Me lleva Hades, este remake está viéndose mucho más exagerado de lo que había visualizado inicialmente, supongo que genuinamente la Saga de los Titanes fue mi favorita, y supongo también que deseché bastantes ideas en la primera publicación ya que me parece increíble que este sea el capítulo 7, cuando originalmente era el capítulo 5 de Guerras Doradas Original, a ese grado lleva la tremenda edición. En otras noticias, ¡ya son 3 reviews! (Hace el bailecito perrón de los tres reviews cuyo parecido con el bailecito de Pedrito Sola es mera coincidencia). Me da gusto que más lectores se hayan acordado de esta historia, espero genuinamente que la edición no les esté siendo muy difícil de seguir, definitivamente es mucha más información que en la versión original, pero no les quitaré más el tiempo, dentro de un mes me voy de vacaciones, así que antes de que mi avión se caiga conmigo adentro, quiero que por lo menos la Saga de los Titanes esté terminada, así que a contestar reviews:
reyna lisset: Le acabas de arrebatar el título de primer review a Josh, muy bien, y pobre de Josh que estaba tan orgulloso de su título, al menos le queda el de más reviews registrados. Me agrada que las nuevas adiciones al lore de Guerras Doradas estén siendo de tu agrado, en especial lo que tiene que ver con Yoshiko, que cumple un papel mucho más importante que el de Galarian como puedes ver por el anterior capítulo, y por lo que verás en este. Es correcto, en la versión original de Guerras Doradas, no mencioné el cómo Mu, Aioria y Milo aprendieron la Exclamación de Athena, en realidad, ni siquiera tenían una relación tan cercana con Saga, Dohko y/o Aioros como en esta versión, son parte de las diferencias que quiero mantener para esta historia. En la versión original Saori no los acompañó en el recorrido por las 12 Casas, se quedó con Aioros en el Templo del Patriarca, lo que se mantuvo en esta versión. Sobre Nicole, aún no está 100% confirmado, puedo cambiar de opinión, pero de momento, supongo que sí puedes darlo por muerto. La pelea de Tethys y Mu, bueno, ha durado bastante más, y siento que durará un par de capítulos más de igual manera. Lo de Aioros, te lo debo, será sorpresa, espero. Máscara Mortal vs Mnemosyne, bueno, supongo que no tendrás que esperar mucho, aunque siento que voy a hacer bastantes cambios, empezando con una pequeña broma que se me ocurrió para hacer de la lectura algo más amena, espero la detectes. Sobre la frase final de Saori, se resolverán tus dudas en este capítulo, pero básicamente, estoy sembrando las bases para un cambio muy radical a con la versión original de Guerras Doradas Original, y que no dará frutos hasta el remake de la Saga de Hades, con eso te digo todo de momento, o más bien, te dejé más dudas, que disfrutes de esta entrega.
Josh: Pues te ganaron, pero ya sabes, no hay que llegar primero, sino que hay que saber llegar. Los titanes no tenían mucha personalidad en la versión original, aunque tampoco es que los cambios sean muy palpables de momento. Pienso que, quien más se ha visto beneficiada del remake es precisamente Mnemosyne, que a estas alturas ya parece algo así como la más poderosa de los titanes por su habilidad, ya verás a lo que me refiero pronto. Jajaja, seh, ya sé que lo de la Armadura del Minotauro era un tanto anticlimático, aunque esta versión también tiene sus fallos, ya verás a lo que me refiero en este capítulo. Sobre el Yoshiko x Aioros, no puedo adelantarte nada, solo diré que varía bastante de la versión original. Y bueno, lo de la Exclamación de Athena, desde la versión original ya todos sabían que era el corazón de la historia, y en esta lo seguirá siendo, aunque con una conexión muy importante con el final de Guerras de Troya… supongo que spoiler, lo siento por eso, pero como dije al principio, "hay que saber llegar". ¿Masacre? No estoy tan seguro de si la palabra "masacre" definirá lo que pasará entre las sendas, algo hay de eso, pero si me suelto a una "masacre", pues no voy a tener a nadie para replicar: "La Muerte Plateada", de la versión original, así que, supongo que algo se me ocurrirá, pero sí habrá más participación de los Caballeros de Bronce y de Plata que brillaban por su ausencia en Guerras Doradas Original. Espero que disfrutes de este capítulo.
Rocharin Hua San: Hola, no recuerdo que alguna vez te haya visto por alguna de mis historias, me disculpo si estoy equivocado. Bienvenida seas a este pequeño universo al que llamo Guerras Doradas. Por el comentario de "otra vez", supongo que fuiste lectora de la versión original, tal vez cambiaste de Pen-name, pero, en definitiva, me da mucho gusto que otros lectores de antaño estén reviviendo esta historia. Pues… yo soy Escorpio, y no soy exactamente obsesivo con la limpieza… aunque sé que hay que hacerla. El que me señalen las partes nuevas como que les "encantó", me encanta también a mí, eso significa que los cambios están siendo positivos para la historia. Kyoko no ha brillado mucho, salvo en su capítulo introductorio, pero es de mis personajes favoritos, así que soy capaz de convertirla en la Caballero de Sagitario en lugar de Seiya, sí ya sé que soy cruel, pero desprecio al burro alado. No había pensado en lo de "Miro". Oportunidad desperdiciada, he fallado. Y bueno, supongo que ya tienes otro capítulo para que te acompañe en tu ardua tarea de lavar trastes, que lo disfrutes.
Postdata: No sé si ya lo mencioné, pero debido a la edición, se está alargando la Saga de los Titanes, así que esta saga terminará en 12 capítulos en lugar de en 10, espero que eso no les moleste, las sagas en general serán ahora de 12 capítulos, si es que me decido a continuar después de la de los Titanes… que era la que quería reescribir.
Saint Seiya: Guerras Doradas – El Ciclo Infinito.
Saga de los Titanes.
Capítulo 7: La Diosa de la Guerra.
Grecia. Atenas. El Santuario. Las 12 Casas. Explanada frente a la Estatua de Athena Julio de 1983.
-Yo… he perdido toda mi esperanza… -enunciaba Saori ante una incrédula Yoshiko, quien jamás se esperó que la diosa por la cual Aioros había sacrificado tanto, a la primera revelación de su verdadera identidad, terminara por no solo rendirse, sino enunciar que había perdido toda la esperanza. En el Reloj de Cronos, que se posaba inmenso sobre el Santuario, aún quedaban 11 horas, la flama de la Casa de Tauro ardía con fuerza, pero para Saori, la guerra ya había terminado, mientras aceptaba su derrota frente a la estatua de la diosa a la que representaba.
-¿Que has perdido la esperanza, dices? –preguntaba Yoshiko consternada. Saori, arrodillada y cabizbaja, no dijo nada, solo se mantuvo triste, y temblando por el miedo- ¿Por qué? –preguntó Yoshiko, Saori no respondió- Aioros… él siempre lo hizo todo por tu bien, incluso dijo que entregarte como Escudera de Milo te enseñaría humildad, y te volvería más humana –ante aquello, las pequeñas manos de Saori se cerraron en puños-. ¿Acaso no sabes lo que estás destinada a hacer? ¿La diosa a la que se supone que representas? –le preguntó entristecida.
-¡Se perfectamente a la diosa que piensas que represento! –le respondió Saori, con sus ojos ahogados en lágrimas, lo que aterraba a Yoshiko- Eres tú quien no lo sabe realmente… -la mente de Saori miraba a la estatua de Atenea, pero no veía realmente a la estatua, sino a quien representaba, y no era a quien Yoshiko esperaba.
La diosa que Saori veía frente a ella, podía parecerse físicamente a una versión adulta de ella misma, pero de larga cabellera escarlata, y ojos de un rojo como la sangre. Revestida en una Armadura Divina, con una lanza en una mano, y un inmenso escudo en la otra. Niké, la Diosa de la Victoria, no permanecía en su mano como ejemplificaba la versión que todos conocían de la diosa, quien no era Sabiduría, sino Guerra, solo Guerra, no era la diosa a la que todos alababan y amaban. La Athena que todos en el Santuario admiraban, era una diosa de paz, mientras la diosa en la mente de Saori, era todo lo contrario, una diosa vengativa, egoísta inclusive, el terror de otros dioses.
-Pero eres la Diosa de la Esperanza –enunció Yoshiko, pero Saori veía todo menos esperanza en la imagen de la diosa frente a ella-. Se supone que gobiernes la tierra con justicia y rectitud, que seas quien ame más a los humanos, y quien mantenga a los Dioses Olímpicos a raya –le comentó Yoshiko preocupada.
-Pero esa no es la diosa a la que yo veo… -le respondió Saori-. Atenea es la Diosa de la Sabiduría en la Guerra… una diosa belicosa, ¿dónde entra la paz en todo eso? Aioros estaba equivocado –enunció ella, ganándose una bofetada de parte de Yoshiko, que hirió bastante el corazón de Saori, quien se tomó de su mejilla adolorida.
-Me disculpo por mi atrevimiento, Diosa Athena… pero yo no veo a una diosa tirana y asesina frente a mí, sino a una niña que lo único que desea es amar, y proteger a sus seres queridos –le comentó Yoshiko, pero Saori simplemente no podía verse a sí misma de esa manera, las memorias a las que apenas y podía acceder, y que reflejaban a la Diosa de Cabellera Escarlata, solo podían ver a 3 Caballeros Dorados lanzando la Exclamación de Athena contra su propia diosa, y al dios protector de la humanidad siendo uno muy distinto, un Dios de los Mares. Lo que el Santuario conocía era una mentira-. Hay una razón por la que la Guerra de Troya pasó a conocerse como la Guerra Olvidada… y estoy segura de que conoces muy bien la razón –le apuntó Yoshiko, y era precisamente esa la razón del pesar en el corazón de Saori-. Después de esa guerra, informalmente se declaró a Athena como la Diosa de la Esperanza y de la Paz. Sé que los registros históricos jamás la han llamado como tal, pero tras la Guerra de Troya, ese fue el epíteto que los Patriarcas dieron a Athena, eso es lo que representas… y aunque tú no creas en ti misma, 12 Caballeros Dorados van a demostrarte que la Diosa Athena es esperanza, y que por ella se puede desafiar a los dioses… por favor no te rindas… -suplicó Yoshiko, mientras Saori no sabía qué hacer-. Eres una diosa… puedes verlos… obsérvalos, y confía… escúchalos, y renace como la diosa que este mundo necesita… por favor… -suplicó Yoshiko, y Saori, asintió, su cosmos cálido reaccionando a los deseos de su corazón, y buscando a sus Caballeros Dorados.
Senda entre Aries y Tauro.
-Lodin… -exclamó Albiore con un dolor profundo en su mirada. Una nube roja, compuesta por la sangre de Lodin de Escultor, apenas y comenzaba a disiparse mientras los remanentes de la Armadura del Escultor caían a los pies de los Titanes, pero pese a todo, y cuando la nube de sangre dejó de disiparse, Iapeto de Xiphos se mantuvo sin rasguño alguno, con su cuerpo manchado de la sangre del primero de los caídos en esta guerra, sangre que Iapeto se limpió del rostro con una expresión serena en el mismo-. Hizo estallar la galaxia de su cosmos… toda la Constelación del Escultor estalló, y no tiene ni un solo rasguño… -se estremeció Albiore. A su lado, Miho, la Caballero de Bronce de Pintor, aún en sus rodillas, se sostuvo del estómago, y vomitó sin poder controlar sus emociones. Dante, el Caballero de Cerbero, cayó en sus rodillas de igual manera, si bien Lodin era un simple Caballero de Bronce, Dante fue testigo del estallido de cosmos, que sobrepasaba cualquier cosa que él como Caballero de Plata pudiera hacer, por la que, en ese momento, Dante perdió toda voluntad de seguir combatiendo.
-La primera vida, acaba de ser reclamada por los Titanes –enunció Iapeto, preparando nuevamente sus espadas-. Y no será la única en ser cercenada si insisten en meterse en nuestro camino. Como muestra de que los Titanes no tenemos nada en contra de los mortales, les perdonaré la vida, pero aquel el que insista en volver a levantar su puño después de esto, morirá… -elevó su Dunamis Iapeto, alzó su espada, bajó la misma, y su corte despedazó las armaduras del Pintor, de Cerberos, y de Cefeo, armaduras que cayeron en guijarros a los pies de sus portadores, Miho teniendo suficiente, y desmayándose sin poder hacer más-. Continuemos… -bajó sus espadas Iapeto, pasó al lado del cuerpo desmayado de Miho con Themis, Mnemosyne, y el resto de los Titanes a su lado, y también pasó por frente a Dante, quien había perdido toda voluntad de seguir con las batallas, pero cuando pasó al lado de Albiore, el de Cefeo, aún desprovisto de su armadura, lo tomó del brazo.
-Parece que no lo has comprendido… Iapeto… -lo miró Albiore mientras incineraba su cosmos, plateado y violento-. Un verdadero Caballero de Athena, tiene bien en claro que su vida no le pertenece. Elegí a Athena como mi diosa, y por mi diosa, daré incluso la vida… aún si muero, eso no me importa, yo daré hasta la última llama de mi cosmos por detenerlos… -continuó Albiore, materializando unas cadenas de cosmos con su cosmos, y negándose a dejar a Iapeto continuar en dirección a Tauro. Themis se preparó para castigar a Albiore por su insolencia, pero nuevamente, Mnemosyne la detuvo.
-Perdemos el tiempo… y el Caballero de Cefeo ya ha elegido morir… -le comentó Mnemosyne, lo que llamó la atención de Themis-. Incluso Cefeo sabe que no pude retenernos a todos, ha elegido entregar su vida contra Iapeto, el resto podemos pasar –le explicó Mnemosyne, por lo que Albiore se mordió los labios con molestia-. Si tengo la oportunidad, enunciaré tu última voluntad ante tu discípulo que espera entre Leo y Virgo. Puedes ir en paz, Caballero de Cefeo –terminó de decir Mnemosyne, y pasó de largo, sin recibir resistencia alguna por parte de Albiore, quien ya había elegido a quien habría de enfrentar. Themis optó por hacer lo mismo, y el otro par de Titanes la siguió. Albiore entonces incineró su cosmos más alto que antes, y rodeó a Iapeto de más y más cadenas.
-Mnemosyne es bastante noble… puedes estar seguro de que tu última voluntad llegará a tu discípulo… -agregó Iapeto con tranquilidad, mientras la ira de Albiore se incineraba aún más-. Hasta nunca… Albiore de Cefeo… valiente Caballero de Athena -alzó el brazo Iapeto, despedazando las cadenas de cosmos de un solo movimiento, y rodeando su brazo derecho con el poder de las dimensiones, que se vio ante los ojos de Albiore como si energías cósmicas en la forma de cúmulos de estrellas le rodearan el brazo, antes de bajar el mismo, y liberar su ataque-. ¡Khora Temnein! –gritó Iapeto en heleno antiguo, que significaba el Corte del Espacio, alrededor de Albiore se abrió entonces una nueva dimensión, misma a la que Iapeto lo transportó con su poder, encontrándose Albiore a sí mismo en el espacio, frente a un sol inmenso- Alderamin, la estrella más brillante de la Constelación de Cefeo, estoy seguro de que la conoces bien, Albiore. Estamos a 49 años luz de la Tierra en este momento, y tu vida se extinguirá en menos de 5 segundos. Ve tu estrella con tus propios ojos, por primera y última vez… adiós, Cefeo… -terminó Iapeto, y desapareció frente a Albiore, dejándolo a merced del fuego blanco, de la estrella más brillante de Cefeo.
-Shun… cuida de Athena… -enunció Albiore, cerró los ojos, y permitió a las flamas blancas de su propia estrella, incinerarlo hasta no dejar atrás más que polvo de estrellas, y un brillo inexplicable en la constelación que se iluminó con fuerza, siendo visible este brillo desde la tierra, aún al medio día.
Senda entre Leo y Virgo.
-La estrella más brillante de la Constelación de Cefeo… llora… -enunció Shun de improviso, posado frente a las escaleras que daban a los interiores del Templo de Virgo, con Mayura de Pavorreal detrás de él, sentada en su silla de ruedas, y sin enunciar palabra alguna ante lo que podía sentir con su propio cosmos. A su lado permanecían dos Caballeros de Bronce, que también comprendían lo que había ocurrido, y desviaban sus miradas con tristeza, pero Shun, aún muy joven para comprender el verdadero alcance del cosmos, solo podía confiar en que lo que él sentía no fuera verdad-. El cosmos del Maestro Albiore… tan solo desapareció… eso no significa que él está… -intentó decir él.
-Albiore de Cefeo… ha dejado de existir… -comentó Mayura con frialdad, lo que forzó a Shun a cerrar sus manos en puños, e intentar tragarse las lágrimas-. Ha cumplido con su deber. No intentes negar la realidad, polluelo de corazón débil. Las cosas son lo que son, el ponerles nombres poéticos no cambia nada. Y en la medida en que aprendas a comprender esto, te acercarás más al Nirvana –terminó Mayura, movió su mano, y su ayudante empujó su silla de regreso al Templo de Virgo, mientras Shun, lloraba la muerte de su maestro.
Explanada del Templo de Athena.
-No… -sintió Saori en su corazón, y cayó en sus rodillas. Yoshiko, aún a su lado, no enunció palabra alguna. Gracias a Aioros, Yoshiko podía sentir el cosmos, gracias a Aioros, Yoshiko aprendió a manipularlo. Y gracias a Aioros, Yoshiko pudo comprender, sin necesidad de verlo como sí que podía verlo Saori, lo que había ocurrido-. De Albiore de Cefeo… no quedó siquiera un cuerpo al cual llorar… murió solo… a millones de años luz de distancia. ¿Qué clase de muerte es esa? –se estremeció Saori.
-Una muerte que significa un inmenso respeto –le explicó Yoshiko, lo que Saori no comprendía, o no quería comprender-. No tengo una Omnisciencia Divina como la tienes tú, Saori. Pero hasta yo puedo comprender, que un Titán no usaría una técnica tan poderosa contra un Caballero de Plata, a no ser que quisiera respetarlo, dándole una muerte digna –terminó ella.
-¡Está muerto! ¿¡Qué hay de digno en eso!? –gritó Saori con fuerza, sus ojos ya permanentemente humedecidos al parecer- Quieres que lo comprenda, como el Maestro Milo siempre se empeñó en explicármelo. Quieres que lo vea como un acto de heroísmo, cuando lo único que yo veo es una tragedia –insistió Saori conmocionada.
-El que sea una tragedia no le quita lo heroico –insistió Yoshiko, su cuerpo temblaba, por lo que Saori sabía que esto también era muy duro para ella-. Son mortales… enfrentando a dioses… y lo que yo veo… es más de una hora consumida en un reloj… Lodin de Escultor… y Albiore de Cefeo… ya son héroes… donde quiera que estén… -le insistía Yoshiko, lo que Saori deseaba poder comprender como lo hacía Yoshiko.
El Laberinto de Cronos. Morada de Mnemosyne.
-Sentir el cosmos dentro de este lugar… es demasiado confuso –comenzó Milo, saltando al lado de Aioria por las rocas que flotaban por todo el Laberinto de Cronos, con Shura siguiéndoles el paso, Shaka flotando al lado del de Capricornio, y Aldebarán siendo el que iba al final-. Pero puedo sentir que las cosas no van muy bien en el Santuario. Me pareció haber sentido un cosmos estallar –les comentó Milo preocupado.
-Tu concentración debe estar aquí, Milo –le comentó Shaka, acercándose a él para flotar a su lado-. Un Caballero de Athena, debe confiar en el resto de Caballeros de la Orden. Decidimos atacar el Laberinto de Cronos, a sabiendas de que era posible el que existiera un ataque inminente, confiando en quienes se quedaron atrás –le insistió Shaka tranquilamente.
-Los que se quedaron atrás no estaban tan contentos con nuestras acciones –le recordó Shura, apresurando el paso para ponerse a la par del grupo-. Si lo pensamos con la cabeza fría, ya todos somos traidores. Pase lo que pase, elegimos dar nuestras vidas por Athena, nuestras vidas no deben importarles a quienes dejamos atrás. No significa que a nosotros no nos importe las vidas de a quienes traicionamos –le recordó Shura, lo que Shaka meditó.
-Las primeras casas son la de Aries y la de Tauro –comentó Aldebarán, por fin poniéndose a la par del grupo de igual manera-. Tengo discípulos apostados entre las sendas. Sé que darían su vida por su deber, pero preferiría si no lo hicieran. No hace mucho, sentí el cosmos de uno de los de Plata a mi cargo, desaparecer. ¿Sabes algo, Shaka? –preguntó el de Tauro.
-La atención de todos ustedes debería estar en el presente, no en el Santuario –recriminó Shaka, pero notando que estaba en desventaja, se limitó a acceder-. Lo que siento, es que los Titanes pasaron por Aries, quedándose uno a enfrentar a Mu –comenzó Shaka, lo que preocupó a Aioria y a Milo-. En las sendas se enfrentaron a un grupo de Bronces y Platas, entre los cuales Lodin de Escultor hizo estallar su constelación y falleció… y sobre el cosmos desaparecido, Albiore de Cefeo fue transportado fuera del Santuario, y sacrificado a su estrella –les explicó Shaka, lo que sobresaltó al resto.
-Espera, ¿no se supone que la transición espacio temporal es imposible en el Santuario? –se quejó Aioria, escuchando entonces el gruñido del de Tauro- Lo lamento Aldebarán, sé que Albiore era uno de los Caballeros de Plata a tu cargo, no estoy menospreciando su muerte. Pero tienes que entender que, si nuestros enemigos pueden moverse entre el espacio y el tiempo, nada les impide llegar a Athena pese a la barrera de cosmos –le explicó Aioria preocupado.
-No es así como funciona –le comentó Shaka, calmando las preocupaciones de Aioria-. El ataque de uno de los Titanes, estalló en la senda entre Aries y Tauro en dirección a las estrellas, pero por la barrera de cosmos, quien ha hecho el Salto de Cosmos, regresa exactamente al mismo punto del cual partió. En otras palabras, cualquiera puede saltar en dirección al Templo de Athena en un Salto de Cosmos, la barrera simplemente lo repelerá y regresará al punto de partida, así que despreocúpate, los Titanes no pueden usar la transición espacio temporal –los tranquilizó Shaka, lo que fue un alivio para Aioria-. Pero insisto, deben concentrarse en el ahora. Hay que confiar en nuestros camaradas, nos vean ellos como traidores o no. Ahora atentos, estamos llegando a la Tercera Morada –terminó Shaka, y el grupo entró a la misma.
-Otra Morada vacía -habló Milo a su llegada a la Tercera Morada, y mientras su impaciencia crecía más y más-. No es como que quiera quejarme, pero me siento como un perro persiguiendo sombras. En la medida en que no tengamos más batallas, no sentiré que la decisión de invadir el Laberinto de Cronos ha sido la correcta -se fastidió el de Escorpio.
-Las tendremos, Milo… presiento que más batallas de las que podremos soportar -agregó Shaka mientras admiraba la Morada de la Titánide que había abandonado su recinto, no necesitaba siquiera abrir sus ojos, podía percibir los alrededores perfectamente con su cosmos-. Esta no es una Morada cualquiera, esta es la Morada de la Memoria -explicó Shaka.
-¿La Morada de la Memoria? -preguntó Milo- ¿Pero qué intentas decir, Shaka? Aunque no es como si tuviera importancia, simplemente… -pero entonces Milo calló, y los Caballeros Dorados contemplaron atónitos el cómo espejismos de imágenes se movían alrededor de la Morada.
-Maestro Milo, no tiene por qué ser tan duro conmigo -habló una representación de luz en forma de Saori a sus 8 años de edad, lo que sorprendió bastante a Milo-. Solo quería divertirme un poco, maestro, perdóneme si lo he defraudado –se disculpaba la proyección de cosmos.
-¿Por qué insistes en llamarme maestro? -se escuchó la voz de Milo, pero él no había hablado, sino que era la imagen de un Milo de hace 2 años, un espejismo que revivía las memorias de Milo- Saori, ya te lo dije, soy el maestro de Jabu y de Kyoko, y no puedes ordenarle a un aspirante a caballero que se ponga en 4 y te lleve de caballito por todo el Templo de Escorpio. Ya no tienes 6 años –reprendía la proyección de Milo, mientras algunos de entre los Caballeros Dorados, como Aldebarán y Aioria, se burlaban de lo que estaban viendo, otros como Shura solo desviaron la mirada, pero Shaka, a quien no le importaba la visión, sentía que algo estaba mal.
-Pero me aburro… Maestro Milo, usted nunca baja al pueblo, y pasa todo el tiempo entrenando a Jabu y a Kyoko. ¿Alguna vez podría dedicarme algo de tiempo a mí? Necesito comprar víveres, y se acabaron las medicinas -se quejó la imagen de Saori.
-No necesitas de mí para que puedas bajar al pueblo… tienes 2 piernas. ¿No es así? -la imagen de Saori asintió, pero no por ello estaba satisfecha con lo que Milo decía- Que tus piernas te lleven a donde quieras ir. Te lo he dicho antes y te lo diré de nuevo. No necesito de una Escudera –le insistía Milo con molestia.
-Y cada vez que me lo dice me hace sentir vacía y triste -habló la imagen de Saori, y la de Milo se mostró sorprendido-. Maestro, usted no es muy gentil -continuó la imagen de Saori con sus ojos ahogados en lágrimas, lo que no solo molestó a la imagen de Milo, sino al real.
-No es mi obligación el ser gentil… pero admito que probablemente mis palabras no fueron las más adecuadas -Saori asintió con tristeza-. ¿Qué te impide bajar al pueblo? Eres una niña, tienes energía de sobra –insistía la proyección, que cada vez se sentía más real, y de pronto, era Milo, el verdadero Milo, quien hablaba con la proyección de Saori.
-Son 8 de 12 Casas, ni que fuera tan fácil -se quejó Saori-. Pero la bajada no es el problema, incluso la subida que es más difícil es tolerable… el problema es… la Casa de Cáncer –le comentaba la proyección de Saori.
-¿Mephisto te volvió a molestar? –preguntó Milo, su proyección ya no estaba, era el Milo real quien hablaba con Saori- ¿Porque no le pides ayuda a Aioria para bajar? Es el vecino de Mephisto -explicó Milo, permeándose en su papel.
-¡Maestro, que cruel es! -gritó la imagen de Saori- Desde que llegaron Kyoko y Jabu no hace más que entrenarlos y ya no pasa tiempo conmigo. No es justo, yo llegué primero y mi cosmos es más grande que el de ambos –continuaba la proyección de Saori, Milo estuvo por responder, cuando Shaka lo tomó de la hombrera de su Armadura Dorada, impidiéndolo.
-Milo, tus recuerdos se están apoderando de ti -interrumpió Shaka, las imágenes de proyección de cosmos enmudecieron, y Milo despertó de su trance-. Esto es peligroso, estamos en la Morada de Mnemosyne, la Titánide de las Memorias. Su Dunamis busca en nuestra mente y nos hace revivir memorias pasadas y permearnos con ellas –le explicó Shaka.
-¿Qué? ¿Pero qué estaba? ¿Saori? -preguntó Milo, pero no tardó en recuperar la compostura- Me siento débil… como si mi mente y mi cuerpo no compartieran el mismo lugar –enunció Milo mientras se sostenía la frente.
-Es lo que ocurre en la Morada de las Memorias, nos han tendido una trampa –le comentó Shaka, apuntando con su rostro, por lo que Milo fue capaz de verlo de igual manera-. Como mantengo mi sentido de la vista sellado, y las memorias se accionan más fácilmente con la vista, no caí en la trampa. Pero una fragancia, un sonido, cualquier cosa podría atraparme en un trance si me distraigo. Ya ha atrapado a los demás –termino Shaka, y Milo observó al resto de los Caballeros Dorados, atrapados en un trance como el que había atrapado al de Escorpio.
-¡Milo! ¡Lithos! ¡No es un niño! -escuchó Milo, y se vio a sí mismo y a Aioria discutiendo como representaciones de luz, y al verdadero Aioria presenciando el recuerdo- Me estaba bañando, y Lithos entró y me preguntó si quería que me lavara la espalda. Le dije que no se molestara, pero Lithos insistió, así que le dije que entrara en la bañera y entonces… vi… descubrí… ¡Que Lithos es una niña! –tras aquel comentario, la imagen de Lithos apareció rodeada de vapor, Milo se sonrojó de inmediato, corrió en dirección a Aioria, y le golpeó la cabeza con fuerza.
-¡Esa es información de más, depravado! -se quejó Milo, y Aioria se frotó la cabeza con fuerza tras el ataque despiadado de Milo- ¡Despierta, gato tonto! ¡Deja de mostrarnos las intimidades de tu Escudera! –recriminó Milo.
-¿Qué te pasa, maldito arácnido? ¿Por qué me golpeaste? -Milo apuntó entonces a más recuerdos, entre los que estaban los de Aioria charlando con Lithos y comiendo con ella y Retsu en los pisos inferiores de la Casa de Leo, o sus conversaciones con Aioros y el día que le entregó su dije con la punta de flecha- ¿Qué son todas estas imágenes? -preguntó sorprendido.
-El Dunamis de Mnemosyne intenta mantenernos ocupados y lejos de nuestro objetivo -explicó Shaka-. Mnemosyne, como la Diosa de las Memorias, ha impregnado toda la habitación con su Dunamis… nos está obligando a revivir nuestros recuerdos y a olvidar nuestra misión –terminó el de Virgo, que comenzaba a ser atormentado por sus propias visiones, mismas que no podía ver, pero que podía oler, y que presentaban a una Mayura preparando unos inciensos para su meditación con Shaka, quien a sus 8 años la aceptaba como su discípula-. Cualquier distracción, y no importará la extensión de nuestros cosmos, quedaremos atrapados por nuestros recuerdos. Hay que despertar a los demás, ahora, y sin importar cómo –insistió Shaka.
-Eso está muy bien y todo, pero qué diantres está recordando Shura –apuntó Aiora sorprendido, mientras las imágenes alrededor de Shura, eran más que las de cualquier otro Caballero Dorado, e inclusive podían ser visiones de diferentes periodos de tiempo, evidente en las ropas de quienes formaban parte de sus visiones.
-Voy a presentarme, yo soy El Cid de Capricornio –observó el grupo a un Caballero de Capricornio, que no era Shura, rodeado de 4 Espectros de cosmos casi divino, pero al lado de esta visión, ocurría una aparentemente más antigua, con un Caballero de Capricornio fornido, inmenso, y de una barba larga y pronunciada, quien enfrentaba a un ser hermoso, de cabellera escarlata, revestido en una armadura que jamás habían visto los presentes-. Aún piensas, Lino, ¿que mi afrenta a los dioses no tiene recompensa? ¡Ve mi espada y atrévete a decirme que no es así! –alzaba su brazo el Caballero de Capricornio desconocido, quien enfrentaba a un ser que sobrepasaba la comprensión de los Caballeros Dorados- La Batalla de los 1,000 días… interesante, tienes un sentido del humor peculiar, ya que no te considero un Caballero Dorado –y por fin vieron una visión a la que Shura sí podría entregarse, mientras frente a Shura se mostraba la proyección de cosmos de Mu-. Además… no he recibido una orden de asesinarte… y pese a que estoy molesto de que me hayas forzado a perseguirte desde Estados Unidos hasta aquí… no mato por placer, no me importa que todos quieran usar el nombre de Assassin para insistir que soy un demonio… así que prosigamos con las negociaciones… la armadura… -amenazó Shura, pero no el Shura real, ya que este sudaba frio y parecía que su mente colapsaría en cualquier momento.
-¡JA JA JA JA! –por otra parte, Aldebarán estaba envuelto también en su propia memoria, un tanto más controlada que la de Shura, ya que él si se había entregado a la misma- ¡Me agradas, Mephisto! ¡Qué mal que no eres mi vecino! ¡Podría aprender mucho de esa risa malévola tuya! ¡JA JA JA JA! -Aldebarán vivía un recuerdo de las primeras ocasiones en que conoció a los otros Caballeros Dorados, y desconocía la verdadera naturaleza del Caballero de Cáncer.
-Hay que despertarlos antes de que sea demasiado tarde -explicó Shaka, y tanto Aioria como Milo se dirigieron ante Aldebarán y Shura respectivamente, dispuestos a despertarlos por cualquier medio que fuera necesario.
-¡Despierta Shura! -le golpeó la nuca Milo a Shura, quien despertó de golpe no muy contento por la poca delicadeza de Milo, y se viró para tomar al de Escorpio del cuello y alzar el brazo con su Excalibur lista- Lo lamento, pero Shaka dijo que era necesario despertarte -se defendió Milo-. Por cierto, ¿qué clase de memorias revivías? –preguntó Milo curioso, el de Capricornio solo se tomó la frente, estando bastante afectado por las visiones.
-¡Aldebarán, despierta! -gritó Aioria, y le propinó un potente puñetazo en la cabeza al gigante, lo que logró despertar al Caballero de Tauro, quien tristemente no apreció el esfuerzo de Aioria, se volteó, e impactó a Aioria con su poderoso puño.
-¡Por los cuernos del Minotauro! ¡Aioria! ¿Qué Hades te pasa? -gritó Aldebarán mientras se tronaba los nudillos con molestia- ¿Crees que solo porque soy grande y lento, soy un debilucho? ¡Te voy a machacar! -aseguró Aldebarán.
-No es el momento de juegos, Aldebarán -interrumpió Shaka-. Hay que salir de esta Morada antes de que nuestros recuerdos se tornen más poderosos y que no distingamos entre realidad o memoria –comenzó a retirarse Shaka sin esperar a los demás, lo que por sí mismo era un indicativo del peligro que corrían.
-¿Ah? ¡No me vengas con tonterías, Shaka! ¡Necesito descargar mi ira en algo! ¡Apártense! -gritó Aldebarán, y rudamente empujó a Aioria a un lado- Si no te gusta esta Morada, entonces la demoleré. ¡Gran Cuerno! -gritó Aldebarán, la Morada comenzó a desmoronarse, y los recuerdos se disiparon y volvieron a las mentes de sus dueños- Y tú, Aioria. ¡Vuelve a pasarte de listo, y remodelaré la Casa de Leo también! –amenazó el de Tauro.
-No sé ustedes, pero Aldebarán me cae bien -habló Aioria. Pero entonces notó que Milo se le adelantó y comenzó a saltar de roca en roca en dirección a la Cuarta Morada-. ¡Milo! ¡Espera! ¡Yo voy también! -lo siguió entonces Aioria.
-¡Debemos proseguir con precaución! -habló Shaka- Así como el Templo de Mnemosyne estaba protegido por su Dunamis, podemos suponer que esto se repetirá en otras Moradas. Ahora más que nunca, debe existir unidad entre los Caballeros Dorados –finalizó el de Virgo.
Casa de Tauro.
-Están llegando –dentro de la Casa de Tauro, esperaban tres caballeros más, una siendo una Saintia, revestida en una Armadura de Bronce de colores violetas con adornos de esmeralda en los antebrazos, las botas de bronce, el peto, y brillos color de esmeralda en el faldón translucido de su armadura. Quien se dirigía a la joven Saintia de cabellera oscura amarrada en una coleta, era un hombre fornido en una Armadura de Bronce gris oscura, moreno, alto, y de cabellera morada-. ¿Cuento contigo, Shunrei? –preguntó el Caballero de Bronce.
-Como la última representante de Aries, haré lo que pueda, Geki –le respondió la Saintia, aunque su cuerpo le temblaba, no estando segura del todo sobre lo que podría hacer-. El Maestro Dohko me ha entrenado, debería sentirme lista… pero… -se estremeció la Saintia.
-No se está listo nunca para enfrentar a un dios –exclamó el Caballero de Plata en medio del Templo de Tauro, moreno, y quien vestía una Armadura Plateada de contornos azules, con el distingo de su heterocroma siendo bastante evidente pese a que la sombra de las columnas le ensombrecía el rostro-. No se puede estar listo jamás, para enfrentarlos a ellos. Es hora de descubrir si la Divergencia ha valido la pena –exclamó Arctos XII, preparando su cosmos-. ¡Aquí vienen! –apuntó él, mientras un grupo de 4 Titanes entraba por fin al templo de Tauro- ¡Shunrei! –pidió Arctos con sudor rodeándole el rostro.
-¡Sí! –extendió sus brazos Shunrei nerviosamente, cerró sus manos en puños, las esmeraldas sobre los nudillos de los guanteletes de la Armadura de Bronce brillaron, y Shunrei azotó ambos puños con fuerza- ¡Limite de Nor! –enunció Shunrei, su tenue cosmos se extendió por el suelo como una luz esmeralda que rodeó sus pies, los pies de Geki, y los de Arctos, los 4 Titanes que entraban en la Casa de Tauro entonces, comenzaron a resbalar, mientras Shunrei movía sus brazos aún unidos por sus nudillos en forma diagonal, lo que forzó a los Titanes a ser lanzados a las columnas del templo de Tauro, a todos menos a Mnemosyne, quien se acomodó en una pose extraña. Quedando frente a frente a una nerviosa Shunrei, quien volvió a mover los brazos en una diagonal en la otra dirección, lanzando a los confundidos Titanes en la otra dirección, hacia las otras columnas, pero Mnemosyne solo se acomodó en una pose distinta, y alcanzó a sujetar a Themis del cuello de su Souma y prevenirle ser lanzada al otro extremo de la habitación, donde el otro par de Titanes restantes, una mujer de cabello azul, y otro en una armadura negra, quedaban parados extrañamente sobre la columna, como si no les tomara esfuerzo pararse en un ángulo tan extraño.
-La Regla, la Escuadra, el Nivel, todos esos son nombres para la Constelación de Norn, una de las constelaciones modernas –explicó Mnemosyne, Shunrei separó las manos, optó una pose con sus brazos en vertical, el brazo derecho mirando al cielo, el brazo izquierdo apuntando al suelo, y tras el movimiento, los Titanes fueron lanzados al techo, aunque Mnemosyne nuevamente viró, y cayó parada sobre el techo, no así lo hicieron el resto, quienes golpearon el techo con sus cuerpos, pero pese a ello, se encontraban más molestos que heridos-. La Constelación de Norn controla las direcciones, basta con colocar las esmeraldas de los antebrazos en una dirección, para controlar el espacio en un cubo imaginario dimensional, que equivale a 5 metros en cualquier dirección en la que se encuentre la portadora de la Armadura de la Regla –explicó Mnemosyne, lo que preocupó a Shunrei, quien vio el secreto de su armadura expuesto tan rápidamente-. Es otra de las Armaduras de Athena de función y no de combate –terminó ella.
-Me estoy cansando de las Armaduras de Athena de función –se quejó Themis, apuntando con su dedo a Shunrei, concentrando su cosmos en el mismo y apuntando-. Prefiero las cosas enteramente equilibradas –disparó, Shunrei en pánico movió los brazos, el cambio en las direcciones lanzó a los Titanes a diversas partes del Templo de Tauro, pero la ráfaga de Themis continuó en línea recta, y hubiera asesinado a Shunrei, de no ser por la intervención de Arctos, que se movió rápidamente, llegando ante Shunrei, y desapareciendo con ella, dejando a la ráfaga estallar contra el suelo momentos antes de que Arctos reapareciera nuevamente justo en el medio del Templo de Tauro, con Shunrei confundida a su lado-. Esa velocidad, se movió más rápido inclusive que un Caballero Dorado –se quejó Themis, mientras el truco de Shunrei se disipaba, y los Titanes quedaban todos de pie frente al grupo.
-No, eso no ha sido su velocidad –habló un recién legado, Iapeto, quien había terminado de encargarse de Albiore-. Ese Caballero de Plata, acaba de moverse en el tiempo, no hay otra forma de lograr una velocidad suficiente para evadir el ataque de un dios.
-Ese sujeto… -comenzó Mnemosyne, sudando frio al ver dentro de la mente del Caballero de Plata, sintiendo molestia al grado de sujetarse la cabeza, distracción que Geki, el Caballero de Bronce de la Osa Mayor, aprovechó para lanzarse en su dirección.
-¡Estrangulación de Osos! –se lanzó Geki contra la distraída Titánide que se sujetaba la frente, cuando Iapeto la empujó a un lado, recibiendo él mismo el ataque del de la Osa Mayor, quien se esforzó a pesar de que su poder no era suficiente para estrangular al Titán- ¡Miserables invasores! ¡No permitiré que usurpen la Casa de Tauro de mi maestro! ¡Yo, Geki de la Osa Mayor, seré su oponente! -exclamó el valiente guerrero, que tristemente era más palabras que nada, y terminó por ser lanzado bruscamente por Iapeto.
-Apártate, humano. Estas en presencia de dioses. ¿Acaso los sacrificios que los tuyos ya han sufrido no son suficientes para que lo comprendas? Puedes salvar tu vida si te rindes ahora, no niegues la bondad de los dioses primordiales -intentó razonar el Titán Iapeto.
-¡Brazo de Hierro! -gritó Geki al conjurar una de las técnicas más poderosas de su maestro, que el Titán terminó por bloquear con uno de sus dedos- Imposible, ha bloqueado el Brazo de Hierro, la técnica que me enseñó mi maestro Aldebarán de Tauro –se horrorizó Geki.
-Humanos, me sorprende que no atiendan a las advertencias -lo lanzó con su cosmos Iapeto, derribando a Geki con su dedo solamente-. Estas frente a un dios. Iapeto de Xiphos, Dios de las Dimensiones -en el Dunamis de Iapeto, la espada de doble filo que representaba a su Souma se dibujó, y Geki retrocedió, asustado-. Un dios no hace una advertencia más de una vez. Por desatender, tu castigo será la muerte -pero Geki se mantuvo firme pese al temor que sentía.
-¡Este Caballero de Bronce no se moverá! -gritó Geki elevando su cosmos, el cual no dejaba de serle insignificante a los Titanes- ¡Por mi maestro! ¡Te detendré! -más antes de que el discípulo de Aldebarán de Tauro pudiera enfrentarse a los Titanes, el tiempo volvió a distorsionarse, y Geki de la Osa Mayor desapareció, por lo que el ataque de Iapeto se clavó contra el suelo.
-¡Horologium Divide! –escucharon los Titanes, y encontraron al Caballero de Plata de Horologium, nuevamente en el medio de la habitación, pero esta vez manteniendo a Shunrei y a Geki paralizados en el tiempo con el poder de su cloth- Es suficiente. Evidentemente, una Saintia y un Caballero de Bronce no podrán hacer más que hacerle perder el tiempo, su excelencia –reverenció entonces Arctos, manteniendo a Shunrei y a Geki suspendidos en el tiempo. Los Titanes intercambiaron miradas, específicamente dirigiendo sus miradas a Mnemosyne, quien aún se frotaba la frente, pero no fue hasta que el Titán en la armadura más negra de todas se acercó, que todo comenzó a tener sentido-. Mi señor –reverenció Arctos.
-Arctos XII, la Ultima Hora –comenzó el Titán en la armadura negra, la Armadura del Altar. El escuchar al Titán primordial hablar fue una sorpresa para todos, Mnemosyne incluida, quien pensaba que solo la memoria física permanecía en la Armadura del Altar. Nicole, el Caballero de Plata cuya mente había sido destruida, entonces se dirigió al Caballero de Horologium-. ¿Qué significa está traición? –preguntó Nicole.
-No hay traición, mi señor. Soy su fiel sirviente. Y como muestra de buena fe, le quitaré a la Saintia de la Regla, y al Caballero de la Osa Mayor del camino –reverenció Arctos, ante la mirada de incredulidad de Nicole-. El Reloj de Flamas que le fue robado por Zeus está activo, y la flama de la Segunda Casa se extinguirá justo en el momento preciso en que salgan de este templo. Yo tan solo le quito a los estrobos del camino, el Megas Depranon le espera, mi señor. Es todo lo que puedo decirle –aclaró el Caballero de Plata de Horologium.
-Curioso de la Ultima Hora, el enunciar que la Flama de Tauro se extinguirá, precisamente, en el momento en que salgamos de este templo, Arctos XII –comenzó a elevar su cosmos Nicole, poseyendo un cosmos por mucho más grande que el de un Caballero de Plata ordinario, superando incluso el nivel dorado, lo que comenzaba a preocupar a Arctos XII, pero para su sorpresa, Cronos no lo atacó-. Apártate… dependiendo del resultado del ascenso, pensaré en el castigo más propicio a tu traición –le espetó, se dio la vuelta, y encontró al resto de los Titanes arrodillados tras de él-. No requiero de reverencia. Mientras más cerca del Megas Depranon, más fuerte me siento. No permitiré más interrupciones –terminó de decir Nicole, y lideró el ascenso, siendo seguido del resto de Titanes, y cuando estos hubieron abandonado el Templo de Tauro, y la flama del mismo signo se extinguiera, fue que Arctos XII respiró, y liberó a Shunrei y a Geki, el segundo de los cuales enfureció.
-¡Malnacido! ¡Traidor! –se abalanzó Geki en dirección a Arctos, quien colocó su mano frente al puño del de la Osa Mayor, deteniéndolo- Entregaste a Athena, no me importa si eres un Caballero de Plata, yo te enfrentaré, te derrotaré, y salvaré a mi diosa –enfureció el de la Osa Mayor, intentando apresar a Arctos en su ataque de la Estrangulación de Osos, solo que Arctos no se lo permitió al lanzarlo a la entrada del Templo de Tauro con su cosmos, Shunrei lo observó todo preocupada, intentó golpear los nudillos de su armadura y accionar nuevamente el Limite de Nor, cuando Arctos se le adelantó, y le golpeó la nuca, noqueándola- Voy a matarte –sentenció Geki, preparando su cosmos.
-Tras la Divergencia, no tengo forma de saber el cómo ocurrirán los eventos futuros, Geki de la Osa Mayor –preparó su cosmos de regreso Arctos XII, mismo que intimidó a Geki-. Pero no he traicionado a tu diosa, más bien he salvado tu vida y evitado una tragedia. Sé que en estos momentos me piensas tu enemigo, pero solo puedo decirte… que no hay forma en que yo pudiera levantarme contra el Dios del Tiempo. Recibiré el castigo que Athena quiera darme, si he de ser declarado un traidor que así sea. Esta batalla, es una en la que no podría participar. ¡Pero puedo enfrentarte si es lo que deseas! ¡Horologium Divide! –elevó su cosmos Arctos, y el tiempo dentro de la Casa de Tauro, comenzó a distorsionarse.
Explanada frente a la Estatua de Athena.
-Arctos XII… me ha traicionado… -susurraba Saori deprimida, aún de rodillas frente a la Estatua de Atenea, y con Yoshiko aun montando guardia a su lado, preocupada por la niña-. No… ha traicionado a Athena, yo soy solo una Escudera de nombre Saori, yo no soy Athena, yo no soy esa Athena –proseguía Saori, en sus ojos ella seguía sin ver a la Estatua de Athena, sino a la Athena de cabellera escarlata forrada de pies a cabeza en su Armadura Divina, una Athena que la miraba con fortaleza y sin mostrar debilidad alguna, una Athena a la que solo Saori podía ver.
-No sé lo que debes estar sintiendo, Saori… -comenzó Yoshiko, intentando esta vez con un enfoque más empático-. Pero nadie te está pidiendo que seas una Diosa Athena en específico. En realidad, todas las Diosas Athena son diferentes. El que unas sean más agresivas que otras, no significa que seas esa Athena –le comentó Yoshiko, lo que llamó la atención de Saori, quien se viró para verla confundida-. Estás pensando en una Athena en específico, ¿no es así? Has actuado de una forma muy distante y extraña desde que Mu, Aioria y Milo desataron la Exclamación de Athena. Sé que piensas que no comprendo lo que está pasando, y puede que en parte eso sea cierto, no hay forma de que me ponga en los zapatos de una diosa, ni de que comprenda lo que es ser una diosa. Pero Aioros sí que lo comprendía, por eso él sufría tanto, por eso el que Aioria usara la Exclamación de Athena lo alteró de la forma en que lo hizo, ya que fue la Athena del siglo XII antes del calendario gregoriano, quien pereció a manos de tres de sus Caballeros Dorados más queridos, quienes no tuvieron otra alternativa que el asesinar a su propia diosa –comentó Yoshiko, lo que sorprendió a Saori, Yoshiko sabía lo que ahora gracias al regreso de sus memorias recesivas Saori comprendía, y temía profundamente-. Aioros… no me explicó lo que forzó a tres Caballeros Dorados a usar la Exclamación de Athena en contra de la Athena de la Guerra Olvidada, pero… ella solo es una de cientos de Athenas que han existido, porque todas las Athenas a lo largo de la historia son una misma entidad llamada Atenea, pero al mismo tiempo, cada Athena es diferente de las demás al tratarse de un ser reencarnado. ¿Comprendes lo que estoy tratando de explicarte? –preguntó Yoshiko.
-Quiero creerlo… pero… -miró Saori a la imagen de la Athena de cabellera escarlata, quien parecía que le regresaba la mirada en todo momento-. Mi cosmos siente algo muy distinto… esta Athena, era más que solo una Athena… cuando esta Athena murió, algo cambió en todas las Athenas que le siguieron. ¿Y si esto me pasa a mí? No soportaría, el que el Maestro Milo… no… no soportaría que ningún Caballero Dorado utilizara la Exclamación de Athena para herirme… -lloró Saori preocupada, pensando en aquella posibilidad.
-Niña débil… -escuchó Saori, espantándose, no se esperaba que la imagen de la Athena de la Cabellera Escarlata pudiera responderle, pero al parecer esta Athena no estaba solamente en su mente-. ¿Piensas que los Caballeros Dorados hicieron mal en asesinarme? No lo comprenderías, eres muy joven. Todo lo que yo aprendí en la Guerra de Troya lo aprendí demasiado tarde, es algo que ninguna Athena después de mí ha logrado comprender. A Athena no la sirven los mortales… -terminó la Athena de cabellera escarlata, desapareciendo frente a Saori, y dejándola atónita, y pensativa de aquellas palabras. Yoshiko continuó observando a Saori, y suspiró, entrando ella misma en una especie de depresión.
-Tal vez Aioros estuvo equivocado después de todo… -comenzó Yoshiko, Saori le dirigió la mirada nuevamente-. Generaciones de Patriarcas antes de Aioros, siempre mantuvieron a la Diosa Athena en reclusión, alejada de sus caballeros. Impidiendo de esta forma que se formaran lazos de cualquier tipo entre los Caballeros Dorados y su diosa. Aioros fue educado para creer que la relación entre diosa y Caballeros Dorados debía ser únicamente de devoción incondicional por un ser divino. Tal vez, el permitirle a Athena vivir y ver a sus caballeros como algo más que sirvientes, fue un error -le explicó.
-No lo fue… -comenzó Saori, llamando la atención de Yoshiko, quien miró a Saori temblar de inconformidad ante aquellas palabras-. No lo fue… no fue un error… ya lo entiendo, lo que la Athena de la Guerra Olvidada intentaba decirme… eso que las Athenas que vinieron después de ella, no fueron capaces de comprender, y que inclusive ella misma entendió demasiado tarde… -continuó Saori, su cosmos comenzando a manifestarse, lo que fue una sorpresa para Yoshiko-. A Athena… no la sirven los mortales… -se puso de pie Saori, una determinación que no se había visto antes en su rostro, por fin llenó su mirada-. Athena es quien sirve a los mortales… eso es algo que las Athenas del pasado no pudieron comprender, esa es la razón de que la Athena de cabellera escarlata esté preparada para la guerra. Ella no era una tirana, ella luchó al lado de sus Caballeros Dorados, y la razón de recibir la Exclamación de Athena… aunque no me quede clara todavía… -recordó la imagen de los tres Caballeros Dorados, lágrimas en los ojos de cada uno, mientras que en la mirada de Athena, pese a estar llena de dolor, se reflejaba la esperanza-. Debió ser una razón de esperanza… la Athena de la Guerra Olvidada, no, de la Guerra de Troya, no era una tirana… luchó y murió junto a los humanos, y yo… voy a ser una Athena igual a ella. Aioros me permitió vivir junto al Maestro Milo porque entendía que los dioses han perdido algo muy importante. ¡Su humanidad! -aclaró Saori, su cosmos comenzaba a incinerarse, y este comenzó a rodear en su mente a sus Caballeros Dorados, no solo a aquellos acusados de traición-. Mu… Aioria… Maestro Milo… -lloró Saori determinada- ¡Yo los perdono! ¡Por favor no mueran por mí! -se arrodilló, y su cosmos comenzó a rodear a todo el Santuario.
Casa de Aries.
-Este cosmos… -se sorprendió Mu, sintiendo que su cosmos acrecentaba-. Siento mi cosmos arder con mayor intensidad. ¡Revolución de Polvo de Estrellas! -enunciaba mientras en la Casa de Aries, se vivía una guerra de proporciones inimaginables entre los Caballeros Dorados de Athena y los Titanes primordiales que ostentaban los tronos de los Dioses Olímpicos. Mu, quien siempre había permanecido en un exilio auto infligido, se batía en duelo mortal contra Tethys de Megas Kroustiká, la Diosa de los Ríos, que en esos momentos castigaba al Caballero de Aries con su ataque de los 1,000 ríos.
-¡Chilioi Potamos! -desencadenaba su ataque divino la diosa, y Mu de Aries, un simple mortal con un poder casi infinito, era abatido por la fuerza de 1,000 ríos, que le penetraban la armadura sin llegar a romperla, pero perforaba su cuerpo como si 1,000 agujas lo hubieran atravesado simultáneamente, forzando al Caballero de Aries a gritar del dolor sin poder llegar a contenerlo, pero algo en su cosmos se había incinerado, se sentía más fuerte que nunca, capaz inclusive de hacerle frente a los dioses.
Laberinto de Cronos. Morada de Okeanos.
-¡Polvo de Diamante! -la guerra se replicaba de igual manera dentro de los confines del Laberinto de Cronos, donde Camus de Acuario, el prodigio entre los Caballeros Dorados, combatía a Okeanos de Tanken, el Dios de los Océanos. Pero, aunque su cosmos no era lo suficientemente alto para enfrentarse a los dioses, algo respaldaba su cosmos ahora, algo que no estaba allí antes- Mi cosmos está creciendo… se siente cálido y hermoso. ¿Athena? -se preguntó Camus, y su cosmos comenzó a desafiar incluso al Dunamis de Okeanos, que comenzó a sorprenderse del poder de Camus de Acuario.
-¡Thalassa Deluge! -más el enfrentarse a Okeanos de Tanken, era igual que desafiar a Poseidón, razón por la que Camus de Acuario se encontraba en desventaja. El devastador poder de Okeanos de Tanken era tan aplastante como la unión de todos los océanos de la tierra. Era cuestión de tiempo antes de que la fuerza del Caballero Dorado cediera.
Laberinto de Cronos.
-¡Aguja Escarlata! –en los interiores del Laberinto de Cronos, este no estaba desprotegido. Hecatonquiros que alguna vez protegieron las puertas del Tártaros, habían traicionado a los dioses y marchaban en contra de los Caballeros Dorados de Athena que les hacían frente sin temor alguno- ¡Es tu fin! ¡Recibe la fuerza de Antares! -de la uña de Milo se desprendió la fuerza de su técnica más dominada, y al impactar a uno de los Hecatonquiros, no solo desgarró el cosmos del condenado, pero despedazó su cuerpo en una explosión de luz escarlata. Era este el poder dormido de Antares que residía en el cosmos de Milo, y era lanzado por su uña, pero algo había cambiado, se sentía más fuerte que nunca- Algo ha cambiado… no puedo explicarlo, pero siento como si algo respaldara mi cosmos -se sorprendió Milo, sintiendo como si un cosmos divino lo abrazara todo el cuerpo.
-¡Plasma Relámpago! -siguiendo a Milo en la matanza de Hecatonquiros, Aioria lanzó sus potentes relámpagos como si el mismo Zeus los alimentara con su Dunamis, pero no era Zeus quien lo respaldaba, era alguien más, y el Hecatonquiro quien fuera su oponente, fue desgarrado y partido en cuadros- Lo siento yo también… una fuerza inexplicable que da razón a mi cosmos -se sorprendió Aioria, sintiéndose lleno del poder que lo envolvía.
-Algo ha ocurrido en el cosmos, siento un calor envolverme el pecho. ¡Gran Cuerno! -Aldebarán entonces arremetió contra un par de gigantes y los derribó sin esfuerzo alguno. Después continuó con su tacleada y barrió a las Bestias del Tártaros que se habían alzado entre las escalinatas para detenerlos- ¡JA JA JA JA! ¡Tiemblen ante la fuerza de Aldebarán de Tauro! ¡Aioria! ¡Milo! ¡La próxima vez que quieran ser tachados de traidores, cuenten conmigo! ¡Son muy divertidos! –presumió lanzando a las Bestias del Tártaros por los aires mientras los embestía y llegaba ante unas escaleras que daban a la siguiente morada.
-Aldebarán, enserio que la única diversión en estas batallas es tu sentido de despreocupación -agregó Shura, uniéndose a la batalla-. Yo también me siento diferente. Pero no necesito hacerlo para cumplir con mi deber lo antes posible. ¡Excalibur! -y así como lo hizo anteriormente, la fuerza cortante de la espada de Shura cortó los Ejércitos del Tártaros a la mitad. Su poder era impresionante-. Hemos llegado a la Cuarta Morada -agregó entrando en el recinto.
Morada de Kreios.
-Y al parecer, es una Morada custodiada por un Titán con un Dunamis arrollador -confesó Shaka, y el grupo caminó entre las cenizas de las Bestias del Tártaros pulverizadas por las fuerzas de sus cosmos combinados, y entraron en la Cuarta Morada del Laberinto de Cronos-. Llevamos ventaja… he recibido información telepática de Saga de Géminis. Los invasores van a medio camino a la Casa de Géminis… ningún otro Caballero de Athena ha caído… aunque Saga sospecha de una traición en la Casa de Tauro –les comentó Shaka, lo que incomodó a Milo, quien sintió algo de depresión al saber que Saga se había comunicado con Shaka, pero no con él-. Mu al parecer se las ha arreglado para mantener a Tethys de Megas Kroustiká, la Diosa de los Ríos, ocupada en la Casa de Aries. Lo que es algo inexplicable, los Titanes son dioses. ¿Cómo puede retenerla así? La verdad es que esperaba que el Reloj de Cronos fuera la victoria de esta guerra, no que Mu pudiera hacerle frente a una Titánide como ha hecho hasta ahora -confesó para sí mismo Shaka.
-No me creo por un segundo que los dioses que nos invaden son realmente inmortales -agregó Aioria con molestia-. Solo esperen a que sea mi turno para la batalla… entonces verán esos dioses el poder de mis colmillos –se tronó los nudillos Aioria.
-¡Aioria! -gritó Shura de repente, y de un movimiento en forma de tijereta, saltó sobre los hombros de Aioria, y lo lanzó violentamente fuera del camino- ¡Salto de Roca! -gritó Shura, y tras haber lanzado a Aioria a la velocidad de la luz, Shura recibió el impacto de una espada oscura- ¡Doble Excalibur! -gritó Shura uniendo sus manos en forma de defensa antes de lanzar su ataque contra el Titán que los atacó por sorpresa, mas su cuerpo fue totalmente traspasado por la espada del Titán, y Shura permaneció herido y sin poder reaccionar.
-¡Orichalcum Samshir! -se escuchó el resonar de la voz del Titán incluso milésimas de segundo después de que había terminado su ataque y herido a Shura mortalmente- Recibir el ataque destinado a un aliado es admirable. No sé si eso hace a los humanos seres hermosos por el sentimentalismo y la hermandad que reflejan, o si los hace unos tontos y destinados a la extinción -prosiguió el Titán, aún sin presentarse ante los Caballeros Dorados, y mientras Aioria caía no muy gentilmente detrás del malherido de Shura, quien presumía un corte que penetró incluso su Armadura Dorada.
-¿Qué ocurrió? ¡Todo pasó tan rápido que no fui capaz de verlo! ¡Fue más rápido que la velocidad de la luz! -habló Milo, y los demás Caballeros Dorados reflejaron la misma sorpresa- ¡Shura! ¿Qué ha ocurrido? ¡Shura! –se preocupó Milo.
-¡Tranquilízate, Milo! -habló Shaka. Calmando la rabia de Milo que ya preparaba su Aguja Escarlata para atacar al Titán que se había atrevido a herir fatalmente al Caballero de Capricornio- Shura se interpuso entre el ataque del Titán y Aioria. Es por esta razón que Shura fue herido hasta llegar al borde de la muerte. Pero a pesar de la herida fatal que ha recibido, Shura sigue con vida –le comentó Shaka sin inmutarse.
-Lo cual resulta ser un insulto para Kreios de Samshir, el Dios de los Astros -habló el Titán, de cabello azul y piel morena. Sus ojos, al igual que el de todos los Titanes, eran de un rosado intenso e intimidante, y en su Dunamis se dibujaba el Samshir, una espada curva y sumamente afilada-. Desde que pusieron pie en el Laberinto de Cronos, decidí que los perdonaría por su insolencia si se arrepentían y pedían el perdón de sus pecados. Arrepiéntanse, y los dejaré vivir para ver el cambio de dominios cósmico que planeamos los Titanes. De esa forma, vivirán en paz en este nuevo mundo que ha de nacer tras nuestra conquista del Olimpo -sugirió Kreios.
-¿Quién se arrepiente? -gritó Aioria iracundo, y preparó sus puños para la batalla- ¡El que va a arrepentirse por lo que le hiciste a Shura, eres tú! ¡No me importa quien creas que eres! ¡Para mí no eres un dios! ¡Eres un demonio! -el Titán enfureció, y su Dunamis comenzó a hacer temblar todo el Laberinto de Cronos.
-¡Espera! -se escuchó la voz de Shura, quien a pesar de estar malherido, se incorporó ignorando la tremenda pérdida de sangre- De este Titán… yo me ocuparé -continuó Shura, Aioria tan solo se horrorizo por la idea-. Aioria… ya fui herido por este Titán… seguir adelante con ustedes sería retrasar nuestra tarea… sigan con su camino. Yo lo mantendré ocupado –preparó su espada Shura, lo que fue una sorpresa para el Titán.
-¡Es una locura! -gritó Aioria, y Milo compartía su preocupación- ¡Seas un Caballero Dorado o no! ¡Morirás si peleas en estas condiciones! ¡Tan malherido como estas no lograrás elevar tu cosmos lo suficiente para enfrentarte a un dios! ¡Estas al borde de la muerte! –espetó el de Leo.
-Al borde… de la muerte -habló Milo un tanto intranquilo. Más entonces colocó su mano sobre la hombrera de Aioria-. Vámonos… Shura ha prometido que se encargará de Kreios de Samshir, el Dios de los Astros… debemos confiar en él –le pidió Milo, intercambiando miradas con Shura, quien asintió, por lo que Milo eligió el darle el voto de confianza.
-Pero Milo -intentó quejarse Aioria. Más la mirada de Milo tranquilizó al León Dorado-. Entiendo… entonces, esta es la técnica suicida que tú utilizas para desencadenar el cosmos infinito -y Milo sonrió-. Más te vale sobrevivir a esto, Shura –le pidió el de Leo, comenzando a correr junto al resto de Caballeros Dorados fuera de la Morada de Kreios.
-Descuida… los alcanzaré -respondió el Caballero Dorado de Capricornio, y comenzó a elevar su cosmos a pesar de que este había sido cortado a la mitad por el Dunamis de Kreios-. Combate a mi espada, Kreios. ¡Acepta mi desafío! –se repuso el de Capricornio, alimentando su cuerpo con su cosmos para poder forzarse a sí mismo a sobreponerse de sus heridas.
-¿Desafío? -preguntó Kreios- Los humanos no dejan de sorprenderme. ¿Cómo se atreven a desafiar a un dios? -mencionó el Titán, divertido-. Aunque… secretamente deseaba enfrentarte, Caballero de Capricornio –le apuntó Kreios con su Samshir, mientras Shura continuaba modulando su respiración a medida que usaba su cosmos para cerrar su herida, y así poder hacerle frente al Titán-. Mientras tú y tus amigos vagaban dentro de la Danza de las Memorias de Mnemosyne, me llamó bastante la atención el que tus memorias estuvieran esparcidas en distintas encarnaciones del Caballero de Capricornio. ¿Quién es que eres realmente, Caballero de Capricornio? –le preguntó Kreios curioso.
-El Caballero Dorado más leal de todos, Kreios… -le sonrió Shura, por fin logrando respirar con normalidad-. Soy aquel Caballero Dorado que, durante la Guerra Olvidada, desencadenó los secretos de la reencarnación –le explicó Shura-. Aunque debo admitir, que hasta ahora no tenía tanto conocimiento de a qué grado había reencarnado. Poseía un conocimiento limitado de mis vidas pasadas, y el alcance de su leyenda. Gracias al pequeño truco de Mnemosyne sin embargo, no solo sé que mi alma es más antigua inclusive de lo que yo mismo había considerado. Sino que sé que al menos dos Caballeros de Capricornio antes de mí, han desafiado a los dioses, los han enfrentado, y los han derrotado –recordó Shura a El Cid, el Caballero de Capricornio que enfrentó a los Dioses del Sueño, y al poderoso Caballero de Capricornio de barba esmeralda, que se enfrentó a quien Shura pensaba un Dios del Sol, no tan grande como Helios o Apolo, pero un dios, a fin de cuentas-. Con el conocimiento de mis vidas pasadas desafiando a los dioses, sería una deshonra no poder yo hacer lo mismo. Es por eso que he decidido, el ser el primer Caballero Dorado de la actual Orden Dorada, en asesinar a un dios. Ese es un título que ni siquiera esos tres que se atrevieron a utilizar la Exclamación de Athena, podrán ostentar –le apuntó Shura con orgullo.
-¿Asesinar a un dios? –preguntó Kreios en incredulidad- Tu frágil mente no te permite ver más que solo la expiración de la vida humana, Shura de Capricornio. Aunque los dioses pudieran morir, no morirían de la misma forma en que mueren los mortales, los dioses somos eternos después de todo –le explicó Kreios, elevando su Dunamis, que intimidó inclusive al Caballero de Capricornio-. Me parece, sin embargo, que lo que acabas de enunciar es una blasfemia, y yo castigo a la blasfemia cuan Dios de la Muerte a sus víctimas. Así que, aunque siento algo de admiración por el supuesto Caballero de la Reencarnación, he de exterminarte de una forma tan fulminante, que terminaré con el ciclo de reencarnaciones infinitas de tu leyenda, Caballero de Capricornio. Permíteme acabar entonces con tu miserable existencia –se lanzó Kreios con una velocidad impresionante en dirección a Shura, quien apenas y pudo reaccionar y evitar el ser asesinado de un solo movimiento. El Titán frente a Shura, se presumía violento y mortal.
El Santuario. Casa de Géminis.
-Maestro Saga –un Caballero de Plata llegó en esos momentos a la Casa de Géminis, donde el Caballero Dorado hasta esos momentos había mantenido su mirada posada en dirección del Laberinto de Cronos. No hace mucho, Saga había mantenido una conversación telepática con Shaka, en la que ambos intercambiaron los conocimientos de sus respectivas situaciones, pero esta conversación ya había terminado, por lo que la distracción de Saga en esos momentos, era incomprensible para el recién llegado-. ¿Sigue pensando en ese traidor de Escorpio? Él ni siquiera es digno de su Armadura Dorada, además de que traicionó a Athena al utilizar la técnica prohibida –le espetó el Caballero de Plata, comentarios que molestaron a Saga.
-¿Qué quieres, Tremy? –agregó Saga con fastidio. Tremy, el Caballero de Plata de Sagita, se mostró ofendido ante el frio recibimiento- Los Titanes ya han salido de Tauro y no tardan en enfrentar a las fuerzas entre las sendas. Si no quieres nada, entonces ve a tu puesto –insistió Saga con frialdad.
-Es lo que he intentado decirle. Los Titanes enfrentan en estos momentos a los de Bronce en la media de la senda –apuntó Tremy, Saga prestó atención entonces, había estado tan distraído que su cosmos no le permitió siquiera verlo, pero ahora que se concentraba, logró comprender lo que ocurría-. Ni uno solo de los invasores cayó en Tauro o fue retrasado, son 5 de ellos, sus fuerzas no fueron mermadas en absoluto. Klaus de la Popa es un médico, no durará mucho, le apoya Geist de Serpens y la Saintia Katya de Corona Borealis, pero son demasiados para ellos. ¿Qué hacemos? ¿Movilizamos a los Caballeros de Plata? –prosiguió con sus preguntas Tremy. Saga pensó al respecto, miró al Laberinto de Cronos, pensó en un Caballero Dorado en específico, un caballero sanguinario que a los 7 años enfrentó él solo a los horrores de la Isla de Milo y sobrevivió, un simple niño, contra manipuladores del cosmos entrenados, la situación le parecía a Saga bastante peculiar, ya que los Caballeros de Bronce y Plata le recordaban a ese simple niño, que se abalanzó en contra de los manipuladores del cosmos y salió triunfante- ¡Deje de pensar en ese traidor! ¡Yo soy a quien debería dirigir sus enseñanzas! ¡El más poderoso entre los Géminis! ¡Tremy de Sagita! –se apuntó a sí mismo Tremy, y Saga le dirigió la mirada con molestia, lo que preocupó a Tremy, quien se retrajo, y reverenció.
-Mi mayor orgullo… fue el que aquel niño de la Isla de Milo, se convirtiera en un Caballero Dorado, en mi compañero de armas, en mi amigo… -le espetó Saga con frialdad-. De quien hablas de esa forma tan despectiva, es mi más preciado discípulo. Un joven que ha honrado sus votos de caballería hasta sus últimas consecuencias. ¿Quieres honrarme, Tremy de Sagita? ¿Quieres ser merecedor de mi Armadura Dorada? Entonces atiende hasta las últimas consecuencias a tu deber y pregúntate, cómo es que tres Bronces, están consumiendo el tiempo de los dioses –apuntó Saga, antes de darse la vuelta, y regresar a su templo, dejando a Tremy confundido, y furioso.
-¡Garra de Trueno de la Bestia del Tártaros! –en medio de la Senda entre Tauro y Géminis, una Caballero de Bronce de ropaje violeta intenso, llevando una máscara de plata, lo que la diferenciaba de las Saintias, de alguna forma inexplicable se las había arreglado para parar con sus propias uñas la espada de Iapeto, quien ya se estaba fastidiando.
-¿Qué está ocurriendo? Esta mujer, no puede siquiera compararse a mi poder, pero de alguna forma ha logrado detener mi espada –se sorprendió Iapeto, blandiendo su espada, misma que la mujer logró ver, intentó evadir, pero de todas formas fue cortada profundamente en la hombrera de su Armadura de Bronce.
-¡Superiora Geist! –llamó otra mujer, una Saintia, evidente por su falta de máscara, revestida en una Armadura de Bronce gris muy bien pulida, y con adornos de cristales. El motivo de su Armadura de Bronce de la Corona Boreal era precisamente el de solidificar cristales, mismos que en esos momentos utilizaba para construir barreras que detuvieran a una ya furiosa Themis, quien avanzaba mientras miraba el reloj, pulverizando a los cristales bajo sus puños- ¡Lágrimas de Joya! –al alzar su mano, la rubia platinada materializó una lluvia de hielo, que cayó alrededor de Themis e intentó sepultarla dentro de un bloque de cristal, mismo que la fornida mujer pulverizó sin esfuerzo alguno.
-¿Por qué pierden el tiempo con humanos insignificantes? –preguntaba Nicole, intentando avanzar mientras Iapeto y Themis lidiaban con las molestias, solo para encontrar a un hombre revestido en una Armadura de Plata haciéndole frente- Solo son unos peones insignificantes de los dioses. Háganse a un lado, es el Dios del Tiempo quien te lo ordena –le apuntó Nicole.
-¿El Dios del Tiempo? –preguntó el hombre de cabellera negra y larga, y quien mantenía los ojos cerrados en todo momento, aunque al parecer podía ver perfectamente a quien se encontraba frente a él- Ya lo entiendo, el Maestro Saga me había comentado que sentía el cosmos de Nicole entre los Titanes, pero lo que él sentía, era a la Armadura del Altar. Entonces tú… -comenzó a elevar su cosmos el hombre.
-El hombre al que llamaban Nicole, no existe más… -comenzó Mnemosyne, colocando su mano frente a Nicole para no permitirle enfrentar al Caballero de Bronce-. Todas sus memorias han sido destruidas, su cuerpo estará vivo, pero ese hombre ya no existe. Es lo mismo que estar en un estado vegetativo, solo que, al carecer de una mente, el cuerpo estaba disponible. Pero eso es algo que ya sabes, ¿no es así, Klaus de la Popa? –preguntó Mnemosyne, mientras el de Bronce alzaba el brazo, y bajaba el mismo intentando ejecutar a Mnemosyne con una proyección de cosmos de torbellino de agua- Theia… -pidió Mnemosyne con tranquilidad.
-Enseguida… -respondió la última de los Titanes, que se había mantenido al margen en todo momento, reuniendo una fuerza de cosmos en su mano derecha, que centellaba con un brillo intenso en tonalidades azules, extendió la mano, de esta se desprendieron hileras de luz que disiparon los torbellinos de agua, y atravesaron a Klaus en varias secciones, horrorizando tanto a Katya como a Geist, quienes observaron a Klaus caer en sus rodillas y comenzar a desangrarse-. ¿Es suficiente? –preguntó Theia.
-No morirá con esas heridas –le respondió Mnemosyne, cuando sintió a Nicole hacerla a un lado a la fuerza-. Su excelencia… realmente esto no es… -intentó decir Mnemosyne, cuando notó el odio en la mirada de Nicole, sus ojos brillando rosados e intensos- Comprendo… -respondió Mnemosyne, haciéndose a un lado, y permitiendo a Nicole tomar a Klaus del cuello, y elevarlo del suelo mientras se desangraba. Observando aquello, Geist y Katya se alzaron para intentar salvar a Klaus, pero Mnemosyne se adelantó-. Theia… -ordenó Mnemosyne.
-¡Fotismó… Asterion! –enunció Theia en heleno antiguo, significando la Iluminación de las Estrellas, alzó sus manos, y de estas se desprendieron los destellos de luces, que perforaron las armaduras tanto de Geist como de Katya, derribando a ambas, aunque la Saintia, ensangrentada por las perforaciones en su cuerpo, se mantuvo en su rodilla intentando ponerse de pie para continuar con el combate.
-La Saintia siente algo por su maestro… sé más determinante –susurró Mnemosyne a Theia, quien asintió, se dio la vuelta, y comenzó a rodear su mano con su Dunamis-. Hay posibilidad de… -intentó decir Mnemosyne.
-No hay alternativa… -le respondió Theia, rodeando a Katya con su Dunamis-. ¡Dunamis… Ascensión! –el Dunamis vertido por Theia en el cuerpo de Katya comenzó a elevarse, la Saintia sintió todo su cuerpo estirarse, y ser lanzado rumbo a las estrellas en la forma de un cometa de Dunamis. Los Caballeros de Plata lo observaron desde más arriba, y Saga, horrorizado, se mordió los labios recordando a cierta Titánide con una técnica muy similar, solo que la técnica de Metis no estallaba en pleno ascenso, y dejaba caer el cuerpo malherido de su víctima de regreso a la tierra. Saga tan solo desvió la mirada, se viró, y regresó a su templo, lo que en turno enfureció a Tremy, quien ya se estaba cansando de la actitud distante de su maestro.
De regreso en donde Katya cayó, Theia la miró fijamente. Mnemosyne tan solo suspiró, aliviada, lo que le dijo a Theia lo que quería saber. La calma en el rostro de Mnemosyne sin embargo, se perdió cuando escuchó el sonido de huesos rompiéndose, y tanto Mnemosyne como Theia vieron caer el cuerpo sin vida de Klaus, cuando Nicole le aplastó la cabeza con sus propias manos.
-¿Por qué dudan? –preguntó Nicole con ira, los 4 Titanes restantes, ya reunidos, se arrodillaron ante Nicole- Son solo humanos. Si interfieren más de la cuenta, solo mátenlos y sigan adelante. No permitiré que mi propia fuerza nos lleve de regreso al Tártaros. ¿¡Acaso no hemos sufrido ya suficiente!? ¿¡Qué son unos humanos ante nuestro sufrimiento milenario!? ¡Solo un suspiro en la vida misma! –les recriminó Nicole.
-¡Mataron a Klaus! –escucharon los Titanes, en específico Mnemosyne, quien se puso de pie intentando decir algo, cuando la mirada endemoniada de Nicole la detuvo-. ¡Malditos! ¡Pagarán por esto! ¡Rompimiento Psyonico! –enunció uno de los Caballeros de Plata que rompió la formación, dejando atrás a sus compañeros por el coraje de ver a uno de los suyos asesinados. Nicole por su parte, se mostró muy poco impresionado por el Caballero de Plata que había saltado alto, y que en esos momentos con los ojos en blanco, parecía atacar al grupo con ondas doradas que se desprendían de su mente, ondas doradas que Nicole repelió con su cosmos, antes de lanzar una ráfaga de cosmos de su dedo, misma que perforó la frente del Caballero de Plata, y salió por detrás de su nuca con una combinación de sangre y restos de su cerebro, dejando caer al Caballero de Plata, que más valiente que fuerte, se desplomó con sus ojos ahora eternamente blancos.
-¡Spartan! –gritó otro de los Caballeros de Plata, alto, fornido, de tez morena, y con una Armadura de Plata bastante llamativa de colores rojos y con varios ojos amarillos adornándole casco, hombreras y pecho. El Caballero de Plata llegó ante Spartan, lo viró, y notó el agujero en su cráneo- Malnacido… Spartan de Antilia era valiente y decidido, una de las promesas entre los caballeros protegidos por la constelación de Géminis, y tú lo mataste tan descorazonada mente –le apuntó el gigante, en la senda también quedaba una Saintia más además de Tremy, quien tan solo dirigió su mirada al Templo de Géminis, preguntándose si acaso su maestro no haría nada- Mito… quédate cerca de mí y no bajes la guardia o terminaremos como Spartan. Tremy, protege al Maestro Saga –le pedía el hombre, pero Tremy no reaccionaba, y solo miraba con ira escaleras arriba- ¿Tremy? ¿Estás con nosotros? –le preguntó nuevamente el caballero.
-¡Docrates te ha hecho una pregunta, Tremy! –se quejó la Saintia, rubia, aparente joven, de la misma edad de Geist y de Katya, quienes hacían un esfuerzo por ponerse de pie, aunque la única que lo consiguió fue Geist, ya que Katya había quedado en muy mal estado.
-¡El Maestro Docrates te ha hecho una pregunta Tremy! –gritó Geist tras ponerse de pie, lo que fue una sorpresa para Mnemosyne, quien notó que las cosas se estaban saliendo de control- Maestro… aún puedo pelear… que Serpens y la Hidra Mayor unan sus fuerzas –prosiguió Geist, elevando su cosmos, formando a una Serpiente con las fauces de relámpagos en su cosmos, imagen que no fue para nada del agrado de Nicole.
-¡Tu atención aquí, Titán! ¡Puño Furioso de Heracles! –golpeó ambas manos a puño cerrado Docrates, se impulsó hacia atrás, y catapultó su cuerpo, lanzando una fuerza blanquecina de cosmos que Nicole recibió sin siquiera moverse, lo que forzó al de la Hidra Mayor a sudar frio.
-¡Garra de Trueno de la Bestia del Tártaros! –se lanzó Geist, los Titanes restantes sintieron el cosmos de la Caballero de Bronce, por lo que Iapeto se interpuso, y cortó con su espada, partiéndole la mitad de la máscara a Geist con su movimiento, y lanzándola escaleras abajo, donde quedó tendida, e inconsciente.
-¡Geist! –llamó Docrates preocupado, pero en su distracción, fue atravesado en su pecho por Nicole, cuyo puño pasó por dentro de su cuerpo, y salió por su espalda, movimiento que manchó el rostro de la Saintia, Mito, con la sangre de Docrates, y que forzó a su mente a colapsar al escuchar con fuerza un palpitar, mientras Nicole dejaba caer un objeto carnoso al suelo, y el palpitar cedía, igual que la mente de la Saintia.
-Entonces… Saintia… ¿de qué Constelación dices que eres? –preguntó Nicole, mientras pateaba el cuerpo de Docrates fuera de su brazo que había quedado recubierto en su sangre, y se acercaba a la asustada Saintia, quien no podía reaccionar ante lo que acababa de ver- Veamos en tu galaxia –acercó su mano Nicole, que brilló con una fuerza de cosmos plateado, mientras el poseído por el Titán primordial, metía su mano dentro del vientre de la chica, que estaba paralizada por el miedo-. Veo una constelación débil. ¿Cuál podría ser? Ah… la Grulla… dime entonces, Grulla… ¿te enfrentarás al Dios del Tiempo? –preguntó Cronos, mientras la aterrada Saintia se viraba para verlo con miedo- Eres quien representa a Terpsícore, la Musa de la Danza. ¿No es así? ¿Quieres morir sin poder transmitir tu arte? ¿Has siquiera conocido a Athena? ¿No se supone que las Saintias estén a su lado, enseñándole? Pero hete aquí… haciéndome perder el tiempo, y el tiempo para mí es lo más importante. ¿Vas a enfrentarme, Saintia? Habla ahora, con mucho cuidado… -susurró Nicole.
-No… -respondió la mujer, y Nicole, sonriente, se limitó a golpearle el vientre, dejándola inconsciente, y lanzándola a un lado, dejando a la Saintia tendida, con sus ojos ahogados en lágrimas, tal vez de miedo, tal vez de decepción, no podía saberse en ese momento. Nicole entonces se viró a ver a sus seguidores.
-Así es como los mortales aprenden… -sentenció Nicole, mientras los suyos se arrodillaban frente a él-. Con miedo… ¿quieren evitar las muertes de los mortales? Destruyan a unos cuantos, la voluntad del resto se doblegará… ¿no es así, Sagita? –preguntó Nicole, mientras el furioso de Tremy, en respuesta, rodeaba su puño con su cosmos-
-¡Estás subestimándome, Titán! ¡Flechas Fantasmas! –atacó el discípulo de Saga de Géminis. Incalculables flechas atacaron a los Titanes, pero los invasores hicieron caso omiso, con excepción de Iapeto, que vio a través de la ilusión de las flechas de Tremy, y con su espada partió una flecha dorada a la mitad antes de que esta impactara a Nicole.
-Esa última flecha no era una flecha común y corriente, mi señor -aclaró Iapeto, y Tremy de Sagita se sorprendió al ver su flecha interceptada por Iapeto-. ¡Esa flecha tenía la energía contenida en el Reloj de Cronos! ¿Cómo has podido conjurar semejante artimaña? –se quejó el Titán, incluso Nicole se sintió enfurecido por la ofensa.
-¡Mi maestro es Saga de Géminis! ¡El Caballero Dorado más poderoso en todo el Santuario! –gritó Tremy de Sagita con todas sus fuerzas, esperanzado de que, dentro de la Casa de Géminis, su maestro quien en esos momentos cerraba sus manos en puños, escuchara con claridad sus palabras- ¡Y aunque mi maestro se niegue a verlo! ¡Yo soy su discípulo más digno! ¡Me entrené dentro de la Torre del Reloj de Cronos para absorber las energías de Cronos en mis ataques! ¡Creando flechas capaces de matar a los dioses! -el escuchar aquello, logró hacer a Iapeto enfurecer- ¡Y con estas flechas he de demostrarle a mi maestro que soy más digno que Milo de Escorpio de recibir sus enseñanzas! ¡Flechas Fantasma! –lanzó nuevamente sus flechas Tremy, mismas que Iapeto destrozó con un movimiento de su espada, cancelando en ese momento el ataque de Tremy y preparando el propio. De dentro del templo de Géminis, Saga por fin tuvo suficiente, movió su mano envuelta en cosmos, Tremy lo sintió, sonrió ante la determinación de su maestro, pero no tardó en sentir el agresivo Dunamis de Iapeto dirigirse en su dirección.
-¿Flechas capaces de matar a los dioses? ¿Acaso crees que somos una burla? Los Titanes respetamos a los humanos, pero incluso nosotros podemos sentir ira. Ningún humano debería jamás utilizar el poder de los dioses en contra de ellos mismos -Iapeto atacó, la luz dorada del movimiento de Saga intentó interceder, pero el movimiento de la espada de Iapeto fue más rápido-. ¡Nadie puede matar a los dioses! ¡Solo los dioses son capaces de definir quien vive o quien muere! ¡Y mi resolución dicta que morirás por tu insolencia! –bajó su espada Iapeto, y el cuerpo de Tremy recibió el ataque.
-¡La Otra Dimensión! –resonó la voz de Saga desde la Casa de Géminis, Tremy comenzó a desvanecerse, más la espada de Iapeto distorsionó las dimensiones, incluida la dimensión en la que Saga ejercía sus dominios. Y al final, las galaxias se dividieron en el cuerpo del Caballero de Plata de Sagita, y Tremy se perdió en el vacío dimensional. Su cosmos ya no existía. La Casa de Géminis entonces se iluminó con un cosmos agresivo que casi rondaba en lo maligno, y Iapeto y los Titanes continuaron con su caminar en dirección a la Casa de Géminis, notando para sorpresa del grupo, que las interrupciones habían terminado por consumir la flama de la Casa de Géminis en su totalidad.
Casa de Géminis.
-Recuerdo este cosmos –habló Nicole, sonriente, y siendo el primero en entrar dentro de la Casa de Géminis, donde un Saga con los ojos llorosos, y el corazón en pena, miraba a los recién llegados a su templo-. Eres él quien tiene dos almas. El maldito por Demeter. Una cara es justicia, la otra cara es maldad pura. Intenté tentarte una vez a hacer mi voluntad, pero me rechazaste. Oh, las cosas que podrían haber sido, si tan solo hubieras respondido a mi llamado, tú quien naciste bajo una Estrella Maldita –le apuntó Nicole sonriente.
-Esta sensación… me es tan familiar… -comenzó Saga, recuperando la compostura, y mirando a Nicole con desprecio-. No es la primera vez que nos vemos, y no estoy hablando de Nicole, estoy hablando de ti quien se apoderó de su cuerpo, y cuyo cosmos rechacé hace 10 años… tú eres Cronos, ¿no es así? Milo estaba equivocado, no te encontrabas dentro del Laberinto de Cronos –enfureció Saga, descubriendo la verdad.
-¿Milo? Ah, ese debe ser el discípulo por el que ese tal Tremy sentía tanta envidia –sonrió Nicole, molestando a Saga aún más-. Pero dejémonos de tonterías, el tiempo apremia, y todos los inútiles entre las Sendas nos han costado una hora de retraso. Alguien con la extensión de tu cosmos, pienso que puede serme de mucha utilidad. Entrégame el Megas Drepanon, y cuando la guerra contra los Dioses Olímpicos termine, te dejaré gobernar en mi nombre como, digamos, mi Patriarca. Harás mi voluntad en la Tierra, y lo gobernarás todo en mi nombre. ¿No suena eso como una oferta de lo más tentadora? –le sonrió Nicole.
-Si más no recuerdo, me ofreciste ese trono hace 10 años –le respondió Saga, manteniéndose firme ante los invasores a su casa-. Me ordenaste matar a Shion quien en ese entonces era el Patriarca, me ordenaste tomar su lugar, y con una daga sagrada terminar con la vida de Athena en tu nombre –recordó el de Géminis-. Intentaste explotar mi debilidad, intentaste inclinar la balanza del bien y el mal que reside en mí ser gracias a Deméter que creó mi armadura. De haberme derrotado aquella vez, probablemente yo vestiría la túnica del Patriarca. Pero no fui tentado, no fui corrompido, y te aseguro, Cronos. ¡Que siempre seré el Caballero Dorado más poderoso al servicio de Athena! ¡Y si no es así, mi discípulo será quien te reviente esa sonrisa del rostro! ¡La Otra Dimensión! -enunció Saga, las dimensiones comenzaron a distorsionarse, pero Iapeto se interpuso en el camino con su propio dominio dimensional.
-Ya hemos desperdiciado demasiado tiempo -habló Iapeto, su Dunamis combatiendo a la fuerza del cosmos de Saga y manteniéndola en su sitio-. Crucen esta casa sin mí. Personalmente me encargaré de este blasfemo -más al momento de alzar su espada para romper el ataque de Saga, el de Géminis aprovechó la apertura para levantar una barrera de cosmos alrededor del templo, una barrera dimensional muy similar a la que levantó 4 años en el pasado cuando Metis invadió su casa.
-¡En esta era en que me ha tocado vivir! ¡En esta tierra que comparto con mis camaradas Caballeros Dorados! ¡En la dimensión en que he resistido tu influencia maligna! ¡Me niego a que se acerquen a mi diosa! -Saga de Géminis desapareció, pero en un parpadeo reapareció detrás de los Titanes, y lanzó su ataque- ¡Satán Imperial! -gritó el Caballero Dorado, y su puño atravesó la frente de Mnemosyne, la Titánide de las coletas rosadas terminó atrapada en el ataque de Saga, mientras su mente divagó por sus memorias- ¡Laberinto de Géminis! -continuó con sus ataques Saga, las paredes dimensionales dentro de su casa se abrieron en forma de laberinto, y empujaron a Theia dentro de los confines del Laberinto de Géminis.
-¿Cómo es posible que un simple humano posea tanto poder? Aunque esto no solo ha ocurrido con el Caballero de Géminis, en las sendas algo extraño fortalecía los cosmos de a quienes enfrentábamos –se quejó Iapeto, quien por vez primera sintió el temor a un humano, por lo que miró a su esposa quien al parecer sentía un temor igual al suyo-. ¡Themis! ¡No te separes de mí! –pidió Iapeto.
-Entonces ella es Themis, la Diosa del Orden Divino… tu esposa según las escrituras en el Templo del Patriarca -Iapeto se mordió los labios mientras intentaba encontrar a Saga en medio de las dimensiones, pero por más que elevaba su Dunamis, no lo conseguía-. Entonces, Iapeto, te haré sentir el horror de perder a un ser querido entre las dimensiones. ¡La Otra Dimensión! -entre Iapeto y Themis se levantó una barrera dimensional, y la Titánide del Orden Divino fue envuelta en las redes de las dimensiones y desapareció.
-¡Te estas volviendo una verdadera molestia, humano! ¡Pero aún estás muy lejos del Dunamis de los dioses! ¡Khora Temmen! -gritó el Titán en heleno, que significaba Corte del Espacio. Su espada creció y rasgó la dimensión, y le mostró a Saga las estrellas, interrumpiendo su ataque- Al parecer tu ataque fue más benéfico que traicionero, humano. Al interrumpir tu ataque dimensional, mi querida Themis ha aterrizado en la Séptima Casa. Ahora está más cerca del Megas Depranon que cualquiera -sonrió Iapeto, mientras Saga desaparecía, y en lo que dura un parpadeo apareció detrás de él.
-No llegarán a cumplir su objetivo -habló Saga con seguridad, atrapando a Iapeto por la espalda, elevando su cosmos mientras en su mano libre mantenía un planetoide listo para atacar a Iapeto con su técnica más poderosa-. Te destrozaré el cuerpo, supuesto Dios de las Dimensiones. ¡Explosión de Galaxias! –intentó impactar su planetoide Saga contra el cuerpo de Iapeto, cuando su Dunamis se extendió, deteniendo la mano de Saga de seguir bajando, y manteniendo el planetoide lejos de su cuerpo, separado por la barrera de Dunamis, Iapeto entonces forzó a su Dunamis a estallar, y se quitó a Saga de encima, pero Saga lanzó el planetoide, que esta vez no estaba apuntando a Iapeto, pero que llegó ante Nicole, quien recibió el ataque, que dejó su cuerpo malherido y estampado contra una de las columnas del templo-. ¡Serás el Dios del Tiempo, pero ese cuerpo es mortal! ¡Lo lamento por Nicole, pero los Caballeros de Athena están dispuestos a arriesgar sus vidas por nuestra diosa! Eso es algo que el tonto de Tremy no comprendía. Hubiera sido una falta de respeto intervenir por salvar la vida de a quienes ustedes asesinaron. ¡Es por ellos que llevan una hora de retraso! ¡El sacrificio de los Caballeros de Athena jamás será en vano! –le apuntó Saga furioso, mientras Nicole se reponía, con un hilo de sangre cayéndole de los labios.
-¡Su excelencia! –comenzó Iapeto preocupado, y entonces se viró a observar a Saga furioso- Admiro tu valor, humano, por más blasfemo que me parezcas… -comenzó Iapeto, elevando su Dunamis y dibujando la espada Xiphos en el mismo-. Pero has desatado la ira de los dioses, y pese a que soy un dios benévolo, he decidido quitarte el derecho a mi piedad -el Dunamis de Iapeto rodeó a Saga, y su propia armadura comenzó a presionarle todo su cuerpo-. ¡Tienes mi respeto, Saga de Géminis! ¡Has logrado, aunque sea momentáneamente, inmovilizar a 4 Titanes con tus trucos! ¡Pero al hacerlo también nos has insultado! ¡Somos dioses! ¡Y tu castigo no solo será la muerte, sino que será sufrimiento eterno y penurias inimaginables! ¡Te has ganado mi puesto en el Tártaros! –le apuntó con su espada Iapeto, pero antes de enfrascarse en el combate, dirigió su mirada a Mnemosyne, quien se sacudía la cabeza por el ataque anterior de Saga- ¿Te encuentras bien? –preguntó Iapeto.
-El Satán Imperial es peligroso, incluso para los dioses –le respondió Mnemosyne-. Me ha hecho ver cosas… horribles… el Caballero de Géminis posee un poder tremendo, para ser un mortal… sin duda el hermano Cronos había decidido bien en intentar reclutarlo -aseguró la Titánide.
-Sigue siendo solo un mortal que ha atacado a tu punto débil. Se ha metido con tu dominio–dedujo Iapeto, concentrando su Dunamis y rodeando a Mnemosyne con el mismo-. Espera… su influencia permanece en ti. ¿Acaso el golpe que te ha dado ha sido mortal? –se impresionó Iapeto, virando su vista solo un poco para esperar la respuesta de Mnemosyne, Saga intentó atacar en la distracción, pero Iapeto alzó su mano, y mantuvo a Saga rodeado por su Dunamis en aquel sitio, comenzando a aplastarlo con la fuerza de su Dunamis mientras el de Géminis se defendía intentando acrecentar su cosmos.
-Ha corrompido mi mente y me obliga a pensar en muerte… no es nada que te deba preocupar… su puño simplemente me convierte en una tirana buscando la muerte de alguien querido para poder liberarme de su maleficio. Intenta obligarme a pelear contra mis hermanos -Saga se impresionó de escuchar a Mnemosyne dando esta explicación, su plan en efecto era utilizar el Satán Imperial para poner a los Titanes a enfrentarse unos a otros, pero por alguna razón, su ataque no parecía tener el efecto esperado-. Soy la Diosa de la Memoria, nada es un secreto mientras esté en la memoria. Mataré a un ser querido para librarme de tu maldición, al apoderarme de la memoria de otro y adoptarla como mía. Mataré a Mephisto de Cáncer, ya que he tomado la memoria de su amada -Saga se sorprendió al saber que su ataque había sido corrompido de esa manera, forcejeó para liberarse, pero Iapeto acrecentó la presión en su Dunamis, forzando a Saga a toser algo de sangre-. Iapeto… el cuerpo mortal en el cual nuestro hermano Cronos reside, está muy malherido en estos momentos, y le tomará algo de tiempo recuperarse –miró Mnemosyne a Nicole, quien estaba furioso, e intentaba incorporarse, pero volvía a dejarse caer casi al instante-. Es la primera vez que Cronos siente dolor, aunque no sea su dolor, sino el dolor de Nicole. Cuando logres liberar a Theia del Laberinto de Géminis, ella podrá sanar las heridas de su cuerpo mortal. Hasta entonces, tómese el tiempo que necesite para recuperarse, mi querido hermano Cronos, yo me adelantaré y mataré a mi querido Mephisto para abrirles el camino y recuperar el tiempo perdido –les aseguró la Titánide.
-Anda y ve, Mnemosyne –le sonrió Nicole con debilidad, antes de retorcerse del dolor-. El dolor humano… aunque una sensación que jamás había sentido antes, me es insignificante. Pronto podré manejarlo sin problema –le aseguró-. Ve y ábrenos el paso –volvió a sonreírle el Titán.
-Ten cuidado, Mnemosyne –prosiguió Iapeto, y la Titánide de apariencia joven, comenzó a saltar como una bailarina a las afueras de la Casa de Géminis, aunque Saga estaba inexplicablemente tranquilo pese a todo, al menos hasta ser testigo de la sonrisa de Iapeto-. Permíteme abrirte el paso, hermana. No puedo liberar a Theia del Laberinto de Géminis hasta apagar el cosmos de este blasfemo, pero puedo levantar un paso dimensional con mi poder. ¡Khora Temmen! –lanzó un corte Iapeto, abriendo un portal frente a la Titánide que Saga no se esperaba, Mnemosyne saltó dentro del colapso dimensional producido por el ataque de Iapeto, y fuera de la Casa de Géminis-. Soy el Dios de las Dimensiones, sabía que tu laberinto forzaría a quien se adelantara a recorrer interminablemente tu casa sin encontrar una salida. Pero ahora que he asegurado que Mnemosyne seguirá adelante, Saga… volvamos a nuestro combate. Y permíteme decirte que, aunque tu poder sea impresionante, no es nada comparado con el poder de un Titán… te demostraré la fuerza de mi Dunamis -blandió su espada Iapeto, y con esta atacó a Saga, cortando las dimensiones a su alrededor, y lanzando a Saga dentro del dominio de las mismas.
Laberinto de Cronos. Morada de Themis.
-¡Maestro Saga! -dentro del Laberinto de Cronos, Aldebarán, Aioria, Shaka y Milo, escapaban exitosamente de otra de las Moradas vacías, la cual estaba adornada con balanzas, haciendo alusión a la divinidad Themis, Diosa del Orden Divino, cuando Milo se detuvo al sentir el cosmos de Saga estremecerse, lo que llenó a Milo de intranquilidad-. Ya vamos casi a la mitad del camino, y hemos tenido muy pocos contratiempos. Esto incluso comienza a parecer demasiado sencillo. ¿Qué pasa si nos hemos equivocado, y el verdadero peligro reside en el Santuario? –agregó Milo con preocupación más que evidente en sus palabras.
-Te equivocas, Milo… puedo sentir un poder aplastante que proviene de la Séptima Morada de los Titanes -respondió a sus dudas Shaka, el grupo intercambió miradas, y siguió a Shaka en dirección a la Sexta Morada de los Titanes-. Además, no es solo el cosmos el que me dice que los Titanes más poderosos se quedaron atrás, sino que siempre me pareció curioso el que 6 nos atacaran y 6 defendieran el Laberinto de Cronos –prosiguió con su explicación el de Virgo-. Era como si alguien supiera que en 12 horas el Reloj de Cronos se llevaría a quienes estuvieran dentro de sus dominios de regreso al Tártaros, y mantuvieran un plan de contingencia detrás, uno que no sería afectado por el Reloj de Cronos –les comentó él.
-Ya entiendo –se impresionó Aldebarán-. Dejamos atrás la Morada de las Memorias. Esa Titánide, Mnemosyne, o como se llame, sabía de la fuerza del Reloj de Cronos, nos obligó a encenderlo, y dejó a un grupo de respaldo en caso de que el Reloj de Cronos se accionara efectivamente –continuó Aldebarán, sorprendido por el plan de los Titanes.
-Y como le toma años al Reloj de Cronos el recuperar su fuerza para poder volver a encenderse… tras el paso de 12 horas, la mejor línea de defensa del Santuario habría quedado inhabilitada –dedujo Milo, Shaka asintió a sus palabras-. Todo suena tan lógico ahora, y hemos corrido con la suerte de la terquedad. El atacar a los Titanes que se quedaron atrás, resultó ser igual de importante que defender las 12 Casas. Si todos nos hubiéramos quedado a defender nuestras casas, nada hubiera evitado al resto de Titanes el usar la transición espacio temporal para llegar ante Athena en un parpadeo –terminó Milo.
-Aunque no es Athena su objetivo realmente, sino el Megas Depranon –le comentó Shaka, lo que Milo comprendió-. Sellado dentro de la Estatua de Athena, está el Souma de Cronos, el Megas Depranon. Si los Titanes lo encuentran, le regresarán a Cronos todo su poder primigenio, y si eso ocurre, ni los Caballeros Dorados podremos hacer algo al respecto –les recordó, y el grupo continuó con los saltos entre los restos del mundo anterior al suyo, con una mayor determinación dibujada en sus rostros-. Pero nuestra atención sigue dispersándose, atentos, estamos llegando a la siguiente Morada –enunció Shaka, llegando el grupo entonces ante la Sexta Morada-. La Sexta Morada está vacía también, seguramente pertenece a Iapeto, el Dios de las Dimensiones -explicó Shaka, mientras el grupo entraba en la Morada vacía, sin que las Bestias del Tártaros les hicieran frente.
Morada de Iapeto.
-Esta Morada me da escalofríos -mencionó Aioria, mientras veía en los alrededores de la misma a criaturas extrañas, casi humanoides, representadas en los murales que adornaban las paredes como si adorasen a un dios que poseía un planeta como escudo, y una espada en su mano derecha-. ¿Qué clase de dios es ese tal Iapeto? -se preguntó Aioria.
-¡No venimos a turistear! -se molestó Milo- Si no hay un Titán aquí, seguimos adelante y eso es todo. No hay tiempo que perder -salió de la Morada de Iapeto Milo, y continuó andando por el Laberinto de Cronos de forma desesperada.
-Concuerdo con Milo –enunció Shaka-. Nuestros momentos de tranquilidad han sido breves, y a simple vista el Laberinto de Cronos parece estar desprotegido… pero algo en todo esto me resulta muy extraño. Es indudable el por qué la presencia de 6 Titanes dentro del Laberinto de Cronos, y que a cada uno de nosotros nos espera un oponente. Pero aún si sabemos el razonamiento de nuestros enemigos, ¿por qué traer esta estructura al plano mortal? Pareciera que no es solo por usar este lugar de base de operaciones, siento que un oscuro secreto se esconde dentro de este laberinto –sospechó Shaka.
-¡A mí no me importa si tengo que enfrentarme con un lacayo o con el mismo Cronos! ¡La verdad es que ya me está colmando la paciencia todo esto! -se quejó Milo, y Aioria, que corría a su lado, se mostró interesado en sus palabras- ¡Me crispa los nervios no poder hacer nada! ¡Al siguiente Titán yo lo enfrentaré! –sentenció el de Escorpio.
-Ya basta Milo, te necesitamos concentrado -le gritó Aioria, y el Caballero de Escorpio le dirigió la mirada mientras ambos saltaban de roca en roca en dirección a la Séptima Morada-. Yo también quiero recobrar mi honor de caballero, enfrentarme a un Titán, derrotarlo, y recuperar tanto a Retsu como a Lithos… pero tú ya escogiste a un oponente, Hyperión. ¿Recuerdas? -y Milo asintió a sus palabras- Entonces concéntrate. Ya que deberás combatir a un oponente que derrotó a 3 Caballeros Dorados por sí mismo. Espero que tus sentimientos por Saori sean tan fuertes como para volver a su lado después de esto –ante aquellas palabras, Milo perdió el equilibrio y estuvo por caer al vacío, para fortuna del de Escorpio, sin embargo, Aldebarán lo tomó del brazo evitando que cayera.
-¡Maldito gato tonto! ¿Cómo se atreve a cuestionarme de esa manera? ¡Regresa aquí, Aioria! ¡Te enseñaré a no meterte conmigo! -Milo aceleró sus saltos, dejando atrás tanto a Aldebarán como a Shaka, quienes tenían un mal presentimiento.
-Oye Shaka… disfruto de las discusiones de Milo y Aioria como cualquiera, pero… ¿deberían discutir en un momento como este? -preguntó Aldebarán, que ya saltaba de roca en roca siguiendo a Shaka, quien simplemente flotaba con la fuerza de su cosmos.
-Milo no ha sido capaz de concentrarse del todo. Está preocupado por Saori -agregó Shaka-. Su preocupación incluso ha escalado en gran medida ya que una Titánide ha aterrizado en la Casa de Libra, y después de esta, se encuentran las Casas de Escorpio, Sagitario, Capricornio y Acuario, todas vacías… solo Afrodita protege la Casa de Piscis, y Milo no confía en Afrodita para proteger a Saori –le explicó el de Virgo.
-Umm… han llegado muy rápido esos Titanes… comprendo la mortificación de Milo. Athena peligra –para sorpresa de Aldebarán, sin embargo, Shaka lo negó-. Un momento, ¿quieres decir que Milo está más preocupado por su Escudera que por su diosa? -le preguntó Aldebarán.
-Lo que quiero decir, Aldebarán, es que Milo confía en los Caballeros Dorados para proteger a Athena, no para proteger a Saori -explicó Shaka, y Aldebarán lo comprendió-. Para algunos caballeros, Saori no es más que una causalidad que si pierde o no la vida en batalla, es insignificante para ellos. Lo que es preocupante, Aioros debió ver esto venir cuando decidió que Saori… -meditó Shaka, y Aldebarán lo miró curioso, pero Shaka no dijo más-. No es nada –le comentó entonces Shaka, notando la curiosidad del de Tauro.
-Eso ha sido sospechoso –le comentó Aldebarán con preocupación-. Aunque sí que conozco a alguien que posee esa mentalidad sobre las causalidades insignificantes… solo espero que, a pesar de sus fallas, demuestre ser un Caballero Dorado leal a Athena -y Shaka expresó esa misma preocupación con su silencio.
Senda a la Casa de Cáncer.
-Cualquiera de ustedes sería un sacrificio aceptable para el Satán Imperial… -comenzó Mnemosyne, subiendo a toda velocidad por la Senda de Cáncer, donde comenzó a ser perseguida por unas sombras que salieron de sus escondites tras unas columnas derribadas por el camino-. Pero ninguno de ustedes… es un ser maligno… vivirán… -saltó entonces Mnemosyne, evadiendo el ataque de un Caballero de Bronce, quien transformado de un lobo de cosmos había intentado morder a la Titánide, que sabía perfectamente por donde habría de ser atacada-. Nachi del Lobo, Caballero de Bronce, discípulo directo de Mephisto de Cáncer, y la otra discípula directa es… –se viró un poco en pleno salto Mnemosyne, doblando su espalda, evadiendo una ráfaga de fuego lanzada del puño de una Saintia morena, de cabellera castaño rojiza, en una Armadura Violeta, de apariencia ruda, y mirada fiera-. Erda de Carina, su primera maestra fue Rebecca de Cassiopea, de signo Leo –terminó Mnemosyne, cayendo grácilmente entre la sorprendida Saintia y el confundido Caballero de Bronce.
-¿Cómo es que sabes eso? ¿Quién eres? –se impresionó Erda, pero momentos antes siquiera de que Mnemosyne intentara responderle, la Titánide se contorsionó evadiendo los finos hilos de otro Caballero de Bronce, de cabellera blanca, y Armadura de Bronce de color negro con adornos blancos- ¿Esquivó el ataque de Mei? –se impresionó Erda.
-Mei de Cabellera de Berenice, actual prospecto de sucesor a Caballero Dorado de Cáncer –comentó Mnemosyne, llamando también la atención del caballero que recién la había atacado, mientras Mnemosyne concentraba la propia en la mujer enmascarada a su lado-. Yulij de Sextante, fracasó en convertirse en la Saintia de la Astrología, Yulij no es su nombre real siquiera, sino el nombre de… -intentó decir Mnemosyne, cuando la chica de cabellera plateada en Armadura de Bronce de color rojo, la atacó sin previo aviso, aunque Mnemosyne, leyendo sus intenciones, alcanzó a evadir el ataque-. Eso ha sido grosero –comentó Mnemosyne.
-¿Cómo es que sabes eso? ¡Lo que es grosero es ventilar los secretos ajenos como si aquello no importara! –se lanzó la platinada en dirección a Mnemosyne, quien evadió todos los ataques físicos de la Caballero de Bronce, quien recibió el apoyo de Mei, que intentaba atraparla con unos hilos similares a cabellos que la Titánide continuaba evadiendo sin esfuerzo alguno. Nachi intentó atacarla, siendo evadido con facilidad, lo mismo intentó Erda obteniendo el mismo resultado, sin importar que fueran 4 los Caballeros de Bronce atacantes, esto no hacía diferencia alguna, ya que Mnemosyne sabía perfectamente qué acciones usarían los de Bronce con tan solo pensarlas- ¿Cómo? Por más Titánide que seas, no deberías poder esquivarnos a todos –se sobresaltó Yulij.
-Un Caballero Dorado puede moverse a la velocidad de la luz, mientras el promedio de un Caballero de Bronce es el de Mach 1 –la miró fijamente Mnemosyne, aunque antes de continuar, lanzó una patada derribando a Nachi, quien con su cuerpo derribó a Erda, y así ambos terminaron rodando escaleras abajo-. Un Titán puede superar la velocidad de la luz, podrían atacarme todos los Caballeros de Bronce al unísono, y aun así no podrían tocarme. Mucho menos si sé lo que desean hacer, una fracción de segundo después de que lo piensan –se agachó Mnemosyne, evadiendo otra ráfaga de fuego lanzada por Erda, y mientras ella y Nachi ascendían intentando ganar tiempo-. Los Caballeros de Bronce, no son una amenaza. Pero no por ello deben morir. ¡Mnémos Gale! –enunció en heleno antiguo Mnemosyne, que significaba Vendaval de Memorias, de sus manos se liberaron vientos rosados, que envolvieron los cuerpos de los 4 Caballeros de Bronce, quienes fueron derribados, y terminaron sujetándose sus cabezas, como si estas fueran invadidas por todas sus memorias en un instante-. Revivan su vida hasta este momento, recibiendo todas y cada una de sus memorias, incluso las olvidadas en lo más profundo de sus mentes. Les tomará al menos un par de horas salir de este trance, suficiente para que sus vidas sean perdonadas… -comentó la Titánide, quien miró a la cima de las escalinatas, encontrando a dos Caballeros de Plata haciéndole frente-. Ah… aunque no puedo salvar la vida de quienes no morirían bajo mi propia mano –comentó ella, observando al par de Caballeros de Plata.
-¿Viste lo que hizo? –preguntaba un Caballero de Plata, en armadura morada con un par de antenas en su diadema, mientras Mnemosyne hacía una mueca, y sudaba frio al ver sus reacciones, aunque estando más concentrada en el Caballero de Plata a su lado, quien vestía una armadura naranja muy hermosa. El Caballero de Plata de cabellera envinada entonces comenzó a sudar frio, y a retroceder.
-Si corres al Templo de Cáncer, el maestro tendrá tu alma, pero si corres cuesta abajo, aunque la Titánide no haga nada por "perdonar" tu vida, yo mismo te mato, Dio de la Mosca –le comentó el Caballero de Plata que vestía la armadura anaranjada con temática de llamas. De piel morena, cabellera blanca, y el tatuaje de un Fénix en su frente.
-Recomiendo atender a las advertencias del Caballero de Fornax, Jorge, el terror de la Isla de la Reina Muerte –comentó Mnemosyne, pero Dio, el Caballero de Plata de la Mosca, eligió escapar, por lo que Jorge apuntó con su dedo, atravesándole el cráneo por la espalda tras lanzar una ráfaga de fuego del mismo, y dándole muerte al Caballero de la Mosca que se atrevió a abandonar su puesto-. Eso ha sido horrible, otros han abandonado su puesto ya y han conservado la vida –le explicó Mnemosyne.
-Otros han al menos intentado ganar un mísero minuto –le comentó el Caballero de Fornax, con su cuerpo envuelto en llamas-. Te advierto, que no soy alguien fácil de vencer. Está en mi destino el entrenar al Caballero de Athena más poderoso de todos, al Ave Fénix –le espetó Jorge, dirigiéndose a Mnemosyne con su cosmos ardiendo.
-La Armadura de Bronce que no te aceptó, lo sé –le respondió Mnemosyne, accionando su Dunamis-. Tal parece, que de entre todos los Caballeros de Athena a los que hemos enfrentado, eres el primero que ha de recibir toda la fuerza de un Titán –elevó su cosmos Mnemosyne, lo que incomodó a Jorge, quien de todas formas elevó su cosmos, desafiante, e inmenso en comparación al de todos los otros a quienes los Titanes habían enfrentado, casi tan grande inclusive que el cosmos de un Caballero Dorado-. Si esta es la fuerza del maestro… y los discípulos siempre terminan por superarlos… estoy segura de que el Fénix brillará con fuerza en esta era… pero no serás tú ante quien libere el Satán Imperial –continuó Mnemosyne, su Dunamis cambiando, tornándose escarlata, y forzando a la Titánide a temblar.
-¿Satán Imperial? –se preguntó Jorge, notando el cambio en el Dunamis de Mnemosyne, este ya no era azul y hermoso, se tornaba violento y agresivo- ¿Qué está ocurriendo? –preguntó Jorge, mientras los ojos de Mnemosyne dejaban de ser rosas, y se coloreaban enteramente de negro, como si los ojos de la Titánide fueran una sola pupila- Acaso eres… ¿un Demonio? –preguntó Jorge sobresaltado.
-Dunamis… Daimonium… -exclamó Mnemosyne, y su Dunamis estalló, destructivo, maligno, e iluminó a todo el Santuario con una luz escarlata y relámpagos oscuros, que sembraron el caos y el miedo en todos quienes observaron aquella explosión.
Laberinto de Cronos. Morada de Phoibe.
-¿Un demonio? –se impresionó Shaka al sentir la explosión de cosmos todo el camino desde la Senda a la Casa de Cáncer, hasta el Mar Egeo y a los interiores del Laberinto de Cronos. Aldebarán, Aioria y Milo lo sintieron de igual manera, deteniendo su avanzada a escasos pasos de acceder a la Séptima Morada de los Dioses- Jamás había sentido algo tan oscuro y maligno… ¿qué ha ocurrido en el Santuario? –se preguntó Shaka, intentando contactar a alguien en las 12 Casas, pero sin llegar a lograrlo- La explosión de cosmos no me permite encontrar a nadie –aclaró Shaka, el grupo intercambió miradas, pero fue Milo quien eligió continuar avanzando.
-Ya estamos en la Séptima Morada del Laberinto de Cronos… no es momento para repensar nuestro viaje -exclamó Milo. Y al llegar al templo, se encontraron con las puertas abierta, y con una Titánide de cabello verde y aprisionado en un par de esfera de cabello. La Titánide miraba el universo con sus ojos perdidos en la infinidad del cosmos, sin prestarle atención alguna a los invasores de su recinto.
-Esta es la Morada de Phoibe, la Diosa del Intelecto -explicó Shaka. Las paredes de la Morada de Phoibe estaban cubiertas de escritos en diferentes lenguas y cálculos inimaginables-. Phoibe fue la creadora de la sabiduría, el intelecto y los conocimientos. Fue quien dotó de razón a los dioses y entregó a los humanos la pesada carga del aprendizaje –presentó Shaka.
-Entonces. ¿Si no nos ataca eso significa que sabe que podemos vencerla? -preguntó Aioria, por lo que Milo le propinó un golpe en la nuca- ¡Gack! ¡Arácnido del Tártaros! -se quejó el Caballero de Leo por la afrenta del de Escorpio.
-Phoibe peleará -agregó Shaka-. Y respondiendo a tu pregunta, Aioria. Phoibe es la personificación del intelecto y del conocimiento. No es ninguna adivina -aclaró el de Virgo-. Su poder se basa en los cálculos exactos y la percepción de las reglas de la física y sus normas existenciales. Es por esto, que ninguno de ustedes está capacitado para enfrentarla -los 3 Caballeros Dorados se sintieron insultados, más antes de cuestionar las razones del budista, todos callaron. Después de todo, Shaka era conocido como el más cercano a los dioses, e incluso entre los Caballeros Dorados se decía que él era de los más poderosos, estando al nivel de Saga-. Aldebarán es ofensivo, no dudará en probar su fuerza, lo que lo llevará a su derrota. Aioria es intuitivo, y la intuición no sirve de nada contra quien ya ha analizado tus patrones y definido tus limitantes. Milo es metódico, pero impulsivo. Probablemente Milo pueda hacerle frente a esta Titánide, pero a costa de su propia vida. Además, como Aioria lo ha hecho saber, Milo ya eligió a su oponente –le recordó Shaka.
-No tienes que ser tan sincero, Shaka -se quejó Milo-. Pero si así lo has decidido, no tenemos por qué dudar del Caballero Dorado más cercano a los dioses. Nos vamos entonces -Milo y Aldebarán corrieron fuera del templo, sin que Phoibe hiciera caso de ambos-. ¡Aioria! ¿Vienes o no? -gritó Milo, y Aioria miró a Shaka por última vez.
-No mueras Shaka -fueron las últimas palabras de Aioria antes de pasar a un lado de Phoibe. Y al salir de la Morada del Intelecto, los ojos de Phoibe regresaron a la normalidad, y la Titánide observó a Shaka con una sonrisa malévola dibujada en su rostro.
-Phoibe del Intelecto. Le agradezco que dejara pasar a mis compañeros y me permita luchar con usted conforme a las reglas de nuestra señora Athena -habló Shaka, y Phoibe sonrió ante aquellas palabras.
-Es natural… las reglas se hicieron para seguirse -fue la explicación de la Titánide-. La ley de la gravedad, la ley de la materia, las leyes de la física, las leyes del universo, las leyes del cosmos. Todas estas leyes fueron creadas para seguirse… incluso las de tu diosa cuyo reinado esta por ser destituido -explicó Phoibe.
-Mi señora Phoibe. Al parecer es de esperarse que su dominio no sea únicamente el de la sabiduría. Sino que también incluye la ley y el orden -y Phoibe asintió-. Se le debe mucho a su ser, mi señora. Su Dunamis dotó de intelecto a los humanos. Es lo que nos volvió lo que somos. Seres capaces de aprender y evolucionar. Me resulta difícil de creer el que los dioses deseen terminar con nuestra existencia, siendo que somos su más grande creación –enunció el de Virgo.
-Shaka, Caballero Dorado de Virgo… también he inventado la modestia -agregó Phoibe, cubriéndose los labios ocultando una sonrisa, y Shaka se limitó a asentir a sus palabras-. Tristemente, careces de modestia. Pero eso no es importante. Las leyes de tu diosa, Athena, dictan que la confrontación entre 2 oponentes que han desentrañado los secretos del cosmos, deberá terminar con la muerte de uno de los participantes, o al menos su completa derrota –el de Virgo asintió-. Y puesto a que el Dunamis es una forma superior del cosmos, aplica como sujeto a esta regla, por lo que debo de participar en esta batalla -Phoibe elevó el poder de su Dunamis, y en este se dibujó una espada inmensa que desprendía el Dunamis alrededor de toda la Morada, aplastando el cosmos de Shaka con el mismo-. Sin embargo, debes saber que la victoria está asegurada. Puesto que hay una regla que dictamina que un humano no puede derrotar a un dios. Y yo, Phoibe de Xifos Velona, la Diosa del Intelecto, soy una diosa pese a que quieran llamarme una Titánide -explicó la mujer.
-Me temo que debo discrepar, mi señora -agregó Shaka-. Ya que es un dicho popular entre los humanos que las reglas se han creado para romperse -Phoibe se sintió insultada por esas palabras, y fortaleció la presión de su Dunamis contra el cuerpo de Shaka, que comenzó a resentir la fuerza de su Dunamis-. Incluso yo encuentro ese dicho popular como algo arrogante… pero me sostendré a este si eso significa proteger a Athena. ¡Kah! –enunció Shaka, liberando la fuerza de su cosmos, abriendo sus ojos, extendiendo el cosmos sellado en su interior. La Titánide que tenía frente a él, no le había permitido siquiera comenzar la batalla, sin que el Caballero Dorado de Virgo tuviera que liberar toda su fuerza desde un inicio.
El Santuario. Explanada frente a la Estatua de Athena.
-La ventaja que se había obtenido gracias a los Caballeros de Aries y Géminis, y el esfuerzo de quienes dieron sus vidas entre las sendas, está por agotarse –enunció Yoshiko, mirando la explosión escarlata en medio de las casas de Géminis y Cáncer, posando su atención también sobre la cara del Reloj de Cronos, observando la flama de la Casa de Cáncer, que continuaba encendida y fuerte, muy poco de su hora había sido consumida, lo que significaba que los Titanes recuperaban el tiempo perdido-. ¿Qué ha cambiado? Sé que no había un Caballero Dorado en Tauro, pero los Caballeros de Athena en las sendas, gracias a su resolución, debían haber alcanzado la fortaleza suficiente para ganar un poco más de tiempo –le comentó Yoshiko, virándose para ver a Saori, rodeada de su cosmos dorado, y respirando pesadamente-. Está agotada… debe descansar –le pidió Yoshiko.
-No puedo descansar… -le respondió Saori, mordiéndose los labios, extendiendo su cosmos-. Escultor, Altar, Cefeo, la Hidra Mayor, Antilia, Sagita, Popa, y Musca. 2 Caballeros de Bronce y 6 de Plata, han perdido la vida por mi incompetencia, porque no fui capaz de rodearlos con mi cosmos y darle fuerzas… no puedo descansar… no puedo… si flaqueo, en estos momentos, Fornax podría… -intentó explicarle Saori, mirando en su mente al Caballero de Fornax lanzando llamaradas en dirección a una Titánide transformada en alguna clase de Demonio que no parecía sentir los ataques tan poderosos del Caballero de Plata-. Me cuesta mucho… hacerles llegar mi cosmos… Musca incluso perdió la esperanza y me dio la espalda… yo no quería que Fornax hiciera lo que hizo, pero… no lo hubiera hecho si mi cosmos lo hubiera alcanzado –lloró Saori preocupada, esforzándose más por mantener su cosmos bien en alto.
-¿Dio de la Mosca? ¿Quiere decir que abandonó su puesto y fue ejecutado por un compañero? –preguntó Yoshiko, Saori se mordió los labios, pero asintió- No puedo decir que no comprendo el accionar de Fornax, me guste o no… el abandonar su puesto es alta traición… Saori, no debes poner las muertes de quienes han luchado y caído, como si estas muertes fueran tu culpa. Son Caballeros de Athena… salvo Dio que abandonó su puesto, ellos darían su vida por ti –le recordó Yoshiko, pero Saori movió su cabeza en negación fervientemente.
-¿Por qué darían sus vidas por alguien a quien jamás han visto? Eso no es verdad… -le comentó Saori, lo que incomodó bastante a Yoshiko-. La Athena de la Guerra de Troya… ella lo sabía… que era injusto el que sus caballeros se sacrificaran por ella, si ella no era capaz de sacrificarse por ellos. Luchó y pereció junto a sus caballeros, como una verdadera diosa, no se escudó en guerreros que hicieran su voluntad, ella misma dio un paso al frente, y enfrentó a sus enemigos. El compartir mi cosmos con quienes se dicen mis caballeros, haya sabido yo que era Athena o no, es lo menos que puedo hacer, así que no me pidas que no les dé de mi cosmos –le suplicó Saori, por lo que Yoshiko se mantuvo pensativa al respecto-. Fue mi cosmos el que permitió a Serpent enfrentar a la espada de Iapeto, y fue mi cosmos el que salvó la vida de Corona Boreal al caer de las estrellas… no pude alcanzar a Sagita a tiempo, ni proteger a tantos más… tengo que alcanzarlos… tengo que protegerlos… es solo que… no todos me aceptan… como Musca… -le explicó Saori-. ¿Por qué no puedo alcanzarlos a todos? –le preguntó contrariada.
-Recién despiertas a tu realidad como la Diosa de la Sabiduría en la Guerra –le comentó Yoshiko, acercándose a Saori, y abrazándola por la espalda, intentando ayudarla a tranquilizarse, y frotándole la cabeza de forma maternal-. Sé que quieres alcanzar a todos los 88 Caballeros de Athena, y compartirles de tu cosmos. Pero sin que ellos conozcan tu identidad, pocos son los que pueden aceptarte y fortalecerse bajo tu luz. Debes darte el tiempo de descansar, así solo terminarás por agotarte… ellos pueden combatir, incluso sin tu luz… solo debes tener esperanza en tus caballeros… -le pidió Yoshiko, y Saori, agotada, apagó su cosmos-. Ellos… no van a rendirse… -insistió Yoshiko, y como si sus palabras fueran proféticas, una columna de fuego se alzó en medio de las casas de Géminis y Cáncer.
Senda a la Casa de Cáncer.
-¡Ráfaga Incandescente de Fornax! –resonó la voz de Jorge de Fornax, que elevó a Mnemosyne en un torbellino de fuego, desafiante ante la Titánide, que se mordía los labios mientras caía grácilmente pese al ataque del Caballero de Plata, quien no esperó siquiera a que Mnemosyne tocara el suelo con sus pies, lanzándose en dirección a la Guardiana de las Memorias con el puño en alto- ¡Puño Fantasma! –impactó Jorge, para sorpresa de la Titánide, quien por segunda ocasión sentía su mente ser atacada directamente- Guardiana de las Memorias, seas o no una diosa, tienes una debilidad muy grande. Tu mente trabaja a una velocidad superior a lo imaginable mientras lees todas las memorias del mundo, incluso las de los dioses. Por ello, cualquier ataque a tu mente, resulta mortal. Mientras un Caballero de Athena conozca esta debilidad, incluso un Caballero de Plata como yo puede hacerte frente –le explicó Jorge, alzando los brazos, y cruzándolos sobre su cabeza, creando una llamarada con su cosmos, misma que planeaba utilizar para terminar con la Titánide-. ¡Estallido de Fornax! –lanzó la ráfaga Jorge, misma que Mnemosyne hizo estallar con un movimiento de su mano- Imposible… ¿cómo es que aún te quedan fuerzas? –espetó Jorge con sorpresa.
-Debo… recobrar el control… aún puedo… detener el Satán Imperial… -prosiguió Mnemosyne, alzó su mano, sus uñas crecieron, bajó la misma, y se encajó las uñas bajo su cuello. Jorge no comprendía lo que ocurría, tan solo vio a la Titánide tomar de su propio Icor, y beberlo. Aquello no era algo que Jorge pudiera comprender, pero al parecer fue algo que restauró la mente de Mnemosyne a algo más controlable, al mismo tiempo que comenzó a apaciguar su Dunamis, que volvió a ser bello y tranquilo, sellando inclusive sus propias heridas-. Eso… ha estado demasiado cerca… eres en verdad muy fuerte, humano… casi demasiado fuerte para permitirte vivir… pero… no lo suficiente para detener a un verdadero dios. ¡Mnémos Arukeim! –enunció Mnemosyne, Jorge intentó correr a su encuentro con el puño en alto, pero notó la posición que optaba la Guardiana de las Memorias, frenando el Caballero de Fornax al notar la misma- ¡Puño Fantasma! –atacó Mnemósyne, golpeando la frente de Jorge, cuyos ojos comenzaron a temblar por recibir aquel golpe, quedando el Caballero de Fornax tendido, mientras su mente divagaba, víctima de un ataque qué solo unos pocos conocían-. Unght… -se sostuvo la frente Mnemosyne-. Atacar mi dominio… me ha debilitado… pero aún poseo la fuerza para cumplir con mi deber… -se repuso Mnemosyne, quien tras concentrar su Dunamis, pareció curar todas sus heridas, y tras percatarse de que Jorge no sería más una amenaza, comenzó a bailar nuevamente, y a subir escaleras en dirección a la siguiente de las 12 Casas.
Casa de Cáncer.
-¡Ya era hora! ¡Ese tonto de Jorge sí que te dio una dura batalla, Titánide! -se quejó Máscara Mortal, que observaba desde los oscuros interiores de su templo rodeado de flamas azules, a la Titánide que llegaba dando saltos a las puertas de su templo- Es una lástima que tu mente no sea tan brillante como tu rostro. Voy a disfrutar el arrancarlo y pegarlo en mi pared –sonrió con malicia el Caballero de Cáncer, muy poco impresionado por lo que observó desde su templo y que aconteció en la senda a su casa.
-¿Rostro? -preguntó Mnemosyne, y sus ojos se abrieron de par en par al observar los rostros de los muertos adornar los suelos y las paredes de la Casa de Cáncer. Máscara Mortal por supuesto se mostró orgulloso del pánico reflejado en el rostro de la Titánide. Más su orgullo fue remplazado por la sorpresa al ver los ojos de Mnemosyne llenarse de lágrimas-. Mephisto… in questo voi siete diventati -habló Mnemosyne en italiano, y la sorpresa en el rostro de Máscara Mortal fue más que evidente.
-¿En qué me he convertido? -preguntó Máscara Mortal, traduciendo del italiano lo que había escuchado- ¡Que estupidez! ¡Esto no es una batalla de lenguas! ¡Es una guerra entre los humanos y los dioses! ¿Qué mejor gloria que el ser recordado como el asesino de un dios? ¡Así que déjate de tonterías, y dime quien es la diosa a la que he de asesinar este día! Ya inclusive he seleccionado el lugar perfecto para colgar ese bello rostro tuyo –se relamió los labios Máscara Mortal, imaginándose el momento de poner sus manos sobre el rostro de la Titánide, y el sonido de arrancarle la cara.
-¿Mi nombre? -se apuntó Mnemosyne, y Máscara Mortal esperó- Soy la memoria misma. Mi nombre es Mnemosyne de Megas Tsekoúri, la Diosa de las Memorias -reverenció, mientras en su Dunamis se dibujaba el Megas Tsekoúri, una guadaña con la hoja gruesa como una hacha que respaldaba a su Dunamis-. Pero puedo ser cualquiera, quien sea, ya que ese es mi dominio -explicó la Titánide, por lo que Máscara Mortal levantó una ceja, incrédulo-. Yo soy todos, porque soy el recuerdo de todos. Conozco todos los secretos, incluso los tuyos. Es por esta razón que he decidido enfrentarte como alguien a quien aprecias, para librarme de una maldición que me impusieron en la Casa de Géminis –le explicó Mnemosyne, lo que, o no comprendía Máscara Mortal, o simplemente no le interesaba, ya que el de Cáncer solo la miraba con desprecio-. Pero dispongo de poco tiempo, no solo porque el Reloj de Cronos sigue avanzando, sino porque mientras más tiempo desperdicio, el Satán Imperial más se mete con mi mente, debilitándome… transformándome en un Demonio verdadero… algo que no puedo permitir si deseo cumplir con mi misión, es por eso que he elegido liberarme del Satán Imperial, convirtiéndome en la persona que más has amado, Mephisto… -le explicó ella.
-¿Convirtiéndote en la persona a la que más he amado? -preguntó Máscara Mortal, y la Titánide asintió un par de veces- No sé si estás enterada, Titánide de pacotilla, pero el nombre de Mephisto no significa nada para mí –le sonrió Máscara Mortal-. Y sobre convertirte en alguien a quien he amado, eso es ridículo, yo no amo a nada, ni a nadie. Todos a quienes aprecio se encuentran incrustados en estas paredes. Son los rostros de mis trofeos. Los rostros que reflejan mi fuerza -extendió los brazos Mephisto, enorgulleciéndose de las matanzas que habían ocurrido en su nombre-. Nada me importa que no sea la fuerza, no me interesan los dioses, ni la lealtad a Athena, su cosmos no puede alcanzarme. Soy mi propia fuerza, soy el único que me importa. Pero si tanto quieres convertirte en alguien especial para mí, ¿quién soy yo para negarte semejante tontería? Te venceré… te arrancaré el rostro con mis propios dedos desgarrando tu piel en el proceso, y te colgaré justo donde siempre pueda verte. Así de especial eres para mí. Serás mi trofeo más preciado, al menos hasta que llegue otro trofeo más grandioso para reemplazarte –le espetó Máscara Mortal con malignas intenciones.
-Estos rostros, solo reflejan que tú, al igual que quienes me asesinaron, tienes el derecho de matar porque tienes el poder –comenzó Mnemosyne, confundiendo a Mephisto, quien incluso se rascó la nuca pensando que la Titánide era una lunática, notando además que los ojos rosados de Mnemosyne, se habían tornado azules, y en cierta forma, familiares, lo que envolvía a Máscara Mortal con un sentimiento de familiaridad que no pensaba recordar más-. Mephisto… vi daró molto sorpreso -habló Mnemosyne nuevamente en italiano, y aún más sorpresivamente, con un tono de voz distinto, y que comenzaba a molestar a Máscara Mortal.
-¿Te he extrañado mucho? -tradujo Máscara Mortal a modo de pregunta, desconociendo las intenciones en las palabras de la Titánide- No me gusta para nada tu maldito juego. ¡Si no vas a pelear conmigo, entonces simplemente te enviaré al Hades con mis Ondas Infernales! -gritó Máscara Mortal y lanzó su ataque. Mismo que la Titánide evadió sin ninguna dificultad- Pequeña sabandija flexible y molesta. Parece que serás un poco más difícil de doblegar. Pero no importa –suspiró Máscara Mortal muy poco incomodado por la situación-. Si quieres perder el tiempo, date gusto, se supone que ese sea mi trabajo como Caballero Dorado. Pero la realidad es que no me interesa si te lleva el Reloj de Cronos o te llevo yo. Solo me interesa alimentar mi propia satisfacción personal –le apuntó Máscara Mortal.
-No siempre fuiste un caballero malvado… -comenzó Mnemosyne, con ese mismo tono de voz que molestaba tanto a Máscara Mortal-. Eras noble y de una naturaleza compasiva como todos los demás -las palabras de la Titánide enfurecieron aún más al de Cáncer, quien comenzó a reunir la fuerza de su cosmos en su dedo nuevamente para terminar con las tonterías-. Ya veo… la pequeña Saori te molesta porque se parece mucho a Metis… por eso intentaste matarla hace 3 meses… pero no importa lo que hagas, no puedes recuperarme. Me entristece saber de tu pena, y del que ahora te refieras a ti mismo como Máscara Mortal -el Caballero de Cáncer no pudo soportar más las palabras de Mnemosyne, y se lanzó sobre ella con las Ondas Infernales de Hades listas para acabar con su vida-. Ordine Nuovo -pero al escuchar eso último, las Ondas Infernales de Hades se desviaron, aunque pasaron peligrosamente cerca de Mnemosyne, y se estrellaron en contra de una de las columnas del Templo de Cáncer, mientras Máscara Mortal abría sus ojos hasta sus límites.
-¿Qué sabes de Ordine Nuovo? –enfureció Máscara Mortal, tomó a la Titánide del cuello, la alzó forzándola a verlo, el de Cáncer estaba furioso por alguna razón, pero entonces Máscara Mortal sonrió- Buen truco… al ser la Guardiana de las Memorias, viste dentro de mi mente hasta encontrar aquello que pudiera molestarme. Felicidades, Titánide, me fastidiaste, así que ahora voy a romperte el cuello –intentó apretarle el cuello Mephisto, hasta que Mnemosyne elevó su cosmos, quemándole a Mephisto la mano-. Gah… aaah… oaghh… mi mano se quema… -se quejó Máscara Mortal, soltando a Mnemosyne, que cayó delicadamente frente al Caballero de Cáncer, que se sostuvo la mano ensangrentada por las quemaduras propiciadas por el Dunamis de la Guardiana de las Memorias-. Titánide malvada… quemaste mi mano… -se fastidió Máscara Mortal, incorporándose-. Basta de jueguitos inútiles. Ya te has convertido en un fastidio, así que tomaré tu rostro ahora y terminaré con tu estúpida existencia. ¿Quién te has creído para pensarte capaz de insultar a Máscara Mortal sin consecuencias? –enfureció el de Cáncer.
-Antonella –más tras escuchar aquel nombre, los ojos de Máscara Mortal de abrieron hasta sus límites, y el Caballero de Cáncer cayó en shock-. Mephisto… Ordine Nuovo… ese grupo de terroristas ha lastimado a nuestra bella Italia muchas veces… pero tu deber era a con Grecia… siempre lo entendí… no podías salvarme –continuó Mnemosyne, su cabello tornándose dorado y largo, su piel aclarándose, y sus facciones faciales transformándose.
-¿Qué estás haciendo? Tu rostro… tu rostro se parece a… -comenzó Máscara Mortal, retrocediendo, Mnemosyne ignoró sus palabras mientras su mente recorría las fronteras de la memoria de Mephisto, y de la mujer que alguna vez fue la más importante en su vida, Antonella, una persona que, en un pasado no muy lejano, significó todo para Máscara Mortal.
-Eras un Caballero Dorado orgulloso… pero eras fiel y determinado… dabas miedo. Tu seguridad inspiraba terror, pero tu nobleza inspiraba respeto –Máscara Mortal se mordió los labios con odio, y su cosmos se incineró peligrosamente-. Pero Mephisto… eras joven cuando te entregaron tu armadura… y eras joven cuando morí a los 14 años, tenías la oportunidad de volver a amar… no tenías por qué convertirte en mi vengador -prosiguió Mnemosyne, y la ira de Mephisto estalló junto a su cosmos.
-¡Cállate! -gritó Máscara Mortal con odio- ¡Cierra la maldita boca! ¡Tú no eres Antonella! ¡Ella murió! ¡Fue asesinada por un maldito homicida de Ordine Nuovo! ¡Quien le arrancó su hermoso rostro y lo exhibió en una plaza pública! ¡A ese maldito me encargué de asesinarlo! ¡Fue la primera cara de mi casa! ¡La primera máscara de Máscara Mortal! ¡Este mundo está lleno de malicia! ¡Y es mi deber conquistarla y utilizarla! ¡Athena no me devolverá a mi bella Antonella! ¡Pero como siervo de Hades volveré a verla! ¡Le ofreceré cuantos rostros malvados me pida para sus ejércitos! ¡Mi bella Antonella volverá a sonreír! ¡Ella no hizo más que serle fiel a sus creencias! ¡No merecía morir! -el cosmos de Máscara Mortal se incendió con ira, mientras Mnemosyne, aun presumiendo el rostro de Antonella, lloraba con un dolor muy profundo, producto de las memorias que había tomado prestadas- ¡Voy a matarte! ¡No necesito de tu estúpido rostro! ¡Lo desfiguraré, lo desgarraré, lo desollaré! ¡Todo cuanto eres, Guardiana de las Memorias, será brutalmente desfigurado y enterrado junto con todo el desprecio que siento por haberte atrevido a recordarme aquello que me vio nacer! –se abalanzó Máscara Mortal en contra de Mnemosyne, quien recobró su rostro, y evadió el ataque de Máscara Mortal, que destrozó el suelo de su templo, y algunos rostros que lo adornaban, en su afán de alcanzar a la Titánide y castigarla con su puño.
-Has asesinado a más inocentes que el hombre al que mataste, Mephisto… y con la tristeza de mi corazón, debo mostrarte… -en las manos de Mnemosyne, se reunieron las memorias de todos los muertos de la habitación, soltaban gritos y alaridos de dolor, que disparaban los recuerdos de Máscara Mortal-. Estas son las vidas que has destruido. ¡Mnemós Gale! -conjuró su ataque Mnemosyne, liberando el Vendaval de Memorias. Y la mente de Máscara Mortal, fue invadida por la pena y el sufrimiento de todas sus víctimas al ser asesinadas por el Caballero Dorado de Cáncer. Memorias que Mnemosyne conocía, y que la herían, ya que en esos momentos no era Mnemosyne quien atacaba a Máscara Mortal, sino que era Antonella-. Mephisto… penso di essere arrivato ad amarti –continuó Mnemosyne en Italiano, enfureciendo aún más al Caballero Dorado de Cáncer, que gritaba con odio pese a las memorias de todos a quienes había asesinado golpeándole la mente, mientras Mnemosyne, deprimida por el dolor del Caballero de Cáncer, traducía para sí misma-. Creo, que he llegado a amarte… -fue lo último que dijo, antes de incinerar su Dunamis, y forzar al techo del Templo de Cáncer, a estallar en pedazos.
