El Ascenso de un Científico Loco
¡Descubriré como Funciona el Mundo!
Honrando a Gebordnung
No había pasado ni una campanada desde que Rozemyne regresara cuando nos estábamos mudando al templo. Mis tíos realmente deseaban comer con ella, pero se negó con suavidad.
"Disfrutaría recibir las bendiciones de Coucoucaloura con ustedes, pero debo negarme. Temo que la bendición de Dregarnuhr resulte insuficiente para cumplir con las misivas de los dioses."
Una sonrisa orgullosa se dibujó en los labios de Lady Verónica quien solo pidió que, de ser posible, se reuniera con ellos para la cena de mañana o tan pronto finalizara el festival de la cosecha.
"Mañana en la cena, me encantaría compartir con ustedes."
Salimos del castillo donde abordamos un carruaje que nos llevaría al templo.
Sonreí un poco al percatarme de que el cambio en ambos era demasiado evidente. En otra ocasión, tanto ella como yo nos hubiéramos negado a usar un carruaje, hubiésemos preferido viajar en hieghbeast para no ser una molestia, en cambio, ahora, Rozemyne solicitó se preparara un carruaje para volver al templo.
Alerah y Laurenz subieron con nosotros. En contra de lo que pensé, la Kunoichi que mi prometida tenía por asistente principal no intentó protestar o ir con nosotros en lugar de alguno de ellos.
"Me presentaré mañana a la primera campanada en el templo junto a Florencia, Milady."
"Gracias, Margareth. Te confió la reeducación de Florencia. Mañana jurará como doncella y tú tendrás el día libre."
Subimos al carruaje y, para mi sorpresa, Alerah se sentó al lado de Rozemyne, dedicándole una sonrisa amable a su novio.
'Parece que Alerah también recibió la bendición de Forsernte.' Pensé entre divertido, aliviado y asombrado.
Llegamos pronto al templo. Las doncellas estaban felices de tener a su dama de nuevo con ellas, también parecían confundidas.
Ninguna de ellas, a excepción de Brunhilde que era parte de la familia archiducal, sabia sobre Rozemyne o el problema que Gloria generó en ella, aun así, podían ver que algo era diferente.
"Es bueno estar de nuevo en el templo con ustedes." Las saludó dejando que un atisbo de una sonrisa sincera se mostrara en sus labios.
Recibió los informes sin poder ocultar la sorpresa que le causaba que fuese Laurenz quien lideró, no solo el trabajo del templo, sino mucho más. Alerah también estaba gratamente sorprendida de que su novio y prometido hubiese crecido tanto en poco tiempo.
Le entregué las rutas y los preparativos que se hicieron, así como la disposición temporal.
"Muy buen trabajo. Estoy orgullosa de todos ustedes."
Esta vez, Rozemyne decidió que cenaríamos todos juntos en el despacho. Parecía tranquila mientras escuchaba a sus doncellas y sacerdotes.
Cuando fue mi turno y le conté sobre como me vi sobrepasado y terminé delegando el trabajo de gestión de nuestras empresas a los plebeyos, sus labios se apretaron en una fina línea durante un segundo antes de soltar el aire.
"En realidad, tardamos demasiado. No era nuestro trabajo. No somos gerentes."
Me reí un poco por la forma en que lo dijo, pero era verdad. Somos candidatos a archiduques y nobles, nuestro trabajo era dar ideas y formar artesanos para desarrollarlas, no supervisarlos, eso era el trabajo de los capataces y comerciantes.
Cuando la cena terminó, un ave blanca entró a la habitación. Una carta se desplegó en las manos de Rozemyne quien sonrío antes de escribir una respuesta y pedir a las doncellas que prepararan su habitación para tomar el té con su nueva hermana y antigua Wiegenmilch, Christine.
La escolté a sus aposentos, una parte de mí aun quería pedirle que viniera a dormir conmigo, la había extrañado tanto… sabía que no debía. Ella podía ser mi novia, pero eran ese tipo de comportamientos inadecuados los que la afectaron en primer lugar.
Besé sus dedos con afecto para contener mi impulso. Sin embargo, parecía que mi cerebro era más débil que mi corazón cuando se trataba de ella.
"¿Quieres dormir conmigo esta noche?", pregunté en un murmullo en japonés antes de darme cuenta. "… solo esta noche. Te eché mucho de menos y me gustaría saberlo todo de tu viaje." Agregué.
Me miró unos segundos con una sonrisa noble antes de responderme.
"Me gustaría. Hay muchas cosas que debemos hablar."
.
Fue cerca de la séptima campanada cuando Rozemyne llegó a mi habitación. Estaba usando un camisón un poco largo y sin mucho escote, con algunos listones y holanes adecuados a una persona de su rango.
A diferencia de antes, nos sentamos en mi cama y comenzamos a hablar. Me contó de sus primeras interacciones con la pareja archiducal y lo acomplejada que se sintió cuando se dio cuenta de que aun pensaba en si misma como una flor de manera inconsciente. Me habló de cómo sus tíos comenzaron a ayudarla de a poco.
"Ofrecí algunas ideas para empresas a cambio de una cantidad adecuada de oros, por supuesto. Industrias revolucionarias no pueden ser dadas como caridad." sonrió.
Habló de sus fiestas de té con las numerosas hermanas de Lavinia y de los torneos de juegos de mesa los días del agua entre todos los candidatos en edad escolar.
Me contó de sus primos, hermanos mayores de Lavinia.
"Sergei fue un poco incómodo de tratar, nos parecíamos más entre nosotros que él con sus hermanos y Lavinia… parece que el anterior Aub se casó con una princesa y Sergei heredó los rasgos de la familia real… como mi madre es una antigua princesa… bueno."
Me contó algunas cosas más, pero, en el momento en que mencionó las propuestas veladas de cortejo, no pude más.
La aprisioné contra el colchón y mi cuerpo
"Parece que hay demasiados mosquitos a tu alrededor, Rozemyne. Dime ¿debería cubrirte en hielo para que todos vean que eres mía?", '¡Al diablo el decoro!'
La cubriría con tantos amuletos que nadie se atrevería a verla.
"Preferiría que me encierres en el invierno, Ferdi." Ronroneó.
Su maná destelló en sus ojos, su sonrisa era divertida y peligrosa. Sabía que no debía. Aun así, la besé. Fue un beso completamente pasional, mis manos se escurrieron un poco bajo sus mangas y comencé a acariciar la suave piel de uno de sus brazos en tanto comenzaba a levantar su camisón para tener acceso a una de sus piernas.
Estaba jugando con fuego. Sabía que debía detenerme.
Para mi sorpresa, fue ella quien rompió el beso.
"Un poco más de estimulación y de verdad entraremos en el invierno…", susurró.
Estaba avergonzado por mi falta de autocontrol y posesividad. Sentí el calor en mis orejas y ella solo sonrío. Sus manos trazaron el contorno de mi rostro antes de acomodarme sobre su pecho. La abracé por la cintura y me permití ese momento.
Comenzó a acariciar mi cabeza y su mano bajó hasta mi espalda soltando un poco de maná. La escuché soltar una risita divertida antes de dejar un beso en mi coronilla.
"En serio te consentí mucho, Ferdi... tu expresión actual fue similar a la que tuviste cuando te dije que había tomado más sacerdotes y doncellas en tu primer año, o cuando pensaste que sentía algo por Traugott"
"Yo no..."
"Si, claro." Me interrumpió sin dejar de sonreír. "Estas bastante mimado." Afirmó con una risita. "Quería mimarte como me mimas, así que es mi culpa. Me haré responsable, pero tú también debes hacerte responsable."
La abracé un poco más fuerte, enterrando mi rostro en su escote.
Estaba demasiado avergonzado por su afirmación como para pensar en lo inadecuado de mi gesto. Como siempre, mi Rozemyne fue paciente, esperando a que me recompusiera por mí mismo.
"Me haré responsable. Siempre que permanezcas a mi lado."
"Solo contigo, Ferdi. Solo te necesito a ti."
Sonreí sin poder evitarlo.
"Oh, y Ferdi. Te amo, pero por ahora no me contendré en la carrera por Aub. No más. Así que espero que estés preparado para ser mi consorte."
"Eso debería decirte yo, Rozemyne. Piensa en formas de mantener la política, porque el puesto de heredero es para mí."
Nos miramos a los ojos por varios segundos con muecas mordaces antes de reír. Debido a nuestra cercanía física, y a que mi mano alcanzó a colarse bajo su camisón decidimos dormir cada uno en su propia habitación. Necesitábamos respetar los límites de un cortejo normal así fuera poco a poco.
Cuando estuve de nuevo solo, mirando el dosel sobre mi cama y sintiendo el maná de Rozemyne en mi cuello, me di cuenta de que los dos estaríamos compitiendo en serio por el puesto de Aub. Me sentí un poco mal por Sylvester, pero ahora, en definitiva, no iba a heredar.
.
"Hija, ¿entonces no sabes que fue lo que pasó?"
Estaba teniendo dificultades para no hiperventilar.
Tres días después de que terminó el festival de la cosecha, se nos convocó a Rozemyne y a mí al despacho del Aub donde Lady Verónica y el Aub nos mostraron una grabación. De no saber nada, habría pensado que era una representación muy extraña de La Bella Durmiente, con más exactitud, de la escena de las espinas, donde los caballeros intentan entrar solo para encontrarse luchando a muerte con las peligrosas plantas de largas y afiladas espinas protegiendo a una Rozemyne durmiente… solo que en lugar de un príncipe al cual habría intentado asesinar en secreto por tocar a mi prometida, era Alerah quien se paraba frente a las plantas, moviéndose de tal modo que parecía estar hablando con las plantas, las cuales comenzaron a abrirle paso poco a poco luego de que se pusiera en jarras.
"Lo lamento, padre. En ese momento estaba inconsciente. Lamento mucho haber causado tantos inconvenientes. De hecho, me sorprende que los tíos enviaran esta grabación", comentó con un rostro abochornado el cual inclinó un poco para acunarlo en una de sus manos. "Antes de volver me aseguré de disculparme como es debido, padre."
"Entiendo. Ferdinand. ¿Tienes alguna idea de qué fue lo que pasó?"
"Salvo por el hecho de que los dioses parecen manifestarse cerca de Rozemyne cuando está en peligro, temo que no, Aub. Lamento no serle de ayuda, sin embargo, creo que deberían preguntarle a Alerah directamente. Fue ella quien… sacó a Rozemyne de ahí."
La idea de que además de estar demasiado mimado me había vuelto bastante celoso me cruzó por la mente un segundo o dos. Estaba fastidiado por no ser yo quien encontrara a Rozemyne y la sacara de esa prisión de espinas… y al mismo tiempo me sentía agradecido de que Alerah hubiera estado ahí para sacarla antes de que pasara demasiado tiempo.
El Aub miró a Lady Verónica y esta le hizo algunas señas a una de sus asistentes, la cual fue a convocar a Alerah, quién en todo momento se comportó como debía, cruzando sus brazos y prestando atención a lo que se le preguntaba, levantándose en cuanto se le permitió.
"Al vivir en el Templo, una de nuestras asignaciones es estudiar las escrituras y sus historias, Aub. Recordé que las plantas en ocasiones se comportan como manifestaciones de las diosas vasallas de Flutrane, así que comencé a orar primero… ahí está, puede ver qué después de elevar una plegaria comencé a hablar con las plantas."
"¿Hablarles a las plantas?" preguntó Lady Verónica tratando de esconder su desconcierto.
"Así es, Lady Verónica. Intenté explicarles que era peligroso que mantuvieran a mi señora en un lugar tan frío, lejos de las cosas que necesitamos para sobrevivir. Cuando comenzaron a moverse para aferrarla más tuve que regañarlas. Alcancé a notar que habían roto su calzado y sus medias. Amenacé con podarlas si mataban a mi señora en lugar de permitirme entrar a atenderla y las enredaderas solo me abrieron un camino. Aunque creo que lo principal que ayudó fue que les recordara que la diosa Flutrane no quería que su hija amada subiese las alturas imponentes tan pronto." Murmuró casi al final.
Aquello era tan inaudito que me habría reído de buena gana si no supiera que era posible, recordando cuando intente sacar a Rozemyne del agua en el baño de la diosa y el agua a mi alrededor comenzó a presentar tanta tensión que parecía un sólido o como después Rozemyne me explicó que a las diosas de la primavera no les gustan los hombres y podrían haberme lastimado.
"Eso es… ahm… debo agradecerte por salvar a mi hija, Alerah" dijo Aub Adalbert cuando logró encontrar algo que decir "¿podrías decirnos que pasó después? En la grabación que enviaron da la impresión de que pasa casi un cuarto de campanada antes de que salgas cargando a mi hija ya despierta."
Alerah miró primero a Rozemyne, como pidiendo permiso para continuar. Rozemyne asintió con una mirada abochornada en ese momento, girando un poco su rostro hacia el lado contrario. Tomé uno de sus dedos con mi meñique y eso pareció calmarla lo suficiente para respirar y mirar de nuevo a Alerah.
"Yo, ruego me disculpen por mi desfachatez, pero mi señora estaba muy fría y no despertaba, así que la cargué sobre mi regazo y comencé a peinarla y a cantarle una canción de cuna hasta que despertó. Después de eso la envolví en una manta que llevaba conmigo desde que me dijeron que estaba afuera en la intemperie y la llevé cargando hasta la bestia alta de una de las mujeres caballero para poder regresar al castillo."
Las palabras de Laurenz regresaron entonces a mi mente sobre que Alerah era una mujer maternal. También miré a Rozemyne cuando la sentí apretar el pequeño contacto que manteníamos entre ambos.
"Tu comportamiento será perdonado está vez, Alerah." suspiró Lady Verónica luego de soltar un suspiro pequeño. "Comprendemos que fue una situación de emergencia, también sabemos que las plantas que te abrieron el paso no permitieron acercarse a nadie más. Era necesario que tomaras medidas para asegurar el bienestar de tu señora."
Alerah solo asintió, cruzándose de brazos y esperando a que la despidieran de nuevo para salir.
El tío Adalbert miró entonces a su primera esposa y luego de que ambos asintieron, se aseguró de que ninguno de los asistentes estaba mirando, dirigiéndome una mirada de duda, como si estuviera considerando pedirme que me retirará también. Lady Verónica lo tomó de la mano despacio y de pronto noté que ambos tenían sus ojos puestos en nuestros dedos unidos.
"Rozemyne, ya que ha quedado aclarado lo que sucedió, hay algo que Lady Verónica quiere consultar contigo. Algo personal."
Me miró de nuevo y yo miré a Rozemyne cuando traté de soltarla y ella me lo impidió sin dejar de ver a su padre o a la primera dama tomando aire y corrigiendo su postura a una que proyectara seguridad… una seguridad que dudaba estuviera sintiendo.
"Por favor, permitan que Ferdinand se quede por esta vez. Terminaré contándole de un modo u otro, después de todo es mi prometido."
Pude notar como Lady Verónica tomaba aire antes de retirarse el velo, mirando al suelo y tomándose las manos antes de mirar a Rozemyne. Parecía nerviosa, quizás por eso Rozemyne tomó otro de mis dedos y apretó sin moverse apenas.
"Yo… Rozemyne, debí haber hecho esto desde un inicio. Te habría ahorrado mucho sufrimiento, te habría protegido como era debido y… créeme que lo intenté una y otra vez. Hablé con mi hermana en Drewanchel por correspondencia para verificar como te estabas comportando, si tenías problemas y… también para pedirle apoyo. Imagino que conociste a Sergei."
Rozemyne asintió con los labios un poco apretados. Podía sentirla temblando un poco, era algo tan leve, que si no la estuviera aferrando lo habría pasado por alto… sospechaba que Lady Verónica estaba igual. Sus ojos, al menos, parecían estarse llenando de lágrimas despacio. Había culpa y mucho arrepentimiento en su mirada, tanta que era incómodo de ver. Si no supiera que Rozemyne me estaba usando como apoyo, habría pedido permiso para retirarme.
"Saber de la relación entre él y mi hermana me hizo reflexionar mucho… la confesión de Alerah también… quiero adoptarte de manera formal, Rozemyne. Quiero ser tu madre a partir de ahora y tratarte como siempre debí haberlo hecho. Cómo a una de mis amadas hijas, una que no deja de hacerme sentir orgullosa. ¿Me aceptarías entonces como tu madre?"
Los dedos que me tenían sujeto me soltaron y tuve que voltear. Lágrimas corrían por los ojos de Rozemyne, quién se paró de inmediato, corriendo hasta los brazos que la esperaban abiertos. Sus sollozos silenciosos hablaban de cuánto deseaba esto. Las lágrimas de Lady Verónica, mientras la aferraba, pidiéndole disculpas una y otra vez por tardar tanto, eran demasiado. Tuve que morder el interior de mi mejilla y voltear para no llorar yo también, sintiéndome como un intruso de repente.
Por suerte el tío Adelbert notó mi sentir porque no tardó nada en tomarme de un hombro y avisar que les daríamos un momento a solas antes de llevarme con él a una sala contigua, llevando con nosotros a todos los asistentes que habían estado ahí.
Para cuando ambas salieron había pasado más de un cuarto de campanada, sin embargo, ambas parecían aliviadas y felices, dejándonos respirar con alivio a mi tío y a mí. Mi amada Rozemyne al fin tendría el apoyo que tanto deseaba y que dio por perdido mucho tiempo atrás. No podía sentirme más feliz por ella.
Las palabras cargadas de frustración que compartió conmigo cuando regreso resonaron en mi cabeza.
"Es un poco injusto, no solo mi genero me pone en desventaja… no tener una madre también lo hace. Si la reina Clementine me adoptara como con Eglantine. Tendría todo para volverme zent. Es casi ridículo. Es más fácil volverme reina que archiduquesa. Debería ser al revés"
La mirada de pura felicidad en su rostro me hizo darme cuenta de que la idea de aceptar la adopción de Zent fue descartada cuando lady Verónica la acepto como hija.
Sonreí feliz porque se quedará en Eirenschier, nuestro compromiso no se rompería ahora porque ella fuera declarada heredera a Zent y yo a Aub, no tendríamos que elegir.
'Bueno, esto se pondrá interesante.'
.
Tras el festival de la cosecha y el torneo de caza, a diferencia de los años anteriores, mantuve un ritmo constante con las clases de heredero. Me mudaría a la soberanía en la primavera por lo que tenía mucho que abarcar, de lo contrario, Rozemyne tomaría la delantera de forma definitiva. Si bien no me molestaría fungir cómo su cónyuge, preferiría ser yo quien tuviera la mayor cantidad de responsabilidades para que ella tuviera tiempo para leer e inventar tantas cosas como deseara.
También le planteé a mis padres bautismales la posibilidad de adoptar a Laurenz. Justus estaba más que encantado de tener un hermano menor algo problemático pero eficiente, en tanto mis padres tenían sus dudas.
"¿No es uno de los caballeros de Lady Rozemyne?" preguntó mi padre "¿No es del que dicen que solía ser algo… desvergonzado cuando hablaba sobre otras chicas?"
"Querido, los rumores son lo de menos" rebatió mi madre, Rihyarda "¿por qué lo dejaron en el templo en primer lugar?"
Con un suspiro comencé a narrar lo que sabía de la situación de la familia de Laurenz o de qué familia provenía. Eso último no le agradó nada a mis padres, parecía que tenían algún tipo de desacuerdo o rivalidad con los padres biológicos de Laurenz. Pensé que se negarían incluso a hablar con él cuando me jugué mi última carta, mirando a mi madre con una súplica.
"En cierto modo, Laurenz es como yo", guardé silencio un momento, esperando a que mi madre lo comprendiera para luego mirar a mi padre, "sé que es algo mayor, pero… de verdad necesita de un Erwachleren, padre. Luego de pasar tanto tiempo con él en el Templo e incluso fuera de la ciudad… me preocupa mucho. Laurenz es… Lo más cercano a un amigo para mí. Odiaría verlo fracasar solo porque no tiene un modelo adecuado al cual seguir."
Mis padres se miraron entre sí. Solo necesitaban un último empujón y no estaba seguro de si ese último empujón adecuado sería que conocieran a Laurenz. Era cierto que sabía cómo comportarse en público, pero temía el tipo de comentario que podría hacer si se sentía demasiado confiado… o nervioso.
"Laurenz es un sujeto inteligente, padre", intervino Justus, sorprendiéndome. "Tiene poco que comenzó a demostrar sus verdaderas aptitudes, sin embargo, sería buena idea que lo consideraras, padre. Laurenz está por terminar los cursos de erudito y caballero con muy buenas calificaciones, además de estar tomando algunas optativas del curso de asistencia. Por no olvidar lo más importante, padre."
Todos observamos a Justus por un momento. Era obvio que mi hermano mayor estaba disfrutando mucho de la atención, porque se tomó su tiempo para continuar.
"¡Justus!" exigió nuestra madre ahora, provocando que Justus sonriera divertido por un par de segundos antes de poner un rostro sereno.
"Laurenz es leal a Lady Rozemyne, sin embargo, se preocupa bastante por Ferdinand. Pienso que incluso estaría de acuerdo en formar parte del séquito de Ferdinand siempre que le consigamos a Lady Rozemyne algunos caballeros que puedan suplirlo."
No mucho después mis padres invitaron a Laurenz a una fiesta de té y se le planteó la posibilidad. Yo ya había hablado al respecto con Rozemyne y ella, por supuesto, estuvo de acuerdo. Ese día se acordó que lo adoptaríamos en una pequeña ceremonia en casa con solo Rozemyne, algunos allegados a la familia, Alerah y nada más. Acomodar nuestras agendas fue una locura, pero logramos llevarlo a cabo una tarde.
Durante su adopción, Rozemyne habló con ambos sin dejar de sonreír.
"Ferdinand, creo que sería mejor que tus hermanos trabajen contigo, así no tendrán ningún conflicto de intereses al realizar su trabajo." De más está decir que los ojos de Laurenz brillaban mientras nos miraba de uno a otro sin saber que decir, a lo que Rozemyne agregó "Justus ya ha arreglado que me traspases a dos de tus caballeros y tendré el privilegio de elegir primero de entre los chicos que atiendan la sala de juegos este año."
Yo solo asentí, después de todo, el séquito de Rozemyne era pequeño. Demasiado pequeño todavía. Ahora que ya no se menospreciaba y había aprendido a controlar su falta de confianza hacia los nobles, podría comenzar a formar un séquito de tamaño adecuado.
"Muy bien, solo asegúrate de dejarme uno o dos. Cómo futuro Aub necesitaré más eruditos de los que tengo ahora."
"Querrás decir, como futuro cónyuge de la Aub, necesitarás ser un buen apoyo para mí, ¿o no?"
Ambos nos dedicamos miradas desafiantes por un momento y luego solo nos sonreímos de nuevo. Laurenz no tardó nada en decir que él me estaría apoyando para que fuera un gran Aub a lo que Alerah también intervino, proclamando a su señora como la única apta para gobernar el Ducado.
Mi madre sonrió a nuestro intercambio antes de llamar a la prometida de su nuevo hijo, cuando volvió sonreía tan profundamente que me dolieron las mejillas solo de mirarla, en tanto Alerah se miraba aliviada, antes de irse prometió enviar a una de sus doncellas para controlar su horario y para arreglar la habitación donde se quedaría durante el invierno.
Poco después descubrí que mi madre se volvería su Erwachlehren.
"Alerah consiguió una mentora en Drewanchel, pero necesita una guía aquí. Viendo a tu hermana mayor, le sugerí que buscara apoyarse en su futura madre y aprovechara todo lo que pudiera el tiempo hasta su enlace, ahora que ambos decidieron retrasarlo un año."
No pude evitar sentirme aliviado.
Rozemyne estaría entrando a tercero este invierno. Contando éste, todavía pasarían cuatro años más antes de que se graduara, lo cual la ponía en una situación de ventaja. Debía aprovecharme de eso. Una vez me graduara, entraría a mi jureve y luego comenzaría a prepararme como profesor soberano para el curso de Candidatos a Archiduques. Hasta que Rozemyne se graduara, yo volvería a Eisenreich solo durante la primera parte de la primavera, todo el verano y una parte del otoño. Tendría que entregar mi puesto como Sumo Sacerdote a Harmuth, así que la mayor parte de mi tiempo en el Templo lo estaba usando para prepararlo.
Era una de las pocas cosas que olvidé hacer con antelación… no, no lo olvidé, me negaba a dejar que alguien más apoyara a Rozemyne, ahora me daba cuenta de que mi egoísmo me robó tiempo. Necesitaba corregir eso si no quería terminar encerrado igual que Ewigeliebe, aunque por razones distintas.
.
"¿No me estaban tomando en serio antes, par de mocosos mimados?"
Sylvester entró como un huracán en el dormitorio del Sumo Sacerdote, interrumpiéndonos a Rozemyne y a mí. En realidad, tenía dos semanas que dejamos de verlo.
Tan pronto como decidimos competir en serio, lo dejamos atrás. Se nos asignaron otros trabajos y otro tipo de responsabilidades que hicieron nuestro horario más apretado, pero ambos nos divertíamos tanto, que seguíamos pidiendo más trabajo.
"¡¿Qué les costaba ir con todo desde el inicio?!", pregunto indignado, lanzándome una mirada mordaz, Rozemyne fue integrada a la competencia para ayudarla con su autoimagen, pero yo no tenía ninguna excusa para darle.
'En mi defensa, originalmente me dijeron que era para motivarlo.' Pensé ocultando mi sonrisa tras mi taza.
"Dos semanas. Hermano, si quieres tener alguna oportunidad de heredar, debes mejorar tu red de información." Aconsejó Rozemyne con una sonrisa de dama. "Pero te daré algunos puntos por encontrarnos a la primera."
Sylvester se enderezó mirando la silla preparada, así como a las doncellas que llevaron una taza y té para él. Soltó el aire antes de caminar a su lugar.
"Sabían que vendría." Nos acusó.
"¡Por supuesto, querido primo!" sonreí divertido.
"¿Cómo?"
"No tengo muchos estudiantes. Pero todos los que tengo son excelentes", afirmó Rozemyne encogiéndose de hombros, "les asigné vigilarte. ¡Claro que sabría que vendrías!"
"Mis estudiantes no son tan buenos como los de mi prometida. Debo equilibrar calidad y cantidad conforme los educo poco a poco."
Sylvester miro su taza antes de tomarla y soltar un suspiro cansado, pensando sobre que decir. Podía ver los engranes de su cerebro girando para encontrar una solución.
Tomó todo de un trago como si fuera vize y no té, golpeando la taza contra la mesa mientras soltaba un «Ya lo decidí», que nos confundió a Rozemyne y a mi.
"Tú", se giró apuntando a mi novia con su dedo. "Faltan cuatro años para que te gradúes y tu", continúo señalándome ahora a mí, "Estarás en la soberanía los próximos cuatro años también. ¡Tomaré cualquier mínima ventaja que pueda obtener, ya sea durante la socialización de invierno o con mis vástagos!"
"¡Sylvester!" lo reñí.
"¡Nada de Sylvester!" gritó. "¡Si te lo hubieses tomado en serio desde el principio no estaríamos aquí ahora!"
"Hermano, no seas irreverente", lo riñó Rozemyne. "Mi querida Christine soporta la carga de Gedulh ahora, su cuerpo necesita reponerse y esta molesta porque su hijo nacerá en primavera. Por favor proporcione maná para el amuleto de bloqueo cognitivo que ocultará su embarazo durante el invierno o ella pedirá el divorcio, lo sabe."
"Lo sé, lo sé." admitió con fastidio. "Solo necesito asegurarme de que mi próximo hijo nazca en otoño."
"¿Próximo?" pregunté sintiéndome idiota.
"Se los dije. Usaré cualquier pequeña ventaja contra ustedes ahora que decidieron ir con todo. Trabajaré más. Socializaré más. Viajaré por el Ducado para hacerme de una facción mayor. Incluso abrazaré el invierno con Christine a fin de producir más herederos en lo que llega Lavinia."
Su sonrisa retorcida y su mirada segura y penetrante le daban un toque de locura difícil de ignorar. Entonces me miró a mí demasiado divertido.
"Toma el té todo lo que quieras y juega a ser el santo si eso te da placer. Yo aprovecharé que mis esposas son mayores que Rozemyne. Ya comprobé que puedo engendrar con Christine, solo esperaré a que Lavinia termine de comprimir y se gradúe. Tendré tantos herederos antes siquiera de que ustedes puedan unir sus estrellas que me nombrarán Aub Eisenreich… digo, al menos YO puedo sentir a una de mis esposas, es posible que pueda sentirlas a ambas. ¿Qué me dices tú, Ferdinand?"
Apreté mis puños, incómodo y molesto antes de llevarme una galleta y mi taza de té a la boca. Sylvester tembló un momento al verme y luego solo se río, tomando un par de galletas antes de agradecieron por el té y retirarse sin más. Estaba tan furioso de que me recordara mi incapacidad de sentir a otros, casi era como declararme estéril.
"Ferdi" me llamó Rozemyne en voz baja, alcanzando una de mis manos y dándome un poco de mana en un intento de relajarme "Ten paciencia. No he dejado de comprimir desde que despertaste tu detección… si cuando la despierte sigues sin sentirme, me esforzaré más."
Rozemyne me sonrió y yo tomé su mano, llevándola a mi frente mientras me cubría los ojos, avergonzado de estarla forzando a comprimir más.
"Seré la única para ti y tú el único para mí. Con tanto maná, ni habrá necesitará más cónyuges."
Eso me tranquilizó de un modo absurdo, llevándome a besarle los dedos antes de soltar un suspiro reflexivo con su mano todavía entre las mías.
"Parece que soy un verdadero Ewigeliebe si eso me reconforta."
"Eres mi Ewigeliebe y yo soy el tuyo, Ferdinand. Más allá de quien consiga el asiento, no voy a compartirte con nadie." Ella me sonrió con dulzura, moviendo su mano entre las mías hasta alcanzar mi mejilla y acariciarla, dejándome tomar la herramienta antiescuchas que tenía escondida ahí "Yo lograré lo que mi madre no pudo."
"¿A sí?" pregunté divertido, mirándola a los ojos, notándola saborear las palabras mi madre al referirse a la tía Verónica "¿Y que podría ser eso, mh?"
"Tendré al hombre que amo para mí sola. ¿Qué más?"
Las circunstancias eran terribles, pero ambos comprendíamos el dolor de Lady Verónica, así que me relajé.
Para poder ser Aub necesitaba ser capaz de tener hijos y ya que no podía sentir a nadie, eso solo significaba que, si Rozemyne me alcanzaba, nadie podría interferir entre nosotros. La esperaría con paciencia entonces.
.
"¡Ferdinand!"
El grito de Alerah interrumpiendo en mi habitación me despertó parcialmente.
Apenas estaba quedándome dormido después de volver del castillo.
Quería quejarme por la forma en que me hablo, es cierto que pase dos campanadas trabajando con ellas en su pequeña venganza contra Constance por distorsionar el sentido común de Alerah, antes de ser llamado al castillo. Las había dejado en mi habitación oculta luego de darle a Rozemyne las cartas que escribí para ella, para que nunca volviera a olvidar lo valiosa que era, el día debía estar por cambiar de fecha, ¿entonces porque…?
"¡Rozemyne… no puedo entrar!", eso me despertó por completo.
Salte de mi cama y corrí a su habitación, encontrándome con la barrera negra que mantenía a todos afuera… a todos menos a mi.
Entre sin perder tiempo. Rozemyne se retorcía de dolor en el suelo. Su maná salía como una niebla banca de su cuerpo. Su rostro sonrojado y sus ojos cristalinos que eran visibles junto al arcoíris de mana cada que podía abrir sus ojos.
Tan pronto como la toqué noté que su cuerpo ardía, y pequeñas burbujas rojizas se inflaban en su piel. Busqué con la vista algo, lo que fuese que pudiera drenar su maná, porque esto era, a todas leguas, un desbordamiento.
Mis ojos entonces lo encontraron.
Podía maldecirme después. Sin soltar a mi novia y tratando de ayudarla a controlar su maná, salí apenas de la barrera, pidiéndole a Alerah y a los demás que trajeran los instrumentos divinos y los dejaran en el borde de la barrera. Bridget y Angelica que estaban de guardia me dieron sus piedras vacías y fueron a ayudar a traer a los dioses. Pegue una piedra tras otra en su frente, notando como se llenaban hasta casi saturarse.
No tan rápido como me hubiese gustado, los instrumentos divinos llegaron y yo dejé a Rozemyne en su cama antes de buscarlos.
Solo desactivé la barrera un segundo, pero fue suficiente para que mis compañeros se doblaran sobre si mismos, yo mismo comenzaba a sentir la presión de su sometimiento involuntario.
No se cuanto tiempo estuve ayudándola a vaciar su maná fuera de su cuerpo a los dioses, solo sé que, cada segundo que su vida estuvo en peligro me odié a mi mismo más que nunca…
Con todo lo que había pasado, con cada revelación y suceso desde que ella fuera a Drewanchel y Lavinia volviera, olvidé hacer algo con la poción, una poción de recuperación ultra potente que la haría perder el control de su maná y poner un pie en la altísima escalera si no estaba al borde de la fatiga.
Cuando Laurenz y yo creamos la poción, la hicimos con un solo pensamiento en mente: ayudar a Urano a surgir en ella.
Estaba marcada para no confundirla. La idea era hacerla beber esa por accidente.
Ese era el último plan, nuestras patadas de ahogado para ayudar a Rozemyne con la situación en la que la pusimos, ese era nuestro intento desesperado, el último recurso.
Planeábamos tener los instrumentos divinos cerca cuando se la diera. Por supuesto, el plan fue descartado en algún punto del último mes, no así la poción.
Al final si la tomó por accidente, dejándome temblando de culpa y terror.
Cuando la primera campanada estaba sonando, sus padres se encontraban en el templo. Por desgracia, su aplastamiento no se detuvo hasta tres días después, solo entonces pude desactivar la barrera de forma segura. No fue ninguna sorpresa que la pareja archiducal permaneciera en el templo todo este tiempo, ni fue sorpresa que Lady Verónica la cuidara los siguientes tres días hasta que despertó.
"¡Me olvidé por completo de la poción!" se lamentó Laurenz el primer día que pude volver a mi habitación, luego de lograr controlar el maná de Rozemyne "¿cómo pudimos ser tan estúpidos?"
Que Laurenz estuviera a punto de llorar o que yo estuviera exhausto no ayudaba. La adrenalina que me mantuvo despierto por tres días se había consumido por completo y yo me sentía como si tuviera el peor resfriado de la historia sin la incomodidad de exceso de flujo nasal o nariz tapada.
"Estábamos demasiado ocupados, Laurenz" traté de calmarlo mientras me metía a la cama "además estaba dentro de mi habitación oculta. Solo nos confiamos."
"¿Sólo nos confiamos? ¿No se te ocurrió diluirla o cambiarle el rótulo por uno de material peligroso?"
Laurenz estaba furioso y no podía culparlo.
Él que pasó una buena parte de su vida anterior tratando de mantener viva a Urano estuvo a nada de ser uno de los responsables de la muerte accidental de Rozemyne.
"No, Laurenz. No se me ocurrió. Cuando Rozemyne me preguntó si podía tomar algunos materiales y un par de pociones de mi habitación oculta ni siquiera recordé que la tenía ahí."
Me llevé la mano a la frente, pellizcando con fuerza el puente de mi nariz y dándome cuenta de que eso no me ayudaría con la jaqueca. Me dolía la cabeza por todos lados. Estaba seguro de que me sentiría igual de furioso cuando hubiera dormido y comido algo, por ahora, solo sentía que la culpa me partiría la cabeza en dos.
"¿Y en serio vas a dormir ahora? ¡Ella…!"
"Ella está fuera de peligro y tiene a su madre para que la cuide. Cuando despierte y todo se calme, le pediré una disculpa o no sé, Laurenz. Me siento como la mierda en este momento."
Laurenz ya no siguió insistiendo y yo me dormí.
Cuando al fin desperté, Justus estaba en mi habitación del templo, sonriéndome demasiado divertido, informándome de que habían pasado dos días y que Rozemyne todavía no despertaba.
Cómo si la culpa no me estuviera matando por dentro, Justus comenzó a hablarme mientras me ayudaba a asearme y vestirme.
"Así que… recuerdos de otro mundo, ¿eh? De pronto tiene sentido que mi señor y su prometida sean tan prolíficos en el campo de la innovación."
Me congelé sin más, tratando de recomponerse de inmediato y siguiendo como si no supiera de que hablaba.
"¿De que tontería estás hablando, Justus? ¿Qué tengo en mi…?"
"No finjas demencia, querido hermano. Nuestro nuevo hermano menor nos dijo todo ayer en la tarde, ya sabes, que los tres llegaron hasta la edad adulta en un lugar llamado Japón, qué él solía ser amigo tuyo y de Lady Rozemyne y que ambos parecían devorar el conocimiento en ese otro mundo. Dijo algo sobre sobrevivir a las muertes de ustedes, creo que la culpa lo estaba matando. Mamá no sabía si consolarlo o castigarlo cuando dijo que ustedes solo querían que Lady Rozemyne recuperará sus recuerdos cuando crearon la poción que casi la mata."
'¡Ese idiota! ¡NO SE GUARDÓ NADA!'
"Digo, comprendo que él quisiera recuperar su relación con ella, dijo que eran como hermanos desde el inicio, lo que no entiendo es cuál era tu interés. Según Laurenz, a pesar de estar comprometidos, parece que ni siquiera llegaron a conocerse."
Al menos Laurenz no les había dicho la razón real. Que estábamos desesperados por traer un poco de sentido común a mi prometida luego de haberla pervertido entre ambos. Por un momento pensé que habría deseado tener el nombre de Justus para hacerlo jurar silencio. Solo había una forma de explicar esto sin destapar más secretos de los que ya habían sido ventilados.
"Pensé… que la personalidad de Urano ayudaría a Rozemyne para superar… Algunos problemas que tenía de autopercepción bastante preocupantes. Yo tenía un complejo de inferioridad por mi origen. Ella también tenía un problema grave de autopercepción, además, pensé que eso la fortalecería. Es como si tuviera alguna especie de amnesia selectiva. No debería recordar nada de la tecnología del otro mundo y sin embargo… cada vez que Rozemyne tiene un problema o una necesidad, solo se concentra un poco y trae instrucciones completas y complejas así como diagramas de aquello que pueda solucionar sus problemas. Sin sus memorias, no debería poder recordar nada."
Justus terminó de peinarme, colocándose frente a mi, mirándome hacia arriba debido a la diferencia de estatura ya sin su sonrisa estúpida.
"Entiendo. Ese tipo de secuencia puede llevar a qué sea fácil que la persona sufra cierto tipo de sugestionamiento, ¿lo sabías?"
Negué. Mi entrenamiento en medicina de este mundo no llegaba tan lejos aún. Y en realidad no poseía conocimiento alguno del mundo anterior.
'Necesito más optativas de medicina…'
"Traer todos sus recuerdos la habría ayudado a sacarse de encima cualquier sugestión implantada, sí, ¿pero a qué costo? Imagino que este… arriesgado plan de ayudarla se les ocurrió antes de que Lady Rozemyne se fuera a Drewanchel, ¿o me equivoco?"
Solté un suspiro, asintiendo. Justus me sonrió entonces, tomando mi capa y comenzando a acomodarla sobre mi ropa. Harmuth ya se estaba encargando del trabajo del Templo, yo estaría el resto del día en el castillo con Sylvester gestionando el trabajo del Aub, quién se negó por completo a abandonar el Templo mientras su hija no despertara.
"Espero que no vuelvan a intentar nada tan arriesgado, Ferdinand. No solos, al menos. No solo soy tu hermano mayor, soy un médico certificado y con más experiencia que tú o Laurenz. Si no puedo frenarlos de cometer una idiotez, espero al menos evitar que metan el pie hasta el fondo como ahora."
Asentí de nuevo, sintiéndome con un niño en edad preescolar que ha roto un florero mientras buscaba apoyar a su madre con algo demasiado complicado. Si no estuviéramos rodeados por mis grises, quizás habría abrazado a Justus, pero eso era impensable. Él debió notarlo porque su mano no tardó mucho en palmear mi hombro un par de veces, apretándolo de pronto, dándome con ello el confort suficiente para seguir.
Después de ello, mi hermano mayor desactivó la herramienta antiescuchas de rango específico que no vi que encendió, yo me enderecé y ambos nos dispusimos a salir del templo, no sin antes solicitarle a Margareth que me enviara un ordonanz si había cualquier cambio en mi prometida.
Esa noche le llamé la atención a Laurenz. Sin contar a Rozemyne, madre Rihyarda era la única adulta en todo Yurgensmith que sabía de mi vida anterior… ahora también padre y Justus conocían nuestro secreto. Por supuesto no pude regañarlo o culparlo más. Laurenz seguía demasiado afectado y no tenía idea de que nuestra familia no sabía nada.
Para cuando Rozemyne despertó y comenzó a mostrar que estaba bien, pudimos volver a respirar con normalidad.
Tristemente ninguno notó ningún cambio en ella.
Era como si Urano de verdad se hubiera perdido para siempre, dejando en Rozemyne todos sus conocimientos y unas pocas de sus manías.
