Capítulo 1: o la comida es rica o son unos muertos de hambre.

Un hombre estaba cenando tranquilamente, con movimientos educados como si fuera de la realiza sería un escena común si no fuera por el hombre de rasgos de alguien pelirrojo tenía su brazo agarrando la ropa en la zona del muslo del hombre que estaba comiendo.

"por favor… no más… ya no siento mis manos… puedes siquiera pensar en nosotros… ack!" y de la nada el hombre como si fuera un títere sin cuerdas se desplomo pero aun manteniendo su brazo en la zona de la pierna del hombre.

Pero en el siguiente segundo, el muchacho muerto todo su cuerpo se convirtió en humo blanco y en menos de dos segundos la neblina blanca desapareció y el hombre seguía comiendo como si nada.

Mientras tanto en la cocina, doce jóvenes menos de veinte años estaban controlando el fuego, cortando verduras, limpiándolas, preparando bandejas con su plato y cubiertos, otros traían elementos de cocina como cucharas soperas para revolver el gran disco de hierro que estaba arriba del fuego.

Si alguien los mirara pensarían que la madre de estos once era una fotocopiadora porque todos eran iguales, cabello rojo, ojos verdes, gran musculatura, misma altura pero todo estaba lejos de la verdad, el joven muchacho tenía un poder que era la clonación de sí mismo y cada clon tenia conciencia de sí mismo pero aun todavía reconocerían quien era el original.

El doceavo joven que había muerto al lado del hombre que comía era un clon pero pasaron cosas.

Primero el hombre que comía pareciera que tenía un agujero negro en su estómago pero de forma literal porque el aspecto del hombre era parecida al universo, no tenía rasgos como ojos, nariz, boca, orejas, vello corporal, sola forma de un humano pero su piel era el universo mismo.

Cualquier lado de su piel poseía galaxias, agujeros negros, supernovas, quásar, enanas rojas, planetas gaseosos y rocosos entre otros, pero desde que vino la vida tranquila de Berniak el cocinero dio un giro de 180°, no había día que no dejaba de cocinar para alimentar para al menos mil personas.

Pero el bastardo seguía comiendo todo lo que le daba. Incluso al punto que al no llevarle comida una vez había comenzado a comerle los utensilios que había en la mesa, el plato desapareció, el trio de cubiertos simples desapareció, el vaso de cristal desapareció, el mantel desapareció.

Berniak aprendió su lección y lo cual le hizo de comer cada vez que venía y si no fuera por su poder conveniente para la situación hacía mucho tiempo que hubiera muerto por el cansancio. Sin embargo eso no quita que sus clones tampoco sean exentos de esas emociones y estrés.

Al menos el hombre cósmico era un buen samaritano porque cada vez que se iba de alguna manera reponía la energía mental y física de Berniak y esto era igual con los ingredientes que utilizó.

Berniak (el original) fue a darle el postre final al hombre cósmico que era un flan amarillento y con el plato pequeño había una cucharita de plata de aspecto intrincado, el señor universo lo termino como el resto, dejo la cucharita de lado y solamente agarro al plato y lo puso al nivel de su "boca".

El flan y su jugo dulce se deslizaron y fueron hacia la boca oscura del señor universo, al dejar el plato en la mesa se dio unas palmadas en su traje negro azabache y su corbata roja a la vez que daba un suspiro satisfactorio. Luego miro en la dirección de Berniak y le dio un pulgar arriba.

Se levantó y acomodó la silla dentro de la mesa y con un chasquido la energía de su cocinero personal y sus ingredientes se restablecieron. Berniak que estaba encorvado y con aspecto fatigado de un segundo a otro se había vuelto un joven con tanta energía que seguramente podría correr por kilómetros.

Al irse finalmente Berniak se tiró al suelo y se durmió mientras tanto sus clones empezaron a limpiar su lugar de trabajo de tiempo completo, uno de ellos se desocupó y agarro el cuerpo del original y lo llevó a su habitación.

Al otro día en el restaurante.

"despierta!... no reacciona" dijo uno de los clones más mansos del grupo.

"¿una cachetada?" dijo uno mientras preparaba su mano sobando con la otra.

"no se enojara, es mejor un balde de agua fría" habló uno con un balde de plástico azul.

"no! Siempre se levanta de mal humor siempre asi que propongo que le dibujemos en la cara con marcador permanente" dijo uno mientras sostenía un marcador destapado.

"yo digo que vino el señor universo" dijo uno de los clones con una vestimenta del hombre cósmico.

"¿si le decimos que vino un nuevo cliente?" dijo el clon que había muerto ayer.

"no! Miren, le decimos que ayer vino una tortuga gigante y que tenía aspecto hambriento pero después de darle de comer se quedó al lado de la casa" dijo uno mientras sostenía un dibujo de una tortuga.

"¿y si mejor se quedan callados?" dijo Berniak.

"idiotas los despertaron!" dijo el que tenía el balde de agua listo.

Los doce clones se fueron corriendo de la habitación cuando Berniak se levantó con rapidez y como se conocían seguramente Berniak los iba a carnear como chancho, el original al levantarse rápidamente se mareo por unos segundos pero como antes no le dio importancia y fue a ponerse la misma ropa de siempre.

Al bajar al primer piso de su casa, vio a sus doce clones mirando hacia algo, al correrlos del camino miró lo que estaban observando, era una persona si es que se podía considerar persona.

Dos metros de altura, músculos más anchos que su propio cuerpo, una gran cicatriz de su hombro izquierdo hacia el ombligo, ojos grises, piel marrón quemada por el sol, un casco hecho de una melena blanca que llegaba hasta su cuello y a los costados de este un par de cuerno rectos y que se curvan al final mirando hacia el cielo.

Su cabello era una gran melena de color azul oscuro que llegaba hasta su cintura pero esta melena tenía un aspecto salvaje y lo única que prenda que portaba era un pantalón hecho de un animal que desconocía además de que poseía la misma melena blanca de su casco con cuernos.

En sus antebrazos poseía una especie de muñequeras negras que se ceñían a dos cuartas partes de estos a la vez que no poseía algún tipo de calzado para sus venosos y gigantescos pies. El hombre gigante y los trece jóvenes se seguían observando fijamente hasta que sonó un ruido reconocible para cualquier cocinero.

El gigante tenía hambre y Berniak como buen anfitrión no dejaría que semejante gigante tenga principios de anorexia, solo un clon se quedó con el gigante de melena azul oscuro y lo llevo rápidamente a una mesa. Otro clon lo remplazo mientras que llevaba vino y cerveza.

Otro clon que acompañaba al clon alcoholero traía una gran jarra de madera y el gigante en menos de dos segundos ya se había bebido la cerveza y el vino sin ni siquiera utilizar la jarra y de la nada comenzó a hablar.

"aghh… esta fuerte estas cosas ¿por cierto quienes son ustedes? ¿Hermanos mortales o creados por los dioses como yo?" dijo el gigante de pelo largo.

"eh… creo que somos personas comunes, bueno el original yo, nosotros somos clones de él gracias a sus poderes, por cierto me llamo Berniak" dijo el clon alcoholero mientras destapaba una cerveza y descorchaba otro vino para el gigante.

"un poder bastante común pero para un mortal debe ser increíble. Yo soy Enkidu, fui creados por los dioses para asesinar al rey Gilgamesh pero al final terminamos siendo mejores amigos" dijo Enkidu.

"030) eso es increíble a la vez de ridículo pero una duda ¿y esa cicatriz?" dijo otro clon reemplazando al clon alcoholero.

Enkidu solamente se encogió de hombros porque ni el mismo se acuerda de cómo lo obtuvo y eso que fue a innumerables aventuras con su mejor amigo Gilgamesh. Y cuando estaban charlando escucharon innumerables pasos que venían a su dirección, eran el resto de clones que traían muchos platos sobre ellos.

"toma mi buen amigo hambriento, debes de tener una gran proporción de alimentos para mantener esos músculos y tu gran altura" dijo Berniak con una gran sonrisa.

Pero…

"¿Qué sucede? ¿No te gusta? No te preocupes tenes talento suficiente que cualquiera pueda comer nuestras delicias hechas por estas manos" dijo otro clon con una remera sin mangas.

"no es eso amiguito es que soy vegano y no me gusta la carne" dijo Enkidu sin vergüenza.

Los treces jóvenes lo seguían mirando fijamente a Enkidu pero de la nada sus ojos empezaron a salir lagrimas a la vez que los mocos también salían, algunos se derrumbaron y sus almas salían por la boca.

Otros fueron a una esquina y hacían círculos con sus dedos, otros directamente se desmayaron pero todos tenían el mismo pensamiento.

"¿Por qué no avisaste antes?"

Sin embargo de la nada, sus ojos ardieron en llamas por este nuevo desafío, le dijeron a Enkidu que esperara mientras le preparaban algo de comer pero esta vez fueron a buscar recetas para veganos como Enkidu, e innumerables recetas fueron encontradas gracias a los libros que escribieron cuando viajaron por el mundo.

En menos de hora y media, los platos con grandes cantidades de comida llenaron la mesa en donde estaba Enkidu, había salada de palmito no espeto de Brasil, berenjena en escabeche de argentina, moussaka de Grecia versión vegana, baklava de Grecia, rollitos de primavera y ensalada de col de china.

Tortilla de papa de España, kaoniew mamuang de Tailandia, rodgrod de Dinamarca, onigiri de Japón, samosa de india, baklava de Turquía, sarma de Turquía y sarcocho de Colombia y guasacaca de Venezuela. Entre otros platillos para veganos y come hierbas.

Los trece hombres jóvenes rezaron a cualquier dios que conocían para que Enkidu no sea igual que señor universo sino ellos mismos se suicidarían con la cuchara sopera del disco de hierro y al parecer sus canticos y rezos interiores sirvieron porque Enkidu después de comer todo lo que había en la mesa eructo y les daba un pulgar hacia arriba.

Después de charlar un poco más, Enkidu se retiró de la casa/restaurante de Berniak.