Capítulo 22

Ya sonreía cuando abrió la puerta, frotándose las manos heladas contra las mangas de la chupa. Caballerosamente, se hizo a un lado, dejando entrar a una Nanoha que tenía las mejillas arreboladas por el frío de diciembre y el pelo enredado a causa del viento. Habían estado hablando durante horas, hasta que el guardia de seguridad nocturno llegó a comisaría y las miró con suspicacia. Después fueron a cenar, y ahora, estaban allí. Parecía que separarse no fuera una opción.

- Pasa, ponte cómoda. –apartó la maleta de un puntapié y dejó las llaves sobre la encimera– ¿Quieres café o algo?

Nanoha echó un vistazo alrededor, evaluando la cantidad de desorden que se acumulaba por las esquinas. Al apreciar la maleta, todavía cerrada, alzó una ceja con suspicacia.

- No he tenido tiempo de hacer una limpieza a fondo.

- ¿Desde que te mudaste?

A su pesar, Fate sonrió. Tenía un par de marcos de fotos que todavía mostraban la imagen de los modelos que había colocado la tienda. No era una mujer de detalles, eso era verdad.

- ¿Valorando si la casa reúne las condiciones de salubridad, doctora?

- Es enfermera. –Nanoha hizo un gesto con la mano– Déjalo. Creo que sería más fácil sacarme el doctorado que seguir explicándolo.

Con una risa que le nació del mismo centro del pecho, Fate se aproximó, mirándola con los ojos brillantes de un anhelo que era idéntico al de aquella primera noche en la enfermería de la prisión. Como un gesto aprendido, cogió las manos de Nanoha entre las suyas, balanceándolas un poco, sintiéndose torpe e inexperta porque ella no era como todas las demás y se jugaba mucho con cada paso que daba.

- Ahora no hay ningún secreto entre nosotras.

- Nunca sentí que lo hubiera. Como te dije antes, no creo que me mintieras.

- Intentaba protegerte, esa es la verdad.

- Lo sé. –de haberlo dudado, no estaría ahí con ella– Supongo que ahora tenemos todo tipo de posibilidades, ¿no?

- Podemos ir a donde quieras y hacer cualquier cosa que queramos, sí.

Pero, aunque Fate le sonrió, Nanoha supo que no todo era tan fácil. Parecía cansada, estaba un poco pálida y había perdido algo de peso desde la última vez que ella la había visto. Con cariño, tiró de sus manos unidas hasta que ambas tomaron asiento en un sofá de cuero negro que presidía la sala de estar. Ella le prestó toda atención, pero resultó evidente que no estaba tan tranquila como aparentaba.

- ¿Cómo es? –cuestionó ella, midiendo las palabras con cuidado– Hacer algo así y luego dejarlo para seguir tu vida donde estaba.

- Nanoha… no tenemos que hablar de esto ahora, acabamos de reencontrarnos.

- Por eso precisamente. No más secretos, ¿recuerdas? Quiero conocerte, conocerte de verdad.

Agobiada de pronto, Fate soltó las manos que ambas tenían entrelazadas y se las llevó a la cara, apartándose el pelo de la frente y exhalando un suspiro. Desde un principio había tenido claro que deseaba dejar a Nanoha fuera de todo aquello, y su fracaso no había podido ser mayor. Había acabado relacionada con el principal sospechoso, al tiempo que, unida a ella, que era la agente infiltrada en el caso. Por más que hubiera querido, mantenerla alejada no iba a ser una opción. Lo que no esperaba, desde luego, es que ella buscase más conexión una vez todo hubiera terminado. Estaba preocupada por ella, le costó entenderlo, pero era una verdad innegable cuando aquellos ojos violáceos la miraban con ternura y paciencia, animándola a hablar, pero sin forzarla a hacerlo. Ningún gesto podría haber significado más para ella.

- No es la primera vez que me infiltro. –explicó, buscando por dónde comenzar– De hecho, suelo ofrecerme como voluntaria. Tengo experiencia y soy bastante hábil en situaciones de riesgo. Me manejo bien.

- Veo que la modestia no forma parte de tus dones. –Fate le sonrió de medio lado, encogiéndose de hombros.

- Tienes que saber improvisar. No siempre los de arriba están ahí para sacarte del lío, suele haber desconfianzas casi siempre. Al principio de todos los protocolos, sospechan que eres una infiltrada. Tienes que conseguir que te crean como sea. –la miró con intención– A veces hay que hacer cosas desagradables.

- Lo entiendo. Pero prefiero no saberlo. –ella asintió, porque prefería no contarlo. Al menos no en ese momento.

- Como te decía, no era mi primera vez. Es fácil que me ofrezca porque no tengo familia, mujer o hijos de los que separarme durante meses. Es duro para los compañeros que dejan personas atrás, la concentración no es la misma, se desesperan cuando el tiempo pasa, necesitan contactar con ellos.

- Y eso puede poner en riesgo la misión y sus vidas.

- Exacto. –Fate suspiró– La vuelta a casa es difícil. Podrías pensar que se siente un gran alivio cuando abren la celda y te dejan ponerte tu propia ropa interior, pero lo cierto es que pasa tiempo hasta que logras ser tú misma otra vez.

- ¿Algo así como los soldados que vuelven de la guerra?

- Algo así, sí.

Nanoha barrió la sala con la mirada, aquella maleta aún hecha, las tazas amontonadas en el friegaplatos, la despensa vacía y la capa de polvo que cubría los muebles. Fate estaba en casa, pero no era así como se sentía. Consternada, alargó la mano para acariciarle la sien, sintiendo cálida la piel bajo sus dedos y cómo el efecto de su roce calmaba el ceño fruncido que se le había instalado en su rostro.

- ¿Ha sido más duro esta vez que las anteriores?

- Hice básicamente lo mismo, trabajar a todas horas, acostarme tarde, realizar rondas revisando cada pasillo y bajo las camas. –sonrió, sin mirarla– Nunca había sentido tanta ansiedad por acabar, tanto deseo por terminar un caso y que todo se acabara.

Fate giró la cara para poder observar a aquella mujer de la que se había enamorado en la peor circunstancia posible. A su pesar, sonrió. ¿Acaso el amor pedía permiso cuando decidía llegar? Nunca había lamentado ser el voluntario que cogía la maleta y salía de casa sin pesar, sin dejar nada atrás. Pensar que esos días estuvieran por terminar le llenaba de una paz inmensa que no recordaba haber sentido nunca.

- Temía que no me esperaras –le susurró, encogiéndose de hombros– Creo que nunca he estado tan asustada.

- Como si hubiera podido seguir adelante sin ti. –contestó Nanoha, con la mirada perdida en los ojos de ella.

- Me quisiste cuando era difícil, cuando no sabías lo que podía haber hecho.

- Y no me arrepiento de dejarme llevar. –entrelazando de nuevo los dedos, Nanoha le sonrió– Aunque no seas una princesa y tu castillo necesite con urgencia la mano de otra mujer.

- Entonces es una suerte que estés aquí.

Dejando escapar una carcajada, Nanoha tomó impulso y se acomodó sobre las caderas de Fate, que rápidamente la envolvió pegándola a su cuerpo, que comenzaba a llenarse de calidez gracias a ella. Sus frentes se rozaron y los labios de ambas se buscaron, pero el beso no llegó.

- ¿Me quieres entonces? –cuestionó Fate, presionando la parte de piel expuesta de la espalda de Nanoha con los dedos– ¿Ahora que es más fácil?

- La quiero, subinspectora Testarossa, ¡qué remedio!

- Tienes razón, no te queda más opción que quererme. He prometido pasar la Navidad contigo.

Con un suspiro de fingida resignación, Nanoha volvió a recorrer la estancia con la mirada. Habría que hacer algo con esa maleta, se dijo. Por fortuna, el tiempo había dejado de estar contado para ambas. Ser consciente de ello, la hizo sonreír ampliamente.

- ¿En qué estás pensando? –murmuró Fate, besando su barbilla para tentarla.

- En la Jefa. –Nanoha suspiró, dejando vagar sus recuerdos por aquellos pasillos oscuros de la prisión– ¿Por qué ese nombre? Desde que supe la verdad, he querido preguntártelo.

- ¿En serio? ¿Ahora? –Fate se acomodó en el sofá, con ella todavía en el regazo– En realidad no es una historia demasiado rocambolesca. Necesitaba un alias que infundiera cierto respeto tanto entre el personal como con las demás reclusas, que me diera cierto protagonismo y me hiciera ver fuerte ante el resto.

- ¿Para que te temieran? –había tenido pruebas de ello, desde luego– ¿O para que se acercaran a ti en caso de tener algo que contar?

- Exacto. –Fate le tocó la nariz con la punta del dedo– Los alguaciles estaban enterados, por supuesto. Pero debían actuar ante las demás. Si se me consideraba una presa con cierto poder, las otras recurrirían a mí para confesar ciertas cosas. Era cuestión de tiempo.

Así que el temblor de los encargados, los gestos de las presas al apartarse al paso de la Jefa y todas las demás muestras de inquieta soberanía que Fate había dado, tenían una clara razón de ser. Desde luego, Nanoha lo había imaginado una vez estuvo al corriente de la infiltración, pero aquellos días previos a volver a verse, a poder estar juntas, la necesidad de saber más había hecho mella en ella. Se había enamorado de la jefa, era cierto, necesitaba reconciliarse con el personaje que le había mentido y hecho nacer en ella el amor, para poder entregárselo a la mujer a la que ahora era libre para querer sin ataduras ni prohibiciones. En su fuero interno, elevó un agradecimiento mudo a aquella mujer de mirada fría que se había sentado ante ella en la enfermería dispuesta a recibir el primer pinchazo contra la gripe. Sonrió. Qué lejos había llegado con su obsesión de descubrir los misterios que entrañaba la Jefa. No se arrepentía.

- ¿Nanoha? –Fate la sacó de sus cavilaciones– ¿Y ahora en qué piensas?

- En que necesitas un árbol. –no era mentira, al fin y al cabo.

- Supongo que es plausible añadir uno a la nula decoración claramente de mi piso. –ella se rascó la barbilla, pensativa– Pero sin demasiados colores.

- También habría que pensar en unas fotos algo más personales para esos marcos.

- Me parece bien.

Nanoha le envolvió el cuello con los brazos, dejando que su sonrisa iluminara el rostro de la mujer con la que acababa de decidir compartir el resto de su vida.

- Tengo muchos más detalles en la lista, lo sabes, ¿no?

- Creo que podremos ocuparnos de eso mañana, ¿no te parece? –una caricia a su melena bastó para sentirla temblar entre sus brazos– Tenemos tiempo.

- Sí, Fate-chan. –estar conforme con algo nunca fue tan sencillo– Tenemos todo el tiempo del mundo.

El beso por fin se consumó, y esta vez no hubo nada que pudiera interrumpirlo.

FIN


Notas de autor: Y hasta aquí esta adaptación. Espero les haya gustado y disfrutado. Quizás pronto se vengan más adaptaciones interesantes. Gracias a todos los que comentaron y a los que leyeron en silencio y siguieron la historia. ¡Un saludo a todos! Nos leemos pronto :D