Capítulo 10
POV Ginga
Estaba completamente agotada. Agradecía enormemente que Lindy Harlaown nos hubiera abierto las puertas de su casa a todas nosotras. Cinque y yo no llevábamos su apellido porque así lo quisimos, pero nos trataba como si de sus hijas se tratara. Desde el momento en el que nos trajo a su casa, todo fue a mejor. Gracias a ella pude volver a la universidad para terminar mis estudios mientras en las tardes trabajaba con Carim Gracia. No fue hasta que Cinque despertó de su coma, tras una visita de Fate al hospital, que tuve que pedirle a la directora Gracia que me permitiera faltar los días que tuviera que llevar a Cinque a rehabilitación. Todos esos duros meses en los que teníamos que luchar por su recuperación física y con su estado de ánimo, fueron más llevaderos gracias a Lindy, su hijo biológico Chrono, Fate y Hayate. Había días en los que Lindy era quien se hacía cargo de Cinque para que yo pudiera dedicarme tiempo a mí misma y no caer en el mismo pozo que mi novia.
Flashback
- Sólo soy una carga. –habló en un murmuro mientras la ayudaba a incorporarse de la cama.
- Sabes que eso no es así. –le hablé con cariño– Te vas a recuperar. No siempre estarás así, cariño. –quise acariciar su mejilla, pero ella me dio un manotazo para que no lo hiciera y yo quedé en shock– Muy bien, pues ya estás lista. –dije mientras la colocaba en la silla de ruedas– Hora de irse, cariño. –volví a hablarle con cariño a pesar de que tenía unas inmensas ganas de salir corriendo de esa habitación y llorar inconsolablemente.
Fin Flashback
Fueron meses muy duros, pero con la rehabilitación y, finalmente, ayuda psicológica, Cinque mejoró. Ya no estaba tan a la defensiva y se relacionaba más con todos. Bajé del autobús y me sorprendí al ver a Fate en la parada junto a Cinque.
- ¿Fate? ¿Cinque? –ladeé la cabeza y ellas me sonrieron al verme.
- ¡Hola! –exclamó la rubia feliz antes de darme un abrazo que correspondí de inmediato.
- No sé cómo lo haces, pero tus abrazos siempre me reconfortan. Gracias. –le sonreí.
- Sé que todo este tiempo ha sido muy difícil para todas, pero en especial para ti. Gracias por acudir a mí cada vez que no podías más. –me susurró– Te quiero, hermanita. –ella me apretó más contra sí antes de separarse y yo quise llorar de la emoción.
- Gracias. –le hablé con un nudo en la garganta, pues recordé todas las veces que Fate había estado a mi lado cuando mi novia estuvo a punto de arrastrarme con ella a ese pozo oscuro– Hola, cariño. –me acerqué a ella y le di un beso en su mejilla, pero cuando me disponía a alejarme, ella jaló de mi chaqueta y unió sus labios con los míos, provocando mi sorpresa y alegría.
- Hola, mi amor. –me sonrió como sólo ella sabía.
- ¿Qué hacéis aquí? –pregunté mientras comenzábamos a caminar de regreso a casa y la rubia empujaba la silla de ruedas, pues a pesar de que Cinque ya podía caminar, aún no tenía la suficiente fuerza en las piernas como para hacer trayectos largos.
- Esperarte. –habló la oji borgoña– Cinque no podía resistir ni un segundo más sin verte. ¡Nos iba a volver locas a todas! Incluso mamá se tuvo que tomar varios tés. –se burló.
- ¡Fate! –exclamó mi novia y yo eché a reír al ver cómo su cara enrojecía por la vergüenza.
Seguimos el camino hablando sobre temas sin interés alguno, pero divirtiéndonos como hacía mucho que no hacíamos. Sentía que ahora todo iba a mejor. Al llegar a una bifurcación, Fate se detuvo y me miró.
- Yo debo dejaros aquí, Ginga. –ladeé mi cabeza– Hoy trabajaré en el Midori ayudando a Momoko-san. Hayate ya fue a ayudar y estará a punto de salir. Le debemos mucho a esa familia y queríamos ayudarla ya que hoy es un día de celebración para ellos. –asentí.
- Está bien. Nos veremos en casa, entonces. Gracias por la sorpresa. –sonreí.
- Mamá os está esperando en casa. –comenzó a alejarse– ¡Tengan cuidado! –gritó y se marchó.
- Muy bien, volvamos a casa. –hablé feliz y mi novia sonrió.
POV Fate
Cuando llegué a Midori, había personas haciendo cola para entrar a comprar unos deliciosos pasteles o tomárselo con un café allí mismo. Me dirigí a la parte trasera del edificio y me encontré con Reinforce esperando en la puerta de atrás.
- ¿Rein?
- ¡Hola Fate-san! –saludó alegre– ¿También vienes a ayudar?
- Sí. ¿Y tú? –pregunté algo confusa.
- Oh no, yo no. Yo sólo estoy esperando a Hayate. Tenemos turno en una hora. Iremos a comer y después a trabajar.
- Oh, no sabía que Hayate tenía turno hoy. –miré hacia la puerta que se abrió en ese momento.
- ¡Hola! –saludó mi castaña amiga muy feliz, acercándose, primero a mí y luego a Rein, para darnos un beso en la mejilla.
- Hola, Hayate. –la saludó la peli plateada, tomando su mano y dejando un beso ahí, provocando el sonrojo de mi amiga. Sonreí.
- Love is in the air. –canturreé antes de salir corriendo porque sabía que la oji azul se enojaría, aunque fuera de broma.
- ¡Idiota! –gritó antes de que yo abriera la puerta– Y sí, el amor está en el aire porque Rein y yo estamos en una relación. –me detuve de golpe y me volteé lentamente, totalmente sorprendida por su confesión.
- ¿Cómo dijiste? –traté de sonar seria y las miré a ambas, provocando que se tensaran– ¿Estás en una relación con Rein? –asintió lentamente y yo miré a la peli plateada– ¿Y no me pediste permiso?
- Yo… yo… no… –tragó pesado– No sabía que… –miró a la castaña, quien la miró a su vez también nerviosa– Yo no… –alcé la ceja– ¿Lo siento? –suspiré.
- Debo entrar a ayudar ya y vosotras debéis iros. –exhalaron aliviadas– Pero hablaremos de ello en otro momento. –se tensaron y yo entré, cerrando la puerta y dejando salir unas risillas.
- ¡Fate-chan! –me sobresalté al escuchar a la cobriza llamarme y me dio un golpe en el brazo.
- ¡Ouch! ¡Nanoha! –me quejé.
- Deja de burlarte de ellas. Me parece algo tierno. –suspiró anhelante– Vamos, mamá te está esperando. –asentí y la seguí.
- ¡Hola Fate-chan! –me abrazó y me sonrojé. La madre de Nanoha era igual de cariñosa que ella– Muchas gracias por venir y ayudarnos. Eres muy amable.
- No hay de qué, Momoko-san. Me gusta venir a ayudarla.
- Eso lo dices porque después te da pastel de chocolate. –habló la cobriza.
- ¡Nanoha! –me sonrojé furiosamente y ellas rieron.
- Bueno, Nanoha, tú sigue atendiendo a los clientes. –la oji lavanda asintió– Fate-chan, tú vendrás conmigo y haremos juntas los pasteles. –acepté– Muy bien, pues a trabajar.
- ¡Sí! –exclamamos la cobriza y yo antes de ir a nuestros puestos.
Durante toda la tarde no dejamos de hacer pasteles. El aniversario de apertura había sido todo un éxito y no dejaron de llegar clientes de todas partes de la ciudad. Cuando la pastelería cerró, caímos rendidas en los asientos. El padre de Nanoha llegó con comida que había parado a comprar después de su turno en el hospital, y estuvimos cenando todos juntos. Me moría de hambre. Mientras comíamos, observé a la familiar Takamachi. A pesar de que era una familia acomodada, eran muy humildes. Su trato era muy familiar y te hacían sentir muy bien estando a su lado.
- Fate-chan. –me llamó la cobriza mayor– Quiero darte las gracias por tu ayuda. A ti y a Hayate-chan. Habéis sido de gran ayuda. –negué.
- No ha sido nada, Momoko-san. Mi familia siempre estará en deuda con su familia. Además… –miré a la cobriza menor– …Nanoha es mi amiga y la ayudaré en lo que me pida. –le sonreí y ella se sonrojó. Ladeé la cabeza.
- Eso es muy lindo. –dejó salir unas risillas mientras veía a su hija, quien había bajado la cabeza– No le debes nada a mi familia, Fate-chan. –tomó mi mano– En todo caso, nosotros lo estamos por… –la interrumpí.
- El pasado se queda en el pasado. –hablé seria– Pasó lo que tenía que pasar para yo aprender una lección. Bueno, en realidad aprendí varias gracias a Nanoha. –me miraron alarmados– ¡Pero no en el sentido malo! –me apresuré a decir y se relajaron– Nanoha me enseñó que jamás hay que rendirse y luchar por lo que uno quiere, así como ella hizo buscando mi perdón. También me enseñó que todo el mundo merece una segunda oportunidad y que no todo el mundo es malo. –miré a mi amiga– Gracias, Nanoha.
- Fate-chan… –murmuró mi nombre.
- Vaya… –exclamó el padre después de un carraspeo– Bueno, esto, será mejor que nos vayamos ya. –se puso en pie comenzando a recoger.
- Esto, ¿Momoko-san? –me miró con una sonrisa– ¿Podría hacer un pastel para mi familia? –pregunté avergonzada– Prometo limpiar todo después y reponer los ingredientes que use.
- Claro que puedes, Fate-chan. Y no, no tienes que reponer los ingredientes. Me quedaré contigo y lo haremos juntas. Hemos formado un gran equipo hoy. ¿No te gustaría trabajar para mí? –me sonrojé.
- Yo… ¿lo pensaré? –hablé avergonzada– Pero no hace falta que me ayude. Me gustaría hacerlo sola y sorprender a mi familia. –asintió.
- En ese caso, Nanoha se quedará contigo y te ayudará a limpiar después. –rió al ver cómo su hija inflaba las mejillas– Bueno, nos vamos ya. Tengan cuidado, ¿sí? Gracias de nuevo por todo Fate-chan. –negué y la despedí con la mano.
- Bueno, manos a la obra. –dije contenta yendo para la cocina.
- Mou, Fate-chan. –se quejó mientras comenzaba a recoger un poco la cocina.
- Prometo que no ensuciaré mucho, Nanoha. Además, no tienes que limpiar. ¿Por qué no te sientas? Yo recogeré todo en cuanto termine. –me sobresalté al sentir su cuerpo pegado al mío por la espalda, abrazándome fuerte– ¿Nanoha?
- Gracias por haberme dado la segunda oportunidad, Fate-chan. –murmuró y sentí que apoyó su frente en mi espalda.
- Gracias a ti por ser tan obstinada. –reí y ella me golpeó– ¡Nanoha! ¿Por qué siempre me golpeas?
- Porque eres una idiota. –me volvió a apretar contra sí– Me gusta abrazarte, Fate-chan. Eres muy cálida. –arrulló y yo me sonrojé.
- Gracias. Tú también lo eres. –coloqué mis manos sobre las suyas y les di un apretón– ¿Quieres quedarte así mientras hago el pastel? –sentí un tímido asentimiento– De acuerdo. –sonreí y comencé a hacer el pastel.
Un par de horas más tarde, el pastel ya estaba listo. Se estaba enfriando un poco antes de meterlo en una caja para llevármelo. Había quedado bastante bien. Debía admitir que Momoko era una excelente pastelera y me había enseñado realmente bien y rápido a hacer pasteles. Nanoha estaba casi dormida en un asiento, pues ya era realmente tarde. Iba a comenzar a limpiar y recoger todo, pero se me ocurrió una traviesa idea. Tomé algo de harina y me acerqué a ella sigilosamente. Sonreí traviesa y le lancé la harina en su cara. Ella dio un sobresalto y comenzó a toser.
- ¡Fate-chan! –gritó enojada– ¿Qué estás haciendo? –se sacudió un poco y yo no podía dejar de reír– Te vas a enterar. –y comenzó a correr tras de mí.
Ambas comenzamos a correr por toda la cocina mientras nos lanzábamos harina y reíamos. Nanoha estaba muy enojada, pero se veía que también estaba disfrutando de nuestra travesura. Estaba siendo uno de los mejores días de mi vida. Uno lleno de diversión. Me sentía feliz, muy feliz. Y afortunada. Afortunada de tener una familia y de tener amigos como Nanoha. Me detuve en secó y ella me atrapó, abrazándome por la espalda.
- ¡Te atrapé! –dijo entre risas. Me volteé entre sus brazos y la miré a los ojos.
- Gracias. –le sonreí– Te quiero, Nanoha. –la abracé estrechamente.
Saizoh: Sí, estas dos están unidas por el hilo rojo del destino. No puede ser de otra manera. Lento, pero seguro, parece que el cariño se está volviendo más intenso y amoroso. Aquí tuviste una pequeña escena de Cingin, pero prometo que saldrán más adelante, al igual que Rein y Hayate, pues Fate tiene una conversación pendiente con ellas xD El apodo de Rayito solo lo usé como referencia xD Este fanfic lo catalogué como M por su contenido. El hablar de suicidio no es algo agradable. Es por eso que lo catalogué como M. De momento no está en mis planes añadir alguna escena sexual, lo siento. Iremos viendo cómo avanza y si no ocurre nada que las separe nuevamente... ¡Saludos, Saizoh!
