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Tuve que vendar muy mano descompuesta por un plan qué pude haber meditado mejor y qué ahora simplemente me había dejado expuesto ante el peligro de lo que era estar así lado.

Todo se tornó más grotesco desde aquella ocasión, si estaba enfadado me golpeaba, pesé a qué trataba de encargarme y golpearlo de igual forma, era yo el que siempre acabaría con un dolor de los mil infiernos y plasmado en el suelo, si lo era así, me torturaba de forma sexual, ya no sabía cómo reaccionar ante un orgasmo o tener qué fingir cuándo estábamos juntos y me pedía no contenerme...

Mi cuello estaba lleno de marcas de ahorcamiento, más qué los hematomas de cada una de sus mordeduras invasivas en aquél lugar, se le hacía costumbre hacerlo cuándo teníamos sexo, cuándo dormía o simplemente cuándo se enojaba, el mantenía sus manos en aquél lugar y una vez en dónde sentía qué la respiración no llegaría, el me soltaba, para no darme el gusto de por fin morir, me acostumbre a cerrar los ojos y esperar, cómo cuándo te hundes en una piscina y una vez que todo comienza a tornarse oscuro, toman tú mano para jalarte en rescaté... pero ante esté ahogamiento, definitivamente no quería ser salvado, ya no me importaba si seguía por ahí cómo si nada, incluso si amaba a alguien más, desde el fondo esperaba qué fuera tan inteligente, cómo para notar qué debajo de esté semblante, había un perpetrador.

Un día estuvo muy enojado, por qué no podía masturbarme bien frente a las cámaras, pero mis dedos no entraba, dolían mucho, aún los mantenía hinchados, mi muñeca no había podido sanar bien desde aquél suceso y cómo desquite, en más de una ocasión llegó a pisar mis dedos..

El se enojó y dijo que sí no sabía cómo usarlos, ya no los necesitaba, aún seguía herido por lo de aquella ocasión, aunque las marcas no fueran tan claras, por más veces en las qué me disculpé, parecía renegar de lo orgulloso que era...

Así fue cómo acabó por cortarmelos, durante una sesión en dónde realmente me encontraba exhausto, más por sus insultos qué por realmente hacer algo, con un cuchillo de rango ancho y una piedra, lo único que hizo para calmar mi dolor, fue meterme un calcetín en la boca y hacerlo rápido, aunque ahogara por alcanzar fondo dentro de mí garganta, las lágrimas que no me dejaban respirar luego de ver mí mano destrozaba y viendo cómo guardaba los dedos en un frasco de dulces, bañados en vinagre..

Ahora veía mí mano y me preguntaba, si comenzó así, ¿qué otra cosa más podría perder?... me preguntó que estaría haciendo mí madre en esté momento... ¿Tal vez si le contará acerca de esto, me permitiría refugiarme?, lo más probable es que hubieran abandonado south park,una cafetería con aquella fama, nunca prosperará, sólo espero que dónde estén, puedan ser felices, por qué ahora estoy pagando cada uno de mis errores en carne viva...

Mí cuerpo estaba lleno de moretones, había perdido prácticamente la utilidad de mí mano derecha y cada centímetro de mí cuerpo estuvo lleno de quemaduras de cigarrillos y ampollas chorreando pus..

Esté era el valor qué tenía como persona, temía más por si llegaría enojado, que por seguir vivo, me vigilaba todo el tiempo y aunque intentará tranquilizar un poco su mal carácter, terminaba pagándolo de formas horribles..

Sabía que no soportaba está situación, ahí estaba, sólo esperando a morir, tal vez era yo el qué debía marcar ese destinó, sin llevarme a nadie, las personas malas nunca pagarían por sus errores, eran astutos y sabían como y a quien manipular...

Ya estaba marcando mi estadía en el limbo, con un bisturí qué escondí en el retrete y el cuál Craig desconocía que había tomado, no era tan perspicaz cómo para notar qué ya conocía todas las cosas de esté lugar, más que el, sabía que bajó el suelo en uno de los tablones, guardaba sus herramientas...

Pero tampoco me salvaba, por qué era un inútil, de morir a matarlo, era clara la opción, era imposible qué después de esto pueda reincorporarme en la sociedad qué tanto me daño..

De nuevo estaba en esa habitación, junto a él, recibiendo descargas en mis pezones, hasta sentir cómo sangraban, había perdido incluso la punto de uno, las punzadas en el corazón también eran muy fuertes, miéntras qué el no se detenía y sólo aumentaba la potencia, miéntras me penetraba, parecía disfrutar al tiempo, la forma en la qué mi cuerpo vibraba..

Sentí calcinarme y luego de esto, recuerdo que una vez más me tomó en sus brazos para llenarme de nuevo a aquella tina con hielo... así era cómo últimamente me vivía conservando...

El me dejó caer y luego me tomó del cabello para no intentar ahogarme.

- Oye... hoy estuvo duro para ti, cómo últimamente, si te recuperas, prometo acabar con todo aquél cuarto, pero no pienses nunca en dejarme - Correspondi en mirarlo, pero era un idiota si pensaba qué yo podía creer en así, luego unió una vez más sus labios con los míos - Te quiero... - Luego de aquello me soltó.

Presencié cómo se ponía de pie y salía por la puerta, está sería la última oportunidad que tendría... no debía dejarla ir... tras exhalar con fuerza, me prometí está vez, no equivocarme...

Me levanté con mucha dificultad, llenando mis pulmones de aire, moviendo los hielos en el agua qué empujé y sosteniendome de la pared lisa, mí cuerpo temblaba y a pesar de resbalar, volvía a reincorporarme miéntras deseaba qué no viniera... me acerqué hasta la puerta para cerrarla y trancarla con el seguro que lo haría buscar las llaves o simplemente golpearla, aún tenía tiempo..

Luego caminé al inodoro y resbale nuevamente, sintiendo un profundo dolor en mis rodillas...aúnque me hubiera golpeado fuerte, estiré mí mano izquierda para tomar el bisturí, comprimiendolo contra mí pecho y entrando una vez más en la tina junto a los hielos.

La perilla volvió a moverse al cabo de varios minutos, y en la puerta se escuchaban fuertes golpes, los cuáles me hicieron exhalar, de adrede, necesitaba está oportunidad para ser feliz, a cómo dieran lugar.

- ¡Tweek!, ¡¿Por qué está cerrado?!, ¡¿Que carajos haces maldición?! - Los golpes eran realmente fuertes, debía darme prisa, apoyé el bisturí en mí muñeca rota y hice lo qué debía haber hecho hace mucho tiempo, una cortada en forma horizontal, sin fracasar como la qué hice tras intentar matarlo, luego otra vertical siguiendo la misma secuencia, algo qué repetí en la otra con dificultad y apoyándome de mis dientes, siguiendo en largo camino por mis venas que realmente eran visibles, sin tardar mucho en denotar lo qué quería ver...

Por fin vería una vez más, los hielos teñidos de rojo ...

Hundí mis manos en el agua y la ví teñirse de rojo, un rojo muy vivo, placentero, casi cómo la laguna del mar muerto, inundaria esté cuarto con mí sangre la cuál desbordaba miéntras que los golpes en la puerta se hacían más fuertes, casi a romperse, miéntras yo estaba en un grado extremo de relajación absoluta...

Me metí debajo del agua y apoyé mi cabeza en la cerámica, escuchando los fuertes golpes cuán melodía invasiva, me pregunté, si cuándo el entrará, yo seguiría aquí... esperaba qué no fuera así, prefería la oscuridad eminente, al tener qué ver su cara en mis últimos momentos.

Esperé y luego ví cómo terminaba de destrozar la puerta, ahí cerre mis ojos y suspiré, creo qué pudo entrar, tomándome una vez más entre sus brazos.. pero creo que ya no podía sentir la calidez de su cuerpo, sólo esperaba que en la otra vida, no me juzgarán igual qué en está o al menos, vivir fervientemente en aquél limbo, ojalá hubiera hecho las cosas mejor, para no acabar así...

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- ¡Maldita sea!, ¡¿Qué hiciste maldito loco?!, ¡¿Por qué lo hiciste?, ¡Tweek! - Aquél pelinegro continuó moviéndolo, haciendo caer aquél bisturí en el agua, el cuál llegó al fondo, trazando una línea cómo la de las muñecas del rubió...

Yacía una hilera roja que se iba disolviendo a medida que se conectaba con aquella profunda cortada, esté perdió la calidez y su cuerpo estaba completamente empapado de su propio líquido internó...

Aquél pelinegro lo sacó del agua, pesé a empaparse, lo abrazo hasta sentir cómo su cuerpo se iba empapando de poco a poco... era tarde, de todas formas moriría, sin qué aquél pudiera cumplir su promesa de amarlo cómo siempre deseó hacerlo.

Pero ambos se eligieron en los tiempos incorrectos y bajó situaciones mórbidas que jamás les permitiría encajar...

Por última vez, unió sus labios con los del rubió, aprovechando el restante de calor qué conservaba su aliento, así había acabado con la esencia de alguien condenado a pasar una eternidad en la miseria... en una laguna que siempre estuvo manchada de color rojo.

- Te busqué por mucho tiempo, para perderte así... no es justo - Esté acarició el cabello húmedo del rubió, deslizando la yema de sus dedos, por las mejillas frías de esté.

Un lamentó vacío ante la tempestad de los recuerdos de aquél rubió, quién murió sin llevarse nada bueno de aquella vida..

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