Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es RMacaroni, yo solo traduzco con su permiso.
Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to RMacaroni. I'm only translating with her permission. ¡Ronnie, te adoro!
Capítulo 44
El autobús está aquí, así que todos nuestros compañeros están haciendo fila, con mochilas en sus hombros, mientras los bolsos son dejados para que el conductor los meta en el compartimento de equipaje debajo del autobús.
El fomento del espíritu de equipo comienza ahora, con nuestro viaje de fin de semana al Lago Bear.
Tomo mi lugar al final de la fila y hago hincapié en no buscarla.
Puede que ella esté en la fila. Puede que no esté aquí en absoluto.
Lo he aceptado en el último par de meses.
Fui tomado por sorpresa cuando ella apareció aquí en mayo, pero ahora estoy listo. Me he preparado para esto. Ella estará aquí de alguna forma, en algún lugar, y todo estará bien.
Yo estaré bien.
Seremos compañeros de equipo de nuevo y nada más.
Será bajo mis propios términos.
Veo a Emmett, bajando la colina rápidamente hacia nosotros—tarde como siempre. No soy el único que lo nota. Los ojos de Rosalie lo siguen mientras él se ubica a mi lado.
—Buenos días, bebé —dice, sus ojos escondidos detrás de sus Ray-Bans.
—¿Dónde estabas? —pregunto suavemente mientras él coloca una mano en mi hombro.
—Es el último retiro en el Lago Bear. —Ignora mi pregunta, sacudiéndome ligeramente—. ¿Estás bien? —pregunta, las palabras tambaleándose en un mismo suspiro—. ¿Swan está aquí ya?
Me encojo de hombros en respuesta mientras seguimos a la oleada de estudiantes hacia el autobús en silencio.
Justo antes de que lleguemos a la puerta, y nos detengamos frente a Rose, Emmett se quita la camiseta y la cuelga sobre su hombro.
Rose pone los ojos en blanco suavemente, haciendo clic con su bolígrafo mientras nos registra en su lista.
—¡Buenos días, entrenadora! —dice Emmett, apoyando una mano en el autobús, sobre el hombro de ella, a milímetros de su cuerpo.
—Ponte la camiseta. —No hay una pizca de diversión en su tono cuando toma su camiseta y lo golpea en el pecho con esta, empujándolo hacia atrás.
—¡Pero hace calor! —se queja Emmett, riendo, mientras nos apresuramos a subir.
Es el cuchicheo familiar al que él típicamente intenta meterla. Excepto que esta vez, veo la tensión bajo la expresión tranquila en el rostro de Emmett.
Su actitud cambia rápidamente cuando subimos al autobús, sus hombros cayendo un poco mientras vuelve a colocarse la camiseta. Poso una mano en su espalda con compasión. Ha habido algo entre él y Rose, y aunque intento mantenerme apartado todo lo que puedo, sé que mi amigo está teniendo problemas.
Cualquier palabra de compasión muere en mi garganta, de repente, al encontrar la fuente de mis propios tormentos, sentada en la segunda fila.
Los ojos de Bella se encuentran con los míos mientras subimos al autobús, y ella sonríe, moviéndose hacia la ventana y moviendo su mochila a su regazo, haciendo lugar—para mí.
Le asiento con la cabeza educadamente, pero sigo a Emmett hacia el fondo, haciendo todo lo posible para evitar notar como su sonrisa desaparece de su rostro.
Mis propios términos, me digo a mí mismo. Es mejor así.
Cuando Rosalie es la última en subir, dice algunas palabras.
Compañeros de equipo. Familia.
Trabajo duro. Da sus frutos.
Lo usual.
Sus ojos no paran de buscar a Emmett, quien simplemente mira por la ventana. Mis propios ojos vagan también, hacia el respaldo del asiento en el que sé que Bella se sienta, demasiado baja para realmente ser vista desde donde me encuentro. Cuando ella asoma la cabeza por encima de su asiento y me pilla, miro a cualquier lado menos ella.
Entonces, nos vamos.
Cuando Emmett suspira por tercera vez consecutiva, le doy un codazo.
—¡¿Qué?! —Se quita los audífonos, volteando a mirarme.
—¿Qué está pasando?
—Nada.
—Creo que deberías dejar de torturar a la entrenadora —susurro, acercándome a él. El autobús es ruidoso detrás nuestro, y la música suena por los parlantes, pero aún sigue habiendo demasiados oídos a nuestro alrededor.
—Si alguien está siendo torturado, soy yo —susurra en respuesta, presionando sus dedos sobre su pecho.
Es difícil ver a Emmett así, pero el autobús claramente no es el lugar para hablar de ello, así que suspiro y regreso a mi lugar.
No tengo idea de lo que pasó entre ellos—si algo siquiera pasó. En el último par de años, se han acercado más, eso es evidente. No creo que Rosalie fuera tan lejos para involucrarse con un estudiante, incluso si es Emmett, pero su enamoramiento solo ha crecido.
Nos hemos unido también, Rosalie y yo, especialmente después de todo lo que pasó con Bella, pero mi relación con Rosalie es nada más que profesional. Entrenadora y estudiante —colegas— si acaso. Ella me respeta y le importo yo y mi progreso. Ella es como una hermana mayor para mí.
A ella definitivamente le importa Emmett también, pero de una manera completamente diferente.
Emmett permanece callado el resto del viaje. Sé que hablará cuando esté listo. O cuando haya menos oídos a nuestro alrededor.
Nos lleva dos horas y media llegar al Lago Bear y a la casa estilo cabaña de tres pisos que se encuentra justo frente a las aguas azules. Aloja a todo nuestro equipo, ya que es para cuarenta y cinco personas, y está equipada con un jacuzzi, un gimnasio, y sala de cine. Hemos venido aquí los últimos dos veranos, para fomentar el espíritu de equipo—para conocernos mejor antes de comenzar a entrenar.
Nuestro equipo baja del autobús e ingresa a la casa, apresurándose a conseguir los mejores cuartos. Los novatos toman las literas. Los de último año obtienen las camas dobles. La entrenadora y el resto del personal tienen cuartos individuales.
No estoy seguro de dónde estará Bella, pero hago todo para no preguntar al respecto.
Emmett sigue un poco extraño pero no dice nada hasta que nos encontramos en nuestro cuarto.
—Terminé con Vicky por ella —dice mientras lanza su bolso sobre la cama.
—¿Realmente terminaste con Vicky por eso?
Emmett me mira, sabiendo que tengo razón.
—No, pero aún así. —Suspira, sentándose en la cama.
Suelto unas risitas, sacudiendo la cabeza.
Ellos terminaron poco después que Bella se fue. Aparentemente algo que le había dicho a él le hizo darse cuenta que él nunca sintió algo por Vicky. Y que él estaba listo para más. ¿Cómo se convirtió eso en estar detrás de Rosalie? No lo sé.
—Ella está divorciada ahora. ¿Y nada? ¡Nada! Han pasado dos malditos años. —Se deja caer sobre la cama, mirando al techo.
—Es complicado. —Intento—. Ella es tu entrenadora.
—A la mierda eso. —Se apoya sobre sus codos, mirándome—. Le dije que me transferiría de universidad.
Estas novedades me sorprenden. Eso me molestaría.
—¿A dónde?
—No lo sé, carajo. No me importa. —Su encogimiento de hombros es forzado. Sí le importa.
—¿Eso es lo que realmente quieres?
—No. —Gruñe, volviéndose a acostar en el colchón—. Lo que realmente quiero es a ella.
—Tú, mi amigo, estás realmente arruinado. —Me siento en mi cama, frotando mi cuello, sintiéndome un poco tenso.
Hay silencio por un momento, hasta que Emmett suspira.
—No ves cómo ella me mira.
—Oh, sí lo veo.
—O lo bueno que es cuando hablamos, cuando estamos juntos, solos. Incluso si ella hace todo lo posible para cortar esos momentos rápidamente.
—Con buenas razones.
Toma su almohada, abrazándola contra su pecho.
—Ella me entiende. Ella es…
—Diez años mayor que tú.
Emmett se sienta, lanzándome su almohada.
—Te daré un puñetazo en la cara, bebé.
—Está bien… —Levanto mis manos en rendición mientras suelto una carcajada—. Lo siento.
—Ella dice que no quiere hacerme lo que Roy le hizo a ella… o cualquiera de las demás. —Las palabras de Emmett están llenas de resentimiento.
Me encojo ante la mención del ex de Rosalie.
Las cosas no fueron muy bien con su divorcio, especialmente con todas las cosas que salieron en corte, y todas las acusaciones que se han apilado contra él, algunas de las cuales siguen pendientes.
—Quiero decir, si piensas en ello, ella tenía quince años cuando conoció a Roy. —Puedo ver la ira acumulándose bajo la piel de Emmett—. Él tenía casi cuarenta años, y también era su entrenador. Eso… no está bien.
—Es un asco, eso es lo que es. —Emmett baja de la cama, caminando de un lado a otro—. Pero tengo veintidós años. Sé lo que quiero.
Apesta, en serio que sí, y me siento mal por él, pero no veo cómo podrá hacer cambiar de parecer a Rosalie.
Emmett hace un agujero en suelo mientras da vueltas en nuestro cuarto, hasta que se detiene frente a mí, sus manos en sus caderas.
—Tiene treinta y dos años, y en toda su vida, solo ha probado una polla vieja y seca.
Me río, pero cuando levanto la mirada, noto que sus ojos se están llenando de lágrimas. No creo que lo haya visto llorar en años. No desde que éramos niños.
—Estoy jodidamente enamorado de ella, y ni siquiera la he besado. No de verdad… —Vuelve a caminar de un lado a otro, deteniéndose junto a la ventana—. No sin que ella me aparte de un empujón ni bien mis labios tocan los suyos.
—Em…
—Jamás he querido a alguien tanto en mi vida. —Se apoya en el marco de la ventana, mientras una mano cubre su rostro—. No puedo soportar otro año de esto.
—¿De verdad te transferirías a otra universidad? —Me bajo de la cama, acercándome a él, colocando una mano en su hombro.
—No lo sé. No quiero. —Sus manos frotan su rostro hasta que me mira—. Pero ella no me tocará mientras sea mi entrenadora, ya lo ha dicho. Y ella tiene el autocontrol de un monje. Voy a hacer combustión espontánea.
Me cruzo de brazos, apoyándome contra la ventana también y respirando profundo. Mis dedos se crispan. Tampoco ansío tratar de permanecer lejos de Bella.
Será un año divertido.
—¿Qué harías tú? —pregunta Emmett, arqueando una ceja, mientras volteo hacia él.
—¿Yo?
—Sé que eres el tipo de chico que sigue las reglas, pero ¿qué harías en mi lugar?
—Yo… —Me encojo de hombros, bajando la mirada—. No estoy seguro.
—¿Has hablado con Swan? —Su hombro toca el mío con un amigable golpe.
—Realmente no hay nada de qué hablar. —Me aparto de la ventana, dándole la espalda mientras decido mantenerme ocupado desempacando mi bolso.
—Mentiras.
—Es la verdad. —Coloco mis camisetas dobladas en la cama y entonces mis shorts—. Ella se fue. Siguió adelante con su vida… y yo también.
—Y ahora está de vuelta. —Emmett se sienta en mi cama, desordenando todo—. Y sigues enamorado de ella.
—Yo… no lo estoy. —Suspiro, dándome por vencido.
—No sigues con Lauren, ¿o no?
Simplemente niego con la cabeza en respuesta. Lo de Lauren fue muy breve, y sin importancia.
—Entonces, ¿cuál es el problema?
—No hay problema. —Me encojo de hombros, mirándolo brevemente, esperando sonar convincente—. Quiero enfocarme en Daytona. Quiero ganar el campeonato en nuestra última oportunidad.
—Y nuestras posibilidades han incrementado con Swan en el equipo.
—Supongo, sí…
—Deberías hablar con ella. Escucharla, al menos.
—No puedo —digo suavemente—. No puedo pasar por eso de nuevo. —Se siente como si justo acabara de superarla, he hecho las paces con eso. Seguí con mi vida como si nunca la hubiera conocido. Como si nunca la hubiera encontrado y perdido. No puedo abrir esa herida de nuevo. No cuando finalmente ha comenzado a sanar.
Emmett se baja de la cama, dándome unas palmadas en el hombro cuando pasa por mi lado.
—Supongo que los dos estamos arruinados entonces.
Supongo que así es.
