El rubió levantó la mirada, algo incómodo por la reciente pregunta.

- Respondé niño y no dejes de masajear mí pie - Mencionó golpeando levemente con su bastón la mano de esté, provocándole un pequeño dolor..

- Disculpé, no entiendo por "Intenciones", estamos en una relación y juntos nos esforzamos por qué sea bueno de cierta forma - Exclamó en lo que la mujer le hacía soltar esté pié para qué tomará el otro, con la idea de recibir un masaje en este también..

- Los años que tengo no son en vano, lo qué tengo de conocimiento lo tengo de vieja, a mí no me engañas, hoy en día los chicos siguen extrañas modas sólo por llamar la atención - El rubió suspiró en lo qué continuaba con lo suyo, pero cierto comentario no pudo evitar hacerlo sentir disgustado - La única razón por la qué estás en mí casa, es por qué ni querido nieto me lo pidió, pero no creas que eres bienvenido... Ahora puedes soltar mí pie y dejar de llamar la atención, niño insolente - Está trató de retirar su pie, pero el rubió no se lo permitió.

- Escuché, no quiero problemas, hemos tenido que atravesar muchísimos alegatos, no crea que por su opinión baldía algo va a cambiar entré nosotros, así que le conviene dejarnos en paz - Esté finalmente soltó el pie de la anciana, quién espantada casi se cae de su silla, pero luego de ésto el Rubió se puso de pie.

- ¿Crees que puedes venir a amenazarme?, ¡Niño estúpido! - La mujer miró hacía todos los lados, pero por alguna razón, la mayoría estaban en otro lugar, más concentrados en el asado - ¡Oh mis pies!, ¡Me duelen demasiado!, ¡Oooh! - La mujer comenzó a fingir dolor y sus constantes quejido, fueron escuchados por una de las hermanas de su suegro, específicamente la madre de las gemelas, quién corrió para ver qué le pasaba a su madre.

- Mamá, ¿Que sucedió? - Preguntó la mujer en lo qué rodeaba los hombros de está y hasta una lágrima se desplazó por su mejilla..

- Esté mocoso, se ofreció a hacerme un masaje y acabó por lastimar mis pies, ¡Oh cómo duelen! - Está continuó quejándose en lo qué el rubió parecía fastidiado por la dramatización de la mujer.

- Oye, debes tener más cuidado, ya es una mujer mayor y debe ser tratada con delicadeza - La mujer reprendió al chico que no tuvo de otra que aceptarlo cómo si fuera su culpa.

- Lo siento - Vocifero a regañadientes en lo qué la mujer no dejaba de abrazar a su hija y está asentía sin más.

- Creo qué necesito un ungüento - Mencionó la anciana, pasándose por la parte trasera las palabras del rubió.

- Ya te lo traigo - Mencionó su hija en un intento de ayudarla, pero está no le permitió irse..

- Por favor, no me dejes con esté atentador de vidas - Está vió a aquél rubió cómo lo peor del mundo.

- Pero, ¿Entonces como quieres que lo traiga??? - Comenzó a dejar corta a su hija de ideas.

- Yo, podría traerlo - Exclamó aquél rubió, ganándose otra mirada de está, pero de arriba a abajo - Déjeme remendar mi error, solo dígame dónde se encuentra.. - Mención dirigiéndose a está a regañadientes, la mujer se hacía la digna, pero su hija insistió..

- Déjame te indicó dónde, si ese es el caso - La mujer se puso de pie, dejando confundida a su hija y por ende a aquél Rubió..

-¿Madre no era que no te podías mover? - Exclamó su hija cruzada de brazos en lo que su madre refubfuñaba.

- Si, pero está en un lugar muy complicado de explicar, de todas formas necesito ayuda para alcanzarla - Su hija rodó los ojos y acabó por irse sin dar respuesta, miéntras que aquél Rubió, comenzaba a sentirse realmente fastidiado por la situación.

Esté desvío su mirada, en busca de su novio, a quién si encontró, pero en una pelea de manotazos con cierta prima insistente que trataba de tocarlo cada que podía, esté no evitó sentirse mal, pero su nube se disolvió luego de ser golpeado con un bastón en una de sus piernas.

- ¡Agh!, ¿Por qué? - Exclamó con dolor en lo qué la mujer seguía el caminó..

- Apúrate - Mencionó la anciana obligado a este a caminar a su costado, cosa a la qué hizo caso omiso, juntos entraron a la casa y si los demás se percataron no prestaron atención.

Excepto por aquella mujer rubia que desde hace un buen rato, estaba preocupada por su cuñado, lo único que único que le quedó fue no esperar por lo peor.

Éstos entraron y se aproximaron a la cocina, ésta era bastante amplia, incluso habían puertas, probablemente dentro estaba todo lo de almacenamiento, la mujer se aproximó a una de éstas y procedió a abrirla.

- No creas que dejaré pasar tus insolencias, no lo haría de no ser qué en very necesito ese ungüento - Mencionó la mujer haciéndose la dura - Está en aquél estante, tiene una tapa roja - El rubió asintió, en lo qué procedía a entrar y estiraba su mano en cierto lugar, pero aún así no alcanzaba.

- ¿Por aquí no hay alguna escalera? -

- Si claro, iré a buscarla, si no, ingeniárselas, cómo lo hizo para engañar a mi nieto - Luego de que el rubió volteara, aquélla anciana había cerrado el cuarto con llave, dejándolo adentro.