Capítulo 18


Para Tarú Le

¡Feliz cumpleaños, Naruto! Llego tarde, pero llego.


Durante la siguiente misión, acamparon en las afueras de Konoha durante tres días. En ningún momento Naruto había podido acercarse a Sasuke, aunque ignoraba si aquel estaba esquivándolo de nuevo o simplemente era imposible quedar a solas con él mientras Kakashi y sobre todo Sakura revoloteaban insistentes a su alrededor.

Para cuando regresaron, consideró que el tiempo que había pasado desde su último beso era en verdad un abismo y no podía seguir prolongándolo. Así que, como aún no se había aprendido ninguna buena receta, echó a andar por el mercado y compró todo tipo de vegetales. Con esas bolsas en la mano, tocó la puerta de Sasuke.

—¿Qué haces aquí?

—Ah, pues… dijiste que el otro día me comí todas tus provisiones… así que te traje algunas en compensación. Hasta compré esa cosa verde que no me gustó.

—¿Apio?

—Esa.

Sasuke se inclinó un poco para husmear en lo que había traído.

—Hay muchos tomates.

—Jeje, es que noté que te gustaban.

—Mmm… está bien, puedes pasar.

Tras descalzarse en la entrada, Naruto avanzó hacia la cocina directamente. Sasuke lo siguió y juntos guardaron cada vegetal en su lugar: los más frescos en el cajón de la heladera, el ajo y la cebolla en una alacena, y la pequeña planta de albahaca la colocaron en un vaso con agua. Cuando acabaron, permanecieron unos segundos en silencio. Entonces Sasuke dijo:

—¿Quieres ver tele?

El asentimiento que recibió era previsible. Aquella actividad sencilla se había convertido rápidamente en un terreno neutro en el que ambos podían compartir el tiempo sin preguntarse demasiado sobre qué hacer a continuación. Sasuke pasó los canales hasta que Naruto escogió una película que acababa de empezar y se sentaron uno junto al otro a verla nada más.

Naruto aguardó. En algún momento, cuando Sasuke inventara alguna excusa idiota para abrazarlo o para acercarse o lo que fuera, él lo dejaría hacer. Le daría esa satisfacción, se la debía. Ya después discutirían si los libros esos decían alguna verdad o no. Pero, incluso si estaban por completo equivocados —y Naruto guardaba la secreta esperanza de que así fuera—, era indudable que el cuerpo de Sasuke reaccionaba como lo indicaban las páginas que había leído. Bueno, no del todo, porque el origen del comportamiento de Sasuke no estaba en ninguna mujer, sino en él, en Naruto, un hombre, un niño más bien. Y Naruto podía intentar ponerle límites, pero al final no estarían discutiendo sobre una cuestión abstracta, sino que en concreto estaba restringiendo la voluntad de Sasuke, su posibilidad de ser feliz. Estaba restringiendo su posibilidad de ser feliz con él. Así que esta vez, cuando Sasuke avanzara sobre él, se quedaría quietecito y le daría el gusto.

En verdad quería que Sasuke se sintiera bien a su lado.

Tan convencido estaba de este plan que el hecho de que la película acabara y Sasuke no hubiera hecho más que mirarlo en silencio mientras él comentaba bobadas sobre el argumento lo desconcertó por entero. Más aún lo desarmó que Sasuke se incorporara enseguida, poniendo distancia entre ellos. Así que actuó rápido, sin pensar.

Lo tomó de la muñeca para detener el inicio de una caminata hacia la cocina. Sasuke lo observó con sorpresa, pero algo en la mirada dubitativa de Naruto le hizo comprender. Se giró hasta quedar frente a él. Se inclinó. Y lo besó con desesperación.

Naruto supo entonces que había hecho bien, que sin dudas Sasuke había estado todo ese tiempo esperando a que él le diera la señal que otras veces le había reprochado por malinterpretar. Sí, Sasuke había aprendido, aunque le llevara tiempo, que Naruto debía dar su consentimiento de alguna manera. Había sido paciente. Y Naruto debía premiar esa paciencia.

La mano de Sasuke se coló por su cuello, tomó su nuca y apretó, para enseguida expandir los dedos entre su cabello. Una leve electricidad lo recorrió y abrió la boca ante el beso que se profundizaba. Pero no era suficiente, para Sasuke no debía de ser suficiente, porque de pronto se sentó sobre él como si los centímetros que los separaban mientras estaba de pie fueran asfixiantes y llevó la otra mano hasta su cuello, sosteniendo su mandíbula con el pulgar y la nuca con el resto de los dedos, impidiendo que pudiera alejarse lo más mínimo.

Lamió sus labios, sus dientes, su paladar, su lengua, lo mordisqueó, lo succionó y parecía nunca cansarse de besarlo. Sasuke estaba poniendo en esa actividad una energía y una pasión tal que por un momento Naruto consideró que debía de haber contado cada segundo entre su último beso y este. Para Sasuke, la espera debía de haber sido insoportable.

Incluso cuando dejó de besarlo en los labios, sus demás movimientos fueron una prolongación de ese beso: llevó la boca abierta a sus comisuras, a su mentón, a sus pómulos, por todos lados quería dejar un rastro de saliva y de deseo. Besó también las tres marcas en cada una de sus mejillas y solo entonces se apartó un instante como para contemplar una obra largamente amada.

Pasó los pulgares por encima de cada cicatriz, observándolas con atención. Naruto notó entonces que nadie había hecho eso antes. Nadie siquiera hablaba de esas rayas zorrunas que diferenciaban su rostro de todos los rostros. Nunca le habían explicado qué significaban, por qué las tenía. Él imaginaba que lo volvían feo, que eran parte de los motivos —tantos— por los cuales lo despreciaban. Creía que no las mencionaban por vergüenza, para no exponerlo aún más, porque hacer evidente una cualidad tan atroz volvería insostenible cualquier intercambio con él. Pero Sasuke estaba acariciándolas. Sasuke las besaba. Sasuke las amaba de un modo en que Naruto jamás habría imaginado que podían serlo.

Sintió ganas de llorar, pero ¡no era eso lo que debería sentir! Seguramente Sasuke estaría excitado. Por lo menos, si quería tener un gesto con él, ¡por lo menos!, debía aguantarse las lágrimas.

Y lo hizo, se esforzó por poner la mente en blanco, por dejar que la turbulencia en su corazón se apagase, por... solo ofrecerse. Ladeó apenas la cabeza, dándole espacio para besar su cuello. Lo sintió bajar rápido la cremallera de su abrigo naranja. Cerró los ojos mientras las manos se deslizaban por su torso, mientras presionaban su pecho y luego su abdomen, para subir otra vez y acariciar sus hombros al tiempo que se deshacían definitivamente del abrigo.

Sasuke entonces se levantó apenas para moverse en el sillón: Naruto reconoció su deseo de verlo por completo, de tocarlo por completo. Obedeció en silencio y se volteó en dirección contraria. Sasuke metió las manos ahora debajo de su camiseta negra, acarició su cintura y luego la levantó para exponer su espalda. Arrodillado en los almohadones, se inclinó para poder besarlo allí, subiendo de a poco hasta que tuvo que saltarse el último tramo de la camiseta para llegar al cuello de Naruto. Lo mordió despacio. Más tarde hizo lo mismo con el lóbulo de su oreja derecha y chupó, casi jadeando en su oído.

Entretenido con el accionar de su boca, Sasuke detuvo la exploración por su espalda y su pecho. No obstante, poco después reactivó el camino de sus manos, en dirección a los pantalones naranjas.

Naruto continuaba inmóvil. Experimentó un repentino orgullo por su autocontrol. Había logrado detener las lágrimas. Incluso su respiración estaba tranquila, como si no estuviera ocurriendo nada fuera de su voluntad. Como si no se sintiera amado. Y como si no estuviera aterrorizado.

Por eso, lo descolocó enteramente que Sasuke se apartara de súbito y soltara esa risita característica, ese gesto de suficiencia que en el fondo siempre ocultaba una decepción. Si bien su voz sonaba agitada, podía identificarse en ella el dolor agudo de la frustración.

—¿Y decías que yo soy una piedra? —dijo.

Naruto giró el rostro hacia él, confundido.

—¿Uh?

—Mírate… no reaccionas ante nada —explicó Sasuke, con las manos inertes sobre sus muslos, como si estuviera concentrado en mantenerlas allí, lejos del cuerpo de Naruto. Chasqueó la lengua y desvió la vista—. Si yo fuera Sakura no tendrías esa cara de nada.

—¡¿Q-qué dices?

Sasuke exhaló con fuerza. Luego se sentó de frente, de modo que Naruto quedó a su lado. Cruzó los brazos.

—No te entiendo, Naruto, de verdad que no. No sé por qué insistes en venir a mi casa si esto no… no te agrada.

Alterado, Naruto se acomodó en el sillón en la misma posición que su compañero, aunque volteó el torso para encararlo y levantó las manos en el aire como si así pudiera desarmar las palabras que flotaban entre ellos.

—¡S-sí que me agrada! Sentirte tan cerca… es cálido.

Ante eso, Sasuke lo miró y repitió su sonrisa burlona. Una burla contra sí mismo.

—A tu cuerpo parezco aburrirle bastante.

Entonces Naruto comprendió de dónde venía el malestar de Sasuke. Cuando había llevado los dedos entre sus piernas… claro. Y, además, sus respiraciones eran tan distintas, Sasuke jadeando y Naruto inhalando profundo. Diablos. Eso había salido mal, tal y como se le figuraba en todos sus miedos sobre este tema. Se rascó la cabeza, avergonzado.

—Ah, ya, te refieres a eso… lo siento. Creo que… que vengo fallado.

—¿Fallado? —Sasuke negó con la cabeza, casi condescendiente—. Tienes suerte si te gustan más las mujeres, deberías apostar a eso y dejarme en paz.

Semejante declaración no le trajo más que estupor. Naruto empezaba a exasperarse, le resultaba demasiado difícil hacerse entender.

—¡No, ya te dije que no es eso! Quiero decir, sí hay chicas lindas, me puedo dar cuenta de eso, pero… prefiero estar aquí. Prefiero sentirte a ti. —Se revolvió el pelo, nervioso—. Lo que pasa es que… creo que mi cuerpo es distinto al tuyo. Simplemente… no… no…

—No te excitas.

—Eso es. Quiero decir, nunca me pasa, no solo contigo. O sí me pasa, pero… me pasa si imagino algo o si… leo una historia… pero no me pasa con… con las personas.

—¿Con las personas…? ¿Probaste con muchas?

—¡N-no!

—Es decir, solo no te pasa conmigo.

—Es que yo sí quiero estar aquí, ¿qué no lo entiendes? —Y quizás estaba diciendo más de lo que se había propuesto, pero era todo lo que se le ocurría para retener a Sasuke, para retener lo que habían construido juntos—. Esto es todo lo que puedo sentir, es lo único que sé sentir ahora, pero no tiene que ver contigo. Me gusta lo que me haces sentir. Cuando estoy contigo, hay algo, no sé, hay algo que se siente bien. No quiero estar en ningún otro lugar. ¿Y tú? ¿Quieres que yo esté aquí, aunque no pueda… no pueda darte lo que quieres, sea eso lo que sea?

Sasuke apretó los labios, mirándolo fijo a los ojos. Finalmente, negó con la cabeza, sonriendo de lado.

—Eres un tonto —murmuró, después de lo cual se giró un poco más para abrazarlo hasta ocultar el rostro en su cuello.

¿Qué significaba aquello? ¿Que sí quería… que se quedara? Ante la duda, Naruto se quedó callado, de modo que solo estuvieron así, uno dentro de los brazos del otro, sin verse las caras y sin decir nada.

Pero eso no podía durar para siempre. Naruto necesitaba saber. Por lo tanto, cuando sus codos empezaban ya a entumecerse, dijo:

—Oye, Sasuke… si tú también quieres que yo esté aquí, incluso aunque esté fallado… ¿eso no quiere decir que somos novios?

La voz de Sasuke llegó apagada, aplastada contra el cuello de Naruto.

—No pienso responder a eso, usuratonkachi.

Naruto sonrió. Porque Sasuke no era capaz de decir que sí pero tampoco había dicho que no a ninguna de sus preguntas. Y ese simple hecho ya era una victoria.


Notas de Autora: ¡oh por dios! ¡Este es el verdadero "han pasado 84 años"! Me disculpo por haberme alejado tanto de esta historia. Agradezco profundamente a Tarú, pues solo gracias a su apoyo pude escribir este capítulo (y los anteriores). Por ahora, no tengo nada más escrito (solo algunos apuntes sobre próximas escenas) y la vida me está pasando formidablemente por encima, por lo que no puedo hacer ninguna promesa sobre la siguiente fecha de actualización. De verdad lo siento. Como sea, quiero agradecer también a quienes me dejan comentarios en Ao3 y FFnet, a pesar de cuánto tiempo ha pasado. Es hermoso para mí saber que hay quienes aprecian este fic. Ojalá hayan disfrutado de este capítulo. Me encantaría saber sus opiniones al respecto y qué es lo que les gustaría que ocurra en el futuro. ¡Les dejo un fuerte abrazo!