Hola de nuevo, muchas gracias por dejarme reviews, estoy intentando actualizar rápido ahora si porque esta última vez me pasé un poco, realmente tarde demasiado jeje les contestaré a todo en la misma área de reviews para no hacer más largo esto, sin más que decir ojalá le guste este nuevo capítulo.
Los tqm.
.
.
—Vaya, es un placer tenerlos aquí… – habló Katsuo de repente, sacando a Kyo de sus pensamientos —Espero hayan disfrutado su vida hasta ahora, por qué hoy… hoy será su último día– mientras hablaba empezaba a caminar lentamente hacia ellos.
Kyo se preparó para cualquier cosa que pudiera hacer ese sujeto, dio unos pasos hacia enfrente quedando frente a Athena y se puso en posición de defensa listo para reaccionar rápido de ser necesario.
El pelirrojo sonrió de manera burlona al ver a Kyo ponerse a la defensiva.
—Oye, tranquilo – se burló un poco —¿crees que YO sería capaz de hacerles daño?.
—No me importa de que seas capaz, no permitiré que le pongas una sola mano encima a mi esposa. – lo confrontó Kyo.
Katsuo lo miró desafiante.
—¿Ah no?… dime una cosa, Kusanagi… ¿porqué dejaste que ella viniera contigo? ¿Qué no planeas cuidarla bien? – preguntó intentando sacarlo de sus casillas, pero Kyo se controló.
—Mira, idiota, lo único que yo quiero es hacerla feliz y si le hace feliz patearte el trasero no soy nadie para impedírselo… ademas de que te aseguro que lo logrará– soltó una risa sarcástica, ahora era el momento de invertir los papeles, Kyo también quería ver a ese sujeto acorralado —Tú no eres rival para ella… te lo puedo asegurar – afirmó con total certeza.
Katsuo frunció el ceño, era demasiado fácil hacerlo salir de sus casillas. Pero no podía o más bien no quería creer que esos dos fueran capaces de arruinar sus planes.
Al ver que el pelirrojo no reaccionaba, Kyo continuó.
—¿Que pasa? ¿Te acobardaste?, Katsuo Yagami…
Al escuchar a Kyo llamarlo de esa manera, Katsuo se acercó a él rápidamente a él e intentó tomarlo por el cuello, pero Kyo anticipó sus movimientos y lo embistió con fuerza haciéndolo perder el equilibrio.
Los dos quedaron de frente observándose con una mirada desafiante.
—¡Jamás me vuelvas a nombrar con ese apellido! ¿Entendiste? – recriminó el joven pelirrojo.
Kyo sostenía la mirada sin bajar la intensidad.
—¿Por qué? ¿Acaso no eres uno de ellos?– cuestionó aún que en realidad, sin mucho interés.
—Mi verdadero padre es un Yagami, pero nunca me reconoció, así que yo no lo considero mi padre… fue hasta la fecha que le interesó saber de mi y solo porque le he demostrado que puedo vencerte… – aclaró.
Si bien a Kyo le parecía irrelevante esta historia, Athena si estaba prestando mucha atención a lo que contaba Katsuo..
Kyo la observó y notó cómo ella parecía sentirse conmovida por su historia, ella era el tipo de persona que podía conectar demasiado con las emociones y sentimientos de los demás, pero en ese momento, esto podía significar un problema…
—Toda mi vida quise saber quien era mi padre realmente, pero nunca pude averiguarlo… – continuó hablando Katsuo.
Kyo lo observaba molesto, era evidente que ese sujeto sólo pretendía dar lástima para hacerlos bajar la guardia. Era una pena que su plan no fuera a funcionar, al menos no con él.
—Ya deja de lamentarte, te ves patético haciéndolo – se burló un poco Kyo —¿Que no eres tú el mismo que secuestró a mi esposa? O ¿el mismo que intentó hacerle daño a nuestro bebé?– le recordó.
Athena volvió en sí al escuchar esas palabras, dejó de lado cualquier rastro de empatía que pudiera haber en su corazón y se centró en lo que estaba sucediendo y para lo que estaban ahí en ese momento… que era para vencer de una vez por todas a una persona llena de maldad.
—¡Es verdad!, tú hiciste todo eso y estoy segura de que no te arrepientes… –recriminó Athena dando unos cuantos pasos hacia el frente.
Kyo le pasó una mano por la espalda y empezó a acariciarla suavemente intentando tranquilizarla, dándole a entender que la estaba apoyando… estaban juntos en esto.
Katsuo sonrió lleno de frustración al que ninguno de los dos bajaba la guardia ni un poco. Tenía que admitirlo pero ellos dos juntos hacían un muy buen equipo.
.
.
.
Mientras tanto, fuera del lugar.
Terry, Benimaru y Kensou estaban intentando encontrar una salida del laberinto dentro del cual estaban perdidos.
Algunos minutos atrás unas paredes extrañas habían empezado a emerger del suelo y habían ocasionado que el grupo se dividiera en dos, y ni siquiera estaban seguros de eso, nada les podía asegurar que Kyo y Athena estuvieran juntos del otro lado… ¿qué tal si también habían sido separados y ahora necesitaban ayuda?.
Kensou golpeó una de las paredes con frustración y se recargó en ella para después deslizarse poco a poco apoyado de la misma hasta quedar totalmente agachado, en cuclillas frente a ella.
—No se puede… olvídenlo, no saldremos de aquí – sollozó.
Benimaru y Terry detuvieron sus pasos y se acercaron a él.
—No seas pesimista, Kensou, no ayudas- comentó Benimaru.
—Es verdad, no podemos rendirnos aún, ¿qué tal si nos necesitan del otro lado? – agregó Terry.
Kensou negó con la cabeza.
—No soy como ustedes… admiro su fuerza de voluntad, pero… yo no puedo ser así… sigan sin mí
—Oye, ¿en verdad te vas a rendir tan fácil? ¿qué pensaría Athena si te viera así? – le cuestionó Terry intentando hacerlo entrar en razón.
Kensou pareció reflexionar.
Sonrió tristemente de lado y empezó a ponerse de pie.
—Ella me diría que soy un pesimista – soltó una pequeña risa intentando burlarse de sí mismo, pretendiendo aligerar un poco el dolor de sus emociones.
Benimaru le dio unas fuertes palmadas en la espalda.
—Bueno, pues no te rindas, andando que la salida debe estar cerca– comentó intentando darle ánimos.
Kensou asintió y empezó a caminar junto con sus dos compañeros.
Avanzaron un poco más cuando de repente, tres sujetos aparecieron de la nada. Ellos no se veían como personas comunes, eran bastante altos y lucían muy fuertes, sus ojos se veían algo enrojecidos, la expresión en sus rostros demostraba mucha confianza en sí mismos… en general, lucían aterradores.
Tal parecía que su encuentro con ellos había sido planeado desde un principio.
—Este… ¿también están perdidos? – preguntó Benimaru burlándose un poco a pesar de que ya sabía la respuesta.
Los tres sujetos no contestaron y empezaron a acercarse rápidamente a ellos, no obstante, Terry, Benimaru y Kensou estaban listos para defenderse.
.
.
.
Mientras todo eso ocurría ahí afuera, dentro de aquella habitación Katsuo empezaba a ponerse ansioso.
Esos dos no bajaban la guardia, pero él quería asegurar ese encuentro con un resultado beneficioso para él.
Empezó a caminar lentamente hacia el escritorio que estaba casi al fondo del lugar mientras Kyo y Athena lo seguían con la mirada.
—Díganme, chicos – habló Katsuo al mismo tiempo que continuaba caminando hacia el escritorio —Entre los que estamos presentes en esta habitación… ¿quién consideran ustedes que es el más fuerte?-
Terminó de preguntar cuando llegó finalmente al escritorio y se aproximó a abrir uno de los cajones.
Kyo notó esto y se dio cuenta de que lucía bastante sospechoso… no sabía que planeaba hacer, por lo tanto, empujó suavemente a Athena haciéndola retroceder y después se puso frente a ella. No le quitó la mirada a Katsuo esperando el próximo de sus movimientos.
Para ese entonces Katsuo ya había tomado en su poder el contenido de una de esas jeringas que guardaba en el cajón. Empezó a salir lentamente de detrás del escritorio y se acercaba a los chicos con una sonrisa un tanto retorcida.
Tanto Athena como Kyo tuvieron un mal presentimiento .
—¿Que sucede?, Kusanagi – habló Katsuo con una voz irónica —¿Por qué proteges tanto a tu chica? ¿No decías que ella sola podía patearme el trasero?– inquirió de manera burlona.
Kyo empezó a caminar hacia él también.
—Claro que puede – sonrió de manera arrogante —Te lo demostraría si antes me vencieras a mi, pero, eso no va a pasar – sentenció.
Katsuo frunció el ceño furioso y empezó a acelerar el pasó al punto de empezar a correr, Kyo hizo lo mismo.
Al estar cerca ambos lanzaron una fuerte llamarada el uno hacia el otro, las flamas naranja rojizo y las púrpuras se mezclaron entre sí, pero el ataque de Katsuo había sido más fuerte y había consumido lentamente las flamas del Kusanagi.
Athena observaba con atención la pelea que recién comenzaba. Si bien, no conocía a Katsuo del todo y no estaba muy segura de sus habilidades, si podía afirmar con total certeza que su energía había aumentado considerablemente… entonces fue que empezó a atar cabos..
Quizá Katsuo estaba utilizando un truco sucio para potenciar sus habilidades y la prueba de ello podía encontrarse en uno de los cajones de ese escritorio.
Pero no había tiempo para comprobar nada de eso, lo mejor por el momento era luchar, dar lo mejor de sí y no permitir que una persona como Katsuo se saliera con la suya.
.
.
.
Fuera de ahí, mientras los tres chicos peleaban con aquellos sujetos, sin siquiera darse cuenta habían encontrado la salida del laberinto en el que se encontraban.
Ya habían salido de este, pero los sujetos los seguían y no parecían cansados pese a que los tres estaban dando lo mejor de sí en esa batalla.
De repente, mientras luchaban, uno de los sujetos fue embestido fuertemente por unas flamas púrpura que habían salido prácticamente "de la nada"..
Al voltear buscando el origen de estas misteriosas flamas fue que se encontraron con Iori.
El pelirrojo se unió a ellos en la batalla contra estos individuos y poco a poco, uniendo la fuerza de los cuatro, empezaron a vencerlos..
…
Después de algunos minutos, por fin los habían derrotado.
Tanto Iori como sus compañeros respiraban agitados intentando volver a la normalidad. Hasta ese entonces ninguno de los tres jóvenes se había cuestionado sobre la repentina colaboración de su compañero pelirrojo, pero Benimaru no pudo quedarse más con la duda.
—Oye, ¿por qué nos ayudaste? – preguntó.
Iori ni siquiera volteó a verlo.
—Tengo motivos personales para hacerlo, no es que me interese colaborar con ustedes – fue su respuesta, clara y concisa.
Después de esto, empezó a caminar adentrándose cada vez más en el largo pasillo y los demás empezaron a seguirlo.
El ya había estado ahí antes y sabía perfectamente que al final del recorrido se encontraba esa habitación, sabía que Katsuo iba a estar ahí.
Ni corto ni perezoso empezó a acelerar el paso ansiando llegar de una vez por todas a su destino.
.
.
.
Dentro de este lugar, la batalla que se estaba desarrollando aumentaba cada vez más de intensidad.
Kyo luchaba con todas sus fuerzas tratando de asemejarse al poder de Katsuo, el pelirrojo había incrementado demasiado su poder y a Kyo se le estaba dificultando un poco seguirle el paso.
En momentos, Athena se involucraba en la pelea contra Katsuo para darle a Kyo un respiro, pero si al joven Kusanagi se le estaba dificultando seguirle el paso, a ella aún más.
Era frustrante que aún con la fuerza de los dos se les estuviera haciendo tan difícil asemejarse al poder de ese sujeto.
Aún así, después de algunos minutos, Katsuo lucía ya un poco cansado… era cuestión de tiempo para que alguno cediera.
Los tres estaban ya con baja energía, por la misma razón, ni Athena ni Kyo notaron en qué momento Katsuo acumuló bastante de su energía y la soltó en un ataque que asemejaba una enorme flama púrpura que caminaba hacia ellos con gran rapidez.
Los dos instintivamente esquivaron hacia lados opuestos y lograron evitar el ataque, pero entonces, al chocar esta energía con la pared, un gran temblor se sintió en toda la habitación haciendo que una estantería empezara a tambalearse y después cayó encima de Kyo.
Athena se acercó rápidamente hacia aquel lugar y empezó a retirar todas las cosas que habían caído, ahora realmente estaba preocupada.
—Kyo… Kyo, ¿estás bien?… – cuestionó con la voz un poco entrecortada.
El joven empezó a moverse empujando levemente toda la estantería que yacía aún sobre su cuerpo, entre Athena y él lograron tumbarla hacia un lado.
—Estoy bien… – respondió Kyo con la voz algo débil —Por favor, vete de aquí – gimoteó mirando con ojos de súplica a su amada.
—No… – respondió ella sollozando —¡No voy a dejarte!
—Vete… – insistió mientras, con algo de esfuerzo, volvía a ponerse en pie.
Katsuo empezó a reírse al ver la situación en la que se encontraban esos dos chicos.
Mientras ellos estaban distraídos, volvió a acumular la energía necesaria para ejecutar nuevamente el ataque que previamente había realizado.
La fuerza de este era tanta, que incluso podía sentirse el calor de dicha energía en ese rincón de la habitación.
Al notar esa sensación, Kyo y Athena voltearon hacia dicho lugar encontrándose así con el pelirrojo a punto de disparar ese ataque hacia ellos.
Katsuo dejó ir de lleno su ataque contra los chicos e instintivamente, Athena hizo un escudo que devolvió dicho poder al pelirrojo, quien solo pudo abrir los ojos como platos sorprendido por ese resultado antes de sentir su propio ataque embistiéndolo con fuerza haciéndolo salir disparado hacia la pared de al fondo de la habitación.
Por otra parte y, a pesar de haber devuelto el poder a Katsuo, este había sido tan fuerte que Athena y Kyo también habían sido lanzados por él hacia la pared del otro extremo, quedando los dos ya sin fuerzas.
En ese preciso instante, la puerta se abrió, haciendo acto de presencia entonces Terry, Benimaru, Kensou y Iori.
Los tres primeros ni bien entraron, se acercaron preocupados a sus dos compañeros que yacían completamente rendidos en el suelo recargados en la pared. Posteriormente, los ayudaron a levantarse.
Iori por otra parte, empezó a caminar hacia aquel botón negro que se encontraba en la pared de al fondo.
Katsuo había sido derrotado, él no había tenido que mover ni un solo dedo para que eso ocurriera.
Entonces presionó el botón e inmediatamente empezó a sentirse un temblor en todo el lugar.
—¡Salgan de aquí! – ordenó Iori a los demás al mismo tiempo que empezaba a caminar para reunirse con ellos.
Todos empezaron a salir de la habitación y Iori empezaba a caminar cuando una mano en su tobillo lo hizo detener sus pasos… era Katsuo quien se encontraba tendido en el suelo.
Iori frunció el ceño extrañado, se suponía que ese sujeto ya había perdido toda su energía, ¿como era que tenía la fuerza para detenerlo?.
Fue entonces que lo notó.
Justo al lado de Katsuo, yacía una de esas jeringas que portaban esa sustancia extraña encargada de potenciar sus habilidades, aún que claro, ya vacía.
—Debí suponerlo, Yagami, eres un traidor– recriminó Katsuo al mismo tiempo que se ponía de pie.
Iori no pudo evitar sonreír con cierta ironía, pues después de todo, esa pelea era lo que estaba esperando, no importaba si los dos morían en ese momento.
Los demás chicos habían salido y al darse la vuelta, notaron como la puerta empezaba a cerrarse nuevamente.
Athena echó un vistazo hacia dentro de la habitación, aún con sus ojos entrecerrados por el cansancio, logró ver a Iori ahí adentro… tan solo un segundo pudo mantener su mirada pues la puerta se había cerrado completamente.
Empezó a sentir preocupación, se acercó a la puerta pero esta no se abría.
—¡No!… Iori…¡Iori! – gritó con frustración al sentir como el lugar se destruía poco a poco.
Algunos pedazos del techo empezaron a caer haciendo que todos tuvieran que correr alejándose de ese sitio. Kyo tomó fuertemente la mano de Athena reforzando su agarre y continuaron acelerando el paso hasta llegar a un lugar seguro.
Una vez lejos del peligro, Benimaru y Terry se recargaron en una pared dejando reposar un poco su cuerpo, Kensou se sentó en el suelo recargando su espalda de igual manera en la pared y Kyo abrazaba a Athena intentando tranquilizarla, pues las lágrimas en sus ojos parecían no querer detenerse.
.
.
.
