DISCLAIMER: Los personajes y lugares le pertenecen a Hajime Isayama. Este fanfic va dedicado con mucho cariño para Nikola Ackerman.


LOVELY CHERRY


Dilemas en flor


Un nuevo ciclo iniciaba en Paradis College, al son de los fuegos artificiales y la emoción de quienes habían ingresado a la universidad más prestigiosa de la ciudad. Era uno de los mejores eventos de la temporada y como gran aficionado a las celebraciones académicas, Armin Arlert paseó entre la multitud para tomar un montón de fotografías en el campus principal.

Cortes de cabello, bailes alocados y desafíos entretenidos: eso y mucho más quedó inmortalizado en las instantáneas que formarían parte del anuario de su promoción, pues tal como le había comentado su abuelo, cada bello momento de su vida universitaria merecía ser apreciado al máximo. Armin no pudo evitar sonreír tras el lente de su cámara y sabiendo que todavía le faltaba mucho camino por recorrer, decidió disfrutar con una fotografía que, para él, sería la primera más hermosa de su cuarto ciclo de estudios.

—Las flores combinan muy bien con tu traje, Historia —llamó la atención de una joven rubia con vestido verde y guantes blancos que degustaba su helado de vainilla.

—¡Armin! —la muchacha sonrió al reconocerlo, volteó unos segundos para mirar el jardín de rosas que tenía detrás y luego se enderezó con una pose seductora ante la cámara— ¿Cómo me veo ahora?

—¡Fabulosa! —volvió a tomarle otra fotografía y se sentó a su lado para mostrarle el resultado— ¿Sabes? Creo que otra sesión de fotos en el parque nos vendría muy bien.

—Sólo si no nos dejan muchas tareas esta semana —Historia manchó la punta de su nariz con su helado y ambos rieron—. ¿Por qué eres tan lindo conmigo?

—¿Será porque me gustas mucho? —Armin admiró la belleza de su novia y la besó con inmensa ternura, hasta que una nueva idea lo entusiasmó— ¡Bueno, empecemos con pie derecho! ¡Sonríe!

Historia y Armin se abrazaron mientras éste enfocaba la cámara hacia ellos y cuando el temporizador marcó el final de la cuenta regresiva, un rápido flash captó el instante en el que un balón rebotó sobre la cabeza del joven universitario, arruinando la fotografía romántica.

—¡Armin! ¿Estás bien? —Historia reaccionó confundida y acarició la cabeza del muchacho; justo en ese instante, la carcajada de cuatro jóvenes al otro lado del jardín bastó para borrar su alegría: sin duda, conocía muy bien a los culpables.

—¡Justo en el blanco, Reiner! —gritó Samuel, uno de los cómplices.

—¡Ya lo sé, vámonos! —delante, corría el alumno más popular de Paradis College, mientras se ahogaba en su propia risa— ¡Debiste ver su cara…!

—Reiner Braun —Historia contempló enfurecida la fuga del muchacho y sus odiosos compañeros de clase—. Ahora sí va a escucharme…

—¡Historia, detente! —Armin la tomó del brazo— Olvídalo.

—¡No, Armin! —replicó— Siempre es lo mismo: el imbécil te golpea y tú te callas. Tal vez tú lo soportes, pero yo ya no lo haré.

—¡Pues haz el esfuerzo! —volvió a sujetarla y la atrajo hacia sí— S-sólo tómalo de quien viene, ¿sí? Además, tendría que pelear con él y soy terrible para esas cosas.

—Lo sé, pero —suspiró, frustrada y cabizbaja— no me gusta que te traten así.

—Tampoco es para tanto, Cerecita —levantó su rostro—. Mi cabeza y la cámara están bien, así que podremos tomarnos otra foto después…

La suave sonrisa de Arlert no tardó en tranquilizarla y como solía obrar la magia en su relación, Historia terminó rendida entre sus brazos. A veces se preguntaba cómo su pacífico espíritu lograba calmarla en situaciones tan tensas, pero por el momento prefirió ignorar todo a su alrededor. La calidez del corazón de Armin le pertenecía por completo y compensaba cualquier pesar.

[…]

Un cucú de madera entraba y salía del reloj de madera para anunciar las dos de la tarde, al mismo tiempo que el sol iluminaba el vivero de la floristería más hermosa de la avenida Trost. Para Levi Ackerman, era el más bello espectáculo que podía contemplar en primavera y cual ritual sagrado, cerró sus ojos y se dejó invadir por la paz de su pequeño jardín privado.

Las manecillas corrían sin tregua y aunque deseaba que el tiempo se detuviera por siempre, era consciente de que debía volver al trabajo. Abriendo sus ojos de nuevo, agradeció que esos eternos minutos le brindaran parte del sosiego que había perdido desde hace muchos años. La buena vibra se sentía en el aire y rogaba a cuantos seres supremos existieran para que nada alterara su tranquilidad.

—¡Bang! —un hombre mayor abrió de golpe la puerta del vivero— ¡Sabía que te encontraría aquí, enano!

—Genial —Levi bufó y se dirigió a la puerta—. ¿Por qué te gusta joder tan temprano, Kenny?

—¡Ja, ja, ja! Ya me conoces —revolvió su cabeza, como todas las veces que se empeñaba en fastidiarlo.

—¡Oye, basta! —le retiró la mano y reacomodó su peinado.

—¡Bah, qué aburrido eres! —Kenny ignoró su advertencia y le dio una palmada amistosa en la espalda, acompañándolo al vestíbulo de su local—. ¿Todavía no atiendes?

—Lo haría si los mocosos llegaran a tiempo —Levi miró su reloj de mano—. Van siete minutos retrasados.

—Que yo recuerde, dijeron que hoy empezaban un nuevo ciclo en su universidad —cargó una caja con la etiqueta "Fertilizantes"—. ¿Dónde lo pongo?

—En el armario de la izquierda —señaló, mientras le echaba agua a las macetas de la estantería—, ¡y ten cuidado al sacar las bolsas! La semana pasada tuve que pagar las tres que arruinaste.

—Como digas, duende —ironizó, pero al notar el poco efecto de sus bromas pesadas en él, dejó la caja a un costado y encendió un cigarrillo—. Aaah… creo que estoy perdiendo el toque. Mis chistes ya no te hacen gracia o es que te has vuelto un completo amargado.

—¿Qué te he dicho sobre fumar aquí? —desvió el tema.

—¿Ves? No aguantas nada —Kenny chasqueó la lengua y para no provocarlo más, apagó la colilla—. A tu madre no le gustaría verte así.

—Ya lo sé —la sola mención de su fallecida madre Kuchel detuvo su quehacer; con un suspiro, Levi miró a su tío y éste no necesitó palabras para comprender la tristeza que lo invadía en cada aniversario luctuoso—. Lo siento.

—Descuida —se encogió de hombros—. Se hace extrañar.

—Sí —asintió—. ¿Crees que las cosas serían diferentes si hubiera renunciado a mi puesto en el ejército?

—Mejor no pensemos en ello —esta vez, Kenny cortó la reflexión al captar el rumbo sentimental que tomaba la charla—. Kuchel está muy tranquila en el cielo y no quisiera que baje a golpearme, por culpa de tus preguntas.

Había ocasiones en las que Levi no podía luchar contra el humor ácido del viejo Ackerman: ésa era una de ellas y en afán de ocultar su diversión, fue hasta el gran ventanal y le dio la espalda para subir las persianas. Fue allí cuando tío y sobrino contemplaron la prisa con la que sus ayudantes llegaban a la floristería.

—¡Buenas tardes! —exclamaron Armin e Historia, muy agitados.

—Diez minutos —el joven Ackerman los regañó por su impuntualidad, acariciando con disimulo la larga cicatriz que surcaba el lado derecho de su rostro.

—Mil disculpas, de verdad —Arlert juntó sus manos, suplicante—. La última clase se extendió bastante, ¡imagine que casi perdimos el tren de la una! ¿Podría no castigarnos esta vez? Usted sabe que siempre llegamos a tiempo.

—¡Hmp! Y yo pensando que fueron a "celebrar" por su primer día de clases —Kenny les guiñó un ojo y al verlos sonrojarse, lanzó una fuerte carcajada mientras se iba a otro espacio de la floristería.

—S-señor Kenny… —Historia entendió su broma en doble sentido.

—Lo que hagan o no, me tiene sin cuidado —Levi recapturó la atención de los muchachos, indicándoles que lo siguieran al mostrador—. Las ventas no esperan y hace una hora recibí cuatro llamadas. De hecho, uno de ustedes tendrá que redecorar un jardín esta tarde.

—¿Entonces la señora Brzenska ya eligió la combinación? —la joven recordó a la última clienta que los había visitado el día anterior.

—Sí —les alcanzó un catálogo abierto en la página 34—. Tiene gustos muy raros, así que una buena asesoría no le caería nada mal. Creo que podrás hacerte cargo, Historia —Levi le delegó el futuro encargo y después de anotar los últimos detalles en su agenda, alzó la voz—. ¡Kenny, ve encendiendo la camioneta!

—¡Dijiste que iríamos a las cuatro de la tarde! —le respondió su tío desde el cuarto de herramientas.

—¡Será mejor antes! —insistió— Los mocosos deben regresar temprano desde ahora, porque tienen muchas tareas.

El asombro de Historia no se hizo esperar. Consciente de que su jefe tenía un carácter muy difícil, quedó impactada por su consideración y sólo pudo obsequiarle su más auténtica sonrisa, prometiéndole que daría su mejor esfuerzo para arreglar el nuevo jardín de la señora Riko Brzenska.

Luego de unos veinte minutos, todo estuvo preparado. Armin le deseó mucha suerte a Historia y bajo la guía del alocado tío Kenny, ambos partieron en la camioneta rumbo a la avenida Orvud, dejando el local a disposición de Levi y el joven Arlert. Muy poco les duró la soledad, pues la campanilla de la entrada anunció la llegada de nuevos compradores y Armin no demoró en atenderlos.

Desde el mostrador, Levi observaba atentamente al muchacho y apenas intervenía cuando a éste le tocaba explicar la propiedad de alguna flor a los clientes. Sin darse cuenta, el tiempo avanzó deprisa y en cuestión de cuatro horas, vio cómo Armin había logrado vender la cuarta parte de las macetas de exhibición, además de asegurar la distribución de fertilizantes para unos jardineros que trabajaban en la avenida. Su eficiencia no dejaba de sorprenderlo y aunque eso favorecía bastante a su negocio, no era la única razón por la que lo admiraba tanto.

Lo intuyó el día que lo contrató hace tres años, había algo en Armin que siempre lo cautivaba, al punto de inventar cualquier excusa para hablar con él, escucharlo o simplemente tenerlo cerca. Era una reacción inevitable, a veces detestaba no tener suficiente control sobre sí mismo y por mucho tiempo, Levi no supo darle nombre a esos extraños sentimientos, hasta que fue consciente de que su confusión provenía de su propia rareza… si es que así podía denominar a su poco interés por el sexo opuesto; pero no era un tema del que quería hablar, ni siquiera con su libertino tío. La idea de sentirse expuesto ante Armin y su novia lo angustió y reforzando su típica reserva, prefirió callar sus dilemas.

—¡Es todo, señor Levi! —Armin se aproximó al mostrador, con la lista de las compras de la tarde— Cerramos con dos estantes vacíos.

—¿Qué? —tardó en reaccionar.

—Los aparadores de la izquierda —le señaló el lugar donde habían colocado las flores más vistosas del local—. Parece que hoy solicitaron muchas flores para fiestas, matrimonios…

—Y un velorio —revisó el itinerario—. Llevaron gladiolos blancos.

—¡¿En serio?! ¡Acabo de hacerles un arreglo de bautizo con esas flores! —exclamó, muy avergonzado por su error.

—Entonces ruega que los deudos pasen por alto tu equivocación, o nos demandarán —suspiró—. Ya marcaron las siete.

—Sí —Armin miró hacia el ventanal—. Historia todavía no regresa.

—Deben estar en camino, a menos que la vieja obsesiva haya pedido más flores para su jardín. ¿Puedes traer eso, por favor? —Levi levantó unas cajas y le indicó que jalara una carreta con otros diez paquetes hasta el cuarto del fondo; pero justo en la entrada, lo vio detenerse—. ¿Qué?

—Nada, es que —tragó saliva— usted nunca nos deja entrar a este vivero.

—Tengo mis razones, pero ahora mismo necesito ayuda —insistió—. Dime si te vas a quedar ahí como estatua, para tomar las cajas que estás llevando.

—¿Eh? ¡No, no, ya voy! —Armin ingresó con la carreta y a la orden de Levi, acomodó los paquetes muy cerca de una ventana abierta— ¿Qué nuevos brotes encargó?

—Lirios, petunias, geranios y no me acuerdo qué más —le explicó, al mismo tiempo que sacaba macetas para llenarlas de tierra abonada—. Imagino que les fue bien el primer día de clases.

—Pues —Armin recordó el balonazo que recibió de Reiner y compañía en la mañana—, normal, supongo.

—¿Eso qué significa?

—Nada fuera de serie —concluyó—. Ya sabe cómo son los institutos.

—Sí, un puto hervidero —su comentario hizo reír al muchacho—. Sólo avísame si se van a retrasar de nuevo, es mejor esperarlos que vender flores a solas.

—No volverá a suceder, se lo prometo —Armin terminó su labor y avanzó por el corredor de la derecha, hasta que una maceta en especial llamó su atención—. Un segundo, ¡no me diga que está cultivando una flor de cerezo!

Qué escandaloso —pensó en silencio.

—¡Es increíble que haya conseguido un ejemplar como éste! —examinó el retoño de la maceta con gran interés—. La otra semana quise obsequiarle uno a mi abuelo, pero no encontré nada igual en la feria.

—¿Prefieres comprarle a itinerantes, teniendo mi floristería? —replicó Levi, incómodo— En cuatro días, llegarán nuevas semillas, así que tendrás que esperar a que las cultive, porque no puedo darte esa flor.

—N-no, no tiene que hacerlo —se disculpó—. Se ha esforzado mucho con ella, debe ser muy valiosa para usted.

Levi lo miró fijamente. Aunque Armin no lo sabía, había acertado en el significado de aquella flor: era la preferida de su fallecida madre y en honor a su última voluntad, le había prometido sembrar dicha planta en el Parque Jinae. ¿Pero cómo el mocoso pudo descifrar los acertijos de su mente sin proponérselo? Levi no lo pensó y consideró otra nueva razón para justificar su atracción por él.

En ese momento, el ruido de la campanilla rompió el aura de complicidad. Armin reconoció muy bien aquel sonido y no tardó en salir del vivero para recibir a su novia, entre abrazos y las típicas bromas que el tío Ackerman hacía sobre su relación, mientras Levi observaba aquel derroche de amor. Su cuerpo se estremeció totalmente: sabía que no tenía derecho a reclamar o pretender algo más y aun así, refunfuñó por no ser quien ocupara el lugar de Historia en ese instante. Al borde del agobio, el veterano de guerra buscó aire frente a la ventana del vivero, preguntándose si sería capaz de soportar tanto suplicio emocional en el futuro.

[…]

Ocho de la mañana. Las clases del quinto día iniciaron sin novedades y por todos los rincones del Salón A-9, los alumnos del cuarto ciclo se movían y hablaban sin parar, atentos a las tareas y los nuevos chismes que corrían por doquier.

—¡Buenos días a todos! —un profesor ingresó al aula y los saludó con tanta energía que no menos de uno saltó sorprendido.

—¡Buenos días, Licenciado Erwin Smith! —todos regresaron a sus asientos e hicieron una leve reverencia por respeto.

—¡Vaya, vaya, pero si están todos los del semestre pasado! —el maestro depositó su portafolio en el escritorio y observó a cada muchacho— Eso significa que ninguno desaprobó los tres cursos de prerrequisito.

—También lo hemos extrañado, profesor —confesó Hitch Dreyse, una de las tantas admiradoras de Erwin Smith que se divertía con las risas de sus compañeros y el sutil sonrojo que había provocado en su maestro.

—Eso fue muy gentil —trató de mantener la compostura—. Ojalá reciba el mismo afecto cuando lleguen los exámenes finales.

Por segunda vez, los alumnos rieron por la ocurrencia de quien consideraban uno de los mejores profesores de Paradis College y no tardaron en sacar sus cuadernos para tomar nota de la clase.

—¡Qué gran honor volver a enseñarles, jóvenes! —Erwin inició su discurso—. Ya que todos nos conocemos, sólo hará falta informarles que durante este ciclo y el siguiente, seré el encargado de la materia de "Programación de Sistemas". No será un curso tan sencillo, así que espero mucha dedicación de su parte. ¡Sólo entréguense al estudio y déjenme el resto a mí! ¡Bienvenidos sean!

Los aplausos no se hicieron esperar y mientras Erwin dibujaba una tabla muy sencilla en la pizarra, los demás hacían sus apuestas sobre quién sería el futuro delegado de la clase.

—¿Vas a postularte? —Historia le dio un codazo amistoso a Armin.

—No estoy seguro —dudó un poco—. ¿Qué tal si me absorbe mucho tiempo?

—Eso tiene arreglo: si quieres, puedo ser tu asistente —le susurró en un tono bastante sugerente.

—¿Y podré pedirte los favores que quiera? —le siguió la corriente, sonrojado.

—Siendo hoy tu cumpleaños —le recordó—, podrías aprovechar…

—… así que en base al promedio final en el ciclo anterior —el comunicado de Erwin los hizo reaccionar—, el delegado de este semestre será Jean Kirstein. ¡Felicidades!

—¿Yo? —Jean se levantó por inercia, en medio de los aplausos de sus compañeros y el profesor— ¡M-muchas gracias, Licenciado!

—¡Qué suerte! —Armin suspiró aliviado y celebró la elección de su amigo— Me salvó de una carga pesada.

—Y perdiste a una secretaria bien dispuesta —Historia fingió tristeza.

—Eso lo veremos más tarde —jugó con los dedos de su novia—. ¿Ya dejó de dolerte?

—Un poco —se quitó el guante izquierdo y por debajo de la repisa, le enseñó la piel enrojecida del dorso de su mano—. ¡El diseño quedó bellísimo!

—Más que tú, no creo —con mucha discreción, Armin acarició el tatuaje de flor de cerezo que su novia se había hecho hace días; y luego de unas cuantas palabras, la pareja volvió a concentrarse en la clase del profesor Smith.

[…]

—Tu turno —un hombre de voz reposada reclamó la próxima jugada de su contrincante, aprovechando la paz en la terraza del segundo piso de la floristería.

—Espera un poco —Kenny resopló con impaciencia y luego de pensarlo bien, movió una de sus fichas negras de ajedrez hacia el bando contrario—. Caballo a F6.

—Mmm, jaque —su rival de mesa se frotó el mentón.

—Para variar, mi estimado Uri Reiss —celebró con burla y sutil perversión—. Te encanta que siempre te arrincone, ¿verdad?

—¡Kenny! —siseó— Tu sobrino puede oírnos.

—¿Y eso qué? No es un niño.

—De todos modos —se avergonzó—. ¿No se lo has dicho?

—Todavía no —el ex soldado se cruzó de brazos—. Bueno, ¿vas a moverte? Se me encoge el trasero.

—¿Tenías? —dijo entre risas y movió uno de sus alfiles.

—¿Cómo van, "señoras"? —Levi apareció en la terraza y se sentó con ellos, repartiendo tres vasos con limonada— Dime que le ganaste al viejo zorro, Reiss.

—Estoy en eso —Uri disimuló su sonrojo por el término que usó Levi para referirse a ambos—. ¿El Ejército también los entrenó en ajedrez?

—Lo que digas no cambiará las veces que vas perdiendo —se burló Kenny.

—Empate no es derrota, amigo mío —movió otra ficha blanca—. Si vences en esta quinta…

—¡Admítelo! —empezó a deletrear— ¡P-E-R-D-E-D-O-R!

—¡No me desconcentres! —casi perdió la paciencia.

—¡Torre a E5, Reina a F7, Alfil a B2! —Levi asumió infantilmente la posta de Uri y movió las piezas blancas a su antojo — ¡Jaque mate!

—¡Oye, así no se juega! —reclamó el Ackerman mayor.

—De nada —Levi terminó su bebida y se retiró—. ¡Tenemos trabajo!

—¡Todavía faltan tres horas! —renegó, sin ser escuchado.

—Hmm, bien dicen que "de tal palo…" —Uri brindó con su limonada.

—Palo es lo que te daré más tarde —Kenny no lo dejó terminar y a su señal, ambos se levantaron para acompañar a Levi hasta el exhibidor de la floristería, el cual estaba lleno de nuevas cajas encargadas desde la mañana.

—"Flor de cerezo" —Uri dejó su vaso vacío en el lavadero y leyó una de las etiquetas—. ¿Al fin decidiste cultivarlas?

—Sí —Levi abrió la caja de semillas mencionada—. Es un encargo especial.

—Ya veo —el señor Reiss asintió y luego ayudó a Kenny a sacar las semillas de otro cajón—. Dicen que su mejor temporada es la primavera; de hecho, un vecino mío quería una maceta para su colección personal.

—¿En serio? —Levi sacó una libreta y se la entregó con un lapicero— Dame su nombre, teléfono y dirección. Hablaré con él más tarde.

—¡Genial! —Uri anotó los datos con entusiasmo, en tanto Levi se sentaba en su mostrador para registrar sus nuevas compras en el itinerario— Cuando sepa todo lo que cultivas, seguramente se volverá tu cliente fijo.

—¿Tanto lo conoces? —Kenny lo miró de soslayo.

—A veces lo ayudo con su vivero, porque su nieto llega tarde a su casa —le aclaró—; pero es buen muchacho. Sé que estudia con mi sobrina en la universidad y salen juntos desde hace un año.

De forma involuntaria, Levi hizo una enorme raya fuera del casillero de su cuaderno tras escuchar a Uri y lo miró con una expresión que, si bien no rompía con su habitual apatía, trataba de enmascarar su desconcierto.

—¿Historia? —contestó, más asombrado por saber que Armin era vecino de Uri, que por el parentesco tío-sobrina del que ya estaba enterado hace tiempo.

—Sí, ella —confirmó—. ¿Nunca les conté esa parte?

El joven Ackerman sólo movió la cabeza de un lado a otro, sin prestar atención a las risas de Kenny y la broma que le hacía respecto a contratar a su amigo para que hiciera publicidad de la floristería en su barrio. Cuando reaccionó, Uri ya se había despedido de él y le devolvió la libreta con tres renglones que reafirmaron su sospecha: "Herman Arlert, 56-001-47816, Calle Shiganshina 139". Levi suspiró: ¿acaso el azar también amaba las conspiraciones? Lejos de determinar si aquello jugaba a su favor o en contra, la respuesta a su duda llegó con un recuerdo no tan lejano.

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—Un segundo, ¡no me diga que está cultivando una flor de cerezo! ¡Es increíble que haya conseguido un ejemplar como éste! La otra semana quise obsequiarle uno a mi abuelo, pero no encontré nada igual en la feria.

—¿Prefieres comprarle a itinerantes, teniendo mi floristería? En cuatro días, llegarán nuevas semillas, así que tendrás que esperar a que las cultive, porque no puedo darte esa flor.

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Aquella noche en el vivero le permitió abrirse un poco más que de costumbre: fue un detalle que Levi agradeció en silencio, pese a que se había negado a darle su flor de cerezo. ¿Por qué se había comportado así con Armin? ¿Por qué siempre retrocedía cada vez que entablaba más confianza con él? ¿Por qué tal situación parecía ser la única batalla que no podía ganar? El remordimiento empezó a minar en su mente y antes de meditar sobre el asunto, su cuerpo ya se había retirado del mostrador, rumbo al exterior de la floristería.

—¡Uri, aguarda! —exclamó y el aludido volteó, justo en el instante que iba a cruzar la calzada— Te daré algo, ¿sí? No te vayas, por favor.

—Eh… ¿bueno? —aceptó, intrigado por la velocidad con la que Levi volvió a su local.

Ya en el interior, Kenny vio a su sobrino correr hasta su vivero privado y apenas pudo preguntarle qué le sucedía. Por su parte, el joven veterano se detuvo frente a la única maceta de flor de cerezo y luego de observarla con profunda nostalgia, la regó por última vez y la cargó con delicadeza. ¿Dónde había quedado la promesa que le hizo a su madre? ¿Cuánto tiempo más postergaría el cultivo de su ansiado retoño en el parque? Levi trató de no arrepentirse de su nueva decisión y consolándose con la idea de que Kuchel jamás se enfadaría por ello, volvió a salir de su tienda y le dio la flor de cerezo al amigo de su tío.

—No entiendo, ¿qué…? —Uri recibió el brote, sin dejar de contemplar su gran belleza, sencillez y fragilidad.

—Es para el señor Arlert —le explicó Levi—. Cortesía de la casa.

—¿Un obsequio para él? —Reiss finalmente comprendió y no pudo evitar sonreír— Cielos, Levi, qué gentileza de tu parte: apuesto a que se sentirá muy feliz.

—Eso espero —asintió—. Dile que lo llamaré en la noche, para explicarle cómo debe cuidarla.

—No, no, yo mismo lo traeré: quiero que conozca este increíble lugar —Uri estrechó su mano en agradecimiento—. ¡Nos vemos más tarde!

Levi vio cómo cruzó la avenida y se quedó en la acera un rato más, hasta asegurarse de que tomara el vehículo correcto. Conforme el bus se alejaba en dirección a su casa, un aire optimista invadió el espíritu del ex soldado Ackerman: no sólo había dejado su preciada maceta en manos del abuelo de Armin, se trataba de un regalo indirecto. Ansiaba, de alguna manera, que el sentimiento depositado en dicha flor se hiciera presente en cada rincón de la casa del joven.

[…]

No había mejor lugar para relajarse en el sector sur de Ciudad Paradis que la Alameda Rose: aquel parque de abedules era muy conocido en la región, sobre todo por el espectáculo que ofrecían sus piletas y las extensas porciones de pasto en las que muchas personas y mascotas descansaban y se divertían por largo rato.

Era el escenario preferido del sexagenario Herman Arlert, quien yacía sentado en un banco de madera para alimentar a las palomas. Ataviado con un sombrero de visera y ropa deportiva holgada, esperó a que sus perros se entretuvieran lo suficiente con una rama y bostezó con fuerza: fue en ese momento cuando vibró su teléfono móvil antiguo, en señal de un nuevo mensaje.

—Vaya, sí vendrá —reconoció al emisor—. Mejor me doy prisa o no me encontrará… ¡Sawney, Bean! ¡Es hora de irnos!

Los canes soltaron su juguete improvisado y no demoraron en seguir al anciano que ya se retiraba del parque. No muy lejos de allí, un autobús se detuvo frente a su casa y desde la otra acera, vio bajar a su más apreciado vecino.

—¡Justo a tiempo, Uri! —el señor Arlert agitó su mano y esperó que la pista estuviera libre para cruzar y darle el encuentro— ¿Qué llevas contigo?

—Algo que te gustará muchísimo —se esforzó por cubrir la maceta con una hoja de periódico que él mismo dobló a modo de campana—, pero te lo enseñaré después.

—¡Ja! Como gustes, "Hombre del Misterio" —le abrió la puerta de su casa para que entrara, le invitó un poco de agua y luego le indicó que subiera al segundo piso con él—. Te busqué esta mañana y no estabas, pensé que olvidaste la remodelación del jardín.

—Para nada, Herman —se disculpó—. Es más, visité a un amigo que tiene una floristería muy variada.

—¿Mejor que la de la feria? —avanzó por un pasillo que conducía a la terraza de la segunda planta.

—No tiene comparación —con una sonrisa, Uri ingresó al jardín y dejó que el éxtasis se apoderara de él, tras sentir el intenso aroma de las petunias—. ¡Aaah, se nota que la primavera está en su mejor momento! ¿Cuándo seré tan bueno como tú para cuidar plantas?

—¡Ah-ah! —lo corrigió— Mi padre fue el verdadero genio, no yo.

—Entonces hizo un buen trabajo —al ver que Herman se colocaba su mandil de trabajo y cogía su escalera de tijera, Uri depositó la maceta cubierta en una mesita e intentó distraerlo—. Oye, ¿no ibas a cambiar esa cosa que rechinaba?

—Sólo necesitaba aceite —declaró, conforme abría y cerraba los rieles de su escalera frente a un arco de madera que él mismo hizo—. ¡Mira, quedó como nueva!

—Genial —la seguridad en las palabras del señor Arlert hizo que Uri desestimara cualquier riesgo—. Bueno, ¿qué nos toca hacer?

—Reforzar la conexión de luz y elegir las flores que pondremos mañana —subió hasta alcanzar la cima del arco de madera—. Con estos foquitos blancos, la mesa de aquí abajo quedará bien iluminada… ¿sabes que me habría gustado tener todo listo para hoy? Así mi nieto traería a sus amigos para celebrar su cumpleaños.

—Hubiera sido grandioso, Herman —Reiss percibió la nostalgia del señor e intentó animarlo—, pero míralo del lado amable: tenemos hasta Año Nuevo para renovar el jardín y para ese entonces, ¡estaremos comiendo barbacoa a lo grande!

—¡Y tú traerás la carne esta vez! —rio el abuelo, mucho más optimista, y cuando éste llevó la mano al bolsillo de su mandil, bufó—. Ay, no es cierto… ¡Uri, pásame el desarmador que está en la repisa, por favor!

—Enseguida —asintió y mientras cumplía el pedido de su vecino, sintió una brisa sacudir las plantas del jardín de Herman, sin imaginarse que tal viento caprichoso se había llevado el periódico que cubría su obsequio.

Desde el antepenúltimo peldaño de su escalera, el abuelo de Armin observó la flor de cerezo y apenas balbuceó, cautivado por su extrema hermosura. Uri volteó con el desarmador en la mano y se dio cuenta de que su sorpresa finalmente se había revelado. No tardó en coger la maceta para mostrársela y el señor Arlert se sujetó a la plataforma de la escalera para observarla mejor.

El tiempo pareció congelarse en ese instante y los segundos corrían con lentitud, lo suficiente para que la alegría de Uri cambiara en repentino espanto: con un potente grito, dejó la flor sobre el pavimento y trató de alcanzar al anciano que trastabilló en la escalera, luego de que una de sus bisagras ya malogradas se zafara. Cuando la realidad recuperaba su ritmo habitual, Reiss contempló con gran horror el momento en el que Herman cayó estrepitosamente al suelo, antes de quedar inconsciente.

[…]

—¡Que lo abra, que lo abra, que lo abra! —Jean, Connie y Eren aplaudieron al unísono, en medio de la curiosidad y algunos siseos de los pasajeros que compartían el vagón de tren con ellos.

—¡Está bien, chicos, está bien! ¡No desesperen! —Armin pidió calma, mientras abría uno de los regalos que le dieron sus amigos de la universidad.

—¿Calcetines? —exclamó Eren, tan atónito como sus demás camaradas— Pudo incluir una colección de bóxeres también, ¿no?

—Oye, sé más discreto… —susurró Historia, avergonzada.

—Pero es cierto —Connie respaldó su opinión—. ¿Quién en su sano juicio le regala medias a un amigo? Apuesto a que fue idea de Thomas o Marco.

—Servirán para el invierno —Armin no quiso juzgar la intención del presente y lo guardó en su empaque—. ¿Continúo?

—Después de este regalo y los otros dos —Jean les recordó la enciclopedia de física y un video pornográfico—, no sé si esté listo para ver el resto.

—¡Yo digo que sí! —intervino Sasha— Tal vez te dieron un cupón de comida.

—Para variar —Mikasa sacudió la cabeza, resignada, y sacó uno de sus panes para satisfacer las fantasías de su hambrienta amiga—. ¿Y tú, Historia? ¿Qué vas a obsequiarle?

—¿Yo? —la joven enrojeció al sentirse observada y tomó la mano de Armin, muy nerviosa— Bueno, ya lo sabrá cuando lleguemos a casa.

—¡Bien, no más preguntas! —Connie fue el primero en reírse y los demás lo ayudaron a guardar todo en su mochila— Ya nos contarán mañana, picarones…

—¿P-pero qué…? ¡Oigan! —Armin captó el doble sentido.

—¡Paradero Jinae! ¡Floristería! —Jean levantó a la pareja de su asiento y los acompañó hasta la puerta del vagón— ¡Que les vaya muy bien, muchachos! ¡Trabajen duro y no hagan esas locuras en la tienda o los despedirán! ¡Suerteee…!

Entre los buenos deseos y las carcajadas pervertidas de sus amigos, Armin e Historia bajaron del tren y se despidieron, todavía presos del fuerte bochorno que teñía sus rostros.

—¿Acaso creyeron…? —la muchacha recién entendió la insinuación sexual.

—Sí —tomó la mano de su novia y salió de la estación de tren con ella—. Pero bueno, no es como si no hubiera recibido ese regalo antes, ¿no?

—¡No me refería a eso, Armin! —reclamó llena de vergüenza, a la vez que cruzaban la pista— Esos momentos son muy privados y no alardeo sobre ello.

—Ya lo sé, Cerecita —Arlert la sorprendió apretando sus mejillas con mucha ternura—. Mejor hagamos que nada pasó, ¿sí? Y cálmate un poco, o el señor Levi te preguntará por qué estás tan sonrojada.

—Inventaré una buena excusa —resolvió.

—¿Como cuál? —arqueó las cejas— ¿Que un mosquito te picó, que te bronceaste mucho? ¿O que te equivocaste de maquillaje? No sé si vaya a creerse la última, pero si lo convences, quizás…

—¡Uy, hablas demasiado! —Historia le dio un beso sonoro en la mejilla y le susurró al oído, justo antes de entrar al local y anunciar su llegada— Nadie dará explicaciones, punto… ¡buenas tardes a todos!

—Los mocosos calenturientos —Kenny los saludó a su estilo, apostado frente al estante del lateral derecho—. ¿Ahora por qué estás roja, Historia? No me digas que tu nerd se puso juguetón en el camino.

—No, no —Historia se encogió de hombros—, s-sólo es una alergia.

—Qué creativa… —masculló Armin, mientras dejaba su mochila llena de obsequios en el último casillero bajo el mostrador.

—¡Ja, ja, ja, ja, ja! Es el mejor invento que he oído hasta ahora —el viejo Ackerman echó a reír—. Si tu tío supiera…

—Ni lo menciones —le hizo una seña de silencio.

—Pues te salvaste, porque se fue hace una hora y media.

—¿Estuvo aquí? —su rubor desapareció al instante, producto de los nervios.

—Sí, buscando flores y todas esas cursilerías.

—¡Hmp! Quien no te conozca, Kenny… —esta vez fue el turno de Historia para ser irónica y tal acción dio resultado, cuando vio titubear al veterano mayor.

—¡Hey! Mejor cállate o te mataré —le dio la espalda y continuó su trabajo.

—Como ordene, Capitán —la chica hizo el saludo militar en broma y siguió riendo, pues sabía a la perfección con qué asunto molestar al ex soldado.

—Oye, Historia —la llamada de Armin finalmente la calmó—, ¿tienes mi cargador? Mi celular está muerto.

—Está en el fondo de mi maleta —le indicó, a la vez que alzaba unas macetas para colocarlas en el estante izquierdo—. Conecta el mío, de paso.

—¿También se te apagó? ¡Qué mala suerte! —rio un poco, luego suspiró al encender el teléfono y recibir un montón de notificaciones—. ¡Wooow! Lo que uno se pierde en media hora…

—Y seguro dejarás pasar otra más: primero ayuda a Historia con las macetas —Levi apareció en la escena y le indicó que trabajara, pero la repleta mochila de Armin bajo el mostrador llamó su atención—. ¿Y estos regalos, qué? ¿Vienen de una fiesta infantil?

—¡Es el cumpleaños de Armin! —celebró Reiss, a la distancia.

—Ah, eso —observó al muchacho y más por timidez que por indiferencia, le hizo un gesto suave como saludo—. Igual, no te da privilegios. Avanza.

—Enseguida, señor. Verdad, ¿le puede dar esto a Historia? Son piedritas de colores para sus macetas —Armin le entregó un paquete que compraron en la universidad, luego conectó el teléfono de la joven con el cargador y al instante, sonó una retahíla de beeps—. "Uri Reiss: Quince llamadas perdidas".

—¿Mi tío? —Historia logró escucharlo a la distancia.

—Sí —la frecuencia del aviso lo intrigó—. Querrá pedirte algo urgente.

—O ya se enteró que trabajas aquí —susurró Kenny, para fastidio de la chica.

—Si llama de nuevo, contéstale —le pidió la sobrina de Uri, ignorando al Ackerman mayor—, ¡pero dile que estamos en el voluntariado!

—¿Cómo así? —intervino Levi, mientras depositaba la bolsa de piedritas en la mano de Historia— ¿Cuál es el misterio?

—Se lo explicaré más tarde… ¡ay, es tu tío, de nuevo! —Arlert sintió un timbre agudo y respondió la llamada del celular de su novia— Señor Uri, buenas tardes —aguardó unos segundos—. Ah, no, soy Armin. Historia está conmigo, ¿quiere que…?

Su charla quedó en suspenso. Parecía que la sonrisa del muchacho quedó petrificada por largos segundos, hasta que su expresión rígida fue mutando lentamente en desconcierto, para luego dar paso a la incredulidad y el shock. Los ojos sombríos de Armin asustaron a Historia y los demás, ignorantes de la noticia que estaba recibiendo.


N.A.:

¡Buenas noches a todos! :D

Esta publicación es muy especial, no sólo porque es el primer fanfic que me ha hecho salir de mi zona de confort, ¡sino porque es la primera comisión que estoy haciendo en toda mi vida, qué emoción! *Suenan aplausos everywhere* TwT 3

¡Bien, al grano! Muchas cosas irán y vendrán en esta nueva historia de romance, comedia y ligero drama, que girará en torno a Levi, Armin e Historia: un trío "no tan trío" que enfrentará un montón de confusiones respecto a sus sentimientos y un trabajo no tan convencional (lo sabrán muy pronto 7u7) que los meterá en muchísimos apuros XD. Jamás imaginé que el primer encargo de fanfic que recibiría iba a manejar tres shipps crack muy curiosas (RivArmin, RivaHisu, AruHisu) con las que estoy trabajando recién y ya que será un long-fic mediano, estoy poniendo alma, corazón y vida en este proyecto, ¡porque créanme que estoy EN-TU-SIAS-MA-DA! :'')

Agradezco infinitamente a Nikola Ackerman por el gran detalle de comisionarme y sobre todo, por impulsarme a escribir después de tantos meses en las sombras, a raíz de este nuevo proyecto. Espero que disfrutes este primer capítulo, ¡muchas gracias por sus lecturas y reviews, y buena suerte para todos! :D