Vamos a decirlo: realmente parecía que su trasero había crecido. Que viéndola en panties y camisa blanca, dándole la espalda, no podía ignorar las curvas que había tomado su cuerpo. Luan viéndolo parado en el marco de la puerta viéndola secándosele la boca y la garganta, en lo que ella sin decirle nada lo mira; sin gritarle o reclamarle. Luego la comediante desvió la vista pareciendo que lo ignoraba, su pudor no estaba presente a aquellos ojos, y continuaba desvistiéndose incluso más suavidad y calma que antes, y Lincoln hipnotizado, se quitó finalmente al oír unos pasos venir del pasillo encendiéndose, agitándose su corazón como raquetas contra el tambor.


Claro que Lincoln precede no a tratos similares por más que mire, pero sí a la forma que convenía.

El peliblanco carecía de una especie de tacto para intenciones confusas. Las respondía o preguntaba por ello a lo más inocente del reaccionar de la interlocutora, y mostraba su masculinidad frente a ella, en gestos como abrir las piernas al sentarse, abarcarse en el sofá haciéndola reír, enseñando los brazos y diciéndole que sienta su músculos, porque de repente empezó la rutina con Lynn Jr y quería ver su opinión, y Luan parece no hacer otra cosa que halagarlo, secundarlo, o a veces, hasta se quedaba en silencio colorada, repitiendo una que otra afirmación.

Más tarde estuvieron en el cuarto de Luan que compartía con Luna, hablando casualmente de una serie que vieron con sus hermanas, que no les gusto en realidad, pero aún así fingieron estar interesados.


Ronnie Ann lo molestaba.

¿Por qué le molesta que lo moleste?

Son unos chicos de la edad, siendo chicos en desarrollo. No es muy amanerada. Es una buena chica para él, dice Lori y todas consienten ¿no... ?

Vino a dejarle un recado y no estaba. Recibió el mensaje en una carta de las manos de la niña latina que se lo pedía de favor con una mirada seria, confiable en un enrojecimiento infantil. Cuando cerró la puerta, subió a su cuarto para después abrir la carta, leerla de un tirón, y después romperla en muchos pedazos, verterla en el cesto de basura y anudar la bolsa que estaba puesta, para sacar la basura inmediatamente sin pensarlo demasiado. Al final cuando ya era tarde y todos habían vuelto a casa, Luan lo miró, le hablo y al final no le dijo nada acerca de la visita de Ronnie.

Cuando veía a su hermano, creía que era mejor que estuviera sin pareja. Así no tendrían que acotar su tiempo juntos.

¿Era una mala hermana por quererlo solo? Engañada, pensaba que era por un bien aunque sin razones existentes. Un retrato que daba energías para librarse de la costumbre, y seguir sentimientos. Incluso, apagándolos al ver su porvenir en su buen comportamiento y acciones.

Se llegó ha enterar a los días de la carta que nunca le fue entregada. Ella se puso amarilla y quiso huir entonces la encaró, mas diciendo, callando y mostrando su tristeza, la perdono a los minutos, y tuvo que decir que no era un gran asunto en realidad para que calmara, apenado y sonrojado consolándola. Cosa que no hacía más que agitar a Luan con su corazón a mil y el cambio de su respirar.

"¿Por qué era tan bueno, Lincoln?"


Benjamín Estein no era un mal sujeto a decir verdad. ¿Por qué ese enfado? Lincoln debía de entender para no levantar sus miradas. Ella había estado muy triste y ahora tiene a alguien que la hace sonreír de nuevo... ¿Por qué vienen esos celos... ? Nunca ha celado a sus hermanas querida y amadas. ¿Por qué ahora? ¿Por qué intervenir?

Al menos, su cuerpo aún no sería para ese chico en definitiva, aunque sus labios fueran a ser besados por ese... mas, ¿qué le importaba eso siendo que es simplemente su hermano? ¿No es raro aquello? Molestarse por eso... ¿Qué le pasaba?

Verla caminar, jugando con la pluma entre sus labios. ¿Era a propósito? Se acostaba quitándose las calcetas y cruzando las piernas, era obvio que tenía un poco más de carne delicada, lisa y lozana. La falda descubría la parte trasera de sus muslos gorditos.


Tuvo una clase de sexualidad en la escuela. El hombre mete su "johnson" en la abertura que tiene la mujer entre sus piernas e insemina sus ovarios después de las "estimulaciones mutuas", la profesora remarcó estás dos palabras viendo las hileras del frente. Clyde detrás de Lincoln le susurro que las mujeres que tienen los pechos y las caderas grandes son con las que puedes tener muchos y buenos bebes. Que una mujer grande y curvilínea era muy buena para tener bebés, algo así como Lori.

—"Hablas de mi hermana, Clyde" —había dicho Lincoln dando el papel ofendido.

Pero tenía razón. Lori era en suma una mujer deseable y no era la única que despertaba miradas y comentarios de entre sus hermanas en los compañeros de escuela. Chandler un día se lo dijo abiertamente cuando remontara en alguna ocasión la vez que miró a Luna de casualidad fuera de la escuela, dando un comentario lujurioso seguido de una aspiración satisfecha, y a la semana le hablaba por el pasillo para mostrarle un video qué resultaba ser triple x, de una castaña pecosa de cabello cortito y trasero prominente. En aquel momento le dijo en tono serio: "se parece a tu hermana", y Lincoln no le pareció en nada y salió su molestia fraternal cuando lo aparto y se fue del círculo que había formado por los casilleros, y todos se rieron de la reacción, y Clyde callado todo el tiempo tembló a unos temples hostiles que lo miraban, pero supuso de inmediato a quien se refería sonrojándose ampliamente y titubeando para seguir a su amigo enojado con prisa.

No era un puritano pero no veía pornografría como Clyde lo hacía. ¿Por qué de repente sus hermanas eran un tema de conversación de la escuela de ese giro? No tenían la decencia de callarse y aumentando aquello, y no solo diciendo vulgaridades pues hablaban de que él estaba rodeado y en presencia de mujeres muy hermosas, de las cuales podían enamorarse fácilmente cualquier individuo, según las características y gustos sean requeridos debido a la amplia variedad, por lo que cada uno de sus amigos evocaba a cada una de sus hermanas según la que más le gustaba a cada uno, dando de Lori hasta para con Lola incluso. Y esas eran cosas que Lincoln mejor quería tener bien ignorado, sin poder evitar escuchar las alusiones, razonamientos, y no pudiendo no dejar de pensar inquieto, analizar sus cosas a su modo repasando consanguíneas, evocara propiamente y casi inmediatamente a Luan, chica que no estaba entre las más bonitas a gusto general de los chicos, pero que a él últimamente recordándola, le invadía un rubor y un inconveniente en la entrepierna escuchando las majaderías que usualmente repudiaba. Como si fuera dueño de gran recato. Como si no le viera las piernas, los brazos descubiertos estirándose mostrando las axilas (¿era raro pensar que le resultaban atractivas?), notando su talle fino, las caderas pequeñas vislumbrándose pueriles, la cintura cerrada, y el culo que paraba, cada vez que se posicionaba enfrente de él, y sabía que la veía. En el momento le invadía a un sopor raro y afiebrado, incluso al evocarlo enfrente de sus amigos, se veía raro imaginando a su hermano.

—Carajo, Lincoln. ¿No me digas que te estás calentando, enfermo incestuoso? —cuestionó Chandler que se juntaba más con el grupo "ocasionalmente" en las mesas del patio —Porque de verdad, ¡mierda!, yo no te culparía que lo hicieras... Sí, de verdad chicos, no se rían... porque, no me imagino a ustedes también en el Edén que tiene Lincoln en su casa, sin que a uno de ustedes no se les parara el pajarito, o fantasearan con algunas de ellas...También yo levantándome en la mañana, no me veo comportándome viendo tantos pechos y traseros en pijamas y en pantaletas... No, yo no dudaría en meter mi cara en alguna de ellas y querer follarla hasta quedarme seco, (preferiblemente el trasero de Luna sin ofensa). Por eso de verdad no te culparía, ¿sabes? —una carcajada salió de él, y Rusty y Zach se sumaron a reír, sin embargo continuó en su explicación al controlarse —No te culparía, Lincoln, porque después de todo, tu y todos los que estamos aquí, somos hombres; y ellas, obviamente son mujeres, ¿no?, y que buenas están, hermano... —decía sonriente y algunas voces lo apoyaron.

Lincoln avergonzado por su palabras, mirándolo, tratando de mostrar desagrado e indignación, agito la cabeza y desvió la vista.

—Todos ustedes están enfermos... —dijo en lo que unas risas burlonas se abrían.

Pero, realmente ¿era que él no era un enfermó también? Cada vez más permitiéndose escucharlos, cada vez pasando por alto, e imaginando y notando ciertas realidades estéticas de sus consanguíneas, que se paseaban con normalidad por la casa como si no fueran ninguna cosa más que personas que no sabían que eran objetos de sabe cuántas fantasías masturbatorias, a veces no sintiendo o viendo exactamente ese deleite que poseían sus amigos por cada particular, aspirando y relajándose aliviado de no ser un malsano, para luego encontrarse con otra, que sí le ponían en una situación incómoda para consigo.

Luan siendo el pilar; el objeto principal a pensamientos impropios.

La cuestión era que se eximía temprano cuando veía a Luan levantada, de forma concisa y disciplinaria (cosa que seguro le ayudaran a sus abriles infernales y en gran parte de las actividades) metiéndose al baño para sus abluciones y embellecimientos propios rutinarios, saliendo con una piel hidratada y límpida que sumaba a su lozanía, levemente maquillada apropósito, con pestañas largas, para que los ojos del chico la captaran inusitada, relamida, ataviada y bella en el desayuno.

—Oh... ¿Hoy te has maquillado? —decía tontamente al verla, queriendo hacerlo parecer casual —Te miras linda —decía después desviando la vista, escuchando el agradecimiento de su hermana riéndose coqueta.

"¿Qué digo?" decía viéndola y esperando con él en la sala para irse a la escuela.

Sentaditos y en silencio, tendría al mirarla, notando sus ojos azules lívidos, asaltando el pensamiento honesto de: "Es hermosa", que bordeaba varias veces sus labios al aparecer, para caer de la nada como un descubrimiento en un vacío que lo atontaba al no saber cómo reaccionar.

Era hermosa para él, claro. Su cola de caballo no le había parecido tan brillante y atractiva. Ella mirando su regazo y sonriendo, parecía notar por el rabillo del

ojo como era observada por su hermano con un brillo y una rojez, con la que viéndolo directamente, le preguntaba si le pasaba algo.

—¿A mí? —cuestionó Lincoln a pesar de que estúpidamente no había nadie más ahí —No... Yo estoy bien: radiante y vigoroso —respondió, no sabiendo porque, pero sin duda, ello reduciendo su agitación y provocándole una risita a Luan.

—Creo que lo notó.

—Siempre has sido muy observadora.

—Sabes, hoy van a pasar esa película que nos gusta en la tarde juntos. ¿Te gustaría verla?

—¿Cuál?

—Esa que han estado promocionando tanto en los comerciales del canal que vemos últimamente...

—¿Impacto Mortal III?

—Una comedia romántica —aclaró Luan sonriendo con las mejillas rojas.

En el momento llegó Rita preguntándoles si ya estaban listos para ir a la escuela, con Lynn Jr saliendo corriendo pasando por su costado, y Lucy tranquila viéndolos por el lado contrario con curiosidad.

Siguieron hablando hasta encontrar el título de la película subiéndose a la vansilla. De camino, Lincoln le preguntó si tenía algún nuevo chiste en su repertorio, cosa que desagrado bastante a no solo una de las que abarcaban aquel espacio que se quedaba corto en ocasiones.


Luan le gustaba pasar mucho más tiempo con su hermano que con su novio. Benjamin resultó ser más apocado de lo que pudo dilucidar. Se tomaban de las manos y habían de darse unos cuantos besos inocentes, pero de un tiempo acá, solo era ello con los tratamientos dulces de pareja cada vez más oxidados, o a veces, olvidados por tal chico que no sabía hacerse a su noviecita y escalar en la relación como otros en la edad, aunque pasaban buen rato juntos con sus intereses en el plano amistoso.

Con Lincoln al menos, podía volver a sonrojarse o saberse desear delante de unos ojos precoces y pervertidos como los suyos. Aquel que veía tan puro, lo cachaba comiéndolo con la mirada de la manera más inesperada, agachándose o posicionándose a su gusto. Era increíble, pero ya pasando de las segundas veces, no había lugar a dudas.

"Así es que se veía a una mujer", pensaba ruborizada ante la impresión, cuando ella era mucho más precoz que él. Además, ya no estaba con Ronnie, lo que le daba una fijación a la fantasía, de que, acaso le gustara.

Un buen día al anochecer, tocando a su habitación le dijo que si podía escuchar una de sus rutinas que preparaba para una presentación. Lincoln como siempre acepto sin miramientos, y pasaron un tiempo de caridad tensado en cierta complicidad con las miradas y silencios.

Al día siguiente estuvieron comentando su rutina después de la escuela, y vieron dos películas en el mismo sillón, en donde ella subió sus piernas a las rodillas del chico casualmente, se sonrieron cómodos, en lo que ella se deslizaba un poco levantándose su falda, descubriendo los mulos que se mostraban blancos y carnosos, que no evitó una tensión más prolongada.

Los dos se miraron en sus ocasiones en discreción.


Lincoln juraba que Luan se tenía alguna broma entre las manos. Tocaba a su puerta cada día cuando era la hora de acostarse. Le preguntaba un par de cosas y le decía muchas otras. Parecía dejarse fluir por lo bien que el chico la recibía y mostraba la cortesía de verse interesado por sus cosas, en un intercambio satisfactorio la mayoría del tiempo.

Incluso pasaban los minutos tan rápido para transformarse en horas con temas tan interminables debido a su entrelazamiento que no acababan, y ella terminaba acostándose en su cama mostrando los brackets con los pómulos entintados y ojos brillosos. Luego hablaba él confuso, debido a la petición de la damita de que le contara sobre sus cosas y sus nimias, fuesen las más pequeñas en sus días, y pidiéndole que le contara sobre un cómic que hacía. Que era cierto, él estaba dibujando un cómic que hacía por la pura motivación de la creación y el arte, a expensas de una historia creada totalmente por él y para él al final de cuentas, que mostraba para ella un matiz de profesionalismo, cuando Lincoln le llegó a mostrar los bocetos y las ideas que tenía en la cabeza, y que de repente, exponía ante ella con felicidad y devoción en ardor de felicidad, que emocionaba a la propia comediante tras sus prolongaciones de silencio y gusto con que miraba a su hermano hablar hasta que no quedara nada más que decir, aunque, bien sabiendo los dos sin decirlo, que sus intromisiones a su habitación no le permitiera continuar su proyecto, y los silencios abundaran entre ellos.

Por eso de un momento a acá, ella le pedía que continuara su trabajo, que solo quería estar un rato en su cuarto con su presencia y que haría lo posible por no distraerlo, después de que, inevitablemente, hablaran un buen rato, que tendiéndose en su cama hablándole en ocasiones más bajo, parecía escucharlo hablar amodorrada, que de repente poniéndose cómoda en la cama y las almohadas, se quedó, después de una ausencia de respuesta, aparentemente, dormida.