Capítulo Final: Corazones inflamables.

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El momento más solitario en la vida de alguien es cuando está viendo cómo su mundo se desmorona, y lo único que puede hacer es mirar fijamente _ Scott Fitzgerald.

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Los cementerios.

Lugar de memoria en donde se resguarda el pasado, santuario de lágrimas, reliquia de los más preciosos recuerdos; flores, un símbolo de lealtad con el difunto.

La cruz marca la tumba, como un vigía, un cuidador del cuerpo y el alma, un rezo por el perdón, la redención y purificación de los pecados.

Cementerio, del griego koimētḗrion, que significa 'dormitorio', sitio de reposo en donde las almas de los muertos pueden encontrar el camino hacia la luz.

Los muertos no pueden dañarte, es a los vivos a quien debes temer.

Carne putrefacta, tierra mezclada con huesos, gusanos, descomposición, larvas, restos mortales, deterioro, moscas; del polvo eres, al polvo volverás, de la tierra nacimos, a la tierra regresaremos.

"Orochimaru" Hiruzen colocó una mano sobre el hombro del niño, tratando de sacarlo de su estado de trance, no sirvió de mucho. El chico seguía observando las dos lápidas frente a él con un semblante ilegible.

"¿Por qué las personas mueren?" Su expresión no cambió en lo más mínimo.

Hiruzen lo pensó. "La muerte es parte del curso natural de las cosas"

"¿Entonces mis padres fueran asesinados por ninjas de la nube porque es parte del curso natural de las cosas?"

Se perdió de vista la mueca amarga en el rostro del hombre.

Siguió mirando las lápidas, dos nombres inscritos, dos rostros; recuerdos que caían al olvido, memorias que descienden al vacío para nunca más regresar. Desearía poder verlos una vez más.

"¿Qué puedo hacer para que la gente deje de morir?"

Esas palabras sacudieron a Sarutobi, sin embargo se reincorporó rápidamente. "Me temo que eso es imposible, Orochimaru..." Se agachó a la altura del niño. "La perdida nos llena de dolor, nos hace anhelar un segundo más con esas personas, pero las almas que han partido de este mundo al más allá, descansan. Viven por la eternidad en un santuario en donde pueden reposar en paz, los que fallecen, fallecidos deben permanecer"

Sus palabras no consiguieron ninguna reacción, lo intentó de nuevo. "No puedes salvarlos a todos, es imposible. Lo único que puedes hacer es escudarte en camaradas fuertes, conocer a gente a la cual amar y proteger, eso te ayudará a sanar"

Por primera vez sus ojos se despegaron de las lápidas, parecía pensativo. "¿Eso es lo que tú haces?"

El hombre sonrió en respuesta. "Claro, soy el Hokage de esta aldea, todas las personas que habitan en este pueblo son preciosas para mí. Compartimos un hogar, compartimos una vida y, aunque no compartamos lazos de sangre, son preciosos para mí. Ellos son mi familia, como Hokage me encargo de la protección de mi hogar, soy el jefe de la familia, el pilar central"

El niño agachó la mirada reflexionando en silencio. Las palabras lo alcanzaron, sus razgos seguían siendo igual de ilegibles aunque ahora reflejaban algo de inseguridad. "¿Crees que yo puedo tener eso? ¿Puedo llegar a ser como tú?"

"¡Claro!" Sarutobi no tuvo que pensarlo dos veces. "Eres un gran chico Orochimaru, estoy seguro de que te convertirás en un gran hombre algún día. Eres muy inteligente y habilidoso; quién sabe, si te esfuerzas quizás en un futuro llegues a quitarme mi puesto"

Un leve ensanchamiento de los ojos, una llamarada que se enciende. Determinación, convicción, un propósito, un motivo para vivir.

"(Hokage...)"

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"¡Voy a casarme con Dan!"

Orochimaru la miró con ojos apáticos. "Bien por ti" regresó su atención al libro que tenía en las manos.

Tsunade rodó los ojos por la falta de reacción. "¿Eso es todo lo que dirás?"

"¿Qué quieres que diga?"

La babosa levantó las manos con exasperación, estaba a punto de gritar improperios encontra del hombre, pero al final guardo silencio, su boca se cerró con un click.

En realidad era una reacción bastante esperada, su compañero tenía el tacto de una roca... Aunque no siempre fue así, a veces solía ser... Distinto.

"Quiero que asistas a la boda"

Eso provocó que él frunciera el ceño. "No" Su respuesta fue contundente.

Tsunade abrió los ojos con incredulidad, su expresión se volvió indignada. "¡¿Que?! ¡¿Por qué no?!"

"Tengo que estudiar" Levantó su libro para remarcar su punto.

Conocer el motivo solo hizo que ella se enojara aún más. "¡Oh no! ¡Claro que no!" Ahora parecía realmente molesta. "Desde que te conozco estás adherido a esos malditos libros, no vas a morir si los dejas de lado solo por un segundo" Ella colocó una mano por encima de las páginas, evitando que él pudiera seguir leyendo.

"Eso es irrespetu..."

Ella lo interrumpió antes de que pudiera protestar. "No es de cualquier cosa de lo que estamos hablando, ¿Sabés?" Su ira anterior fue reemplazada por una expresión abatida. "Me voy a casar Orochi, es un momento especial, no es algo que suceda todos los días y yo... Quisiera que mi mejor amigo estuviera allí..."

Sus ojos color avellana lo miraron suplicantes, se le hizo imposible negarse, suspiró derrotado. "Bien, tú ganas... Si eso es todo, agradecería que me dieras mi espacio, estoy ocupado en este momento"

Tan directo como siempre, aunque también un poco grosero. Tsunade no entendía porqué el hombre lucía tan reacio con la idea, su mejor amiga estaba a punto de contraer matrimonio, ¿No podía al menos aparentar una sonrisa? ¿Estar un poco feliz al respecto?

Sabía que él era muy reversado, quizás algo oscuro, pero nunca fue lo que aparentaba, no era lo que los demás creían que era; fue diferente, cuando estaban solos, su trato hacia ella fue diferente, era como ver a otra persona.

Supuso que ese no era el caso en este momento, se dio la vuelta para marcharse, no pudo evitar sentirse levemente herida.

Orochimaru se dio cuenta de eso. "Tsunade..." Eso la detuvo, él tenía una mirada extraña.

Sus ojos verdes se perdieron en la mirada de la mujer casi de forma hipnótica

"¿Si?" Ella lo sacó de su aturdimiento.

"Yo..." comenzó a dudar, fue solo un segundo, su mirada se desvío hacia sus labios, demasiado rápido para ser visto, trago un nudo en su garganta. "Solo quiero que seas feliz..." Las palabras salieron de forma inconciente.

Esas palabras la conmovieron; ella le sonrió, luego se acercó, comenzó a abrazarlo, sus brazos quemaban, resistió el impulso de empujarla, fingió una sonrisa.

"Eres un gran compañero y un gran amigo, Orochi"

Claro, amigos, solo eso, siempre sería solo eso.

Sus brazos finalmente se apartaron, dejándolo respirar. "Te veo luego" Tsunade salió por la puerta del departamento, no sin antes dedicarle una última sonrisa, una muy brillante.

"Hasta luego..." Cuando la puerta se cerró, dejó caer su máscara, su ceño volvió a fruncirse, caminó hasta una de las sillas del comedor y se sentó.

Sus emociones se arremolinaban violentamente.

Ella escogió a Dan en lugar de él... No importa, sabía que tarde o temprano sucedería, aunque siempre pensó que sería Jiriaya quien la apartaría de su lado, su corazón siempre fue más grande que el suyo.

Dan también era un buen tipo, la cuidaría bien. Él en cambio... No tenía nada para ofrecerle.

Siguió estudiando, era un folio sobre política, ese asiento de Hokage no se ocuparía solo, tenía que mantener los ojos en su ambición, no pensar en cosas triviales.

Quizás eso disminuya la sensación de su pecho apretado, su garganta seca, sus manos temblorosas.

Se rascó los párpados, había mucho polvo en la habitación, le estaba entrando en los ojos.

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Un error, un solo error le costó la vida a todo su escuadrón.

Protegían un puesto fronterizo cuando fueron atacados por ninjas de la roca.

La amenaza fue neutralizada, pero el costo demasiado alto.

Cuatro Jōnins, tres muertos, el último respiraba sus últimos alientos.

"Lord Orochimaru..." El hombre moribundo levantó su mano, un agujero en su pecho causado por un Jutsu de tierra, la única razón por la que aún seguía con vida era por pura terquedad.

Sostuvo la mano del hombre entre las suyas.

"¿H-Hice u-un buen t-trabajo Lord O-Orochimaru?"

Sabía que la guerra era una catástrofe, muchas vidas se perderían, algunas de ellas estarían bajo su mando. Pero una cosa era saberlo, otra muy distinta vivirlo a flor de piel.

"Lo hiciste magnífico, Kachimbo" Estaba muerto, sus ojos eran frios y carentes de vida, se marchó sin poder escuchar sus palabras. "Fuiste un gran Shinobi..."

Una mirada entristecida.

Otro muerto más, otro nombre que cargaría en su espalda, otro compañero que no pudo salvar.

¿Por qué la gente tiene que morir? Cuerpos humanos, tan débiles y efímeros.

El enemigo era fuerte, no estaban ni a la mitad de la guerra, aún quedaba mucho camino por delante. Un sendero creado con los cadáveres de sus cámaras.

Era necesario, se refugio en esa idea. Todo era por el bien de la aldea, por y para Kohona, cada ninja daría su vida protegiendo su hogar.

Este dolor lo haría crecer, lo volvería digno. Solo alguien que ha conocido el sufrimiento puede empatizar con la desdicha de los demás, la compresión era necesaria para un Hokage.

Aún así, deseaba tanto no tener que ser siempre el único hombre en pie, el último superviviente en cada batallón. Era solitario, tan solitario.

Una montaña fabricada con los cuerpos de las personas que no pudo salvar; tinieblas, oscuridad, existía mucha soledad aquí arriba.

Cuántas cosas han muerto dentro de nosotros, cuánta muerte llevamos en nosotros. Que tu recuerdo olvide sus recuerdos, que tu olvido recuerde sus olvidos. Cuida de no morir antes de tu muerte _ Vicente Huidobro

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"Orochimaru" Escuchó la voz de Hiruzen en su espalda.

Estaban parados en el techo de la torre Hokage.

No volteó para mirarlo, no podía ver al anciano a la cara; no después de esto, no después de saber lo que estaba a punto de pasar, conocía cuál era la noticia que estaba por recibir.

"He elegido a Minato como mi sucesor"

Se sintió traicionado, usado y arrojado a un lado como una herramienta defectuosa.

"Yo... He considerado que tú no estás listo para el puesto"

Las palabras cortaban más profundo que cualquier navaja; no hirió su piel, tasajeo su espíritu, aniquiló su alma, aplastó su corazón.

El viejo parecía preocupado por su falta de respuesta. "Orochima..."

"Déjame solo, anciano" Pasaron algunos segundos de silencio hasta que escuchó unos pasos alejándose, al menos Sarutobi no hizo esto más difícil.

Sus ojos se perdieron en el atardecer, la brisa acarició su cabello.

¿Qué hizo mal? ¿En qué se equivocó? ¿Fue por su asociación con Danzo? El tipo era un cretino no iba a negarlo, sus métodos fueron demasiado barbáricos, cometieron muchas atrocidades juntos.

Realizó muchas misiones de moralidad cuestionable, pero era necesario, un mal menor por un bien mayor. Todos esos sacrificios marcaron los cimientos de la aldea, gracias a eso ganaron la guerra, fue para proteger su hogar.

Minato tampoco era un santo, el hombre asesinó a miles de shinobis de la roca en solo un parpadeo, innumerables familias fueron destruidas ese día. Padres, hijos, mujeres, los mató a todos por igual.

Sus manos estaban tan manchadas de sangre como las suyas, los dos eran monstruos a su manera.

¿Entonces por qué? ¿Por qué escogió a Minato en lugar de a él? ¿Solo por qué tenía una mejor presentación? ¿Por qué tenía una familia? ¿Por qué era normal y no raro como él?

Trabajó, luchó, sangró, se partió la espalda día tras día. Sacrificó compañeros, cometió atrocidades inmorales, todo lo hizo por el bien de Kohona.

Todo lo que hizo fue para proteger la aldea, porque deseaba ser alguien digno para el puesto, alguien capaz de anteponerse a las adversidades, alguien que no le temblara el pulso al tomar decisiones, alguien que pusiera los bienes de la aldea por encima de sus propios bienes.

Se esforzó tanto, sacrificó tanto.

Pero al final, el anciano escogió a Minato...

Solo ahora se dio cuenta de que su vida no tenía ningún tipo de sentido.

Algo húmedo se deslizó por su mejilla.

¿Qué seguía? ¿Qué le quedaba? ¿Qué se supone que tenía que hacer a partir de ahora? Tsunade se marchó de la aldea ahogada en el dolor de la perdida; no pudo detenerla, Jiriaya estaba ocupado con su nueva red de espías, su maestro lo había rechazado, tampoco tenía familia.

Algo se rompió.

Sintió el libro en sus manos, 'El arte de la información' así se llamaba, planeaba mejorar el departamento de tortura e interrogatorio cuando asumiera el puesto.

"Conocimiento..." Estudió durante años, lo único que le quedaba era eso, sus incontables aprendizajes.

"Conocimiento eterno" Y para eso necesitaba años, muchos años. Los misterios que se escondían en el mundo eran casi ilimitados, jamás podría aprenderlos todos en una sola vida.

"Viviré para siempre..." Ese día lo juró.

"Caminaré por la tierra hasta el último de los días..."

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"... Lo prometo" Orochimaru hundió una mano en la tierra, arrastrando su cuerpo moribundo por el suelo.

La luna llena se elevaba en el cielo, pequeñas llamas moradas iluminaban el terreno.

La mayor parte de su piel estaba cercenada por quemaduras de tercer grado, la mitad izquierda de su rostro fue desfigurada, la parte derecha de su torso desapareció por completo.

La única razón por la que aún seguía con vida era por pura terquedad.

Detuvo su avance, ya no tenía sentido de todos modos; sonrió. "Recuerdos acunan mi lecho en la hora de mi muerte... Patético"

Escuchó unos pasos acercarse, no tenía que mirarlo para saber quién era.

"¿Cómo demonios sigues con vida?" Naruto parecía horrorizado.

Hizo que su sonrisa se ensanchara. "Soy muy resistente" Sus ojos se volvieron nostálgicos.

"Eso puedo verlo, sin dudas eres la peor escoria existente"

El rubio se confundió cuando, lejos de enojarse, el Sanin comenzó a reír.

No fue una risa macabra, tampoco enloquecida, sonaba como un hombre, ¿Destrozado?

"Tienes razón..." Su sorpresa se duplicó cuando él estuvo de acuerdo.

"Toda mi vida ha sido un asco... Pero al menos quiero despedirme con algo de dignidad"

Orochimaru dejo de reír, un suspiro de agotamiento se escapó de sus labios. "Dile a Jiraiya que te hable de tus padres..." No alcanzó a mirar la expresión estupefacta del niño, sus ojos comenzaron a cerrarse. "No es bueno ocultarle secretos a los ahijados"

"¡¿Qué?!" Naruto atrapó al Sanin por los restos de su camiseta. Sin embargo, ya era demasiado tarde, su interrogatoria se quedó en el aire.

Orochimaru estaba muerto, su corazón se detuvo.

"Tsh..." Dejó que su cuerpo cayera inerte en el suelo. "Se suponía que iba torturarte hasta la muerte..."

Los mechones rubios cubrieron su rostro, ocultando su semblante. Una sensación extraña creció en su pecho.

"Incluso estando a las puertas del infierno, sigues arruinándolo todo..."

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Su corazón latía rápidamente; mil pulsaciones por segundo, sentía que el alma se le saldría del cuerpo en cualquier momento, su estómago se revolvió, su espíritu se arremolinaba con preocupación.

Tenía que encontrarlo. Anko se juró a si misma que mataría al rubio una vez que lo encontrara, pero eso solo sería después de abrazarlo; abrazarlo muy fuerte.

Tenía que comprobar que estuviera bien, lo necesitaba en sus brazos, necesitaba borrar este sentimiento de angustia de su pecho, necesitaba mirar su rostro, asegurarse de que todo seguía en orden.

¿Por qué? ¿Por qué tenía que ir y hacer algo súper imprudente como siempre? ¿Hasta cuándo seguiría torturándola de esta forma?

El rubio estuvo a escasos centímetros de la muerte, solo pensarlo hizo que sus venas se congelaran.

No podría soportarlo, jamás podría sonreír en un mundo en donde él no estuviera allí para amarla, para cuidarla, consentirla, abrazarla.

¿Quién la sostendría en las noches heladas? ¿Quién la esperaría en casa con los brazos abiertos? ¿Dónde quedaría el amor de las mañanas? ¿A dónde se marcharían todos los besos que aún no compartían?

Aún tenían que formar más recuerdos; tantas historias por forjar, cuentos que serían relatados a los niños. Aún tenían tantas cosas por hacer, tantos sueños por cumplir, tantos años por delante; sus corazones aún tenían tantos poemas que narrar.

Solo existía un hombre dueño de su sonrisa; él no tenía permitido marcharse, no hasta que los años pasaran y sus cuerpos envejecieran, entonces serían sepultados uno al lado del otro.

Volverían a empezar desde cero una vez que se encontraran en la otra vida.

No quería un mundo en donde no pudieran estar juntos, no podía seguir adelante sin él; lo necesitaba, y lo necesitaba ahora.

El problema era que no lograba hallarlo.

Casi muere de un infarto cuando recibió la noticia, Tsunade le contó todo lo sucedido. El equipo siete regresó de su misión clasificada; capturar a Kabuto era el objetivo, sin embargo el hombre fue asesinado por Sasuke cuando intentó escapar.

Pero eso no fue lo que la sorprendió, lo que verdaderamente la dejó en estado de shock, fueron las últimas palabras de la babosa Sanin.

Naruto asesinó a Orochimaru.

Lo cortó desde allí, no esperó a que la Hokage terminara de explicar, ella salió corriendo a buscarlo.

Interrumpió en el hospital pero él no estaba allí, su cama estaba vacía. Al parecer el idiota tuvo la brillante idea de escabullirse justo en este instante.

Sacudió toda la aldea para encontrarlo, puso patas arriba el pueblo entero, revisó todos los lugares habidos y por haber. El restaurante de Akairy, el monumento Hokage, el distrito comercial, el distrito de los clanes, los campos de entrenamiento, el departamento de TI.

No dejó piedra sin levantar, pero él no estaba en ninguna parte.

Estaba muy frustrada, con los nervios al límite, angustiada, intranquila, su mente era una bruma de emociones acongojadas. Estuvo a punto de perder la cabeza, pero eso fue hasta que los engranajes en su cerebro comenzaron a girar nuevamente, brindándole la respuesta que necesitaba.

Aún quedaba un lugar en donde no había buscado, un sitio que solo ellos dos conocían. Su santuario, su lugar privado, tenía que estar allí.

La caverna de las serpientes. 'El nido'.

De esa forma es que ella se abrió paso por los pasadisos de la cueva; no había cambiado mucho durante los años, la diferencia más remarcada era que ya no carecía de iluminación como antes. Ella se encargó de instalar un sistema de lámparas y antorchas que cubrían toda la estructura cuando Naruto estuvo en su viaje de entrenamiento.

Sus pies se movieron a paso apresurado, pudo discernir la figura de las múltiples serpientes deslizándose por el suelo, sus siseos aprobativos le indicaron a ella que sus sospechas eran ciertas.

El rubio estaba aquí. Si fuera posible, su marcha se volvió aún más precipitada, en algún momento incluso comenzó a trotar.

Su avance se detuvo abrutamente cuando finalmente llegó al epicentro de la caverna. Sus ojos se abrieron como platos cuando lo vió.

Naruto estaba justo allí, parado frente a un pequeño altar de piedras que muy seguramente acababa de construir; la Kusanagi incrustada en el centro, el pergamino de invocación de serpiente descansaba a un costado del filo de la espada.

Víboras, boas, pitones, culebras, corales; todas los reptiles de la cueva se arremolinaban alrededor de él, mirándolo como si fuera una especie de dios, brindándole una vista celestial.

Analizó su apariencia más detenidamente. No portaba la ropa del hospital, tenía un suéter manga larga negro, pantalones grises y unas botas shinobi.

Un jadeo escapó de sus labios, sintió que su corazón daba un vuelco, su estómago se revolvió cuando observó que la manga izquierda de su sueter colgaba flacidamente en el aire.

Su brazo ya no estaba allí.

Su arrebato debió haberlo alertado de su presencia ya que ahora Naruto la miraba con una expresión preocupada. Él estiró su mano para indicarle que se acercara.

Ella hizo exactamente eso. Las serpientes se apartaron del camino con cada paso que se aproximaba; sus ojos fijos en el rostro de su amado, su pecho se arremolinaba con tantas emociones que sería imposible describirlo.

Felicidad de que el estuviera de regreso en casa; temor, miedo, tristeza al contemplar que no pudo regresar ileso. A su mente vinieron todas las consecuencias que suponían una extremidad faltante; la atormentaron.

Una vez que la distancia se redujo, ella tomó la manga de su suéter con manos tambaleantes, el aliento quedó atascado en su garganta. Naruto tenía un semblante inquieto, pero no dijo nada, observó todo en silencio.

"T-tu b-brazo" Las palabras salieron con demasiada dificultad, como si aún no pudiera creerlo, como si todo fuera un sueño o una ilusión.

Sus manos se deslizaron hacia arriba, tocando con delicadeza el muñón que había quedado en su hombro; era lo único que quedaba. Solo imaginarse el dolor puro que debe sentirse al momento de perder un brazo entero hizo que ella se estremeciera; la carne desgarrada, la sangre salpicando, sintió una presión creciendo en su pecho.

Él seguía sin decir nada, su única respuesta fue agachar la cabeza con un semblante arrepentido.

Anko se maldijo a si misma por ser tan ingenua. No debió haberlo dejado ir a esa estúpida misión, no debió permitir que se metiera ideas suicidas a la cabeza, no debió incentivar el desprecio por su ex sensei, por culpa de eso él salió herido y su carrera como ninja ahora estaba arruinada o al menos la mayor parte de ella.

Todo era su culpa.

Ella apoyó la cabeza sobre el pecho del rubio, las lágrimas amenazaban con escapar de sus párpados.

Todo era su culpa.

La magnitud de la situación la golpeó como un balde de agua fría; estuvo tan cerca de perderlo, demasiado cerca, la sola idea hizo que algo se rompiera en su interior.

La luz de su ángel guardián estuvo a milésimas de apagarse, una de sus alas fue cortada; Anko sabía que él perdería la otra si eso significaba salvarla, todo fue por protegerla.

Todo porque ella era demasiado débil para lidear con Orochimaru por si misma, se supone que era su problema, no del rubio. Él no debía cargar con su desastre, pero aún así lo hizo; la amaba más que a nada.

Era una cobarde, se refugió detrás de él, esperando que solucionara todo. Eso casi lo mata, su historia casi se destruye antes de siquiera empezar.

Todo era su culpa, lo arruinó todo como siempre.

Sintió que su único brazo la envolvía con fuerza, la catarata de lágrimas se desató sin que pudiera controlarla. Ella le devolvió el abrazo, se aferró a él con tal desesperación que sus uñas comenzaron a hundirse en su espalda.

"No quiero perderte, no puedo perderte"

Tenía miedo de que si lo soltaba él desaparecería.

Estaba perdida sin su cariño.

Era como una muñeca de porcelana que podría romperse; como un lienzo vacío, un cantante sin voz, un poeta sin su pluma, un mar sin agua, un cielo sin estrellas, una rosa sin pétalos, una partitura sin intérprete.

"No voy a ir a ninguna parte" Eso no la convenció en lo más mínimo.

"Pero estuviste demasiado cerc..." Fue interrumpida antes de terminar.

"Pero no lo hice, sigo aquí" La tomó por la mejilla, obligándola a mirarlo. "Volví por tí, saber que tú estabas esperándome me dio el impulso para volverme a levantar, fue gracias a ti que puede resistir un poco más"

¿Cómo podía decir eso después de lo sucedido? ¿Cómo podía seguir mirándola con tanto amor en sus ojos? ¿Por qué ir tan lejos por ella? ¿Morir por ella? ¿Vivir por ella? ¿Qué sentido tenía? ¿Cómo podía estar tan loco?

¿Mirar a la muerte de frente? ¿Desafiarla? ¿Arrastrarse desde las profundidades del abismo solo para estar junto a ella de nuevo? Algo estaba mal con él.

No hay ser humano, por cobarde que sea, que no pueda convertirse en héroe por amor _ Pláton.

"Así que no quiero que te culpes por esto"

Seguía siendo tan comprensivo, tan dulce. Siempre pensando en ella antes de si mismo, velando por su bien antes del suyo.

Algo estaba mal con ella, porque muy en el fondo, la hizo sentir tan feliz, tan amada, tan apreciada, tan especial, tan única.

¿Cómo lo hacía? ¿Cómo era que siempre tenía la respuesta correcta para calmarla? ¿Cómo era que podía hipnotizar sus sentidos con un simple toque? ¿Era porque estaba enamorada? ¿Porque lo amaba tanto?

Algo estaba mal con ellos, tenían que estar dementes, era la única explicación. ¿Eso importaba? Bien podían enloquecer juntos.

Aún así, la culpa seguía carcomiéndola por dentro.

"Pero, tu abrazo, no puedes ser un ninja con una extremidad menos."

Él seguía tan imperturbable como siempre. Le sonrió de forma cálida, de esa forma que hacía que su corazón se agitara violentamente en su pecho.

"Me las arreglaré, además la abuela Tsunade dijo que intentaría crearme una prótesis decente y duradera"

Ella suspiró con exasperación. ¿Cómo es que Naruto podía verse tan inmutable incluso después de perder un brazo? No lo sabía, era frustrante lo óptimasta que era incluso estando en las peores situaciones.

Pero tampoco se quejaba, a veces ella también pecaba de pesimista. Eran un equilibrio perfecto, si él subía demasiado a las nubes ella se encargaría de hacerlo regresar abajo, si ella se hundía excesivamente en la tierra entonces él sería el responsable de sacarla.

"Solo tú puedes lucir tan tranquilo después de perder una extremidad"

Tampoco debería sorprenderle, Naruto siempre fue así; tan terco, tan necio, tan indomable. Se negó a ser derrumbado, su voluntad se negó a ser diesmada, nada era capaz de aplacar su espíritu.

Mentiría si decía que eso no la atraía enormemente.

Trató de abrazarlo de nuevo pero el rubio la detuvo. Comenzó a depositar besos en sus mejillas, utilizó sus labios para limpiar cada una de sus lágrimas, un beso por cada gota derramada.

"No me gusta cuando lloras, te ves más hermosa cuando sonríes"

Sintió que sus mejillas se enrrojecían, no pudo evitar reír ligeramente.

Siempre fue así, tan romántico, tan encantador, irresistible, apasionante.

Eran estas pequeñas cosas, estos pequeños detalles, los que le recordaban constantemente porque fue que se enamoró de él.

"(Eres un desastre tan perfecto, Naruto Uzumaki)"

Ella entrelazó su mano con la él, se sentía un poco más tranquila ahora, aún estaba dolida y lo estaría por un tiempo; el rubio fue herido de gravedad, no era algo que iba a olvidar como si nada.

Se aseguraría de regañarlo más tarde por sus acciones tan temerarías, lo extrangularía por un largo rato. Pero eso sería después, en este momento lo único que deseaba era disfrutar de su presencia, agradecer que aún estaba vivo.

Volvió a abrazarlo, esta vez con más delicadeza. Descansó su cabeza en su pecho, se derritió bajo su toque, un suspiro armonioso escapó de sus labios cuando el calor la envolvió.

La voz del rubio la sacó de su estado de trance. "Sé que fui un estúpido por preocuparte..." Sonaba arrepentido. "Pero quiero que sepas, jamás te abandonaré, Anko. No voy a dejarte ir nunca, estaré allí para ti siempre"

Eso la conmovió en demasia, su interior se revolvió de emoción, fue muy tierno de su parte, hizo que lo abrazara con un poco más de fuerza.

Fue una disculpa muy convincente, con este tipo de palabras era muy difícil permanecer enojada. Quizás lo estaba perdonando muy fácilmente; daba igual, dejaría que se saliera con la suya en esta ocasión.

"Te amo, y eso es muy lindo, pero si sigues hablando así me vas a hacer llorar otra vez" No bromeaba, su corazón era muy frágil cuando él la trataba con tanto cariño. Era alguien muy sentimental, no le avergonzaba admitirlo.

Lo escuchó reír. "A veces me sorprende la capacidad de tus glándulas lagrimales"

Perfecto, había arruinado el momento, parecía ser experto en hacer ese tipo de cosas. ¿Cómo podía ser tan lindo en un momento y a actuar tan tontamente en otro?

"¡Oh, cállate!" Lo golpeó ligeramente en el pecho mientras un puchero se apoderaba de sus labios.

La respuesta del rubio fue depositar un beso sobre la cúspide de su cabeza. Allí estaba de nuevo, dejó de actuar tontamente para volver a ser amoroso con ella, cambiaba tan rápido de personalidad que la desconcertaba.

No era como si se estuviera quejando, no iba a protestar por eso, le gustaba ser mimada. Si él quería actuar afectuosamente entonces ella lo recibiría encantada con los brazos abiertos.

Aunque, no pudo evitar notar que él estaba siendo más cariñoso de lo habitual. No tenía nada de malo, no le molestaba, pero era algo fuera de lo común.

El problema era que eso no era lo único nuevo en él, existía algo distinto en su postura, su rostro, su sonrisa; tenía un brillo extraño que antes no estaba allí. Como un hombre transformado, como alguien que tuvo una revelación.

Se sintió intrigada por eso.

"Tú... Tienes algo diferente..." Se separó ligeramente para poder mirarlo. "Y no, no me refiero al brazo." Dijo eso como una ocurrencia tardía.

Observó que sus palabras provocaron que Naruto cambiara su rostro a uno de incertidumbre. Sin embargo, eso solo duró unos segundos ya que su expresión volvió a cambiar, pero esta vez era una llena de determinación.

Eso despertó su curiosidad; él dejó de abrazarla para mirarla directamente a los ojos, su mirada era tan penetrante, como si pudiera atravesar los reconditos más lejanos de su espíritu.

No existían barreras que pudiera anteponer para ocultarse, él siempre las derrumbaría todas, era como si su alma estuviera completamente desnuda para que él la observara.

Ella estaba bien con eso. Podía mirar su corazón tanto como quisiera, no existía nada que quisiera ocultarle; Naruto dijo que deseaba conocer absolutamente toda de ella, no iba a negarle ese deseo.

"Necesito decirte algo... Solo no me interrumpas hasta que termine, ¿Si?"

Ella asintió, se lo que sea sonaba como algo importante.

Naruto se rasco la parte posterior de la cabeza mientras buscaba como reunir sus pensamientos en palabras.

"Quería pedirte perdón" Anko no pudo ocultar su sorpresa al oír eso. "Yo me equivoqué, durante todos estos años estuve equivocado y terminé lastimándote por eso"

Un suspiro escapó de los labios del rubio.

"Creía que necesitaba algún tipo de aprobación, una prueba que demostrara que de verdad era digno. Creí que no podía estar junto a tí hasta que no me ganara el derecho de estarlo; pensé que no era suficiente, pensé que eras demasiado buena para mí, que no te merecía. Por eso me propuse la meta de convertirme en alguien que fuera digno de caminar a tu lado..."

Mientras más hablaba los ojos de la pelimorada se llenaban cada vez más de comprensión. De repente todo el panorama se había vuelto claro, todas las piezas comenzaron a encajar en su lugar, esto la ayudó a entender muchas cosas.

"Pensé que solo matando a Orochimaru me ganaría tu aprobación, pero eso solo hizo que me diera cuenta que estuve tan errado, tan ciego. Por culpa de eso desperdicié tanto tiempo en una meta estúpida cuando siempre te tuve delante mío..."

Ahora tantas cosas tenían sentido; su rechazo en Suna, las conductas extrañas que a veces tenía, su comportamiento tan reversado, sus tendencias a contenerse cada vez que ella intentaba dar un paso adelante.

¿De verdad creyó que tenía que hacer algo tan estúpido para ganársela? Se sintió tan enojada. ¿Cómo podía ser tan tonto? ¿Cómo es que no se dio cuenta de que ya estaba profundamente enamorada de él? ¡Estaba malditamente loca por tenerlo! Se habría rendido en sus brazos si tan solo se lo hubiera pedido.

No tenía que matar a nadie, no tenía que impresionárla, no tenía que hacer absolutamente nada. Era suya desde el día que le juró amor eterno, tal vez incluso desde antes.

"Me di cuenta de que no quiero perder más tiempo, no quiero contenerme más, no quiero perder ni un solo día más..."

Ahora entendía cuál era el rumbo de esta conversación, comprendió que era lo que el rubio quería decirle con tanta urgencia.

Se le estaba declarando.

Pero no de una forma indirecta ni tampoco ambigua; fue totalmente explícito, iba totalmente en serio. La relación que tenían entre los dos, lo que sentían uno por el otro, él lo estaba oficializando.

La espera terminó, finalmente darían ese paso.

"Estoy enamorado de tí, es obvio que lo sabes pero no esta de más decirlo..." Sintió que el aliento se le quedaba atascado en la garganta cuando él la miró con todo el afecto que pudo reunir. "Te amo, Anko Mitarashi, y seguiré amándote hasta dar mi último aliento."

Las lágrimas se acumulaban en las comisuras de sus párpados, su corazón rugió con tanta felicidad que sintió que iba a desmayarse. Quería gritar, chillar, saltar, golpearlo, abrazarlo, tenía tantas emociones revoloteando en su estómago como una marea incontrolable.

¿Esto de verdad estaba pasando? ¿No era una alucinación? ¿No estaba loca? Naruto acaba de jurarle amor eterno, sus labios se movieron para decirle que la amaba y que deseaba una vida a su lado. Tenía que estar soñando, era como un sueño, uno del que no quería despertar nunca.

Pero, a pesar de toda la alegría que estaba sintiendo.

Ella seguía estando enojada.

Naruto se confundió cuando vió que Anko inclinaba ligeramente la cabeza hacia abajo provocando que los mechones morados ocultaran su rostro, la atmósfera comenzó a ser oprimida por un aura opresiva.

"Entonces... ¿Por esa estúpida razón es que me rechazaste aquella noche?"

Sintió que su corazón se rompía cuando observó que una lágrima se deslizaba por el rostro de la pelimorada. Su única reacción fue agachar la cabeza en señal de arrepentimiento.

No tenía nada que decir en su defensa, fue un idiota inconciente que lastimó los sentimientos de su persona preciosa. No habían excusas, las disculpas nunca serían suficientes para expresar lo mucho que se arrepentía de lo que hizo.

"Si, me equivoqué y lo sien..." No pudo terminar su oración ya que sintió que un puño se conectaba contra su rostro, enviándolo a caer de trasero. Tardó algunos segundos en procesar el hecho de que ella lo había golpeado.

Acunó su mejilla dolorosamente, Anko tenía unos nudillos muy fuertes. Levantó la mirada para darse cuenta de que ella lo miraba con rabia y con algunas lágrimas escurriendo por su rostro.

No se quejó, no protestó, tampoco apartó la mirada; sabía que se lo merecía, esto en realidad era un castigo muy mínimo. Si la pelimorada prefería golpearlo hasta al cansancio en lugar de corresponder sus sentimientos entonces lo aceptaría.

Si ella quería rechazarlo por haber sido un idiota entonces también lo aceptaría. Pero una vez que todo pasara, cuando las aguas se apaciguaran, cuando la ira disminuyera; él volvería intentarlo, y si ella lo volvía a rechazar entonces lo intentaría otra vez, seguiría intentando y intentando.

Porque sabía que ella era el amor de su vida, jamás la dejaría ir de nuevo. Incluso si eso significaba que tenía que soportar su odio durante años, él seguiría buscándola hasta que volvieran a estar juntos.

"¡Eso es por ser un idiota!" Su grito lleno de furia lo hizo estremecer; está bien, podía soportarlo, ella tenía razón. Aunque sonaba hiriente no importaba, soportaría todo su arrebato con los brazos abiertos.

Sin embargo, tuvo que abandonar ese tren de pensamiento cuando de manera inesperada, Anko se sentó a orcajadas sobre sus piernas, lo atrapó por el cuello del suéter y lo miró agresivamente.

"Y esto..." Lo siguiente que sucedió hizo que él abriera los ojos llenos de incredulidad.

Ella lo besó.

Tantos años de espera, tantos años conteniéndose, tantos años aguardando pacientemente, tantas emociones reprimidas; Anko lo liberó todo en ese beso, derramó toda su alma, dejó que la tormenta se desatara sin control. Como una represa que se rompe, lo besó con tanta pasión, con tanto furor, con todo el fuego que guardaba dentro.

Trató de hacerle ver con el contacto de sus labios que no existía ningún otro lugar en donde quisiera estar, trató de expresarle lo mucho que lo amaba; pero ni siquiera todos los besos del mundo serían capaces de describir todo lo que estaba sintiendo.

Percibió que él se tensaba al principio, pero eso solo fue temporal ya que unos segundos después se apresuró a corresponderla. Una mano se deslizó detrás de su espalda al mismo tiempo que ella envolvía los brazos alrededor del cuello del rubio, profundizando aún más el beso.

Fue una sensación maravillosa, electrizante como ninguna otra; sintió que todo su cuerpo estaba ardiendo, las mariposas se revolvieron en su estómago, su pecho regurgitaba de jubilo. Era como estar inmersa en uno de esos estúpidos cuentos de hadas, tenía que estar soñando porque esto era demasiado magnífico para ser verdad.

Esperó tanto por este momento, lo soñó por incontables noches, pero ni en todos sus sueños se imagino que la sensación sería tan extraordinaria; ella iba volverse adicta a sus labios, lo supo al instante.

Se separaron para recuperar algo de aire, sus frentes presionadas juntas. Ella lo miró con todo el amor que pudieron reunir sus ojos mientras dejaba que su corazón se debordara con todas las emociones que mantuvo cautivas durante todos estos años.

Finalmente, él era suyo, quería absolutamente todo de él para ella sola. Tal vez era un pensamiento egoísta, pero no le importaba, ella también le entregaría su vida a cambio.

"... Es porque también te amo, y te seguiré amando hasta que mi corazón no pueda latir más"

Nada más terminar su confesión él volvió a besarla, pero está vez fue más agresivo, más hambriento; ella no quería quedarse atrás, así que correspondió el desafío con el mismo nivel de intensidad.

Eran inexpertos, el primer beso del otro, así que solo se guiaron por instintos. Dejaron que sus labios bailaran juntos como una melodía perfecta, como una sinfonía armoniosa, una orquesta que resonaba con la música de sus corazones.

Sus almas se envolvieron como una sola, sus emociones se entrelazaron juntas; el amor que tenían por el otro se fusionó entre si, desencadenando en la experiencia más maravillosa que nunca antes habían vivido. Estaban completos, jamás volvería a ser dos mitades separadas.

Ese beso fue un juramento, una promesa de que estarían unidos perpetuamente; como un solo ser, un solo sentir, un solo latir.

No más huir, no más esconderse, no más cautiverio, no más barreras, sus espíritus fueron libres para amarse mutuamente por el resto de la vida.

Fue difícil, muy sufrido, los años, las adversidades. Muchas veces estuvieron a punto de ser tumbados, pero siempre encontraron la manera de volverse a levantar.

A pesar de la distancia, a pesar del tiempo, incluso en las puertas de la muerte, su amor terminó sobrepasando todas las desgracias, se impuso a todos los infortunios.

Un solo pensamiento se repetía en la cabeza de la pelimorada.

La espera valió la pena.

Se separaron ligeramente respirando con algo de dificultad, una ligera línea de saliva los unía. Eso sin dudas fue un momento mágico, quedaría gravado en su memoria para la eternidad.

Un recuerdo vino a su mente, provocando que comenzara a reír como una niña pequeña. Esa reacción se ganó una mirada de curiosidad de parte del rubio.

"¿Qué sucede?" Preguntó.

Ella reposó su mejilla contra la de él mientras respondía astutamente. "Te lo dije, 'voy a hacer que me propongas matrimonio cuando crezcas', ¿Lo recuerdas?"

Eso lo hizo sonreír, ¿Cómo olvidarlo? Ese fue el día en el que se dio cuenta de lo que verdaderamente sentía por ella, aceptó sus sentimientos y los abrazó para nunca más soltarlos. No se arrepentía de su decisión ni jamás lo haría.

"Apenas nos estamos besando y ya quieres que nos casemos" Bromeó.

Vió que Anko rodaba los ojos de forma divertida antes de comenzar a depositar ligeros besos sobre su cuello, ocasionando que algún que otro jadeo ocasional escapara de su garganta. La sensación de sus delicados labios acariciando su piel le envío un escalofrío por la espalda.

"Deja de hacerte el difícil, los dos sabemos que lo haras eventualmente"

No lo negó, no podía hacerlo, ella no se equivocaba.

"Si, tienes razón."

Anko sonrió ante su victoria. Un sentimiento de emoción creció en su pecho cuando su mente comenzó a viajar a través de planes para su futura boda.

¿Cómo se vería en un vestido de novia? ¿Cómo se vería Naruto en traje? Espera un momento, ella no tenía padres, ¿Entonces quién se encargaría de entregarla en el altar?

Eso sin dudas era un problema bastante grave, ¿Podía pedírselo a Kurenai? No, eso no encajaba para nada, ella sería su dama de honor. De repente un nombre surgió en su cabeza.

Claro, tenía que ser esa anciana odiosa con un sentido de la cocina estupendo y a la cual consideraba una madre, ¿Quién más si no?

Se vió forzada a abandonar ese tren de pensamiento cuando percibió que la mano de Naruto se colocaba sobre su frente, removiendo su bandana ninja y colocándola a un costado del suelo. Luego removió el senbon que sostenía su cola de caballo, provocando que su cabello morado se desparramara suelto sobre sus hombros.

Se sintió curiosa por sus acciones, sabía que a él le gustaba su cabello aunque no podía comprender muy bien el por qué. Era revelde y sin ningún razgo llamativo además de su color morado inusual, tampoco era la gran cosa.

La única razón por la que no protestó era porque no estaban en público, si no fuera así, ella se habría vuelto atar su cola de caballo inmediatamente.

No era porque le desagradara su cabello, sencillamente el estilo de llevarlo suelto no era algo que encajara con ella; para hacer eso tendría que mantener sus mellones en constante mantenimiento ya que eran muy desordenados y problemáticos. No contaba con la paciencia ni el tiempo para hacer eso, así que prefería su cola de caballo habitual.

Pero al parecer al rubio le encantaba verla con el cabello suelto; eso está bien, mientras solo fuera él quien lo viera entonces no tendría problemas.

Eso no significaba que fuera menos confuso. "No entiendo qué vez en mi cabello..." Expresó sus pensamientos en voz alta, una mano se movió para juguetear con uno de sus mechones. "Es espantoso y difícil de lidear."

Sorprendentemente, Naruto lucía totalmente horrorizado por ese comentario, lo vio negar con la cabeza rotundamente. "¡Claro que no! Es perfecto, te hace ver preciosa, me gustas así"

'Preciosa'. Un profundo sonrojo apareció en sus mejillas cuando ese cumplido retumbó una tras otra vez en su mente, ¿Él pensaba que su cabello era lindo? Definitivamente tenía que estar loco. Ni siquiera tenía ninguna forma en específico, solo se desparramó hacia bajo de forma desarreglada.

Incluso pudo ver algunas puntas abiertas allí. Su cabello estaba lejos de ser lindo, mucho menos precioso, la hacía parecer una marimacho.

Aún así, sus palabras la hicieron sentir como si fuera la mujer más hermosa del mundo.

"P-pero está todo desordenado." Observó que Naruto se encogia de hombros como si eso no fuera nada.

"Eso solo lo hace mejor, me encanta cuando simplemente eres tú misma, eres espléndida tal y como eres." Su mirada era llena de seguridad, no dejó espacio para las dudas.

La pelimorada percibió que sus ojos se volvían llorosos, sus palabras realmente lograron a conmoverla en sobremanera. Forzó a las lágrimas a retroceder, tenía que dejar de lloriquear por todo.

Era muy probable que recibiera este tipo de comentarios más repetidamente ahora que eran una pareja, tendría que acostumbrarse o terminaría muriendo de ternura.

Fue más fácil decirlo que hacerlo, él sabía exactamente que botones tocar para despertar su lado más sensible, conocía sus puntos débiles, era experto en hacerla sentir especial.

Sus palabras fueron tan dulces como la miel, eran una caricia al alma, un poema para el corazón, un beso en sus cicatrices, una roca demoledora para su inseguridad, arrastró todos sus miedos como una avalancha imponente.

Era tan afortunada de tenerlo.

Depósito un corto beso en la mejilla del rubio antes de inclinarse hacia adelante para reposar su mejilla sobre el hombro de su amante. Permanecieron abrazados mientras permitían que un cómodo silencio se acentuara entre ellos.

Anko rio ligeramente cuando observó que las serpientes de la caverna se arremolinaban alrededor de ellos a la vez que siseaban de forma aprobativa, demostrando lo contentas que estaban con el nuevo desenvolvimiento de los hechos.

No podía juzgar a los reptiles, ella misma se sentía tan feliz que no podía describirlo, fue como estar en el paraíso, su mente flotaba en las nubes, sus nervios estaban entumecidos. Escuchó el crepitar de las antorchas, los goteos de la caverna, el corazón de su amado latiendo; fue tan tranquilo, tan pacífico.

Como si un manto agradable y cálido la envolviera. Dejó escapar un suspiro contento mientras se hundía en los brazos del rubio... Corrección, su brazo, aún no se acostumbraba a eso, tomaría tiempo para hacerlo.

Esperaba que Tsunade encontrara un reemplazo rápido.

Sus cavilaciones fueron interrumpidas cuando su mirada se desvío hacia la espada que descansaba sobre el altar de piedra. La Kusanagi y el pergamino de invocación de serpientes, era tan surrealista ver esos dos objetos aquí.

Como invocadora de serpientes que era, ella también tenía la potestad para utilizar el pergamino. Aún así, el propietario principal seguía siendo Orochimaru así que dicho objeto siempre permanecía con él.

El Sanin nunca se despegaría del manuscrito, mucho menos de su espada, esa era una evidencia más de que el tipo estaba realmente muerto. Aún se le hacía imposible creerlo.

"Entonces..." Ella captó el interés de su acompañante. "¿Verdaderamente todo se acabó? ¿Él está...?"

Anko no necesitaba terminar esa oración, Naruto entendido inmediatamente a qué se refería. "¿Muerto? Si, comprobé que su corazón se detuvo por completo... Además, también quemé el cuerpo con un Jutsu de fuego por si acaso"

Eso sonaba como un acto de crueldad, pero la pelimorada no iba a quejarse por eso, era exactamente lo que un monstruo como Orochimaru merecía, sino más.

Se alegró de que las tierras elementales ahora podían descansar en paz al saber que ese demonio ya no volvería a causarle daño a nadie. Aún así, no fue capaz de evitar que una extraña sensación creciera en su pecho; sabía lo peligroso que era el Sanin, conocía de primera mano que las habilidades del tipo estaban en una liga totalmente distinta.

Su regeneración avanzada y la cualidad de resucitarse las veces que quisiera lo convertían prácticamente en un inmortal, eso sin contar su amplió repertorio de Jutsus de todo tipo.

Ella siempre miró al hombre como una pared inalcanzable, como alguien imposible de vencer, incluso llegó a pensar que el Sanin verdaderamente terminaría viviendo para siempre.

Pero eso se acabó, Naruto le puso fin a su reinado de terror. Ni siquiera la oscuridad más barbarica que existía en el mundo fue capaz de tragarse su brillo.

Ella se apartó de él para mirarlo bajo una nueva luz; su novio era increíble, poseía tal nivel de fuerza que era capaz de rivalizar con un Kage, era capaz de codearse con los ninjas más peligrosos que existían.

Logró lo imposible, asesinó a un inmortal, él cumplió su promesa después de todo. La pesadilla que la atormentó por años ya no existía, fue completamente borrada del mapa. Ella dormiría tranquila durante las noches, no tendría temor de ningún tipo ya que el hombre más poderoso que había conocido dormía a su lado.

Ella lo supo inmediatamente; en el momento en que Naruto le juró que asesinaría a Orochimaru, supo que él lo lograría, su determinación en ese instante fue tan cegadora que se le hizo imposible no creerle. Años después se demostró que siempre estuvo en lo correcto.

'Ten cuidado, Naruto, si sigues actuando así, podría terminar enamorándome'. Ella recordó las palabras que pronunció aquel día, fue hace tanto tiempo atrás que ahora parecía un recuerdo lejano; sus labios se curvaron hacia arriba, irónicamente eso fue exactamente lo que terminó ocurriendo.

Todo estaría bien, nunca más tendría que tener miedo, ya que no peleaba sola, su ángel guardián estaba allí.

Ella depósito un casto beso sobre los labios del rubio, viendo que él sonreía como un idiota en respuesta. "Realmente eres mi héroe"

Sus palabras provocaron que Naruto se sonrojara como una remolacha, comenzó a rascarse la parte posterior de la cabeza de esa forma que solo él sabía hacer. "S-si bueno, ya ves..." Al parecer se quedó sin respuesta ingeniosas.

Anko rio al verlo tan avergonzado, era bueno saber que ella era la que tenía el control de la situación por una vez. Tenía que recordarse a sí misma que por más astuto que pareciera, Naruto estaba igual de perdidamente enamorado que ella, era obvio que los alagos también terminarían haciendo mella en él.

Se iba a aprovechar de eso, también le gustaba verlo actuar tímidamente de vez en cuando, lo hizo ver tierno.

"Eso me recuerda..." Naruto dejó de lado su sonrojo cuando se percató de que se estaba olvidando de un dato muy importante. "Tengo algo que enseñarte"

Eso despertó la intriga de Anko. "¿Qué es?" La respuesta del rubio fue sonreír de forma zorruna, lucía emocionado; se preguntó que era lo que tanto quería mostrarle y por qué eso parecía exaltarlo tanto.

Su interrogante fue respondida rápidamente cuando él chasqueó los dedos en el aire, lo que sucedió después la maravilló en demasia.

Las antorchas de la caverna cambiaron repentinamente cuando sus llamas pasaron de un anaranjado normal a un púrpura profundo.

Se quedó atónita mientras miraba el fuego morado, la iluminación que proyectada a través de la cueva fue fascinante, le dio un aire exótico.

Su boca se abrió y se cerró mientras ella buscaba una forma de poner sus pensamientos en palabras. Ahora podía entender porque él había estado tan extasiado, esas llamas significaban una sola cosa, Naruto logró terminar su técnica.

"¿P-pero cómo?" Fue lo único que pudo pronunciar, estaba realmente impresionada con el nuevo desenvolvimiento de los hechos.

Había llegado a creer que el 'Azúl' era un Jutsu imposible de completar, la complejidad que tenía detrás era tan grande que le daba dolor de cabeza solo pensarlo. Pero aquí estaba su novio nuevamente, demostrándole en la cara que la palabra imposible no existía en su vocabulario.

Naruto se encogio de hombros con una pequeña sonrisa. "Recibí ayuda de un amigo" No le dio mucha importancia al gruñido bestial que retumbó en su cabeza.

Ella no entendió muy bien a qué se refería con eso, pero decidió que se lo preguntaría más tarde. Por ahora prefería centrar su atención en la maravillosa vista de las llamas púrpuras crepitando ruidosamente, su aspecto fue casi majestuoso, se sintió hipnotizada por ellas.

"Además..." Anko percibió que un escalofrío le recorría la espalda cuando escuchó que Naruto cambiaba su voz al típico tono de un profesor a punto de dar una conferencia.

Eso no significaba nada bueno, tenía que encontrar una manera de escapar de la larga charla que sabía que vendría.

"Verás, cuando dos energías negativas se fusionan entre si..." El rubio fue incapaz de dar inicio a su monólogo ya que Anko se apresuró a silenciarlo atrapando sus labios en un suave beso.

Trató de oponer resistencia, pero fue totalmente imposible, los labios de la pelimorada tenían un sabor tan encantador que no encontró forma de apartarse. Permitió que ella lo guiara, se dejó llevar, era como si su espíritu flotara libremente en el aire.

Tuvo que contener el impulso de protestar caundo ella detuvo el contacto. "¡Oh no! Por favor cállate, no quiero escuchar una larga explicación sobre física, la energía o la materia. Es aburrido"

No pudo evitar pensar que eso fue algo grosero, sus explicaciones no eran aburridas; al menos eso era lo que creía. Sabía que a Anko le molestaba todo lo que tuviera que ver con matemáticas pero tampoco era para tanto.

Naruto hizo un puchero con fingida tristeza, pero esa expresión fue reemplazada rápidamente por una mueca de felicidad cuando ella volvió a besarlo.

Bueno, podía dejar las explicaciones sobre su Jutsu para después, los cuidados de su novia eran mucho más importantes ahora.

Ambos volvieron a dar inicio a su sesión de besos pero esta vez su ritmo fue mucho más suave y lento, disfrutaron cada segundo de la sensación cálida de sus labios envolviéndose en los del otro.

Saborearon cada movimiento de forma pausada y armoniosa, sus corazones latiendo a mil por hora, sus pechos burbujeando de felicidad, sus cuerpos vibrando de emoción, corrientes eléctricas recorriendo su piel; era como si estuvieran flotando en las nubes.

Ardor perpetuo, una llama que se encendió para nunca extinguirse, un camino que los condujo a encontrarse. Conocerse fue lo mejor que pudo pasarles; fruto del azar, una coincidencia magnífica, el accidente perfecto.

Una casualidad llena de intención.

Detuvieron su beso más por falta de oxígeno que por otro cosa, ambos juntaron sus frentes mientras reían tontamente; se miraron uno al otro, ojos llenos de tanta adoración, se profesaron amor eterno con una sola mirada.

Todo esto inició una noche común y corriente, una noche más en su infierno personal, ¿Quién diría que sus vidas cambiarían para siempre después de eso? Nunca más caminarían solos, la oscuridad no volvería a tocar a su puerta, el sufrimiento no se colaría por la ventana.

Y aunque la noche amenace con sesgar su luz, ellos siempre encontrarían la forma de brillar juntos.

Porque sus corazones ardían, ardían con un fuego que jamás sería apagado; esa llama iluminará el camino, apartando las tinieblas del sendero.

El rugido de dos almas en jubiló, dos hilos que se entrelazan, dos piezas unidas para nunca más volver a separarse.

Sus labios volvieron a unirse, besándose bajo el brillo púrpura de las antorchas y entre el siseo de incontables serpientes.

El bosque los unió, el bosque los vió crecer, en el bosque prometieron amarse y en el bosque cultivarían su nueva vida juntos.

Su propio cuento de hadas, su propia historia.