XV
Dudas y más dudas
Departiendo animadamente en el tatami alfombrado de la casa de Miroku, mientras se atiborraban de soda y papitas de sabores, la dulce Sango contaba a su amigo los pormenores de lo acontecido el día anterior en su casa.
‐ Decir que fue un tonto es poco‐ dijo exaltada- Fue un reverendo imbécil.
Miroku soltó una carcajada divertida ante la indignación de Sango, quien narraba lo vívido con exagerado dramatismo.
‐ Oye, oye‐ reclamó una voz ronca‐ que no se te olvide que estoy aquí y te escucho, boba.
‐ Niégame que te comportaste como un completo idiota‐ arremetió con convicción la muchacha.
El muchacho resopló y se cruzó de brazos, su amiga tenía razón, pero no iba a darle el gusto de admitirlo.
‐ Espero que, por lo menos no lo hayas echado a perder cuando la acompañaste a su casa‐ Sango le dirigió una mirada profunda.
‐ ¡¿Qué?!‐ gritó Miroku‐ ¿Escuché bien? ‐ sus ojos azules mostraron genuina sorpresa-¿Cuándo planeabas contarme InuYasha?
‐ ¡Keh! Ni que fuera para tanto- dijo tratando de restarle importancia.
Tanto Sango como Miroku lo miraron estupefactos.
‐ ¿Tan mal te fue?‐ preguntó la chica.
‐ Ahora sí que quiero escuchar ese relato. Cuenta, ¿cómo fue en el trayecto con la señorita popularidad? ‐ Miroku sonreía malicioso y lleno de curiosidad.
InuYasha meditó la respuesta, en realidad quería guardarse para sí mismo todo lo acontecido en ese recorrido de veinte minutos; sentía que era algo muy suyo y de Kagome también. Resopló rendido, incapaz de mentirles abiertamente a sus amigos, después de todo estaban en un lugar seguro, sabía que de ahí no saldría absolutamente nada de lo que contará.
‐ ¡Ash, está bien! ‐ hizo una mueca de molestia antes de cambiar su semblante a uno más tranquilo- La verdad es que fue... ‐ se llevó su mano a la barbilla en busca de la palabra que englobara todo lo que sucedió ‐ revelador.
Sango elevó una ceja y Miroku arrugó el ceño.
‐ ¿A qué te refieres con "revelador"? ‐ cuestionó su amigo.
‐ ¿Quieres decir que Higurashi no es como tu creías? ‐ está vez fue Bushida la que lanzó la pregunta.
‐ En parte‐ respondió sin pensarlo.
Aquello fue una confesión salida de lo más profundo de su pecho. Ese día, después que la dejará en las escaleras del templo, notó que, la mujer por quien tanto tiempo había suspirado tenía las mismas contraluces que él; que tal vez no era tan inaccesible como siempre había pensado y por primera vez, desde su encuentro en aquella escalera a principios del ciclo escolar, la sentía un poco al alcance de sus manos.
‐ No te hagas del rogar y síguenos contando qué pasó- pregunto una curiosa Sango, sacándolo de sus reflexiones.
- Pues... no sé qué quieren que les diga- se encogió de hombros, todo esto era nuevo para él.
- Si serás...- masculló Sango- ¿De qué hablaron? - preguntó, comprendiendo qué a su amigo se le tenían que hacer preguntas directas.
- De nuestros hermanos- contestó simple.
- ¡Hablaron de Sesshomaru y Kikyo!‐ gritaron con inusitado asombro Sango y Miroku.
- O sea, no- rascó su cabeza en un claro intento de acomodar sus ideas- No hablamos de ellos, ¡agh! - que difícil era darse a entender- me refiero a que no paraba de llamarme Taisho. Yo odio que me llamen por mi apellido...- rascó su frente- le pedí que me llamara por mi nombre de pila porque no me gusta que me relacionen con el imbécil de Sesshomaru y entonces ella... Ella me dijo que yo podía llamarla por su nombre... luego comenzó a decir que me entendía...
‐A ver, a ver, para el auto- interrumpió Miroku mientras trataba de procesar lo atropelladamente dicho por InuYasha- ¿Estás diciendo que Higurashi te dio permiso de llamarla por su nombre?
- Sí
‐ ¡Amigo!, si no te fue mal en esa plática, ¡te fue de la mar de bien! - Miroku le dio un par de golpecitos amistosos en la espalda.
‐ ¡Por Kami, Inu!- gritó emocionada Sango- En veinte minutos conseguiste lo que media escuela no ha podido durante todo el ciclo escolar- se acercó a él y le golpeo ligeramente con su codo las costillas- Ahora, la verdadera prueba de fuego será si te saluda en el colegio- sentenció Sango.
¡¿Qué!?
- Tienes razón Sanguito- el rostro de Miroku se tornó serio- Si Higurashi saluda a InuYasha el lunes en el colegio, sabremos si está del otro lado o sólo fue mera cortesía.
Taisho quedó perplejo, en su mente la imagen de Kagome acercando su mano hacía a él, se hizo lejana, bastante diría yo. Entonces... lo que compartieron, la sonrisa resplandeciente, aquella conexión que sintió, ¿podía ser mentira?
Se dejó caer de espaldas sobre la alfombra y cubrió con el antebrazo sus ojos. Definitivamente esta situación era una verdadera mierda.
Durante toda su etapa escolar había conocido a muchas chicas, que como Kagome eran increíblemente populares, a él nunca le llamaron la atención porque se le hacían sumamente falsas y de sonrisas ensayadas. Vio a muchos de sus compañeros ir tras ellas como las mariposas al fuego y quedar destrozados, ya que ellas sólo buscaban un beneficio propio o fingían bondad para conservar su status social. ¿Sería Higurashi una chica de esas?
- Hey- llamó tiernamente su amiga-no es para desanimarte.
InuYasha descubrió uno de sus ojos para mirarlos de reojo.
- Sango tiene razón InuYasha- Miroku le sonrió- no debemos dejar cabos sueltos, ante todo cuidamos de tu corazón.
‐ ¡No digas mamadas Mary Jane! ‐ exclamó entre risas el menor de los Taisho.
- ¿Qué?, si no es broma- el joven también dejó escapar unas risitas- Sí es verdad que cuidamos de tu corazón, ¿o no Sango?
- O sea sí, pero fue muy cursi como lo dijiste Miroku- la chica también reía ante el comentario.
Aquello tuvo la buena virtud de aligerar el ambiente, InuYasha se incorporó ágilmente para quedar sentado y olvido la pequeña opresión en el pecho que sintió al pensar que aquel momento de conexión que tuvo con Kagome fuese solo una ilusión de su mente.
Continuaron platicando de cosas importantes para cualquier adolescente, terminando la tarde con una ronda de video juegos donde Taisho salió vencedor y parecía haber olvidado el asunto de la prueba de fuego.
No obstante, en el camino de regreso a su casa, al pasar por las escaleras que conducían a la morada de Higurashi no pudo evitar detenerse, fijo su mirada en cada uno de los peldaños de piedra antes de revivir el momento de la tarde anterior en su mente y preguntarse si ella sería capaz de mentir sólo para conservar su apariencia de niña buena.
[...]
- Llegas tarde- dijo con suma molestia.
Cruzó sus brazos y sus ojos azules corroboraron su malestar.
Su interlocutor esbozó una sonrisa irónica y se encogió de hombros en clara señal de que le tenía sin cuidado si se encontraba enojado.
Kouga le permitió el paso a su casa, no sin antes cerciorarse de que no había ningún curioso en la calle, después cerró la puerta.
- ¿Y cuál es la urgencia? - preguntó el invitado- te escuchabas bastante desesperado por teléfono.
- Da la casualidad de que por algún motivo estoy haciendo el trabajo por el cual te estoy pagando- gruñó.
El otro joven río divertido.
- Tranquilo viejo, ¿Qué te crees que solo vivo para ti? - metió sus manos en los bolsillos de su pantalón- tengo tareas y exámenes que rendir, hago lo que puedo cuando tengo tiempo.
- ¡Pues no haces lo suficiente! - explotó el joven atleta.
Exhaló profundamente antes de llevar dos de sus dedos al puente de su nariz para intentar controlarse. Haberse enterado de que Kagome había estado enamorada de InuYasha Taisho definitivamente le hacía perder la cordura y la paciencia.
- Lo siento- sé disculpó al cabo de unos minutos- no tuve un buen día ayer.
- ¿Y se puede saber que te puso el humor de perros?
- Kagome estuvo enamorada de Taisho en la primaria- contestó con una mueca de asco en el rostro, tan solo decirlo en voz alta le revolvía el estómago.
Su acompañante no se contuvo y dejó salir una sonora carcajada.
- ¡Vamos, hombre! Esa estupidez te pone de mal humor- sacudió su cabeza- lo que no fue en tu año, no hace daño. Haces mucho drama por nada.
- Nadie pidió una opinión de tu parte- Matsuda le dirigió una mirada rencorosa, ¡Qué se creía ese tipo!
- Entonces, ¿por qué me has pedido que venga a tu casa?
- Quiero que sigas lo más cerca que puedas los pasos de Taisho y compañía. Necesito saber cuáles son las intenciones de ese imbécil con mi mujer.
El joven invitado llevó su mano a la barbilla y adoptó un gesto agudo, sopesando las posibilidades, probabilidades y consecuencias que la obsesión de Matsuda por la linda Higurashi podría acarrearle a su vida. Pero, si había algo que lo caracterizaba era su interés por inmiscuirse en lo que no le importaba y su pasión por ser un espectador de primera fila de los dramas provocados por la pasión, además de su incontrolable amor por el dinero fácil.
- De acuerdo- aceptó- sin embargo, como es un reto mayor- le dedicó una mirada intensa- tendrás que pagar el doble de lo que pagas ahora.
Kouga resopló, ¡ese idiota! No por nada tenía fama de jugador convenenciero. Pero lo necesitaba, solo un tipo camaleónico como él podría infiltrarse y convertirse en la sombra de su rival. Haría lo que fuera, pagaría lo que sea por que Kagome fuera solo suya y de nadie más.
- Esta bien, pagare lo que me pides- consintió- Pero debo recibir un informe semanal. Porque, así como cobras, así te exigiré.
El otro muchacho volvió a reír con diversión. Claro que tendría tiempo para él ahora, con el dinero ganado podía pagar por sus tareas y las respuestas de los exámenes. Porque no existía nadie como él para realizar lo que se le pedía, sobre todo cuando había una buena remuneración de por medio.
[...]
Kagome tensó la cuerda y disparo la flecha, la cual cruzó rompiendo el viento antes de alcanzar su objetivo. Le pareció que la diana se río de ella cuando dio justo en uno de los círculos blancos.
Dejo el arco sobre la mesa y secó con una pequeña toalla el sudor de su frente, despeinando su flequillo en el proceso.
Desde la tarde anterior, después de regresar de casa de Bushida, había estado fallando en sus tiros. Bebió un sorbo de agua antes de preparar otra flecha.
Inhalo y exhalo antes de acomodarse el arco en una posición cómoda, fijar el objetivo y soltar. De nueva cuenta tuvo un tiro errado.
Incapaz de continuar se quitó los guantes de protección, retiro la última flecha de la diana para después acomodar el arco y las flechas en su estuche. Limpió la duela del piso antes de salir del espacio que su familia le había acondicionado en el patio trasero de su casa para que practicará sus tiros.
La brisa soplaba suavemente esa noche, caminó con la botella de agua en una de sus manos y la toalla colgada a su cuello. Entró a su casa y subió directo a su habitación, en cuanto cerró la puerta dejó caer al suelo lo que traía en sus manos y se tiró boca abajo en su cama.
No conseguía olvidar al chico amigo de Bushida, era un Taisho y no uno cualquiera, era hermano de Sesshomaru. Más bien, eso era lo que no podía olvidar, que era un pariente directo de su antiguo amor.
Aunque de pronto no le parecía tan antiguo. El saber que existía la posibilidad, por mínima que fuera de volver a ver a ese hombre que le robará el aliento tantos años atrás, le aceleraba el pulso cardíaco.
Sabía que no estaba bien. Sin embargo, a pesar que su hermana le había repetido innumerables veces que ese hombre no era para ella, que jamás repararía en su presencia; ella quería volver a verlo y constatar que de verdad aquellos sentimientos habían quedado enterrados y olvidados en la inclemencia del tiempo.
Tenía que ponerle remedio a la situación, estaba tan descolocada que le parecía todo tan surrealista. De todas las personas en el mundo, ella se había topado con el hermano de su primer amor.
Lo que también le tenía inquieta era que tampoco lograba sacarse de la cabeza a InuYasha, ¿ese era su nombre? Sí, sin duda. Sin embargo, lo que más le sorprendía es que recordaba casi con memoria fotográfica cada uno de los rasgos y gestos del joven que a regañadientes la acompañó a su casa.
El recuerdo de él riendo, con ese par de ojos color ámbar brillando y su andar ligero y desenfadado también le provocaba uno que otro micro paro cardíaco a su corazón.
¿Qué demonios le estaba pasando? ¿En qué momento comenzó a hacer tanto calor?
Todo ese cúmulo de sentimientos y emociones le estaban provocando una ansiedad enorme. Se incorporó de su cama y salió de su cuarto. Quizás, algo de aire fresco le caería bien a su mente.
- ¿A dónde vas tan tarde Kagome? - pregunto su abuelo al verle calzarse los zapatos deportivos en la puerta de entrada.
- Iré a correr en las inmediaciones del templo abuelito- contestó intentando sonreír- tengo exceso de energía.
- Esta bien- dijo el anciano- no tardes.
- No, solo será un momento.
- Ve con cuidado.
En cuanto lo vio regresar a la sala para continuar mirando el televisor en compañía de su mamá y su hermano, salió de la casa.
Caminaba a paso lento, respirando el fresco de la noche. Eso de ir a correr era solo una excusa para poder huir momentáneamente de su todo lo que le inquietaba, pero si caminaría un rato. Poco a poco sintió como su cuerpo se relajaba y su mente alcanzaba sosiego. Se regañó mentalmente, estaba haciendo una tormenta en un vaso de agua. Ella ya no quería a Sesshomaru y era poco probable volver a coincidir con su hermano. La prueba estaba en que era el segundo año de preparatoria y apenas se lo había topado. Sí, era amigo de Bushida, pero se movían en círculos de amistad diferentes, cabía la posibilidad de verlo una que otra vez en el colegio o en casa de su compañera, pero no pasaría de ahí.
Sus pasos la llevaron a la escalinata del templo, antes de bajar el primer escalón sacudió con su mano las ondas de su cabello, y sonrió por su niñería. ¡Tanto por nada!
No fue hasta que sus hermosos ojos castaños se encontraron con unos dorados que brillaban en medio de la poca iluminación, que su estabilidad emocional se esfumó.
Ahí estaba, contra toda lógica y pronóstico. Al pie de la escalera se encontraba de nueva cuenta frente a InuYasha Taisho.
¡Hola! ¡Sigo viva! De verdad estoy muy apenada con ustedes por estar actualizando a estas alturas de la vida, pero tuve un lapso de sequía creativa, que si bien, no se va del todo, me ha regalado momentos de mágica lucidez que cómo podrán darse cuenta, tuve que aprovechar.
Espero con todo mi corazón que esta actualización esté a la altura de sus expectativas y que la demora haya valido la pena. Agradezco enormemente a las personas que se han animado a seguir esta historia, a las que le han dado corazoncito y a los que me dejan reviews, que son el alimento de los escritores como lo son el aplauso para los actores.
Así que, siguiendo la bonita costumbre, paso a continuar sus mensajes:
Susanisa: Más bien una de las amigas de Kagome es la más revoltosilla, lo malo es que le infundo una idea equivocada al pobre Kouga. Poco a poco irán descubriendo que sucedió en realidad entre Kikyo y Sesshomaru . Espero hayas disfrutado de este capítulo, ¡Cuídate mucho! ¡Muchas gracias por leer!
Manu: Mi estimado Manu, he visto que la musa de la creatividad se ha ido contigo y a mí me ha abandonado casi por completo. ¡Qué bárbaro! Tienes un montón de historias que prometo ir leyendo con detenimiento. ¡Cuídate mucho! ¡Muchas gracias por leer y escribir!
Rosa Taisho: Espero hayas disfrutado este capítulo, de hecho, voy a ver si estas actualizaciones me permiten compartirlas en la página de Inuyasha Fanfics, que es dónde muy amablemente han hecho promoción de esta historia. ¡Cuídate mucho! ¡Muchas gracias por leer!
Elaine77: Lamento mucho haberte hecho esperar tanto. Ojalá que el capítulo te haya gustado, próximamente sabremos más de lo que sucedió realmente entre Sesshomaru y Kikyo. ¡Cuídate mucho! ¡Muchas gracias por leer!
Me despido no sin antes volver a pedirles muchas disculpas por estar tan intermitente con esta historia, trataré de hacer todo lo posible para no tardar tanto en actualizar y hacer los capítulos un poco más largos. Les envío muchos abrazos y besos. ¡Cuídense mucho! ¡Buena vibra para todos!
