DULCES
" Que elegancia para ir a un bar de punketos... " el alago de su amiga Jessica lo pilló desprevenido. Era lo primero que había encontrado en su armario. Era evidente que, con sus muy buenos gustos musicales, no tenía nada que fuera a encajar en el lugar al que lo había invitado Peter.
" Lo hago porque es la única pista fuerte que tengo... " le repitió por quinta vez. Había sido en voz automática, como un robot con fina ropa.
" Pero nunca le has explicado a Peter sobre Dana o Gabriella, y ya has cuidado de su hija, buscado casa y trabajo, ayudado con su divorcio... ¿dónde esta el Miguel arisco y traga empanadas que, a pesar de tener una muy mala dieta, es capaz de tener esos brazos? "
" Se lo diré a la vuelta, para no asustarlo ahora... " por fin le dio una nueva respuesta
" Ya que le has dado las llaves de tu casa, tiene derecho a saber con quien vive, Miguel " su respuesta la imploraba que desvelara el pasado cuanto antes.
"Ya veremos"
Ambos sabían que no era para nada un tema fácil del que hablar. Si ambos eran honestos, ni siquiera entre ellos eran capaces de poder explicar que era lo que realmente pasaba. Eran diferentes temas que se sabía que habían pasado, pero nunca habían compartido y, mucho menos, vuelto a recordar en voz alta. Si, Miguel tenía problemas de insomnio por esos recuerdos, pero nada más. Llevaba tiempo sin poder verbalizarlos o expresarlo. Jessica sabía que era el primer paso para sanar su muy lastimado corazón, pero Miguel no intentaba simplemente porque no podía. Lastimaba demasiado.
Tras unas gotas de perfume, bajó con su amiga a ver a Peter. Tenía un estilo más desenfadado, una camisa con telarañas, unos vaqueros desgastados y unas converse más rotas que su cartera, algo que contrastaba con la sencillez pero elegancia del conductor. Peter no pudo evitar reírse, mientras le dejaba su preciada hija a cargo de su nueva amiga. Ambos se marcharon y, dentro del taxi, Peter buscó algo que no fuera Luis Miguel.
" Tienes que ponerte al tono del bar al que vamos, Miggy "
" No me llames Miggy " le exigió " Y no valoras el arte de Luis Miguel "
" Vamos a un lugar de pura anarquía y cerveza fría " dijo con un tono desenfadado, poniendo los pies en alto. Notó la fría y asesina mirada de su amigo, por lo que los bajó de inmediato " Encima piensa que vas a conocer al chico que me ayudó "
" Si vieras al capullo ese, ¿lo reconocerías enseguida? "
" Claro, esas cosas no se olvidan. Pero creo que Hobie lo conoce más. No todos tienen los pantalones de contestar así a... bueno... eso "
A medida que intentaba seguir con un buen animo, Miguel notaba que hablar del tema cada vez se le hacía más difícil. A cada palabra, se encogía más, como un niño atemorizado. Miguel suspiró en alto, haciendo notar que estaba cansado y arrepentido de sacar ese tema una vez más. Con ese simple gesto, vio que Peter se acercaba un poco, como cuando Gabriella pedía la ayuda de su padre en los momentos más importantes de su vida.
" ¿Por qué me preguntas tanto sobre esto, Miguel? " se atrevió a preguntar sobre el gran elefante rosa del coche. El gran misterio, la gran duda, el gran abismo que separaba el ultimo tramo para afianzar su amistad. Sabía que era un gran elefante, un melón terrorífico del que había visto pequeñas pistas desperdigadas sobre la casa pero nunca preguntado sobre ellas. Por fin podía preguntar, podían hablar en un espacio del que no podía huir.
El silencio se hizo sobre ellos como una gran sábana negra, que les impedía ver más allá, a pesar de la radio fórmula que los acompañaba. El pop barato se escuchaba como un eco lejano y, evidentemente solo Peter intentaba llegar a Miguel. El preguntado se notaba lejano, como si estuviera saludando a un reflejo de un Miguel estaba mucho más lejos de lo que parecía. Las medidas del coche se habían duplicado y, a pesar de la calefacción, él frío se hizo patente. Peter no se arrepentía de preguntar, evidentemente quería las respuestas que Jessica le dijo que existían, saber de quien era la ropa que estaba usando su hija y como era que habían litros y litros de productos para niña sin usar por mucho tiempo. Sabía que había alguien detrás de el segundo nombre en el buzón de la casa, alguien que usó en su día aquellas toallas color pastel y, sobre todo, alguien que en su día decoraría la casa con tanto cariño y esmero.
¿Qué tenía de malo preguntar sobre el pasado de alguien que ya conocía hasta a tu futura ex mujer?
" Creo que ese señor fue el que secuestró a mi hija Gabriella "
La respuesta de Miguel fue tajante, fría, titubear... Peter abrió los ojos con una mezcla de asombro y pánico. No se esperaba que melón estuviera podrido, que el gran secreto de su dureza fuera algo tan... no se le ocurrían adjetivos para poder calificar aquella simple frase. Era algo fácil de decir, pero nunca de imaginar o saber como actuar. Necesitaba procesar muchas cosas: para empezar que Miguel tenía una hija... ¿tiene o tenía? ¿cómo podía saberlo si ni él tenía pista alguna de cómo se encontraba ella? hasta le dijo el nombre de esa pobre criatura: Gabriella. Sonaba a dulce como melocotón y fuerte como el roble. Cuando buscó nombres para su hija él lo tenía claro, debía llamarse como la mujer que lo cuidó por mucho tiempo, pero su futura ex-mujer no pudo evitar mirar más nombres para hacer un compuesto y ese salio... si, aun se acordaba del significado de este.
" Que bello nombre... ¿no era "fuerza de dios"? " se atrevió a preguntar no solo con la intención de que hablara más de ella, también para saber como es/era la hija de Miguel.
" Si, a mi mujer le encantaba ese nombre por eso, como si de verdad un nombre dictara como vas a ser... yo lo hacía más bien por mi hermano "
Espera, ¿Miguel tiene un hermano?
Peter quería hacer más preguntas, pero Miguel freno. Para su mala suerte, ya habían llegado, por lo que no podían seguir con su conversación. Él fue el primero en salir, viendo como desaprobación todo el oscuro ambiente que los rodeaba. A Peter le costó, no se acostumbraba a la penumbra, los cristales rotos, las farolas parpadeantes y, sobre todo la gente. Los recuerdos de esa fatídica noche lo acosaron: a flor de piel tenía el pánico, la carrera, ese asqueroso señor... pero sobre todo, la gratitud a personas como Hobie que, a pesar de vivir en ese lugar de mierda, lo ayudaban.
Miguel lo esperó a que lo guiara a entrar al local. Parecía imposible por la marea de gente que ya se encontraba en frente. Peter lo intentó, sin éxito, hasta que, fuera de esa marea, vio como la persona que más buscaba llamaba su atención con un simple y desenfadado gesto de su mano. Agarró a Miguel de su brazo y lo arrastró hasta el punketo. Este los saludo sin ganas y los llevó por la puerta de atrás, aquella misma por la que hacía noches había entrado pidiendo ayuda.
" ¿Unos dulces? " pregunto Hobie " La cerveza ya está en camino "
" ¿Dulces normales? " se atrevió a preguntar Peter, dado el ambiente en el que estaban
" Si tío... solo tocamos punk, la droga esta muy cara, son un invento del capitalismo para controlarnos y me encantan los toffees de regaliz "
" No soy de dulces " fue lo único que dijo Miguel mientras aceptaba la cerveza.
Después de servir las cervezas, los llevó a un punto reservado para que pudieran disfrutar del mejor punk en directo. Si bien Peter se atrevía a disfrutar de algo que nunca había probado, ya que todo estaba gratis, no podía decir que no. Incluso los diferentes dulces que les llegaban variaban con pequeños salados. Por su parte, Miguel parecía estar esperando a algo o alguien, sin dejarse llevar por el ritmo. No podía culpar después de la gran revelación, aunque podía ver que a veces su cabeza intentaba seguir uno de los tantos locos compases solo con cerveza en manos.
Espera... ¿Miguel no era quien conducía en la vuelta? ¿Lo haría bien después de tres cervezas frías tostadas?
Por primera vez en mucho tiempo, Peter rezó.
Después de la agradable velada, se reunieron con la banda. Hablaban de cenar donde Pavitr, pero era imposible por la mala relación que tenían con el hindú. Acordaron ir a un burguer, pero la extraña pareja decidio dejarlos solos, alegando que no querían pagar horas extras a Jessica. La banda aceptó a cambio de que ellos les pagaran en donde Pavitr una de las recetas cinco panes de la tía Maya. Se acercaron al coche sin medir palabra, viendo como varios habían sido desvalijados de la forma más cutre y básica de este tipo de personas. Con suerte, el suyo no fue. Por un momento Peter se imagino que era por el color del taxi y el logo. Podía significar algo que se escapaba de su conocimiento...
" Entra Peter, o te dejo aquí solo " le respondió dentro del coche.
Asintió y se sentó. Puso su cinturón mientras que Miguel se adelantaba a poner su disco de los grandes exitos de Luis miguel. No tenía ganas de pelear, por lo que dejó que pusiera " Ahora te puedes marchar ". No siguieron con su interrumpida conversación, simplemente condujeron y dejaron que, después de esa animada canción, regresaran las baladas del Sol de México. Podía escuchar los suaves pero afinados tatareros de Miguel, reprimiendo cantar en su presencia pero no el ritmo de uno de sus cantantes favoritos. Se lo imaginaba como un buen cantante, siendo honestos.
En un par de canciones, ya estaban en frente de la casa. Esta tenía las luces y no estaba el coche familiar de Jessica. Ambos entraron y vieron una nota al lado donde Miguel siempre ponía sus llaves, donde ella aseguraba que la pequeña estaba durmiendo y que se tenía que marchar por una emergencia de las suyas. En efecto, la pequeña Mayday estaba dormida, abrazando un peluche como si no pasara nada. Ambos adultos la dejaron sola y fueron a la cocina. Miguel sacó un par fritos que tanto traía Byte y dos coronas.
" ¿No querías seguir con la conversación de antes? " le preguntó mientras abría las cervezas con un tenedor antes de irse a sus preciados sofás.
