Continuación de Cartas Anónimas.

Patinando Sobre Hielo.

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Quedaban pocos días para la boda, ahora sí se sentía más nerviosa con todos los preparativos, ya era un hecho el domingo Matt se casaría finalmente.

Papá Edward y mamá Carrie estaban muy emocionados por que su hijo menor era quien sentaba cabeza, tenía un buen trabajo, todo lo necesario para formar una familia.

Sobre todo tenía amor, una familia que lo apoyaba incondicionalmente.

Lottie apenas podía creer que ya estaba a la vuelta de la esquina la boda, su hermano sería muy pronto un hombre casado. Esperaba que fuera feliz de no serlo, ya arreglarían cuentas.

Aún no era época de lluvias, pero decidió dar un pequeño paseo hacia el parque, quería recordar viejos tiempos. Aunque nunca se imaginó encontrarse a una persona que ya había olvidado.

James Potter la reconoció, así que ella era Lottie Elwes. La prometida de su hermano, la mujer que no cumplía con la tradición, incluso era ella quien tenía puestos los lentes.

–Buenas tardes, Señorita Elwes. – Saludó recordando que su padre le pidió ser cortés con ella, que se diera el tiempo de conocerla.

–¿Disculpe lo conozco? – Lottie preguntó con desconfianza, de ser necesario tendría que defenderse.

–Tal padece que seremos familia, porque estás saliendo con mi hermano.

–¿James? – Preguntó con incredulidad, se había olvidado por completo de él.

–Si, soy James.

–¿Eres el pequeño demonio que me daba pisotones cuando yo evitaba que lastimara a mi hermano o a Albus? – Sintió disgusto al decirlo, pero solo esos recuerdos tenía de James, era un niño insoportable.

–Si, soy yo. ¡Espera! ¿Me llamaste Pequeño Demonio? – Algo le decía que en ese momento su primer acercamiento de ser familia sería un rotundo fracaso.

–Si, eso eras.

–¿Siempre he sido insoportable?– Comenzó a pensar que en Hogwarts solo lo aceptaban por ser hijo de Harry Potter.

–Desde que te conocí. Pero como han pasado muchos años no sé si lo sigues siendo.

–¿En tu familia hay alguna pelirroja?

–No entiendo qué tipo de pregunta es esa. Pero no, no tenemos pelirrojos.

–Ya veo. Debo retirarme, voy tarde a hacer una diligencia. Un gusto verte, "Cuñada". – Se alejó lo más pronto posible sentía que si seguía hablando con ella, le diría lo que realmente pensaba, que ella terminaría con Albus y su hermano lo iba a matar. Si bien le iba le daría una muerte rápida, pero algo le decía que no sería ese su caso.

Lottie lo vio marchar, sin entender que tenían que ver las pelirrojas, estaba empezando a hacer frío, lo mejor sería tomarse un café.

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Albus alcanzó a Lottie en la cafetería donde ella lo citó, tenía que reconocer que era bueno convivir con su amada. Sus ojos verdes se posaron en los marrones de Lottie, pudo notar su nerviosismo, la fecha de la boda era en unos días.

Lottie tomó un sorbo de café, Albus a penas había probado un trozo del pastel que le habían servido, en la televisión del restaurante pasaron un anuncio sobre una pista de hielo.

–Se ve divertido, con Matt solíamos fingir que el piso de la cocina era una pista de hielo. Solíamos embarrar un poco de jabón para fingir que era lo resbaladizo que es el hielo.

–¿No fueron a una pista juntos?

–No, a papá le aterraba que nos abriéramos la cabeza de un golpe, así que no fuimos mientras éramos niños, de adultos pues no se dio la oportunidad de ir. El café está delicioso ¿No te parece Al? –Cambió el tema ya que no quería preocupar a Albus, aunque reconoció que se moría por ir a la pista de patinaje.

Lottie cuando fue guardaespaldas tuvo que aprender a defender a sus clientes, incluso se vio obligada a dejar sus sentimientos de lado, muchas veces solo pensaba en el bienestar de las personas a las que estaban pagando por proteger.

Las pistas de hielo quedaban de lado, solo las veía en la lejanía, debía estar alerta o sus clientes podrían resultar heridos si se descuidaba.

Albus notó el brillo en sus ojos marrones.

Estaba decidido a llevarla a ese lugar, aunque él no entendiera que tenía de divertido un montón de hielo congelado.

Ya habían pagado la cuenta, así que salieron a caminar, Albus tomó a Lottie de la mano, ella le sonrió sin alejarse de él, aunque podía notarla pensativa.

–¿Sucede algo mi amor? – La había notado algo distante.

–No, solo pensaba que las pistas de patinaje las aperturan a fin de año.

–¿Quieres que te haga una?

–¿A que te refieres con hacer una?

–A esto. – Sacó su varita para finalmente realizar un conjuro. – Glacius. – Una pequeña parte del suelo se había llenado de hielo.

–¡Wow! ¡Que increíble! ¡A veces olvido que puedes hacer magia! – Sonrió al ver el pequeño tramo congelado.

–Tratemos de patinar juntos. – La tomó más fuerte de la mano, la encaminó tratando de patinar, Lottie arregló sus lentes tratando de seguirle el ritmo.

En ese momento entendió que tenía de divertido deslizarse en la nieve, hasta que dieron un mal paso, Albus tropezó llevándose a Lottie consigo, el chico de ojos verdes cayó de espaldas en el hielo, Lottie cayó sobre él, al menos ella no se había lastimado.

–¡Albus! ¿Estas bien?

–Me lastimé un poco la espalda pero estaré bien. ¿No te hiciste daño?

–Estoy bien. Me preocupas más tú, te lastimaste y teniendo mi peso sobre ti es posible que te duela más. – Se levantó, cargó a Albus llevándolo hacia una banca cercana. –Gracias por todo. Pero ahora estás herido por mi culpa.

–Si tú eres feliz yo soy feliz.

Y en ese momento Lottie se acercó a Albus, no podía precisar porque lo hizo pero sus labios se posaron sobre los del chico de ojos verdes, era un beso pequeño, cuando ella se dio cuenta de lo que estaba haciendo quiso alejarse, pero Albus no se lo permitió la estrechó con fuerza sin lastimarla, profundizó el beso entre ambos.

Lottie reconoció que Albus sabía besar, se sentía bien estando así en ese momento con él.

Albus sentía que su corazón iba a estallar de la felicidad, era su primer beso, su ilusión de adolescente se estaba haciendo realidad. No quería separarse de ella.

–Debemos irnos. Es mejor que revisen tu espalda. – Lottie se vio forzada a romper el beso.

–Si mi amor. Vamos.

Lottie volvió a cargar a Albus en sus brazos, sonrojada como se encontraba solo se dedicó a sonreírle al chico, mientras pensaba en que podría ser mejor para curar el dolor de espalda de Albus.

James los vio pasar juntos, reconoció que su hermano era feliz, quizás debía dejar de molestarlo, la Señorita Elwes no parecía ser una mala mujer, aunque no cumplía el estándar físico de la tradición de los Potter, eso no era importante, su hermano sonreía.

Y eso era todo lo que debía importar.