Época Feudal
Los demonios se habían acercado con tal rapidez, que, por un momento, sus vidas habían corrido peligro. El cielo celeste, se había oscurecido por completo, debido a la energía demoniaca que emanaban los youkai que intentaban atravesar el portal
- ¡Shippo! - gritó Moroha, volteando y lanzando una flecha, la cual, atravesó a uno de los enemigos - ¡¿Estas bien?!
- ¡Gracias, Moroha! - sonrió el niño, quién se encontraba parado al frente del portal, encargándose de aquellos que se acercaban demasiado
- ¡Son demasiados! - gritó Hatsune, cortando seres con sus garras - ¡No terminaremos nunca!
Unos metros más adelante, los exterminadores, asesinaban la mayor cantidad posible, para que, los que lograran traspasarlos, fueran interceptados rápidamente por Moroha y su prometido, incluso Ah-Un luchaba codo a codo con Setsuna
- Hatsune tiene razón - pronunció la castaña, al cortar al medio un youkai - El portal ha duplicado su tamaño... a este paso, nos cansaremos demasiado rápido
- ¡Setsuna! - volteó ante el llamado de su prima, sólo para ver como uno de los enemigos, explotaba frente a ella
- No debes distraerte - sonrió, cayendo de cuclillas - No podré perdonarme, si algo te sucede
- Gracias, Hisui - sonrió
Me quedan sólo 3 flechas... de nada servirá gastarlas en estos insignificantes demonios
Pensó, lanzando su arco y sus flechas, cerca del zorrito
- ¡Moroha! - gritó - ¡¿Te volviste loca?!
- No, Shippo - sonrió, desenfundando su kurikaramaru y empuñando sus garras - Es hora... de usar lo que heredé de papá - ¡Setsuna! ¡Hisui! ¡Aléjense!
Apretó la empuñadura de su espada, al mismo tiempo en que saltaba y la agitaba
- ¡Bakuryhuha! - la luz emanada del ataque, iluminó, por un momento, la oscuridad que se había apoderado del día
- Acabo con todos - pronunció el zorrito, con su expresión absorta
- El poder de Moroha, es mucho más fuerte de lo que ella cree - pronunció Hatsune, parándose a su lado, mirando con orgullo a su prometida
- Vaya, felicidades - sonrió la hanyo
Ese aroma...
Ambas mujeres miraron al horizonte, al percatarse de aquella fragancia
- ¿Me perdí la diversión? - preguntó la peliplata, lanzándose de su transporte - Parece que alguien ya se encargó de todos
- Towa - pronunciaron al unísono
- Lamento haber llegado tarde, pero tuve que atravesar varios demonios en el camino
- Y algo me dice, que no serán los únicos - el moreno elevó su mirada al cielo, olfateando - Se están acercando... y son muchos más
...
- ¿Qué es eso? - preguntó la sacerdotisa al ver que el árbol comenzaba a emanar un intenso brillo
Empuñó su arco, sin apartar la mirada de su objetivo. En ese momento, el peliplata emergió de su interior, encontrándose con la mirada castaña de ella
- Sesshomaru - murmuró, bajando la guardia - ¿Qué está ocurriendo? La energía del espíritu sagrado... se debilita
Esos guerreros... algunos están aquí, sin embargo...
Redirigió su mirada a Suikotsu, notando su nerviosismo y la manera en la que su cuerpo se tensaba al ser observado
- No estas bajo las órdenes de Naraku - pronunció seriamente
- No, señor - intentaba mantenerse calmado
- Sesshomaru - la voz de la mujer, provocó que volteara - ¿Qué está pasando del otro lado? - su expresión denotaba preocupación - Puedo percibir...
- Los demonios intentan llegar a esta época
Ella abrió ligeramente sus ojos
- Debemos sellar el portal... Kagome y yo podemos...
- No es el momento - comenzó a caminar
- ¿Qué? ¿A que te refieres?
Sin responder, pasó por el lado del guerrero, en dirección a las escaleras del templo, en donde se detuvo y, sin voltear, pronunció
- Mi padre está en la casa, deberías ayudarlo
La miko y el castaño redirigieron su atención al hogar de Kagome, mientras Sesshomaru comenzaba a volar, con un objetivo claro, ignorando completamente, a aquellos que lo observaban, asombrados, desde la acera
Mientras tanto, en el interior de su hogar, la familia Higurashi, se encontraba en la sala, sentada alrededor de la pequeña mesa, mientras Renkotsu, estaba frente a la puerta, con su arma en la mano
- Mamá... - el niño la miró con miedo en sus ojos
- Tranquilo, Sota - sonrió - Todo estará bien
La mujer trataba de mostrarse tranquila, sin embargo, el jugueteo con sus manos, demostraba lo inquieta que se encontraba
- Me pregunto, ¿qué es lo que quieren? - murmuró el anciano, sereno, con sus ojos cerrados
En ese momento, la puerta del frente se abrió, provocando que Sota se aferrara, fuertemente, a su madre
- Esto es muy aburrido - suspiró el guerrero, acercándose a su hermano - ¿Qué tal te va?
- Al menos no son molestos - respondió, Renkotsu, mirándolos por sobre su hombro - ¿Ya mataste a Inuyasha? - volvió a mirarlo
- Ya quisiera - se recostó, contra la pared, colocando su espada al lado - Ese idiota se fue corriendo, para salvar a su mujer
- Esa niña, sigue siendo igual de molesta - frunció el entrecejo, recordando las penurias que había vivido, al saber que la joven sacerdotisa, era capaz de ver los fragmentos de la perla
Ninguno se percató, de los orbes dorados que los estaban observando
- ¿Están hablando de mi hermana? - miró a la mujer
- Eso parece - respondió, tragando saliva
Kagome, hija... por favor, ten cuidado
...
- Inuyasha - sonrió - Se suponía, que aún no debía enfrentarme contigo, pero... ya que te tomaste la molestia de venir
- Bankotsu - gruñó, apuntándolo con la espada - Si deseas pelear, hazlo... pero, deja ir a Kagome
- Ja... ¿Y cuál sería la gracia de eso? - apretó el agarre en la cintura de ella - No pienso privarme, de disfrutar de tu desesperación
- Hugh... - frunció el entrecejo, pensando detenidamente, su próximo movimiento
- ¿Qué sucede inútil? ¿Ya no eres tan valiente? - desvió su mirada a la joven - Naraku tenía razón... tu punto débil, siempre será esta mujer
- ¡Cierra la boca!
Maldición... ¿Qué puedo hacer? si utilizo alguno de los ataques de Tessaiga, puedo dañar a Kagome... tengo que lograr que la suelte
- Bien, si no atacas, ¡lo haré yo!
Sin soltar a su prisionera, el guerrero se abalanzó sobre el híbrido, agitando su Bankryu, el cual chocó contra la hoja de colmillo de acero, mientras los orbes dorados del hanyo, se cruzaron con los castaños de ella
Inuyasha
Pensó, cerrando sus ojos
Tengo... tengo que hacer algo, para ayudarlo
Saltó, alejándose de los jóvenes, posicionándose del otro lado del pozo
- No huyas, cobarde - pronunció con altanería - ¿Me tienes miedo?
-Tú eres el cobarde... utilizas a Kagome como escudo... bastardo
- Quizás, esto te motive a luchar... - con el filo de su arma, cortó la mejilla de Kagome y, acercando su rostro, lamió su pequeña herida, sonriendo cínicamente - El sabor de su sangre... es exquisito
- ¡Maldito desgraciado! - cegado por la ira, corrió en su dirección, elevando su arma
Inuyasha...
Clavó sus orbes dorados en el rostro de la mujer, quién, cerró los suyos, esperando el ataque. Pasó por el lado de Bankotsu, dándole un golpe en el rostro, lo suficientemente fuerte como para hacerlo trastabillar
- ¡Bastardo! - gritó, frunciendo el entrecejo, al mismo tiempo en que lanzaba a la joven, al interior del pozo
- ¡Kagome!
- ¡Kyaaaaa! - el grito de la joven retumbó, por todo le lugar
- Ahora si, Inuyasha... sin distracciones... pelea - empuñó su Bankryu
- Malvado - gruñó, intercalando su mirada entre el joven y el pozo
- Descuida, ella está bien... Naraku, la necesita con vida
- ¡Cállate!
Ya, sin barreras, el híbrido se abalanzó sobre su oponente, chochando la hoja de su espada, con la de él
Mientras, en el interior del pozo, la morena intentaba ponerse de pie, pasando su mano por su nuca
- ¿Sangre? - murmuró, al sentir el líquido, esparciéndose sobre sus dedos
No veía más allá de la oscuridad, por lo que, tuvo que elevar ambas manos, tratando de localizar los lados de la estructura. Hizo un paso, tropezándose con algo
Mi arco
Abrió ligeramente sus ojos, al mismo tiempo en que se agachaba, tomando su arma
- Tal vez... si...
Elevó su mirada, oyendo el sonido de la batalla que se desencadenaba sobre ella
...
- ¡Sigues siendo una tortuga! - gritó el lobo, esquivando el ataque del nun-chako, del guerrero - ¡Por eso fuiste el primero en morir!
- ¡Esta vez, la historia será diferente! - jaló su arma, envolviendo el pie del youkai, atrayéndolo en su dirección
- ¡Koga! ¡HiraiKotsu! - la mujer lanzó su boomerang, el cuál, le arrebató de sus manos el nun-chako, al mismo tiempo en que el lobo caía de espaldas
- ¡Mujer entrometida! - gruñó, retrocediendo
- ¿Estas bien? - se arrodilló a su lado, tomando su arma
- Si, gracias - se puso de pie - ¡Ahora no eres tan fuerte!
- ¡Pruébalo!
El demonio se abalanzó sobre Kyokotsu, entrelazándose nuevamente, en una lucha cuerpo a cuerpo. Mientras, unos metros más adelante, la tensión entre el Miroku y Ginkotsu, iba en aumento
- ¿Qué ocurre monje? ¿Ya no eres tan valiente sin el agujero negro de tu mano?
- La altanería es el tesoro de los mediocres - sonrió
- Hablas demasiado - el sonido de la carga de su arma, provocó que el hombre se tensara - Jjejej ¿Qué te ocurre?
Antes de que pudiese responder, lanzó su ataque, provocando que, de un salto, el hombre cayera estrepitosamente
- ¿Qué? - el lobo volteó
- ¡No te distraigas! - su oponente lo golpeó en el rostro, obligándolo a retroceder
- ¡Excelencia! - corrió a su lado - ¡¿Se encuentra bien?!
- S...si, Sango - se levó, sonriendo levemente - No te preocupes
- Sisisi, al parecer, desean morir juntos - sonrió, recargando su arma
- ¿Sabes? ¡Eras más agradable cuando no hablabas tanto! - lanzó su boomerang, el cual, rápidamente se envolvió en aquella poderosa energía, producto de los venenos que se le habían aplicado en la otra vida
HiraiKotsu chocó contra el arma del guerrero, provocándole unas severas grietas a su alrededor
- ¡Maldición! - realizó un giro, quitándose el boomerang de encima y, sin mediar palabra, volvió a lanzar su ataque
- ¡Sango! - se lanzó sobre ella, cubriéndola, al mismo tiempo en que ella cerraba sus ojos
¡Demonios! Va a matarlos...
Pensó el moreno, dirigiendo sus ojos celestes hacía los humanos
- ¡Tu pelea es conmigo, imbécil!
- ¡Oid! ¡Como fastidias! - comenzó a correr
Kyokotsu tomó su arma, envolviendo las piernas del lobo, provocando su caída
- ¡Quítate! - lo miró
A sus espaldas, el ruido de la explosión, lo dejó completamente sordo, al mismo tiempo en que se cubría la cara y el polvo le dificultaba la visión
- Ja... les advertí, que no se confiaran
¡¿Qué?!
- Excelencia - murmuró, observando al monje, quién se encontraba de rodillas, con un pergamino en su mano, con el cual, había creado un campo de energía
- ¿Estas bien? - la miró por sobre su hombro
- ¡No tienen oportunidad!
En ese momento, los fragmentos, que ambos mantenían en sus armas, comenzaron a palpitar
- ¡Espera Ginkotsu! - gritó el guerrero - Ya es hora - sonrió
- Jaja si si si
- ¡¿De qué demonios están hablando?!
- Supongo que se refieren... - todos voltearon en la dirección de la que provenía aquella voz - A que todo está a punto de terminar
- ¡Kohaku! - la exterminadora se puso de pie, al observar como Onigumo sostenía, en sus brazos, a su pequeño hermano
