•--•

Esté dolor, no se lo deseó a nadie, un dolor que no se por dónde empieza y dónde termina, uno que consagra acontecimientos marcados en mí piel que me torturan, recordándome una y otra vez lo que pasó aquélla noche, en un sorbete directo de veneno que acabó por arruinarme.

Por mancharme... de la oscuridad de éstas dolencias.

Ese día, me quitaron mi vida, mis sueños y mi tranquilidad, era cómo estar muerto, sin dejar de ver aquellos colores tan fríos qué me producía cada pestañeo eminente, el cuál me decís, de forma clara y justa, que cada cosa qué me pasó, la había provocado yo mismo, mí propia indulgencia me dejó con un dolor que yo no entendía, mi corazón pesaba y yo no sabía cómo actuar frente a esté holocausto, me había destrozado.

Ahora sólo siento las palabra grabadas, en cada parte de mí cuerpo, no puedo tan siquiera moverme, siento mucho frío y miedo, no puedo siquiera expresarlo con libertad de forma gestual, no deja de sangrar esa pequeña parte de mí, aún duele cómo si mí se hubiera estirado hasta ser arrancada, dejando en su lugar un enorme cráter al cuál tiraron lo peor de si mismos.

Lo único que quería era llorar y preguntarme, por qué esto tenía que dolerme tanto a mí, no sabía si podía seguir con mi vida después de eso, deseaba en su lugar haber muerto que sentir esté dolor.

Un rayo de sol golpeaba mí rostro, eso fue lo qué me despertó, quería gritar del dolor infernal que envolvía cada fragmento de mí cuerpo, tras algunos minutos, demasiado contados, me impulse con el brazo y tras varios suspiros profundos, me puse de pie con mucha dificultad, estaba desnudó, eso me hizo entender lo mucho qué qué me habían maltratado, sentía demasiado asco de mí, ahora estaba manchado, era cierto que me sentía diferente, pero en lugar de alivió, ésto se detuvo únicamente en el dolor consagrado.

Tomé mis pantalones, sentía dolor hasta de agacharme, simplemente los subí hasta cierto punto para abrochar los, tratando de no desvanecerme, proceso que repetí de igual forma con mí camisa, sintiendo constantemente cómo mí cuerpo trataba de decirme qué no podía responder más.

El dolor era demasiado intenso, que por cada paso no hacía más que sudar y jadear, estaba a punto de sentir qué me iba caer, caminar se convertía en toda una tortura u más si me detenía cada dos por tres, me acerqué hasta la puerta de aquél horrible lugar, para abrirla y salir en lo qué me sostenía dé la pared, así seguí.

No había nadie en aquél lugar, todo estaba casi desierto, excepcionando la gente que parecía demasiado drogada como para salir y regresar a sus casas, si es qué tenían, simplemente continúe con las cuchillas que de clavaban en mis piernas, quería salir cómo fuera de aquél lugar, pero llegó el momento en qué mí cuerpo estaba fallando y acabé por caer sobre el césped en frente de está, sentía mucha impotencia de qué mi cuerpo no fuera capaz de funcionar, de qué me estuviera jugando está mala pasada hasta hacerme llorar.

- ¡Tweek, ahí estás! - Levanté la mirada, miéntras sentía cómo el labio inferior no paraba de temblarme, se trataba de bebé, sentí cómo mis ojos se nublaba por completo, no pude evitar llorar en lo qué ella corría y se arrodillaba enfrente mío, posando su mano sobre mí rostro - ¿Pero qué te pasó? - Me lancé a abrazarla, miéntras lloraba sin parar, apuesto que empape su hombro, quería sacar todo lo mal que me sentía, esté profundo dolor que había manchado mí alma hasta volverla cenizas.

- B-bebé... P-por f-favor, s-sácame d-de a-aquí - La abracé con fuerza y ella simplemente asintió, tomándose el tiempo de consolarme por un largo rato, mientras acariciaba mí cabello..

Quería soltar todo ésto qué me acongojaba y simplemente hacer d cuenta que algo cómo ésto, nunca me pasó, ni me pasaría nunca más en la vida.

Me sentía derrumbado y lo único que deseaba desde lo más profundo de mí corazón, era que todo ésto terminará..

Volver a mí vida, hacer lo qué más me gusta y terminar con la curiosidad que tanto me destruyó, olvidar que un lobo muy malo me asecho, haciéndome tan miserable cómo me siento ahora...

•--•