Cap 14. Daños.
Si alguien le hubiese dicho que tras un negocio ilegal fallido acabaría encerrada, torturada y que posteriormente sería liberada y curada por el grupo más famoso –tanto como peligroso– de todo el Sistema Lylat, no lo habría creído; jamás. Katt Monroe no quiso incorporarse una vez despierta, libre del entumecimiento causado por la prolongación de inconsciencia, pues necesitaba pensar lo que querría Star Wolf de ella por aquel favor. Dudaba fueran a dejar pasar la oportunidad de usarla cuando gastaron sus recursos médicos en ella con tanta facilidad, así que necesitaba prepararse mentalmente para el momento en que alguno de sus tres miembros importantes cruzara la compuerta de su habitación dispuestos a interrogarla e intimidarla. No sabía dónde se encontraba con exactitud pero dudaba estuviese dentro de algún planeta que le facilitara huir a la menor oportunidad, después de todo era absurdo que mercenarios como ellos anduvieran tan campantes por sociedades que buscaban encerrarles de una vez por todas debido a las altas sumas de dinero sobre sus cabezas. A ella le hubiese gustado mucho relajarse una vez lejos de sus captores iniciales, más comprendió que simplemente tal sería su peor error en este punto. Nunca se debe bajar la guardia dentro de un ambiente laboral como aquel.
El sonido electrónico que emitía la puerta al abrirse la obligó retener un suspiro derrotado, del mismo modo cerró los ojos por instinto para simular que continuaba dormida y así ahorrarse un encuentro tan abrupto, especialmente cuando no estaba lista para conservar la calma ante quienes fueran sus inaccesibles salvadores. Sin embargo, aunque en cierta forma la alivió percibir los pasos, aroma y presencia de un solo antropomorfo, su pequeña actuación infantil no le valió.
—No tienes que fingir, señorita. Pude ver en las cámaras el momento exacto en que despertaste.
Irritada y frunciendo el entrecejo, Katt no tuvo más remedio que separar sus párpados y mover la cabeza sobre la almohada para mirar a la pantera que no tardó en tomar asiento junto al muro con la intención de darle su espacio. Sin comprender muy bien porqué un delincuente como él se molestaría en seguir modales, la felina de rosado pelaje se levantó para tener más confianza de enfrentar a este hombre, cuya mirada era tan penetrante como serena, lo cual la sorprendió ya que se esperaba una atmosfera llena de hostilidad desde el primer momento.
— ¿Por qué me ayudaron? —inquirió, guiando la conversación a lo que más le importaba resolver.
— ¿Esperabas que te dejáramos ahí? No habría sido ético de nuestra parte.
— ¿Un mercenario de tu calaña hablando de ética?
—Puedes encontrar caballeros en todas partes, incluyendo en ámbitos tan bajos como la delincuencia. Aunque bueno, debo admitir que me tiene intrigado tu caso. Una señorita como tú ocupando el interior de una habitación oculta, dentro de una estación espacial manejada por policías galácticos, atada como una criminal pero sin verdaderos signos de serlo, pues de otro modo te encontrarías en las celdas. Si me lo preguntas, es sospechoso. Así que mi misión es debelar el misterio. ¿Qué hacías ahí?
—No todos en la policía galáctica son gente honrada, si estaba escondida es por eso.
— ¿Fuiste secuestrada para ser vendida? ¿Eso es lo que me estás diciendo?
—Así es —mintió, inquietándose por la sonrisa que aquella pantera no tardó dibujar en su varonil rostro. Era un sujeto atractivo, no lo podía negar pero su amabilidad la preocupaba.
—No es necesario que me subestimes, no tengo poco tiempo en el negocio. Sé cuándo alguna hembra es transportada entre planetas para prostituir ilegalmente y ser escondida en una estación espacial llena de policías galácticos, no piratas, no es de las formas más efectivas para pasar desapercibida. Vamos, querida dama. No hagas mi investigación más difícil.
—Mis asuntos no te importan —declaró, a la defensiva.
—Tus asuntos son míos por mera y banal cortesía, sin nosotros continuarías amarrada con esos alambres de alta tensión alrededor de tu cuerpo, chamuscando tu precioso pelaje y destruyendo tu sistema nervioso lentamente, sólo piénsalo. Tranquila, nadie aquí va a juzgarte, no tendría sentido que lo hiciéramos, ¿no crees? Somos parte del mismo mundo, ¿no?
Katt desvió la mirada unos momentos, reviviendo el fatídico momento en el que aquellos piratas espaciales la atraparon e intentaron hacer lo mismo con sus amigos, recordarlos la hizo desear que hubieran logrado escapar y que en esos momentos se encontraran sanos y salvos. Nunca fue su intención involucrarlos, fue un terrible error de cálculos que sus agresores llegaran con ella justo el día que pretendía despedirse de ellos durante esa reunión, en pos de lo que pudiera acontecer en el futuro. Ojala no la estuviesen buscando, sería terrible que no corrieran su misma suerte, aun si no podía decir que estaba segura en manos de Star Wolf.
—Estaba tratando de hacer dinero "fácil" —confesó la felina con vergüenza—. No quería conformarme con las ganancias que obtenía de mis ocupaciones actuales, así que me contacté con algunos clientes que querían averiguara las movidas del grupo adversario. Algo salió mal y terminé como me encontraron. Nada extraordinario, sólo gajes del oficio.
—Entiendo… ya decía yo que tu complexión aludía a una combatiente experimentada, no a una civil común y corriente que se encontraba en el momento y lugar inadecuado.
—Ahora que lo sabes, ¿qué quieren de mí?
—Primero que nada tengo que comunicarte que me costó mucho trabajo convencer a mi jefe de que podrías sernos de ayuda en nuestra propia investigación, él estaba dispuesto a dejarte donde te encontró, así que necesito saber los detalles de tu misión privada.
— ¿Quieres que te agradezca? —Para diversión de Caroso, la felina masticó las palabras que utilizó para formular aquella pregunta mientras se erizaba.
—No es necesario, aunque me tranquilizaría mucho que cooperaras.
— ¿Qué clase de investigación es la que están llevando a cabo?
—Sobre los fenómenos de luz que han estado estallando por todo el Sistema Lylat, te sorprendería lo estrechamente involucrados que han estado las organizaciones piratas, hemos sido contratados como nunca esta temporada, es inevitable que nos sintamos curiosos. Y ya que tú estabas en la zona donde un importante grupo de policías corruptos se reunían, sospecho que tienes información valiosa que compartir al respecto. —Katt se tensó mirando los afilados ojos amarillos del tercer integrante de Star Wolf con desconcierto, aquel sujeto era agudo—. ¿Acerté?
—…Está bien —accedió la rosada felina saliendo fuera de las sábanas—. Fui contratada por Curt, un grupo dedicado a la fabricación de armas venenosas en Zoness disfrazada de empresas farmacéuticas, para investigar Infamious, quienes se dicen estar ligados con cultos religiosos sumamente peligrosos.
—Sí, he oído sobre ellos. ¿Entonces?
—Ellos aseguraban que estos fenómenos galácticos tenían que ver con una señal de su deidad, quien se dice residir en otra dimensión, una criatura horrida que puede aparecer y desaparecer a voluntad y se cree es la causante de que existan agujeros negros en la galaxia, los cuales usa para alimentarse de los desechos espaciales. Sino mal recuerdo la llaman "El segundo universo".
—Una idea inquietante sin duda.
—Curt creía que estos estaban imitando sus productos y que además eran quienes se deshacían de varios de sus distribuidores, así que necesitaban que yo fuese en busca de pruebas… y las obtuve. Pero justo cuando estaba a punto de huir me descubrieron, así que me ataron y su líder dijo sería usada como sacrificio en honor a su primera reunión con dicha divinidad.
—Entiendo. Menos mal que llegamos a tiempo, habría sido una pena que desapareciera una hembra tan hermosa como tú —elogió guiñándole un ojo, fue un gesto tan sutil que a Katt no le molestó, después de todo ella solía usar esos mismos métodos para aligerar el ambiente, eso le daba a conocer más sobre la personalidad carismática de este macho; suponía que sería una razón para que hubiese sido aceptado en Star Wolf, pues dudaba los otros dos poseyeran esa habilidad de lucir coquetos e inofensivos al socializar—. Háblame de esa deidad, ¿de casualidad esa misteriosa reunión tiene que ver con el primer contacto con una nueva especie?
—…Veo que están al tanto —comentó genuinamente sorprendida.
—Tu respuesta lo comprueba. ¿Sabes lo que son?
—Cuando me capturaron me arrebataron las pruebas.
—No te estoy preguntando eso —espetó enfriándole a Katt la sangre. Le resultó impresionante que su voz pudiese sonar tan severa sin la necesidad de alzar la voz—. Posees un testimonio valioso, no importa que hayas perdido las pruebas.
—Pues bien, si mis palabras te bastan lo diré. Las imágenes estaban archivadas en el chip que había robado pero… si mis ojos no me engañaron, se trata de seres similares a todos nosotros, con la única diferencia de que sus pelajes, plumajes y escamas lucen un blanco opaco, y las escleróticas de sus ojos son negras al igual que sus lenguas, sus pupilas son blancas, brillantes, y son pequeños... casi como niños. De alguna manera ellos logran imitar la apariencia de aquel al que disparan con un rayo de luz, poseen una tecnología aterradora.
— ¿Descubriste de dónde provienen?
—Ellos dicen que forman parte del Sistema Lylat pero… no en este plano.
— ¿Qué quieres decir?
—Todo este tiempo han residido en otra dimensión, habían estado atrapados ahí pero gracias a todo el alboroto que ocasionaron los sistemas warp creados por Andross, encontraron la manera de alterar ambas realidades, forjando así un cruce de una zona a otra en forma de portales.
— ¿Eso son las explosiones de luz que hemos visto hasta ahora? —inquirió Panther consternado. Katt asintió, igualmente tensa con la información que había recolectado.
—No estoy segura cómo funciona su ciencia pero… la luz les permite aparecer y desaparecer a voluntad, eso ha hecho que los guías del culto crean que se trata de su deidad con el espíritu en piezas, como si estuviera fragmentada, y por eso les han permitido entrar al Sistema Lylat sin más, sirviendo como informantes de todo lo que ocurre en los diversos planetas. La corta invasión que recibió Katina fue para probar la efectividad de su poder sobre nuestra propia tecnología. A partir de ahí fueron perfeccionando su armamento, fijando un plazo exacto para la inminente invasión y eso ocurrirá dentro de muy poco tiempo.
—Mierda… —farfulló Caroso cubriéndose parcialmente el rostro con los dedos—. Esos idiotas no tienen idea de lo que están haciendo.
—Mi plan original era guardar una copia de los archivos y enviarlo de forma anónima a Corneria para dar alarma. Debemos estar preparados para lo peor, es obvio que nos superan en todo.
—Según nuestras fuentes, Corneria ya ha movilizado al Consejo Lylatiano.
—No será suficiente —declaró Katt con expresión alterada—. Estos tipos se han hecho de los mejores pilotos desaparecidos en previos desastres, sin mencionar que los integrantes del culto se han estado infiltrando a los puestos de gobierno para robar estrategias. Nos destrozarán si el Consejo no forma alianza con los planetas renegados o incluso con los piratas adversarios.
—Aunque digas eso, no hay manera que Star Wolf se involucre a fondo, todo lo que podemos hacer es defendernos a nosotros mismos.
— ¿¡No estás escuchando que estas criaturas provienen de otra dimensión!? —La felina se puso de pie, los puños de sus manos temblando a la altura de sus caderas mientras enfrentaba a Panther con un rostro sumamente alterado—. ¡Si no logramos por lo menos llegar a un acuerdo con Titania, cuyo ejército y armamento militar ha demostrado ser el más destructivo del universo, seremos esclavizados por ellos en un instante!
—Corneria trató pero me temo que Titania rechazó formar parte de esta guerra —dijo con tono casual, recargando su mejilla derecha en un puño sin perder de vista a su atractiva invitada, como si no le afectara del todo la gravedad de la situación. Katt se desesperó.
— ¿¡Por qué!? ¿¡Cuándo!?
—Hace un par de días atrás, todo porque no aceptaron las demandas de su representante sobre cortarle la cabeza a uno de los cenadores más importantes del gobierno corneriano. ¿Puedes creerlo? Corneria necesita menos moral en ciertas circunstancias.
—…Estamos condenados —susurró la felina dejándose caer sobre el colchón de nuevo, cabizbaja.
—Pero Star Fox se ha hecho cargo de obtener la aprobación de planetas como Eladard y Macbeth, de hecho, en estos momentos deben encontrarse de camino a Venom. ¿No es eso esperanzador?
Pero a pesar de lo que decía, la burla impresa en la voz de Caroso no delataba comprensión alguna al tormento que atravesaba la hembra. Katt lo miró sin alzar la cabeza de su retraída posición, preguntándose qué tan locos debían estar los integrantes de Star Wolf para no temer por una muerte segura. Sin embargo, antes de que pudiese siquiera pensar en comenzar a despotricar contra su acompañante, la compuerta a su costado volvió abrirse, esta vez mostrando los integrantes faltantes del equipo mercenario. Katt pudo temer por su seguridad de no haber sido abordaba en un momento tan tenso para ella, así que apenas pudo reaccionar con una mirada sorprendida al ver en carne y hueso a Wolf O'Donnell y su fiel mano derecha, Leon Powalski.
—Bienvenido, jefe —le saludó Caroso conservando su actitud despreocupada—. Asumo que escuchó todo lo conversado hasta este momento.
—Sí, lo hice —afirmó O'Donnell mirando con dureza a la felina rosada mientras a sus espaldas Leon se cruzaba de brazos—. Y tú, ¿te consideras alguien con habilidades de pilotaje excepcionales?
— ¿Disculpa?
—Vendrás con nosotros —decidió Wolf arrasador e inflexible ante la expresión de desconcierto que no tardó dibujarse en la cara femenina—. Partiremos a Titania en media hora, más te vale estar lista para todo lo que venga.
Incapaz de poder negarse o al menos emitir el más mínimo sonido al ambiente, Monroe tan sólo acertó fijar la mirada en la figura del líder de Star Wolf que no tuvo que cruzarse de brazos para demostrar que no estaba abierto a quejas, reconociéndolo tan intimidante como se rumoraba en el mundo delictivo. Katt estaba insegura sobre el qué pensar de la orden que acababa de hacerle y tampoco podría adivinar qué tan prudente pudiese ser entrar a un planeta que ya se había negado a la alianza. Todo lo que le quedaba hacer era dejarse arrastrar por la corriente del viento.
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Sintió una calidez que no conseguía asimilar, un brote de esperanza que hace mucho tiempo dejó de experimentar en su alma por el constante derramamiento de sangre y el profundo temor a la muerte. Por un instante Algy se reconoció de vuelta a sus momentos de gloria, al tiempo en que creyó tener la certeza de un futuro libre de preocupaciones o demasiadas dificultades, una época lejana a su desabrido presente. El dolor de aquello que no pudo ser removió sus emociones más violentas, así que no pudo contenerse en quitarse el peso de los dedos de Andrew Oikonny sobre su hombro con un fuerte manotazo, uno que aunque sorprendió al antiguo heredero no lo hizo perder la confianza, pues estaba decidido poner en orden lo más posible su vida y un inicio crucial lo era exorcizar culpas tratando de ayudar a la gente que una vez formó parte del Imperio de su tío; que en la actualidad sufrían más de lo que se permitían demostrar a pesar de todo.
— ¿Qué puedes hacer tú, Andrew? —inquirió Algy con la garganta tensa, con su voz tan rota que todo el equipo Star Fox habría saboreado su tristeza de estar más cerca—. Si huiste de aquí siquiera las tropas enemigas entraron a la atmosfera del planeta, cuando tu deber era proteger al Emperador hasta el final.
—No justificaré mi actuar de entonces, tampoco te daré explicaciones que no has pedido —dijo Andrew apretando con fuerza los dientes—. Tienes razón al estar molesto conmigo y no confiar en mis palabras, no voy a impedirte eso. Todo lo que quiero ahora es que entiendas que tengo el deber y moral como antiguo heredero de sacarlos de este pozo, no tienen que vivir como lo hacen si hay una manera de que las cosas mejoren para ustedes al menos.
— ¿Bajo la autoridad de quién, Andrew? ¿Tuya? —El macaco casi se burló—. ¿Del zorro que está detrás de ti? ¿Del General Pepper? ¡No necesitamos tu lástima!
— ¡No es lástima, Algy! ¡Pero no pienso permitir que se pudran en un planeta como este!
—No tienes derecho a impedirlo si es lo que hemos elegido.
— ¡Ustedes no eligieron esto! ¡No te engañes! Sé que no quieren vivir así, lo sé, porque he vivido lo mismo desde que el Imperio de mi tío cayó. Por eso acepté venir hasta aquí con Star Fox, porque si sólo me quedó sentado esperando que la vida se me acabe, no habría valido la pena tanto esfuerzo que hice en el pasado. La vida no vale nada si sólo nos quedamos ahí lamiendo nuestras heridas. ¡Hay que avanzar, descansar y continuar nuestro camino aunque parezca que ningún futuro brillante nos aguarde! —Algy se quedó en silencio frente a estas palabras, incapaz de rebatir aquello. Sus argumentos habían sido tan determinados que incluso los integrantes de Star Fox quedaron anonadados, impresionados por la fortaleza de alguien a quien la opinión publica señalaba de inservible y cobarde cuando en realidad se trataba de todo lo contrario. Por su parte el líder del equipo sonrió conmovido, feliz de no haberse equivocado con él, en verdad era alguien admirable—. No poseo las cualidades de un jefe confiable, no he hecho más que fallar desde que formé parte de la academia de pilotos, quizás incluso desde antes. Pero… lo he aceptado y he decidido hacer lo que mejor sé hacer, un don que sólo yo poseo, y lo utilizaré con cualquiera que me ponga enfrente, así muera en el proceso.
—Andrew, tú… —La conversación no pudo continuar su curso, ya que al siguiente instante uno de los subordinados de Algy salió de su escondite, apresurándose a quedar cerca sin llegar a ser invasivo, arrodillándose frente a la pequeña figura de quien respondió al angustiado llamado girándose hacia el orangután que temblaba en su posición—. ¿Qué sucede, Smith?
—Como lo ordenó, mi compañero Berb y yo nos mantuvimos apartados para vigilar los movimientos de la flora carnívora del área. Han despertado y se dirigen acá.
Con el informe la tensión en el cuerpo de Algy fue evidente, tan alarmante que esto no tardó en provocar que Star Fox colocara sus blasters en posición con los fuertes sonidos de arrastre que comenzaron hacerse perceptibles entre el silencioso ambiente. Los instintos de todos los presentes se dispararon en consecuencia mientras Algy apretaba los dientes estresado, anticipando el dolor de la ardua tarea que les aguardaba, ya que sus enfrentamientos con la flora del bosque había sido la principal causante de que su tribu tuviera severas pérdidas, mucho más que las batallas contra otras tribus distribuidas alrededor del planeta. Se volvió en dirección a Andrew, listo para despedirlo de una vez por todas.
—Será mejor que te vayas. Lo que se acerca no es algo a lo que te puedas enfrentar y salir vivo.
— ¡Espera, Algy! —exclamó el aludido estirando un brazo con la intención de alcanzarle antes de que se alejara pero fue en ese momento que McCloud intervino, para irritación del jefe de tribu.
— ¿Contra qué es lo que estamos luchando?
—Si son inteligentes se irán y no harán más preguntas —Algy desenfundó una cuchilla de material desconocido, amenazando con la misma el cuello del vulpino—, no me importa lo que les pase a ustedes pero no dejaré que arriesguen la vida de Andrew. Esta es su última advertencia. Largo.
—No me iré sin ustedes —declaró Andrew obstinado, lo cual inspiró una mueca inconforme en el rostro de Algy, razón por la que el líder de Star Fox se permitió volver a hablar.
—Déjanos ayudarlos. Estoy seguro que nuestras fuerzas les serán de gran ayuda a su gente.
—No me interesa negociar contigo. —Algy iba volver alejarse pero Andrew esta vez aprovechó la oportunidad para tomarlo de la muñeca—. ¡Suéltame! —exigió comenzando a perder la paciencia.
— ¡Escúchanos por favor! —Todos los primates que hasta el momento habían permanecido ocultos surgieron de sus escondites con sus lanzas y otros armamentos primitivos preparados para el combate prometido, en reacción todos los miembros de Star Fox dieron un paso al frente al mismo nivel que Fox y Andrew. Aunque los integrantes de la tribu les superaban en número, no había manera de que les hicieran frente a sus pistolas modernas—. ¡Si aceptas formar una alianza, les beneficiará más a ustedes que a nosotros! ¡Reconsidéralo!
— ¡Suéltame, Andrew! —repitió encolerizado.
— ¡No hasta que cedas! ¡O todos seamos llevados a nuestra muerte ahora!
—Vinimos a este sitio para integrarlos al universo que dejaron atrás —espetó Fox tajante—. No planeamos abandonar nuestra misión sin importar lo que pase.
Algy rechinó los dientes por la persistencia de ambos, especialmente cuando debía ocupar el cien por ciento de su cerebro en la amenaza de la flora carnívora que cada segundo estaba más cerca de sus posiciones. Odiaba tener que tomar una decisión por el bien de todo su grupo mientras era presionado por los hombres a quien más odiaba en el mundo. Los primates continuaban exigiéndoles a los invasores retirarse, soltar a su jefe o de lo contrario atacarían, pero era obvio que Star Fox permanecería terco, no había manera de convencerlos de marcharse. Entonces el grito de un simio del flanco trasero les advirtió a todos la llegada de sus letales depredadores, razón por la que todos sintieron a sus sangres congelarse con la visión de aquel sonido desgarrador alejándose a las profundidades del bosque. La tribu entró en pánico y comenzó a huir hacia el Great Fox. El equipo apenas pudo ver una extraña ramificación de espinas arrastrándose por el suelo, capturando en veloces movimientos las piernas de las presas que tenían al alcance, cuyos chillidos retumbaron en los tímpanos del primate enano con el horror que le generaba saberse acorralados por aquellos seres tan poderosos.
— ¡De acuerdo! —exclamó Algy con creciente desespero—. ¡Los escucharé pero primero me ayudarán a defender a mi tribu!
— ¡Hecho! —aceptó Fox siguiendo al jefe de los monos en su trayectoria contra lo que parecía ser una maraña de raíces que surgían de la tierra, cuyas puntas Algy cortó para salvar a uno de los suyos que apenas estar libre volvió a correr para no estorbar en la batalla que les precedía.
— ¡El bulto de ramas, dispárale a eso! —instruyó Algy repeliendo los ataques de las espinas con su arma punzocortante en forma de hacha. Fox y Andrew obedecieron, abriendo fuego a discreción contra lo que parecía demasiado impredecible para anticipar de dónde provendrían los próximos golpes, debido a esto Fox decidió guardar su blaster y en su lugar dar uso al ultramidna, bombardeando las zonas que consideraba libres de aliados. Su entorno no tardó en convertirse en una locura de gritos, sonidos de arrastre y salpicaduras de algo amarillento, reconociéndose rodeados por las mismas extrañas criaturas de hierba, cuales formas lograban confundirse con los colores muertos de alrededor, motivo por el que McCloud no dudó retirarse a su plan de contingencia.
— ¡Slippy, Krystal! ¡Lleven a la Embajadora y a la tribu de Algy al interior del Great Fox! ¡Necesitamos salir de aquí! —demandó el vulpino sin dejar de disparar, mandato al que los aludidos no tardaron acatar sin descuidar sus flancos, algunas veces salvándose de ser arrastrados hacia la oscuridad de los arbustos de milagro por aquellas raíces. Nova se mantuvo detrás de sus protectores sin dejar tampoco de disparar.
— ¡No creo que sea una buena idea hacer eso, Fox! —renegó Falco desde su posición donde detonaba su blaster y usaba el reflector para repeler la abrupta cercanía de las espinas a su cuerpo tratando de capturarlo.
— ¡Si tienes un mejor plan, habla ahora!
— ¡Lo mejor es estar en el aire o esas cosas nos matarán! —apoyó Miyu observando la acumulación de aquellas guías en movimiento que parecían decretar una sustancia venenosa por la manera en que los primates evitaban a toda costa tener contacto con dicho líquido.
— ¡Compuertas abiertas! —gritó Krystal desde la entrada mientras Slippy corría a toda velocidad hacia la sala de control para activar los propulsores—. ¡Todos adentro! ¡Ahora!
Obedeciendo a la sugerencia, los asustados primates siguieron la voz de Krystal y cruzaron el umbral de hierro mientras la vulpina se aseguraba de continuar disparando y salvar a cuanto mono se dirigiera a su posición o al menos lograse entrar a su rango de visión.
— ¡Algy!
Oikonny llamó a su amigo, quien con dificultad evadió un chorro de veneno que la hierba -contra la que se enfrentaba- había salpicado sobre él, salvando a sus compañeros de otro con su agresivo empuje, aceptando la ayuda del vulpino para levantarse y posteriormente echar a correr rumbo a la nave nodriza que ya había encendido sus motores con intenciones latentes de elevarse. Sin embargo, pronto se dieron cuenta que las guías llenas de espinas se apresuraron a sujetar los alerones inferiores, alcanzando los propulsores con claras intenciones de mantenerlos ahí.
— ¿¡Qué mierda son esas cosas!? —exclamó Fay consternada, que disparaba desde la compuerta aún abierta tratando de partir las ramas sin éxito—. ¡No tiene sentido que una planta tenga cerebro para hacer algo así!
—Ahora es cuando deseo que Venom de verdad sea un planeta muerto —le apoyó Miyu.
—No nos dejarán ir si tiran todas de la nave al mismo tiempo —advirtió Algy aterrorizado, pues intuía que se enredarían de otras partes ahora que la primera había encontrado de dónde—. Lo romperá.
Fox gruñó considerando la situación, jamás se habían enfrentado a unas plantas tan hostiles. En Fortuna había hierbas tan altas que pondrían en apuros a cualquier maquina aérea pero –salvo las armas biológicas creadas por Andross durante las guerras– jamás habían sufrido algo similar, estaba a punto de maldecir cuando un comunicado resonó por todo el Great Fox.
—Abriendo las compuertas del hangar —escucharon a ROB64 desde las bocinas—. Iniciando despegue.
—Aquí voy —susurró Falco para sí mismo, hundiendo la palanca hasta el fondo de su cabina para despegar a toda marcha fuera de la nave insignia, iniciando los tiroteos láser contra las ramas que parecían clavarse como dagas en el hierro del Great Fox. Con movimientos temerarios se libró de los intentos de captura que la flora carnívora trató implementar, dando giros extraordinarios que confundieron los reflejos de la hierba, y Nova (que observaba desde las cámaras de seguridad distribuidas por la nave nodriza) quedó fascinada por su desempeño; sin duda su reclutamiento a la Fortaleza Galáctica sería algo muy valioso, no se podía rendir en convencerlo.
— ¡Ese es nuestro ace pilot! —alabó Slippy alzando los brazos en son de triunfo cuando el Great Fox volvió avanzar sin ningún problema lejos de la flora carnívora. El líder del equipo mercenario estaba a punto de relajarse cuando la voz de Krystal colándose a su mente lo hizo prestar atención, fuera de los barullos celebrando su salvación.
«Fox, Falco está en peligro»
Y no mentía, pues en el momento que Lombardi había inclinado el arwing para quedar de cabeza y dar una vuelta de regreso a la nave nodriza que se apartaba, una nueva guía atrapó su ala derecha, obligándolo caer hacia la maraña que ya aguardaba por él para apresar en su totalidad el vehículo espacial, impidiéndole siquiera moverse mucho mientras forzaba los controles. Fox echó a correr hacia el hangar también, dejando a Andrew y Star Lynx a cargo del orden mientras él buscaba recuperar a su amigo. Una vez ocupando el interior de su propio arwing, no perdió tiempo en emerger hacia esa atmosfera plagada de una bruma grisácea a la que acreditó consecuencia del veneno lanzado a través de la corteza de la flora. Ubicó lo mejor que pudo el arwing de Falco con ayuda de su radar mientras sobrevolaba entre el desorden de ramas sangrantes pero todavía hostiles, siendo así comprendía la accesibilidad de Algy después de enterarse que ellas se aproximaban. Abrió comunicación.
—Falco, ¿puedes oírme? ¿Cuál es la situación? —aunque tardó un poco en responder a su pregunta, alimentando la ansiedad del vulpino, el aludido finalmente brindó su voz a la línea.
—Pésima. Maldita sea, ya no puedo moverme hacia ninguna parte, estoy completamente inmovilizado. Y creo que se pondrá peor, escucho unos ruidos inquietantes alrededor, como… ¿quejidos? Demonios, debo estar loco, una planta que se queja. Además, creo que va aplastarme.
—Resiste, voy en camino. Encontraré una manera de liberarte.
—Aguarda, no me digas que dejaste a nuestro equipo con todos esos monos para venir por mí. ¡Debiste enviar a alguien más! ¡No confió en esos tipos! ¡Se van amotinar!
—Si eso ocurre lo solucionaremos, juntos —declaró acentuando la palabra final, pues de alguna manera la posibilidad que el faisán mencionaba no le preocupaba tanto como perderlo de esta manera, el simple pensamiento de volver al Great Fox sin él lo torturaba. Siempre que Falco se decidía a salvarlos en el peor momento hacía peligrar su vida con la misma gravedad; el sentimiento que había golpeado a Fox la última vez que lo creyó derribado en el espacio volviendo a él con igual intensidad—. Ahora preocúpate en ayudarme a sacarte de ahí. ¿Puedes ver algo?
—Nada, salvo las luces de advertencia del arwing —dijo a regañadientes.
— ¿Qué fue lo último que viste antes de caer en la oscuridad?
—A un montón de guías rodeándome.
Fox observó su entorno mientras esquivaba los constantes ataques de las raíces, encontrando un montículo de hojas pálido que podían confundirse fácilmente con el resto de ramas marrón, comprobando que el radar señalaba en esa dirección la ubicación del faisán.
—Creo que sé dónde estás. Dispararé ahí, necesito que me comuniques si llego a provocarte el menor daño. —Acomodando el arwing de manera conveniente, impulsó los controles para enviar un par de disparos y volver a esquivar los golpes de las guías—. ¿Cómo estuvo?
—Sentí un empuje pero no me has herido aunque… mierda, creo que esta cosa se encogió. Escuché a las puntas de las alas crujir. Su agarre es fuerte.
—Bien, disparar directamente no sirve, trataré de romper las ramas de alrededor.
Siguiendo sus planes, Fox se aseguró de disparar ahí donde las ramas parecían lo más cercanas al montículo donde yacía su compañero de equipo, consiguiendo derribar una con esfuerzo ya que la flora carnívora parecía proteger celosamente las guías interiores, tal detalle dejó intrigado al líder de Star Fox mientras trabajaba en no caer en las extrañas maniobras que esta hierba ejecutaba de la nada. Mientras tanto Lombardi seguía percibiendo esos sonidos extraños entorno a su arwing, descubriendo con el último empuje que había conseguido moverse al menos un centímetro hacia adelante cuando trató activar nuevamente los propulsores, lo que sea que Fox hacía afuera estaba surtiendo efecto.
—Sigue así, Fox. Y probablemente vuelva a ser libre —le dijo con entusiasmo.
Alentado por la declaración del faisán, el vulpino continuó poniendo en marcha sus intenciones originales sobre arruinar las guías internas pero cuando hacían falta tres más, la reacción de la flora emitió una serie de sonidos similares a un rugido que hicieron temblar el entorno mientras retorcía el resto de sus ramificaciones, dificultándole al vulpino el control de su vehículo y taladrando los tímpanos del cautivo, por lo que este mismo trató cubrirse la cabeza con sus grandes manos para aliviar un poco el dolor ocasionándole el ruido que lo rodeaba.
—Falco, ¿estás bien?
— ¿¡Qué demonios fue eso, Fox!? —El mencionado estaba a punto de describir la situación cuando se percató de que una rama había capturado la trompa del arwing, mandándola a dar vueltas lejos del perímetro. Falco se preocupó en cuanto escuchó a su líder gritar—. ¡Fox!
Lleno de pánico, el vulpino cerró los ojos tratando de mantenerse en su asiento mientras los giros iban desarrollándose hasta reducir. Entreabriendo los ojos se dio cuenta que estaba cayendo en picada, por lo que movió sus manos sobre el monitor en busca de estabilizarse antes del impacto, por suerte descendió directo a enredarse en la copa muerta de un árbol del propio bosque. No era su mejor caída libre pero al menos podía estar agradecido de que no hubiese estallado en el aire. La adrenalina fue lo que lo mantuvo consciente pero no pudo evitar vomitar a un costado de su asiento debido al fuerte mareo que azotaba sus sentidos, pues los giros habían sido demasiado rápidos y violentos, nada comparado a lo sufriese anteriormente.
—Sólo… dame un momento… Falco. Voy en camino… —jadeó con dificultad antes de volver a regurgitar a su lado, más cuando al fin pudo recargarse en el asiento de nuevo y sus ojos dejaron de visualizar una imagen desorbitada, notó que la comunicación se había cortado de forma manual, probablemente cuando sus manos rebotaron contra los botones, sólo esperaba no haber activado el modo suspensión o le sería más complicado volver a despegar.
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— ¡Deberíamos volver! ¡Ellos podrían necesitar nuestra ayuda! —exclamó Slippy histérico a sus compañera que no había dudado ni un instante en correr a informarle lo sucedido en la sala de control. Krystal asintió pero al poco tiempo vieron a las compuertas abrirse y entrar por ellos a todos los primates que habían recogido. Y aunque aquello no los hubiese alarmado en un principio, la ceriniana encontró en sus mentes una bruma de malas intenciones que no pudo ignorar, comprobándolo en cuanto vieron entrar a un par de simios que sujetaban a Miyu, Fay y Nova como si fuesen sus prisioneras. Algy se colocó por delante de su tribu con una expresión de absoluta seriedad y como era obvio, Andrew no tardó en enfrentarle.
—Algy, ¿qué significa esto? Suéltalas. No es momento de ocasionar malos entendidos.
—No creíste que íbamos a desperdiciar la oportunidad de apoderarnos de una nave como esta, ¿o sí?
— ¿Qué?
—Andrew… —el líder de tribu suspiró exasperado con la ingenuidad de quien fuese el heredero del Imperio que gobernaría todo Lylat—. Sus intenciones sin duda son nobles, esperanzadoras, cualquier desesperado tomaría su propuesta sin dudar pero… no alguien como nosotros.
—Algy, ya te dije que no-
—Siempre fuiste alguien fácil de persuadir, Andrew. A decir verdad no tardé en aceptar que hubieses sido convencido por estos valerosos mercenarios con unas cuantas palabras. Después de eso, sólo me bastaría con idear un plan que pudiese salvarte a ti de tus malas decisiones y obtenernos a cambio, ¿no es eso lo que en verdad querrías?
—Entonces… —El joven mono comenzó a comprenderlo todo, proyectando el horror que esto le causó en el rostro—. Ustedes mismos despertaron a la flora carnívora.
—Normalmente ninguno de nosotros intentaría nunca ponerse en su mira, ya has visto lo destructivas que son, nadie puede escapar de su hambre. Sin embargo, Star Fox contaba con todo lo necesario para evadirla por muy violenta que se pusiera —dijo dibujando una sonrisa enloquecida en su rostro, la cual perturbó profundamente a Andrew—. Tuve miedo, así que fue más fácil aceptar a McCloud, pero en realidad nunca fue nuestra intención someternos a sus demandas.
— ¿¡Cómo pudiste, Algy!? ¡Tú no eres así! Tan… deshonesto.
— ¡El infierno te cambia! —espetó encolerizado—. Tú no podrías comprenderlo, siempre tuviste un corazón tan puro, un corazón contaminado por la ideología de Andross. En ese entonces habrías dado lo que fuera con tal de obtener la victoria, ¿no? Incluso sacrificarnos a nosotros. Está bien, nosotros también hubiésemos estado dispuestos, no te culpo. Pero ahora que todo eso desapareció, es hora de tomar lo que nos corresponde a la fuerza.
—Algy… —Oikonny no podía creer lo que escuchaba, así que se reconocía atado de manos para hacer cualquier cosa a favor o en contra. Krystal dio un paso al frente, temerosa aunque determinada a tomar el liderazgo mientras Fox y Falco yacían ausentes.
—No conseguirán salir de aquí sin nuestra ayuda. Hay un infierno peor al que han vivido en este lugar aguardando fuera de la atmósfera. Morirán en un parpadeo si deciden aventurarse solos.
—Lamento informarte que las amenazas vacías no funcionan con nosotros —declaró Algy con tono burlesco, el cual inspiró la risa en sus subordinados.
—No quiero lastimarte —Krystal empuñó sus manos, sintiendo miedo de lo que sería capaz de hacer con tal de proteger a su equipo—, así que por favor desiste de tus actos.
—No puedes romper algo que ya es polvo.
Entristecida con su respuesta, Krystal tomó una decisión así que cerró los ojos pero no relajó su cuerpo como normalmente lo haría, en ese instante Algy percibió un dolor inexplicable atacando su cerebro, el cual alertó a todos los presentes, en especial a los miembros de Star Fox, que miraron a la telépata con sorpresa. Los primates se acercaron a su jefe preocupados por los sonidos adoloridos que emitía, preguntándole qué le sucedía sin recibir una respuesta coherente. Krystal continuó removiendo entre las memorias de Algy sin delicadeza, en busca de algo que pudiera usar para cambiar su manera de actuar, pero cuando los demás monos supusieron que ella era la causante del malestar de su jefe de tribu no dudaron levantar sus armas contra ella llamándola "bruja" y "fenómeno" a la vez que le exigían detenerse o la apuñalarían primero pero no reaccionó, demasiado ocupada en su tarea. Alterados todos los primates se pusieron en guardia, lo que aumentó la tensión de Star Fox, siendo Slippy y Andrew quienes se pusieron delante de Krystal con intenciones de protegerla mientras lograba su cometido.
