Disclaimer: Naruto y todos sus personajes siguen siendo propiedad de Masashi Kishimoto TT_TT

Beta: Nare

Advertencias: Shonen ai


Sasuke

Poco después de que llegaran de comprar, vinieron a visitarlo también sus amigos.

Hasta entonces, Naruto había despejado un poco el cuarto que tenía en la planta baja, y había estado descansando ahí, con Naruto a su lado viendo cosas en el móvil. Por momentos se había quedado dormido, pero Naruto no se había movido de su lado, cosa que le agradeció pues todo lo que le pedía se lo traía: el agua, la medicación, el tabaco…

Era muy atento, la verdad fuera dicha. Una de las veces no tuvo ni que pedirle que le trajera un pañuelo tras estornudar. Antes de que pudiera siquiera pensar en que necesitaba sonarse la nariz, aquél ya se había levantado para ir a buscar el paquete de pañuelos.

Y en parte le reconfortaba, pero por otro lado le hacía sentir como una carga. Como si no tuviera bastante con cuidar de uno, ahora toma dos.

Al menos, mientras estuvieron solos, se lo veía más calmado que al principio cuando llegó al hospital.

Sin embargo, después de que llegaran Juugo y Suigetsu, todos metidos ahí en la habitación con él, incluida Karin, Naruto desapareció. Seguramente se quedó en la cocina con sus madres y Menma, pero echó en falta tenerlo al lado y poder apoyarse en él, o escucharle hablar.

Aunque de cualquier modo no tuvo tiempo para echarlo de menos demasiado, realmente, pues sus amigos se marcharon antes de cenar.

Y como la semana anterior, cenaron bastante temprano para que Menma no se fuera a dormir tarde. Al final, su madre había comprado para hacer sopa y hamburguesas. Se sintió un poco como si fuera un crío cuando se dio cuenta de que, al mismo tiempo que su madre le cortaba la carne en trozos, Kushina hacía lo propio con el plato de Menma también.

Pero bueno… Aunque le diera un poco de vergüenza, agradecía la ayuda. Con una sola mano, si hubiera estado él solo, habría tenido que comerse el filete entero a bocados.

Quizá lo más abrumador de ese primer día fue cuando, ya después de cenar, las mujeres se despidieron y marcharon.

Había pasado toda la tarde con la ropa de calle, y se moría por desnudarse para meterse en la cama y dormir.

Pero conforme estaba, no podía hacerlo solo… Y Naruto lo iba a ver.

—Naruto, ¿puedes traerme la pomada que me han mandado?

—Claro.

En el mismo momento que se dio la vuelta, se quitó el cabestrillo e intentó quitarse la camiseta él mismo, rogando porque le diera tiempo de ponerse el pijama antes de que regresara. No quería que viera el tremendo moratón que tenía en la cadera.

No tuvo esa suerte.

Nunca se había planteado la cantidad de músculos que tenía que mover para realizar esa acción y ahora, a cada mínimo movimiento que hacía, se le retorcía la cara de todo el dolor que le irradiaba de todas partes, apenas siendo capaz de sacarse una manga.

—¿Qué haces? —apuró Naruto sus pasos cuando lo vio. —¿Por qué no te esperas?

No pudo sino suspirar resignado. Y al parecer Naruto se sintió igual, no añadiendo nada tras un profundo suspiro, dejando la pomada sobre la cama y ayudándole a desvestirse en silencio.

—Joder… —maldijo Naruto en un murmullo cuando quedó la piel expuesta.

—Parece más de lo que es —replicó Sasuke, no atreviéndose a devolverle la mirada.

—Y una mierda, Sasuke. ¿Tú lo has visto? ¿Por qué no te han dejado ingresado?

—Porque parece más de lo que realmente es —repitió intentando no perder la paciencia.

Naruto tenía razones para entrar en pánico. Pero sinceramente creía que no iba a pasar nada.

—Tío, lo tienes negro. ¿No se te puede hacer un coágulo y…?

De nuevo, Sasuke suspiró profundamente.

Por esto no quería que lo viera.

—Para eso son la pomada y las pastillas que me han mandado. Son anticoagulantes —le explicó.

Viendo que Naruto estaba aún procesando lo que veía y lo que le decía, comenzó a desabrocharse el pantalón. Entonces Naruto pareció volver en sí y le ayudó a sacar las perneras y los calcetines.

—Por fin… —murmuró al sentirse libre de las prendas.

Y mientras él respiraba con alivio, Naruto le empezó a aplicar el ungüento por toda la zona de la cadera con sumo cuidado. Tanto, que le hizo encogerse por las cosquillas, e instantáneamente maldijo para sus adentros por no haberse preparado para aguantarse, habiendo de apoyarse en él para no caerse por la punzada de dolor.

Se sentía exhausto. Sólo quería terminar con esto y dormir. Que se despertara curado a poder ser. Si bien sabía que ese deseo no era más que una fantasía, pero soñar es gratis.

—¿Te he hecho daño? —preguntó consternado.

—No… Me has hecho cosquillas.

Con lentitud y atento a cada movimiento, Sasuke se fue agachando hasta que pudo apoyarse con la mano buena en el borde de la cama, y al ver sus intenciones de sentarse, Naruto se puso a su lado para asistirle.

De verdad… Ya había tenido alguna caída con la moto antes y sabía lo que era tener la movilidad un poco reducida temporalmente. Pero esto era irritante. No poder ni siquiera sentarte en la cama sin ayuda…

Cerró los ojos y respiró profundamente otra vez.

—Todavía no he terminado… —le dijo Naruto.

Como si no lo supiera.

—Ya lo sé. Déjame tumbarme. No quiero darme de morros contra el suelo si me caigo.

Fue como si le clavasen miles de agujas al mismo tiempo por cada mínimo movimiento que hizo hasta que consiguió tumbarse de lado, de espaldas a Naruto, quien se ajustó para seguir untándole la crema.

Empezaba a dolerle la cabeza, y le escocían los ojos por el cansancio, a pesar de haber dormido a ratos por la tarde. También notaba los músculos del cuello cada vez más tensos.

Casi en contra de su voluntad, su respiración se estaba volviendo más profunda y pausada, haciéndole sentir algo mareado. Estaba a punto de quedarse k.o., lo veía venir.

—Sasuke.

—Hmm.

—¿Qué…? —se quedó en silencio un momento antes de seguir.

Sasuke respiró profundamente. A pesar de que le hacía gracia cuando Naruto se quedaba falto de palabras porque quería decir algo que le daba vergüenza, se encontraba tan exhausto que no sabía si iba a tener suficiente aguante para esperar a que se decidiese a hablar.

—Dispara ya, Naruto. Me estoy quedando dormido.

—Tampoco hace falta que seas tan borde —contestó con un tono demasiado serio.

Dejando salir el aire por la nariz, lentamente, largo y tendido, aunque le supuso un esfuerzo bastante grande, se giró para poder mirarle a la cara, encontrándolo con gesto enfadado.

¿Qué tripa se le había roto?

—No soy borde, tonto. Estoy agotado y literalmente me estaba quedando dormido.

Evidentemente, ahora se sentía más despejado, su atención puesta en el bobo que tenía por novio.

Naruto pareció calmarse un poco con su respuesta, pero aún así seguía con el ceño fruncido mientras terminaba de aplicarle la pomada.

—¿Seguías teniendo algo con mi prima cuando nos conocimos? —soltó a bocajarro sin dirigirle la mirada.

Sasuke volvió a tumbarse sobre su costado bueno, dejando escapar un largo suspiro.

Ésta era una conversación que no quería tener en ese momento, adolorido e irritado como estaba. No obstante, también sabía que si no le contestaba ahora, iba a provocar que Naruto perdiera la confianza en él. Y la confianza es algo que no se pierde dos veces…

—Sí y no. La relación que tengo con ella no se puede resumir en una palabra, Naruto.

Y aunque no le miraba, podía sentir el torbellino que debía de estar formándose en su cabeza…

—Pero si lo que quieres saber es si siento algo por ella por lo que debas preocuparte, entonces no.

Al no recibir respuesta, se giró otra vez lo mínimo imprescindible para llegar a verle… Y tuvo la sensación de que sus palabras no le estaban llegando a Naruto.

Gruñó para sus adentros al no saber si había hecho bien en decirle nada con respecto a ella. No quería que desconfiase de él pero tampoco quería mentirle.

—Va… Ve a lavarte las manos y échate conmigo —le pidió con tono suave.

Naruto no contestó. Si bien se levantó y salió del cuarto, Sasuke esperando por todo lo más sagrado que fuera para hacer como le había pedido y regresara cuanto antes. No sabía si le quedaban fuerzas para estar despierto ni quince minutos más.

Por suerte para él, y aunque tardó más de lo que hubiese querido, Naruto regresó antes de que le venciera la inconsciencia.

Con cuidado, Naruto se metió en el hueco entre él y la pared, dándole la espalda.

Definitivamente, se había molestado…

—Naruto, quiero que sepas una cosa —le empezó a decir, juntándose a él y rodeándolo en un suave abrazo.

Le costó una punzada en el hombro y más tensión en el cuello… pero cuando dejó reposar el brazo a su alrededor, su cuerpo se relajó bastante.

—Si alguna vez dudo de lo nuestro o dejo de quererte, serás el primero al que se lo cuente. No quiero mentirte, ni que desconfíes de mí.

—¿Me lo prometes? —preguntó con la voz quebrada.

Una súplica que no podía evitar comparar con las que él mismo le hacía de pequeño a su hermano, como cuando no quería dormir solo por miedo a los monstruos que pudieran haber debajo de su cama.

¿Acaso le habían puesto los cuernos alguna vez…?

—Unn —asintió levemente contra su cuello. —Te lo prometo. Sólo espero lo mismo a cambio.

—Unn…

Con un suspiro de alivio, cerró los ojos, rápidamente sintiendo cómo la inconsciencia le vencía, al sentir que al menos Naruto se había quedado más tranquilo.

Así lo creyó cuando sintió vagamente en la lejanía que se removía para darse la vuelta, haciendo que apoyase la cabeza sobre su pecho, y como si le acariciase o le besase en la cabeza, antes de quedarse dormido.

.

.

.

Continuará


13-10-23