IZON SHŌ

Kimi ni

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"Adicción, a ti"

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Anexo X

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"Tenían que morir los sueños que se crean con el alma impoluta,

para que nacieran todos los demás."

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Kagome creía que le era posible quedarse mirando a InuYasha por horas cuando descansaba del modo que lo hacía ahora sobre la cama; su cama. Lo miraba, suspendido aún en medio del sueño y con la sábana blanca cubriendo una estratégica parte de su cuerpo. Ella llegó a considerar que había algo inconsciente en ese gesto que protegía a los hombres de la desnudez. La piel del abdomen y los hombros se le tensaba por la posición del brazo por encima de la cabeza, a pesar de estar éste descansando sobre la almohada. Ella notó el modo en que le hormigueaban los dedos por tocar y acariciar la tersura y firmeza que estaba observando. Respiró de forma profunda e intentó ocultar ese deseo tras la humeante taza de café que tenía entre las manos. Bebió un sorbo con suavidad, aún mirando a InuYasha por entre la delicada película de vapor que desprendía el líquido. Se saboreó los labios a continuación y se le sacudieron los hombros, igual que si una corriente de aire helado hubiese cruzado la estancia. No obstante, Kagome sabía que el escalofrío se debía al recuerdo de la firmeza de ese cuerpo unido al suyo durante la noche anterior. La respiración profunda de un momento atrás se convirtió en un suspiro y volvió a ocultarse tras la taza de café, para sonreír ante su propia radical inquietud. Decidió llevar sus recuerdos a los demás momentos de estos días juntos.

Recordó la caminata de la noche anterior por las calles iluminadas por la navidad pronta. El modo en que él le había ajustado con suavidad la gorra que le ofreció como regalo por su promoción en el trabajo. También recordó la mirada sorprendida que le dio cuando le contó de su ascenso. Ante ese recuerdo Kagome se detuvo un instante, porque había aprendido a conocer a InuYasha y aunque estaba segura que siempre podía surgir algo nuevo que saber sobre él, le pareció que el dorado de sus ojos se había enturbiado durante un instante. Sin embargo, él se mostró genuinamente feliz por su logro y aquello había aplacado cualquier duda que hubiese sentido. Sabía que esto le exigiría más tiempo disponible en la oficina y que los viajes a Nakano le pasarían factura; no obstante, creía que teniéndolo a su lado ella podría con todo.

Ese pensamiento la reconfortó y extendió su mano hasta la cabeza de InuYasha para apartar con una caricia unas cuántas hebras de pelo platinado de su cara. Kagome fue consciente, entonces, del peso que la emoción de amarlo había instalado en su pecho. Esa emoción llevaba ahí largo tiempo y aunque le había costado aceptarlo, ahora era parte de ella.

Escuchó que InuYasha hacía un ruido diferente al respirar y a continuación lo vio recoger los hombros en un gesto habitual a la hora de despertar. Luego de eso, giró la cabeza y la miró con los ojos aún como dos rendijas que ocultaban un brillo dorado que la iluminaban incluso cuando no estaba cerca.

—Hola, tú —dijo él.

—Hola, tú —sonrió ella.

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Continuará.

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N/A

Amo escribir sobre estos InuKag. Los siento como dos seres que se van descubriendo a sí mismos a la vez que descubren lo que pueden ser juntos y todo esto, poco a poco, sintiendo la vida.

Gracias por leer y comentar!

Besos.

Anyara