas con fuerza, impulsándose un poco más alto. Dio un rápido giro y se arrancó una de sus plumas, la cual colocó en el arco improvisado que creó con sus apéndices en forma de cuerdas. Disparó, avanzando con la flecha.
La flecha y Decidueye tenían trayectorias distintas. La lechuza iba por la izquierda, volando a menor altitud. La flecha volvía a ir por arriba, a la derecha.
Ribombee vio que estaba rodeado y que pronto sería alcanzado por el que fuera que llegase primero. Frunció levemente el ceño, pero su sonrisa no perdió vigor. Sintió la mirada fija de Decidueye, lo que le dio la misma idea que su entrenadora estaba teniendo.
—¡Brillo mágico!
El destello cegó a todo el mundo, Lillie incluida. La rubia, sin embargo, sabía que eso no era suficiente. No se incapacitaba a un Decidueye simplemente quitándoles la vista: tenías que encargarte de su oído también.
Decidueye se sorprendió al escuchar tres objetos de similar tamaño cayendo. Debido al ruido del estadio tenía que centrarse mucho para escuchar, por lo que le costaba bastante diferenciar los cuerpos, pero de algo estaba seguro: dos eran señuelos hechos de polen y uno era real. Escuchó atentamente el sonido que hacía el viento al chocar contra dichos cuerpos y notó muy poca diferencia. Lo que lo hizo decidirse por el cuerpo que se encontraba más a la derecha fue un sonido parecido al del crujido de una hoja. ¿Las alas de Ribombee meciéndose por la caída? Lo averiguaría.
Se lanzó contra su nuevo objetivo, enviando a la flecha a que atacara el objeto que se encontraba en el centro (el cual emitía un poco más de ruido). Iba directo con un Acróbata, preparándose para dar un golpe fulminante, pero entonces escuchó algo. Era el sonido que uno hacía al pasar las manos por la alfombra; sonido que él apenas había descubierto en la casa Aether-Ketchum.
Mosca astuta, pensó, extendiendo las alas. La corriente de viento frenó su caída y lo elevó un poco más, alejándolo del alcance de Paralizador. Abrió los ojos una vez que los puntos blancos dejaron de vibrar sobre el fondo oscuro.
Ante él estaba una cortina de polvo amarillo y, un poco más atrás, Ribombee. La mosca le sonreía.
Acróbata, Golpe fantasma y Puntada sombría, pensó Lillie. Anotó en su mente esos tres movimientos y las combinaciones fueron haciéndose más y más claras.
—¡Bola de polen!
Mientras seguía cayendo, Ribombee comenzó a lanzar sus pequeñas esferas moradas. Las bolas de polen atravesaron el polvo paralizante, yendo por Decidueye.
Lillie vio atentamente la siguiente elección del tipo Planta, la cual fue… usar Puntada sombría. Tres rápidas flechas fueron disparadas, sumándose a la primera que había sido previamente disparada.
Las cuatro flechas destruyeron las bolas de polen, perdiendo aceleración en el proceso. Ribombee se esforzó al máximo por lanzar más proyectiles que fueran capaces de destruir las debilitadas flechas. Lo consiguió en parte.
Flechas y bolas explotaron, creando una humareda bastante pequeña. Decidueye aprovechó ese momento para desaparecer en el aire.
—¡Atento, Ribombee!
Lillie fijó la mirada en su Pokémon sin dejar que nada la distrajera. Frunció con fuerza el ceño y sus ojos volvieron a afilarse. Había dos opciones: o atacaba directamente por arriba, o atacaba directamente por debajo. ¿Cómo lo sabía?... Simple.
—¡Usa Paralizador en área!
Ribombee comenzó a soltar polvo por todas partes. Las únicas zonas seguras eran aquellas que Lillie había predicho. Ahora solo quedaba decantarse por cuál de las dos elegiría Decidueye.
¿Abajo? El polvo caía y la zona segura debajo de Ribombee era demasiado estrecha para cubrir a Decidueye. Pero podría volver a desequilibrar a Ribombee como lo había hecho antes, y ciertamente no había mucha gente que esperara que repitiera el mismo patrón. Era muy típico de Ash atacar de forma que rompía las expectativas.
¿Arriba?... Lo pensó bien. Si atacaba por arriba tendría la oportunidad de dispersar el polvo con un batido de sus poderosas alas, además de libertad para conectar un ataque en picado que le permitiera estrellar a Ribombee contra el suelo.
Ambas eran alternativas perfectamente plausibles considerando todo lo que sabía de Ash, pero hubo algo que la hizo decidirse por fin.
Ash Ketchum era… dominante, a su manera. Era de los que les gustaba dar el primer paso y el primer golpe. Le encantaba abrir la puerta por otros en lugar de que la abrieran para él. Era un hombre de gran iniciativa que se lanzaba a la acción cuando nadie más parecía dispuesto a hacerlo.
Él mismo no se había dado cuenta, pero era muy dado a elegir la marca de comestibles que a él le gustaba cada vez que iban de compras. Era como un acto reflejo: corría directamente sobre su marca de galletas favorita, su corte de carne preferido o el tipo de manzana que a él le gustaba más. Era un poco egoísta en ese único sentido. Primero asumía que todo lo que a él le gustaba le gustaba también a aquellos que nunca habían dicho lo contrario, y ya luego compartía generosamente todo lo que tenía… Excepto la comida de su mamá.
Lillie pensó en más escenarios que le confirmaron la actitud dominante de Ketchum, reparando en una última cosa: algo que ni siquiera ella había notado. Su ceja derecha tembló un poco y su rostro se encendió.
Tengo que empezar a tomar más la iniciativa, pensó. Pero había logrado dar con la respuesta.
Ash definitivamente iría por…
—¡ARRIBA! ¡Bola de polen!
Ribombee alzó la mirada y vio unas ondas sobre él. Sacó dos bolas de polen y con rapidez las lanzó. Una chocó contra la ala derecha de Decidueye, mientras que la otra golpeó directamente su rostro.
La lechuza frunció el ceño con fuerza, terminando de emerger por completo. Dio un fuerte batido de alas, alejando todo el polvo paralizante que quedaba cerca, y luego se lanzó con un Hoja aguda.
La ala de Decidueye se convirtió en una afilada cuchilla que partió el tercero y el cuarto Bola de polen de Ribombee con un movimiento perpendicular descendente. Comenzó a cargar un tajo perpendicular ascendente en contra de la mosca, pero ésta utilizo un potente Brillo mágico que lo obligó a cerrar los ojos. Pese al impedimento visual, Decidueye lo golpeó.
Decidió retirarse al reino de las sombras hasta que su visión volviera.
—¡AMBOS GOLPEAN! ¡Un intercambio en donde ambos entrenadores lograron lastimarse mutuamente! ¡¿Quién habrá sido el más dañado?!
Lillie sonrió. Sabía que la respuesta a la pregunta de Jeekyo posiblemente era Ribombee, pero no le importaba. Ahora conocía con certeza los cuatro ataques de Decidueye: ya lo tenía. Era ahora cuando empezaba el plan.
—¡Danza aleteo! —gritó.
—¡No te dejaré! ¡Puntada sombría!
Eso Aether lo sabía perfectamente bien. Ash no dejaría que alguien más jugara a un juego que no estuviera dictado por sus reglas. Era en combate donde Ash Ketchum era realmente egoísta. ¿Pero qué entrenador Pokémon no lo era?
La lechuza salió de su escondite en un abrir y cerrar de ojos, disparando una flecha tan rápido como pudo.
—¡Bola de polen!
Mientras Ribombee hacía su magia, ella se ocupaba de su especialidad: analizar. Observó atentamente el tiempo que Ribombee tardaba en crear una bola de polen; se fijó en el radio aproximado de la explosión que generaba al estallar y por supuesto mantuvo un ojo sobre la flecha. Tenía un plan, pero para llevarlo a cabo le faltaba una última pieza; frunció el ceño, pues la idea no le fascinaba.
Calculó tiempo, distancia y velocidad. Al hacerlo logró conseguir el momento exacto en el que la flecha llegaría a donde estaba Ribombee. Tres segundos antes de que eso pasara, gritó.
—¡Mueve el cuerpo a la derecha!
Ash inmediatamente entró en alerta. La orden de Lillie tenía tantos hoyos que era casi impensable oírla decir tal cosa. ¿Por qué? Bueno…
Ribombee giró todo su cuerpo hacia su derecha de modo que la flecha pasó rozando por su rostro. Antes de que el proyectil se alejara más, éste estalló. La explosión no fue muy grande, pero sin duda lo suficiente como para cubrir por completo a Ribombee e incluso un poco más. No importó, pues la mosca salió volando como un pequeño meteorito.
Sonidos de sorpresa se escucharon ante el repentino estallido.
—¡DECIDUEYE HACE EXPLOTAR LA FLECHA! —gritó Jeekyo—. ¡Muchos no lo saben, pero las flechas de Decidueye, además de poder paralizar a sus rivales, también pueden moverse por el aire según la voluntad de su dueño! ¡No solo eso, pues Decidueye también puede hacerlas estallar en cualquier momento!
En el estadio ya habían visto pelear antes al Decidueye de Ash y al de Selene, pero eran muchos los que creían que las flechas explotaban por un límite de tiempo o por el contacto. Los amigos de Ash no necesitaron la explicación, pues ya antes Lillie se las había dado.
—Oigan, ¿y por qué Ash no ataca la sombra de Ribombee si puede paralizarlo? —preguntó Bonnie.
—Sería un desperdicio de tiempo y esfuerzo —dijo Rotom—. Ribombee podría liberarse en cualquier momento con Brillo mágico.
—Creo que aquí la pregunta es: ¿por qué Lillie dejó que Ribombee estuviera tan cerca de Puntada sombría? —dijo Liam, cruzándose de piernas.
—Una decisión aparentemente ilógica para una persona tan sensata —rio Cilan.
Lo mismo que Liam había dicho era lo que Ash se preguntaba. ¿Por qué? Lillie conocía a Decidueye a la perfección; lo que podía y no podía hacer. Llegó a una única conclusión.
—¡A ver cómo me sorprendes, Lillie! —exclamó.
—Solo dame un momento —dijo la rubia, sonriendo. Levantó la mirada—. ¡¿Estás bien, Ribombee?!
La mosca acababa de recuperar la estabilidad. Dio otro grito, solo que no con el mismo ánimo de antes; estaba lastimado. Bastante lastimado.
Lillie mantuvo su posición defensiva. Con una pequeña sonrisa en la cara vio fijamente a Ash y cerró los ojos en una expresión que, más que lucir indefensa, la hacía parecer bastante peligrosa.
—¡Bueno, si me lo pides así…! —Extendió una mano al frente—. ¡Puntada sombría! ¡Prepárate para golpear!
La flecha salió disparada y Decidueye se ocultó en su reino sombrío.
Ribombee sabía que, desde donde fuera que Decidueye estuviera, lo observaba atentamente. Podía sentir una penetrante mirada clavada en su cuerpo y un deseo depredador casi insaciable.
En la naturaleza era normal que Pokémon como Decidueye devoraran a Pokémon como Ribombee. Él lo había vivido de primera mano con la masacre de toda su familia. Pero esto no era la naturaleza y, aunque lo fuera, él ya antes se había encargado de grandes depredadores aéreos.
Podía volver a hacerlo.
Vio la flecha acercarse y, con rapidez, se frotó el pelaje. Formó una bola de polen ideal para la ocasión: alta velocidad; alta volatilidad. Ya solo quedaba el cuándo y cómo.
Estaba llegando, pero él no se sentía nervioso. Estaba en calma; confiado incluso. Sabía que aquel golpe no lo había recibido por nada. Todo era un plan de su entrenadora y él, como todo lo demás en ese campo de batalla, era una simple pieza más del gigantesco engranaje.
—¡Aléjate palmo y medio! —gritó Lillie abruptamente.
En el lugar había mucha gente que no tenía ni idea de cuánto era un palmo, pero Ribombee lo sabía. Con presteza se echó hacia atrás y entonces…
Explosión. La flecha creó una humareda que envolvió por completo a Ribombee. El sonido emitido había sido tan fuerte como el de un petardo. Era… raro. ¿Dónde estaba Ribombee?
Decidueye no vio a la mosca por ningún lado. Desde su ángulo la explosión lo había alcanzado, pero no había salido volando. Aunque los primeros segundos su aguzado oído no detectó nada, esto cambió al poco tiempo. En el interior de la cortina de humo, por debajo del sonido del humo al moverse, escuchó el sonido de las hojas al viento. Ese ritmo, esa vibración… Era…
Se movió y salió justo frente a la humareda, dando un contundente golpe con la ala que despejó la cortina de humo. De ella algo salió volando, pero no en dirección a donde Decidueye había dado el golpe, al contrario: había despegado en dirección opuesta.
Ahí fue cuando todos pudieron verlo. Ribombee, con renovada agilidad, se había alejado de Decidueye con una sencillez pasmosa.
Ash era un entrenador dedicado. Como persona no era el más atento o considerado; como pareja a veces era algo olvidadizo, ¿pero cómo entrenador? Como entrenador Ash Ketchum era impresionante.
Recordaba absolutamente todos los movimientos de todos sus Pokémon, sin importar si los había cambiado por completo el día anterior. Nunca olvidaba sus puntos fuertes ni débiles, lo que podría ser esperable pero no de alguien que tenía más de setenta compañeros en su arsenal.
Por eso, porque era Ash quien entrenaba a Ribombee la mayoría de los días, es que supo lo que había ocurrido. De alguna manera que no había entendido (porque los planes de Lillie solían superarlo), la mosca había utilizado Danza aleteo. Eso eran malas noticias.
Los Ribombee no solo eran fuertes en el apartado especial, sino que eran excepcionalmente veloces. Tan veloces que lo último que querías era que siguieran aumentando su velocidad, pues se convertían en auténticos relámpagos imposibles de seguir. Las cosas podían salir muy mal muy rápido.
—Habrá que dar el doscientos por ciento… —dijo Ash para sí mismo, una sonrisa desafiante en su rostro se veía.
Y entonces se detuvo. Para sorpresa de Lillie y de todos los presentes, Ash perdió su postura de batalla. Su mirada y gestos firmes se desinflaron hasta volverse nada más que una remembranza de lo que habían sido. Su rostro confundido fue casi contagioso.
El azabache parpadeó dos veces, su cabeza se movió ligeramente hacia la izquierda y luego hacia la derecha; volvió a parpadear. Podía parecer desorientado, pero en realidad estaba pensando.
Está analizando algo, pensó Lillie, quien reconoció los gestos de Ash. ¿Pero qué?
Ash pensaba, por extraño que eso sonara, en lo que estaba pasando. ¿No era un deja vú? ¿No se había detenido antes a decirse lo mismo?... ¿No era la segunda vez consecutiva que pensaba, para sí mismo, que tenía que terminar las cosas antes de que se salieran de control?
Entonces se sintió… desprotegido. Se sintió inseguro. Sintió que en cualquier momento, por causa de la más mínima brisa, podría formarse un auténtico vendaval.
Era como si su hogar, el campo de batalla, ya no fuese suyo. Era como volver a esa época en la que no era más que un novato tonto que andaba con pies de plomo, atento a cualquier posible revés que se presentase en el combate. ¿Cuánto había pasado desde la última vez que tuvo esa sensación?
Cuando luché contra Red, pensó. Una sensación que antes le era tan familiar, pero que ahora regresaba para carcomerlo desde su núcleo. Era… ¿nerviosismo? ¿Estaba nervioso?
En los últimos años, al luchar contra otras personas, se sentía incapaz de encontrarse nervioso. ¿Por qué?... ¿Porque era… Ash Ketchum? ¿Porque se había vuelto más fuerte que la gran mayoría de sus rivales? ¿Porque era capaz de solucionarlo todo simplemente con fuerza e instintos? Pero… ¿de qué servían fuerza e instintos cuando todo tu interior era escudriñado; cuando tu mente no era más que otro entretenido material de referencia?
Estaba nervioso porque… ¿estaba luchando contra sí mismo? Era una batalla contra un espejo. Un duelo donde el oponente sabía exactamente lo que estaba pasando por su cabeza a cada minuto; a cada segundo.
Y estaba perdiendo.
¿Era así como se había sentido Necrozma? ¿El nerviosismo ante la idea de perder, que había dejado de experimentar años atrás, era el equivalente al miedo a la muerte que el Refulgente había perdido tantos millones de años atrás? ¿Esa sobrecarga de estímulos era lo mismo que había sentido antes de matarse a sí mismo y de matarlo a él?
Abrió los ojos con fuerza, sintiendo el peso de la revelación en sus hombros. Era una carga aplastante, asfixiante, opresiva y tan… exquisita.
Sus ojos, que jamás habían dejado de brillar como los de aquel novicio de diez años, recuperaron la inocencia de aquella época; cuando su alma no estaba manchada por la muerte, arrepentimientos y mentiras.
La emoción que se creía perdida había regresado con tal intensidad que quemaba.
Al final las batallas más interesantes eran aquellas que llenaban de incertidumbre al ser. Eso era algo que Ash había olvidado… hacía demasiado tiempo.
Demasiado tiempo.
Suspiró y se ajustó la visera de la gorra. Levantó la mirada y con ella llamó a Lillie. Sonrió.
—Ha pasado mucho tiempo —dijo con voz nostálgica—. Gracias, Lillie. Acabo de recordar cómo era sentirse como un niño.
Nadie sabía muy bien lo que ocurría, por lo que muchos empezaron a darle a la situación su propio significado.
Para el público ordinario, Ash había recuperado la sensación de una batalla llevada a cabo por puro entretenimiento; una que no se libraba con el propósito de ser el mejor. Para ellos, la competitividad se había llevado la infancia de Ash Ketchum.
Para los amigos del propio azabache, Ash había recordado lo que era una batalla verdaderamente emocionante, no una en la que tuviera que pelear para sobrevivir: un combate en el que podía ser él. Para los amigos íntimos de Ash, los peligros a los él se había enfrentado desde joven le habían arrebatado mucho y dado muy poco a cambio.
Para la familia de Ash, sus palabras significaron mucho. La recuperación de un amor puro, tal vez. Volver a sentir que no tenía que encargarse de nada y solo vivir el aquí y ahora, posiblemente. No preocuparse por perder aquello que amaba, era una posibilidad. Para ellos, Ash había recordado lo más hermoso de la infancia: la seguridad.
Algunos compartían ideas; otros tenían pensamientos completamente opuestos en cuanto al significado de esas palabras, pero todos estaban parcialmente equivocados.
Personas con verdades a medias no pueden tener respuestas precisas.
Y en el mundo solo había unos pocos individuos que sabían lo que eso significaba en realidad. Dos de esos seres estaban en el campo de batalla.
Decidueye, en el aire, sonrió apaciblemente. Lillie, por otro lado…
—Me alegro tanto, Ash —dijo con una sonrisa enorme y una lágrima corriéndole por la mejilla.
Ash asintió levemente, correspondiéndole el gesto. Su mirada se ocultó detrás de la visera por solo un segundo, habiendo cambiado por completo una vez que volvió a ser visible. Determinación y seguridad. Ambas inyectadas en gran medida en aquellos enormes y vivaces ojos castaños.
—¡Decidueye, Puntada sombría! —gritó.
Lillie se obligó a sí misma a concentrarse. Se fijó en la trayectoria de la flecha de Decidueye y se sintió ligeramente confundida, tal como muchos otros lo hicieron en las gradas.
Puntada sombría se clavó en la lejana sombra de Ribombee, haciendo que la mosca se quedara completamente paralizada. Decidueye entonces se fundió en su reino de sombras.
—¡Brillo mágico, Ribombee! —ordenó Lillie.
El tipo Hada brilló con intensidad, haciendo que su sombra se borrara por un breve lapso de tiempo que aprovechó para alejarse del lugar. Se tensó ante las intenciones agresivas de Decidueye.
—¡ARRIBA! —gritó Lillie.
La lechuza estaba en al aire, varios metros por encima de su cabeza. Sus ojos rapaces estaban enfocados en algo, y no era en Ribombee. Tomó cinco flechas y las disparó con una velocidad impresionante; inaudita para un Decidueye.
Ribombee se preparó y, en un santiamén, formó varias bolas de polen que sostuvo en sus manos como si fuesen cuchillos arrojadizos. Lanzó una para tantear el terreno, logrando golpear con precisión una flecha y haciéndola estallar en el proceso. Se llevó una gran sorpresa cuando vio que las otras cuatro flechas lo pasaban de largo, impactando contra la tierra. Era como si intencionalmente lo estuvieran evadiendo…
Intentó moverse, pero no lo logró. ¿Una flecha había impactado contra su sombra? Volvió a utilizar Brillo mágico para librarse, lo que realmente no le costaba mucho.
Decidueye entonces volvió a aparecer y, nuevamente, disparó cinco flechas. El patrón fue cada vez más obvio y descarado. Tanto que Decidueye pronto dejó de esconderse con Golpe fantasma, dedicando el cien por ciento de su esfuerzo a disparar rápidas flechas que pasaban cerca de Ribombee, pero no lo suficiente como para que fuesen una verdadera amenaza.
Lillie, por supuesto, había descubierto el plan de Ash.
Todas las flechas clavadas en la tierra convirtieron el campo de batalla en un campo minado; uno en el que Ribombee tenía que moverse con cuidado, incluso en el aire, para no quedar aprisionado en la trampa de Decidueye. Aether pensó, entonces, que primero debía destruir todos los impedimentos.
—¡Bola de polen al suelo, Ribombee!
Las esferas salieron volando a toda velocidad, pero fueron interceptadas en mitad de su caída por más flechas. Ribombee tuvo que darse prisa para evadir un proyectil, lo que lo tomó por sorpresa. Se había acostumbrado tanto a que Decidueye no lo atacara que por un momento había olvidado que podía hacerlo en cualquier momento. Era la forma de Ash de decirles que no podían darse el lujo de ignorarlo.
Entonces empezó.
Decidueye se envolvió con su manto de sombras y desapareció solo para reaparecer segundos después enfrente de Ribombee, quien evadió su embestida con relativa facilidad.
La lechuza en ningún momento intentó cambiar su trayectoria, sino que siguió recto para luego desaparecer con Golpe fantasma.
Ribombee intentó aprovechar ese momento para atacar las flechas que había debajo, pero fue incapaz de moverse. Había caído en uno de los muchos cepos. Usó Brillo mágico, se alejó y entonces Decidueye regresó.
El tipo Hada volvió a esquivar, esta vez sin ser aprisionado, y lanzó un bola de polen que fue instantáneamente repelida por el Acróbata de Decidueye, quien apareció justo frente a él. Tuvo que esquivar nuevamente y, esta vez, sí que quedó atorado.
Lillie pronto dedujo que esquivar solo prolongaría el aparentemente interminable patrón. Si Decidueye quería ir por ellos, entonces se lo permitiría. ¿Quería dar un golpe? De acuerdo, que lo diera. Ya se vería la velocidad a la que podría mover las alas.
—¡Carga Bola de polen y espera a mi señal, Ribombee! —gritó Lillie.
La pequeña mosca asintió, comenzando a reunir el polvo tan rápido como pudo. Logró sostener diez proyectiles entre sus dos patas. Se mantuvo en su lugar, atento a la inminente llegada del enemigo. Esperó y esperó… Fue entonces cuando…
—¡Detrás de ti!
Se giró y, como una metralleta, disparó. Las diez balas que tenía en la recámara salieron disparadas con una velocidad pasmosa.
La lechuza se movió en correspondencia. Sus alas, imbuidas en un aura azulada, repelieron las bolas de polen con una maestría impresionante. Sin embargo, la pulida técnica de Decidueye, equiparable a la del mejor duelista de sable del mundo, tenía sus límites. Logró bloquear siete de los proyectiles y evadir un octavo, pero quedó indefenso ante el noveno y el décimo.
Dolía. El rostro de Decidueye demostraba que dolía, pero no parecía importar. La lechuza siguió cargando, lanzando un Acróbata que rozó las piernas de Ribombee.
La mosca creó otra bola de polen que lanzó en contra de Decidueye. Justo antes de que pudiera golpear su espalda, la lechuza desapareció.
Volvió a llenar su cargador y se preparó. Fue cuestión de tiempo antes de que escuchara el…
—¡Arriba!
Levantó la mirada y, efectivamente, ahí estaba Decidueye.
El arquero se abalanzó con otro Acróbata que tuvo que utilizar para bloquear. Esta vez solo logró detener seis proyectiles, de manera que otros tres lo golpearon y uno pasó rozando su rostro. Esta vez, tal vez por el resentimiento acumulado, Decidueye lanzó un aletazo tan veloz que generó un sonido increíblemente estruendoso.
Ribombee logró esquivar, pero sintió un ardor terrible en el costado. El sonido, producido tan cerca de él, le había dejado levemente aturdido. Cerró los ojos e intentó llevarse las patas a los costados de la cabeza en un gesto inconsciente. Fue ahí que se dio cuenta de que había caído en el cepo; fue ahí donde los nervios le ganaron a él y a Lillie.
Tenían que apresurarse. Debían cargar los diez proyectiles para asegurar un golpe, pues Decidueye no tardaría en regresar. Lillie estuvo a punto de ordenarle hacerlo, pero se detuvo. No había manera, primero debían usar Brillo mágico. Pero si lo hacían, entonces no tendrían tiempo para… No, tenían que hacerlo.
—¡Brillo mágico!
Ribombee refulgió. Su sombra se borró por un momento, permitiéndole moverse. Empezó a frotar sus patitas contra su pelaje, creando las bolas de polen mientras se movía. Fue entonces cuando…
—¡ENFRENTE!
Se había distraído. Había bajado la mirada para centrarse en el polen y darle forma a los proyectiles. Ante sus ojos, a solo centímetros de él, apareció el rostro de Decidueye: aterrador e imponente.
¿Lanzaba la única bola de polen que había logrado crear? ¿Evadía?... Un caballero… ante la adversidad… despampanaba. Lillie llegó a esa misma conclusión.
—¡CARGA CON BRILLO MÁGICO!
Ribombee dejó caer la bola de polen y sonrió con gallardía. Su cuerpo se rodeó de un brillo menos cegador que el que solía invocar, pero éste lo acompañó en su embate. Rodeado por un precioso resplandor arcoíris, Ribombee chocó contra el Acróbata de Decidueye.
El puño de la mosca, extendido hacia el frente, chocó contra la ala de la gran lechuza. Ambos forcejearon ferozmente. Brillo mágico compensaba la debilidad física de Ribombee, potenciando su ataque y permitiéndole jugar en los mismos términos que Decidueye.
Era un movimiento inspirado en el Dardo rayo de Poipole el cual, a su vez, estaba inspirado en el Brillo mágico del Tapu Koko que el Ash de la otra realidad había enfrentado. El ciclo se había completado.
Pero lo poético poco importaba, pues la diferencia de fuerza pronto quedó expuesta.
La lechuza movió la ala con brusquedad, mandando a volar a Ribombee no sin sufrir un terrible retroceso en el proceso. Frunció el ceño con fuerza y sonrió. Su sonrisa, como la de Ash, no era una completamente bienintencionada.
—Qué frustrante… —murmuró Ketchum, apretando con fuerza los puños.
Pero era divertido precisamente porque era frustrante. Porque quería ganar a toda costa, pasara lo que pasara. La frustración y el nerviosismo se mezclaron en un coctel que hizo explotar toda la competitividad de Ash, tal como la mirada de Elio lo había hecho durante su combate anterior.
—¡NO NOS DETENDREMOS! —gritó a todo pulmón, sobresaltando ligeramente a Lillie.
Decidueye correspondió el grito de guerra de su entrenador y pronto desapareció con Golpe fantasma.
—Lillie encontró una manera de sobreponerse al Puntada sombría —sonrió Cilan.
—Y usando los trucos de Ash, ni más ni menos —Clemont parecía ligeramente preocupado.
Hubo silencio en esa parte de las gradas por un momento; silencio que pronto fue roto.
—Tremendo halago… —dijo Elio con una sonrisa—. El jefe se lo está tomando tan en serio…
No fueron pocos los que pudieron sentir la envidia detrás de las palabras de Elio.
—Hermano… —murmuró Selene.
—No puedo aspirar a conocer al jefe tan bien como Lillie —La preocupación de Selene desapareció en cuanto vio esos ambiciosos ojos—, pero llegará el momento en el que mi fuerza lo haga enfrentarse a mí con esa seriedad.
En el lugar, Elio no era el único que sentía envidia. A Selene le había ganado la preocupación, pero a otros dos individuos no. Gladio y Hau nunca habían visto esa faceta de Ash, pero estaba bien.
La harían salir. La obligarían a hacerlo.
—¡Brillo mágico a tus 540, Ribombee! —gritó Lillie en el campo de batalla.
La mosca pronto se rodeó de aquel intenso brillo que le permitió moverse con entera libertad. Dio una rápida vuelta, encarando a Decidueye.
Ambos se lanzaron en contra del otro, pero Ribombee no podía esperar igualar la fuerza del oponente solo con un Danza aleteo, por eso utilizaría su tamaño en su favor.
Justo antes de la colisión, Ribombee viró abruptamente hacia arriba, de forma que podría golpear a Decidueye por la espalda. Justo cuando iba a lanzarse en contra de su renovado objetivo, la lechuza demostró quién era.
Decidueye dio un giro precioso, lleno de velocidad, potencia y vigor. Ese mismo giro le permitió cambiar la dirección en la que veía de forma que su Acróbata chocó directamente contra el Brillo mágico de Ribombee.
La mosca frunció el ceño con fuerza. Había subestimado la maestría aérea de Decidueye: uno de los mejores voladores que Ash poseía, y, por sobre todo, había subestimado los reflejos del dúo.
Fue cuestión de tiempo antes de que el resultado se volviera a repetir. Ribombee salió volando contra su voluntad, recuperándose en mitad del aire con su renovado movimiento al que se tomó la molestia de apodar "Embate caballeroso".
—¡Prepárate para atacar con Brillo mágico, Ribombee! —dijo Lillie.
… Ribombee decidió que se ahorraría las correcciones. Tenía que defender el honor de su princesa y, si eso significaba luchar al tú por tú contra el maestro arquero, entonces lo haría.
Era una batalla entre el caballero de la luz y el pícaro que había abrazado la oscuridad.
El valiente caballero no esperaba que el pícaro se empleara tan a fondo como lo iba a hacer. Por eso mismo se sobresaltó tanto cuando sintió el aura que cubrió todo el campo de batalla.
Los dientes le castañearon por un momento, pero se mantuvo increíblemente firme. Ante la adversidad, ante la duda y frente al miedo…
Un caballero nunca retrocede.
Fue ese pensamiento el que lo hizo enfrentarse a Decidueye cara a cara cuando apareció arriba de él.
Lillie sabía que Decidueye era ambidiestro. Lo sabía porque la ala izquierda era con la que disparaba, mientras que la derecha era con la que utilizaba sus ataques de contacto. Dicho eso, la lechuza no tenía problema en utilizar cualquiera de sus dos extremidades superiores para atacar, pero optaría por la derecha en cualquier situación. En caso de que el ala derecha le fallara, su tiempo de reacción con la izquierda sería impresionante…
Era una suerte que Ribombee fuera tan ágil.
—¡Intensifica tu brillo! —gritó con fuerza.
Ribombee hizo exactamente eso. Brilló con tal intensidad que no solo lastimó a Decidueye, sino que lo obligó a cerrar los ojos por un momento. La lechuza, pese a todo, seguía oyéndolo.
Lanzó un poderoso Acróbata que la mosca ya estaba esperando. Erró por solo milímetros, quedando por debajo del bicho. Decidueye entonces dio otro rápido corte con la ala izquierda, pero este fue evadido gracias a que Ribombee se había movido en la misma dirección. La longitud del ala era tal que Ribombee apenas había podido evitar su contacto, cosa que tenía que agradecerle a Danza aleteo.
Decidueye sabía muy bien que había fallado sus ataques, por lo que no se sorprendió cuando sintió el ardiente contacto de Brillo mágico en su mejilla. Su pico se apretó, negándose a dejarse vencer.
El tipo Planta, como su entrenador, se había llenado de frustración. Normalmente, en los entrenamientos, vencer a Ribombee era algo no demasiado difícil. Lo dominaba en todos los sentidos: fuerza, velocidad y habilidad de vuelo. Pero cuando Lillie lo comandaba… Cuando Lillie lo comandaba era un fastidio inmenso. Sabía todo lo que haría y lo que no haría; lo que pensaba y no pensaba.
Pensó en aquella ocasión en el Cementerio de Hau'oli. Recordó la expresión temerosa pero determinada de Lillie. Recordó la confianza que sintió en ella pese a su inexperiencia; la había seguido a pesar de que era una novata con todavía menos habilidad de la que él había poseído en su momento. Recordó, también, lo bien que se había desempeñado gracias a su liderazgo.
Se sintió tan frustrado como orgulloso, pues el conocimiento de esa chica que hacía mucho había dejado de ser una novata era suficiente para poner las cosas parejas. El comando de Lillie era lo único que Ribombee necesitaba para combatir su propio entrenamiento, sufrimiento y dedicación.
Porque Decidueye no se mentiría a sí mismo ni sería modesto: él era, sin duda alguna, mucho más fuerte que Ribombee. Pero era Lillie… Era Lillie la que lo hacía tan difícil.
Y precisamente por eso quiso gritar tanto como quiso abrazar a la rubia. Su faceta más egoísta y ególatra le hacía sentir que todo su esfuerzo podía ser fácilmente ninguneado por ella, lo que lo hizo querer revolcarse de la frustración. Su faceta competitiva, por otro lado, le agradecía que pudiera darle un desafío a la altura; uno tan divertido que hasta lo hacía tener debates morales internos.
Pero Decidueye, por mucho agradecimiento que sintiera, no estaba dispuesto a dejarse perder.
Mantuvo un vuelo firme, negándose a retroceder ante el bestial ataque de Ribombee, y volteó la cara. Sus ojos enloquecidos se encontraron con los del tipo Bicho. Esa mirada era una que Ribombee nunca tendría, pues esos eran los ojos de alguien que estaba dispuesto a matar y a morir. Y mientras que Ribombee estaba más que dispuesto a morir en batalla, un caballero como él jamás estaría dispuesto a tomar una vida.
La afinidad de Ribombee a las emociones ajenas lo hizo olvidar que Decidueye jamás lo mataría ni a él ni a nadie más, por lo que se quedó con esa mirada más tiempo de lo necesario. Ese tiempo fue aprovechado por la lechuza para dar un poderoso Acróbata que golpeó a la mosca en su costado.
Ese golpe no solo mandó a Ribombee a volar. Lo envió directo contra el suelo. Entre las flechas.
Lillie reaccionó en cuanto la pequeña polvareda creada por el impacto de Ribombee comenzó a disiparse.
—¡ALÉJA…!
Pero los ojos de Decidueye eran más rápidos que la boca de Lillie. Separó los párpados con fuerza y sus irises brillaron en un tenue tono morado que resonó con las flechas que estaban clavadas en el suelo.
Fue una reacción en cadena preciosa.
Las flechas explotaron de forma que crearon un espiral de estallidos que terminó en el centro del campo de batalla. Esas pequeñas explosiones, en su conjunto, crearon una humareda liviana que cubrió todo el campo de batalla.
El polvo no tardó en comenzar a asentarse, por lo que Decidueye descendió esperando ver a Ribombee. Tal vez se había pasado… Había dejado que su temperamento sacara lo peor de él y se sentía increíblemente avergonzado por ello. Comenzó a ulular, llamando por su amigo.
¡Ribombee! ¡¿Dónde estás, Ribombee?!, llamaba en voz alta, caminando por el humeante campo de batalla. Vamos, amigo… Lo siento por eso último.
No lo encontraba por ningún lado, lo que lo preocupó en demasía. Aguzó el oído para poder detectarlo, llevándose una enorme sorpresa en el proceso.
Se giró con presteza, abriendo los ojos de par en par. Ante él estaba la pequeña mosca, cargando con su Embate caballeresco. El golpe le dio de lleno en el abdomen, haciéndolo retroceder a tropezones y finalmente caer de sentón. Evitó caer de espaldas al apoyarse con sus alas.
Decidueye parpadeó, sorprendido y ligeramente adolorido. El ataque había carecido de la misma potencia de antes. Bajó la mirada, encontrándose en su regazo al tipo Bicho.
No oséis… subestimarme…, venerable ave… Pues os sorprendería… la tenacidad que este… gallardo caballero posee…, dijo Ribombee con voz ligeramente temblorosa. Con la respiración agitada y un ojo entrecerrado, la mosca se llevó las manos al vientre. Tened cuidado…, noble adversario… Pues la confianza… se cobra cara…
La sonrisa de Decidueye se borró al ver como Ribombee elevaba las patas, esparciendo por encima de ambos un polvo amarillento. La lechuza intentó apartarse, pero fue muy tarde. El calambrazo que la parálisis le produjo le impidió ponerse de pie y le hizo perder fuerza en las alas. Cayó de espaldas.
Entonces se carcajeó.
¿No te vanaglorias de ser honesto?, preguntó Decidueye.
El que avisa… no es… traidor…, dijo Ribombee, riendo levemente. Sus risas, poco a poco, comenzaron a apagarse.
Decidueye se quedó recostado con la mirada clavada en el techo. Suspiró.
Descansa, mi caballero en miniatura, dijo antes de comenzar a levantarse.
—¡RIBOMBEE NO PUEDE CONTINUAR! —anunció Red—. ¡La participante Lillie debe enviar a su siguiente Pokémon!
—¡RIBOMBEE CAE! ¡El Pokémon de la participante Lillie pierde la batalla, no sin antes dejar un regalo de despedida! ¡Decidueye se encuentra paralizado! —dijo Jeekyo.
«Uff… Ya van 1-1. Las cosas se están emparejando por fin».
«Ash se está esforzando muchísimo para poder derrotar a Lillie. ¿Es tan fuerte?».
«Lillie es muy lista y analítica. Creo que está teniendo mucha ventaja en este combate porque es novia de Ash y conoce todos sus secretos».
«Así son las mujeres. Aprenden tus debilidades y luego las usan contra ti».
«Ribombee lo hizo muy bien. Ash no les dio nadita de tiempo para usar un segundo Danza aleteo, pero estoy seguro de que, de no haber sido el caso, el resultado pudo haber sido distinto».
«Ese primer Danza aleteo hasta fue un milagro. Lillie logró ocultar muy bien a Ribombee».
«Yo no vi qué pasó».
«Camufló la explosión de su bola polen con la de puntada sombría e hizo que Ribombee se metiera en el humo para que Decidueye no lo viera. Es cuestión de perspectiva».
«Incluso con ese danza aleteo no fue capaz de pelearle por completo a Decidueye».
«Pero lo hizo bastante bien considerando que sus entrenadores son muy distintos entre sí».
«Gumshoos debilitado, Decidueye paralizado… Esto no pinta para nada bien…».
«Recuerda que Silvally también está congelado y ahora Ribombee está debilitada».
«Silvady* y debilitado*. El Código Cero de Lillie se llama Silvady y su Ribombee es macho».
«Ya van dos veces seguidas que confunden el sexo de uno de los Pokémon de Lillie. Revisen sus prejuicios contra los tipo Hada por Arceus».
Lillie extendió su Poké Ball hacia el frente, haciendo regresar a Ribombee. Le sonrió a la cápsula con cierta resignación.
—Me habría gustado darte aunque fuese una victoria, querido —murmuró, dándole un pequeño beso a la parte superior—. Pero supongo que Decidueye todavía está lejos de nuestro alcance.
La rubia escuchó el sonido de una Poké Ball. Logró ver como el tipo Planta era retirado del campo de batalla.
Ash y Lillie se miraron entre sí en un silencio casi sepulcral. Ambos guardaron las Poké Balls de sus compañeros más recientes sin apartar la mirada del otro.
Ketchum fue el primero en apartar la mirada, pues se ajustó la visera de la gorra. Cuando apartó la mano de la cara, su expresión había cambiado por completo.
—¡Estaba tan nervioso! —exclamó, dejando salir un profundo suspiro.
—¡Yo también! —secundó Lillie, dejando salir el suyo.
—¡Cuando vi que Ribombee había usado Danza aleteo pensé que todo estaba acabado!
—¡Yo no creí que la embestida con Brillo mágico de verdad fuese a funcionar!
—¡Agh! ¡Ribombee es tan genial! ¡A pesar de que le dimos nuestros mejores golpes, logró resistir todo lo que le lanzamos! ¡Incluso paralizó a Decidueye!
—¡Decidueye es súper fuerte y veloz también! ¡Me devané los sesos para pensar en la mejor forma de contrarrestarlo y aun así logró superarnos con pura fuerza y técnica! Ribombee jamás podría igualar su habilidad a la hora de volar…
Azabache y rubia se miraron con una sonrisa y, finalmente, rompieron en carcajadas.
—Supongo que ambos estamos nerviosos —rio Lillie, secándose una pequeña lágrima.
—Sí, eso creo —asintió Ash, viéndola con una sonrisa—, pero ey, ¿no es bueno sentirse nervioso de vez en cuando?
Aether se sonrojó levemente.
—Bueno, supongo que si tú lo dices…
Volvieron a reírse. Mientras sus risas resonaban por el campo de batalla, Ash no pudo evitar recordar. Recordar el momento en el que su vida y la de Lillie se encontraron en total sintonía.
La luz de la luna penetraba por la ventana de su dormitorio, importándole poco las cortinas que la cubrían.
Ash y Lillie estaban acostados en la cama que compartían. De ellos dos, solo Ketchum seguía despierto.
Sintió su brazo levemente acalambrado, pues la cabeza de Lillie había estado sobre él por casi una hora. Despacio, muy lentamente, retiró su extremidad. Se dio la vuelta levemente de forma que pudiera abrazarla.
No todos los días dormían abrazados, por supuesto. Eso era una cosa que Ash había aprendido conforme las semanas pasaron. Era normal para las parejas el dormir dándose la espalda o ligeramente apartados el uno del otro.
Pero también había ocasiones especiales.
Ocasiones en las que el contacto de la piel contra la piel arrullaba mejor que cualquier nana. Esta había sido una de esas.
Ash se había dado cuenta de que, cada cierto tiempo, se quedaba embelesado apreciando a Lillie. Sus ojos recorrían toda la anatomía de su pareja, apreciando sus largas pestañas, su hermosa tez pálida, sus preciosos ojos verdes o su largo y brillante cabello rubio. Adoraba la forma de su nariz o la pequeña punta en la que terminaba su mentón. Le gustaba, de vez en cuando, pasar un dedo por los labios de ella por la sensación que dejaban en éste. Era una sensación tan cálida y suave que permanecía incluso minutos después de que el contacto cesara.
No podía evitar recordar a Brock. Durante sus viajes él había buscado de forma insistente una pareja. ¿Era eso lo que tanto había anhelado Ishihara? ¿Ese contacto? ¿Esa intimidad? ¿Esa sensación de que no había nada que se le pudiese ocultar a otra persona? Porque si era el caso…
«Entonces me retracto de todo lo malo que llegué a pensar de él», pensó, riendo para sus adentros.
Cierto, a veces se sentía un poco vulnerable. Que otra persona lo conociera hasta su mismo núcleo era una idea ligeramente inquietante. Tener alguien a quien no se le podía ocultar nada… Era, en cierta parte, atemorizante.
Pero Lillie había calmado ese miedo.
«No tenemos que contarnos todo ni compartir absolutamente cualquier cosa que poseamos. Solo necesitamos ser un hombro; un amigo; un confidente. No tienes por qué contarme cada cosa de ti, pero, cuando quieras hacerlo… yo estaré ahí para escucharte».
Y de momento todavía no había ninguna cosa que no quisiera contarle… O bueno, había una. Una cosa que sentía que estaba obligado a mantener en perpetuo secreto.
Había momentos en los que pensaba en ello. Había días en los que lo único que hacía era pensar en ello. No era fácil desprenderse de lo que por mucho tiempo fue su realidad y presente. Había cosas que no podían olvidarse por mucho que se tratase.
Un ejemplo era esa ligera inquietud que sentía por las oscuras noches. Era una sensación mínima, equiparable tal vez a la ligera molestia producida por una luz encendida en la habitación cuando se intenta dormir.
Miró al techo en silencio.
Su nictofobia no se había ido del todo. Tal vez nunca lo haría, pero su intensidad sin duda había decrecido. Ya no sentía esa ansiedad asesina que se apoderaba de su cuerpo y lo dejaba temblando como un fideo al aire.
Había visto la oscuridad más negra de todas y, curiosamente, había revivido para contarlo.
Cuando Ash recordaba la desesperanza que esa oscuridad previa al paraíso le había hecho sentir, todas las demás tinieblas se volvieron insignificantes.
Pensar en lo que había perdido y en lo que había ganado, en ocasiones, lo hacía ponerse un poco paranoico. Tenía pensamientos que lo perseguían durante todo el día hasta la mañana siguiente. Esa sensación era como un cazador que sigue silenciosamente a su presa, esperando a saltar encima de ella en el momento en el que menos se lo esperara.
Era tan…
—¿Qué pasa?
Escuchar la voz de Lillie lo sorprendió, en especial por la forma en la que había hablado. No era un tono somnoliento ni mucho menos, sino que era uno firme y concienzudo. Apartó la mirada del techo para ver a su pareja, quien lo veía inquisitivamente, con unos ojos tan despiertos como los de cualquier persona a las doce de la tarde.
—Me asustaste —dijo, riendo suavemente.
Pero Lillie no se rio. Con lentitud y suavidad, puso una mano sobre su mejilla.
—Estás inquieto —dijo Lillie, preocupada—. ¿Qué pasa, Ash?
Ketchum parpadeó, anonadado.
—No estoy…
—Tu respiración se enlentece cuando estás inquieto precisamente porque quieres ocultarlo —interrumpió Lillie.
—No… sabía eso… —murmuró Ash, todavía más sorprendido.
—De la misma forma en la que no notas pequeños cambios físicos en ti mismo, tampoco eres consciente de ciertas manías. Sin embargo, desde los ojos de un tercero, esas cosas son notorias —explicó con tranquilidad.
Ash sonrió de forma genuina.
—Eso explica por qué Pikachu nunca se dio cuenta del momento en el que adelgazó —rio, sacándole una sonrisa a Lillie.
—Ya te estás calmando —dijo, pegando el oído contra su pecho.
Se dio cuenta de que era cierto. Las cosas de la mente eran verdaderamente misteriosas; tanto que nunca podría esperar descifrarlas. Tampoco lo intentaría.
—Es gracias a ti, Lillie.
—En ese caso me alegro de poder ayudarte.
Se quedaron en silencio. Los ojos de Ash comenzaron a pasearse por la estancia.
—¿Es sobre eso? —preguntó Lillie de pronto.
Ash tardó, pero finalmente asintió.
—A veces me cuesta aceptar que este es el mundo en el que vivo ahora —respondió—. Se siente como si, en cualquier momento, el tiempo del que escapé fuera a regresar por mí.
—¿Te da miedo que esto pueda ser un sueño? —preguntó la rubia.
Ketchum volvió a asentir.
—Mucho.
—Entonces abrázame. —La declaración de Lillie confundió a Ash, quien volteó a verla—. Si necesitas algo que te de la seguridad de que todo es real, entonces apóyate en mí. Abrázame hasta convencerte de que no es un sueño.
Era en momentos así en los que Ash verdaderamente necesitaba palabras como esas.
Ash Ketchum, al contario que su pareja, era una persona realmente física. Expresaba su cariño, frustraciones y alegrías mediante el cuerpo. Por eso mismo, cuando era un niño y se sentía intranquilo, más que palabras de consuelo, lo que necesitaba era el contacto de Pikachu, de sus otros Pokémon o de sus amigos.
Y ahora la necesitaba a ella.
La envolvió con sus brazos y sintió el contacto de la piel contra la piel, llenándose de una calidez acogedora y tranquilizante.
Ash había aprendido que las parejas no dormían abrazadas todos los días, pero también había aprendido que había ocasiones especiales en las que sí.
Esta era una de esas ocasiones.
El vínculo que tenía ante sus ojos no era uno cualquiera.
Era una relación forjada en base a la confianza, el respeto y el cariño. Eran dos personas que habían abrazado todos los aspectos del otro, ya fuesen positivos o negativos: dos humanos que habían luchado contra viento y marea juntos.
Era un lazo que ya ni siquiera era comparable al de simple amistad: se trataba de la fuerza que mantenía juntas a dos mitades complementarias.
Un vínculo que Serena sabía bien que no podría tener. Como persona le dolía ver el espectáculo que se desarrollaba ante sus ojos. Como kalosiana le fascinaba a niveles más allá de su comprensión. Pocas eran las veces que había oído o visto un amor tan fuerte como el que esas dos almas se profesaban.
Pero claro que eso solo era la opinión de una kalosiana como ella.
Las risas finalmente cesaron paulatinamente. Ash y Lillie eran conscientes de que no podían poner a todo el estadio en espera solo por ellos, por mucho que fuesen los protagonistas de esta historia.
—Entonces, ¿tercer round? —dijo Ash, sacando su siguiente Poké Ball.
—Si es tan amable, buen señor —respondió Lillie, sacando su propia Poké Ball.
Ambos retrocedieron un paso y luego lo avanzaron al mismo tiempo, lanzando sus cápsulas tan arriba como les fue posible.
—¡Lycanroc, yo te elijo!/¡Mudsdale, te necesito!
Mudsdale fue el primero en caer. Su tamaño y peso sacudieron el campo de batalla, produciendo un temblor que habría desbalanceado a Lycanroc si éste hubiese estado en el suelo.
El lobo cayó poco después. Su apariencia única desató las maravilladas voces de todos los entusiastas y entendidos del coleccionismo Pokémon, pero también cautivando a la audiencia general. Era el único Lycanroc Crepuscular que existía en el mundo.
—¡ES LYCANROC CONTRA MUDSDALE! ¡La participante Lillie mantiene la ventaja de tipo por tercera ocasión! ¡Esta vez es tierra contra roca! ¡¿Repetirá lo que logró con Silvady o le pasará lo mismo que acabamos de ver con Ribombee?!
Lycanroc era, en opinión de Lillie, una pareja verdaderamente molesta para Mudsdale. Aunque tenía su propio plan para manejarlo, tenía tantas cosas en contra que pelear contra él sería un auténtico suplicio.
Por eso, a mal tiempo darle prisa.
—¡Lycanroc, Roca afilada!
Los ojos de Lycanroc cambiaron de color. El profundo color verde esmeralda se tornó en un brillante rojo sangre.
Lillie sabía de la pequeña manía del lobo, una que le venía desde sus tiempos como Rockruff. Al utilizar Roca afilada como si fueran proyectiles, su cabeza y caderas se agitaban levemente, casi de forma imperceptible.
La rubia vio el gesto, por lo que supo que era lo que tenía que hacer.
—¡Cuerpo pesado! —gritó a la brevedad.
El cuerpo entero de Mudsdale adquirió un color ferroso. Sus pezuñas pisaron con fuerza y cargó en contra del enemigo.
Lycanroc había disparado una ráfaga de filosas piedras que comenzaron a chocar contra el cuerpo del tipo Tierra.
El aura plateada de Mudsdale le ayudó a resistir mucho mejor los golpes, pero no dejaban de escocer. Por eso mismo se apresuró a llegar frente a Lycanroc tan pronto como pudo.
—¡Roca veloz! —gritó Ash.
Un aura blanquecina rodeó brevemente a Lycanroc, apenas un parpadeo; ese mismo parpadeo fue el tiempo que el tipo Roca tardó en desaparecer de la vista.
Mudsdale sintió una ráfaga de viento pasar por debajo de su vientre, por lo que se detuvo tan pronto como le fue posible. Giró la cabeza, encontrándose a Lycanroc unos cuantos metros detrás de él.
—¡Prepárate, Mudsdale! ¡Vamos con Terremoto a toda potencia! —exclamó Lillie, extendiendo una mano hacia el frente.
El caballo relinchó y, con toda la potencia de su cuerpo, dejó caer las pezuñas contra el suelo. Dio un pisotón seguido de otro y de otro y de otro. Ondas expansivas nacían del punto en el que colisionaban las pezuñas de Mudsdale y el suelo, abarcando un ángulo de 360 grados.
Ash hizo lo que Lillie sabía que haría.
—¡Roca afilada!
Lycanroc disparó una nueva ráfaga de rocas y luego utilizó un Roca veloz que le dio el impulso suficiente para alcanzar sus recién creados proyectiles. Se subió a uno de ellos y luego saltó a otro, utilizándolos como plataformas que lo mantuvieron alejado del suelo.
—¡EL PARTICIPANTE ASH HACE ALGO IMPENSABLE! ¡¿Quién imaginaría semejante uso para Roca afilada?! —Jeekyo, como la inmensa mayoría del público, estaba inmensamente impresionado.
Alphonse soltó una risa sarcástica.
—¡Si dice eso es porque nunca ha visto combatir a Ash! —exclamó con cierto orgullo.
Al sabía que no era el único que pensaba eso.
—Es bueno volver a ver una vieja táctica de Ash —rio Clemont. Los recuerdos de Froakie contra el Onix de Grant llegaron a su mente.
—¡Esto es a lo que yo llamo revivir un clásico! —dijo Bonnie, sonriente.
Serena sonrió para sí misma. La sorpresa de aquel momento había sido algo difícil de digerir.
—Tan típico de Ash —dijo finalmente, riéndose.
Pero de todos ellos era Lillie la más familiarizada con ese movimiento. Por eso mismo sabía qué debía hacer contra él.
—¡Cuerpo pesado! —gritó Aether al ver que Lycanroc estaba cada vez más cerca. Sus ojos buscaron los de Mudsdale.
—¡Roca veloz! —ordenó Ash.
Lycanroc salió disparado en otro parpadeo. Se movió a toda prisa entre las rocas faltantes y dio un gran salto, pasando por encima del cuerpo de Mudsdale. Iba a caer justo detrás de sus cuartos traseros, preparándose para utilizar otro Roca afilada.
Ash entonces notó algo.
No solo no vio ningún indicio de Cuerpo pesado, sino que se percató de cómo las patas traseras de Mudsdale se tensaban. En cuestión de segundos, Ash se dio cuenta de que el oponente no tenía planeado salir corriendo.
Una coz, pensó de inmediato.
—¡GARRA BRUTAL! —espetó.
Lycanroc era veloz. Era veloz, fuerte y estaba demasiado acostumbrado a las órdenes repentinas. Sus reflejos eran exquisitos; toda una hazaña de la neurología. Por eso fue capaz de reaccionar a tiempo, de girar su cuerpo y de recibir el Fuerza equina de Mudsdale con sus enormes zarpas.
La coz de Mudsdale elevó a Lycanroc por los aires, dándole una buena sacudida pero haciendo solo una fracción del daño que debería haber hecho. El caballo hizo un gesto de dolor en cuanto bajó las patas. Un aura rojiza rodeó su cuerpo.
El tipo Roca aterrizó grácilmente en el suelo, agitando la cabeza por culpa de la energía sísmica encapsulada en esa feroz patada. Sabía que Mudsdale era ridículamente fuerte, por lo que no esperaba menos de él. Incluso se consideraba afortunado de haber salido tan bien parado.
—¡El participante Ash predice la predicción de la participante Lillie! ¡Un choque de último minuto que resultó en un empate! ¡Sin embargo, el contacto del Lycanroc del participante Ash hizo que Mudsdale activara su habilidad: Firmeza! ¡La batalla solo se volverá más y más difícil para el participante Ash a partir de este punto!
¿O no lo haría?
—¡Hazlo, Lycanroc! —ordenó Ash.
Lillie frunció el ceño, indecisa. Vio como el oponente apuntaba con la cabeza al cielo y no supo qué era lo que iba a hacer. Se fijó en el rostro confianzudo de Ash y se dio cuenta.
—¡TERREMOTO! —gritó con prisa.
Antes de que las ondas sísmicas pudieran esparcirse por el campo de batalla, Lycanroc dio un aullido largo y sonoro; un sonido increíblemente precioso que cautivó a los presentes. Pero el aullido no fue dado con la finalidad de embelesar a nadie: fue dado con la intención de subir el ataque de Lycanroc.
Un aura rojiza rodeó el cuerpo del tipo Roca, quien inmediatamente utilizó un Roca afilada hacia el aire. Se impulsó con un Roca veloz de manera que llegó hacia sus proyectiles, los cuales se elevaban más y más.
Lillie no puedo evitar que se le escapara una sonrisa. En parte porque le encantaba ver de cerca las locurAsh de Ketchum; en parte porque esto era parte de su plan.
Mientras el público se fascinaba por ver a un Lycanroc "caminar" por el aire, la rubia entraba a la siguiente fase de su plan.
—¡Avalancha! —gritó.
Gracias a ese movimiento, Lycanroc nunca podría escapar de su alcance. Aunque, realmente, no esperaba golpearlo.
Las enormes y toscas rocas que Mudsdale disparó se elevaron hacia el lugar donde Lillie había predicho que estaría Lycanroc. Fue una predicción perfecta, pero aun así no logró golpearlo.
—¡Roca afilada! —ordenó Ash.
Las agudas y exquisitas rocas que Lycanroc disparó perforaron por el centro e hicieron estallar en decenas de esquirlas a las rocas de Mudsdale. Lycanroc, a conciencia, dejó intactas varias de las rocas y se montó en ellas para elevarse más en el aire.
En el suelo, Mudsdale se cubrió a sí mismo con Cuerpo pesado, recibiendo el impacto del ataque de Lycanroc. Frunció el ceño ante el dolor, decidiendo que era lo suficientemente fuerte como para aguantarlo.
—¡No dejes de usar Avalancha! —dijo Lillie.
Mudsdale obedeció. Volvió a atacar, solo que esta vez más rápido y con más fuerza. Centró su atención en crear rocas más resistentes; unas con las que Lycanroc tuviera más problemas para destruirlas. Sacrificó la cantidad por el tamaño.
Invirtió mucho de su aguante en crear aquellas colosales rocas que ahora se movían en contra del lobo, quien frunció el ceño al verlas.
Lycanroc respondió con Roca afilada. Las piedras que utilizó para defenderse lograron romper cuatro de las ocho súper rocas de Mudsdale.
Inició una lucha de aguante entre ambos contendientes.
Lillie no podía hablar con antecedentes cien por ciento fidedignos, dado que el Lycanroc de Ash era el único Lycanroc Crepuscular del mundo, pero ella sabía que los Lycanroc Diurnos eran utilizados como perros de pastoreo. Eran rápidos, leales y fuertes, por lo que no era raro que tuvieran largas jornadas en el campo cuidando al ganado de cualquier amenaza. Genéticamente hablando, su aguante era bastante bueno. Precisamente por eso no eran un Pokémon que todo el mundo pudiese tener, pues tenían altas reservas de energía que debían de quemar a diario.
A través de múltiples estudios, observaciones y pruebas de campo, Lillie había dado con pruebas concluyentes: el Lycanroc de Ash era, genéticamente, más parecido a la contraparte diurna que a la nocturna. Era un Pokémon preparado para resistir. Pero… no era un Mudsdale.
Los Mudsdale eran Pokémon que por milenios habían sido utilizados para el campo. Estaban acostumbrados a trabajos pesados; a transportar cargas de toneladas por kilómetros y kilómetros sin aflojar el paso.
Teóricamente hablando, si se ponía a ambos Pokémon a competir en una carrera de mil kilómetros en la que cada uno se encontrara en las condiciones más óptimas para su desempeño, Lycanroc ganaría una ventaja enorme en las primeras instancias de la carrera. Pero, pues siempre había un pero, al final Mudsdale sería el ganador. Su aguante insuperable le permitiría compensar la distancia perdida cuando Lycanroc estuviese descansando; era el clásico cuento del Squirtle contra el Scorbunny.
Por eso mismo Lillie no se sorprendió cuando vio que Lycanroc comenzaba a fatigarse por el uso tan continuado de Roca afilada.
Dieciséis segundos de uso a potencia alta, pensó Lillie. Era demasiado tiempo. Lycanroc se estaba sobresforzando, pues lo normal para él, al atacar con esa potencia, eran solamente doce segundos.
Lo que siguió a continuación tampoco la sorprendió, pues estaba en sus cálculos.
Lycanroc no pudo sostener su movimiento, por lo que decidió que dejaría de atacar y se centraría en esquivar. Saltó sobre una de las grandes rocas de Mudsdale, solo lo necesario para tener un lugar en el que apoyarse,o y se impulsó con un Roca veloz para alejarse tanto como pudiese. Abrió los ojos con sorpresa al ver que otra roca iba hacia él.
Garra brutal chocó contra la nueva piedra. Lycanroc gruñó con fuerza, haciéndola ceder y logrando atravesarla. Se llevó otra desagradable sorpresa al ver como otra roca lo esperaba detrás de la que había destruido. Esta vez no pudo ni siquiera pelear contra ella, pues le faltaba el aliento.
El último proyectil creado por Avalancha arrastró a Lycanroc hacia la cima del estadio y lo habría sacado de éste de no ser por el campo de energía que apareció. Lycanroc fue aprensado.
La roca estalló, rompiéndose en multitud de fragmentos que comenzaron a caer al suelo. Mudsdale, para protegerse de la lluvia de escombros, volvió a utilizar Cuerpo pesado. Las piedras chocaron contra su cuerpo, volviéndose nada más que humo y polvo.
Lillie vio como Lycanroc caía, pero estaba lejos de sentirse relajada. Eso era demasiado poco para que el lobo fuera derrotado.
De la gran cortina de humo que se había creado en el cielo emergió Lycanroc. El tipo Roca se veía, por un momento, indefenso. No le tomó mucho recomponerse, recobrando su postura y preparándose para recibir su siguiente orden.
—¡Roca afilada! —gritó Ash, sonriendo al ver el buen estado de su compañero.
Lycanroc ladró y disparó sus proyectiles en una línea recta descendente. Comenzó a moverse entre ellos, ganando una velocidad cada vez mayor.
Lillie se preparó para el repentino cambio de dirección que sabía que llegaría. En cualquier momento, Lycanroc cambiaría su trayectoria con un raudo Roca veloz que lo impulsaría en contra de Mudsdale. Lo pasaría de largo, apareciendo detrás de él e invocando un Roca afilada en forma de lanza que golpearía contra alguna de las patas traseras del caballo, probablemente la izquierda, pues era su flanco más débil.
La joven se preparó. Se preparó para dar la orden. Un Terremoto dado en el momento correcto sería suficiente para contrarrestar el Roca afilada.
Sus ojos se afilaron y entonces…
Lycanroc se estrelló contra el suelo.
El lobo no cambió su dirección en ningún momento, sino que fue directamente contra el suelo y chocó contra él junto con las rocas que había disparado. El choque creó una gran polvareda que impedía ver lo que había dentro de ella.
Un resultado tan extraño y repentino como ese desconcertó a más de uno, Lillie incluida. La rubia apenas había comenzado a procesar el hecho cuando, de pronto, unas lanzas rocosas nacieron del suelo hasta llegar a Mudsdale. La última roca golpeó al caballo directamente en el mentón, cosa que sobresaltó a Lillie.
—¡Garra brutal! —gritó Ash.
Lycanroc emergió a paso apresurado. Se lanzó en contra del enemigo y le dio dos certeros arañazos con sus filosas zarpas justo en el rostro. Mudsdale relinchó y retrocedió. Un aura azulada rodeó su cuerpo, seguida de otra rojiza.
El lobo dio un rápido salto hacia atrás y, en mitad del aire, lanzó otro Roca afilada del que Mudsdale se protegió parcialmente al usar Cuerpo pesado.
Lillie frunció el ceño con fuerza. Había bajado la guardia y eso le había salido caro.
—¡Terremoto! —gritó en el momento justo.
—¡Roca afilada! —exclamó Ash.
Lillie estuvo lista. Si Lycanroc quería volver a utilizar sus rocas como un puente, entonces ella solo tendría que destruirlas con un Fuerza equina. Pero antes debían centrarse en la tarea que tenían entre manos.
Mudsdale relinchó y se apoyó sobre sus cuartos traseros para posteriormente dejar caer todo su peso contra el suelo. Ondas sísmicas emergieron y avanzaron sin dilación en contra de Lycanroc. Lillie había ordenado su uso de manera que llegarían hacia Lycanroc justo cuando tocara el suelo.
El tipo Roca vio como la sacudida se acercaba, pero las rocas de su collar no brillaron. Cuando sus patas delanteras estaban por tocar el suelo, sus ojos se afilaron y un aullido salió de su hocico.
Justo cuando la onda sísmica comenzó a impactar contra Lycanroc y las patas de éste tocaron el suelo, una gran columna de piedra se erigió, elevando al lobo en el aire.
Lillie vio con la boca bien abierta al Lycanroc que ahora volaba por los aires, impulsado como un cohete. Luchó muy fuertemente por contenerse, pero no logró evitar que una sonrisa de ilusión y alegría se le escapara. Con un gran sonrojo en el rostro, apreció el momento.
Las locurAsh de Ash son tan geniales, pensó.
Aunque estaba genuinamente maravillada por las estrategias de Ash, su parte más profunda pensaba en la forma en la que proseguiría el combate. Lillie sabía que todo lo que subía tenía que, inevitablemente, bajar.
No pensaba darle descanso a Lycanroc.
—¡Avalancha!
Mudsdale relinchó nuevamente y disparó sus propios proyectiles. Las rocas, del tamaño de bolas de cañón, salieron al encuentro de Lycanroc, quien se veía ligeramente aturdido por la parcial sacudida que había recibido.
—¡Roca afilada y luego Roca veloz! —gritó Ash.
Lycanroc creó una única roca que hizo aparecer detrás de sus patas traseras.
Aunque se consideraría como imposible que alguien pudiera usar un objeto tan pequeño como un punto de apoyo, Lycanroc ya había demostrado que para él no lo era.
Normalmente las rocas sobre las que saltaba se encontraban en movimiento, el cual cesaba en el momento en el que las usaba para impulsarse. Dado que la piedra en la que se apoyaría estaría inerte, tenía que ser veloz; muchísimo más veloz que de costumbre.
Los cuartos traseros de Lycanroc se tensaron a tal punto que los músculos y venas lograron verse perfectamente; era casi como si sus patas traseras no tuviesen nada de grasa. Fue solo un segundo, pero qué segundo.
Roca veloz permitió a Lycanorc impulsarse gracias al repentino estallido de energía. Aprovechó la fuerza de su movimiento para destruir cuantas rocas pudiese y tomó ventaja de una de ellas para cambiar su dirección.
—¡Fuerza equina! —gritó Lillie al verlo caer.
Lillie había desarrollado su capacidad para determinar el momento justo del impacto de un movimiento o de la trayectoria de un Pokémon hacía relativamente poco tiempo. A comparación de los 227 meses que tenía viva, diez meses era una cantidad insignificante de tiempo.
Al principio ella creía que su capacidad intelectual era lo que le permitía realizar los cálculos con tanta velocidad, y ciertamente no estaba del todo equivocada. Ella, sin embargo, le atribuyó todo el mérito a su intelecto y habilidad matemática, restándoselo a otro factor tan importante, sino es que más: el instinto.
Si se comparaba a sí misma con su novio, Lillie tenía el tiempo de reacción de una uva pasa. Pero si mezclaba su inteligencia y el instinto de luchadora que había ganado en los últimos años, conseguía un resultado impresionante: la habilidad de lanzar un golpe con una tasa de acierto extremadamente alta.
Por eso vio como lógico que Mudsdale llegara a Lycanroc en el momento justo en el que éste caía: ni antes (de forma que el lobo pudiera pisar tierra y escabullirse), ni después (lo que le permitiría usar la cabeza de Mudsdale para impulsarse y alejarse del camino).
Pero Ash Ketchum no era fácil de golpear, y eso era lo que lo hacía alguien tan temido. Su capacidad para reaccionar al peligro era impresionante y, por algún motivo, Lillie sintió que había estado incrementando en las últimas instancias de la batalla.
Lycanroc alcanzó a conectar un Garra brutal contra el pecho de Mudsdale, envolviéndolo en un aura rojiza. Utilizó sus extremidades delanteras para interceptar el daño y pegó las traseras al suelo de forma que reducía el impacto.
Gracias a que sus cuartos traseros estaban en contacto con la tierra, Lycanroc fue capaz de invocar unas grandes lanzas de roca que aparecieron justo debajo del estómago de Mudsdale.
El caballo relinchó, adolorido, pero no fue separado del suelo gracias a su gigantesco tamaño, solo frenado. Lycanroc aprovechó para alejarse.
Caballo y lobo se frenaron por un momento. Ambos jadeaban, pero lo hacían por motivos distintos: Mudsdale por el dolor, Lycanroc por el cansancio.
—Esta vez Lillie no está tan en control como en los asaltos pasados —dijo Misty, intrigada.
—Es porque esta vez su única ventaja es la de tipo —respondió Gladio, frunciendo levemente el ceño—. En anteriores ocasiones, los Pokémon de Lillie eran más rápidos que los de Ash.
—Un Pokémon más rápido tiene mayor facilidad para esquivar y para atacar, sí… —murmuró Kawanami, llevándose una mano al mentón.
—Lo peor que le puede pasar a Lillie en encontrarse con un entrenador como Ash. Ella tiene la suerte y la condición especial de que lo conoce bien, por ello no le afecta tanto: puede prepararse para lo que esté por venir —añadió Gladio—. El problema llega cuando el Pokémon de Ash es más rápido que el suyo. No solo responde mejor a las órdenes de Ash, sino que es más difícil para Lillie responder a tiempo a sus movimientos.
Misty lo analizó. Silvady era más veloz que Gumshoos, pero no más fuerte. Ribombee también era más rápido que Decidueye, pero tampoco era más fuerte que él. En este caso, Mudsdale era, ligeramente, más fuerte que Lycanroc pero no más rápido.
—La fuerza no sirve de mucho si no se puede usar —concluyó. Levantó la mirada, sonriendo—. Es por eso que lo está cansando.
Gladio, mirándola de soslayo, sonrió.
—Lillie sabe que la velocidad que Mudsdale no tiene la compensa de sobra con aguante y defensas. Es por eso que está potenciando su ofensiva a costa de su defensa deliberadamente —dijo, cruzándose de brazos—. Al atacar constantemente, obliga a Lycanroc a moverse todo el tiempo sin descanso.
—Un corredor de velocidad no se desempeñaría igual en los cien metros planos a como lo haría en un maratón —dijo Max, volteando a ver a ambos.
—Exacto —dijo Gladio.
Lillie había sido la primera en dar con esa analogía y sabía que Ash también. Podía ver en los ojos de Ketchum que él conocía a la perfección lo que estaba tratando de hacer: él no era tonto, al menos no en cuanto al combate nos referimos.
Ash había tenido que pelear muchas veces contra oponentes que lo habían intentado desgastar o a los que él había tenido que agotar. Por eso, Ketchum sabía bien lo que tenía que hacer al encontrarse en el lado receptor; algo de lo que Kiawe era el maestro absoluto: ganar antes de quemarse.
¿Por eso sus instintos parecían estar mejorando? ¿Por eso sus estrategias se habían vuelto tan difíciles de predecir? La respuesta, sorprendentemente, le era desconocida a Lillie. ¿Cómo actuaba y pensaba Ash cuando tenía prisa por ganar? No lo sabía. Y no lo sabía precisamente porque jamás había visto que Ash estuviese tan ansioso por derrotar a un oponente.
Siempre que Ketchum despachaba rápidamente a un enemigo era porque su propia fuerza se lo permitía: porque podía derrotarlos en un santiamén con solo unos cuantos golpes. Lillie, por esos motivos, no sabía lo que era un Ash Ketchum apurado en combate.
Y eso, más que frustrarla o hacerla sentir nerviosa, la hizo feliz. Porque había cosas que todavía no sabía de él; porque podía seguir aprendiendo. Si había algo que a Lillie Aether le gustaba era aprender. Y si había algo que le gustaba más que aprender era aprender con otros. Pero, si había algo que a Lillie le gustaba más que nada, era aprender mediante la práctica.
Lillie Aether era una mujer extremadamente avariciosa. Deseaba todo el conocimiento que pudiera adquirir y por ello no podía resistirse a tomar para sí misma la sabiduría que nadie más tenía. Y si había algo, o alguien, que también sacaba a relucir el lado más avaricioso y egoísta de Lillie, era Ash Ketchum.
Ante la perspectiva de algo tan único, el cerebro de Lillie no hizo más que liberar un coctel de hormonas como la dopamina, la endorfina y, más importante aún, la oxitocina.
Y fue esa mezcla de químicos la que la hizo volverse insolente.
—¿Eso es todo lo que tienes? —preguntó, tomando por sorpresa a todos en el estadio—. ¡Porque es demasiado poco si aspiras a derrotar a Mudsdale! ¡Ven con todo lo que tengas!
Ash se quedó fascinado por el movimiento provocativo de los dedos de Lillie, los cuales lo llamaban a la acción. Ketchum estaba prendado de cada una de las facetas de Lillie y la insolente era una de sus favoritas.
—¡Tú lo quisiste! —exclamó, extendiendo un puño hacia el frente—. ¡Roca veloz!
—¡TERREMOTO!
Lycanroc tomó aire y luego se disparó a sí mismo en contra de Mudsdale. Vio como el caballo pisoteaba el suelo y saltó, evadiendo las nacientes ondas sísmicas.
—¡Avalancha!
—¡Roca afilada!
Lycanroc perdió el impulso que le daba Roca veloz, transmitiendo la energía cinética al disparo de sus rocas afiladas, las cuales destruyeron por completo la Avalancha de Mudsdale.
Era eso lo que Lillie quería.
De entre los restos de roca y polvo, el caballo apareció. Cargaba con Fuerza equina, listo para golpear en cualquier momento.
Ash ya se imaginaba un resultado así.
—¡Garra brutal!
Lycanroc dio dos zarpazos, los cuales no conectaron contra nada. Se llevó una enorme sorpresa al ver que Mudsdale repentinamente frenaba, dándose media vuelta.
Lillie sabía que Ash sabía que ella haría eso, por lo que decidió subvertir sus expectativas; darle un toque más atrevido a la ecuación.
Ketchum reaccionó de inmediato al plan de Lillie, por lo que dio un grito apresurado.
—¡Da una giro!
Mientras la feroz coz era lanzada, Lycanroc dio la voltereta más rápida de su vida. Su mitad delantera se impulsó hacia el frente, arrastrando su parte trasera. Lo único que sintió antes de aterrizar sobre el lomo de Mudsdale fue la poderosa ráfaga de viento producida por la patada de éste.
Lycanroc se quedó en blanco por un instante, dubitativo ante lo que acababa de pasar. Se obligó a sí mismo a espabilar al recordar que estaba, literalmente, en terreno enemigo.
Rodó por la espalda de Mudsdale, haciéndolo relinchar por el dolor producido por las piedras de su collar, y se puso de pie justo a tiempo para alejarse con un Roca veloz de la sacudida que se le venía encima.
Un Terremoto agitó todo el cuerpo de Mudsdale, lo cual no era problema para él, y siguió avanzando por varios metros. El caballo entonces buscó a Lycanroc y corrió detrás de su Terremoto para asegurarse de no dejar descansar al enemigo.
—¡Roca afilada! —ordenó Ketchum al ver a Mudsdale acercarse.
—¡Avalancha! —gritó Lillie.
Las rocas nuevamente se encontraron en el aire y, nuevamente, las que ganaron fueron las de Lycanroc. La diferencia es que esta vez la finalidad de Lillie no era ganar, sino crear una carnada que Lycanroc mordió.
El Avalancha de Mudsdale, al colisionar contra el Roca afilada de Lycanroc, explotó súbitamente. No fue una explosión violenta ni mucho menos, tampoco hubo humo; solo polvo. Las grandes rocas se habían desecho en una fina arenilla que se expandió frente a Lycanroc, impidiéndole ver a Mudsdale.
Lillie sabía que, como con Decidueye, ponerle un obstáculo visual a un Lycanroc no era una forma verdaderamente efectiva de incapacitarlo. Su oído era grandioso, pero su olfato era lo verdaderamente impresionante. Por eso tomó una gran decisión.
Tomó en consideración la distancia, ángulos y velocidad, calculando con sencillez la parábola que trazaría su siguiente proyectil. Cuando lo tuvo todo, gritó.
—¡Haz lo tuyo, Mudsdale!
Y Mudsdale hizo lo suyo.
Lycanroc no escuchó ninguna roca o golpeteo en el suelo más allá del galope normal de Mudsdale. Lo que sí escuchó fue un pequeño proyectil, tal vez no más grande que un puño. Eso, sumado a que lo tenía bien ubicado gracias a su olor, lo hizo sentirse ligeramente confiado. Retrocedió un par de pasos, sin saltar pues no quería dejarse vendido en el aire, y entonces pasó.
De entre la polvareda emergió una plasta de barro que chocó directamente contra la nariz de Lycanroc. El lobo gimoteó, sorprendido y confundido por igual. Se llevó las patas delanteras a la nariz para tratar de retirarse el barro, pero solo lo logró parcialmente. Seguía sintiéndolo en lo profundo de sus fosas nasales y, aunque expulsó gran parte mediante fuertes resoplidos, su nariz se impregnó del aroma de la… saliva de Mudsdale.
Y hablando de Mudsdale…
—¡Fuerza equina!
El caballo dispersó todo el polvo con su sola presencia, aprovechando el descuido de Lycanroc. El aura anaranjada que rodeaba todo su cuerpo se concentró únicamente en sus cuartos traseros. Frenó repentinamente y dio media vuelta. La gente se sorprendió enormemente al ver a un ser tan grande derrapar como lo haría un automóvil de carreras.
—¡Deslízate! —gritó Ash.
Lycanroc pasó rozando por debajo de las patas de Mudsdale y, cuando estuvo debajo de él, golpeó el suelo con sus patas, creando lanzas rocosas que se crearon horizontalmente debajo del vientre de Mudsdale.
—¡Cuerpo pesado!
Esta vez el tipo Tierra sí logró protegerse parcialmente del daño. Concentró toda la energía elemental en su vientre, protegiéndolo tanto como le fue posible. Siguió sintiendo un escozor extremadamente molesto.
—¡Terremoto! —dijo Lillie sin perder el tiempo.
Mudsdale, habiendo detenido el avance de las rocas, pisó con fuerza el suelo.
Parecía que Lycanroc sería atrapado, pero el lobo se trepó en una de sus columnas y salió volando tan lejos como el Roca veloz que utilizó para impulsarse se lo permitió.
Las lanzas rocosas se destruyeron por los temblores de Terremoto.
Cuando el tipo Roca aterrizó varios notaron como jadeaba y resoplaba fuertemente, intentando quitarse el escupitajo de la nariz. Estornudó varias veces por el cosquilleo en la nariz.
Lillie, más que querer bloquear su olfato, quería obligarlo a respirar por el hocico. Si no podía respirar por la nariz, no podía regular su respiración; si no podía regular la respiración, entonces se quedaría más rápido sin aire. Y si se quedaba más rápido sin aire…
—¡¿Qué te pareció?! —preguntó Lillie con una gran sonrisa y los brazos cruzados a la altura de su pecho—. ¡Mi increíble combo de Lanzatierra y Escupebarro! ¡Un poco de lo tuyo y un poco de lo mío!
Ash, con seriedad, vio el estado de Lycanroc y luego a Lillie. Su rostro se deformó en una gigantesca sonrisa.
—¡Eso estuvo increíble! —admitió, apretando los puños a la altura de su rostro—. ¡Nunca antes habías hecho eso! ¡Me sorprendiste por completo! ¡¿Cómo se te ocurrió?!
Lillie infló el pecho y sonrió engreídamente.
—¡Todo se encuentra aquí arriba! —exclamó, dándose unos golpecitos en la sien.
—¡¿Ehhh?! ¡No es justo! ¡Explícamelo mejor! —Ash, como niño pequeño al que se le niega un secreto, se encaprichó.
—¡Te lo dije hace un momento! Te lo explicaré todo cuando gane.
La rabieta desapareció repentinamente.
—¡Creí que habíamos dicho que sería cuando yo ganara! —dijo Ketchum, frunciendo ligeramente el ceño y sonriendo desafiantemente.
—Sí, bueno… ¡Cambié de opinión! —Lillie apuntó hacia el frente—. ¡Terremoto!
—¡Vamos a máxima velocidad, Lycanroc! ¡Roca veloz!
Tipo Tierra y Roca pisaron al mismo tiempo, pero el resultado fue completamente distinto: Mudsdale creó sus ondas sísmicas y Lycanroc, por su parte, se disparó a sí mismo como un cañonazo.
Lillie se fijó en la extraña trayectoria de Lycanroc, quien no iba de frente contra Mudsdale, y supo que planeaban algo. ¿Qué era? Imagino que seguramente intentarían atacar el flanco de Mudsdale; un punto que fuera inaccesible para sus patas. No estaba del todo equivocada.
—¡Fuerza equina! —gritó.
Mudsdale salió corriendo hacia su lateral, donde Lycanroc se había lanzado. Llegaría poco después de la onda sísmica, por lo que habría muy poco margen de maniobra para el can. Se llevó una sorpresa.
Lycanroc pisó el suelo con solo una de sus patas, creando en el punto de contacto una roca de apenas cinco centímetros de alto y diez de ancho. Utilizó el apoyo para impulsarse en el aire. La onda sísmica y Mudsdale no tardaron en llegar a donde antes había estado el lobo.
Aunque parecía que Lycanroc saldría volando lejos del oponente, la realidad fue otra. Justo cuando el efecto de Terremoto había pasado, y como si fuese un efecto retardado, una gran lanza de roca emergió frente a él. Mientras giraba su cuerpo para apoyarse la nueva roca, aulló con fuerza, rodeándose de un aura rojiza.
El aumento de ataque le dio más fuerza a sus extremidades, lo que le hizo romper la roca en cuanto la usó para impulsarse.
Mudsdale no fue capaz de reaccionar ante el Garra brutal que chocó en contra de su lomo, relinchando por el dolor y luego apurándose a utilizar un Terremoto en sí mismo que alejaría a Lycanroc. Un aura azulada, seguida de una rojiza, lo envolvieron.
—¡Nosotros todavía no terminamos! —Lillie chasqueó los dedos, apuntando con ellos a Lycanroc—. ¡Galope sísmico!
—¡¿Qué es eso?! ¡Suena genial! —dijo Ketchum, atento a lo que haría Mudsdale.
—¡No te distraigas ahora, Ash!
La advertencia de Lillie hizo a Ketchum volver a sus cabales.
Vio como Mudsdale corría en contra de Lycanroc. Cada uno de sus pasos era pesado y lento, pero eran abrumadoramente poderosos. Una onda sísmica se creaba con cada pisotón.
Ash reconoció esa táctica como la misma que Lillie había utilizado previamente contra Francine.
—¡Acompasa tu tiempo, Lycanroc! ¡A mi orden! —dijo Ash, frunciendo el ceño—. ¡Salta! ¡Salta! ¡Salta!
Lycanroc dio un rápido salto, cayó al suelo y luego volvió a saltar. Repitió el proceso otra vez y luego otra. Debido a que Lillie había sacrificado el ancho de sus ondas sísmicas por una cantidad mayor, Lycanroc podía aprovechar el espacio que había entre cada una de ellas para evadirlas.
Saltos y más saltos. Lillie vio el actuar de Lycanroc y se sintió satisfecha. Vio su semblante y supo que el momento que estaba esperando estaba por llegar. Observó a Mudsdale cerca del punto de colisión y supo que era el momento.
—¡AHORA! —gritó Aether con fuerza.
—¡GARRA BRUTAL! —ordenó Ash al ver el último salto de Lycanroc.
En el aire, el lobo se abalanzó en contra del caballo.
Un aura plateada comenzó a nacer en las piernas de Mudsdale, quien no dejó de avanzar en ningún momento.
Lycanroc, por su parte, preparó sus zarpas y las dejó caer en contra del rostro del enemigo, de quien esperó resistencia.
Mudsdale no solo había recibido el golpe con los brazos abiertos, sino que había dejado de avanzar. El Cuerpo pesado que parecía estar creando se quedó únicamente en sus patas, dándole un buen soporte que lo ayudó a no caerse.
El tipo Roca vio en los gestos del enemigo el dolor y el cansancio acumulados por todos los golpes recibidos, por lo que no entendió por qué se había regalado a recibir otro más. Fue al ver esos ojos llenos de decisión, envelados por el aura rojiza producto de Firmeza, que supo que habían caído en una trampa.
Lycanroc, por el golpe dado, seguía en el aire. Trató de moverse o de crear un Roca afilada que golpeara a Mudsdale. Fue al notar que el brillo de las rocas de su collar desaparecía que se dio cuenta de que estaba agotado. No porque hubiese sufrido mucho daño, sino porque simplemente estaba sin combustible. Eso lo dejó completamente vendido para lo que venía.
—¡FUERZA EQUINA! —gritó Lillie con gran determinación, viendo el fruto de todos sus esfuerzos y los de Mudsdale.
El caballo, quien era el más deseoso de llevar a cabo la orden, se dio media vuelta. Sus patas se tensaron y se envolvieron en el aura anaranjada provista por el elemento Tierra; las extendió y la magia ocurrió.
Lycanroc sintió un dolor espantoso, el peor que había sentido en toda su vida, recorrer su cuerpo desde la cabeza hasta la punta de sus garras. El ya de por sí escaso aire que había en sus pulmones se le escapó por la poderosa coz que fue conectada en contra de su estómago. No hace falta decir que salió volando como una pelota.
Rodó por metros y metros hasta finalmente chocar contra el campo de energía que apareció ante su contacto. El estruendo fue horrible, lo que sobresaltó a muchos.
Hubo un profundo silencio hasta que alguien, inevitablemente, terminó rompiéndolo.
—¡CONECTA! ¡EL BESTIAL FUERZA EQUINA DE MUDSDALE GOLPEA DE LLENO A LYCANROC! —gritó Jeekyo, levantándose de su silla en un intento de ver a Lycanroc—. ¡ES IMPOSIBLE QUE HAYA SALIDO BIEN PARADO!
Lillie sintió un subidón de energía recorrer todo su cuerpo. Una gran sonrisa se pintó en su rostro y, con fuerza, gritó.
—¡BIEN HECHO! —Dio un gran salto con el puño derecho por delante.
Mudsdale se encabritó, relinchando con alegría y orgullo. No duró mucho, pues rápidamente tuvo que volver a ponerse en tierra por culpa del intenso dolor que azotaba su cuerpo.
El estadio entero celebró con Lillie. Sabían lo que ese golpe podría significar. Un Pokémon tan fuerte como Mudsdale, golpeando a uno tan frágil como Lycanroc… ¿Podría ser que…?
Un aullido feroz se escuchó, dispersando la polvareda creada por el impacto entre Lycanroc y la barrera. Un aura rojiza se vio y luego, los ojos carmesí de la bestia. Con paso delicado, el tipo Roca emergió de las penumbras a las que lo habían sometido.
—¡LO HA RESISTIDO! ¡LYCANROC SOPORTÓ EL PODEROSO FUERZA EQUINA DE MUDSDALE! ¡QUÉ AGUANTE! ¡QUÉ FUERZA! ¡QUÉ VOLUNTAD! —gritó Jeekyo, admirado.
—¡BIEN, LYCANROC! —Ash celebró al dar un puñetazo cruzado al aire.
El estadio entero celebró con Ash. Que Lycanroc siguiera de pie después de un golpe como ese, conseguido tras tantos sacrificios, pintaba mal para Mudsdale. Muy mal.
Lillie y Mudsdale sintieron la aguda mirada de Lycanroc sobre ellos. El feroz depredador les mostró los colmillos, lo que los hizo sudar frío. Ambos rápidamente se recompusieron.
—¡Te vi desde que eras un Rockruff, chiquillo! ¡No te lo tengas tan creído! —dijo Aether con una sonrisa en el rostro—. ¡Un último empujón! ¡Terremoto!
—¡Terminemos con esto de una vez por todas! ¡Roca afilada! —gritó Ash.
Lycanroc vio las ondas sísmicas acercarse y decidió dar el extra. Golpeó con fuerza el suelo, creando por diversos lugares unas columnas de roca enormes. Eran tal los cimientos de sus construcciones que solo se agitaron levemente ante los temblores.
El tipo Roca salió disparado en contra de sus pilares, moviéndose a través de ellos con Roca veloz. Saltó de uno a otro con una velocidad pasmosa, de forma que desconcertó a Mudsdale.
Al caballo no le quedaba de otra más que cargar en contra de su oponente. Destruiría las columnas con su Cuerpo pesado y luego, cuando lo tuviera en el suelo, volvería a usar Terremoto. Mudsdale y Lillie sabían que Lycanroc estaba a un soplido de volver a quedarse sin batería.
Tal como lo tenía planeado, Mudsdale comenzó a destruir la gran mayoría de las columnas de Lycanroc, haciendo caer los escombros al suelo. Su carga lo hizo cruzar todo el campo de batalla hasta finalmente llegar al lado opuesto del mismo; hasta Ash. El azabache lo vio directamente a los ojos. En la mirada de Ketchum vio una gran alegría que lo desconcertó, pero decidió que no podía distraerse.
Mudsdale se dio la vuelta para buscar a Lycanroc con la mirada, cuando recibió el llamado de Lillie.
—¡ARRIBA! ¡83 GRADOS!
Levantó la cabeza y ahí lo vio.
Lycanroc se había impulsado utilizando uno de los escombros que caían, cargando en su contra con un raudo movimiento que lo volvió a desconcertar. ¿Cómo podía moverse así? Después del golpe y de todo el desgaste…
Garra brutal chocó contra Cuerpo pesado. Ambos Pokémon se vieron directamente a los ojos.
¿Cómo?, preguntó Mudsdale, sintiendo que sus patas perdían fuerza.
Todavía no estamos… en la cima, respondió Lycanroc, aplicando todavía más fuerza en sus zarpas.
Mudsdale no pudo decir nada más. Aunque él considerara a Ash como su segundo entrenador, sabía que había un mundo de diferencia entre él y aquellos que Ketchum sí había atrapado. Él buscaba ser lo suficientemente fuerte; ellos querían ser los más fuertes.
Cedió. Mudsdale cedió, retrocediendo a tropezones. Comenzó a agitar la cabeza, aturdido y adolorido por igual.
Lycanroc, por su lado, se alejó y aterrizó con una voltereta. Dio varios pasos hacia atrás, preparándose para saltar de nuevo de ser necesario.
Mudsdale, ante la mirada de todos, dio media vuelta y encaró a Ash. Bajó la cabeza ante él, no en señal de sumisión, respeto o algo parecido; era algo mucho más simple.
—Te esforzaste mucho, Mudsdale —dijo Ash con voz tranquila, acariciándole la crin y dándole unas palmaditas en el hocico.
Ante las caricias de Ketchum, Mudsdale comenzó a tumbarse en el suelo.
—Estoy orgulloso de ti, amigo —felicitó Ketchum, sonriéndole—. Mi séptimo Pokémon de Alola.
Mudsdale vio la sonrisa de Ash y escuchó su voz antes de, apaciblemente, caer inconsciente.
—¡MUDSDALE NO PUEDE CONTINUAR! —anunció Red, señalando al tipo Tierra—. ¡La participante Lillie debe enviar a su siguiente Pokémon!
—¡CAE! ¡MUDSDALE CAE! ¡El poderoso golpe que logró darle a Lycanroc no fue suficiente para derribarlo, lo que le permitió contraatacar con fuerza!
«El Lycanroc de Ash es una máquina. Debería ser ilegal ser tan fuerte y rápido».
«Aparte es preciosísimo. Antes de que conociera a Ash, no sabía que existían los Lycanroc y ahora quiero uno. Tengo que ir a Alola para atraparlo? Cómo consigo que se parezca al de Ash?».
«Pues suerte con eso, amigo. El Lycanroc de Ash es único en su especie. Es, literalmente, el primer Lycanroc Crepuscular del que se tenga registro en la historia».
«Ay, Musdale lo hizo muy bien, pero no pudo ganar. Supongo que aquí es donde entra en juego la experiencia del entrenador».
«Van 1-2. Las cosas se ven mal para Lillie».
«¡NO SE PREOCUPEN, LILLIE HERMANOS! ¡LLEGARÁ EL MESÍAS A SALVAR ESTA DESESPERANZADORA SITUACIÓN!».
«Lillie está en un 3 contra 2, y Silvady está congelado. No tengo muchas expectativas…».
«Me pregunto qué estarán pensando esos dos… ¿Cuál será el proceso de pensamiento de la pareja más fuerte del mundo?».
Lycanroc escuchó los aplausos y gritos de emoción de fondo, pero los ignoró. Se tumbó bocarriba, jadeando pesadamente. No quería ni podía moverse del sitio. Estaba demasiado exhausto como para dar un paso más. Quería un descanso; uno largo.
Todavía en el suelo, Lycanroc echó la cabeza hacia atrás, de forma que podía ver a Lillie. La rubia captó su mirada y, con resignación, le sonrió.
—Eres un presumido —rio Aether, llevándose el brazo derecho a la cintura.
La cola del tipo Roca se agitó y dejó salir un leve ladrido de alegría.
Lillie se rio.
—¡Ese golpe fue durísimo, pero…! —Mallow parecía frustrada.
—¡Estuvo tan cerca! —dijo Lana, chasqueando los dedos.
—¡Todavía puedes ganar, Lillie-tan! —gritó Acerola.
—Cuando crees que vas a ganarle, de pronto saca fuerzas de algún lado… —Misty suspiró—. Tan típico de Ash.
Muchos otros suspiros se escucharon, incluidos los de Gladio, Hau, Clemont, Iris y Kiawe.
—¡Á-ánimo, hija! ¡Tú puedes! —gritó Mohn con fuerza.
—¡No se desanime, señorita Lillie! —exclamó Hobbes, preocupado.
—¿De verdad creen que está desanimada? —les preguntó Gladio, riendo levemente—. Solo miren su rostro.
Ambos adultos vieron a Lillie y su gesto era todo lo contrario a desánimo.
Escucharon la risa de Rotom.
La Pokédex no dijo ni una palabra, sino que simplemente se quedó viendo hacia el campo de batalla con una sonrisa en la pantalla y en compañía de Pikachu.
Había pasado mucho tiempo. Muchísimo.
—¡Entrenamiento, entrenamiento!
El grito de Ash, dado tan temprano en la mañana, podía parecer molesto para muchos, pero no para Rotom.
La Pokédex no tenía ningún problema con el exceso de energía de su dueño, pues para él cuántos más datos pudiera recopilar, mejor.
Rotom veía atentamente al grupo de entrenamiento, compuesto por Ash, Pikachu, Rockruff, Dartrix, Yungoos, Peke y Lillie.
Ash estaba en medio del campo de batalla que había detrás del Centro Pokémon de la Ruta 5, con una cuerda de saltar entre las manos y listo para hacer una demostración.
—Saltar la cuerda tiene muchos beneficios para el cuerpo, como por ejemplo… ¡Rotom!
—Como por ejemplo, incrementar la capacidad cardiovascular, mejorar la coordinación y reducir el estrés, por mencionar algunos-Rotom —enlistó la Pokédex.
—¡Sí! Y porque la coordinación es súper importante para un entrenador Pokémon, entonces el día de hoy haremos un entrenamiento de salto de cuerda —dijo, tomando ambos extremos del instrumento con sus manos—. ¡Miren y aprendan!
La cuerda comenzó a moverse a toda velocidad y Ash saltó en correspondencia. Primero la saltó regularmente, con ambas piernas, pero pronto comenzó a hacer toda clase de trucos. Lo impresionante no era que saltara alternando sus pies ni cruzando la cuerda; lo que dejó anonadados a casi todos los presentes fue la velocidad con la que lo hacía.
Ash, entonces, comenzó a saltar únicamente sobre su pierna izquierda. Alejó la atención de la cuerda para ver a sus compañeros.
—¿Ven cómo lo hago? Con un poco de práctica y esfuerzo, ustedes también podrían…
La cuerda se le enredó en la pierna, haciéndolo perder el equilibrio y caer de sentón al suelo.
—¿E-estas bien, Ash? —preguntó Lillie en un murmullo nervioso, acercándose a su amigo.
La rubia iba vestida con unas prendas de gimnasia grises y con una venda atada alrededor de la cintura para evitar que el pantalón se le cayera.
—Eso te pasa por presumir tanto-Rotom —dijo la Pokédex.
Ash se sobó el trasero, riendo ligeramente adolorido.
—Mi pierna izquierda no es tan buena como la derecha —dijo, dándole unos golpecitos a la extremidad—. Debí haber usado la derecha si quería lucirme.
Los Pokémon se rieron al igual que su entrenador.
—¡Pero ahora es su turno! —exclamó Ketchum, poniéndose de pie de un salto—. Y Lillie hará los honores.
La rubia sintió todas las miradas sobre ella e instintivamente se encogió.
—P-pero si yo no me reí…
—¡Vamos, no es un castigo! —dijo Ash, poniéndole la cuerda en las manos, cosa que la hizo sonrojarse levemente—. ¡Esfuérzate! O, ¿cómo dijiste la otra vez?... ¡Cierto! ¡Lilliesfuérzate!
La rubia enrojeció todavía más y, avergonzada, tomó la cuerda y se alejó un poco.
—-Entonces…
Dio el primer salto y de inmediato se detuvo. Sus ojos se abrieron como platos y se acuclilló, rodeándose el torso con los brazos. Levantó la mirada rápidamente, viendo a Ash con suma vergüenza.
—¡¿Lillie?! ¡¿Qué pasó?! ¡¿Estás bien?! —preguntó, acuclillándose ante ella.
—Y-yo… Eh… Creo que…
—Lillie no tiene la ropa adecuada para hacer ese ejercicio. Es por su ropa in…
—¡Tacto, Rotom! ¡Tacto! —Lillie lo calló, todavía más roja que antes—. ¡No aprendiste nada de ayer con la señorita Lana!
Lillie se interrumpió cuando sintió como Rockruff le quitaba la cuerda de las manos, arrastrándola hacia Pikachu y Gumshoos. El perrito ladró, haciendo que mangosta y roedor sujetaran los extremos de la cuerda y la movieran para él.
Con gran agilidad, Rockruff comenzó a saltar la cuerda. Dejó de hacerlo al poco tiempo, volviendo a recogerla de las patas de sus compañeros y llevándola hasta Lillie.
—¡Woof! —ladró con una sonrisa en el rostro.
—Dice que no es difícil si lo intentas-Rotom.
Lillie, todavía acuclillada, suspiró. Tomó la cuerda y acarició la cabeza del perrito.
—Gracias, Rockruff, pero no es porque no quiera intentar… —Se puso de pie, de forma que Ash también lo hizo—. Lo siento, Ash… Puede sonar como una excusa, pero de verdad no creo poder saltar la cuerda en el futuro cercano.
—¿Mhm? ¿Por qué no? —preguntó con genuina curiosidad e inocencia—. ¿Te sientes mal?
—N-no, nada de eso… Es solo que… Mi cuerpo…
—¿Qué tiene de malo tu cuerpo? —volvió a preguntar, poniendo los brazos en jarra—. ¡Yo creo que está bien!
—¡¿E-eh?!
—¡Estás en forma, Lillie! Todavía eres muy joven, por lo que estás en la etapa en la que es más fácil entrenar. —Se carcajeó—. ¡No es como que seas una ancianita!
Lillie suspiró, aliviada porque Ash no lo había dicho en el sentido en el que ella creía. Se recompuso, carraspeando.
—N-no es eso… Es solo que… Bueno, son cosas de chicas...
Y eso bastó para calmar la curiosidad de Ketchum, quien se llevó las manos detrás de la nuca.
—Oh, bueno. Mamá siempre me dijo que no me metiera en esos temas, así que supongo que está bien. —Sonrió—. Pero que no puedas saltar la cuerda no significa que no puedas ayudarme a girarla.
La rubia vio la cuerda entre sus manos y asintió. Le pasó un extremo a Ash y ambos caminaron en direcciones opuestas. Mientras no tuviera que saltar, haría lo que fuese.
—¡Coordínate conmigo, Lillie!
—¡V-voy a intentarlo!
Pikachu, Yungoos, Rockruff y Peke se pusieron un poco por detrás de donde la cuerda reposaba en el piso. Dartrix los veía mientras volaba tranquilamente.
—¡Tú también vas a saltar, Dartrix, así que baja! —gritó Ash, tomando por sorpresa a la recién evolucionada lechuza.
—Prrr… —dijo, poniéndose junto a sus compañeros.
Yungoos se rio del tipo Volador.
—¡Entonces, Lillie, a la cuenta de tres! ¡Una, dos… tres!
Ash giró la cuerda y los Pokémon saltaron. Lillie dio un giro apresurado al darse cuenta de que había tardado demasiado. La falta de sincronía entre ambos entrenadores hizo que la cuerda chocara directamente contra el rostro de Dartrix, el más alto de los cinco, y lo tirara al suelo.
Yungoos cayó de espaldas por las fuertes carcajadas que profería.
—¡L-lo siento muchísimo, Dartrix! —dijo Lillie, asustada ante la idea de haberle hecho daño al tipo Planta.
La lechuza, con una brillante marca roja en el rostro, levantó un ala y negó con una sonrisa. Era su forma de decirle que no se preocupara.
—¡Vamos a intentarlo de nuevo! —exclamó Ash.
—¡P-por favor! ¡Esta vez no me equivocaré!
Pero se equivocó. Esta vez el latigazo se lo llevó Yungoos, cuyas patas se enredaron en la cuerda y cayó de cara al suelo. Dartrix también cayó al suelo, pero fue por culpa de las carcajadas que no logró contener.
—¡Lo siento mucho, Yungoos! —dijo Lillie con una mano en la boca.
La mangosta ni siquiera le prestó atención, sino que directamente despotricó contra Dartrix, reclamándole por reírse de él.
—¡Una vez más!
—¡E-entendido!
Y nuevamente se equivocaron. Esta vez el afectado fue Rockruff, quien simplemente se rio al volver a levantarse.
—¡De nuevo!
—S-sí…
El cuarto fallo hizo que Peke cayera de espaldas. La pequeña, apenas se levantó, comenzó a aporrear con fuerza el suelo. Intentó usar su imperfecto Lanzallamas, pero Pikachu la tranquilizó.
Lillie se acuclilló, claramente desanimada.
—¡A-ah, vamos, Lillie, no es tu culpa! —dijo Ash, intentando animarla.
—Ash tiene razón-Rotom.
—¡¿Ves?! ¡Hasta Rotom lo…!
—Es culpa de los dos-Rotom.
—¡¿Eh?!
Lillie levantó la cabeza, viendo a la Pokédex con curiosidad.
—Ash lo hace demasiado rápido y Lillie muy lento —informó Rotom, haciendo que ambos entrenadores voltearan a verse—. Son la peor combinación físicamente hablando, por lo que no me sorprende que no puedan coordinarse. Les pondré un contador personalizado que deberán seguir. Céntrense en mí-Rotom.
—¡A la orden, señor! —exclamó Ash, volteando a ver a Lillie—. ¡Vamos, podemos hacerlo!
La rubia asintió lentamente, todavía desganada, y se puso de pie.
Ambos se fijaron en la pantalla de Rotom, la cual estaba dividida. Del lado derecho había un contador azul y del izquierdo uno blanco. Sabían cuál era el de cuál.
Se centraron únicamente en ver los contadores y, cuando el de cada uno llegó a cero, empezaron.
Lillie cerró los ojos con fuerza mientras hacía girar la cuerda, temiendo el momento en el que escuchara el golpe de alguno de los Pokémon de Ash contra el suelo. Pasaron varios segundos y no escuchó nada por lo que, lentamente, abrió los ojos.
—¡Lo estamos logrando, Lillie! —dijo Ash, sonriendo ampliamente.
La joven vio como ella y Ash mantenían una coordinación perfecta. La cuerda se movía suavemente, permitiendo que los Pokémon tuvieran el tiempo necesario para poder saltarla.
Una gran sonrisa apareció en el rostro de Lillie.
—¡Lo conseguimos! ¡De verdad lo conseguimos!
—¡Sí! ¡Te dije que podíamos hacerlo!
Ambos adolescentes continuaron riendo al igual que los Pokémon, quienes saltaban en perfecta sincronía.
Rotom, al verlos divertirse tanto, se abstuvo de decir que lo habían hecho bien gracias a él. Se fijó en el perfil de Lillie y se cruzó de "brazos".
La enorme sonrisa de Lillie era rara de ver, pero frecuentemente aparecía gracias a acciones de lo más cotidianas y sencillas, las cuales tendía a tomar por logros.
Rotom no tenía ni idea de qué le había pasado a Lillie para ser de la forma en la que era, pero sabía una cosa: le gustaba verla sonreír.
Solo esperaba que llegara el momento en el que pudiera reírse como si fuese algo cotidiano… Aunque, ¿él que sabía? Solo era una Pokédex.
La escuchó reírse y él también lo hizo.
¿Cuántas veces Lillie se había carcajeado en este solo combate? Tantas que había perdido la cuenta. Suspiró con nostalgia y diversión.
No importaba cuantos años pasaran, la persona que era capaz de sacar la sonrisa más grande del rostro de Lillie seguía siendo él.
El hombre físicamente más incompatible con ella; la persona que, a primera vista, era su opuesto.
Pero Rotom sabía que no lo eran.
Rotom sabía que Lillie Aether y Ash Ketchum, por dentro, eran lo mismo. Y Pikachu también lo sabía.
Su pasión; su dedicación; su fuerza; su forma de vivir la vida. No eran opuestos: eran complementos del otro.
—Me gusta tu mirada, Pokédex —dijo Mina, haciéndolo voltear a verla—. Tus ojos son preciosos.
Rotom no dijo nada, sino que simplemente dejó salir una risita.
Ni el viaje ni el tiempo habían pasado en vano. Tampoco para él.
El sonido producido por las Poké Balls de Lycanroc y Mudsdale se escuchó por todo el estadio. Mientras que el lobo volvía a su cápsula para descansar, Musdale se había retirado definitivamente del combate.
Lillie vio la Poké Ball de Mudsdale por un segundo antes de guardarla.
Ash jugó con la Poké Ball de Lycanroc, haciéndola rebotar un par de veces en su mano antes de ponerla en su bolsillo.
Ambos cruzaron miradas.
—Me encantaría decir que vamos a pasar al evento principal, pero te estaría mintiendo —dijo Lillie con una sonrisa.
—Sí. Todavía queda un asunto pendiente, ¿verdad? —Ash sonrió.
Lillie cerró los ojos y, cuando los abrió, éstos transmitieron una sensación indescriptible que desorientó a Ash.
Era ¿esperanza? ¿Decisión? ¿Diversión? ¿Realización? Tal vez todas ellas. Ketchum fue incapaz de descifrar por completo lo que esos ojos querían decirle, cosa que solo lo desconcertó aún más.
Había algo que Lillie quería decirle. Algo que solo la mirada no podía transmitirle.
Se preguntó si los puños serían capaces de triunfar donde la mirada había fallado.
—¡Silvady, te necesito! —gritó Lillie de pronto, tomando a Ash por sorpresa.
Silvady, todavía encerrado en aquel bloque de hielo en el que Gumshoos lo había puesto, apareció.
Ketchum rápidamente espabiló y se apresuró a sacar su siguiente Poké Ball.
Vio la cápsula que había entre sus manos y sonrió.
Clavó sus ojos en Lillie, quien le sostuvo la mirada, y extendió la Poké Ball hacia ella en una declaración solemne.
—¡Peke, yo te elijo!
La Poké Ball ascendió y se abrió, liberando su contenido. Un mar de llamas apareció y se precipitó hacia el suelo, chocando aparatosamente contra él. El fuego se arremolinó y, en un segundo, desapareció.
El brillo del fuego pareció transferirse al lustroso pelaje plateado de Peke y a sus centelleantes ojos carmesí. Un resplandor rodeó su cuerpo por un instante, emitiendo un precioso fulgor que combinó con la tonalidad de su pelaje y anunció su condición como variocolor.
Todos se maravillaron ante la belleza de Peke. Su porte, elegante y refinado, parecía incompatible con el de su entrenador, tosco y brusco. Pronto la fachada se cayó.
Peke sonrió y sus colas se agitaron como látigos independientes. Sus caderas se elevaron levemente en una postura ofensiva. Sus ojos se volvieron más desenfrenados que los de su propio entrenador.
Las personas tenían la idea de que el Pokémon de Ash más parecido a él era Pikachu, y no se equivocaban del todo. Eran extremadamente parecidos en cuanto a comportamientos, hábitos y gustos, pero Pikachu era un poco más concienzudo que Ash; más reservado tal vez. No era que el roedor fuese tímido ni mucho menos, pero sí sabía controlarse mejor en situaciones en las que Ash no sabía hacerlo, por eso muchas veces actuaba como una especie de limitador para su entrenador.
Peke, por otro lado… Ella parecía compartir la única neurona que tenía con su entrenador. Eran, en todos los sentidos, idénticos.
Pikachu había adquirido las particularidades de su entrenador por todo el tiempo que habían vivido juntos. Peke las había ganado de nacimiento: desde su fuerza de voluntad, instintos y fortaleza, hasta aquellas que más les avergonzaban a día de hoy como su orgullo e imprudencia iniciales.
Lillie vio a Peke a los ojos y pudo ver el mismo fuego que había en los de Ash.
Tal para cual, pensó.
—¡ES NINETALES CONTRA SILVADY! ¡Ahora mismo Silvady se encuentra atrapado por la congelación! ¡¿Podrá liberarse a tiempo o Peke lo terminará antes?!
Peke no les dio tiempo a averiguarlo.
Sin recibir instrucciones de Ash, Peke frunció los labios y liberó por la pequeña abertura un Lanzallamas muy concentrado que chocó delicadamente contra el hielo. Rápidamente la gélida prisión comenzó a derretirse, creando un gran charco de agua alrededor del silencioso Código Cero.
—¡¿CÓMO?! ¡Peke libera a Silvady del congelamiento! ¡¿Por qué desaprovechó tal ventaja?! —se preguntó Jeekyo.
Como él, había más personas que también tenían la misma duda.
Silvady y Peke cruzaron miradas, comenzando a dar vueltas alrededor del otro.
No vayas a arrepentirte, dijo Silvady.
Hazme hacerlo, respondió Peke.
La acción de la Ninetales no pasó desapercibida para nadie. Ketchum, el primero que había notado las intenciones de la variocolor, rio nerviosamente.
—A Peke le encantan los enfrentamientos directos —dijo, no como excusa, sino como explicación.
Lillie se rio.
—Contaba con ello. Por algo es tu Pokémon.
Los entrenadores rieron otro poco antes de guardar silencio. Siguieron a sus Pokémon con la mirada, fijándose en sus posturas y las debilidades y fortalezas que ésta les daba. Vieron al oponente y lo analizaron a conciencia. Cuando ambos estuvieron listos, dieron la orden.
Ash fue el primero.
—¡Ataque rápido! —gritó.
Una estela rodeó a Peke y pronto ella se convirtió en la estela.
Con pasos raudos y bien calculados, Peke acortó la distancia en cuestión de segundos. Lillie frunció el ceño con fuerza al ver la abrumadora velocidad de la Ninetales.
—¡Protección!
Un campo de energía verdoso rodeó a Silvady, y Peke parecía que se estrellaría contra él. No ocurrió.
A último momento, Peke frenó. Sus patas delanteras fueron las que detuvieron el impulso, por lo que fueron las que se mantuvieron en el piso mientras que las patas traseras se elevaban varios centímetros.
—¡Multiataque! —gritó Lillie, decidiendo que aprovecharía la mala postura de Ninetales.
El campo de energía desapareció y la quimera levantó una zarpa. Antes de poderla dejar caer contra Peke, ésta dio un rápido y abrupto giro.
Las colas de Peke, endurecidas por un aura plateada, golpearon el rostro de Silvady, haciéndolo dar girar la cabeza en correspondencia. El Código Cero se recompuso casi de inmediato, dejando salir un jadeo en el proceso, y volvió a encarar a la tipo Fuego. Solo que… ya no estaba.
Vio de reojo como una de las colas de Peke se agitaba, por lo que creyó que se estaba dirigiendo hacia su retaguardia. Intentó buscarla, pero el grito de Lillie lo interrumpió.
—¡Abajo!
Con más lentitud de la que le gustaría, Silvady imbuyó una de sus garras con energía y, con ella, bloqueó parcialmente el brutal cabezazo que Peke había dirigido a su barbilla con Ataque rápido.
Silvady dio unos tropezones antes de detenerse. Parecía levemente aturdido, pero espabiló ante la orden de su entrenadora.
—¡Eco metálico!
Él ni siquiera se lo cuestionó. Confiaba en Lillie; confiaba en ella con la fuerza necesaria como para llevar a cabo una acción en apariencia suicida. Porque si algo había aprendido desde su primer encuentro con su entrenadora, era que ella siempre hacía las cosas por algo.
Abrió la boca y un chirrido espantoso se escuchó. Peke, quien estaba a solo centímetros de golpearlo con su Cola de hierro, cayó al suelo aturdida por el ruido.
Silvady siguió castigando a la tipo Fuego con su Eco metálico, hostigándola aun cuando se encontraba en el piso. Fue ahí que comprendió el plan de su entrenadora.
Él no era la estrella del show. Era ella.
Sonrió, decidido a dejar los preparativos listos para su llegada.
Peke, en el suelo, se vio rodeada por una prolongada aura azulada. Levantó la mirada con molestia y sus ojos brillaron como gemas multicolores.
La mandíbula de Silvady fue rodeada por la energía psíquica de Peke y fue obligada por ésta a cerrarse. La quimera intentó pelear, pero su batalla contra Gumshoos lo había dejado demasiado herido como para hacerlo.
Vio como Peke se ponía de pie, por lo que levantó una de sus garras para dejarla caer en su contra.
La tipo Fuego dio un rápido giro, apartando la extremidad de Silvady con Cola de hierro y luego lanzándose en su contra con un Ataque rápido que le dio en el pecho.
Silvady retrocedió, agitó la cabeza, y entonces volvió a gritar.
Peke no se quedó a recibir el movimiento. Habiéndose vuelto una estela de luz, se alejó de las ondas sonoras.
Lillie deliberadamente dejó una abertura en la defensa de Silvady. Se aseguró de que estuviese lo más cercano a su rostro posible, pues ella sabía lo mucho que Peke adoraba el combate cara a cara.
No se equivocó.
—¡MULTIATAQUE A TU DERECHA! —El apuro la hizo gritar con más fuerza de la que debía.
Silvady no se molestó en primero elevar su garra y luego dejarla caer, sino que atacó desde abajo de forma que no arañó al enemigo, solo la golpeó con el revés de la pata.
La cabeza de Peke se movió por obra del golpe y, lentamente, la enderezó. En su rostro había una sonrisa desafiante que hizo a Silvady sonreírle de vuelta. Ambos abrieron el hocico a la vez, pero Peke fue más rápida.
Una larga llamarada rodeó a Silvady, quien retrocedió por el calor y el dolor. Mientras daba tumbos hacia atrás, escuchó la voz de Lillie.
—¡Triataque!
No tenía que conectar. Solo tenía que lanzarlo.
Focalizó su desordenada mente y separó las mandíbulas, permitiendo que a su boca entrara el fuego. Creó los tres prismas y, tan rápido como pudo, los disparó.
Como Silvady se lo imaginó, no golpearon, pero estuvieron cerca. Triataque fue a caer a los pies de Peke, quien se retiró de un salto que la dejó a la vista de la quimera. Sin el fuego como obstáculo, al tipo Lucha le fue más fácil gritar.
En el aire, Peke no pudo evitar el Eco metálico que la golpeó, haciéndola aterrizar torpemente. Un aura azulada la rodeó. Agitó la cabeza, aturdida, pero finalmente frunció el ceño.
Estaba harta de ese sonido.
—¡Ataque rápido! —gritó Ash.
Peke corrió. Tomó el mayor impulso que pudo; uno que le permitiría deshacerse de ese sonido en la menor cantidad de tiempo, y se disparó.
Atravesó Eco metálico y se encargó de silenciarlo al golpear con toda su fuerza el rostro de Silvady. La quimera no quedó indiferente ante semejante impacto.
Silvady retrocedió a tropezones. Peke no era tan fuerte como Gumshoos y sus golpes dolían bastante menos, pero considerando que el daño que estaba recibiendo y el que recibió de su castigo previo se combinaron…
Su mirada se volvió borrosa, las piernas le fallaron y los oídos comenzaron a zumbar. Reunió energía en un nuevo Triataque que apuntó hacia Peke y, cuando estuvo por lanzarlo… ella lo envió a volar con un Paranormal.
Silvady rodó por el suelo y clavó las garras en el mismo para tratar de recomponerse. Su agarre perdió fuerza, por lo que siguió arrastrándose un poco más.
Finalmente fue capaz de levantarse, lentamente pero tan seguro como podía. Vio a Peke y sonrió.
Te dije que… te arrepentirías, dijo con voz cansada.
Peke elevó ligeramente el mentón y resopló por la nariz.
Todo depende de qué tan bien lo haga ella, respondió.
La mirada de Silvady sobre Peke se volvió borrosa y finalmente oscura.
Cayó.
—¡SILVADY NO PUEDE CONTINUAR! —exclamó Red, señalando a la debilitada quimera—. ¡La participante Lillie debe enviar a su siguiente Pokémon!
Se escucharon algunos suspiros y bastantes aplausos, pero al final nadie estaba realmente sorprendido.
—Era esperable. Silvady sufrió mucho daño al enfrentarse a Gumshoos —dijo Hau en un suspiro.
—Aun así, Silvady logró su cometido —dijo Gladio, cruzado de brazos y con una sonrisa en el rostro.
—¿Te refieres a esos ecos metálicos? —preguntó Chris, recibiendo un asentimiento—. ¿Realmente servirán de algo? Ash solo tiene que cambiar a Peke para librarse de sus efectos.
—No lo hará —dijo Rotom con seguridad—. Conozco a Ash y conozco a Lillie. De la misma manera, conozco a Peke. Ella no permitirá que nadie más le ponga un dedo encima.
Pikachu asintió, secundando la declaración de Rotom.
—¿Ponerle un dedo encima a quién? —preguntó Serena, intrigada.
—Es normal que no lo sepan —reconoció la Pokédex, volteando a ver a la rubia—. Aunque es una larga historia.
Lillie vio cómo, en la gran pantalla, la imagen de Silvady desaparecía, dejándola a ella únicamente con un último Pokémon. Sonrió para sí misma.
—Creo que Decidueye y Lycanroc todavía son demasiado para mí —declaró en voz alta, viendo a Ash.
Ketchum se llevó las manos a la cintura.
—Vamos, no digas eso. ¡El combate todavía está lejos de acabarse! —dijo con una sonrisa generosa.
—Sí, lo sé. —De su bolsillo sacó una nueva Poké Ball: una Gloria Ball—. Aquí empieza lo que tanto hemos estado esperando. —Sus ojos se enfocaron en Peke y le sonrió—. Lo siento, pero no vas a salir de aquí por tus propios medios.
Peke, ante semejante desafío, sonrió. Le gustaba cómo sonaba eso.
—¡La participante Lillie hace una declaración escandalosa! ¡¿Será capaz de mantenerla como lo hizo con Gumshoos?!
Esa era la pregunta del millón.
Lillie, con sus propios métodos, la respondería.
Y se encargaría de entregar un sí.
Lanzó la cápsula al aire y gritó.
—¡Shiron, te necesito!
La Poké Ball se abrió y, como en un reflejo de lo que Peke había hecho, se envolvió de un vaho gélido que cayó con presteza al suelo. Una ventisca se desató en el interior del estadio; un frío incluso más penetrante que el del monte Lanakila. De entre la escarcha y el viento emergió una preciosa Ninetales de Alola.
Su pelaje era como el hielo que dominaba; un color frío mucho más pálido que el intenso color plateado de Peke. Sus ojos eran el opuesto total a los de su rival, siendo de un azul místico y cautivador.
Sus colas y flequillo se ondulaban y agitaban con el viento, dándole a la Ninetales de Alola una apariencia un poco más inquieta que la de su contraparte de Kanto. Pese a eso su postura era de tal majestuosidad, siendo la elevación de su mentón lo más hechizante, que incluso un rey se arrodillaría al verla.
Shiron no subvirtió ninguna expectativa. Su apariencia correspondía a su personalidad, pues su personalidad era la misma que la de su entrenadora. Ambas reservadas, tranquilas y hábiles para pensar, aunque a veces lo hicieran de más. Las dos un poco inseguras en ciertas cosas, pero fieras para conseguir lo que querían y como lo querían.
Lillie había sido escogida por Shiron como Ash había sido elegido por Peke. El huevo número dos, incluso antes de ser consciente de su propia existencia, había aceptado a Lillie como su maestra porque sabía quién era ella y sabía lo que sería. Porque, al estar en un estado previo a la vida, el huevo dos había visto lo que nadie más había visto: el futuro. Aunque tal vez no literalmente.
Como una madre con su hijo, Lillie y Shiron habían creado una conexión inmediata sin siquiera conocerse. Esa misma conexión fue la que las llevó a ser inesperables y ahora estaban ante los seres que habían hecho posible su reunión, dispuestos a consumar una rivalidad que se había decidido desde incluso antes de su nacimiento.
Estaban de regreso a donde todo había iniciado.
Ash Ketchum y Lillie Aether. Huevo uno y huevo dos.
Lillie Aether y Ash Ketchum. Shiron y Peke.
La misión que inició una larga, larga historia.
El atardecer en el horizonte, las olas chocando contra la playa y la brisa del mar meciendo sus cabellos. Ni Ash ni Lillie podían pensar en un escenario más relajante.
Ambos, sentados en la arena, veían como Pikachu, Rockruff, Rowlet, Yungoos y Rotom jugaban a lo lejos. Se reían ocasionalmente, ya fuese por las ocurrencias del pequeño Rockruff o por las discusiones entre Yungoos y Rowlet en las que Pikachu y Rotom hacían de intermediarios.
En los brazos de cada uno estaban sus compañeros no natos.
—No falta mucho para que estés ahí jugando con ellos, Peke. —Ash se acercó el huevo al rostro, sonriéndole y hablándole como si fuese un bebé—. Aunque tendrás que esperar hasta que volvamos a Hau'oli.
Lillie lo vio de reojo, sonriendo, y luego dirigió su mirada hacia su propio huevo.
Dos semanas atrás, ella ni siquiera se habría imaginado que estaría en Hau'oli, sin los profesores, tan tarde. Normalmente, cuando iba sola a la gran ciudad, regresaba mucho antes de que el sol comenzara a ponerse. Primero porque no le gustaba estar afuera tan tarde y segundo porque le preocupaba dejar solo a…
—Nebulilla… —dijo con cierta preocupación, viendo como el pequeño abría su bolso.
La nébula asomó todo su cuerpo, sonriendo ampliamente al ver el precioso atardecer. Comenzó a agitar las pequeñas protuberancias que tenía en el cuerpo, emocionado. Todavía quería ver el paisaje.
Lillie miró en todas direcciones, fijándose en que no hubiese nadie cerca. Finalmente suspiró y sonrió.
—Está bien, pero no puedes salir del bolso, ¿de acuerdo? —Sus palabras sonaron más como una súplica que como una condición.
—¡Kaku! —Como si pudiese entenderla, Nebulilla respondió.
La rubia escuchó la risa de Ash, quien estaba viéndolos, divertido.
—Me pregunto si Shiron será tan enérgico como Nebulilla cuando nazca —dijo, volviéndose a reír.
—Eso… no sería bueno para mi corazón… —respondió Lillie con una sonrisa nerviosa.
Ash volvió a reírse y, por el ambiente, ella también lo hizo.
Dos semanas atrás, Lillie jamás se habría imaginado que se embarcaría en un viaje junto al que hacía unos días era un completo desconocido. De igual forma tampoco esperaba todo lo que sucedería posterior a su primer encuentro.
¿Ser casi asesinada por unos Skull? Ni como pesadilla se le había ocurrido.
¿Conocer a RotomDex? No tenía ni idea de que el profesor Kukui fuese capaz de hacer algo así.
¿Todo el asunto con Tapu Koko? Ella nunca, ni en sus sueños más salvajes, imaginó conocer a la deidad guardiana de Melemele.
¿Rowlet, los Oricorio, el motel Slaking? No, no y súper no.
Sus ojos se entrecerraron con ternura.
¿Su primer amigo?...
Acarició a Shiron, pues sin él, ella no estaría ahí, en ese momento, rodeada por gente que la apreciaba. Y aunque habían pasado cosas loquísimas, era solo el inicio del viaje. ¿Qué vivirían en el futuro? ¿Qué escenarios se extenderían ante ellos? ¿A quiénes conocería?
¿Qué más viviría junto a él?
Fue al verlo que se sobresaltó y sonrojó. Ash lo veía fijamente, mostrándole una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Q-qué pasa?... —preguntó, desviando la mirada y ocultando la mirada con su pamela.
—Es divertido, ¿verdad?
Al no detectar burla en su voz, su vergüenza disminuyó. Lo miró de soslayo, permitiéndole ver parte de su cara.
—¿Qué cosa?...
—Viajar con amigos —respondió Ash, ampliando todavía más su sonrisa y cerrando los ojos.
Lillie, con un sonrojo todavía más pronunciado, se tapó de nuevo el rostro y abrazó a Shiron. Le avergonzaba que la hubiesen visto divagando de esa manera y la sonrisa de Ash nunca fallaba en ponerla nerviosa, pero al mismo tiempo…
Asintió.
—Sí… Es divertido. Es muy divertido… —dijo con voz amortiguada.
Escuchó a Ash volver a reírse.
—¡Y eso que apenas estamos empezando!
Sí. Apenas estaban empezando…
Y ahora estaban ahí.
Frente a ella estaba él: su primer y mejor amigo, su confidente, el hombro en el que siempre podía recargarse y, por sobre todo…
—El amor de mi vida —dijo en un murmuro que solo escuchó ella. Sin embargo, permitió que él leyera sus labios.
Ash sonrió y un sonrojo apareció en su rostro. Al parecer, como él, Lillie también se había puesto nostálgica. Ketchum a veces se sorprendía de la frecuencia con la que pensaban lo mismo, pero era una sensación agradable.
Sus ojos y los de Lillie volvieron a encontrarse.
—¿Nos ponemos a ello? —preguntó Ash con cortesía.
Lillie asintió.
—Hagámoslo.
Si Jeekyo había dicho algo, o si el estadio había emitido sonido alguno, ninguno de los cuatro lo escuchó.
Estaban demasiado centrados en sí mismos como para poner atención en algo más.
Escuchas los gritos ensordecedores de tu alrededor y te sumas a ellos. Animas a los combatientes que están ante ti. Tienes un favorito, pero no puedes evitar corear el nombre de ambos porque se han ganado tu aprecio. Quieres que uno de ellos gane, pero todavía te debates entre mantener tu lealtad o dejarte llevar; entre la lógica y el corazón.
Te asombras ante la velocidad que demuestra la Ninetales de Kanto llamada Peke. Se disparó como un torpedo en contra de su oponente, la Ninetales de Alola llamada Shiron. Te parece imposible que alguien pueda responder ante semejante velocidad, pero Shiron lo logra.
Con un Paranormal, Shiron detiene a Peke por un momento y la ciega con Brillo mágico, alejándose de ella. Tienes que llevarte las manos frente al rostro para evitar quedarte temporalmente cegado, aunque sientes que cada segundo que no estás viendo el combate en un segundo desperdiciado.
Te destapas la cara solo para ver cómo Peke salta, alejándose del Rayo hielo que va hacia ella y responde con un Lanzallamas que Shiron evade con su velocidad superior. Sabes que en un choque entre fuego y hielo, el fuego ganaría, por lo que internamente te sientes preocupado por Shiron. Recibir un golpe sería realmente duro.
—¡PARANORMAL! —escuchas gritar a ambos entrenadores al unísono.
Sus voces suenan incluso como un eco; tan sincronizadas que parecen ser emitidas por la misma boca. Te sorprende que no se lastimen la garganta al gritar de esa manera, pues la tuya ya se encuentra bastante dañada por todos los ánimos que les estás dando.
Ves como los ojos de ambas Ninetales brillan intensamente, rodeándose la una a la otra con una energía increíblemente poderosa. Te sorprendes al ver como ambas, al mismo tiempo, cierran los ojos con fuerza, amedrentadas.
Quieres saber quién dará el siguiente movimiento, por lo que instintivamente miras a Ash. No te equivocaste.
—¡Ataque rápido! —grita él.
Te enorgulleces de decir que tienes cierto ojo para esto de los combates Pokémon, por lo que te haces una idea de cómo pelean Ash y Peke. Les gusta estar a cierta distancia de sus oponentes; tenerlos cerca para castigarlos con brutalidad. En cambio, sabes que Lillie y Shiron son lo opuesto. Les gusta estar más apartadas, de forma que se preocupan poco por esquivar y atacan con todo su poder.
Y aunque te gustaría decir que se te ocurrió a ti, tienes que darle créditos a ese usuario de Artic's llamado Dex123 por haber hecho un hilo explicando a ambos peleadores.
Regresas tu atención al combate.
Ves como Peke se ha acercado a Shiron y se lanza en su contra con un feroz placaje. Shiron, para tu sorpresa, rueda por el suelo para evadirlo, ensuciándose el pelaje. Piensas que es una lástima, pero no hay tiempo para eso, pues Peke vuelve a la carga.
Te sorprendes al ver que Shiron congela el suelo por el que Peke va a pasar, haciéndola perder momentáneamente el equilibrio. Ves cómo Peke parece molestarse, pues su ceño se frunce, y dispara un Lanzallamas a sus pies. Le gritas, advirtiéndole que se dé la vuelta, pero claro que no te escucha.
Si lo hubiera hecho, tal vez habría evadido el Rayo hielo que ahora golpea su costado. Aunque le advertiste a Peke, por dentro te emociona que Lillie haya sido la primera en golpear.
Ves a Peke retorcerse por el golpe. Sabes que los ecos metálicos de Silvady han contribuido enormemente al resultado actual y te preguntas qué tan dañada habrá resultado por el ataque. La ves fruncir nuevamente el ceño, pero esta vez también sonríe con… ¿orgullo? Crees que es orgullo. Como si fuese una maestra viendo lo lejos que ha llegado su alumna.
Sabes que es cuestión de tiempo antes de que Peke vuelva a atacar y, como te lo imaginabas, lo hace. Te sorprendes, al igual que ella, al ver como un gran muro de hielo comienza a formarse entre Peke y Shiron. No puedes ver a la Ninetales de Alola, por lo que miras las pantallas y escuchas a Lillie gritar.
—¡Maquinación!
Ves por las pantallas la forma en la que Shiron se rodea de un aura oscura y, segundos antes de que su movimiento termine, escuchas al muro de hielo destruirse en pedacitos. Fue Peke, quien atravesó la barrera con un poderoso Cola de hierro.
Te llevas las manos a la cabeza, pues Shiron no parece tener intenciones de esquivar. Está esperando a que Maquinación haga efecto del todo; está arriesgando demasiado. Te obligas a mantener los ojos abiertos y entonces…
Paranormal detiene a Peke en el aire, apenas el tiempo suficiente para que Shiron se aparte de un salto. Peke no se rinde, sino que se lanza en contra de ella con un poderoso Ataque rápido que Shiron no puede esquivar.
La tacleada de Peke impacta y te preguntas por qué Shiron no utilizó Rayo hielo. ¿Tal vez estaba descansando por el uso de Paranormal? Tiene que ser eso.
Ves a Shiron caer de espalda al suelo y levantarse a toda prisa por orden de Lillie. Alcanza a esquivar el Lanzallamas que Peke acaba de lanzarle, lo que te alivia enormemente. No quieres que el combate termine todavía.
Por un momento, solo por un momento, te permites ver a los entrenadores. Ellos, como los Pokémon, son parte fundamental del show. Te fijas primero en Lillie. Hay algo en ella que atrae la mirada, tal vez sean sus rasgos tan exóticos o su aura de misticismo. El punto es que te enfocas en ella.
Puedes ver como el sudor cae por su rostro y su ceño se frunce. Ves cómo sus manos se abren y cierran frenéticamente, en lo que parece ser un gesto que la ayuda a deliberar su siguiente movimiento. Te fijas en la forma en la que la punta de la lengua sobresale por la comisura de sus labios y te parece un gesto lindo. Está concentrada y, por la mirada en sus ojos, sabes que se está divirtiendo.
Ash, por otro lado, no disimula su emoción. Es abierto al expresarla y explosivo al hacerlo. Sus gestos son bruscos y sus gritos son más frecuentes que los de Lillie. Da muchísimas más órdenes que su oponente, pero su voz logra mantenerse resonante y firme. Aunque Ash tiene rasgos más comunes a diferencia de Lillie, hay algo en él que atrapa la atención una vez que lo miras bien. Es como si te transmitiera seguridad; como si te dijera: «No te preocupes, voy a ganar».
Y te preguntas si de verdad quieres que lo haga.
Ves la forma en la que Lanzallamas y Rayo hielo chocan. Maquinación le dio mayor ventaja a Shiron, pero todavía tiene dificultades para mantenerle el ritmo a Peke. Las ves a ellas dos.
Detrás del gesto desafiante de Peke encuentras cariño y orgullo.
Escondiéndose tras la fachada seria y concentrada de Shiron descubres determinación y dedicación.
Reflexionas. ¿Qué historia compartirán esas dos? ¿Qué se esconderá detrás de esas emociones que se ocultan detrás de más emociones? Te lo preguntas, pero no tienes respuesta para ello.
Lo único que sabes es que estás feliz.
Has pasado por mucho y has esperado pacientemente por este momento, pero finalmente estás aquí, presenciándolo.
No sabes cómo va a terminar y tal vez nunca sepas del todo cómo inicio, pero sabes que quieres estar ahí para el desenlace.
Al final, sientes que todo ha valido la pena.
—¡Brillo mágico!
El grito de Lillie hizo que Shiron se apartara con rapidez. Vio como Lanzallamas pasaba a su lado y sintió el calor del ataque. Se obligó a sí misma a ser rápida, pues contra Peke tenía que serlo. Brilló con fuerza, cegándola por un momento.
—¡Paranormal! —ordenó Aether.
Los ojos de Shiron brillaron y ganaron control sobre el cuerpo de Peke. La Ninetales de Alola elevó la cabeza, moviendo a Peke en correspondencia y, con un fuerte movimiento de cuello, la mandó a volar tan lejos como le fue posible.
—¡Gira con Cola de hierro! —gritó Ash.
Peke, en mitad de su vuelo, comenzó a dar rápidas volteretas. Se envolvió con sus colas, endurecidas por el acero, lo que le dio la apariencia de una esfera perfecta. Aterrizó sobre el suelo y rodó por el mismo con suavidad. Apenas dejó de moverse, deshizo su coraza improvisada y se puso de pie.
Shiron era escurridiza, eso había que admitirlo. Precisamente porque ella era un peligro a larga distancia era que Peke no podía dejarla hacer lo que quisiera. Tenían que acercarse aunque eso les costara uno que otro golpe.
—¡Ataque rápido!
—¡Rayo hielo!
Nuevamente Peke volvió a la carga. Tenía que ser rápida. Lo suficientemente rápida como para que los ágiles ojos de Shiron ni siquiera pudieran seguirle la pista; tan rápida que ni Ash pudiera reaccionar a su velocidad.
Mientras evadía el gélido rayo que la perseguía, le pidió a sus patas, las que tantas veces la habían hecho salir victoriosa, que apuraran el paso. Ellas le correspondieron.
Ganó un impulso bestial, a tal nivel que Shiron apenas y logró verla llegar, mucho menos evadirla. Aprovechó para golpearla con fuerza en el pecho, haciéndola rodar. No dudó en lanzarse en su contra con un Cola de hierro, el cual sabía que haría un daño tremendo, pero no logró conectarlo.
Shiron rodó por el piso para esquivarla.
Peke no se desanimó, sino que utilizó un Lanzallamas al que Shiron tuvo que responder con Paranormal.
La tipo Hielo ejerció control mental sobre el fuego, el cual iba acumulándose más y más. Maquinación le había permitido ponerse al nivel de poder de Peke, pero no era infalible. En cuanto a resistencia se trataba, Peke era mucho mejor que ella.
Shiron vio como el fuego iba acumulándose y supo que tenía que hacer algo. Junto a su entrenadora llegó a una conclusión.
—¡AL CIELO!
Haciendo uso de toda su capacidad psíquica, envió el fuego lo más alto que pudo. Tenía que darse prisa, pues no tenía demasiado tiempo. Debía ser extremadamente conservadora con el daño que recibía, pues el acto final dependía enteramente de que tan entera podía llegar a él.
Cuando el fuego estuvo varios metros en el aire y cuando los pulmones de Peke se quedaron sin oxígeno y la cabeza de Shiron empezó a doler con fuerza, la tipo Hielo liberó a Lanzallamas de su poder.
El fuego rápidamente comenzó a caer a tierra y Shiron se apuró a crear algo que la protegiese de la desbocada llamarada. Su cabeza dolía un montón, pero sus pulmones estaban repletos de oxígeno.
Comenzó a crear una cúpula de hielo y se cubrió detrás de lo que pudo llegar a construir. Sintió el sofocante calor del fuego de Peke, por lo que reforzó su barrera tanto como la ardiente sensación duró. En cuanto dejó de sentir calor, dejó de utilizar Rayo hielo.
Se esforzó en recuperar el aliento, pero ella no la dejaría hacerlo. La conocía y por eso mismo la estaba esperando.
Recibió al Cola de hierro que destruyó su protección gélida con una continuación de su anterior Rayo hielo.
La escarcha comenzó a recubrir las nueve colas de Peke al mismo tiempo que frenaron parcialmente su avance, obligándola a caer antes de lo planeado. Sintió un feo escozor en las colas, por lo que las azotó contra el piso para liberarse del hielo y, al mismo tiempo, para levantar tierra.
Shiron entrecerró los ojos por la táctica de Peke. Eso y la falta de aire la hicieron terminar prematuramente su Rayo hielo. No pasó mucho tiempo antes de que sintiera que su cuerpo no era suyo. Para cuando se dio cuenta, ya estaba flotando varios metros en el aire.
Ash volvió a girar su brazo como si fuese un pitcher y, en un movimiento explosivo, señaló al cielo.
—¡ARRIBA!
Peke emitió un aullido y mandó a volar a Shiron tan alto como pudo.
La tipo Hielo subió incluso más que el Lanzallamas de Peke. Ella, a diferencia de su mejor amiga, no tenía un movimiento físico con el que reducir el impacto. Comenzó a esperar lo peor.
Por suerte para ella, siempre podía contar con su entrenadora.
—¡SHIRON, HAZ UN TOBOGÁN! —gritó Lillie—. ¡RAYO HIELO!
Un tobogán… Un tobogán, un tobogán, un tobogán… ¡Un tobogán! Cuando todo terminara, le daría un buen lametazo en la cara a Lillie por lo inteligente que era.
Shiron le pidió a sus pulmones que por favor le dieran más fuerza. Les rogó que no la dejaran caer en este momento en el que, más que nunca, los necesitaba rindiendo a plena potencia. Apuntó el hocico al suelo y disparó.
Una gran columna de hielo comenzó a formarse, pero era demasiado recta, por lo que trazó una parábola con el cuello. Rápidamente comenzó a formar un medio arco que recordaba a un tobogán; un tobogán tosco lleno de esquirlas de hielo, pero un tobogán a fin de cuentas.
Rodó por su recién construida estructura, maravillando a muchos en el proceso, y aterrizó relativamente a salvo. Le ardían un poco los pulmones, pero nada que no pudiera…
Justo cuando estaba pensando eso, un fuerte cabezazo la hizo retroceder a tropezones. Escuchó la voz de Lillie, pero apenas podía distinguirla bien. Sintió como sus patas se tambaleaban y tuvo un horrible deja vú. Levantó la cabeza y vio a Peke, quien estaba abriendo el hocico. Hizo lo mejor que se le ocurrió: le dio un cabezazo.
El cabezazo de Shiron no había sido tan fuerte como el de Peke, pero sin duda había cumplido con su propósito: interrumpir Lanzallamas. La forma Alola retrocedió un poco, pero no demasiado, y entonces utilizó Brillo mágico.
Peke, con los ojos fuertemente cerrados, dio un rápido giro que tenía de intención propinar un coletazo endurecido por Cola de hierro.
Shiron logró echarse hacia atrás, pero fue rozada por el movimiento, haciéndola sentir un gran ardor en el pecho. La tipo Hielo dio un rápido salto hacia atrás y agitó su cola, lanzando unos pequeños carámbanos que acribillaron a Peke. No era Canto helado, sino simples trozos de hielo súper endurecido que podía crear con facilidad, por lo que no hicieron el mismo daño.
—¡Mantente cerca, Shiron! —gritó Lillie de pronto.
La rubia sabía lo que haría Peke a continuación. Sabía que ella querría ir a lo grande; que quería usar Lanzallamas.
Y dicho y hecho.
Gracias a que Shiron no estaba tan lejos, pudo posicionarse a la espalda de Peke para evadir el Lanzallamas que comenzó a disparar. La tipo Fuego, al darse cuenta de esto, cambió su estrategia y se tumbó al suelo, propulsándose en contra de Shiron con Ataque rápido.
La tipo Hielo trató de hacerse hacia atrás, pero no lo logró a tiempo. La tacleada de Peke le dio en el hombro derecho, haciéndola caer de espaldas.
Lillie de inmediato reaccionó. Conocía a Peke. Sabía que le gustaban los grandes movimientos y que valoraba mucho la espectacularidad, por lo que sabía que, al tener a Shiron a sus pies, atacaría con todo.
Eso la haría lenta.
—¡Rayo hielo! —gritó Lillie.
Shiron apenas pudo girar la cabeza para encarar a Peke y cuando lo hizo disparó un corto Rayo hielo que le dio directamente en el hocico.
Peke, quien estaba tomando aire para utilizar un gran Lanzallamas, de pronto vio su suministro de aire cortado. Se llevó una enorme sorpresa cuando un montón de hielo comenzó a rodear su cuerpo.
Shiron no perdió el tiempo y se alejó tan pronto como pudo, un poco sorprendida por su suerte pero agradecida por la misma. Comenzó a tomar todo el aire que Peke no le había permitido recuperar.
Lillie, al igual que Shiron, comenzó a jadear. Se llevó una mano a la frente, retirándose el sudor. El resultado actual era el resultado de dedicación, muchísimo esfuerzo, un poco de suerte y, principalmente, un montón de planificación.
Desde que se había enterado de que Ash era su rival, había puesto muchísimo esfuerzo en trazar un plan que le permitiera enfrentar a Shiron y a Peke sin ninguna interrupción. Todo lo que había hecho había sido con el fin de que nadie interfiriera en el combate entre ambas.
Derrotar a Gumshoos había sido un extra inesperado; una superación de sus propias expectativas. Ella inicialmente planeaba dejarlo incapacitado con alguno de los estados alterados que Triataque ofrecía, pero conforme el combate se desarrolló, sintió que de verdad podría ganarle. Y así lo hizo.
Paralizar a Decidueye siempre había sido el plan. Sabía que, si lo hacía, Ash se lo pensaría muchísimo antes de enviarlo a combatir contra Silvady o contra Shiron, pues su velocidad podría poner en un aprieto a la lechuza.
Dejar sin aliento a Lycanroc había sido la solución con la que había dado. Al principio se había propuesto derrotarlo, pero pronto descartó la idea. Lycanroc era simplemente… demasiado. Era uno de los Pokémon de Ash, en general, con más espíritu. Él simplemente no sabía cuándo caer, por ello tenía que dejarlo agotado para que no pudiera volver al campo de batalla en un tiempo considerable.
El tiempo suficiente para que Peke y Shiron tuvieran su combate final.
Lo cierto es que gran parte de su plan había funcionado gracias a la forma de ser de Ash y de sus Pokémon. Su sentimentalismo y honor los hicieron no retirarse incluso aunque estuvieran en desventaja.
Se llevó una mano al pecho y suspiró. Las cosas, de momento, estaban yendo según lo planeado. Solo un poco más y podría dar el último empujón. Se tocó la muñeca levemente, no tanto como para levantar sospechas pero lo suficiente como para sentirse segura.
—¡Eres increíble, Lillie! —exclamó Ash.
La rubia espabiló. Levantó la cabeza, encontrándose con la sonrisa de Ash.
—Las cosas que llegué a enseñarte y todo lo que aprendiste por tu cuenta; todo lo has dominado. Has hecho tuyo ese conocimiento y los has usado como solo tú podrías usarlo. —La miró con gran orgullo.
—Bueno, me queda mucho por aprender… —rio Lillie, rascándose una mejilla.
Ash negó.
—Si ese es el caso, entonces no será de mí —declaró, tomando por sorpresa a la rubia—. Ya no hay nada más que pueda enseñarte, Li.
Al escuchar esas palabras, Lillie sintió un extraño vacío en el estómago. ¿Nada más?... Supuso que de verdad así era como se sentía graduarse. Nunca había ido a la escuela antes, por lo que no tenía ni idea, pero esa… tristeza que nacía en ella era auténtica.
Apretó los puños y negó.
—¡Todavía no! ¡¿Recuerdas lo que dijimos?! ¡Dos Pokémon! ¡Si derroto a dos de tus Pokémon, entonces me habré graduado de ser tu aprendiz! —exclamó, levantando los dedos índice y medio derechos.
Ash se rio.
—Creí que habíamos dicho que tenías que ganarme.
—¡Imposible! —dijo Lillie con total seriedad—. ¡Dos Pokémon!
Ketchum volvió a reírse, llevándose una mano al estómago.
—¡De verdad no puedo contra ti! —exclamó para finalmente asentir—. ¡Está bien! ¡Dos Pokémon! Pero empléate a fondo, porque esto no es todo lo que Peke y yo podemos hacer. ¡¿Verdad, Peke?!
Cuando Ketchum dijo esas palabras, el bloque de hielo que encerraba a Peke en su interior comenzó a gotear agua a raudales. Pronto el hielo se deshizo gracias a un poderoso Lanzallamas que nació desde su interior.
Peke, completamente empapada, se agitó con fuerza y utilizó Lanzallamas contra sí misma para secarse, cosa que no le tomó mucho tiempo. Agitó su flequillo y sonrió.
Lillie, al contrario que muchos otros, no se sorprendió realmente. Ella conocía a Peke y sabía lo que podía hacer. Si no fuese el caso, seguramente ya habría perdido varios ataques atrás. Prefirió centrarse en la condición de la tipo Fuego: su respiración se veía agitada y, aunque lo escondía bien, podía ver ciertos rastros de dolor en su semblante.
La labor de Silvady no había sido por nada. Gracias a él, incluso los ineficaces ataques de Shiron podían hacer un daño realmente devastador. Maquinación solo era la guinda en el pastel, y hablando de Maquinación…
¡¿Por qué no lo usé cuando Peke estaba congelada?!, pensó. Sintió unas ganas enormes de llevarse las manos a la cabeza, pero no lo hizo. En su lugar simplemente mantuvo su sonrisa.
El descanso había terminado.
—¡Shiron, vamos por todo!
¿Cuántos insultos escuchaste a lo largo de tu vida? ¿Cuántas veces te dijeron que no valías o que no eras suficiente? ¿Cuánto te menospreciaron? Miro hacia atrás y recuerdo cómo eras con nostalgia, pero también con dolor.
La versión de ti que conocí era el resultado de años de traumas y sufrimiento. Todo lo que te había ocurrido en la vida te llevó a ser cómo eras…, pero me gustaba esa tú.
Eras tímida, nerviosa e inexperta en demasiadas cosas a pesar de que sabías tanto. Había cosas de ti que no me gustaban, así como sé que había cosas de mí que no te gustaban. ¿Por qué no podías ser sincera contigo misma y con los demás? ¿Por qué te costaba tanto dar un paso a pesar de que estábamos ahí para ti? ¿Acaso no confiabas en nosotros?... Pero entendí que nada de eso había sido tu culpa.
Entendí que solo necesitabas un empujoncito.
Eras como un Metapod. Parecías pasiva y falta de iniciativa, pero todo eso era por tu exterior que se había endurecido para soportar los dolores de tu alrededor. Lo que estaba dentro de ti era lo importante: ese fuego intenso que esperaba surgir como un kataploosh.
Eras como un Metapod. Solo necesitabas que confiaran en ti; que te dieran tu propio tiempo para acostumbrarte a las cosas. Solo era cuestión de que alguien te hiciera saber que ahí afuera, había algo esperando por ti.
Dio la casualidad de que fui yo, pero, de no haber sido yo… ¿Habría habido alguien más? Muy seguramente. Eres una persona agradable y fácil de querer aunque nunca te hayas dado cuenta.
… Si yo no hubiese sido el que te hizo salir, ¿me seguirías amando? A veces me lo pregunto. A veces siento que eres demasiado buena para mí, porque veo todo lo que puedes ofrecer y veo lo que yo puedo ofrecer y la balanza simplemente me parece desequilibrada.
Y te veo ahora. Te veo mirarme y me siento tonto. Te lo digo una y otra vez; me esfuerzo por demostrártelo tanto como puedo, pero simplemente no parece ser suficiente.
«Te amo». Es como si quisiera decirte eso en cada momento del día, pero me da miedo que las palabras pierdan su significado y que las acciones se vuelvan normales.
Pero te amo, y esa mirada que me das solo refuerza mis emociones.
Veo tus ojos y, por un momento, olvido que son verdes. Parecen el infinito; el todo. Nunca, ni siquiera en el paraíso, había visto un color tan hermoso. Pero ¿es hermoso porque realmente es hermoso? ¿O es hermoso porque es tuyo? No lo sé. Lo que sí sé es que el ardor, la pasión, el brillo y el amor con el que me miras son reales.
Quieres demostrarme lo mucho que has crecido, como si realmente hubiese algo que demostrar; como si yo no hubiese visto ya de lo que eres capaz.
Quieres enorgullecerme, como si realmente tuvieses la necesidad de hacerlo; como si no fueses mi mayor fuente de orgullo en el mundo entero.
Entraste a este torneo para complacernos al profesor Kukui y a mí; seguiste adelante porque querías afrontar tus miedos y ahora me enfrentas porque quieres darle un punto final a tu viaje.
¿Pero es este de verdad el final? ¿O es solo un punto y aparte en tu historia?
—¡Ataque rápido! —me escuchas gritar.
Tu mirada se llena de apuro y tu cuerpo de adrenalina. Tus hombros se tensan levemente, pues parece que has decidido hacer algo arriesgado. Conozco tus gestos demasiado bien como para no diferenciarlos.
—¡Rayo hielo!
Sabes que la misma estrategia de la pista de hielo no funcionará, pero aun así lo haces. No te ves preocupada; todo parece estar dentro de tus cálculos.
—¡Lanzallamas!
Reaccionas rápidamente. Te diste cuenta de lo bajo que va el Lanzallamas de Peke para destruir el hielo del piso, por lo que encontraste un punto ciego. Haces que Shiron lo aproveche.
Te sonríes al ver como los fragmentos de hielo que Shiron lanza de su cola golpean la frente de Peke, haciéndola cerrar los ojos y detener su ataque. Para ti, este solo es el inicio.
—¡Paranormal! —gritas.
Ves como Peke se eleva en el cielo y en tu rostro se dibuja una sonrisa aliviada y confianzuda. Sabes que Peke no recibirá todo el daño de la caída, pero también sabes que el impacto va a doler. Eso es lo que buscas.
Eso es lo que siempre has buscado.
Eres consciente de tus propios límites y de tus fortalezas y debilidades. Sabes cuándo no puedes ganar una batalla, pero también sabes cuándo puedes hacerlo.
Te mentalizas de antemano para cualquiera de las dos situaciones y ganas una mentalidad diferente de la que no te alejas.
Si puedes ganar, no esperas otro resultado más que la victoria.
Si no puedes hacerlo, no te desanimas. Sabes que no puedes vencer, pero también sabes que tienes la fuerza suficiente como para dejar una marca duradera.
Sabes que me gusta tu convicción. También sabes que no me gusta mucho que te limites a ti misma… y por supuesto que eres consciente de que me fascina cómo haces las cosas.
Peke subió más y más alto hasta que finalmente Shiron la liberó, dejándola caer en picada al suelo.
—¡Peke, es hora de hacer algo genial! —gritó Ketchum—. ¡Gira con Cola de hierro y dispara Lanzallamas!
—¡Rayo hielo! —gritó Lillie.
Peke se hizo un ovillo, envolviendo el resto de su cuerpo con sus nueves largas colas endurecidas. Comenzó a girar a gran velocidad y a sus revoluciones les añadió fuego. Las llamas hicieron de escudo entre Peke y el Rayo hielo de Shiron, además de que le añadieron muchísimo más impulso a sus giros haciéndola más veloz.
Ash miró atentamente la caída de Peke, esperando el momento indicado. Él no era un científico como Lillie o un cerebrito como Rotom, pero sabía mucho de la experiencia. Y si la experiencia le decía algo era que un gran fuego podía propulsar muy bien.
—¡AHORA, PEKE! ¡Concentra tu Lanzallamas al piso! —ordenó con una sonrisa en el rostro.
La tipo Fuego deshizo el ovillo y apuntó el hocico al suelo. Utilizó todo el oxígeno restante de sus pulmones y creó una gigantesca llamarada que redujo considerable su impacto. Aterrizó sobre sus patas delanteras, se recompuso con una rápida pirueta y luego sus ojos brillaron.
Shiron se vio envuelta por la energía psíquica de Peke y se preparó para crear otro tobogán, pero Lillie pronto gritó.
—¡Da la vuelta y Rayo hielo a tus pies!
¿A sus pies? Shiron no lo comprendió hasta que salió volando en contra del campo de energía. Se preguntó si el hielo se formaría sobre esa superficie intermitente, pero tenía que confiar en Lillie. Giró su cuerpo como mejor pudo y disparó a toda potencia.
Una plataforma gélida se formó, esperándola para el aterrizaje y, cuando iba a tocarla… Se detuvo. La desaceleración repentina la había sacudido, haciéndola sentirse algo mareada, pero no tuvo tiempo para ello. Sabía que era obra de Peke, pero no podía girar la cabeza por mucho que quería.
Repentinamente sintió como su cuerpo se estrellaba contra la tierra, arrastrándose por ella con brusquedad y frunciendo el ceño por el ardor que envolvió cada parte de su cuerpo.
—¡Rayo hielo! ¡Uno suave!
Shiron pensó en lo que Peke había hecho antes y pensó que ella también podría hacerlo. Pensó en lo que Lillie quería decir con "suave" y pronto lo descubrió: hielo no, nieve.
A su alrededor comenzó a formarse una masa de nieve que fue haciéndose más y más grande conforme Peke la arrastraba. Finalmente el resultado fue una bola de nieve gigantesca que rodó un poco más antes de quedarse completamente quieta.
—¡INCREÍBLE! —exclamó Ash, comenzando a observar con lujo de detalle la gigantesca bola de nieve.
Como él, muchos niños y adolescentes de la audiencia se maravillaron ante semejante atracción. Peke incluida.
La tipo Fuego, con ojos llenos de emoción, comenzó a mover la cabeza de un lado para otro en un análisis complejo de la forma de la esfera. En palabras resumidas, estaba pensando en qué se sentiría lanzarse contra ella.
Ash y Peke vieron como la pelota de pronto comenzaba a agitarse, por lo que sabían que tenían que hacer algo. Peke quería lanzarse contra ella con Ataque rápido (principalmente para golpearla con su cuerpo), pero Ash hizo otra cosa.
—¡Lanzallamas!
Muy a pesar de Peke, ella sabía que su entrenador llevaba la razón. No se contuvo, liberando un nuevo Lanzallamas que consumió la bola de nieve en segundos y a Shiron.
Salvo que eso último no era cierto.
Peke se sorprendió cuando vio a la tipo Hielo por el rabillo del ojo y de inmediato buscó cambiar la trayectoria de su movimiento. Se vio cegada por el repentino Brillo mágico de Shiron, pero eso no la detuvo. Se rodeó a sí misma con Lanzallamas, creando un torbellino a su alrededor que serviría para protegerla.
En principio.
Un agudo Rayo hielo perforó el fuego y golpeó a Peke justo en su costado. La barrera ígnea le había restado potencia, pero Arceus cómo había dolido.
Peke se detuvo de golpe, cerrando el ojo derecho por el dolor y abriéndolo de inmediato por la sorpresa. Ese dolor era demasiado, incluso con la baja defensa especial; Shiron no era tan fuerte.
Ash también lo sabía.
—Usaste Maquinación dentro de la bola de nieve —dijo, frunciendo ligeramente el ceño pero manteniendo su sonrisa.
—No dejo pasar las oportunidades, Ash —respondió Lillie, cerrando un ojo y dándole una sonrisa confianzuda.
Aunque antes dejé pasar una oportunidad fantástica, pensó Lillie.
Peke recuperó la compostura y tomó aire. Abrió los ojos de golpe y comenzó a toser con brusquedad, entrecerrando con los ojos con frustración. Vio su lastimado costado y comenzó a hacer lo suyo.
Con sus patas delanteras aporreó fuertemente el suelo, dejó salir un aullido y disparó un Lanzallamas al aire. El público tomó su gesto como uno de lucha, pero solo los que la conocían sabían lo que significaba.
Está frustrada. Y si está frustrada, entonces está cansada, pensó Lillie.
Peke comenzó a jadear y agitó la cabeza. Levantó la mirada.
Silvady dijo que me arrepentiría de haberle dado una oportunidad de defenderse, le contó a Shiron, quien la vio fijamente.
¿Y te arrepentiste?, preguntó la forma Alola.
Peke sonrió, resignada.
Sí. Mucho, respondió con sinceridad.
Shiron también sonrió.
Es tan típico de ti, Peke. Te encanta tanto pelear que no sabes discernir entre una buena y una mala idea, le dijo. El sermón de años se había convertido ya en una frase típica de Shiron.
¡Bah! Deja las palabras complicadas. ¿"Discernir"? ¿Qué significa eso? ¡Seguro que ni siquiera la estás usando bien!, discutió Peke. ¡Te la pasas demasiado tiempo viendo a Lillie hacer su tarea! ¡Mejor entrena!
Shiron se sintió avergonzada.
Y tú entrenas demasiado. Tal vez si dejaras de correr con Ash todas las mañanas y te tomaras uno que otro día para ver a Lillie hacer tarea, podrías desarrollar un poco más de pensamiento lógico, rebatió Shiron.
Ambas se miraron a los ojos y chispas saltaron por un momento. Finalmente, Peke fue la que se rio.
Mírate. Eres una cerebrito descarada, justo como tu entrenadora, señaló Peke.
Y tú una cerebro de músculo; idéntica a tu entrenador, se defendió Shiron.
Peke volvió a reírse.
Antes eras tan linda. "¿Qué haremos, Peke?", "¡Ayúdame, Peke!", "¿Qué harías tú en mi situación, Peke?", "Si tan solo fuera más como tú, Peke", recordó la variocolor con una sonrisa burlona.
Shiron sabía que no podía sonrojarse, o al menos no visiblemente, pero sentía que su cara estaba roja como un tomate.
C-cállate… Eso fue hace mucho, dijo, apartando la mirada. En ese entonces tú lo único que hacías era buscar que Ash te elogiara…
Peke asintió y su sonrisa sardónica se convirtió en una nostálgica.
Aunque me gustaba que dependieras de mí, dijo para sorpresa de Shiron. Me gustaba que me buscaras para pedirme consejo o protección. En ese entonces, cuando era la más débil del equipo, me hacías sentir que era indispensable para alguien. Me gustaba cuidar de ti, Shiron, porque por una vez de verdad podía proteger a alguien que amaba.
Peke…, murmuró Shiron con los ojos vidriosos.
Y ahora mírate. No me necesitas. Puedes cuidar de ti misma y de otros porque eres fuerte e inteligente. Te convertiste en una gran guerrera, Shiron, le dijo con una sonrisa.
Shiron negó frenéticamente.
¡Te equivocas! ¡Siempre voy a necesitarte, tonta!, dijo con voz alta, tomando a Peke con la guardia baja. ¡Llegará el momento en el que no sepa qué hacer o que me quede sin fuerzas para pelear, pero no tendré miedo porque sabré que siempre estarás ahí para cuidarme! ¡Ahora mismo solo puedo hacerte frente gracias a que los chicos crearon un camino para mí! ¡Sigo sin tener tu fuerza y nunca la tendré!
Una lagrimilla se escapó por el ojo de Shiron.
Te admiro, Peke. Siempre lo haré. Has estado a mi lado desde antes de que naciéramos y te has mantenido junto a mí toda mi vida. Incluso cuando llegue el momento en el que todos los que quiero se vayan de mi lado, sé que serás tú la única que seguirá ahí junto a mí, le sonrió. Mi amada y confiable hermana mayor.
Peke bajó la cabeza y una lágrima se le resbaló por el rostro. Se encargó de evaporarla antes de que siquiera comenzara a caer al suelo.
Tonta, ¿por qué me haces llorar enfrente de todos? Todo el mundo va a pensar que no soy genial, se rio.
Las dos se rieron juntas.
Nadie comprendía qué se estaban diciendo esas dos Ninetales. O casi nadie. Al igual que Ash y Lillie, Pikachu y Rotom dejaban salir unas cuantas lágrimas al verlas sincerarse de esa manera.
En el futuro requeriré de tu ayuda, Peke, estoy segura, pero ahora mismo…, mientras Shiron decía eso, alrededor suyo se comenzó a formar una ventisca. Ahora mismo quiero derrotarte.
La temperatura alrededor de Peke comenzó a aumentar considerablemente. Los ojos fogosos de la variocolor no dejaban lugar a dudas de sus intenciones.
Por mucho tiempo, Shiron había estado celosa de Peke. Celosa de su rareza; celosa de su fuerza; celosa de su confianza. ¿Por qué ella había tenido que nacer siendo quién era? ¿Por qué no pudo ser Peke? Llegó a preguntarse si su forma de ser era por culpa de su entrenadora, pero pronto se dio cuenta de que no era el caso.
Lillie era su entrenadora porque Shiron era Shiron, tan simple como eso. Cuando lo descubrió, las cosas se volvieron cientos de veces más sencillas.
Ella no era Peke y era incapaz de hacer las cosas que ella hacía.
Lo que sí podía era hacer lo mejor que Shiron podía hacer, y eso era más que suficiente.
Porque nadie podía hacer lo que ella. Porque era la única Shiron.
Shiron miró a Peke tal como Lillie miró a Ash. Los cuatro sabían qué pasaba a continuación.
Al mismo tiempo, Ash y Lillie mostraron sus Pulseras Z y todo lo demás en el mundo desapareció. Mientras hacían lo suyo, también le ponía atención a lo que hacía el otro.
La delicada pero rauda manera en la que Lillie colocaba el Criostal Z en la pequeña ranura central.
La brusca y hábil forma que Ash tenía para cambiar su Metalostal por su Pirostal Z, el cual acababa de sacar de su riñonera.
La postura defensiva de Shiron, más retraída y conservadora.
La postura ofensiva de Peke, libre y desenfrenada.
El poder Z envolvió a Ash y a Lillie, quienes se perdieron en los gestos del otro. Sintieron como la energía abandonaba sus cuerpos para concentrarse en los cristales de sus muñecas y, después, para pasar hacia el cuerpo de sus Ninetales.
Era el final.
"Arceus los hace y ellos se juntan". Ese dicho se usa para referirse a dos personas con personalidades afines que se unen.
Tú y yo, ¿podemos decir que somos afines? Tu impaciencia y mi serenidad. Tu fuerza y mi debilidad. Tu linda ingenuidad y mi inteligencia. Tu confianza y mi inseguridad.
A veces me pregunto qué viste en mí. Por qué, pudiendo estar al lado de una persona que fuera como tú, me elegiste a mí. Veo la balanza y comparo lo que he hecho por ti y lo que has hecho por mí y siento como el peso innegablemente se decanta a tu favor.
Volviste de la muerte por mí… ¿Quién puede decir que hizo eso? ¿Y por qué lo hiciste? ¿Qué tanto me amas? Me lo he preguntado muchísimo pero simplemente no doy con una respuesta.
Creí que alguien con mis problemas; con mis inseguridades y miedos no era digna de sentir amor. Creía que compartir mis penas y luchas con quien amo solo lo ajearía de mí; que solo le daría un peso innecesario con el que cargar. Pero por algún motivo, nada de eso te impidió enamorarte de mí.
¿Te rendiste ante mi insistencia? ¿Me tuviste lástima por mi historia? ¿Te volviste dependiente de mí por tu nictofobia? Me veo y te veo y a veces no puedo entenderlo, porque, como nuestras pequeñas, somos opuestos: eres volátil y cautivador como el fuego y yo soy insípida como el hielo. O eso habría creído antes.
Siempre que mi viejo patrón de pensamiento vuelve, recuerdo tus palabras.
Recuerdo que soy realmente inteligente; atenta; que me preocupo genuinamente y que a veces puedo llegar a dar miedo.
Recuerdo que soy buena para admitir mis errores; que siempre estoy ahí para apoyar a quien me necesita cuándo me necesitan; que soy apasionada cuando enseño y aprendo.
Recuerdo que siempre busco mejorarme a mí misma; que soy graciosa y buena con los Pokémon; que no me burlo de los fallos ajenos y los guío con paciencia; que soy de mente abierta y que estoy dispuesta a intentar nuevas cosas.
Recuerdo que el frío y el calor son solo caras de una misma moneda; extremos de una misma escala. El frío es solo la ausencia de calor; un espectro más de su amplia gama de variedades.
Tal vez seamos opuestos, mi amor, pero sé que no somos entidades ajenas la una a la otra. Sé que, en el fondo, tú y yo somos lo mismo
Y porque somos lo mismo es que nos unimos.
Lo que aprendí de ti y lo que tú aprendiste de mí se despliega ahora ante nosotros. Lo que compartimos se materializa en energía que envuelve a nuestras niñas.
Y entonces explota.
—¡CRIOALIENTO DESPIADADO!/¡HECATOMBE PÍRICA!
Gritamos al mismo tiempo y nuestros corazones se sincronizan.
Una gran plataforma de hielo emerge a los pies de Shiron y en su boca comienza a canalizarse una gigantesca masa de energía congelante.
Al mismo tiempo, Peke comienza a canalizar toda su energía a su alrededor, preparándose para salir al encuentro de Shiron.
Al final, seguimos siendo los mismos sin importar la forma en la que nos veamos o actuemos. Tú eres tú. Yo soy yo. Prefieres el contacto y yo prefiero mantener mi distancia.
Y eso está bien.
Veo como Peke crea una gigantesca bola de fuego a su alrededor y se dispara hacia el frente. Tiene que correr y también tiene que saltar si quiera llegar hacia su objetivo, pero sé que no es problema para ella.
Shiron entonces ataca. La energía que canalizó frente a su hocico se concentra en un gélido rayo de luz que choca directamente contra el Hecatombe pírica de Peke.
Y como tú, ella se abre paso a través del hielo.
Hay personas descaradas a las que les encanta entrar a los corazones de los demás sin permiso, sin importarles cuantas protecciones éstos hayan puesto para evitarlo. Y siempre son esos descarados los que más espacio ocupan.
—¡TÚ PUEDES, SHIRON! —grito con toda la fuerza de mis pulmones.
Sé lo que esto significa para ella. Sé lo que esto significa para mí.
Es una idea tonta, infantil incluso, pero no podemos dejar de pensar en ello. Queremos demostrar que ya no somos novatas. Queremos ganarles, al menos esta vez. Queremos caminar a su lado como iguales.
Queremos ser capaces de soportar su calor.
Pero tu espíritu es ardiente e indomable como el de tu Pokémon, por lo que sabemos que no te rendirás sin luchar. Nunca lo harías.
—¡VAMOS, PEKEEEEE!
Escucho el grito de Peke; escucho el grito de Shiron. Ambas lo están dando todo de sí para no decepcionar a ninguno de nosotros y, más importante aún, para no decepcionarse a ellas mismas ni a la otra.
Nosotros también gritamos tan fuerte como podemos. Sabemos que no le daremos fuerza a nuestros Pokémon de esta manera, pero es inevitable. Antes no lo entendía, pero ahora lo hago.
Demuestro, mediante mi grito, mi voluntad.
Peke tiene el descaro de posicionarse en la plataforma que Shiron creó para alejarse de ella, pero Shiron no se ve molesta: parece contenta de recibirla. No le importa lo mucho que arde ni lo peligroso que es, solo parece feliz de verla. Peke, por su parte, parece contenta de por fin poder estar frente a ella sin importarle que mechones de su pelaje se congelen tan rápido como se descongelan.
Es entonces que las frentes de nuestras Ninetales se unen y todo explota.
Me cubro el rostro por el frío que hace de mi lado del campo de batalla, pero dejo un espacio entre mis brazos.
Quiero verte. Necesito verte.
Me miras como yo te miro y por fin entiendes lo que antes quería decirte.
Por todo lo que has hecho por mí; por todo lo que me has enseñado…, por darme el mejor viaje de mi vida…
Muchas gracias, Ash Ketchum.
Los Pokémon jugaban y correteaban por la playa.
Pikachu y Mimikyu cruzaban colas en un corto sparring.
Decidueye y Comfey tenían su discusión habitual mientras Rotom hacía de su intermediario.
Lycanroc, Incineroar y Silvady disfrutaban en silencio de la compañía de los demás mientras veían el eterno horizonte.
Gumshoos reposaba apaciblemente sobre la gran espalda de Mudsdale.
Golisopod y Poipole escuchaban fascinados las historias de Ribombee.
Shiron y Peke estaban recostadas a los pies de Ash y Lillie.
Hau'oli ya no era un lugar de paso, ahora era el hogar de su familia.
Aquella playa ya no era un paisaje que debían ver con prisa; era un lugar al que siempre podían ir cuando quisieran.
Las sensaciones que les transmitían, sin embargo, no desaparecían, y las palabras que ahí se dijeron se reforzaban con cada segundo que pasaban en el lugar.
Tenían la fortuna de podían seguir creando más recuerdos.
No hablaron. No había necesidad.
Únicamente tomaron la mano del otro.
El sonido repentinamente regresó, pero no fue demasiado notorio: el estadio estaba en completo silencio.
Las cantidades ingentes de vapor que cubrían el campo de batalla hacían difícil ver cualquier resultado. El sistema de ventilación del estadio tuvo que ponerse a trabajar a plena potencia para que el panorama se volviera más claro cuanto antes.
Ash y Lillie se mantenían expectantes ante el posible resultado. Casi saltaron, aliviados, al ver a sus Pokémon de pie.
Shiron y Peke estaban frente a frente, respirando con pesadez y con gestos lánguidos. Sus pelajes estaban erizados por los bruscos cambios de temperatura.
Peke comenzó a golpear su pata contra el suelo y lentamente fue aumentando el ritmo. Finalmente aulló y disparó un Lanzallamas al cielo.
Shiron frunció el ceño y, con la pata opuesta a que Peke usaba, también comenzó a golpear el suelo. Usó un Rayo hielo al aire que se cruzó con el Lanzallamas de Peke.
Ambas continuaron con su exhibición por unos segundos más hasta que, como si lo hubiesen pactado, se detuvieron simultáneamente.
Sus ojos se encontraron y Peke sonrió de formar burlona. En un segundo, todo rastro de emoción desapareció de su rostro.
Cayó pesadamente al suelo.
—¡NINETALES NO PUEDE CONTINUAR! —gritó Red con fuerza, señalando a la tipo Fuego.
Shiron vio al oponente a sus pies y, lentamente, una sonrisa apareció en su rostro. Sus ojos se llenaron de lágrimas y volvió a aullar, disparando otro Rayo hielo al cielo.
Fue entonces que ella también cayó.
—¡NINETALES NO PUEDE CONTINUAR! —anunció Red por segunda vez consecutiva. Esta vez no señaló a la derrotada, sino que apuntó hacia Ash—. ¡La participante Lillie no cuenta con más Pokémon! ¡Por lo tanto, la victoria es para el participante Ash!
Y ahí fue donde empezó el escándalo.
Se escucharon detonaciones y en la gran pantalla la imagen de Lillie desapareció, dando paso a la de Ash. Debajo apareció el texto: «GANADOR».
—¡SE ACABÓÓÓÓ! ¡DESPUÉS DE UN INTENSO COMBATE, EL PARTICIPANTE ASH SE CORONA COMO EL VENCEDOR! —gritó Jeekyo con fuerzas.
El público correspondió los ánimos de Jeekyo. Gritos ensordecedores y aplausos estridentes llenaron el lugar, cosa que sobresaltó ligeramente a Lillie.
La rubia se había quedado ensimismada, no porque hubiera perdido, sino porque habían derrotado a Peke. Parpadeó varias veces hasta que vio como la variocolor era retirada del campo de batalla. En silencio, ella hizo lo mismo con Shiron.
Vio la Gloria Ball de su compañera y sintió un nudo en la garganta. Se lo tragó. No era el momento… No era el momento…
Levantó la cabeza para encontrarse con la mirada de Ash. Él pensaba lo mismo.
No ante todos ellos.
En silencio y a la distancia, hicieron una pequeña reverencia para presentar formalmente sus respetos al otro. Se dieron media vuelta, retirándose por el pasillo por el que habían entrado.
Red, al ver esto, suspiró y se rio. No fue el único, pero no estaba en la mayoría.
El resto de personas…
—¡¿EHHHHH?! ¡BÉSENSE!
—¡NO ME DEJEN ASÍ! ¡DÉNSE UN BESO, POR FAVOOOOR!
—¡AL MENOS UN ABRAZO!
—¡¿Y ESA FRIALDAD?!
—¡AMÉ EL COMBATE, POR FAVOR CIÉRRENLO CON BROCHE DE ORO!
Los gritos descontentos sonaban con la misma intensidad de aquellos que los felicitaban a ambos por el combate dado.
«Derrotar a dos Pokémon de Ash Ketchum… La Liga definitivamente está subiendo su dificultad con cada escalón».
«Lillie fue genuinamente brillante. Supo explotar todas sus herramientas a su favor para entregar un combate despampanante».
«Al final son la dedicación y el talento los que le ganan al intelecto».
«El resultado final me hace preguntarme qué habría pasado si Peke no hubiera estado tan debuffeada y Shiron tan buffeada…».
«Peke habría ganado sí o sí. El move set de Shiron era muy malo para enfrentarla».
«Y aun así Shiron ganó…».
«Lillie ganó la batalla pero perdió la guerra».
«Y qué guerra».
«BESÉNSE CARAJOOOOOOOOOOOOOOOOOO».
«NO ME PUEDEN DEJAR ASÍ NO ME PUEDEN DEJAR ASÍ NO ME PUEDEN DEJAR ASÍ NO ME PUEDEN DEJAR ASÍIIIIIIIIIIIIIIIII».
«No beso = mala pelea».
—Woah… Ni siquiera un abrazo —dijo May, sorprendida.
La sorpresa fue todavía mayor cuando escuchó a los alolianos reírse. Todos voltearon a verlos.
—Créeme, la cosa no habría quedado en un simple abrazo —aseguró Elio.
—Entonces… ¿Deberíamos ir a buscarlos? —preguntó Dawn.
—No, ahorrémonos las felicitaciones por ahora —respondió Gladio—. Dejémoslos solos.
—A ellos dos no parece importarles. —Max señaló a Rotom y Pikachu, quienes salían de las gradas a toda prisa.
—Oh, ellos están bien —dijo Selene, riéndose—. Están acostumbrados.
Mohn, ligeramente cabizbajo, no pudo evitar suspirar.
—Supongo que Lillie perdió… —murmuró con desánimo.
Levantó la cabeza al sentir la mano de Gladio contra su hombro.
—Tranquilo, papá. Lillie solamente perdió una batalla, pero créeme cuando te digo que ganó mucho más.
Mohn volteó a ver a Hobbes y éste le sonrió. Finalmente, el señor Aether le dio una sonrisa a su hijo.
—Entonces te creo, Gladio.
Uno a uno, todos comenzaron a levantarse en preparación para irse. Solo una persona se quedó sentada por más tiempo.
—¿Serena? —llamó Bonnie en voz baja, preocupada.
La kalosiana se dio unos golpecitos en las piernas y se levantó. Estiró los brazos.
—Que encantadora relación —dijo con una sonrisa.
Le ardían los pulmones y los ojos y le dolía la cara.
Corría tan rápido como nunca antes lo había hecho. Se precipitó hacia la salida de los vestidores y de ahí siguió hacia el elevador que le quedaba más cerca. Lo llamó y, dado que no había casi nadie fuera del estadio en ese momento, llegó pronto, pero aun así le pareció una eternidad.
Se metió al interior del elevador. Se encontraba tan ansiosa que sentía que podía subirse a las paredes. Finalmente, cuando llegó a su piso destino, se abalanzó contra la puerta. El tiempo que pasó hasta que se abrió se le hizo interminable pero, cuando lo hizo, salió a toda prisa.
Corrió con el cabello ondeándole al viento y, del otro lado del circular pasillo, escuchó pasos igual de apresurados; pasos que terminaron antes. Él era más rápido, por lo que sabía que llegaría primero.
Ahí, frente a la puerta de su cuarto, estaba Ash.
Ketchum, con los ojos vidriosos, le sonreía ampliamente. Extendió sus brazos y ella se lanzó hacia ellos.
Ash atrapó a Lillie por la cintura, comenzando a retroceder mientras la cargaba. Aether, con el rostro lleno de lágrimas, lo sujetó de la cara y lo besó de forma desesperada y apasionada.
Se separaron por la falta de aire, pero Lillie inmediatamente volvió a besarlo. Ketchum, quien tampoco pudo evitar llorar, no se opuso en lo absoluto.
Fue cuando Lillie apartó sus labios de los de Ash que éste comenzó a darle una serie de cortos besos que les dejaban tomar bocanadas de oxígeno entre cada uno de ellos.
Ash bajó a Lillie y se abrazaron con fuerza.
—Felicidades… Felicidades, Li. Felicidades, felicidades, felicidades —le repitió Ash una y otra vez, envolviendo su cintura con un poco más de fuerza.
—Sí… Sí, sí… —Lillie, incapaz de decir mucho más, pegó el rostro contra el pecho de Ash.
No hacían falta palabras. No entre ellos.
No entre ellos…
—¡PIKA PIKAAAAA!
Escucharon el grito de Pikachu y voltearon hacia donde lo había escuchado. Ahí, lo vieron llegar corriendo junto a Rotom. Los dos tipo Eléctrico se abalanzaron sobre ellos y, sin dudarlo, los abrazaron.
¿Aether? ¿Ketchum?
¿Por qué no ambos?
—Se aprovecharon de nuestras emociones.
—Pika pikachu.
—Bueno, ciertamente sería molesto que los interrumpieran en su camino al centro Pokémon.
—Pikachu pi pika.
Rotom se rio.
—Tienes razón. Sería vergonzoso que la enfermera Joy los viera en ese estado. Sus ojos están todos rojos e hinchados.
Llegaron frente al cuarto que compartían con Ash y Lillie y Rotom, sin necesidad de llave, abrió la cerradura eléctrica. Eran inútiles contra su hackeo.
—Ya llega…
—¡… fue súper impresionante! ¡¿Y cómo supiste cuántos golpes iba a dar Gumshoos?! ¡¿Qué tanto lo planeaste?!
Nada más entrar escucharon la voz extasiada de Ash, por lo que suspiraron. Se movieron hacia la cama, donde Ash y Lillie estaban sentados (la rubia en los brazos del azabache), y se acomodaron junto a ellos.
Lillie dejó salir un largo suspiro.
—¡Estaba tan nerviosa! —exclamó—. ¡Tenté muchísimo mi suerte! Si Protección no se hubiese activado esa segunda vez, no habría sabido qué hacer.
—Te arriesgaste y ganaste. ¡Te arriesgaste durante todo el combate! —Ketchum se rio—. Y pensar que hubo un tiempo en el que te decía que tenías que tomar más riesgos y ser más espontanea.
—Bueno, eran riesgos calculados y… ¡No! ¿Sabes qué? ¡Tienes razón! ¡Me arriesgué muchísimo, así que alábame más! —exclamó Aether, rompiendo en carcajadas.
Ash comenzó a acariciarle la cabeza, contagiado por su humor.
Luego de algunos segundos, parecieron reparar en ellos.
—Ah, Rotom, Pikachu, ¿cómo les fue, chicos? —preguntó Ash, sin aflojar su agarre sobre Lillie.
—¿Apenas se dan cuenta de que estamos aquí?... —Rotom suspiró—. La enfermera Joy los está atendiendo. Iremos por ellos en una hora. Por cierto, nos encontramos a Mallow y a Kiawe en el camino y mandan sus felicitaciones a ambos.
Ketchum se rascó la nuca.
—Me hace sentir un poco mal que estemos aquí encerrados —dijo, riendo nerviosamente—. Aunque es lo mejor.
—Sí. No quiero que todo el mundo sepa que estuve llorando como niña —asintió Lillie.
—Pikachu…
—Sí, créelo. Ellos lo saben —dijo Rotom.
Rubia y azabache se rieron, pero repentinamente se quedaron en silencio. Voltearon a ver a Rotom, ambos un poco sonrojados. Abrieron la boca, pero la Pokédex los interrumpió.
—Ay, por Arceus, de acuerdo. Iremos con Elio y Selene a pasar la noche —dijo, apartando su mirada de ellos—. Ya nos inventaremos alguna excusa para que no sea tan obvio, pero por favor no me lo pidan abiertamente.
Ash y Lillie cerraron los ojos, rojos como tomates.
—Gracias, Roto…
—¡Tampoco me lo agradezcas! Cuánto menos sepa, mejor.
La pareja rio nerviosamente. Intercambiaron una segunda mirada.
—Ey, Rotom…
—¡No quiero saber sobre…!
—No es eso. —La voz de Lillie era tan seria como podía ser, pero también sonaba extremadamente amable—. Queremos hablar contigo de algo importante.
La Pokédex, al oír eso, también se puso seria. Pikachu parecía preocupado por esa cosa "importante" de la que iban a hablar.
—¿Pika pi?...
—Claro que no me van a dar en adopción, Pikachu —respondió Rotom de antemano.
Pikachu suspiró con alivio.
—Entonces, ¿qué es? —preguntó la Pokédex, volteando a ver a los humanos.
—Bueno… —Lillie tomó aire—. Muchas veces te he propuesto lo mismo: eliminar tu súper oído, y muchas veces te has negado.
La Pokédex estaba a punto de hablar, pero Lillie lo interrumpió.
—Y antes de que digas algo, por favor escucha lo que tengo que decir —pidió con solemnidad—. Ash y yo… Bueno, tenemos cosas que nos gustaría mantener en privado. Sabes que siempre compartimos todo con ustedes y que estamos felices de hacerlo, pero hay algunos asuntos que, como pareja, nos gustaría que se quedaran entre nosotros.
—Pero tampoco es solo por nuestra privacidad, sino que es por la de muchas otras personas… —añadió Ash—. Creemos que escuchar a otros sin su permiso no está bien.
Lillie asintió.
—Sabemos que tu súper oído ha sido muy útil es incontables ocasiones. Nos ha ayudado tanto que el viaje que tuvimos pudo no haber sido el mismo sin él; tal vez no habríamos tenido muchas de nuestras victorias. — El rostro de Lillie se endureció, pero, al mismo tiempo… ¿se enterneció?—. Pero ya no estamos en tiempos de conflicto, Rotom. Aunque… sé que deshacernos por completo de tu súper oído no es la solución, pues en algún futuro podría salvarnos de nuevo.
Rotom "arqueó una ceja".
—¿Qué quieres decir?
—Te propongo que no lo eliminemos por completo, sino que te integremos una especie de… switch digital con el que puedas encenderlo y apagarlo a voluntad —sugirió, levantando el índice derecho—. Así, en caso de que lo necesitemos, siempre podrías usarlo. ¿Qué dices?
Ash, Lillie y Pikachu miraron expectantes a Rotom. La Pokédex parecía estarlo meditando, aunque en realidad…
—Está bien. Hagamos eso.
Los entrenadores y el roedor se sorprendieron enormemente por la facilidad con la que había aceptado.
—¿E-en serio? ¿Estás seguro, Rotom? —preguntó Ash.
—Sí… —Desvió la mirada—. Lo cierto es que… Miren, yo sé lo mucho que se contienen por mí. Sé que se limitan a ustedes mismos porque saben que voy a escucharlos y… no me gusta eso. —Los miró directamente—. Me importan, aunque no lo diga tanto. Y quiero que sean felices. Deberían de ser capaces de hacer sus cosas puercas sin tener que preocuparse por mí.
Ash y Lillie volvieron a sonrojarse ampliamente.
—Y… Sé que puedo llegar a incomodar a otros. Por eso, acepto.
Lillie carraspeó, controlándose.
—¿Desde cuándo piensas así, Rotom? —le preguntó.
—Desde hace un par de meses, pero… Bueno, soy terco a rabiar. —respondió, cruzándose de brazos—. Saben que si hay algo que odio, es perder la autonomía de mi Pokédex.
Ash se rio.
—Por eso quitaste la función que te ponía a dormir durante las llamadas.
Rotom asintió.
—Así que bueno, ya acepté. Me pondré a trabajar en un software que me permita apagar y encender la función de súper oído. —Los miró a ambos—. ¿Eso era todo? ¿Ya se acabó lo serio e importante?
—Rotom.
Volteó a ver a Lillie, quien le sonreía.
—¿Qué?
—Te amamos —dijeron al unísono.
Y supo que no lo decían solo porque había accedido. Supo que lo decían porque eran unos sentimentales que se estaban dejando llevar por el momento nostálgico.
Pero él también se había vuelto un maldito sentimental.
Apartó la mirada nuevamente y de su carcasa comenzó a gotear agua.
—Yo también los amo…
En silencio, lo abrazaron a él y a Pikachu.
Lillie, envuelta por el calor de la familia que ella había elegido, sonrió con toda la calidez que su corazón sentía.
Como adoraba estar con sus muchachos.
Personas en cuartos de final: Hau Mahalo, Ryuki, Guzma, Liam Sotobosque.
Personas en semifinales: Gladio Aether, Ash Ketchum.
Yyyyyyyy, terminé. ¡Bueno, chicos, con esto oficialmente se termina La Leyenda del Héroe y…! ¡No es cierto! Pero carajo, la de veces que sentí "Este es el capítulo final" mientras escribía este capítulo…
Voy a admitir que me puse demasiado emocional haciendo este capítulo. Lo sentí casi como una carta de amor a mi propia obra, por muy ególatra que eso suene. Ahh… Esto fue muy satisfactorio de escribir. Espero no haber sonado demasiado cursi en algunas partes.
¿Qué tal el combate? ¿Les gustó o qué? A mí me gustó cómo me quedó, si les soy sincero. Siento que se aprecia bastante eso de que Lillie conoce perfectamente a Ash, por lo que sabe qué es lo que hará a continuación.
Yyyy… ¡Unos datillos curiosos!
¿Se dieron cuenta de que este capítulo es el que tiene más cantidad de flashbacks de toda la Liga? Generalmente la Liga tiene dos flashbakcs por capítulo, tres si el vínculo entre los combatientes es muy cercano, pero este tuvo… ¿Cuatro?
Otra cosilla es que los Pokémon que pelearon junto a Ash fueron los primeros cuatro que tuvo en la región y también tres de los que combatieron contra Lillie en el parque Malíe. Claro que añadí varias referencias a aquel combate.
Por el lado de Lillie, junto a ella pelearon Silvady: el primer Pokémon que comandó en su vida; Shiron: su primer Pokémon; Ribombee: el primer Pokémon que capturó y Mudsdale; el primer Pokémon que ella hizo evolucionar y el que comparte un vínculo más cercano a Ash.
Por supuesto que dejé por ahí varias referencias más, pero esas ya se las encargo a ustedes que las busquen XD
Por cierto… En el capítulo pasado se me olvidó agregar los Rotocomentarios, una disculpa… (Estuvo a punto de olvidárseme ponerlos en este también…).
Y bueno… ¡Espero que les haya gustado el capítulo! Esto duró 40,000 palabras, así que tienen lectura para rato.
En fin, muchachada, les adelanto el título del siguiente capítulo.
El capítulo 157 se llama… De hecho, esto es algo gracioso, porque el capítulo 157 es el único capítulo al que todavía no le puse nombre, pero es un interludio. Va a ser chiquito, de unas seis mil palabras o menos, por lo que no tardaré mucho. Como compensación les adelanto el del 158.
¡El capítulo 158 se llama "La voz del mundo"!
¡En fin! ¡Nos leemos, chicos! ¡Alola!
