Declamar: Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer. Pero la trama es completamente de mi autoría. A casi 10 años de haber sido publicado por primera vez, regresa mejorada.

Bueno, estamos de regreso mi beta y yo listas para para terminar esta historia. De verdad sin la ayuda de Andrea esto no sería posible. También a Lalis.


CAPITULO 24

Mudarse a la nueva casa les tomó un poco más de tiempo, pero cuando finalmente lo hicieron, celebraron con una cena familiar en la que Charlie fue invitado.

Evan estaba muy emocionado de tener a su familia con él en su nueva casita y les dio un recorrido por el lugar, Rose fue la única que decidió quedarse en la sala ya que estaba a poco tiempo de llegar a término y se cansaba con facilidad.

Antes de comenzar la cena Edward pidió atención.

— Queremos darles las gracias por acompañarnos esta noche en que oficialmente nos mudamos a nuestra casa. Para Bella y para mí es un nuevo comienzo junto con Evan y queríamos celebrarlo con nuestra familia.

— No lo arruines de nuevo, chico. — Soltó Emmett ganándose una mirada envenenada de Edward y Carlisle.

— Siempre escuché que las segundas oportunidades no son tan buenas. — Dijo Bella evitando mirar a su padre quien se lo había dicho en diversas ocasiones. — Pero son válidas, pueden ser el inicio de algo bueno o dejarnos una gran lección. Cuando volví no creía que esto sería posible y hoy agradezco tener a la familia reunida.

Esme le había prometido a Evan llevarlo con ella cuando fuera a elegir el postre que mandaría hacer para la celebración del día de las madres, era una repostería pequeña atendida aún por sus dueños originales, una pareja de cerca de los 50 años. Evan había acompañado a Esme con anterioridad y siempre salía con un pastelito o alguna tarta pequeña.

El que fuera aquel día coincidió a la perfección, ya que tanto Bella como Edward habían tenido que permanecer en el trabajo y en lugar de que el pequeño se quedara en casa pasaba la tarde con su abuela, eso hacia feliz a ambos.

Al anochecer en lugar de pedir que la llevaran a casa de los Cullen como había acordado con Edward, fue al hospital sabiendo que él continuaba ahí. Su asistente le dijo estaba terminando la última consulta por lo que esperó. Al salir el paciente, Edward se sorprendió un poco de verla ahí.

— Decidí que podríamos ir juntos por Evan.

— Solo necesito terminar un reporte y nos podremos ir. Susan ya puedes irte a casa y nos veremos mañana. — La despidió Edward con amabilidad ya que sabía que de no hacerlo ella se quedaría ahí hasta que él se fuera y su hora de salida ya había llegado.

Bella recorrió el consultorio acomodando un par de diplomas que estaban levemente inclinados, aunque no dijo nada y apenas levantó el rostro de lo que hacía, Edward sonrió, era tan habitual en ella. De pronto recordó la reunión del viernes.

— ¿Tienes planes para el viernes por la tarde? — Le preguntó

— ¿Tendremos una cita?

— Hay un nuevo médico que acaba de llegar a la ciudad y pensamos en ir a beber algo por la tarde con varios colegas para darles la bienvenida, llevará a su esposa, necesitan conocer gente de la ciudad.

— Liberaré mi tarde para acompañarte, tus colegas son simpáticos.

— Sabes, recibí una llamada hace unas horas, quieren que vaya en unas semanas a dar una conferencia en Chicago para especialistas de último año. — Le comentó.

— Eso es muy bueno, realmente te estás haciendo alguien conocido. — Le dijo con una sonrisa, ella estaba muy orgullosa de todo lo que Edward estaba logrando, había escuchado como se referían a él: "un gran cirujano cardiotorácico" y como cada vez más gente se desplazaba a la ciudad solo para estar en sus manos. Estaba haciendo cosas grandes. — Lo que me recuerda que, no me has hablado de esa entrevista que quieren hacerte para una revista médica. Así como la oferta de aparecer en un documental de los avances de la medicina o algo así creo que era.

— ¿Cómo lo supiste? — Le preguntó extrañado ya que apenas tenía un par de días que lo habían contactado, pero estaba tratando encontrar un horario para revisar los pormenores.

Bella se encogió de hombros y se sentó sobre el escritorio muy cerca de él. — Esteban, mi jefe de relaciones públicas, tuvo una comida con excompañeros, uno de ellos resultó ser editor de la revista y saliste a colación. Realmente te estás haciendo de un nombre en el campo y te vendría bien un equipo de relaciones públicas, el de Diamond está a tu disposición.

Edward se recostó en el sillón y sonrió de lado.

— No creo que sea realmente necesario…

— Es solo una oferta, no la rechaces sin antes pensarlo bien. Mira, tiene sus ventajas, dejas que sea alguien más quien se encargue de lidiar con los medios o agentes, mientras tú sigues enfocándote en tu trabajo. El equipo analizará si te conviene o no, negociar los precios y esas cosillas. — Le dijo. — Esto es buena publicidad y te la mereces por la forma en que trabajas e intentas ayudar a la gente.

Eso lo hizo meditar un poco, lo cierto es que no era una mala idea, pero necesitaba pensarlo bien.

— ¿Qué dices de acompañarme a Chicago? solo serán unos días, tendremos que volver el viernes por la noche porque al día siguiente es la cena de entrega de reconocimientos. Podremos dejar a Evan con mis padres.

— ¿Me estás proponiendo una escapada?

— Tú misma lo dijiste, en algún momento nos vendría bien un poco de tiempo solo para nosotros.

— Solo dame la fecha, seguro que a los abuelos les encantaría la idea y con Angie a su lado es tarea más fácil. — Admitió, Edward firmó el último documento y se levantó.

Bella aprovechó el movimiento, lo tomó de la corbata y tiró suavemente de él hasta dejarlo muy cerca y lo besó, Edward no dudo en dejarse llevar, le gustaba cuando ella tomaba la iniciativa, se colocó entre sus piernas para acercase más a ella.

— ¿Está asegurada la puerta? — Preguntó rompiendo el beso.

— Lo está y además ya estamos solos. — Le avisó con voz ronca.

Sin perder tiempo volvieron a fundirse en un apasionado beso dejando que las manos de ambos recorrieran sus cuerpos, Bella comenzó a desabrochar su cinturón y luego su pantalón mientras Edward le subía la falda, esa maldita cosa ajustada no ayudaba demasiado.

Hacerlo ahí era algo con lo que Edward había fantaseado por algún tiempo y poder hacerlo realidad lo estaba excitando. Bella estaba igual que él por lo que no tardaron nada en fundirse uno en el otro. Ahogó sus gemidos con sus labios, sabía que por la hora era muy raro que alguien estuviera por ahí, pero no era del todo imposible.

La adrenalina del momento los hizo llegar al clímax en poco tiempo, Edward mantuvo su cabeza sobre el hombro de Bella respirando rápidamente mientras Bella le acariciaba el cabello de la nuca. No lo pensó demasiado y solo se dejó llevar, aunque había sido algo rápido por el ardor del momento, no lo disfrutó menos, además era algo que ayudaba para su propósito de ampliar una familia.

— ¿Todo bien, señorita Swan?

— En perfectas condiciones, puede que lo repitamos esta noche. — Le guiñó un ojo. — Ahora debemos ir por Evan.

El viernes Bella se alistó para acompañar a Edward a un restaurante para darles la bienvenida a un nuevo médico y su esposa. Como estaba haciendo calor Bella eligió un pantalón holgado de tiro alto y una blusa de seda de tirante grueso de un verde esmeralda. A Edward le encantaba como le quedaba ese color con su piel blanca, no necesitaba llevar prendas súper ajustadas para conseguir resaltar, por si sola conseguía que las miradas se centraran en ella.

Era un grupo pequeño el que ahí estaba y al que ya conocía, así que la tarde resultó amena y Nina se sintió bienvenida de inmediato. Se encontró con invitaciones para eventos y reuniones en las semanas próximas, Nina estaba entusiasmada de ser tan bien recibida, había investigado un poco sobre las esposas o novias de los colegas de su esposo y se sentía un poco intimidada y temerosa por no encajar, pero su miedo fue injustificado, todas resultaron muy agradables.

Salieron del restaurante cerca de las nueve, Edward no quería regresar a casa aún, estaban cerca del Rockefeller Center y la convenció de ir a tomar algo en el bar del rascacielos General Electric del piso 65, desde donde se tenía una buena vista de la ciudad. Como el lugar estaba un poco lleno estuvieron un buen rato en la barra riendo, luego cuando se desocupó una mesa junto a la ventana los ubicaron allí.

Bella se perdió por un momento mirando las luces de la ciudad, hacia demasiado tiempo que no acudía a ese lugar, nunca le había gustado en realidad porque sabía que estar ahí era solo una muestra más de aparentar ser la perfecta familia Swan, lo cierto era que muchos de los que estaban solo lo hacían para dar notas en las revistas de sociedad de la ciudad. Para muestra, ver a la mayoría de las mujeres que iban con vestidos llamativos de diseñador o grandes joyas.

— Gracias por este momento. Es agradable poder tener una cita. — Le dijo Bella a Edward que sonrió de lado

— Somos padres de un niño extraordinario, pero también debemos de tener un poco de tiempo para nosotros, no quiero ser de esas parejas que llegan a la monotonía de la vida familiar.

— No dejemos que eso nos suceda, ¿Qué dices de una noche cada dos semanas? Solo tú y yo. — Le propuso, Edward asintió tomando la mano de Bella sobre la mesa con una gran sonrisa que se borró al ser interrumpidos por un par de hombres que se acercaron a saludar a Bella aprovechando el momento comenzaron a hacerle un par de preguntas que respondió con paciencia.

Antes de que terminara la siguiente Bella levantó una de sus manos y con voz suave, pero firme vio a ambos hombres.

— Tengo que detenerlos, pueden solicitar una cita con alguna de mis asistentes y nos veremos en la empresa para disipar todas sus inquietudes. En este momento estoy ocupada, que tengan una linda noche. — Los despidió sin reparo haciendo irritar a los hombres por ser alejados, pero regresaron a su mesa. — Lamento eso, creen que por encontrarte en cualquier sitio pueden hacer consultas sin problema. Esta noche es nuestra.

El tiempo avanzó más rápido de lo que ambos esperaban, Bella se sorprendió al mirar su reloj y ver que era cerca de medianoche. Se disculpó para ir al baño, Edward la siguió con la mirada. La vio saludar con la mano a algunas personas, acomodar su cabello… en realidad siempre le gustaba observarla.

Al regresar a la mesa Edward ya había pedido la cuenta.

— No supe en qué momento el tiempo voló. — Dijo Bella sorprendida, era algo usual que le sucedía al estar relajada con Edward, él conseguía que se desconectara del mundo.

— ¿Te apetece hacer algo más? — Le preguntó en voz baja.

— ¿Qué tienes en mente? — Cuestionó intrigada.

— ¿Aceptas? — Insistió manteniendo el secreto, como lo esperaba, ella aceptó. Tras liquidar la cuenta la tomó de la cintura dirigiéndola a la salida donde esperaron por sus abrigos y de ahí la dirigió hacia los ascensores, pero en lugar de presionar el botón para bajar presionó para subir.

— Creí que el último ascensor subía a las 11.

— Así es, pero uno de los dueños es mi paciente y me ofreció hace tiempo una visita privada, y creo que este es un buen momento, tendremos este lugar para nosotros por unos minutos.

— Para muchos la ciudad es demasiado ruidosa, un lugar estresante para vivir y puede que lo sea, pero yo la amo.

— Lamento haberte hecho abandonarla.

Bella se giró y negó con la cabeza quedando delante de él y acariciando su mejilla.

— Fue mi decisión, y no la dejé solo por ti, no seas tan engreído, Cullen. — Le dijo rodando los ojos y un guiño. — Necesitaba aire nuevo, un lugar donde poder desarrollar mi potencial; y aquí con Charlie en la misma ciudad eso no iba a suceder, tenía el poder para hacer que nadie me contratara y jamás iba conseguir avanzar. — Se encogió de hombros. — Cuando dejé la empresa recibí ofertas de trabajo, pero ninguna que me interesara de verdad, todas me anclaban. Cuando llegó la de John fue perfecta, era todo lo que necesitaba en ese momento.

— Vine a Nueva York por la oportunidad de crecer, nunca esperé toparme contigo.

— Que romántico, Edward. — Protestó entre divertida y contrariada.

Edward frunció el ceño y se acercó más a ella.

— Lo siento, sonó peor de lo esperado. Me refiero a que no imaginaba que justo aquí encontraría a la única mujer que puso mi vida de cabeza. Era escéptico en cuanto a las relaciones, las anteriores no eran precisamente alentadoras.

— Tengo ese efecto. — Se encogió de hombros con una sonrisa y rodeó su cuello con sus brazos. — ¿Vamos a hablar de tus ex? Porque si es el caso yo también tengo algunas cosas que contar de los míos.

Edward solo pudo negar al escuchar la campanilla y la empujó al interior. Un hombre los recibió con una sonrisa y los llevó dos pisos arriba. Al abrirse las puertas, Bella no pudo evitar sonreír, era un privilegio tener ese lugar para ellos solos. Era uno de los lugares más concurridos por turistas por lo que siempre estaba abarrotada. Esa cita estaba resultando ser toda una sorpresa.

Al salir del ascensor pudieron ver a través del cristal el Empire State alumnado, fueron hasta la puerta doble de cristal que Edward abrió dejándola pasar, al salir sintieron el aire que se colaba por entre los espacios de los cristales. La ciudad estaba iluminada, Bella se abrazó así misma de verdad esta era su ciudad favorita.

— Vamos al siguiente nivel. — Le pidió Edward, tomaron las escaleras eléctricas y hasta ahí fue cuando Bella vio a un hombre que los saludó con amabilidad.

Mientras subían Edward le frotó la espalda.

— Tenía muchísimo tiempo que no venía aquí. — Le dijo Bella. — Cuando estaba en la ciudad en las vacaciones del internado, me gustaba subir antes del atardecer verlo desde allá arriba. — Le señaló el siguiente nivel, el último del observatorio. —Jake estuvo conmigo un par de veces, pero en muchas me acomodaba sola entre el montón de turistas.

— Recién que nos mudamos a la ciudad vinimos solo un par de veces con los chicos. Siempre estaba muy lleno.

— Aunque hay varios miradores en la ciudad, este es el mejor de todos, bueno a mi parecer, porque tienes una vista de todos y la mejor de Central Park. — Bella le tomó la mano. — Vamos, hoy hay buen clima, está despejado.

Edward se dejó guiar por ella, subieron los escalones que llevaba al siguiente nivel.

— Algo que jamás me dijiste es por qué te gusta tanto Central Park. — Dijo

— Jamás lo preguntaste. — Le recordó divertida. — Me gusta porque, aunque está en medio de esta caótica ciudad, se siente el aire más limpio, hay mucho menos ruido y puedo desconectar del mundo por unos minutos. Hay paz. — Le explicó.

En los últimos escalones Bella vio que ese lugar parecía estar más iluminado, había un camino con farolas de luz cálida.

— Las velas no eran una opción, con el viento no durarían nada. — Le dijo Edward cerca del oído. Ella se giró para mirarlo y él le guiñó un ojo y la empujó con suavidad para que se dirigiera al lado donde estaba Central Park.

La piel de Bella se erizó y la respiración se le entrecortó. Siguió caminando quería pensar que eso solo era una coincidencia.

— Sabes, ese se volvió mi lugar favorito, me recordaba a ti. Durante mucho tiempo recorrí el mismo camino de aquella tarde que hablamos como amigos, donde me permitiste conocerte un poco más. Cuando sin darme cuenta me comencé a enamorar de ti. — Sonrió de lado y, en cámara lenta, o eso fue lo que le pareció a Bella, lo vio colocar una rodilla en el suelo quedando hincado frente a ella.

La sorpresa en el rostro de Bella lo hizo sonreír, sacó la cajita del bolsillo interior de su saco, que estaba ocultando desde hace días y esa noche fue muy cuidadoso de que sus planes no fueran descubiertos.

— Eres la mujer de mi vida y siempre lo has sido. Te lo pedí antes, pero al parecer no era nuestro momento, aquí estamos de nuevo, el destino nos volvió a reunir y eso debe de ser una señal. Te amo y nunca he dejado de hacerlo, no hay mujer más importante por la que daría mi vida que tú. Eres mi amiga, confidente, amante y ahora quiero que seas mi compañera. — La vio contener el aliento y mirar el anillo que acababa de dejar al descubierto. — Isabella Swan, ¿me darías el privilegio de convertirte en mi esposa y permitirme pasar el resto de mi vida a tu lado?

Bella dio un paso atrás con las manos sobre los labios, miró el anillo que descansaba en la cajita de terciopelo rojo y luego a los ojos verdes de Edward que habían perdido el brillo y parecía temeroso ante su respuesta, Bella volvió a respirar y sonrió ampliamente. Se lanzó a sus brazos envolviéndolo con fuerza. — ¡Por supuesto que sí! — Exclamó con voz entrecortada. De rodillas delante de Edward le permitió colocarle el anillo, era una piedra amarilla brillante, luego de eso lo besó con un par de lágrimas recorriéndole las mejillas.

Edward la ayudó a levantarse y la envolvió en sus brazos.

— ¿Cuánto te tomó planear todo esto? — Preguntó maravillada sin dejar de acariciar el anillo en su dedo anular.

— Tengo una semana ideando el momento perfecto, mi primera opción fue llevarte un fin de semana a los Hamptons, pero era otra propuesta frente al mar y necesitábamos algo nuevo. Luego pensé en llevarte al parque ese lugar que tanto te gusta y justo a la mitad del puente al atardecer me pondría de rodillas, pero, luego pensé en este lugar desde donde se puede ver toda la ciudad, era perfecto, justo en un punto donde podemos ver la ciudad que alberga tantos lugares con un significado para ambos. La salida con mis colegas me dio el pretexto adecuado para llevarlo a cabo.

— Fue perfecto. — Admitió emocionada, aunque la propuesta en el parque sonaba bien era un lugar más cliché y estaban rescribiendo su historia.

— El destino está a nuestro favor. Creo que los años que nos separamos eran para madurar y llegar a este momento sin una duda, solo la certeza de estar con la persona adecuada para el resto de nuestras vidas.

— Eres un hombre valiente, mira que estar dispuesto a pasar tu vida a mi lado.

— Incluso en otra vida te buscaré. — Le confesó antes de besarla con ternura, el nerviosismo que lo invadió se esfumó.

La mañana siguiente no era un sábado cualquiera, era el día de las madres por lo que Bella se encontró siendo despertada por un entusiasmado Evan que llevaba una bandeja con un par de cupcakes, una rosa, una cajita envuelta y un globo enorme.

— ¡Feliz día, mami! — Exclamó Evan emocionado y siendo muy cuidadoso para no tirar lo que llevaba en la bandeja, la dejó sobre la cama justo a los pies de Bella.

Bella sonrió ampliamente, y no pudo evitar tocar su dedo anular para comprobar que un anillo estuviera ahí y no solo se tratara de un sueño, al sentir la piedra en su dedo sonrió a Edward que le guiñó un ojo.

— ¡Abre tu regalo, mami! — Pidió Evan muy emocionado, Bella apartó las mantas y se acercó a la bandeja para tomar el regalo, lo desenvolvió primero con cuidado sabiendo que eso desesperaría a su hijo y al ver que fruncía el ceño rio abiertamente y rasgó el papel hasta dar con una cajita de terciopelo, la abrió encontrándose con una pulsera con un par de esmeraldas pequeñas y un charm que tenía el nombre de Evan escrito y por la forma de cada letra supuso que su hijo lo había escrito.

— ¿Tú lo escribiste? — Preguntó Bella tocando la mejilla de su hijo.

— Sí, papi me ayudó. ¿No te gusta?

— ¡Dios! eso lo hace perfecto, sabes que amo tus dibujos y las flores que me has dado los años anteriores, en realidad el mejor regalo es tenerte en mi vida. — Lo abrazó y lo llenó de besos hasta hacerlo protestar.

Evan que había visto el anillo que su mamá ya llevaba no pudo evitar tocarlo.

— ¿Te gustó? Yo le ayudé a papi a escogerlo.

— ¿Lo sabías? — Lo cuestionó recibiendo un asentimiento enérgico con un movimiento de cabeza.

— Era nuestro secreto. — Confesó orgulloso, revolviéndole el cabello a su hijo.

— Es muy hermoso. — Admitió Bella volviendo a tocarlo y luego mirando a Edward. — Gracias.

Edward pudo recordar como sucedió, hacia un par de semanas cuando Bella estaba en una reunión de trabajo ambos pasaron una tarde juntos fuera de casa comprando un par de cosas que Edward necesitaba, se compraron un helado y en ese momento al leer un anuncio recordando la fecha que se acercaba no pudo evitar preguntar.

Enano, ya casi es día de la madre ¿ya pensaste en qué le regalarás a tu mami? — Lo vio agachar la cabeza.

Un dibujo y flores como siempre. Vi algo bonito, pero Angie me dijo que no tengo el suficiente dinero. — Dijo con un poco de tristeza.

¿Y qué es eso que viste?

Una pulsera con piedras de colores. — Le dijo con una sonrisa. — ¿Tú me puedes ayudar?

Creo que puedo, acabemos el helado y vamos a buscar el regalo para mamá.

Al terminar el helado fueron a una joyería cercana de donde se encontraban, Evan sonrió y le dijo que las cosas eran muy bonitas y fueron viendo vitrinas hasta detenerse en una donde una de las empleadas los saludó con amabilidad y les indicó que podían ver lo que quisieran.

Esa es bonita y tiene piedras verdes uno de los colores favoritos de mami. — Le dijo Evan señalando una pulsera de oro blanco con un par de esmeraldas. Edward le indicó a la chica que se los mostrara. Al verla Evan frunció el ceño. — A mami no le gustan con las piedras tan grandes. Dice que es de mal gusto.

Creo que tengo algo más por este lado. — Les señaló la chica guiándolos a otra vitrina, ahí había pulseras con piedras más pequeñas, les mostró algunas, pero Edward se quedó mirando una zona donde estaban los anillos, ahí vio uno que le gusto de verdad.

Es un regalo para mi mami. — Dijo Evan hincado sobre el banco acolchado para ver bien lo que estaba sobre la vitrina. — Papi me dijo que él ayudaría para comprarle algo bonito, mis ahorros no me alcanzan para una como estas.

¿Un regalo del día de las madres? Estos modelos pueden agregárseles charms personalizados. — Le dijo la dependienta y a Edward que le agradó la idea. Dejó que Evan escogiera y luego juntos meditaron que agregar y terminó por ser solo el nombre de Evan escrito por el pequeño.

¿Puedes ayudarme en una misión muy importante y que debe de ser ultrasecreta? — Le preguntó Edward divertido consiguiendo la atención de su hijo que asintió enérgicamente. — No puedes decirle nada a mamá ¿De acuerdo?

¿Será nuestro secreto? — Le preguntó bajito a Edward que asintió, la vendedora los miró extrañada, pero sabía muy bien que no debía de meterse.

Quisiera ver anillos de compromiso, en especial ese de rubí. — Le señaló Edward a cuál se refería.

La dependienta sonrió abiertamente y fue hasta donde le señaló, extrajo la bandeja y la dejó frente a Edward.

Necesito tu ayuda para conseguir un hermoso anillo para mamá, quiero que ella tenga uno.

La abu me dijo que tú una vez le diste uno y que aún lo tenías guardado.

Lo conservo, pero creo que uno nuevo es mucho mejor. ¿Sabes lo que significa este anillo? — Evan negó con la cabeza. — Le pediré a mamá que se case conmigo.

¿Y tendrán una fiesta como la de mis tíos? A mí me gustó la fiesta.

Sí, pero esto es algo que no le puedes decir hasta que se lo entregue a mamá, es una sorpresa. ¿Entendido?

Lo prometo. — Dijo con seriedad, aunque decirlo en ese momento era más fácil y Edward sabía que a partir de ese momento tendría el tiempo contado ya que su hijo era muy hablador y sin querer podría revelar sus intenciones.

Pasaron un muy buen rato mirando anillos, hasta una colección exclusiva donde estaba un diamante amarillo en forma de gota irregular.

Esta piedra apenas fue retocada, es su forma natural solo se pulieron ligeramente los bordes para perfeccionarla. Es una pieza única. — Le anunció con una sonrisa leve. — Tiene la argolla a juego. — Rápidamente sacó otra bandeja donde estaba una pieza delgada rodeada de diamantes más pequeños donde embonaba perfectamente el anillo de compromiso.

Es muy bonito — Señaló Evan recargado en la vitrina mirando el anillo.

¿Su valor? — Preguntó Edward preparándose para escuchar una cifra exorbitante, y cuando le dijo la cantidad notó que lo miraba fijamente, se sorprendió ya que esperaba una suma mucho mayor. Edward le pidió tomarlo y lo miró detenidamente.

Tenemos otras opciones también en el mismo color, son un poco más pequeñas y en diferentes formas si busca alguna en particular…

En realidad este es perfecto ¿No lo crees, Evan? — Le preguntó a su hijo que asintió con una gran sonrisa.

Mami se sorprenderá mucho.

Edward sacó su cartera y extrajo una de sus tarjetas, ese anillo era el indicado.

— Tenía que ser algo como tú, especial y singular. — Dijo contento de que a ella le gustara tanto.

Bella le dio la razón en el anillo, su forma no era perfecta, no era enorme, pero resaltaba por su color, sin duda era una pieza única y tenía que confesar que le gustaba más este anillo.

— ¿Cuándo se casen yo poder usar nuevamente un traje como el de papá? — Preguntó Evan que ya había cogido un cup cake dándole una mordida.

— ¡Eso era mío! — Protestó Bella quitándoselo y haciendo a su hijo reír.

— Solo me aseguraba que estuviera bueno.

— Pequeño bribón. — Le revolvió el cabello Edward.

Luego de ese momento todos fueron al comedor para el desayuno, por la tarde estaban invitados a una comida en casa de los Cullen. Bella le envió un arreglo floral a Esme y otro a Sue, sabía que no era su madre, pero ella era cálida y las veces en que coincidieron tuvieron pláticas realmente buenas, le había dado un par de consejos para ayudarla con Evan.

Al llegar a casa de los Cullen, Evan corrió a la cocina donde sabía que estaba su abuela y ahí la encontró, le dio un fuerte abrazo y una caja de chocolates que había llevado para ella, dentro tenía dos tarjetas de regalo: una era de las tiendas favoritas de Esme y la otra en un spa. Luego abrazó a Sue a quien le dio una cajita de caramelos de los que le gustaban y que solo se encontraban en un par de tiendas en la ciudad.

— ¿Cómo lo supieron? — Preguntó Sue encantada mirando a Bella.

— Lo comentaste cuando cenaron en casa. — Le guiñó un ojo. — Presto atención a los detalles.

—También tengo algo para ti. — Le anunció y le pidió esperar, la vio ir a su bolso y regresar con una cajita. — En realidad es de parte de tu padre, yo solo ayudé a elegirlo y soy la emisaria.

Bella quitó la envoltura y abrió la cajita encontrándose un collar de oro blanco muy delgado con un relicario que tenía ya la foto de Evan y un par de espacios vacíos.

— Es muy hermoso, gracias, Sue. — La abrazó y le pidió ayuda para ponérselo.

Charlie estaba al otro lado de la sala platicando con Edward y Emmett con Evan en brazos, a quienes dejó de prestar atención al ver que Sue le entregaba el regalo que juntos habían comprado, estaba nervioso de que lo rechazara, pero se alegró al ver que Sue le ayudaba a colocárselo.

Durante la comida, Evan hizo el anuncio de que sus papás se iban a casar levantando la mano de Bella para que vieran el anillo que en esa ocasión habían pasado por alto. Hubo felicitaciones y desde luego las preguntas de qué lugar elegirían para ese momento. Ambos se limitaron a responder que aún no habían tenido tiempo de pensar en algún lugar ni fecha, en cuanto lo decidieran lo dirían. Alice sonrió a Bella, pero en el fondo sabía que esta vez no sería tan probable que ella participara en los preparativos, solo bastaba recordar que Bella no aceptó su petición de ser dama de honor, lo hizo porque, aunque sus actos dijeran lo contrario Alice la consideraba alguien importante, pero la relación que habían tenido no iba a ser igual, al menos no por un tiempo.

Luego de la comida, Evan se levantó en su silla y anunció que tenía una sorpresa preparada. Bella lo tomó de la mano cuando se la tendió y se dejó guiar; la llevó a la sala y le indicó en qué sillón sentarse. Todos los acompañaron y se acomodaron cerca de Bella.

— ¿Listo? — Preguntó Edward con un guiño.

Evan fue hasta el banquillo dejando un espacio para Edward, le tomó un momento levantar las manos y dejarlas sobre las teclas sin oprimirlas. Luego oprimió un par dejando salir un par de notas desafinadas que lo hicieron apartar las manos y mirar a Edward nervioso.

— Creo que no podré. — Susurró un poco temeroso.

— Todo estará bien, lo has hecho antes. Solo olvídate de que ellos están aquí y somos tú y yo como siempre. — Le pidió Edward tratando de reconfortarlo, aunque tampoco lo iba a obligar si al final desistía, estaban ahí porque Evan lo pidió.

Sabiendo que su papá lo ayudaría cuando lo necesitara volvió a dejar sus dedos sobre las teclas y esta vez las notas no sonaron tan mal, las primeras no fueron perfectas, pero prosiguió y poco a poco la melodía comenzó a tener sentido. Bella sonrió abiertamente al reconocer que se trataba de una de sus favoritas del cascanueces. No era una melodía sencilla, pero ahí estaba Evan consiguiendo tocar el inicio que era un gran logro, no duró ni un minuto completo, pero para Bella fue perfecto.

Todos aplaudieron cuando Evan dio por terminada la melodía. Bella se levantó de su asiento y fue a abrazarlo y besarlo.

— Eso fue impresionante, cariño.

— No lo hice muy bien. — Dijo frunciendo el ceño.

— ¿Tienes una idea de cuantos niños de tu edad pueden tocar esa parte de la melodía? — Le preguntó Bella haciéndolo negar con la cabeza.

— Son muy pocos, tienes talento. — Intervino Edward frotando su espalda con suavidad. — Esto es cuestión de práctica, tal vez para otra ocasión puedas tocar un poco más. Seguiremos practicando.

— Nosotros podremos escucharte las veces que quieras, puedes destruir nuestros oídos. — Secundó Emmett divertido ganándose un golpe en la cabeza por parte de Rose y una mirada reprobatoria de sus padres.

—Ignóralo, Evan, tu música no nos destruye nuestros oídos, lo hace la risa escandalosa de tu tío. — Le dijo Rose con un guiño. — Además, a mí me encantaría seguir escuchándote tocar y a tu primita le gustó, comenzó a moverse.

Evan sonrió al notar que todos lo apoyaban, practicaba varias veces a la semana con su papá que le prometió pronto trasladarían el piano a casa para que pudiera hacerlo todos los días. Tocó un par de veces más, que Bella aprovechó para filmarlo.

Charlie se colocó tras ella sonriendo al notar el orgullo que Bella estaba sintiendo de su hijo al conseguir aquello. Cuando detuvo el video al fin habló, no quería arruinar la toma.

— ¿Desde cuándo toca el piano?

— Comenzó hace un año, Leah tocaba para él desde pequeño y despertó su interés, luego comenzó a enseñarle unas notas. — Dijo con orgullo. — ¿Sabes que Edward también lo toca y muy bien?

Charlie negó. — Lo lleva en la sangre. — Dijo mirando a Evan que continuaba en el banquillo tocando bajo la supervisión de Edward. — Felicidades por el compromiso, creo que es algo que todos esperábamos.

— ¿Tú también? — Le preguntó enarcando una ceja.

Charlie metió las manos en los bolsillos del pantalón un poco incómodo asintiendo con la cabeza.

— Han pasado por muchas cosas y aun así han conseguido trabajar para que funcione. Edward es un buen hombre, y no lo digo solo porque salvó mi vida, puedo verlo en tus ojos, reflejan que te hace feliz, te da paz y seguridad. — Le dijo con un guiño.

Bella miró a Edward y sonrió, no podía describirlo de mejor manera.

— No siempre me da paz, puede ser irritante. Tampoco lo idealices. — Protestó Bella haciendo reír a Charlie que esta vez no lo ocultó tras un carraspeo como solía hacerlo.

— Nadie es perfecto, pero siempre hay alguien que te ayuda a ser mejor persona. — Lo dijo esta vez mirando a Sue que estaba platicando con Rose. — Por cierto, a Sue le encantaron las flores que le enviaste.

— Me alegro, las elegí personalmente. — Confesó. — Nunca creí que iba a decir algo como esto, pero me alegro de que te separaras de Renee y encontraras a alguien que te hace tanto bien. No recuerdo haberte visto sonreír tanto e incluso hasta bromear como lo haces con Sue.

— Ella es auténtica y es tan sencillo hacerla feliz.

— No por ello vas a dejar de esforzarte.

— Eso lo tengo claro, estaba pensando en sorprenderá y llevarla al caribe para sus vacaciones, es uno de los lugares que ha querido conocer. — Le dijo. — Ha trabajado tan duro por mucho tiempo para sacar a sus hijos adelante y creo que se merece que alguien cuide de ella y pueda cumplir algunos de sus sueños.

Bella no pudo evitar sonreír, conocía algo de la historia de Sue y como se esforzaba trabajando muy duro.

— ¿Eres un caballero en brillante armadura? — Preguntó Bella con tono burlón dejando claro que estaba bromeando.

— Soy un caballero, lo de brillante armadura lo dudo un poco ya que debe estar algo oxidada y te aseguro que rechina. — Le dijo encogiéndose de hombros haciéndola reír.

Sue no pudo evitar observarlos y como poco a poco ambos estaban más relajados e iban bajando la guardia que siempre mantenían arriba.

— Por cierto, gracias por el relicario. — Agradeció Bella tocándolo.

— Para que tengas a Evan siempre cerca de ti.

— Creo que alguien tuvo suficiente de las lecciones de hoy. — Dijo Sue que había llegado junto a ellos mirando a Evan que saltaba del banquillo alejándose. Edward se levantó y se encaminó hasta donde estaba Bella, la había estado observando y le agradó ver que estaban teniendo una conversación con su padre.

— Aun es pequeño y tenemos un acuerdo con Edward, de no presionarlo hasta el grado de ver algo que ama como una imposición. Queremos que disfrute lo que hace.

— Hay días que pasa más tiempo tocando y otros apenas solo un momento. — Señaló Edward pasando un brazo por la cintura de Bella y pegándola para besar el tope de su cabeza. — ¿Ya les hablaste de la subasta?

— ¡Es cierto! Lo había olvidado, el día de mañana habrá una subasta privada de algunas pinturas y joyas por parte de un coleccionista. — Les dijo. — Me tomé la libertad de incluirlos en la lista, hay algunas piezas que creo que te gustara ver, Sue.

Charlie no se opuso sabía lo mucho que a Sue le gustaba ir a subastas, aunque solo era para apreciar las pinturas que aseguraba era un privilegio poder ver de cerca. Bella les dio la dirección y la hora que sería por la mañana en una casa a las afueras de la ciudad donde primero se daría un brunch.

Esa noche Bella llamó a Leah por videollamada, ambas agradecieron el obsequio que se habían enviado; hablaron por un rato y se rieron con las nuevas anécdotas de Ian; quien había orinado y vomitado a Jacob.

— No fue gracioso. — Protestó Jacob que estaba por detrás meciendo a Ian que se resistía a dormir.

— A todos nos pasa, en el momento parece algo horrible, pero con el tiempo te causará risa. — Bella sonrió orgullosa. — Te enviaré algo para que lo veas.

Le envió un video de Evan tocando la melodía. Escuchó el sonido y como el rostro de Leah se iluminaba, estaba orgullosa como ella.

Dance of the sugar plum fairy, increíble. Te dije que ese niño tiene talento. — Le recordó. — La música está en sus venas, apuesto que Edward está muy orgulloso.

— No más que yo.

— Dentro de unos años, si Evan lo quiere, seguro puedo hacer algo para que sea admitido en los cursos de Jiulliard.

Bella no contuvo su rostro de sorpresa, eran las ligas mayores y no es que no creyera que él no pudiera con eso, solo no quería que se sintiera presionado.

— Aún es pequeño. Sabes que no me gustaría imponerle algo, quiero dejar que sea a su ritmo. Claro que lo alentaré y me encargaré de que tenga todo a su alcance, solo no quiero que se sienta presionado. Lo entiendes, ¿no?

— Y estoy de acuerdo, solo te adelanto las opciones que puede tener disponibles. — Leah se acercó a la pantalla haciendo a Bella fruncir el ceño. — ¡Eso es un anillo de compromiso! — Chilló emocionada llevándose las manos a la boca y volteando a ver a Jacob que le lanzó una mirada envenenada a su esposa por arruinar el avance que llevaba con Ian que abrió de nuevo sus ojitos. — Lo siento.

— No lo sientas, es tu turno. — Le dijo entregándole al bebé que se acomodó en los brazos de su madre.

Aprovechando eso Jacob se puso frente a la pantalla y le pidió mostrarle el anillo, Bella lo hizo y vio a sus dos amigos observarlo.

— Es muy lindo.

— ¿Y saben qué es lo mejor de todo?

— ¿Qué tuvo la sensatez de elegir uno nuevo? — Soltó Jacob con sorna.

— No seas idiota, Jacob. — Lo riñó Bella rodando los ojos. — Evan le ayudó a elegirlo y guardó el secreto. ¿Pueden creerlo?

Ambos negaron, ya que sabían que Evan no era bueno guardando los secretos, su inocencia no se lo permitía.

— Quiero saber cuándo, dónde y cómo fue. ¡Tienes que contármelo todo! — Pidió Leah meciendo con más suavidad a su bebé que se estaba quedando dormido, dejando en claro que lo único que necesitaba era estar en sus brazos. Al conseguir que se durmiera lo dejó en su cuna y se sentó sobre el regazo de Jacob. — Comienza a hablar, Swan.

Bella se acomodó en el sillón y comenzó a contarle todo sin poder evitar tocar su anillo mientras sonreía, el contarlo lo hacía más real.

En la madrugada el teléfono de Edward comenzó a sonar de forma insistente, gruñó apartándose de Bella y lo cogió de la mesita.

— ¿Sabes que son las 3 de la mañana? — Preguntó Edward al ver de quien se trataba.

— Llevo a Rose a urgencias y papá no responde. — Dijo un Emmett sin poder ocultar su nerviosismo. — Necesito tú ayuda.


Un poco de demora, pero un capítulo nuevo esta semana. Muchas gracias por sus mensajes y dejarme saber lo que opinan de esta nueva versión. Lamento no poder responderle a cada una, pero pronto lo haré.

Nos leemos la próxima semana.

TitiC