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- Si no viene ningún cliente, deberíamos cerrar - Mencionó aquella mujer de cabello corto, dirigiéndose a su hijo quién contaba atentamente el dinero dentro de la caja registradora.

- Aún quedan tres p-personas - Exclamó el rubió en lo qué la mujer asentía, aquella conversación se sentía tan cálida, cómo las qué había tenido con ella antes de todo aquél infierno por el qué había tenido que pasar.

En dónde tan siquiera, hubieron rastros de aquella rubia quién una vez declaró cómo su amiga, cuán sólo se sentía...

- Ajá, ya han de estar por irse, llevan rato - Respondió la mujer, dirigiendo la mirada a su hijo, quién siempre traía una bufanda, está intentó quitársela, pero el rubió se alejó rápidamente, dejando caer algunas monedas al suelo - ¿Que te pasa?, Siempre traes esa cosa, rarito - Exclamó la mujer frunciendo el ceño en lo qué el rubió simplemente negaba.

- Hace mucho... frío - Esté se excusó, logrando qué su madre no le diera más rodeó al asunto, luego de ésto procedió a recoger lo qué se le había caído en el suelo.

- Bien, ahí te dejó para qué cierres - La mujer le hizo un ademán a su hijo, dispuesta a salir de la cubierta, pero justo llegó una pareja, bastante conocida para el rubió quién se quedó atónito tras intercambiar miradas con cierto pelinegro - Oh mirá... iré a atenderlos, ojalá no pidan mucho - Está hizo mención en lo que esté la miraba con nerviosismo a la hora de acercarse, tal vez debió haber impedido que su madre fuera y haber ocupado su lugar.

Se vió cómo la mujer se acercó hasta cierta mesa, preguntó lo típico y tomó nota, luego de un corto lapso de tiempo, volvió a dónde su hijo, para entregarle la orden..

- ¡Ah que bonita pareja!, menos mal no es mucho, sólo pidieron late y la chica quiere un trozo de pastel, entonces entregale uno de los de está tarde y disimula el sabor del glaseado, ya está por empezar mí novela, te lo dejó ahí- Al final la mujer hizo nuevamente un ademán, sin permitirle a su hijo siquiera responder..

Esté sostuvo la libreta en su mano, esbozando un suspiro, luego desvío su mirada a cierta mesa, apretando con fuerza el objeto en su mano y dedicándole una mirada de odio a aquél tipo, por hacerlo pasar por aquello.

Tras tomar una gran bocada de aire, procedió a servirles el pedido, caminando a pasó pesado en dirección a ésto, miéntras ignoraba el hecho de sus acciones, habían puntos en dónde ya no sabía que esperarse.

- Oye cariño, hay muchos lugares lindos, ¿Por qué me trajiste precisamente a esté? - La chica intentó tomar la mano de cierto pelinegro, pero esté simplemente se lo impidió, quitandola de la mesa.

- Porsche, sólo te traje aquí para terminar, ¿Acaso para algo cómo eso se necesita una cena romántica?, No jodas, usa la cabeza, preciosa - Mencionó el pelinegro burlándose en el rostro de está, miéntras que la chica se mostraba enfadada.

- No me jodas ...¡¿Que carajos estás diciendo?!, ¡No puedes terminar conmigo! - La chica gritó, causando qué a algunos de los clientes les molestará ésto y procedieran a irse, dejando la paga sobre la mesa y junto a la cuenta.

- Cállate maldita histérica ¿Sabes una cosa? - Esté se acercó a la chica con una sonrisa desprevenida - ¿Vez ese rubió de allá? - La chica frunció el ceño y desvío la mirada, mostrando un pequeño contacto visual entré ambos, para volver su vista al pelinegro - Da mejores sentones que tú - Le mencionó sin tapujos, miéntras que el rubió parecía concentrado en recibir las quejas de los clientes, miéntras asentía y con orden en mano..

- ¡¿Que te pasa?!, ¡¿Cómo puedes decir algo así?? - El pelinegro frunció el ceño y se cruzó de brazos, finalmente, cierto rubió se acercaba a la mesa con una bandeja metálica para dejar el pedido sobre la mesa, ganándose una mirada de repudió de parte de la chica.

Tras aquél gestó, al chico no le quedó ánimos ni de desear que lo disfrutarán.

Antes de irse, cierta chica tomó una de las tazas calientes con intenciones de tirarla al pelinegro, pero ésto no fue posibles luego de qué aquél chico interviniera poniendo la bandeja enfrente del rostro de aquél, renegando en su interior que no lo estaba protegiendo.

- ¡Es suficiente!, ¡No p-pueden venir y c-causar p-problemas aquí!, ¡E-es una cafetería!, ¡S-si tienes algo que a-arreglar qué sea afuera... va para ambos...- Luego de alzar la voz, esté miró al pelinegro, quitando la bandeja que no paraba de gotear - N-no sé que intentas d-demostrar, p-pero es suficiente... Mierda - Antes de qué el pelinegro dijera algo, esté ganó un gran empujón de parte de la chica.

- ¡¿Y quién eres tú para venirme a exigir pequeño maricon?!, ¡Vete a la mierda! - El rubió se giró a ver a la gente que aún quedaba, murmurar a su alrededor y en un ataque de pánico, devolviéndole el empujón a la chica.

- ¡Salgan de aquí, ahora mismo!, o... ¡llamaré a la p-policía! - Esté exigió, haciendo que la chica sacudiera su cabello, encaminándose a la salida, el pelinegro también miró al rubió y estando dispuesto a entregarle dinero, el rubió se negó a recibirselo - Por favor... N-no vuelvas a aparecer más en mí vida, tengo bastante en claro lo que me dijiste, pero no me voy a dar por vencido tan fácil - Exclamó el rubió con temor, a lo que esté simplemente dejó el dinero sobre la mesa, yéndose también del lugar.

Esté se dispuso a limpiar y luego de ver cómo la gente se iba, esté estalló en llanto, tanto cómo para sentirse sofocado, no quería soportar tanta miseria, simplemente quería qué el momento en dónde pudiera sentirse tranquilo pudiera llegar, por qué está situación terminaría volviéndolo loco... si no era que ya lo estaba..

Esté, con una gran pesadez en su pecho, limpió cada alrededor del local, incluso cerró para qué nadie más se le ocurriera entrar, si es qué querían, ahora temía por la maldita reputación de su negocio y aquello sólo lo hacía sentir realmente enfermó.

Apagó una vez más los interruptores, tomando sus cocas he ignorando las llamadas que entraban a su celular, quiso esperar a qué sus lágrimas cesarán y pensar en qué nada iría a mayores.

Esté cerró la puerta, sin olvidar porner antes el seguro, pero una vez que sintió que su pecho por fin había dejado de latir fuerte, dió la vuelta, encontrándose a cierto chico en aquél sombrío lugar, esperándolo recostado en su motocicleta..

El rubió negó, con los ojos hinchados y una expresión desaprobatoria, estaría dispuesto a correr tanto cómo se le fuera posible, pero con lo qué no contaría, es que escapar no sería realmente tan sencillo, podía comparar su situación con la de un ave encerrada en una enorme jaula, sin poder escapar, sintiendo la importancia de ser alcanzando y volver al mismo bucle que punto la primera vez, en aquella laguna de agua sucia.

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