La noche estaba llegando a su fin, Subaru estaba con las mantas tapando la totalidad de su cuerpo, todo para protegerse de los innumerables bichos que decidieron hacer de su cara una pista de aterrizaje, arruinando su noche por la incomodidad todo ayudado por los chillidos de los saltamontes, eso solo se añade a que no le interesaba probar si había un insecto mágico que le pudiera dar algo como fiebre mágica mortal o algo por el estilo, mientras más lejos estuvieran de los insectos y ahora cualquier animal que no fuese comible, mucho mejor para él y su salud corporal, mental y tal vez espiritual.
Así que, optando por agarrar la ropa improvisada por una sábana se cubrió, tan bien como pudo, esperando que fuese un escudo contra los insectos, mágicos o no.
Las ropas, amontonadas unas a otras y atadas para cubrirse tanto como podía, era un horror, pero los mendigos no tienen elección.
La palabra mendigo se incrustaba con una fuerza en su vida que no estaba dispuesto a decir en voz alta, tan solo pensar en esa palabra le dijo que tendría que conseguir con urgencia un hogar donde establecerse.
Pero no dejaba de ser una situación incómoda en esos momentos, no pudo dormir bien, de nuevo, la falta de un futon o siquiera una cama le era más importante y molesto de lo que hubiera pensado.
Pudo ver la luz, pero solo a lo lejos, el sol, pronto, muy pronto saldría por el horizonte de ese nuevo mundo, pero Subaru aún estaba en tinieblas.
Pensó de repente que él podría convertirse en sombras pero apenas lo vería en esos momentos, además, estaba cansado, muy cansado, con los ojos desenfocados y la espalda jorobada.
Se quedó, meditando, ¿Qué cosa?, ni él lo sabía, solo se quedó mirando la ropa que funcionaba como sábana para cubrirlo, pudo sentir el mal olor de aliento de la mañana, había utilizado nada más que agua, no hizo nada para su mal olor.
-¿Tengo mal aliento?-
-El maestro no hace nada malo-dijo un gremlin.
-Si no fuese tu maestro, ¿qué me dirías?-era una de las pocas ordenes bastantes específicas que tenía para hacerlos hablar.
-Apestas-le aseguro esta vez.
Los gremlins no eran muy confiables, era muy difícil que le digan sobre un error o si había hecho algo malo, a no ser que fuese algo muy serio o pudiera dañarlo, no podría aprender mucho de ellos a no ser que les especifique que piensen en él no como su maestro sino como un extraño.
Fue muy sorprendente cuando lo insultaron al mismo tiempo que le daban consejos.
-¡No debí esperar ningún tipo de modales de ustedes, desgraciados!-
Por primera vez en un tiempo no se disculparon sino que en realidad se rieron, por fin luego de una temporada de comunicación fallida pudo hacer algo para tener una comunicación más fluida y, aunque sonase muy extraño, muy humano.
¿Así se sentían los jefes con sus subordinados?, como si su conversación fuese muy falsa, no le era cómodo a Subaru, tal vez los primeros días, ahora ya se sentía que estaba siendo molestado por sus invocaciones, incluso si eso significaba que fuesen un poco alborotados o que se rían un poco de él.
La verdad es que era refrescante, tener un cierto grado de camaradería, en un lugar escuchó que para los amigos de verdad, no necesitabas tener tanta educación y respeto.
Subaru podría entenderlo mucho mejor, entre insultos y faltas de respeto, había una comodidad única allí.
Miró a su alrededor, el hombre lobo, miraba desde la sombras a su maestro, no era algo fácil de esconder, en realidad sus pesados pasos no lo facilitaba, en cambio el esqueleto, iba caminando, de un lado a otro, Subaru le prestó menos atención al esqueleto cuando salía de su visión, muy pocas veces pudo ser escuchado ni mucho menos sentido, aunque a veces, traqueteaba, chocando la mandíbula inferior y superior, al principio incómodo a Subaru, pero era mejor a que estuviera desaparecido de su atención tanto tiempo que se le olvidaba que estaba allí a veces.
Y luego estaba una estatua, parada frente suya, con la postura de alguien que estaba a punto a abalanzarse hacía el.
-¿Eh?, ¿Y eso?-estaba en un estado de ensoñación, su mente aun no podía digerir del todo lo que sucedía a su alrededor, la vista de aquella figura, tan fuera de lugar como una antorcha encendida en medio del rio lo despertó-¡¿Qué?!, ¡¿ah?!-
Era una estatua de madera, con huecos en los ojos, parecía que algo brillaba con verde fosforescente en su interior, grandes hojas con una rama del grueso del brazo de un bebe le salían desde la cabeza hasta debajo de su cintura, parecía llevar una máscara, con una parte redondo atrás y una parte plana y rectangular, como si fuese una máscara de soldar con varios huecos alargados, su torso era grueso y su cuerpo parecía pesado, con largos dedos de madera cuadrados y unos pies con raíces retorcidas, era alto, como más de dos metros.
-¿De dónde apareció?-se preguntó Subaru, se levantó y se acercó a la gran estatua de madera.
-Maestro-La voz que había salido era gruesa y profunda, si no estuviera lleno de miedo pensaría que era algo que salía de un pecho lleno de humo y cáncer, como si se estuviera ahogando.
Subaru se sobresaltó, grito hasta donde podía soportar su garganta y al igual que un gato, dio un salto tan alto y tuvo un instinto primario de correr hasta que entendió sus palabras.
-¿M-Maestro?-Estaba impresionado, su voz salió en un tartamudeo.
¿Había invocado algo, sin querer?, ¿Algo que vino con Florence y no se había dado cuenta?
-Soy Florence-dijo, su voz tan gruesa e inhumana como su forma.
Ahora solo estaba más confundido.
-¿Cómo?-
-Me transformé en esta forma-le dijo, tan simple y contundente como si fuese algo de todos los días.
Verla moverse en esa forma, era extraño, como una armadura demasiado grande para una mujer tan pequeña y delgada como ella, verla transformada en eso era muy chocante.
-¿Qué te pasó?-
-Esto pasó a la media noche, cuando la luna gobernaba en los cielos y las criaturas del día entraron en su reino profundo-
Quitando la frase algo poética, era algo raro, su libro no dijo nada sobre eso, bueno, no decía nada sobre las habilidades, sino la personalidad de las criaturas invocadas.
-Bueno, ahora sí que te pareces a tus demás compañeros-
Uno de los gremlins, deberían de ponerles nombre y algo distintivo para diferenciarlos, empezó a escalar, encima de Florence, con sus dedos de pies con forma de garras incrustadas en la madera como una cotorra.
-Criatura bastarda, baja de mi cabeza-
Subaru miró con atención a Florence, la expresión en ese rostro tallado no cambió, ni siquiera cuando la voz con la que hablaba era una llena de enojo, bueno, más bien molestia.
Se alegraba un poco que ellos fueran más independientes y no tan estáticos.
El gremlin gimoteo con felicidad, agarrando su mano en la parte superior de la máscara de madera, los movimientos eran rígidos, demasiados lentos y no muy flexibles, era robusto, en todos los sentidos, demasiado cuadrado y parecía demasiado duro, era un cuerpo de madera y hojas, no esperaba menos, todo lo contrario del cuerpo delgado, ágil y ligero de la bruja del bosque en el día.
La gran estatua de piedra intentó agarrar al escurridizo monstruo, su gran cabeza daba un soporte para moverse, Florence se agitaba de forma violenta, intentando derribar a su compañero.
El gremlin dio un gran salto desde lo alto de Florence, todo mientras sonreía, hizo una mueca al escuchar el cuerpo cayendo de pie al suelo, desde esa altura y con ese tamaño, Subaru creería que se haría daño.
Pero nada, el gremlin miró a Florence con gracia bravucona.
-La bruja fue un excelente asiento por unos momentos, es una lástima que pueda hablar, sería un adorno más bonito si solo se quedase callada-
Florence levantó su pie y lo bajó con rapidez, demasiado cerca del gremlin, pero este era más ágil y rápido, esquivaba pisotón, tras pisotón del enorme pie de la bruja con facilidad.
Fue abordada por otro de los gremlins, no pudo esquivarlo y otro de ellos terminó en cuclillas encima de su cabeza, como un animal salvaje.
-¡Malditas cosas!-
Se agitó con violencia.
-Se ven muy animados, al menos-
Al final, los dejo divertirse un momento más, no era como que hubiera algo más interesante que hacer de todas formas.
Miró a sus otras dos invocaciones, el esqueleto no estaba por ningún lado, con sus pasos tan ligeros como lo sería algo que esa criatura podría ser,
Miró al hombre lobo, iba de un lado a otro.
-¿Y a ese qué?-
-Mucha energía, maestro-
Subaru pudo entenderlo, él también quería estirar las piernas y caminar un poco, su reloj biológico estaba loco desde hace un tiempo, se dormía al ponerse el sol y se despertaba cuando salía el sol, era la forma más antigua y segura de aprovechar el sol, estaba empezando a ver en la oscuridad, pero no sus invocaciones, eso solo lo hacía más vulnerable.
Pero al menos podría intentar ejercitarse o algo, la noche no tenía por qué ser una desventaja total.
-Pero ahora estoy despertando, no quiero entrenar, quiero caminar-se dijo-¿Dónde está-
Se detuvo por qué sintió algo, por un momento no supo identificar este extraño sentimiento, algo se movió, pudo sentirlo a través de la corteza, de la solidez de la madera y más allá.
El esqueleto salió de su escondite, el árbol no era tan grueso, pero él supo esconderse con facilidad, demasiada, si pudiera darle una clase, sería asesino y no espadachín, ligero y con la oportunidad de un ataque rápido al cuello por la espalda.
-Así, que, puedo sentirlos-
Era en realidad una forma de percepción.
-¡¿Tal vez tenga otra habilidad?!-
Sacó su libro, aun le era incomodo, pero cada vez era más fácil, hizo un gesto de incomodidad y lo miro, busco entre las pocas páginas con tranquilidad.
Pero nada.
-Hum, tal vez era algo que ya tenía-
No decía nada sobre que las invocaciones podrían desaparecer, que las armas no se podían quitar, tampoco decía nada de los poderes de Florence, pero bueno.
Sus descripciones eran vagas, a veces más a actitudes que a sus habilidades, no era tan confiable como podría esperar de un libro guía mágico.
Tal vez no era confiable porque era mágico para empezar, pero de todas formas estaba frustrado, era la única guía que tenía sobre sus poderes y sus invocaciones y estaba bastante perdido con respecto a ellos.
-Esto puede mejorar-¿Lo haría?, con el tiempo ¿o se quedaría como algo que no estaba completo?
Solo tocaba hacer pasar el tiempo y no tener muchas ilusiones.
Se quejó un poco.
Se levantó, por fin, estirándose como podía, sus huesos crujieron y empujo su espalda.
-Si-gimoteo con satisfacción-eso lo necesitaba.
El día comenzaba con una sorpresa y muchas ganas de que pudiera aprender algo.
Subaru se acercó a ella, con pasos rápidos, le toco el brazo.
-Si el maestro quiere tocarme, puede hacerlo cuanto quiera-dijo Florence.
-¡¿Por qué me dices eso de repente?!, ¡solo quiero saber cómo se siente!-se excusó, con la cara roja, por un momento apartó la cabeza, avergonzado, pero se mantuvo firme, tendría que seguir explorando.
Como un científico, se imaginó con unas grandes gafas de gran marco y una bata, deslizo su mano por la áspera textura, era madera, de verdad que parecía una estatua, pero verla moverse, como un muñeco gigante, pero sin ninguna de las articulaciones presentes para moverla era raro, muy raro, intento pellizcarlo, pero no hubo efecto.
-¿Sientes eso?-
-Si-
-¿Sientes cómo te pellizco?-
-No-
Era porque no lo hacía, su cuero no tenía la elasticidad para ser apretada entre sus dedos y estirar un trozo de piel.
-¿Puedes saltar?-
Fue una pregunta estúpida, cuando lo demostró, era algo extraño de ver y se sentía pesada, no saltaba tanto como él, eso lo sabía, pero tan pronto cayó al piso pudo sentir un peso, como un mueble pesado, no toneladas, pero sí más pesada que un hombre corpulento y grande.
-Estás más pesada-
-Maestro-
-Tal vez sea algo así como pasar de ser un mago a un tanque pesado, ¿un cambio de clase?-
-No creo que sea muy educado llamar a una mujer pesada, maestro-
-¿Eh?, ¡ah!, ¡lo siento!-
Florence lo miro, trato de imitar una risa, por un momento pensó que se estaba riendo como una amiga.
-El señor Subaru no sabe tratar a una mujer-su voz era suave, nunca alzaría la voz en reprimenda a su señor, tanto como esa contundente voz podía llegar a ser.
Subaru se disculpó una vez más, con la cara roja de la vergüenza, si su madre lo viera, de seguro le daría una gran reprimenda por su falta de tacto, todo llegando con una bofetada suave a su nuca y una queja sobre exagerada, como toda madre hace a su hijo.
Subaru apartó cualquier pensamiento que tenía de sus padres, ya volvería con ellos cuando completase su aventura.
-Oye, hum-su dedo apuntó al hombre lobo, pero sus palabras quedaron en suspenso, tendría que ponerle un nombre para identificarlo, tendría que ponerle un nombre ahora-Lycan, no muy soso, Lupus, muy cliché, erm-se rasco la cabeza, no tendría por qué ser un nombre un nombre relacionado a los hombres lobo-Casvel-
Si, un nombre, la combinación de cazador, y veloz, era muy bien lo primero, pero no lo segundo, si pudiera decir en su favor, no lo había necesitado debido a su gran fuerza, era un monstruo hecho para estar en el frente.
-Ahora es tu turno de saltar-
La criatura asintió, flexiono las rodillas y con un fuerte sonido, pudo saltar, más alto que un atleta olímpico, pudo llegar y extender sus brazos hasta la rama del árbol, las garras lo sujetaron unos momentos, eran filosas, pese a la falta de uno, recordando la herida, hizo una mueca cuando su cuerpo bajo.
De verdad que a veces podía llegar a ser un estúpido.
El hombre lobo había saltado más que Florence, si pesaban lo mismo, lo cual dudaba, pero si eran el mismo, el hombre lobo había ganado en por lo menos el área de fuerza corporal.
Ponerlos a pelear estaba fuera de discusión, tal vez una pulseada, no había un lugar donde probarlo, solo lo dejaría así, con tal, Florence era una bruja, sería raro que fuese fuerte de manera física, aun mas que Casvel
-Maestro-
Florence lo llamó, la vio volver a su forma más humana, los contornos gruesos y de madera se empezaba a desinflar y achicar, el gremlin en su cabeza dio un salto, igual que el primero, saltó sin ningún tipo de precaución y aterrizó sin ningún daño.
Como un globo que pierde el aire, la bruja perdió masa y color, sus brazos ahora eran delgadas, su estatura mucho más pequeña, cuando era ese monstruo de madera medía más de dos metros, ahora era una cabeza más baja que Subaru, lo agradecía, con el hombre lobo era suficiente, otra criatura más alta que él, sería solo otro golpe a su orgullo, desgraciadas criaturas que ponían en duda el orgullo de su maestro.
-Eh regresado-dijo con una sonrisa y los brazos extendidos hacia el cielo.
-Bienvenida de vuelta-dijo con una sonrisa.
Se limpió la boca con agua, ahora estaba limpio, saliendo de un rio recién bañado y la cabeza mojada, con el tiempo dejó de temerle a las bacterias que podría haber, con tal, luego de un tiempo se llegaba a acostumbrar y a perder el miedo, era mucho más peligroso para el que estuviera sucio y una herida se pudiera infectar para darle un final menos que merecedor de ser escrito en un libro de historia para el gran héroe del mundo, era algo que Subaru no se podía permitir y que no iba a suceder.
Saldría victorioso de ese mundo, volvería a su hogar como un gladiador de máximo poder hacía su hogar y le mostraría a sus padres todo lo que había hecho con el espíritu lleno de orgullo, una sonrisa en el rostro y tal vez una mujer o dos para presentárselas a su familia.
¿Cómo lo haría?, aún no tenía ni la menor idea, pero sucedería, de lo primero estaba seguro, de cómo volver a casa, bueno, era un tema para después de encontrar su destino en ese mundo.
-Bueno, a trabajar-
Era su rutina de estiramiento, no podía hacerlo debido a lo perdido e inseguro que estaba desde hace varios días.
Era hora de hacer su entrenamiento cardiovascular, era hora de volver a la antigua y sana rutina diaria.
Incluso en este mundo era bueno mantenerse saludable, más aún si esos perros monstruosos venían de nuevo para matar.
-¡Pero con mi súper regeneración ya no tendré ningún problema con ellos!-se dijo con confianza.
En realidad, debería de probarlo, luego lo pensó mejor y solo confiaría en las palabras de su libro, no se sentía para nada bien al ser herido, ya cuando lo peor pasase solo podía confiar en que su regeneración se ocuparía de ello.
Eso o experimentar cuando al fin tengan un espacio seguro, muy seguro y cuando hablaba de experimento era hacerse un corte visible en su cuerpo, tan suave como se pudiera y tan visible como para no caber duda de que hizo o no hizo algo, todo para no repetir de forma innecesario algo tan, doloroso.
Mientras más lo pensaba, menos ganas tenía de probarlo.
-¿Desea que lo ayudemos, maestro?-preguntó uno de los gremlins.
Se había acercado a Subaru, con pasos ligeros, difíciles de escuchar, menos difíciles de escuchar que los pasos del esqueletos, pero de igual manera, difícil.
Sus palabras no trajeron un buen augurio a Subaru, creía que no iba a dañarlo de verdad, pero aun así, lo rechazó con decisión.
-¡No, gracias, lo último que quiero es que dañen mi cuerpo!-
Subaru lo regaña, no muy enserio, pero aun así, mantuvo su decisión firme, el gremlin asintió y se rio, no soporto esa actitud, así que con la palma abierta, le dio un suave golpe en la coronilla.
-Je, je-
Subaru gruño, la criatura era un desgraciado, con su inmunidad al dolor, no habría castigo físico por el que pudiera pesar en su ser.
Era una mierda, pero no era algo con lo que recurriría, nunca, solo por esta vez, el castigo físico era más algo para relajarse.
Aparto esos pensamientos demasiado crueles para él.
Miró a su alrededor, el bosque seguía siendo tan imponente como siempre, siempre con numerosos árboles y una extensión enorme de verde y hojas.
Ya se estaba exasperando, fueron muchos días desde que vio algo remoto a la civilización, no ayudó que en realidad, Subaru estuviera evitando cualquier carretera para aferrarse como podía al arroyo, con tal, perder su única fuente de agua sería el principio de su fin.
Hasta que una idea apareció en su cabeza, pero admitirlo ahora lo haría sentir tonto.
-Oye-
De verdad tendría que ponerle un nombre al gremlin.
-¿Puedes generar agua?-
-Sí, maestro Subaru-
Subaru no tuvo una cubeta o algo para guardar el agua, en vez de eso, extendió las manos frente suyo con las palmas abiertas y mirando al cielo, las juntó como si estuviera pidiendo algo.
-Quiero que lances un poco de agua hacia mi mano, Esma-dijo, poniendo al fin un nombre al gremlin, por lo menos, uno.
El gremlin obedeció al instante, de las manos de la criatura apareció agua, como un grifo, fuerte y fluido.
El agua era cristalina, pura, la más pura que Subaru había visto en su vida, tal vez la magia era pureza y la transmitía a sus creaciones, recordaba el fuego, en ese momento de caos no vio nada raro, tal vez en sus memorias el fuego era mas brillante, mas luminoso, pero ahora no sabría decirlo con certeza.
Subaru miró maravillado, aún con todo lo que sabía sobre la magia, se sentía atrapado en la sensación de asombro cada vez que algo sobrenatural aparecía frente a sus ojos, era una maravilla.
-Bueno, ya basta-detuvo cuando el agua se había desbordado mucho más allá de sus límites, cayendo hacia el suelo y salpicando sus zapatos-demonios-
Subaru se llenó de valentía y bebió el líquido, no era diferente a haber tomado agua del dispensador de agua, alejó el pensamiento de que el agua podría ser más salada de lo que podría salir de las manos de un ser vivo.
«Muy bien, tal vez no debí de haber tentado mi suerte bebiendo algo que una criatura del caos me brindo por más que allá dicho me sirve». Pensó Subaru, con tal el agua podría haber estado envenenado, lo supiera la criatura o no.
-No es muy necesario ahora que tenemos un arroyo cerca-
-Aun así estamos orgullosos de servir, maestro-
Subaru asintió, sus palabras, aunque las apreciaba, luego de la centésima vez, le entraba por un oído y le salía por el otro, todo lo que podía hacer era no demostrarlo y brindarles una sonrisa.
Que no se note la falta de importancia que le daba.
Miro al esqueleto, hasta ahora, era el único que no resaltaba, bueno, sin duda era de lo que más resaltaba a la vista, pero fuera de eso no sabía qué función podría llegar a cumplir.
-Si esto fuese un grupo de juego, tú serías-se quedó pensando un momento, con los dedos sosteniendo su barbilla-¿Un nigromante?-
Eso sería si fuese un mago, pero sus magos, hechiceros, lo que sean, eran lanzadores más elementales que lanzadores de magia de muertos.
-No eres un nigromante, menos con esa espada-
¿Un espadachín?, si pudiera describirlo en lenguaje de videojuegos sería poner las estadísticas en [Fuerza] y [Velocidad].
-Entonces eres más de la clase asesino-
Si el hombre lobo era un guerrero bestia, el esqueleto era un asesino no muerto, una combinación bastante extraña, pero Subaru no era quien para mirar los dientes a un caballo regalado.
Todo esto era solo por descarte, no lo vio correr bien ni nada, solo era por descarte, pero eso no significaba que no hacía nada, hasta ahora, todos habían sido de gran utilidad, mucho mas que él en realidad, no tendría sentido recriminarle nada.
-A ver, Leto-dijo Subaru, poniendo nombre a la última criatura y apuntando al esqueleto.
La criatura dio un paso hacia adelante, tan silencioso como siempre, firme, Subaru pensó que se podría romper si es que lo golpease con suficiente fuerza, era incómodo de ver, pero al acostumbrarse a su forma, uno no podía evitar pensar que era frágil.
Hasta que vieron su arma, tan filosa como para hacer un gran daño a una criatura.
Con eso dicho todos tenían un nombre claro para el grupo, más o menos, los gremlins eran tres y Subaru no iba a pelear por hacer un nombre para todos.
¿Cuál era el límite de sus invocaciones en cuanto a cantidad y formas?
Lo descubriría, con entrenamiento y mucha perseverancia.
Sin duda, tenía muchas ganas de ver lo que el mundo le deparaba.
En años venideros, maldeciría su decisión, para nada.
Hola, lamento la espera, tengo facultad y mucho trabajo, ¿donde?, en el trabajo, gracias por sus comentarios, me estoy divirtiendo mucho escribiendo
