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Cuándo dijo que volvería, no mentía, luego de esa vez hubo una segunda, una tercera y tal vez una cuarta, hasta qué perdí la cuenta de las veces en qué venía a torturararme, a hacerme la vida cuadritos, dónde parecía estar apegado a mí, sin encontrar la misma necesidad en algo más, siendo lo que me daba a entender..
Sus caricias eran suaves y luego se tornaban bruscas, cómo si disfrutará la forma en la qué intentaba resistirme, era una sensación que me dejaba con incomodidad y un parche helado pegado a mí pecho, no podía resistirme por qué tenía que atenerme a las consecuencias de estar caminando tras un fino hilo, pero ahora era cómo decaer en la completa miseria de ser el único digno dentro de su mentalidad retorcida..
Siempre qué venía, pedía café, recuerdo en más de una vez haber querido derramar algo en su interior, quería verlo muerto, que desapareciera de mí vida, pero lo máximo que podía hacer era escupirlo, sin hacer más, aveces carcomia dentro de mí cabeza, cómo una idea de querer ser positivo, el hecho de qué tal vez no quiera dañar mí imagen de nuevo y sólo me chantajee para qué no lo dejé, pero éstos falsos intentos de ser positivo, no hacían más qué aplastarme... a mí y mí fe..
Aveces estaba en los asientos frente a él mostrador, intentaba tocar mis manos o más allá de mí codo, era incómodo, no dejaba de pensar en qué si la gente me veía, comenzaría a hablar cosas de nosotros, pero detenerlo, era cómo firmar una sentencia de muerte, el estrés cada día era más horrible.
Mi pecho dolía y aveces mi estómago regurgitaba, cuándo el no se hacía en su lugar habitual, iba a las mesas trasera, solía pedirme qué lo besará, el introducía aveces su lengua en el interior de mí boca, yo sólo podía pensar en lo qué mis padres dirían al ver que esté tipo me asecha, ¿Seguirían culpandome?... claro qué sí, por qué sólo yo había provocado ésto y sólo yo había permitido que algo así me pasará..
No los juzgaria si vieran el tipo de cosas que he tenido qué hacer para evitar la verdad, el sexo me costó mucho más de lo qué creí, nunca debí haberme preguntado cómo sería mi jodido primera vez... por qué ahora pensar en eso, sólo me hacía llorar, me había vuelto tan llorón últimamente, un marica llorón...
Craig no venía todos los días, eso me mantenía al menos tranquilo, simplemente lo hacía cuándo estaba de humor, a veces martes, jueves o tal vez sábado, siempre cuándo fuera a cerrar o un rato para merodear, una vez qué estuviera el lugar casi vacío...
Me hizo diseñar una forma para dejarlo tener sexo conmigo, por qué así era las cosas con él, debía darle una solución o simplemente sería yo quién pagaría las consecuencias... no cabía un "No" en nuestras conversaciones, era una expresión casi prohibida..
Cada vez a mis padres se les hacía costumbre dejarme cerrar el local, por mí propia sugerencia, una vez después de eso, ellos no regresaban, por qué me aseguraba de qué no pasará... ¿Era irónico no?, Cómo si me ayudará a marcar mí propia sentencia.
Lo hacía rondar miéntras se iban Para qué luego regresará, cómo si supiera qué una vez pasará eso, le permitiría hacerme daño, lastimarme...
Antes de qué llegará, tomaba una línea de polvo blanco, el cuál solía echarle al café para tranquilizarme, ahora lo ingería por la nariz para lograr qué mi cerebro se durmiera y no recordará nada de esto...
El sonido de la campanilla de enfrente de la puerta sonó, había entrenado a mí cerebro para saber sus pasos, cuándo estaba de mal humor y simplemente venía a desquitarse o cuándo estaba de cierta forma tranquilo, cosa qué nunca pasaba, sólo el contadas ocasiones...
Enserio detestaba que entrará por la puerta de enfrente, sabía que tenía cuándo hacía eso, el sólo echo de qué alguien pudiera verle y aquello me pidiera completamente...
Todas las veces en las qué me daba la vuelta para mirarlo, sentía el mismo miedo de la primera vez, por saber lo qué iba a pasar, aprendí a ocultar mis lágrimas para no mostrar más ese dolor, no quería ser débil... aunque doliera, no debía demostrar miedo...
Aquellas palabras que una vez resonaron en mí cabeza cómo un momento baldío de salvación, para luego terminar en una malinterpretacion y presidir de cómo desaparecía, cómo todos los demás...
Incluso esa amiga que en algún momento fue la que sostuvo mi mano en las peores circunstancias.
Cuándo finalmente me armé de valor y me dí la vuelta, el estaba allí de pié, esperando por lo de siempre, qué yo fuera quién lo invitará, le gustaba qué las cosas fueran así, me preguntaba si era una forma para deshacerse de toda culpa... cómo los besos, esos besos que parecía amar tanto...
Yo terminé de limpiar las copas y me acerqué hasta los interruptores para bajarlos todos, si el local quedaba completamente oscuro, asumirían que en definitiva estaría cerrado, fue una lucha tratar de explicarle lo mucho qué me expondría ésto, aunque la primera vez parecía entenderlo, ahora me jodía explicar cada cosa, sólo le dí pié para qué se continuará aprovechando más de mí, al fin y al cabo, si era por un rato nada más, al menos podía existir una razón en la cual esconderme.
Salí por la puerta del mostrador, para acercarme hasta el, lo único que podíamos ver era luz lunar, con una gran impotencia que cargaba en mí alma, extendí mi mano, el aceptó tomarla y cómo si ésto sólo fuera un juego de niños, qué las cosas qué me hacía no significará nada, lo llevé una vez más por el camino de siempre, mientras dejaba ir un suspiro, caliente ante el frío de cada noche.
Lo llevé al almacén, en dónde guardabamos todas las reservas de café y materia prima, una vez más cerré la puerta y guardé las llaves en mí delantal, esté lugar se había convertido en mí prisión, de nuevo estaría siendo sometido a sus manos qué no dejaban de recorrer... lo miserable de mí alma.
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