Capítulo 41

El leve chirriar de los frenos de la camioneta de Rust quebró el silencio de la madrugada de aquel miércoles ya terminado, haciendo que el vehículo se detuviera ante la puerta de casa de Sally.

Había sido una noche extraña para todos por diferentes motivos, pero al menos habían obtenido datos importantes para con el caso.

La pareja había ido de nuevo al puticlub de Lafayette tras que la chica hubiera salido del trabajo a media noche, tratando de buscar nueva información gracias al retrato robot del sospechoso principal. Ciertamente no pudieron obtener demasiadas cosas nuevas, ya que debían ser discretos para no meter en un lío al inspector del caso, con lo que tuvieron que contentarse con volver sobre las antiguas testigos. La recompensa fue grande cuando varias afirmaron que aquel era el tipo de la camioneta negra, con quien su compañera había estado.

Por otro lado, Sally aún continuaba pensando en aquel rostro duro, no recordando de qué podría sonarle, algo que estaba atormentándola constantemente, cada vez con más fuerza. No obstante, que otra cosa que no fuera Cohle obsesionara su mente, también la había aliviado, aunque estar con él era una tortura insoportable.

Tras unos breves segundos, la morena giró su rostro para contemplar al hombre, quien dejó sus pensamientos a un lado al escucharla hablar con algo de duda en el tono.

-Mañana no trabajamos ninguno. ¿Quieres pasar? No tengo alcohol, pero sí un montón de tabaco. -Agregó con una tenue sonrisa, disimulando que escudriñaba el rostro indescifrable de él.

Rust tomó aire de forma discreta, contemplando el exterior en penumbra mientras pensaba en toda aquella situación. Ambos sabían perfectamente lo que ocurría, y habían estado ignorando al cerebro, dejándose llevar por los impulsos.

-Creo que esto que estamos haciendo se nos está yendo de las manos, Sally. Deberías ser inteligente y pasar de mí de una vez. -El rubio hizo una leve pausa, mirándola para continuar, tratando de no sonar borde. -No sé si creerás que puedes llegar a cambiarme o algo así, pero aunque se diera el remoto caso de que pudieras hacer algo con eso, no soy bueno para nadie; hago infelices a los que me rodean, eso no va a cambiar, porque está en mi naturaleza.

Tras un sonoro suspiro, la mujer se centró en sus ojos, hablando con total sinceridad, más segura de lo que habría apostado poder estar ante aquella conversación.

-Mira, aunque creas que no, soy muy consciente de todo también. Entiendo que no quieras tener una relación, que quieras seguir en soledad a pesar de que eso por dentro te vaya destruyendo, incluso que quieras autocastigarte para siempre porque has vivido así mucho tiempo y lo que te pasó es muy jodido. Sé que pase lo que pase la que tiene todas las papeletas para salir jodida soy yo, Rust, pero no puedo negar la realidad, ni controlar lo que siento. No había conectado con alguien así nunca, me gusta todo de ti, y quiero ayudarte, porque sé que quieres dejar de sufrir de una puta vez, aunque no lo digas abiertamente. No puedo alejarme ni dar marcha atrás porque me he enamorado de ti, joder, y lo sabes perfectamente. Yo ya he hablado francamente, ahora te toca a ti poner las cartas sobre la mesa, y necesito que lo hagas, por favor. Sé sincero sobre que sientes y piensas, porque todo esto me está matando. Yo… no sé qué pensar, y si he continuado adelante es porque me sigues el rollo, y me has manifestado muchas veces que estás bien cuando estamos juntos.

-Sí, eso es verdad, y contradice lo que te digo, lo sé. He jodido a gente del pasado por mi modo de ser, Sally, nunca ha salido bien con ninguna, y es por mí. No quiero seguir haciendo eso, viviendo en el engaño hasta que ellas daban el paso y finalmente rompían al darse por vencidas; no quiero hacerte eso a ti también. Ojalá pudiera decirte que las cosas podrían ser diferentes contigo, pero ninguno de los dos podemos ser ingenuos hasta tal punto. -El hombre tomó aire mientras ella asentía en aquel breve silencio, roto tras la exhalación de Cohle. -Pero, a pesar de todo lo que acabo de decir, no puedo negar lo que tú misma notas, y es por lo que acabo enrollándome contigo, contradiciéndome. Me siento bien contigo, me haces ver cosas desde otros puntos de vista que necesito ver. Estoy bien a tu lado, cuando estamos juntos, y me gustas en muchos sentidos, Sally; incluso he llegado a sentir cosas que me desconciertan y pensé que nunca volvería a sentir. Esa es toda la verdad.

-Gracias por tu sinceridad… aunque más o menos había deducido lo que me has dicho, no te voy a engañar. -Se mofó, quitándole gravedad al asunto.

-Eres lista, no esperaba menos.

La mujer desdibujó su sonrisa al carraspear y ponerse seria, hablando de nuevo.

-Rust, ya te lo dije; sé cómo eres y lo entiendo, y estoy aquí igualmente aún sabiendo que las cosas pueden no ser como yo quisiera, o necesite; incluso a pesar de que tú no llegues a quererme, y espere más de lo que puedas darme. Esto ya descarriló hace tiempo para mí, no puedo pararlo… te quiero. Y, sinceramente, aunque pueda parecer triste y patético, si los dos estamos bien con este rollo que llevamos, que le den a pensar y catalogar nada; sigamos adelante haciendo lo que nos haga sentir bien hasta que dure.

Ambos se contemplaron fijamente en aquel nuevo silencio, en el cual la mujer temió que el frenético latir de su corazón se escuchara. Rust finalmente tomó la palabra, haciendo que ella sintiera que aquel bombeo se detenía en seco cuando le dijo que le parecía bien, contemplándola de un modo que no pudo resistir.

Acto seguido, Sally rompió la corta distancia que los unía y besó al hombre en los labios con pasión, la cual fue respondida al instante por el camarero. Tan solo un par de minutos después, la mujer se había colocado sobre el expolicía.

-¿Vamos dentro? -Susurró Rust cuando se separaron para respirar, haciendo que Sally asintiera y pasara a su asiento, para salir ambos del coche velozmente.

Apenas el hombre hubo guardado en su bolsillo las llaves de la camioneta cuando la camarera llegó hasta él, volviendo a buscar sus labios con fervor mientras se encaminaban hasta la puerta de la casa.

La morena tuvo que hacer un esfuerzo para centrarse y abrir la puerta mientras sentía los labios de Cohle en su cuello, a la par que una de sus manos ascendiendo hacia su pecho por debajo de la camiseta.

-¿Quieres que abra?

-No, ya está. -Respondió al susurro del hombre en cuanto la puerta cedió, girándose para poder abrazarse al cuello del rubio y entrar en el hogar.

Sin esperar un segundo, Sally tiró las llaves al sofá para tener las manos libres, comenzando a desnudar a Rust a la par que lo guiaba hacia su dormitorio. Él comenzó a imitarla velozmente, recorriendo la anatomía desnuda de ella sin abandonar aquel deje de ansia que ambos compartían.

Entregados a un deseo total, la pareja cayó en la cama del cuarto, tratando de deshacerse de la ropa interior, aquello que ya solo les quedaba puesto.

Rust abandonó el pecho de la mujer, bajando con sus labios por su vientre mientras agarraba la última prenda y se deshacía de ella, buscando nuevamente la boca de la camarera, quien no le concedió mucho tiempo y pasó a cambiar sus posiciones.

-Sally…

El susurro de advertencia de Cohle ante el movimiento de la camarera sobre él, hizo que ella se inclinara levemente hacia un lado, sacando torpemente del cajón de la mesilla una caja de preservativos.

-Estaba claro que íbamos a seguir acostándonos. Ninguno de los dos podríamos ser tan ingenuos. -Comento con sorna Sally, entrecortadamente, cuando abandonaba la boca del rubio.

Él no pudo más que darle la razón con un monosílabo, a la par que se ponía uno de los profilácticos antes de volver a la pasión desmedida de aquel encuentro, notando como la morena luchaba por no clavar sus uñas en su espalda cuando comenzó a penetrarla.