Otra aventura congelada
Soy el hermano mayor de ellas y por ende siempre las protegeré, no me importa si son simples personajes de una variación de un cuento hecha película... hay aquellos me llaman príncipe, heredero o hijo, pero se equivocan, soy un muerto, eso es lo que soy y es lo siempre seré, una tortura esperando a ser desatada de odio y maldad sin sentido a quien ose lastimarlas.
Interludio del Capítulo Uno
"Sigo teniendo el mismo rostro"
Mí amanecer nunca cambia, ¿Por qué no lo hace?, Me preguntaba cuando tenía tres años.
El día comenzaba con la misma resonancia de viento golpeando con su invisible choque los grandes ventanales triangulares de mi habitación, haciendo crujir la madera que los rodeaba, sintiendo lo rayos de sol traspasado las costuras de los azafranes de las cortinas de tras de mí saliendo de entre las montañas que siempre estaban nevadas, para luego escuchar el constante aleteo de las aves, el rebuznó de los renos, y el ruido de los pasos de las siento trece personas que caminaban dentro del castillo, mientras esperaba que mis "padres" me despertaran.
Todo el sonido que emitía cada ser vivo era igual, no cambiaba ni siquiera una tonada, sentía que todo esto no era real, como si estuviera presenciando un escenario el cual se repetía una y otra vez, un teatro donde solo yo puedo observar y juzgar.
En aquel entonces no recordaba quien era o quien fui, creí haber muerto, pero no fue así.
Sé que al morir no hay ningún cielo u o algún infierno esperando por mi 'alma', (una manera burda de decirle a su cerebro), y no es por creer en algo o en alguien, sino porque es obvio para mi razón, pero esto...
¿Qué gracia le ven?, ¿Qué tiene de divierto?, Díganmelo.
Me maldije por todo esto; me causaba dolor a mi cerebro solo por existir, mientras crecía le así sentir sufrimiento a mi cuerpo, no importaba, no era alguien de aquí que existiera antes de mí, era yo, mi cuerpo y mi voz. Sentía asco y repulsión por lo que había hecho sin haberme dado cuenta..., había reencarnado, ese maldito sueño lucido no era más que estar dentro del útero una mujer, ¿Cómo podría haberlo sabido...?, No lo sabía.
En ese momento no sabía dónde estaba o el quienes son ellos, pero cuando me di cuenta no podría ni mirarme al espejo era tan asqueroso y aun así me repetir las mismas preguntas una y otra vez...
¿Cómo podré verlos de nuevo a sus caras sin vergüenza, cómo podré llamarlos de nuevo, mamá y papá?
Como siempre lo hacía.
Cuando recordé quien fui, fue en el nacimiento de ella, de quién sería la futura gobernarte de este reino, justo en ese momento cuando realmente empezaba a sentir emociones reales sin tener que fingirlas, justo cuando finalmente los empezaba a verlos como mis verdaderos padres, no me había dado cuenta, pero les mentí sin haber pronunciado una sola silaba, y ese abrumador odio que sentía hacia mí disminuía al pasar de tiempo gracias a la presencia y el amor que desbordaban incondicionalmente hacia mí, pero ellas fueron quienes me salvaron de mi propio rencor, mis pequeñas hermanas, sus tiernas sonrisas y sus hermosos ojos llenos de asombro frente a lo que hacía.
Esos momentos cuales congele en mi memoria para jamás olvidarlos.
Sin embargo, no me había dado cuenta, pero una emoción empezaba a crecer dentro de mí, y así surgió el pensamiento de ese sentimiento y nacieron las palabras que morirán conmigo...
Yo realmente quiero protegerlas.
A medida que ellas crecían el odio de mi propio rencor solía consumirme, pero no se había limitado a solo a mí, sino que se convirtió en el desprecio hacia todos y todas las criaturas existentes, ya sean humanos o animales, sentía un desprecio por sus meras presencias las cuales habitan este plantea, pero mientras ellas, mis hermanas sean felices en este lugar, este planeta seguirá rotando a mi pesar.
Sé lo que digo y se lo que hago, y es por ello por lo que debo de protegerlas...
"Y sé que con el tiempo ellas mismas deberían de aprender, ellas necesitan sentir esas desagradables emociones que las harán sufrir".
O eso era lo que creía cuando recuerdo lo que pensaba en esos años, porque con cada amanecer, atardecer y anochecer que compartía con ellas me hacía sentir emociones que nunca había sentido, nuestras conversaciones sin sentido, sus cálidos abrazos cada tres minutos, y el llamarme "hermano", o la simple precia de ellas me hacían sentir una alegría indescriptible, y eso era suficiente para sentirme completo, y al recordar las escenas de la película y saber que ellas tendrán que sufrir ese maltado aislamiento, el dolor de la perdida, y la carga de la soledad, y el miedo que las perseguirá, pensar eso, la ira se apodera de mí haciendo sangra mis manos.
¿Cómo era posible que crearan tal historia?
Una historia con una felicidad engañosa y haber representado el dolor de ellas de una manera tan insignificante.
¿Y para qué?, ¿Crecer... desarrollo de personaje?
No, eso no va a pasar, ahora yo estoy aquí, y lo que sé que se deba de contar, o si solo son personajes ficticios, no me importa, lo único que quiero es protegerlas, ese ahora es mi deber como su hermano mayor.
Los pasillos de este castillo parecían jamás terminar.
Mientras caminaba hacia mi habitación que comparto con mis hermanas... y algo me dice que dentro de poco pediré una audiencia con la reina sobre esto, en fin. Recorría le extenso pasillo del castillo en el que había nacido hace doce años, sin haberlo pedido o haberlo imaginado, recordando y memorizando sus rincones que se veían y escondían, los azafranes que me rodeaban y adornaban este lugar, los había colocado en mi palacio mental.
¿Por qué lo hacía...? Simple, planeo destruir este castillo por completo.
Sin hacer ningún ruido entro a la habitación, ellas juegan como cualquier otra noche, pero esta noche la cual he esperado durante una década será en la que mis hermanas dejaran de ser ellas mismas. Sin embargo, no dejare que eso suceda, hoy lo voy a cambiar todo, ellas no se lastimaran, ni las harán olvidar, y sí todo eso falla, huiré con ellas, nos iremos de este lugar haciendo un socavón de este castillo.
La luz de la luna cae sobre las hojas del libro que leo, y a algunos metros escuchó el sonido que viaja de los pasos que daban al caminar y empiezo a contar.
En tres, dos, uno...
"Anna, Elsa", La voz de mi padre.
Y luego la de mi madre. "Hora de dormir", se hacen presentes.
Perdóneme, pero no dejare que las hagan sufrir al quererlas proteger, ustedes que me han amado incondicionalmente, pero no puedo dejar que eso suceda, aislaras, privarlas de su felicidad y libertad por culpa de esa desagradable e insufrible emoción que ha caracterizado a esta especie... con solo imaginar sus rostros sintiendo eso gracias a ellos, lo lamento padre, madre y a ustedes seres que son irrelevantes, pero están aquí, no dejare que les hagan algún daño, y sí debo de mentirles o ser tan deshonestó como pueda serlo lo seré, lo único que quiero es protegerlas.
Las observo jugar como siempre lo hacía, en silencio, y sin embargo ambas me voltean a ver y sonríen, y es cuando pienso que ellas vivirán en este mundo, un mundo donde el miedo y la soledad sean solo palabras y no existan, uno en donde solamente conocerán este rostro, el rostro que las ha amado y defendido de los incontables monstros debajo de la cama...
Su amable y amoroso... hermano mayor.
"¡Oh, oh!, El hechizo malvado del goblin atrapo a la princesa, ¡Elsa corre!, ¡Has un príncipe!, Que sea elegante, ¡Hay no!, También atrapo al príncipe. 'No me asusta el peligro cuando hay amor', ¡Muah, muah, muah!"
Los movimiento y diálogos de Anna son correctos, se lo que sedera a cada minuto ya que lo he memorizado por completo, y sé que es lo que cambiara en unos momentos...
"¡Hugh!, Anna, lo besos no salvaran el bosque, ¡Las hadas perdidas gritan!, Oye, ¿Cómo hace una jirafa?"
"¿Hum?"
...Y mientras esperaba que mi padre entrara a la habitación fingía leer recostado en mi cama viendo hacia la puerta, y por un momento mis ojos fueron iluminados por el brillo que reflejaba la luna haciendo invisibles las letras levemente sigo viendo las hojas en blanco del libro y escucho la voz de la primera mujer que conocí.
"Creí que ya estabas dormido cariño, ¿Así qué es lo que lees, chico travieso?"
El sonido de su voz helo mi sangre, ni siquiera sentí su presencia.
Se que algo cambiaria, pero no de esta manera y sin verla sabía que su pregunta mostraba un interés genuino, y lentamente mis ojos ven hacia los suyos y veo a la mujer más amable que he conocido en mi existencia, aquella que siempre me había sido tan cuidadosa conmigo, como si me estuviera protegiendo de todo a mi alrededor, siempre preocupándose por mi bienestar de una manera sobreprotectora, el amor incondicional y dedicación hacia mí era evidente, e incluso desde que había nacido, ella mi madre, Iduna.
En pienso a formular alguna respuesta desesperadamente en mi mente para contestarle, nuestros ojos jamás rompieron el contacto visual, su mirada siempre me hacía sentir como si estuviera dentro de un glasear.
Y en un momento recuerdo como había llegado aquí.
Parecía un sueño lucido, uno en donde lo único que veía era un mar negro interminable hasta que la luz resplandeció como una estrella agonizante, y así la realidad se había distorsionado con mi presencia y las ondas del sonido emergía de los seres que estaban ahí, podía escucharlo todo, incluso la sincronización de los átomos y moléculas moviéndose, y luego los gritos de una mujer y la suplica de un hombre se hicieron presentes hablando, y repitiendo las mismas palabras.
¿Por qué no llora?
Termino de recordar y encuentro la respuesta correcta para contestarle.
"Nada interesante ma", respondo. "Es solo un nuevo autor danés." Continúo hablando.
Y al contestarle me ve con sorpresa y luego sonríe con nostalgia.
Mientras contenía mi respiración y al abrir mis ojos con lentitud pude ver con claridad todo lo que me rodeaba, la traslación, rotación y la vibración, de la manta acobijándome, rodeándome y consigo los brazos cálidos de una mujer al igual que su llanto con sus continuas palabras pidiendo perdón una y otra vez.
Yo era el único que podía escucharla y sentir su tristeza.
"¿Me lo recomendarías?", Me pregunta, mientras envuelve sus brazos en mí, acostándose a mi lado.
Lentamente acariciaba mi rostro, y el lamento que desprendía su ser se había detenido al igual que sus lágrimas que goteaban de sus ojos azules oscuros los cuales reflejan mi rostro.
"No mamá, es demasiado melodramático..." contesto después de un momento de vernos.
"¿No todos lo son?", Me responde inclinando su cabeza con la mía.
Entre cierro el libro y ambos observamos a mis hermanas jugando, ah...
"Ya no importa, ¡Despiertan a la reina!, ¡Ella rompe el hechizo y salva a todo el mundo!", Gita Elsa.
Seguida por Anna. "Y después, ¡Todos se cazan!"
...Ah lo que sea que estén jugando.
Sus 'diálogos' fueron iguales no cambiaron en absoluto, y sé muy bien que esto no debería de suceder así, pero eso ya me da igual, ya había creado cientos de escenarios en mi subconsciente en este día hace cuatro años en los que imaginaba variaciones de cada posible futuro, y ese me llevo a observar a mis padres.
Ellos reían y jugaban con Elsa, como siempre lo hacían... y eso me hiso sentir repulsión por lo que le había hecho al quererla 'proteger', aislarla de todo y obligarla a reprimir sus emociones.
"No has de abrir tu corazón..."
Hablo él en esas escenas tan desagradables.
Cuando recordé esas malditas palabras ni siquiera podía verlo a los ojos.
En el momento en el que siento su presencia acercase a la habitación, cierro el libro por completo con lentitud al igual que mis ojos al acercarme y acobijarme junto a mi madre... aun debo de actuar como un niño para ella, se lo debo.
Entra a la habitación sosteniendo esa vela.
"¿Juegan en el bosque?", Les pregunta a Elsa y a Anna
Esa pregunta que había estado esperando durante los últimos años, aunque en realidad esperaba que dijera algo más.
"¡Síp!, Un bosque encantado, el príncipe y la princesa, ¡Pum!", Menciono Anna.
"Bueno el bosque encantado que visite no era como ese", contestó.
"¿Un bosque encantado de verdad?", Pregunta Elsa asombrada, "¿Escuchaste hermano?", Me hablaba con entusiasmó mientras esperaba una afirmación mía sobre si era real o no lo que decía nuestro padre.
A veces me asusta que ella tome mi palabra como la verdad absoluta, pero inconscientemente lo quería así.
Siempre me preguntaba lo mismo, ¿Seré un buen hermano?, La angustia me carcomía constantemente sobre qué es lo que debía de hacer para evitar que mis hermanas no sufrieran de ninguna forma, sé que él realmente es un gran padre, sin embargo, por desgracia también es un gobernarte.
"¿Qué tú que?", Anna responde con una pregunta y una adorable confusión.
"Lo hice, una vez.", Responde solamente.
Esperaba el regaño de Anna hacia a él por no haberles contado esa historia, hasta que... me grita a mí.
"¡Aja!, Ves hermano te dijimos que era verdad, si existe", me decía, pero yo ya estaba fingiendo dormir, hasta que vuelve hablar, "¡No, espera!, ¡Mamá!, Despiértalo, siempre que nos cuentan historias se duerme, y luego yo y Elsa se las contamos y no nos cree."
Sí... es cierto, trate de disuadirlas de tales existencias fantasiosas, incluso trate de hipnotizarlas para hacerlas olvidar, pero siempre había algo que me lo impedía, porque mientras que Elsa crecía también lo hacia su manipulación de hielo, y la razón de mi pregunta era, ¿Cuál era la razón de su 'magia'?, Para así tal vez degradarlo a un simple sueño, pero no había una razón de su existencia.
¿Y porque no la había?, Porque nunca la hubo.
Mientras recordaba eso, por el rabillo de mis ojos veo como una niña de no menos de un metro treinta venía hacia mí, decidía a despertarme, y escucho la voz de mi madre.
"Anna, cuantas veces te he dicho que dejes dormir a tu hermano, debe estar casado por sus deberes", una larga pausa se hace sonora en silencio hasta que vuelve hablar. "Agnarr, ¿Crees que es prudente?, Ya es tiempo..."
Siento como su mirada cae en mí, a la última de sus palabras.
"Es el momento justo", le contesta.
Otra gran pausa se hace presente por unos segundos. "...Bien... vejan y acorrúquense junto a su hermano", les dice mientras se levanta lentamente para no 'despertarme'. "Tal vez pueda escuchar la historia otra vez...", les decía mi madre, y así ambas niñas burlonamente ríen como si estuvieran haciendo una travesura, y es porque lo están haciendo.
"¡Sí!", Grita Anna silenciosamente saltado a mi cama.
"Con cuidado Anna o lo despertaras", susurra Elsa antes de recargar su cabeza en mi hombro.
Después siento a Anna inclinarse encima de mí y susurra las palabras que me había atemorizado hace años.
"Después hacemos un muñeco de nieve."
Murmullos y risas después mi padre las interrumpe.
"Sí se tranquilizan y escuchan. Bien... fuera del reino en el norte más lejano se hallaba un antiguo y muy encantado bosque, pero su magia no venía de goblins con hechizos y hadas perdidas, era protegido por los espíritus más poderosos de todos, los de aire, el fuego, el agua y la tierra..."
Mi descanso solo duraría cinco minutos y veinte tres segundos hasta que él termine su historia, y así en la última oración deje de poner atención y mientras fingía dormir el sueño se volvió realidad sumergiéndome en mi subconsciente recordando cuando aún no sabía quién era.
Hace cuatro años...
Aún recuerdo cuando él me contaba sus historias sobre las aventuras, y al terminar la voz de mi madre cantándome mientras dormía, aun lo recuerdo, y el cómo fue que llegué aquí sin saber quién era o quien fui, era una hoja en blanco después de haber nacido... otra vez, aun así, lo único que sabia es que había reencarnado, pero no sabía, ¿Cómo o por qué?, Vivía en alguna parte de Noruega en la era media después del Renacimiento, en un reino llamado Arendelle con mis padres los cuales eran tan amorosos que sentía en ocasiones que podía sonreír de forma diferente, real.
Una cosa que no me gustaba mencionar era el hecho de ser un príncipe... la agotaría, soberbia, orgullo, entre otras objetivos similares que sé necesitan para este labor no me eran fáciles de sentir, después de todo soy alguien que pueda sentir grandes fluctuaciones de emociones, la felicidad, tristeza, el odio... amor, puedo sentirlo, pero no como la mayoría lo hacen, pero a medida que pasaba el tiempo era capaz de sonreír, bromar, reír y sentir cariño genuino por ellos, sin embargo al pasar de ese tiempo me hacía preguntas y una de ellas era sobre el nombre de esta nación del porque me sonaba tan familiar, pero por mucho que lo intentara no lo recordaba hasta la noche en la que mi hermana nació, antes de eso mi memoria me impedía recordar, era un dolor extenuante en mi cerebro, y como si de una nube se tratase desapareció fuera de mi mente y fuera de mi curiosidad.
Los meses habían pasado con normalidad hasta que en una noche nevada y cuyo cielo estaba perfectamente alineado mi madre dio a luz una niña, el parto no presento ningún problema fue lo que le dijo la ama de llaves a mi padre, minutos después mi madre pidió vernos, y al entrar la vi ser rodeada por algunas mucamas, (ocho), que murmuran entre sí, ella sonreía con algunas lágrimas secas en sus mejillas, mientras sostenía a la recién nacida en sus brazos, al observarla podía ver atreves de su cuerpo, sus músculos, órganos, y huesos... su agotamiento y el cansancio se apoderaba de su cuerpo, apresuradamente mi padre va hacia a ella, un momento después me ve con delicadeza y me pide acercarme.
"Cariño, ven acércate", y con lentitud me habla. "Mira ella es tu hermana, su nombre es Elsa, sé que todavía eres pequeño para entender esto, pero prométeme que ceras un buen hermano mayor, ¿De acuerdo, mi niño?"
Asentí con inocencia por sus palabras, sujetado el papel de niño, pero aun así sentía emoción y curiosidad real, ya no tenía necesidad de fingir, y en el momento en el que se empieza a mover cuidadosamente hacia mí para que la pudiera verla, recordé lo que significaba su nombre al susúrralo en mi mente y al instante los recuerdos que creí a ver olvidado volvieron a mí.
"¡Porque no llegaste a tiempo!, ¡Tu único que tenías que hacer era quedarte!"
Me gritaba una mujer, su voz hacia resonar mis células en cada rincón de mi memoria, sus palabras desprendían toda clase de emociones, sus ojos seguían derramando lágrimas, pero no lograba recordar quien era ella, su lamento que sentía crecía, era una mezcla de ira, dolor, resentimiento, tristeza... y amor.
"Lo lamento", era mi voz pidiendo perdón.
"Reina Elsa de Arendelle."
"Era cuidarnos", ella de nuevo.
¿Cuidarnos?, ¿A quiénes?
El eco sonoro de esas palabras se apodero de mi cerebro.
"¡Reina Elsa de Arendelle!"
"Perdóname", de nuevo yo.
El agudo dolor en mis oídos era ensordecedor de voces y aplausos que inundaban mi ser, el dolor venía de los tejidos de mis dos hemisferios haciendo resonar las células de todo mi cuerpo.
"¡Viva la reina!"
"¡No!, ¡Detente!, No es su culpa", otra voz, de otra mujer.
Voces ahogaban mi mente en aplausos uno tras otro...
"¡Que viva la reina!"
Intente aférrame a los recuerdos que surgían de mi mente, pero fueron fugases imagines, emociones desordenadas, mientras el sonido de esos aplausos crecía con más intensidad sin parar, y mi cerebro comenzaba a crear recuerdos, uno diferente del otro y al mismo tiempo una memoria se entrelazaba con la mía haciendo desvanecer el sonido en murmullos, fue en ese memento en el que recordé mi historia, y fue como si alguien más habitara mi mente.
Ni siquiera recuerdo cuantos segundos fueron los que pasaron y un momento después sentí a mi padre sostenerme y escuchar la voz de mi madre preocupada por lo sucedido...
Me había desmayado sin siquiera darme cuenta, y al abrir los ojos algunas ventanas a mi alrededor eran meros cristales astillados mientras el cielo que antes de cerrar los ojos estaba en un mar de estrellas se había convertido en un cielo cubierto por densas nubes no dejándome ver ningún rastro de luz. Después de que un médico me revisara, mi padre salió fuera del castillo con algunos guardias yendo a buscar algunas plantas medicinales, resulto que me había hiperventilado, pero aun así mi madre con angustia me pidió quedarme con ella para verificar mi salud durante la noche, pero la disuadí de tal idea al recordarle que jamás me había enfermado o a verme contagiado de un simple refriado, fue escéptica, pero al final lo acepto, y aun así ella no me dejaba ir envolviéndome en su chalina, y me pregunta susurrándome al oído.
"¿Confías en mi verdad cariño?" Ella me pegunta sin aparatar su mirada.
Su voz inquisitiva reflejaba su preocupación, el dolor y el miedo que sentía, pero no podía dejar de caer mi mascara de niño y le tuve que mentir, una vez más.
"Si mamá." Le había contestado
Mientras ella me abrazaba rodeándome con sus brazos, y en el momento en el que volteo a mirar a la dirección de la luna la cual seguía sin ser vista disperso las nubes moviendo mis dedos dejando su brillo caer en nosotros.
"Siempre estaré aquí para ti, mi pequeño" termino de hablarme sujetándome con más fuerza.
Espero que me haya creído.
Y ahí en esa habitación con mi madre fue dónde sentí, ira, hacia lo que fuera que me trajo aquí, cuando comenzaba a sentir y no tenía necesidad de fingir, cuando ya los veía como mis padres... cuando ya había aceptado todo esto, y ahora debía de cargar con lo que sucedería, sus muertes, el aislamiento de ellas, y ese bosque encantado, y así una marcara de alegría se levantaba en mi rostro y las palabras que una vez fueron reales se volvieron mentiras.
No podía dejar que nadie viera lo que pensaba, o lo que sentía.
Aun así, una infinidad de preguntas surgieron, ¿Qué tengo que hacer?, ¿Qué podía hacer?, Me preguntaba día tras día recordando en más mínimo detalle se lo sucedido en mi mente e imaginaba los posibles escenarios en los que mis padres y mis hermanas no tengan que sufrir.
Los años pasaron y con ellos Anna nació.
"Hermano..." Me hablaba Elsa, "¿Qué crees que será, niño o niña?", Me preguntaba mientras esperábamos tomados de la mano.
En ese día en el que el sol estaba en su punto más alto, bastante conveniente, había nacido esa pequeña niña que siempre sonreía, seguía sosteniendo la mano de mi hermana y en la que podía ver el rojo en su piel 'tan blanca como la nieve'.
"Niña", había contestado aquella vez, voltea a mirarme y aprieta mi mamo con un poco más de fuerza que antes.
Ellas son inocentes de todo esto, no podía de dejar de pensar ese hecho, simplemente ellas no merecen vivir cómo lo iban hacer, y como lo retrataban en esas animaciones ellas eran inseparables, pero con mi existencia aquí, eso cambio un poco, cada vez que caminábamos juntos por los palillos del catillo, Elsa siempre me tomaba de la mano derecha guardando silencio y Anna tomando mi brazo izquierdo intentado escalarlo mientras hacia una infinidad de preguntas.
"Anna, por favor deja de molestar a nuestro hermano", menciono Elsa algo irritada.
Les había contado el cuento de Romeo y Julieta, obviamente excluyendo algunas partes y mejorando su patética trama, y ahora que lo recuerdo y lo pienso con detenimiento... ¿Habrá sido buena idea contárselo a Anna?
"¡¿Entonces se casaron y vivieron felices para siempre?¡", Me pregunta Anna, por... ¿Octava vez?
Me detuve haciéndolas parar a lo que Elsa me ven confundida y volteo a mirar a Anna y le doy un pequeño golpe en su frente.
"¡Auch!, ¡Hermano!, ¡Deja de hacer eso! ¡¿Qué pasa si mi frente sigue creciendo?!, Como mamá dice", menciono Anna sobándose la frente creyendo que así el dolor desaparecería.
"Lo dejare de hacer cuando puedas esquivar mi dedo todopoderoso", declare puliendo mi dedo en mi abrigo.
"Tú te lo buscaste Anna", dijo Elsa entonando su voz ocultando su risa.
Después de esa pequeña conversación me arrodillo a la altura de Anna, y la tomó de sus hombros. "Escucha Anna, amar no es de un día al otro, es un poco más complejo que eso, entiendes", había dicho con algo de molestia.
Elsa me mira tal vez comprendido lo que dije, pero Anna me veía con confusión y con suma confianza me afirma lo que había temido aquella vez.
"Pero, y si se trata de amor verdadero."
Porque no me sorprende... tal vez sea esa su naturaleza.
Después de mi vigilia.
Luego de haber recordado esos momentos en mi memoria salgo de mi ensoñación al sonido de la voz de Anna.
"Elsa, pis, Elsa. Despierta, mamá y papá ya se fueron y nuestro hermano no se va a despertar si no hacemos mucho ruido", decía Anna susurrando.
Unos segundos después Elsa contesta somnolienta. "Anna, duérmete si... ¿Ya olvidaste la última vez que lo despertamos por accidente?, Además debemos levantarnos temprano."
Una larga pausa hay y creo que Anna esta recordado ese momento, admito que yo también me siento nostálgico.
"Sí, da más miedo que papá... pero no quiero dormir. El cielo despertó y yo también, ahora debemos jugar", contesta y esas palabras me hacen sentir calma.
Mientras ellas crean que eso es el miedo todo estará bien, un simple regaño será lo único que conocerán a comparación del terror que habían tenido que pasar.
"Sí, pues ve a jugar tu sola entonces." Elsa le decía mientras veía como la empujaba fuera de su cama.
Pero aun así Anna no se rundía y hablo...
"Y si... hacemos un muñeco."
...Y dijo eso.
A lo que ambas niñas salen de la habitación, serrando la puerta con, y lentitud me levanto de mi cama y me siento recordando la primera vez que me preguntaron si quería hacer un muñeco de nieve con ellas, aquel día los gritos de Anna resonaban en el catillo llamándome mientras que Elsa le pedía guarda silencio, a lo que yo me sumergía en las hojas de los libros en los cuales refugiaba mi información de lo que iba hacer, aun podía oír sus voces en mi memoria inundado mi subconsciente en la que aun continuaba viviendo sin ninguna preocupación.
Era un día soleado como cualquier otro, me encontraba descansando de mis deberes 'reales', en la biblioteca leyendo los libros, sin embargo, no me interesaba lo que decía, solo los usaba como base para recordar que era lo que haría, había estado ignorando los gritos de Anna buscándome y veo a Elsa enfrente de mí.
"Hermano nos preguntábamos Anna y yo, si querrías...", me hablaba con una voz tímida.
Ella siempre pretendía ser más 'madura' cuando yo estaba con ella.
"Hacer un muñeco de nieve con nosotras", saltaba Anna de tras de ella interrumpiéndola.
"Claro pequeñas", contesto devolviendo el libro al estante, y al volverlas a mirar veo como ambas hinchan sus mejillas.
Era simplemente adorable.
"Hermano ya no soy tan pequeña", me había dicho Elsa avergonzada.
"Elsa tiene razón hermano, ¡Ya no somos tan pequeñas!", me gritaba Anna contestándome, poniendo sus manos en su pequeña cintura.
"Sin embargo, siempre lo serán para mí", les contesto firmemente.
El sonido de mi voz fue suficiente para terminar la conversación, sus miradas aun las veía en mi mente, esos momentos tan bellos, y si soy sincero no quiero que desaparezcan, pero para mí desgracia tendré que cambiarlos.
Descuiden pequeñas, yo me hare cargo de todo e incluso si debo de morir, de igual forma yo nunca debí de a ver existido.
Se que mi padre y mi madre son buenos padres, pero sé que el miedo de arrebatarles el trono los llevo a esconder a Elsa, para ellos fue más importante este reino que su hija, lo cual puedo entender, pero a mí eso no me interesa en lo más mínimo la existencia de esos humanos. Termino de recordar esos momentos y me levanto de mi cama, camino y cada paso que doy comienzo a respirar lo más rápido que puedo y poco a poco siento mi sangre calentarse dentro de mi cuerpo, y lo hacía porque en una de esas tantas noches en las que no dormía llegue a una conclusión.
Debo de ser yo quien reciba el impacto, así Elsa tendrá que ser más responsable y cuidadosa al utilizar su 'magia'.
Era simple, lo único que debía de hacer era expandir mi capacidad pulmonar, y eso haría que mi circulación sanguínea suba, y así la temperatura corporal de mi cuerpo superara los cuarenta grados haciendo que el hielo se evapore antes de llegar a mi corazón, antes de llegar a las escaleras los copos de nieve cuales hacían suspendidos en la superficie se derretían con mi presencia, y aun así estando legos podía escuchar la voz de Elsa hablando por el muñeco de nieve, mientras Anna reía, y antes de entrar al salón, espero ese momento.
"¿Lista?", Pregunta Elsa entusiasmada.
"¡Atrápame!", Responde Anna con tanta alegría en su voz.
"Te tengo", contesta Elsa.
"Otro", decía Anna.
"¡Espera!", Grita Elsa. Los sonidos de alegría y cinco palabras fueron suficientes para sepáralas, "¡Anna!", Fue lo último que dijo, y en ese preciso instante entro corriendo al salón y salto de entre los pilares de nieve y cubro a Anna con mi cuerpo recibiendo el impacto en mi espalda sentí la columna congelándose, pero no importaba era consiente te todos mis órganos y podía moverlos a mi voluntad y aun así el hielo los entumecía.
Al parecer mi hermana Elsa es la única que verdaderamente puede dañar mi cuerpo físico, sin embargo, mi cuerpo ya había superado los cuarenta grados derritiendo el hielo.
"¡Sí!, ¡Otra vez!", Anna gritaba al lado de mi oído.
No deje que se diera cuenta de lo sucedido, aun la seguía abrasando mientras estaba enterrado en la nieve.
El hielo ya había congelado gran parte de mis arterias trapazado mi columna dorsal y lumbar viajando así a la cervical, sentía como mis pulmones se enfriaban a un ritmo acelerado, pero como lo había predicho el hielo se había evaporado antes de llegar a mi corazón.
Por la frecuencia del sonido de sus lágrimas cayendo al suelo congelándose podía sentir a Elsa acercándose, "¡No, no, no!, ¡Hermano!", Gritaba con desesperación llamándome. "Anna llama a mamá y papá."
Sentía su miedo mientras corría hacia mí... no quiero volverla haber así.
"¿Qué por qué?", Pregunta Anna confundía a un al lado mío.
"¡Solo hazlo!, Por favor...", respondió Elsa débilmente.
Y lentamente me levanto de entre la nieve inclinando mi brazo al suelo, era la primera vez que realmente sentía fatiga, veo a Elsa llorando a centímetros de mi sin querer tocarme y a Anna confundida a un lado mío... acaricio la mejilla de la niña llorando sin querer verme.
"Elsa, mírame estoy bien", ella voltea a mirar con asombro sin creer lo que veía. Tomo su mano y la aplasto en mi pecho. "Ves, no está frio."
"Pero, p-pero", su voz se quebraba al hablar, "te hice daño, lo s-siento no quería, y-yo...",
Y antes de que siguiera hablando hago que mis palabras suenen en su subconsciente, sin que ella se dé cuenta. "Elsa tu... nunca me harás ningún daño, ¿Entiendes?"
Su cuerpo temblaba y contesta aun sollozando. "S-sí."
"Hermano..." habla Anna a lo que yo y Elsa la vemos. "Sí querías jugar con nosotras nos lo hubieras dicho.", nos dice.
Bien... "¿No quieren ir por un chocolate caliente?, Yo se los preparo."
"¡Sí!, ¡Tú haces el mejor chocolate caliente!", Contesto Anna, "¿Pero?, ¿Mama y papa no se molestarán?"
"Sera nuestro secreto", dije mientras sujetaba la mano de Elsa.
Esto jamás se sabrá... por nadie.
Al terminar su chocolate caliente y yo mi té, fuimos a nuestra habitación, y como costumbre Anna salta a su cama, mientras yo llevaba a Elsa a la suya, pero aún me seguía tomando de la mano sin quererla soltar.
"¿Quieren que les cuente un cuento?", Les pregunto a lo que Anna saltado responde con un, ¡Sí!, mientras que Elsa asentía, así que las tomo a ambas cargándolas, llevándolas a mi cama acomodándolas en mis brazos y así comienzo el cuento. "Bien, érase una vez tres infantes un niño y dos niñas...", comencé.
"¿Eran hermanos?", Me pregunta Anna interrumpiéndome, mientras cabeceaba con mi hombro.
"¿Quieres que sean hermanos?", Le pregunto a lo que ella me contesto inclinando su cabeza en respuesta. "Los tres hermanos vivían en un castillo abandonado, el niño y sus hermanas quienes eran inseparables representaban un símbolo... un como de nieve y un girasol, y así...
"¿Y el niño?, Me pregunta Elsa quien siempre había escuchado todas mis historias en silencio.
Esta era la primera vez que me preguntaba algo sobre lo que le contaba, busco sus ojos y el silencio invadió la habitación. "Nada", contesto con voz baja.
"¿Por qué?", Anna me pregunta mientras acariciaba su nariz con la curiosidad que siempre la rodeaba.
"El niño no podía representar nada", comencé a explicarles lo que sucedería, no hoy, ni tampoco mañana, pero muy pronto. "Y no es porque él no podía, sino es porque él no querría hacerlo, él no era digno de hacerlo..."
Mi voz en volvía a la habitación resonando en las paredes, relatando lo que sucederá con mi constante habla en verso sin entonar ninguna silaba, contándoles que yo sería ese niño aquel que protegerá a sus hermanas tragándose a los monstruos que los rodean dentro y fuera del catillo en el que vivían, castigando todo ser que intente hacerles daño.
Matare a quien intente lastimaras, no importa cuantos sean o quienes sean, ellos morirán por mi mano convirtiéndolos en sal.
Y así comienzo nuestro cuento.
