Disclaimer: Nada de esto me pertenece, la saga crepúsculo es propiedad de Stephenie Meyer y la trama es del libro "Venganza para Victimas" de Holly Jackson, yo solo busco entretener y que más personas conozcan este libro.
Capítulo 48
—Ni de coña, princesa —se negó Edward. Le temblaba la voz al otro lado de la línea y respiraba rápido, con miedo.
Bella agarró el teléfono demasiado fuerte contra la oreja. Era uno de los de prepago; no se fiaba de su móvil de verdad para esa conversación.
Dejaba rastros, y conexiones con Edward.
—Tengo que hacerlo —dijo, imaginándose los ojos de su novio, mirando perdidos ese espacio vacío mientras el mundo se desmoronaba alrededor de ellos.
—Te lo pregunté muchas veces —soltó él un poco enfadado—. Te pedí que comprobaras que lo tenías todo en la mochila. ¡Te lo dije, Belly! ¡Te dije que lo comprobaras!
—Lo sé. Lo siento. Pensé que estaba todo. —Bella parpadeó y las lágrimas le cayeron sobre la boca. El estómago se le retorcía al escucharlo así—. Me había olvidado de ellos. Es culpa mía. Todo es culpa mía, mi amor, por eso tengo que confesar, para que yo sea la única…
—Pero tienes una coartada, Sargentita —la cortó él. Estaba intentando no llorar, Bella se dio cuenta—. El patólogo cree que Neil murió entre las nueve y media y las doce, y tú tienes todas esas horas cubiertas. No se ha acabado, Belly. Los auriculares son circunstanciales, seguro que se nos ocurre algo.
—Es una conexión directa entre Neil y yo.
—Podemos pensar algo —dijo Edward más fuerte, hablando por encima de ella—. Se nos ocurrirá un nuevo plan. Es lo que mejor se te da. Es lo que hacemos.
—Hawkins me ha pillado una mentira, Edward, y los auriculares le dan una causa probable. Eso quiere decir que, probablemente, puedan conseguir una orden para recoger mi adn, si quieren. Y si nos dejamos accidentalmente algún pelo, o lo que sea, en la escena, entonces se acabó. El plan solo funcionaría mientras no hubiera ninguna conexión conmigo, solo indirecta por mi llamada a Lestrange aquella noche, y el podcast. Se acabó.
—¡No se ha acabado! —gritó él. Estaba asustado, Bella lo notaba a través del teléfono. Estaba contagiándoselo también a ella, excavando bajo su piel como si tuviera vida—. Te estás rindiendo.
—Ya lo sé —admitió ella, cerrando los ojos—. Me estoy rindiendo. Porque no puedo permitir que te hundas conmigo, bebé. Ni los Potter, ni las Greengrass, ni Rose. Ese era el trato. Si algo salía mal, yo era la única que cargaría con la culpa. Y ha salido mal, Edward. Lo siento.
—¡No ha salido mal! —Escuchó que resoplaba al otro lado del teléfono. Y el ruido de un puño contra la almohada—. ¡Funcionó! ¡Funcionó, joder! Y tienes una coartada. ¿Cómo vas a confesar si estabas en otro sitio a esa hora?
—Les contaré lo que hice con el aire acondicionado del coche, el truco, solo que no funcionó tan bien. Tu coartada te cubre desde las 20.15, así que a lo mejor les puedo decir que lo maté a eso de las 20.00, de ese modo tú no tienes nada que ver. Lo metí en el coche y fui a crear mi coartada falsa con Tori y Daph. Ellas no sabían nada. Son inocentes. —Bella se secó las lágrimas—. Dejarán de investigar. Una confesión es la prueba más perjudicial, lo sabemos por Stu Macher. No les hará falta seguir indagando. Le contaré a Hawkins quién era Neil, lo que me iba a hacer. No creo que me crea, a no ser que haya alguna prueba. Y a lo mejor la hay, en algún sitio. Igual aún tenía los trofeos. La defensa propia queda descartada, sobre todo con todo el esquema tan elaborado para encubrirlo, pero a lo mejor un buen abogado podría reducir los cargos de asesinato a homicidio voluntario y pue…
—¡No! —exclamó Edward furioso y desesperado—. Te pasarás décadas en la cárcel. Puede que hasta toda tu vida. No lo voy a permitir. Mike mató a Neil, no tú. Hay muchas más pruebas que lo señalan a él que a ti. Podemos hacerlo Belly. Todavía puede salir bien.
Dolía demasiado escucharlo así. ¿Cómo iba a ser capaz de decirle adiós cuando estuvieran cara a cara? Las costillas se le cerraron alrededor del corazón, apretando hasta que cedieron al pensar en que ya no lo vería todos los días, solo en visitas quincenales y con una mesa metálica de por medio, con guardias vigilando para que no se tocaran. Eso no era vida, al menos no una que quisiera para ella, ni para él.
Bella no sabía qué decir, no podía arreglarlo.
—No quiero que… —dijo Edward en voz baja—. No quiero que te vayas.
—Si tengo que elegir entre tú y yo, te elijo a ti, mi vida —susurró Bella.
—Pero yo también te elijo a ti, princesa —dijo Edward.
—Iré a despedirme antes de irme. —Sorbió por la nariz—. Voy a bajar a tener una cena normal con mi familia. A despedirme de ellos también, aunque no lo sabrán. Solo un último momento de normalidad. Y luego iré a despedirme de ti. Y me iré.
Silencio.
—Vale —aceptó finalmente Edward, con una voz más densa, y un aura que
Bella no supo reconocer.
—Te amo —dijo ella.
Edward colgó el teléfono. El tono retumbó en las orejas de Bella.
