Capítulo 46. Una última vez…

Los pasos andaban en la noche, amenazantes, pisando las ramas del Bosque Prohibido mientras se acercaban peligrosamente a los terrenos de Hogwarts…

Y ahí estaba, a lo lejos, visible entre los árboles: El carruaje de Beauxbatons, donde ahora estaba quedándose todo el mundo, tenía todas sus luces encendidas y brillaba en la noche. El intruso lo observaba por entre las ramas de los árboles, oculto en la oscuridad. Nadie podía verlo allí, tenía que esconderse cuidadosamente de Dumbledore y de los demás…

Pero su oportunidad estaba cerca. Ya tenía listo su ataque. Esta vez no fallaría… La noche siguiente, la noche de ese mismo viernes, irrumpiría en el carruaje para finalizar de una vez y para siempre su propósito.

Iría por Hermione una vez más. Una última vez... Y esta vez no fallaría…

Ya tenía todo listo. Todo planeado. El intruso se sentó en el suelo de hojarasca del Bosque Prohibido y estrujó unas hojas de alihotsy entre las manos. Luego las apoyó en el suelo de tierra, donde las mezcló con tres cabezas de flor y una cola de león. Cuando su poción estuviera lista, iría por ella...

Esta vez no iba a fallar.

El viernes amaneció de forma totalmente extraña. La mañana cayó sobre el carruaje de Beauxbatons, el nuevo hogar de todos que estaba estacionado en los terrenos de Hogwarts cerca de uno de los lindes del Bosque Prohibido. Hagrid alimentaba a los gigantescos caballos alados de Madame Maxime, que estaban sueltos a unos metros de este, bebiendo el whisky de malta que les servía el semi-gigante.

Dentro, Harry salió de su cama, donde ahora durmió solo, y anduvo por los pasillos del gigantesco lugar que estaba ampliado mediante magia por dentro y parecía un gran palacio, lleno de arañas de cristales colgando de los techos, columnas de oro y cuadros ostentosos que representaban a magos y brujas franceses; hasta que llegó al comedor, donde desayunó junto a todos los demás. Había un uniforme grupo de gente de Beauxbatons, Durmstrang y de las cuatro casas de Hogwarts allí, todos mezclados, todos juntos.

Ron le dijo que Dumbledore le había permitido quedarse un día más, pero que tendría que irse a la mañana siguiente de regreso a La Madriguera.

-Un ffgran tipo, Dumfledogue -dijo el chico, con toda la boca llena por su desayuno.

La mayoría de los adolescentes de las tres escuelas concentraron sus energías esa mañana en encontrar pareja para el Baile de Navidad del día siguiente, que todo parecía indicar que se celebraría allí mismo, en el salón principal del carruaje.

Fred, que ya había sido rechazado por Verity, ahora hacía otro intento allí mismo, en el desayuno. Y no era un intento poco ambicioso.

-Ten, prueba uno de estos -dijo tomando asiento junto a Melanie Sanders y sirviéndole un bollo de manteca en el plato-. Son deliciosos. Estos franceses sí que saben cocinar.

Melanie aceptó el bollo y se quedó mirando a Fred con ojos entrecerrados.

-¿Sabes?, tenías razón la otra noche -le comentó Fred en voz baja, iniciando la conversación mientras se servía un vaso de jugo de calabaza distraídamente-. Sí que he aprendido mi lección. Es cierto, al principio mi interés por ti era estar con la chica más bella del colegio, y de los tres colegios, como una forma de ganar una especie de premio, de cumplir un objetivo…

Melanie escuchaba con las cejas arqueadas, comiendo el bollo de manteca.

-Pero luego maduré -continuó Fred-, y dejé esos tontos pensamientos atrás -bajó mucho la voz para que solo ella lo oyera-. Me gustó mucho estar contigo la otra noche, pero no por haber conseguido un premio, haber "anotado un gol" en el partido de Quidditch, ¿entiendes? Sino porque me di cuenta de que eres una gran persona, no solo un cuerpo perfecto que todos los chicos desean, sino algo más también… -se la quedó mirando, inspirado, a medio discurso-. Eres muy simpática también.

Melanie se quedó con la cara fija en una expresión mitad de sorpresa y mitad divertida.

-"Simpática" -repitió, finalmente hablando ella-. Wow, Fred, qué profundo… Me has conmovido.

-¿De verdad?

-No, solo estoy siendo sarcástica -Melanie sonrió de forma burlona-. ¿Estás tratando de invitarme al Baile de Navidad? ¿Eso es?

-Sí, es precisamente eso -dijo Fred, acomodándose en la silla y tratando de dirigirle su mirada más sexy. Melanie rió.

-También creo que eres simpático -dijo ella entonces-. No me gustan los compromisos, ¿de acuerdo? Me gusta estar con chicas y chicos sin ataduras.

-¡Qué coincidencia! Es exactamente mi estilo… Bueno, no con chicos…

-Iré al baile contigo -dijo Melanie, interrumpiéndolo.

-¡Genial! -Fred cerró el puño en el aire, con victoria.

-Te sientes como si acabaras de anotar un gol a Slytherin desde media cancha, ¿verdad? -bromeó Melanie.

Fred rió.

En otra parte del salón comedor, George también trataba de conseguir pareja para el baile, aunque con mucho menos esfuerzo que su hermano.

-Oye, Katie, ¿quieres venir al baile de mañana conmigo? -le preguntó a Katie Bell casi de pasada, sin mirarla, mientras se inclinaba por encima de ella para agarrar unos croissants franceses de una fuente que había en medio de la mesa.

Leanne se volvió para mirar a su amiga con disimulo y le asintió frenéticamente con la cabeza, indicándole que aceptara. La verdad es que Katie ahora estaba confundida de nuevo. Harry estaba de regreso en Hogwarts, su nombre estaba limpio, nadie creía más que fuera un violador e incluso lo había visto andar por todos lados con Hermione; lo que indicaba que no podía haberla violado realmente como habían dicho…

¿Acaso existían esperanzas de que Harry la invitara a ella, a Katie, al baile? Sabía que era casi imposible… Seguramente Harry estaba con Hermione ahora. Era ella quien le gustaba realmente, él mismo se lo había dicho… Tenía tantas emociones mezcladas.

Leanne le seguía urgiendo con la mirada que aceptara, pero Katie decidió no hacerlo. Aun quería guardar algunas esperanzas hacia Harry, y después de todo el tonto de George ni siquiera estaba mirándola mientras le pedía aquello. Esperaría un poco más.

-Lo siento, George, ya tengo pareja -mintió, mientras se inclinaba ella también para servirse croissants, esquivando la mirada del chico Weasley.

-Oh, de acuerdo -dijo él distraídamente, como si ni siquiera le importara-. ¿Qué me dices tú, Leanne? ¿Vienes conmigo?

La amiga de Katie se sorprendió al principio, pero luego asintió.

-Sí, está bien -le sonrió al gemelo, mientras se enroscaba un mechón de cabello en un dedo.

-¡Genial! -George se volvió hacia ella y le guiñó un ojo mientras se metía el croissant a la boca.

-Solo no prendas fuego todo el carruaje, George, ¿de acuerdo? -bromeó Leanne.

-Intentaré no hacerlo, pero no prometo nada -ambos rieron mientras George se marchaba de allí.

Desde luego, el Baile de Navidad no acabaría en un desastre como el de la otra noche…

¿Verdad?

-¿Te gusta? -preguntó Hannah con una voz seductora y suave.

Ernie se puso muy nervioso. Pero no era por estar allí de pie en el dormitorio del carruaje de Beauxbatons, a solas con su ex mejor amiga, mirándola disfrazada con un vestidito erótico que se había puesto solo para él. Era por la culpa.

-Estás hermosa -le dijo Ernie con toda honestidad.

Hannah sonrió y le indicó con un dedo que se acercara a ella. Se había puesto un conjunto erótico que consistía en unas tiras blancas alrededor de sus pechos que exhibían sus pezones a través de una tela semi-transparente, una parte que bajaba en tiras blancas y se unía a un diminuto vestidito que era tan corto que se veía el calzón blanco debajo, muy fino y que se hundía en su vagina y por su trasero.

¿Debía decirle que él no era ningún héroe como ella creía? Es decir, sí, es cierto que la había ayudado a no quemarse en la fiesta de Slytherin, haciéndola rodar por el suelo. Pero también era cierto que él había sido el culpable de que se extendiera así el incendio, propagándose por todo el castillo de Hogwarts y encendiendo a todos en llamas. Y nadie lo sabía.

Pero bueno, ¿qué tenía de malo disfrutar del momento? El hecho de que ella ya no solo no estuviera enfadada con él por haberse aprovechado de ella estando en estado de ebriedad, sino que además hubiera decidido luego de su acto "heroico" que quería estar con él, era demasiado bueno para desaprovecharlo. En algún momento le diría la verdad a Hannah.

Así que se acercó a ella y empezó a besarla en los labios mientras le acariciaba lentamente el cuerpo por encima del sexy conjunto. Hannah cerró los ojos y permitió que lo hiciera, apretándole un brazo.

El cuerpo de Hannah era demasiado sexy. Sus pechos estaban levantados y erguidos por las tiras blancas, y veía sus sensuales pezones allí ante él… Más abajo, su gran trasero, firme y parado, se veía por debajo del vestidito…

Ernie le acarició el trasero con una mano mientras se apoyaba un poco contra ella, permitiendo que su pene la tocara a través de la ropa.

Hannah le metió la mano dentro del pantalón y empezó a acariciarle el pene con la mano.

-Házmelo aquí, de espaldas contra la pared -le susurró ella.

Ernie no habría desobedecido esa orden. Observó cómo Hannah se daba la vuelta, poniéndose de espaldas a él y apoyando sus pechos contra la pared. Sus ojos bajaron hacia el trasero de la chica, que se veía muy sexy con el calzón blanco hundido dentro.

Sintiéndose en éxtasis, Ernie se bajó el pantalón lo suficiente para que su pene saliera afuera y se acercó a ella. La apoyó por detrás, rozándola en los glúteos con la cabeza del pene. Hannah sacó un poco de cola hacia atrás, provocando que este se metiera entre sus nalgas.

Ernie apoyó ambas manos en la cintura de la chica mientras miraba hacia abajo y trataba de dirigir su pene hacia abajo, hacia su vagina. Hannah había bajado una mano y se corría el calzón hacia un costado, para dejar su orificio vaginal al descubierto…

Entonces Ernie sintió que los dedos de la chica le tomaban el pene y lo conducían hacia allí. Su ex mejor amiga de Hufflepuff condujo su pene hacia su agujero vaginal y lo ayudó a introducirlo adentro, lentamente…

Ernie empezó a mover la cintura hacia adelante, para meterle el pene más adentro. Luego se retrajo un poco y volvió a embestir. La fue penetrando contra la pared, gozándolo como nunca… Gozando de la sensación de penetrar a su amiga por detrás, su amiga que ya no era solo una amiga… Su amiga que, si descubriera que sus actos "heroicos" no habrían sido necesarios de no ser por él mismo, quizás no se sintiera tan atraída hacia él en absoluto…

La sensación de culpa crecía dentro de él. ¿Estaba aprovechándose de ella otra vez, como el día que le hizo darle sexo oral en estado de ebriedad, sujetándola de la cabeza con ambas manos mientras la movía hacia arriba y abajo sobre su pene, metiéndoselo bien adentro de la boca…?

No. Definitivamente no. Esta vez Hannah estaba sobria. Era plena mañana y ella sabía bien lo que hacía… Aunque estaba engañada respecto a lo que había pasado, y había sido eso lo que hizo que se sintiera atraída por él, lo suficiente para perdonarlo…

Al carajo. Ernie aplastó el pecho contra la espalda de Hannah mientras la penetraba más rápido. La rodeó en brazos y empezó a apretarle las enormes tetas con una mano mientras con la otra le rozaba el clítoris con los dedos, por encima del vestidito. Sintió sus dedos mojados y la oyó gemir de placer mientras su pene la abría más y más, más profundo…

-¡OOOHH! ¡OOOHHH!

-¡SÍ! ¡ASÍ! ¡ASÍ, MARICÓN, VAMOS! ¡MÁS FUERTE!

-¡LO HAGO TAN FUERTE COMO PUEDO!

-¡NO ESTÁS COGIÉNDOME LO SUFICIENTEMENTE FUERTE, HIJO DE CINCUENTA MIL PUTAS! ¡METE ESA DIMINUTA VERGA MÁS ADENTRO O TE ARRANCARÉ LOS TESTÍCULOS DE UN MORDISCO, MALDITO PENE-CORTO MALPARIDO!

Roger Davies trató de moverse más rápido. Agradeció que hubieran puesto un encantamiento muffliato antes de empezar a follar sobre la cama de ese dormitorio de Beauxbatons, o de lo contrario las tres escuelas completas habrían oído los gritos de Pansy.

-¡OHHH, SIII! -chilló Pansy, mientras lo forzaba a golpearla en las tetas con un encantamiento-. ¡GOLPÉAME MÁS FUERTE! ¡MÁS! ¡MÁÁÁÁÁSSSSSSSSSS!

Lo peor era que Roger ni siquiera estaba golpeándola voluntariamente. Casi todos sus movimientos estaban siendo controlados por Pansy mediante magia, que movía su varita sobre él como loca.

-¡OHHH, SÍ, AHORA ES CUANDO! -gritó la chica a todo pulmón, fuera de sí-. ¡VOY A ACABAR! ¡QUIERO QUE ACABES TAMBIÉN! ¡USARÉ UN ENCANTAMIENTO QUE TE HARÁ ACABAR, ¿OÍSTE?! ¡QUIERO QUE LO HAGAS SOBRE MIS TETAS!

Pansy saltó a un lado y se acostó en la cama boca arriba mientras tres vibradores se metían en su vagina al mismo tiempo, moviéndose solos, mágicamente. Roger se apresuró a saltar sobre ella y empezó a masturbarse sobre sus pechos desnudos, obediente. Entonces Pansy le lanzó un hechizo que provocó que sintiera unas ganas urgentes e incontenibles de eyacular.

-¡Oohhhhh! -Roger se dejó llevar por la placentera sensación, y observó cómo empezaba a eyacular encima de las tetas de Pansy. El líquido blancuzco cayó sobre sus dos pechos, sus pezones y su abdomen, cerca del ombligo.

-¡AAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!

Aquel grito impresionante significaba que finalmente Pansy, luego de dos horas de sexo mañanero, estaba acabando. La chica apuntó su varita hacia él con violencia y él saltó a un lado para esquivar un maleficio que, de seguro, estaba destinado a lanzarlo volando a la otra punta del dormitorio.

Roger cayó al suelo de bruces, tapándose la cabeza con ambas manos, en defensa propia, mientras oía tras él los alaridos de placer extremo de Pansy, que fueron apagándose poco a poco mientras el orgasmo de la chica finalizaba…

Unos instantes después, la chica se quedó quieta en la cama, relajada y ya sin gritar. Roger pensó que ya era prudente ponerse de pie. Se sentó al borde de la cama y trató de recuperar el aliento. Estaba exhausto.

-¿Te he contado que uno de los últimos chicos que tuvo sexo conmigo acabó en la enfermería con rotura de cráneo y murió a los pocos días? -dijo Pansy despreocupadamente, tomando un cigarro de la mesa de luz y encendiéndoselo. Le pasó a otro a Roger, que el chico aceptó.

-No me imagino por qué -murmuró él en voz baja, con sarcasmo, mientras apuntaba el cigarro con su varita y lo encendía.

Se pusieron a fumar en silencio, mientras Pansy reflexionaba sobre sus palabras, con la mirada ausente.

-Claro que no fue mi culpa -dijo Pansy entonces, frunciendo el ceño, más seria, mientras inhalaba el humo de su cigarro-. Yo no pude provocarle un daño tan grande… No pudo ser eso lo que lo mató.

-Hablas de Montague, ¿verdad? -preguntó Roger, también serio. Ambos fumaban sus cigarros desnudos, Roger con su pene de nuevo flácido y cayendo de lado.

-Ajam.

-Es increíble que aún no se sepa lo que le pasó -dijo el chico-. Su muerte fue hace rato ya, y aún nadie sabe quién lo mató, o si de hecho lo mató alguien…

Al ver la cara de Pansy, añadió:

-¡Pero no fuiste tú, Pansy, claro que no! Eso fue otra cosa… Alguien lo asesinó en la enfermería, estoy seguro. Habrá sido una venganza, algún otro estúpido Slytherin… -se corrigió rápidamente, al darse cuenta de con quién estaba allí-. Es decir, algún estúpido amigo suyo. Ya sabes…

-Sí, sí -Pansy lo ignoró por completo. Lucía preocupada. Roger se dio cuenta de esto.

-¿Piensas que fue tu culpa? -le preguntó con cuidado.

-No lo sé… -Pansy seguía mirando fijo hacia adelante, con la expresión de su rostro muy distinta a unos momentos atrás, ahora perturbada y contraída-. ¿Y qué pasa si lo fue…? Entonces soy una asesina…

Se hizo un breve silencio. Entonces Roger le pasó su ropa y se puso la suya. Ambos se vistieron en silencio, aun fumando. Luego de eso, el chico volvió a subirse a la cama y se sentó junto a ella. Con mucho cuidado de no recibir un golpe o una reacción violenta, la rodeó con un brazo.

-No fuiste tú -le susurró entonces, tratando de confortarla-. De verdad.

-Gracias -dijo Pansy, sin moverse-. Tranquilo. No voy a golpearte.

Roger lanzó un suspiro de alivio.

-¿Por qué eres tan violenta en la cama, de todas formas?

-Es algo que arrastro desde la infancia -le explicó ella-. Verás, me violaron mucho de pequeña… Mi padre… Era un maldito hijo de puta. Me prostituía con otra gente de la familia, con amigos suyos, con extraños... Todo organizado por la puta de mierda de mi tía, la hermana de él… Tuve una infancia bien de mierda.

-Qué mierda… -Roger inhaló su cigarro con el ceño fruncido-. ¿Dónde trabaja el señor Parkinson? Mi padre conoce mucha gente en el mundo mágico, puedo decirle que le cague un poco la vida al hijo de puta…

-No era mago -dijo Pansy, lanzando un suspiro-. Soy hija de muggles…

Roger asintió despacio, sin decir nada. No pareció sorprenderse demasiado por la revelación.

-Y mi apellido no es Parkinson -agregó la chica-. Ese apellido lo inventé yo. Mi nombre real no es Pansy tampoco. Lo inventé al huir de la casa de mi familia muggle, para que la policía muggle no pudiera ubicarlos y llevarme de vuelta con ellos.

-Pues parece que has sabido defenderte muy bien a ti misma toda tu vida -Roger le dio otra pitada a su cigarro, muy concentrado-. ¿Me dirías tu verdadero nombre?

-Mmm… No, no lo creo -Pansy sonrió luego de mucho tiempo estando seria-. Jamás se lo he vuelto a decir a nadie… Supongo que me aterra que quieran llevarme de nuevo con los muggles.

-Anda, dímelo -insistió Roger-. Por favor… No se lo diré a nadie.

Pansy negó con la cabeza, pero seguía sonriendo.

-Hay gente así de mierda en todos lados -dijo él entonces-... Mi tía, Rosmerta Davies, la ha pasado muy mal por culpa de los mortífagos violadores… Es algo así como un secreto familiar, pero sabemos que la han violado muchísimo durante la guerra…

-¿Madam Rosmerta?

-Sí, la misma.

-Ya me parecía que esa mujer tenía incluso más experiencia sexual que yo -Pansy dio una pitada a su cigarro-. Pobre mujer…

-Pero no digas nada -dijo Roger-. Es un gran secreto. Ella aún está aterrada de que los mortífagos vayan a ir a buscarla si se divulga eso, si la gente sabe lo que ha vivido…

-Encima de haber sido violada por todos ellos, tiene que vivir con miedo, aún hoy en día… -Pansy negó con la cabeza, ahora con cara de estar experimentando una intensa furia que le crecía por dentro-. Si pudiera tener una oportunidad de vengarme de alguno de esos… de alguno de todos esos hijos de puta… Si pudiera cruzármelos… una última vez… siendo yo ahora bruja…

Roger asintió, haciendo silencio mientras terminaba su cigarro.

-Watson -dijo Pansy entonces, en voz muy baja.

-¿Cómo dices? -preguntó Roger, apagando la colilla de su cigarro con su varita.

-Mi verdadero nombre es Judy Watson. Mi padre muggle se llamaba Albert Watson. Me prostituyó desde los siete años por dinero, violándome él mismo y otros tipos de su familia también todo el tiempo. Mi propia tía, Emma Watson, su hermana, organizaba todo. Era un negocio. Ganaban dinero conmigo vendiéndome sexualmente a extraños, a pedófilos…

"Mi tía, Emma Watson, estaba casada con mi tío, pero también tenía una segunda familia con otro tipo muggle que nunca conocí. No sé ni su nombre, pero supe que hasta tenía una hija con él... No creo que él supiera todo lo que ella hizo… lo mierda que era esa mujer… Ella arreglaba la mayoría de los encuentros y repartía el dinero con mi padre. Era una mujer fría y sin corazón, no le importaba una mierda si alguno de esos tipos me mataba mientras me violaban… Solo quería el dinero, y nadie le importaba una mierda… La odié tanto… La odio tanto o quizás incluso más que a mi padre. Si algún día me la cruzara en algún sitio… una última vez… te juro que…

Negó lentamente con la cabeza. Roger vio que sus manos temblaban.

-Odio la idea de que alguien muera por mi culpa, no quiero ser una asesina… -Roger entendió que se refería a Montague-. Pero si fuera a serlo… Si fuera a volverme una asesina un día… ojalá sea con ella.

Harry estaba solo, sentado con la espalda apoyada en el roble junto al lago. Ron estaba pasando la tarde con Fleur, disfrutando de seguro de sus últimas horas de sexo juntos antes de que obligaran a Ron a volver a La Madriguera. Los pájaros cantaban en los árboles. El césped estaba de un color verde intenso y era bañado por la inmensa luz del sol. No parecía para nada diciembre, y mucho menos parecía que faltara solo un día para la Nochebuena. ¿Dónde estaban la nieve y el frío esa tarde?

En medio de ese paisaje soleado y cálido, los sentimientos de Harry parecían fuera de lugar. Sentía que su pecho ardía por el pensamiento de Hermione. Su corazón sangraba… Era tan extraño, porque cuando ella había estado en peligro había sentido una desesperación total y una energía que podrían haberlo impulsado a hacer cualquier cosa… Pero ahora que todo parecía haber terminado, la sensación era muy diferente. Ya no sentía ninguna energía, ninguna adrenalina, pero la sensación de propósito había desaparecido también y había sido reemplazada por un amargo sentimiento de derrota.

Hermione solo quería ser su amiga. Él había huido de Azkaban para salvarla, había aparecido ante ella convertido en un ave fénix justo a tiempo para salvarla, se habían besado apasionadamente en medio del caos del incendio de Hogwarts, habían tenido sexo muy romántico no una sino dos veces las horas siguientes… pero luego de eso le dijo que lo quería solo como amigo.

¿Este era el final de la historia? ¿Luego de todo lo que habían vivido juntos, de todas las idas y vueltas, de todas las discusiones, expulsiones de Hogwarts, maleficios de control mental, juicios ante el Wizengamot, fugas de Azkaban y rescates de prisiones mentales? Amigos…

Harry no le había mentido. De verdad quería lo mejor para ella, y si tenían que ser amigos sería entonces el mejor amigo que pudiera ser… Solo quería que ella fuera feliz… Pero aun así, no podía quitarse del pecho esa fuerte sensación de amargura.

Oyó pasos. Se volvió justo a tiempo para ver a Verity. La chica venía sola, caminando sobre el césped hacia él.

-Así que aquí estás -le dijo, avanzando hasta llegar a su lado, mirando a lo lejos por sobre el Lago Negro-. No te encontraba por ningún lado.

-Siento haberte dejado sola. Pensé que estarías con Ginny.

-Estaba con ella, pero de pronto apareció la otra chica… Luna. Y dijo algo de que se iría a su habitación. Creo que está pasándolo mal, por ella…

Harry vio que Verity le tendía una mano. Se la estrechó y le permitió ayudarlo a ponerse de pie.

-¿Qué hay para hacer por aquí una tarde como esta? -dijo Verity, señalando el cielo azul brillante, sin una nube-. ¿Qué hacen los alumnos de Hogwarts para pasar el rato cuando tienen la tarde libre?

-Pues podríamos darle la vuelta al lago -sugirió Harry-. ¿Quieres?

-Sí, claro.

Empezaron a andar juntos por la orilla, oyendo el canto de los pájaros.

-Así que Ginny tiene problemas románticos con Luna -dijo Harry-. No sabía… He estado lejos de aquí, así que no me enteré de nada.

-Eso parece -Verity tomó una piedra del suelo y la lanzó al agua con fuerza-. Pero no es la única, ¿verdad? ¿Qué me dices de Hermione y tú? ¿Qué pasó anoche? De pronto no estabas más con ella y te vi andar solo con una cara terrible… Parecía como si se te hubiera muerto el hipogrifo…

-¿Eh?

-Es una frase de magos… Es extraño que yo sepa eso sin ser bruja, y en cambio tú, que estudias aquí… En fin, ¿qué ocurrió? Si me quieres contar, claro.

Harry sonrió y le contó todo lo ocurrido con Hermione.

-Oh… -cuando Harry finalizó, Verity se quedó pensativa-. Pues entiendo a Hermione, ¿sabes? Como mujer, se me hace fácil ver lo que le pasa… No sé si pueda explicártelo, sin embargo.

-Por favor, inténtalo -le pidió Harry.

-De acuerdo -Verity se quedó pensando, mientras oían el susurro del agua sobre la orilla del lago, escurriéndose entre las rocas, a su lado-. Pues verás, lo que ella ha vivido estos días… Mi madre no quiso saber nada más con ningún hombre luego de que Lucius Malfoy la tuvo prisionera como esclava sexual todos esos años… No quiso saber más nada con todo el género masculino, de hecho.

-Pero no todos somos Lucius Malfoy -argumentó Harry-. No es justo que todos paguemos por los crímenes de algunos.

-Lo sé, Harry, tú eres diferente -dijo Verity-. Pero incluso tú has caído en la tentación de espiar chicas en la ducha…

-No otra vez eso, por favor…

-A lo que voy es que Hermione quiere estar sola en este momento. No quiere tener nada con nadie. Necesitará un buen tiempo para estar lista para alguien otra vez. No puede dejar el trauma de todo lo que le pasó de un día para el otro.

-Sí, tienes razón… -Harry se quedó pensativo-. ¿Cuánto tiempo crees que necesite?

-Tú, Harry, por otro lado… -Verity se volvió para mirarlo mientras caminaban, con sus ojos castaños brillando bajo el sol-. Me preocupas casi tanto como ella.

-¿A qué te refieres?

-Bueno, tú eres mi amigo, ¿no?

-Sí, claro.

-Pues, como tu amiga, te aconsejaría que te alejes de Hermione por un tiempo… Tanto tiempo como puedas.

-¿De qué hablas? No quiero alejarme de Hermione. Hemos quedado como amigos, así que volvió a ser mi mejor amiga. No puedo dejar de hablarle. Además, han expulsado a Ron, y tú tampoco estarás aquí. Eso me dejaría sin un solo amigo en todo el colegio.

-Piensa en todo lo que te ha pasado, Harry -dijo Verity, con las manos en los bolsillos de sus jeans azules-. Hace solo unas pocas semanas atrás eras un Campeón del Torneo de los Tres Magos que acababa de vencer a un dragón en una peligrosa prueba, te habías reconciliado con tu mejor amigo Ron y estabas listo para resolver el acertijo del huevo de oro para la segunda prueba, asistir a clases, tener una Navidad tranquila y terminar el año en tu escuela de magia junto a tus amigos…

-Sí… -Harry frunció el ceño-. Es increíble que esa fuera mi vida hace solo un mes, en noviembre… Este diciembre sí que fue inusual.

-Sí -dijo Verity-. ¿Y cómo fue que empezó todo esto, todo lo que te sacó de la rutina normal de tu vida? ¿Qué fue lo que lo ocasionó?

-Pues las mujeres, ahora que lo pienso… Si no hubiera leído el diario de Hermione, quizás no me hubiese puesto a fantasear con ella… Y no habría espiado a Katie en la ducha. No habría tratado de espiar a Hermione luego ni jugado a un estúpido juego mágico de Fred y George que me obligó a asistir a varias citas con Luna Lovegood, Hermione y Pansy Parkinson… no habría acordado con Hermione perder la virginidad con ella como amigos; no me habría puesto a salir con Pansy luego de chocar con ella en Hogsmeade con fluido de pegado de cuerpos; no habría sacado la mayor parte de mi oro de Gringotts para dárselo a Hermione y que ella fuera engañada por Malfoy para tenderme una trampa y expulsarme de Hogwarts; no habría acabado conociéndote a ti en el Callejón Diagon y empezado un romance contigo… no habría tenido que acordar con Katie Bell mi regreso a Hogwarts para luego ser expulsado otra vez esa misma noche por otra trampa de Malfoy; no habría acabado en Azkaban acusado de violación, viajando a la mente de Hermione con la ayuda de una bruja muy hábil en Legeremancia para salvarla del poderoso maleficio de magia negra que Malfoy le había colocado para obligarla a estar con él luego de enamorarse de ella por accidente mientas la usaba contra mí; y no habría tenido que regresar a Hogwarts como un animago para rescatar a Hermione cuando estaba a punto de ser asesinada por Lucius Malfoy, para que luego ella me dijera que solo me quiere como amigo…

-Precisamente eso digo -dijo Verity, asintiendo-. Todo arrancó por tus fantasías hacia Hermione… Tú mismo lo admites… Has tenido sexo con ella luego, varias veces. Y dime, ¿fue tan bueno como lo imaginabas en esas fantasías?

-Claro que sí -se apresuró en responder Harry, observando a los peces que saltaban por encima de la superficie del Lago Negro. Se quedó pensando al respecto, y añadió: -La primera vez estaba muy nervioso, pero porque era mi primera vez con una chica. Y hubo un par de problemas, como que acabé muy rápido, pero por suerte ella solucionó todo con magia. Luego, la segunda vez que estuve con ella, bueno… no era realmente ella, ¿verdad? Es extraño. No sé con quién me acosté esa noche. Hermione no recuerda nada al respecto, y en verdad era una especie de entidad oscura que había tomado el control de ella y que me estaba engañando… Y finalmente, la tercera y última vez que estuve con ella fue ayer. Primero en las duchas del estadio de Quidditch, luego en la habitación que compartimos en el carruaje… Supongo que estuvo bastante bien. Ahí sí que era ella, y lo hemos disfrutado…

-¿Estuvo bueno? -insistió Verity-. ¿Qué tan bueno?

-Pues… No lo sé -Harry se sintió incómodo-. Pensándolo bien, bueno…

Verity esperó, mientras Harry fruncía el ceño, concentrado en la pregunta, tratando de ordenar sus propios pensamientos.

-¿Fue el mejor sexo de tu vida? -Verity le sonrió.

-No lo había pensado así -dijo Harry, sorprendido-... Bueno, quizás… A lo mejor… Pienso que… quizás… quizás no -pareció asustarse por su propia afirmación-. Es decir, lo hicimos siempre de forma tradicional, abrazados… No hicimos muchas poses, ni nada de eso… Es decir -se puso a tartamudear, nervioso, de pronto queriendo justificar sus palabras de alguna forma-. Lo que pasa es que he tenido mucho sexo este mes, ¿sabes?

Verity rió.

-Anda, cuéntame -dijo la chica, mientras recogía otra piedrita de la orilla y la lanzaba hacia el lago, observando cómo rompía contra la superficie de sus frías aguas.

-Mi primera vez fue con Hermione -relató Harry-. Luego de eso lo hice con Pansy… La primera vez con ella fue dentro del arbusto de Hogsmeade, supongo que eso cuenta. Solo me masturbó, la verdad, pero es que fue muy caliente.

-¿Qué tan caliente?

-Estem… Bastante, sí. Nuestros cuerpos estaban pegados, y la única forma de despegarlos era con semen. Primero estuvimos un buen rato gritándonos el uno al otro, porque no nos soportábamos, pero finalmente Pansy decidió masturbarme, y usamos el semen para despegarnos… Suena como una locura total, pero eso fue lo que pasó.

-Suena bastante caliente, es verdad. ¿Qué más?

-Luego de eso estuve con ella varias veces… Hubo una muy buena en el Gran Salón -Harry sonrió al recordarlo-. Lo hicimos sobre la mesa de los profesores y hasta en la silla del director, de Dumbledore… una total locura -Harry ahora sonreía-. A la mañana siguiente, Dobby, el elfo doméstico, vino a traernos los calzones de Pansy, que encontró bajo la mesa mientras limpiaba. ¡Fue una locura!

Verity reía también ahora. Ambos rieron con la anécdota mientras caminaban en torno al lago, ya habiendo completado media vuelta por toda la larga extensión de su orilla.

-Y luego de eso… -Harry se detuvo, de pronto dejando de reír y ruborizándose en cambio.

-Oh -Verity pareció adivinar sus pensamientos-. Luego de eso vine yo, ¿verdad?

Harry asintió, esquivando su mirada a toda costa.

-¿Y cómo estuvo eso? -preguntó la chica.

-Muy bien, muy bien, claro…

Verity volvió a reír.

-¿Ves lo que digo, Harry?

-No, la verdad es que aun no entiendo bien lo que…

-Dime, Harry, ¿cómo te han salido las cosas con Hermione luego de que empezaste a fantasear con ella?

-Desastrosas.

-¿E intentaste que salieran mejor?

-¡Claro que sí! -dijo Harry, con muchas energías-. Lo di todo por ella, Verity, todo…

-Wow… "Todo" es mucho…

-Es que es cierto. Cuando supe que Malfoy la estaba manipulando hice de todo para convencerla de que no estuviera con él, pero no funcionó. Luego de eso, hice de todo para ayudarla a que se diera cuenta por sí misma de la mierda que era Malfoy, pero eso solo empeoró las cosas y sí, ella terminó descubriéndolo, pero muy por las malas y llegando a consecuencias terribles… Y cuando supe que él la había puesto bajo un maleficio para controlarla, hice de todo por salvarla, pero solo acabé saliendo yo perjudicado, terminando en Azkaban… Luego de eso, hice hasta lo imposible por sacarla de ese maleficio, incluso desde la prisión, y lo logré, pero, ¿de qué sirvió? Fue para peor, porque acabó siendo capturada y casi asesinada por Lucius Malfoy… Y luego de eso hice lo imposible por ir a salvarla, y lo logré… Pero ahora quiere que seamos amigos.

-¿No te das cuenta, Harry? Lo intentas con Hermione y sale mal. Y luego vuelves a intentarlo y sale peor. Y luego sigues intentándolo, incluso más… y siempre termina mal. Incluso cuando ya no hay magos oscuros interponiéndose entre ustedes, las cosas siguen sin salir bien para ustedes… ¿Y sabes por qué es eso? -Verity se puso seria.

-No… No, no lo sé.

-Pues yo tengo un par de años más que tú, Harry, y un poco más de experiencia… ¿Recuerdas cuando te dije que a Hermione se le pasaría eso de querer estar con el "chico malo", en cuanto le fuera mal con él y sufriera las consecuencias? Y así fue…

-¡Lo que Hermione tuvo que pasar fue terrible!

-Lo sé, Harry, no digo que no. A lo que voy es que yo tuve razón, y te dije que quizás entonces tú tendrías una oportunidad con ella, porque ella empezaría a buscar a alguien "bueno" en cambio…

-Sí, pues no fue así.

-No… Pero no quiere volver con Draco, ¿verdad?

-No, me aseguró que ya no siente nada por él. En eso tenías razón.

-Y escúchame en esto, Harry… -Verity suspiró hondo, buscando las palabras que quería decirle mientras observaba el bellísimo lago ante ellos, tranquilo bajo la calma de la tarde-. Has intentado estar con Hermione con todo tu ser, has puesto todas tus fuerzas en ello, en hacer que funcione, en lograr que estén juntos, porque sentías como si ella fuera la chica perfecta. La chica de tus fantasías. Las que empezaron cuando leíste ese diario, unas fantasías que volaban por tu mente adolescente mientras te duchabas…

"Pero las fantasías y la realidad no son lo mismo. Como tú mismo admites, cuando finalmente estuviste con ella no fue tan increíble. Hasta parece que disfrutaste mucho más del sexo con la otra chica, Pansy. Lo que quiero decirte es que hay una razón por la que siempre que tratas de estar con Hermione fallas, una y otra vez. No es solo que el "destino" está en tu contra… Hay un motivo mucho más realista por el que siempre que lo intentas, más y más, todo sale mal con ella… hasta el punto en que ella misma te rechaza luego de que prácticamente diste la vida por ella… diciéndote que te quiere, pero solo como amigo…

"Hermione no es tan perfecta como piensas. Solo es una chica normal… Una gran persona, sí, quizás, y muchas cosas más, no digo que no. Tampoco la conozco tanto para saberlo, pero estoy segura de que la estás idealizando… Crees que ella es algo superior e increíble, y no es tan así, ¿entiendes? En medio de tus fantasías, ves a Hermione como a una cosa perfecta, lo mejor que existe. Y esas ideas te alejan de la realidad. Ni siquiera tú mismo has encontrado eso en ella en la realidad. Pero como tienes esa idea de que ella es perfecta, y tienes la idea fija en tu mente, lo das todo por ella y te esfuerzas con todo tu ser en lograr algo con ella… incluso cuando ni siquiera estás encontrando esa famosa "perfección" en las veces en las que sí lograste estar con ella…

Harry guardó silencio mientras pensaba al respecto. No se había detenido a ver las cosas de esa forma… Ahora que lo pensaba, uno de los momentos más felices que tuvo en las últimas semanas no fue precisamente con Hermione… Pensándolo bien, había sido junto a Verity, de hecho, cuando estuvo viviendo en Londres con ella… Esos días parecían haber sido sacados de una historia diferente, una historia alumbrada por un sol tan radiante como el de aquella tarde, por un brillo tan intenso como el que ahora bañaba toda la superficie del lago…

Y había abandonado esos días para ir en busca de Hermione. Para volver a Hogwarts, por ella, pensando que era ella a quien quería… ¿Y a dónde lo había llevado eso? Había abandonado toda esa luz, esos días hermosos, y regresado a la oscuridad de la catástrofe, el horror, el caos…

-Las cosas no han funcionado entre Hermione y yo, y en mi mente yo culpaba a Draco, y luego a Lucius -dijo Harry lentamente, mientras pensaba al respecto-. Pero quizás… Quizás nunca fue culpa de ellos. Quizás Hermione y yo no funcionamos juntos, y es solo eso… Cuando estoy con ella, no se siente como cuando estás con alguien románticamente… No se siente esa cosa en el estómago… ¿entiendes lo que digo?

Verity asintió.

-Y ella lo sabe… por eso me dijo lo de ser amigos. Pero el problema siempre fui yo. Yo, que en medio de mis fantasías no quise ver esa realidad y seguí engañándome a mí mismo, diciéndome que Hermione era la chica para mí… La idealicé y la convertí en el objetivo por el que luchar, el gran premio a ganar… Y claro que haría lo que fuera para salvarla de los magos oscuros, porque la quiero muchísimo… Pero quizás tiene razón… Tenemos que ser amigos. No tenemos esa clase de química entre nosotros.

Harry se quedó tanto tiempo pensando al respecto que la tarde empezó a caer de a poco sobre el lago.

-Por eso pienso que deberías alejarte de ella un tiempo, Harry -dijo Verity finalmente, que había seguido caminando a su lado-. Para que despejes tu mente, olvides esas fantasías y te permitas a ti mismo una mayor claridad. De otra forma, solo seguirás sufriendo por ella, porque creerás que has "fracasado", cuando no es así realmente. Tienes que tomarte un tiempo para entender lo que hay entre ustedes y también lo que no hay. Y solo entonces dejarás de tener esa expresión miserable en el rostro y estarás más contento.

Le dio una palmada de ánimos en la espalda mientras le sonreía, y Harry le devolvió la sonrisa.

-Tú sí que sabes de chicas, Verity.

-¿Has visto? Casi parece como si yo misma fuera una.

Ambos rieron. Siguieron caminando lado a lado, ya casi acabando de darle la vuelta al lago.

Harry finalmente empezaba a entenderlo. Ya no quería fantasear… Tenía que decirle adiós a su imaginación adolescente y buscar alguien que lo hiciera feliz en la realidad… Entonces se volvió hacia Verity y los días soleados en Londres, tomando helados juntos en el Callejón Diagon, regresaron a su mente y se clavaron allí, y se quedó mirándola bajo la luz del sol que empezaba a esconderse tras las montañas…

Verity era tan linda… Su cabello rubio brillaba con la luz del sol en dorado, y su rostro tenía algo que se le hacía muy tierno… Recordó las veces en las que estuvo con ella… Recordó cuando estuvieron brindando con copas de espumante y se besaron por primera vez, en la heladería, y cómo apoyó su cuerpo contra el de ella, contra las heladeras, y cómo luego hicieron el amor en el dormitorio de El Caldero Chorreante… Eso había sido muy caliente. Y luego ella lo despertó por la mañana con una mamada, lo que definitivamente fue totalmente caliente… Recordó también la vez en la que ella le hizo un placentero masaje, que acabó con final feliz

Entonces Harry recordó que necesitaba pareja para el Baile de Navidad del día siguiente. Hermione no quería ir con él, y no se había preocupado por buscar a nadie más. Después de todo, él era un Campeón y, según le dijeron, tendría que abrir el baile junto a su pareja. No podía ir solo…

¿Y si…?

-¿Te quedas para el Baile de Navidad, mañana? -le preguntó a Verity, haciéndose el distraído, mientras seguían caminando juntos por la orilla.

-No… No, ya arreglé con Florean. Me quedaré esta noche para la otra fiesta que dijeron, pero luego regresaré a Londres por la mañana…

Harry asintió muchas veces, nervioso, con las manos hundidas en los bolsillos. Le palpitaba el corazón. Había estado a punto de pedirle que fuera con él al baile, pero Verity lo había bajado de la nube de un manotazo.

Ella debió darse cuenta de esto, porque agregó:

-Hablé con Stan, por carta. Ha estado muy preocupado por mí luego de todo lo que pasó, y ha querido asegurarse de que estoy bien.

-Ya veo… -murmuró Harry, fingiendo mucho interés en el quemado castillo de Hogwarts, que ahora se alzaba ante ellos. Ya habían completado la vuelta al lago.

¿Stan Shumpike le había ganado la chica? ¿Con todo ese acné? Bueno, quizás no tenía que pensar de esa forma tan superficial, pero…

-Ya arreglamos para tener una cita el sábado a la noche, cuando yo salga de trabajar -le contó Verity. Entonces se detuvo y se volvió hacia él con una sonrisa. -No te preocupes, Harry. Ya encontrarás a la chica para ti. Tienes que darte tiempo. ¿De qué te preocupas, de todas formas? Tú mismo lo dijiste: tuviste mucho sexo este mes.

Le guiñó un ojo mientras le daba otra palmada de ánimos en la espalda.

Iluminada por la luz del atardecer, Verity le dio la espalda y se marchó en dirección al carruaje.

Y Harry se quedó allí de pie, una vez más solo en las orillas del frío Lago Negro, mientras se levantaba un fuerte viento de pronto, un viento helado; y empezaba a sentir deseos de regresar a las cálidas salas del carruaje él también.

¿Quizás debía ir solo al baile, o intentarlo con alguien más… intentarlo una última vez…?

Lanzó un suspiro y se puso en marcha detrás de Verity.

Ron y Fleur hacían el 69. Ron estaba encima de ella, con las piernas desnudas de la chica abiertas en su cara y su vagina depilada enfrente suyo. Le metía la lengua dentro de los labios vaginales, succionándole la piel de la vagina con los labios, pasando la punta de su lengua por su clítoris mientras movía sus caderas sobre la cara de la chica francesa, metiéndole el pene en la boca al mismo tiempo de forma invertida…

-¡Ooohhgggg! -se oían los gemidos de Fleur, ahogados por el pene que se metía en su boca-. ¡Oohgggggg!

Ron se comía esa vagina con todas las ganas y penetraba a la chica por la boca contra la cama, con sus testículos golpeándola en la nariz cada vez que bajaba sobre su cara para meterle el miembro más adentro de la garganta…

Las tetas gigantescas de Fleur se apretaban contra la piel desnuda de él a la altura del estómago… Las piernas de Fleur se cerraron alrededor de su cabeza pelirroja, y Ron abrió mucho la boca para comerle toda la vagina mientras ella gritaba de placer en un éxtasis total, llegando al orgasmo…

Él también eyaculó. Su semen salió disparado por la punta de su pene dentro de la boca de Fleur y ella lo empezó a tragar con soniditos ahogados, sin dejar de pasarle la lengua a todo el miembro del chico, con su boca bien abierta y empapada en su semen…

Estaban los dos sudados y acalorados. Dejaron que el orgasmo siguiera su ritmo natural, hasta que la sensación fue terminando…

Luego de eso, se sentaron juntos en la cama, desnudos, lado a lado. Fleur sacó dos copas de la mesa de luz y las llenó con un vino color rojo fuerte.

-Bgurindemos -dijo la chica en un susurro.

La noche estaba cayendo y los dos sabían que esa era su última noche juntos. Ron había sido expulsado, y luego de esa noche ya no se podrían ver de nuevo…

Cuando Ron tomó su copa, vio que había lágrimas en los ojos de Fleur. Su corazón se detuvo. Se sentía paralizado…

-¿Estás bien…?

Pero ella negó con la cabeza. Las lágrimas le caían por su preciosísimo rostro, una tras otra…

-Te extrañaguré mugcho… mugchísimo…

Ron la abrazó por los hombros. Se abrazaron, los dos desnudos. Fleur no quería mirarlo a los ojos, pero Ron le tomó el rostro con los dedos, con suavidad, y la obligó a hacerlo. Los imponentes ojos azules de la chica se fijaron en los suyos.

-Te amo -le dijo Ron, sintiendo ganas de llorar él también, sintiendo su corazón acelerándose en su pecho-. No importa si ya no me permiten estar aquí contigo… Eso no cambiará el hecho de que te amo… Te amo con todo mi corazón, y siempre te amaré…

Eso solo hizo llorar más a Fleur. La chica lo abrazó con mucha fuerza mientras lloraba sin control. Ron le acariciaba la espalda y el cabello, cerrando sus ojos con fuerza, tratando de grabar en su mente la sensación del tacto de la piel de Fleur, para recordarla…

-Egues el chico que siempre quise… -le dijo Fleur, entre sus sollozos-. El chico que yo queguía… El que estuviega conmigo por algo más que mi increguíble belleza… Que me quisiega por lo que soy… Y tú lo has logrado… Me has demogstrago que eres eso, y mucho más… No quiego perderte, Gron… También te amo… Te amo mugcho…

Ron se acercó más a ella y la besó en los labios.

Y se besaron con el amor y la pasión latiendo entre ellos. Ambos se amaban con locura. Se abrazaron y se besaron una vez más… Una última vez… Un último beso antes del adiós…

Un beso del más profundo amor. Un beso que aún podían tener esa noche, una vez más…

Una última vez…

Empezó la previa en la sala principal del carruaje. Chicos y chicas de las tres escuelas se reunían para empezar a tomar unas cervezas de manteca mientras Fred, George y Lee realizaban el habitual armado de la fiesta. Madame Maxime observaba sonriente la decoración, mientras los chicos colocaban las luces y preparaban el sonido para la fiesta de esa noche. La mayoría aun estaban en sus habitaciones y en la zona de las duchas y baños, preparándose y vistiéndose. Otros recién regresaban de los terrenos exteriores, donde la noche acababa de caer.

El ambiente a fiesta empezaba a sentirse. Aunque todos seguían un poco ansiosos por lo ocurrido en la última, tenían esperanzas de que esa noche no fuera a acabar en catástrofe, y en cambio todos pasaran un buen rato…

Qué equivocados estaban.

Ninguno de ellos sospechaba siquiera que la fiesta de ese viernes por la noche, la última fiesta previa a la Nochebuena y al Baile de Navidad del día siguiente, sería quizás la más intensa que hubieran tenido hasta el momento…

-¿Está seguro de esto, profesor Dumbledore? -preguntó McGonagall, claramente resentida por la decisión del director-. ¿Abandonar los terrenos de Hogwarts, otra vez, cuando una vez más los alumnos realizan otra de sus fiestas, una fiesta que sigo convencida de que no deberíamos permitirles hacer, considerando que casi mueren todos en por lo menos dos de las últimas cuatro…?

-La decisión está tomada, profesora -dijo Dumbledore. Ambos iban caminando lado a lado por el sendero de ingreso al castillo, hacia las verjas y hacia la salida, alejándose de los terrenos y de los alumnos. -Sigo empeñado en que nuestros alumnos sean libres y no tengan que estar con una molesta presencia adulta encima mientras se divierten. Todos los profesores han recibido la orden de tomarse la noche libre e ir con sus familias a pasar un rato de calidad con ellas, ya que mañana tendrán que estar aquí para el Baile de Navidad y no podrán hacerlo…

-Yo no tengo familia -dijo McGonagall-. Ninguno de los profesores la tiene. ¡Todos vivimos aquí!

-Pues vaya a tomar una copa a Las Tres Escobas, profesora -Dumbledore le sonrió-. Tiene la noche libre, ¡disfrútela! No puede estar cuidando niños las veinticuatro horas, no es bueno para su salud mental… Mire qué estresada que está…

-¡Es porque nuestros alumnos han terminado todos prendidos fuego en la última de estas fiestas, hace solo dos días, y usted planea dejarlos sin supervisión toda esta noche de nuevo!

McGonagall estaba totalmente alterada.

-No estarán sin supervisión -dijo Dumbledore-. Madame Maxime y el profesor Karkaroff estarán con ellos. Además, le he pedido a Snape que se quede…

-¿A Snape? -McGonagall parecía muy sorprendida-. Pero, Albus, ¿luego de todas mis sospechas sobre él, de todas las que le he transmitido…? ¿Luego de que le dije que creo haber descubierto que fue Snape quien ayudó a Draco Malfoy a hacer todas las cosas terribles que ha hecho…?

-Confío plenamente en Severus Snape, Minerva -dijo Dumbledore, sin borrar su sonrisa-. Ahora vaya a tomarse su noche libre, es una orden. Dejaremos a los alumnos con Severus y con Olympe. Que tengan una noche de fiesta y se diviertan, y lo mismo haremos nosotros. Personalmente, estaré en Las Tres Escobas tomándome unos buenos tragos y charlando con Madam Rosmerta. ¿Quiere venir?

-Qué remedio… -McGonagall se rindió-. De acuerdo, no me vendrían mal unas cervezas de manteca…

-Con un poco de whiskey de fuego -Dumbledore le guiñó un ojo-. Han sido días muy estresantes para todos nosotros…

Ambos se alejaron por el camino hacia Hogsmeade, dejando los terrenos de Hogwarts casi sin supervisión, para que los alumnos tuvieran la noche más loca de todas sus vidas…

-Es el momento -dijo en voz alta el intruso, para sí mismo, saliendo por entre los árboles del Bosque Prohibido, en la oscuridad-. Es el momento de actuar… Y conseguiré a Hermione de una vez…

Era Draco. El chico había estado oculto allí, esperando su momento, y ahora había llegado la hora…

Sabía que no habría profesores allí esa noche, y era su momento para hacerlo.

Esta vez, no había buscado la ayuda de Crabbe y Goyle. No había pedido la ayuda de Snape tampoco. Esta vez había actuado solo. Durante todos esos días, solo en su mansión, había estado planeando lo que sería el final de todo aquello…

Y el final sería terrible.

Draco había descubierto toda la verdad. Ya de regreso en la Mansión Malfoy, donde su padre ya no estaba, se había enterado de que este había raptado a Hermione y tratado de asesinarla, allí mismo, para "facilitarle las cosas a él"… Y entonces todo había cambiado.

No podía creer que Hermione casi había muerto por su culpa… Por culpa de su propio padre… Hermione, la persona que había despertado toda una serie de sensaciones nuevas en él, la primera chica por la que sentía algo en su vida… por la que sentía verdadero amor…

Tenía que solucionar todo aquello. Tenía que conseguirla. Tenía que tenerla con él, tenía que hacerla suya de nuevo… para protegerla, para protegerla de su propio y malvado padre. Necesitaba a Hermione…

Así que se había metido en la biblioteca secreta de la Mansión Malfoy, había corrido ese libro específico en la estantería que sabía que provocaba que la biblioteca girara y revelara una sala oculta detrás de la pared, donde estaban todos los libros prohibidos de magia negra que guardaba su padre…

Y había buscado la poción, el maleficio, la magia que pudiera garantizarle una victoria. Un último intento para quedarse con Hermione… Una última oportunidad… Una última vez…

Y la encontró.

Había estudiado el maleficio cuidadosamente, y sabía que funcionaría. Y actuaría solo esta vez, sin la ayuda de nadie, sin que nadie pudiera estropear sus planes…

Ya había preparado la poción la noche anterior, siguiendo las instrucciones del libro. Había troceado las hierbas mágicas, que robó del armario quemado y abandonado de Snape en el desierto castillo, donde nadie lo vio entrar y buscar en los estantes… Las había mezclado luego en un caldero, allí mismo en el Bosque Prohibido, oculto de todos… Había esperado todo el día escondido allí, hasta que llegara el momento, hasta que empezara la fiesta del carruaje de Beauxbatons, donde tendría su oportunidad… Había guardado esa poción en secreto y ahora acababa de bebérsela...

Ahora Draco caminaba hacia los lindes del bosque, sintiéndose muy extraño... Del otro lado, estaba el carruaje de Beauxbatons, donde todos estaban dentro… incluida Hermione.

Draco apuntó su varita hacia el carruaje y cerró los ojos, mientras pronunciaba las palabras que se había aprendido de memoria. Según el libro, la poción que acababa de beber le daría la capacidad, que no habría tenido de otra forma, para realizar ese complejo maleficio a la perfección, y que funcionara sin ningún tipo de error.

Y así fue.

El maleficio funcionó tan a la perfección que, ni bien lo terminó, Draco supo que este había sido todo un éxito. Lo sintió en el olor de la noche, en la vibración del aire a su alrededor, en la forma en que las hojas de los árboles se mecían con el viento, en la oscuridad de la profunda noche…

Ahora el carruaje entero de Beauxbatons estaba bajo el fuerte poder de su maleficio... Y también todos los que estaban dentro…

Sería una noche como ninguna otra.

Y, finalmente, Hermione sería suya.

Un último intento, una vez más.

Una última vez…