Hay costumbres que no mueren
Kenshin había vuelto victorioso de la pelea contra Jinei, salvo por un rasguño que el susodicho le hizo con su espada en un momento de despiste, y lo más importante es que su querida Kaoru-dono estaba bien, a pesar de los mareos que tuvo por el ataque del Hitokiri. Pero bueno, estaba viva y eso era lo importante incluso más que su "victoria".
El peli-rojo pensaba todo lo ocurrido esa noche, mientras lavaba el listón color azul que la joven chica que él adoraba le había "prestado", un préstamo que él muy bien entendió como un grito de ella que no la deje sola nuevamente. Sonrió recordando esto, y siguió fregando la prenda con ahínco, pensando por último que Kaoru se había molestado mucho al ver sucio el susodicho objeto.
A pesar de esto, y saber que la chica estaba a salvo bajo el caliente agua de la bañera, el miedo y opresión que le quedó en el pecho seguía ahí, torturándolo como si siguiera en ese momento de lucha, creyendo que quizás… Kaoru-dono moriría por su ridículo descuido. ¿Cómo podían llamarlo ex hitokiri si no se había percatado de un movimiento tan evidente como el que hizo el ahora fallecido espadachín?
El listón estaba limpio y colgado para que pueda secarse rápidamente y así Kaoru-dono pueda lucirlo como todo lo que se ponía, por lo menos a los violáceos ojos del joven.
Cuando estaba en la labor de colgar la prenda escuchó la puerta del baño abrirse y la dulce melodía que salía de los labios de la chica, sonrió para sí puesto que aunque ella no lo supiera tenía una linda voz, y se sintió orgulloso de ser el único en la casa que la escuchó, ya que ambos hombres que los acompañaban estaban dormidos y Yahiko estaba en la habitación de Sano por petición del último. Luego… la melodía se cortó al escuchar la puerta de la habitación cerrarse, fue ahí cuando la opresión y el miedo volvieron, abandonando el patio donde terminaba su trabajo nocturno y decidido a seguir hasta el cuarto donde ahora dormía.
Abrió sutilmente la puerta y la vio terminando de cambiarse, no pudo evitar cerrar inmediatamente antes de ser descubierto, aparte porque ella no se merecía tal falta de respeto, aun ¿quién podía engañarlo? Verla así era una de sus más grandes sueños, y más aun estando debajo de él en un baile interminable de sus caderas. Negó con la cabeza, es cierto que lo pensaba pero no podía darse el gusto deshonrar así a la chica con pensamientos tan libidinosos, aunque bueno no podían culparlo era un hombre y solamente pensaba en la mujer que amaba, aunque no sea digno de ella. Su corazón palpitaba con fuerza ante este momento vivido.
Pasaron unos pocos minutos cuando sintió cómo la respiración de la chica indicaba que estaba dormida, fue en ese momento que abrió nuevamente la puerta, con total sutileza, y confirmó la sospecha… ella dormía plácidamente, mientras él rezaba a cualquier ser sobrenatural que exista que esa imagen no sea solamente un sueño y que sea completamente real. Se pellizcó la mejilla chillando bajito por el dolor, sonrió nuevamente, pero esa sensación de inquietud seguía consumiéndolo, la sola idea de sacarle los ojos de encima lo enloquecía, de hecho con sus ojos puestos en ella la secuestraron y casi matado, aunque esto último no iba a suceder no importaba cómo era el desenlace.
Decidido abrió la puerta de la habitación que daba al pasillo y por ende a uno de los sectores del patio trasero y se sentó apoyándose en el marco de la puerta acomodando su espada en uno de sus brazos, y cerró los ojos conciliando el sueño de forma liviana, así cada pequeño ruido sería detectado por él para atacar lo más pronto posible.
Lo que no supo es que la chica de sus sueños se había percatado de su presencia desde que abrió la otra puerta y vio su sombra acomodándose para dormir. Ella sabía perfectamente que la gente de la guerra tenía esa costumbre para protección, pero ¿de qué la protegía? Entendía que esté asustado por lo que habían vivido esa tarde noche, ella lo estaba, pero para que llegue a esto, le pareció mucho y eso la preocupó. Vio su listón colgado y perfectamente limpio y sonrió, para luego sentir el frio que traía la noche.
Suspiró luego con pesadez al verlo nuevamente en esa posición, por una parte estaba feliz de que Kenshin la proteja tanto, pero algo no le gustaba, podía sentir que algo había detrás de toda esta preocupación. Negó con la cabeza, creyendo que estaba exagerando nuevamente. Se levantó intentando hacer el menor ruido posible, y al ver que el peli-rojo seguía durmiendo sonrió y sacó la colcha de su futon para sentarse a su lado y taparlos a ambos.
Kenshin saltó deseperado…
- "KAORU-DONO" –y al verla a su lado con una expresión un tanto asustada se calmó y se sentó preocupado- "¿Qué hace aquí Kaoru-dono? La noche está helada"
- "Vine a taparte justamente por eso. ¿Qué haces tú aquí Kenshin? No es tu habitación" –y lo tapó mientras ante la sorprendida mirada del vagabundo. Sonrió nuevamente, claramente la amaba-
- "Simplemente estoy preocupado por usted. Los hechos vividos hoy me tiene bastante preocupado"
- "No me va a pasar nada Kenshin, tranquilo. Ve a dormir que yo estoy a salvo gracias a ti" –su voz era dulce, aunque intentaba que no se le note que estaba mintiendo, ella realmente estaba asustada por lo de ese día, pero no iba a permitir a Kenshin helarse en ese lugar, aparte la ponía nerviosa, era como estar compartiendo habitación-
- "Lamento contradecirla Kaoru-dono, pero esta noche me quedaré, le prometo no molestarla así que vaya a dormir tranquila"
- "¿Por qué todo esto? –eso lo descolocó, puesto que conociendo a la chica no se refería simplemente a que estuviera preocupado, ella intuía que había algo más… y no se equivocaba-
- "No hay nada más, por favor créame que es solamente esta noche y tal vez la que viene, para estar seguro" –no era el momento para explicarle que no se equivocaba, ella se lo perdonaría porque pronto seguro le contaba cada detalle de él-
Kaoru simplemente hizo un puchero denotando su desconformidad, pero al ver la sonrisa de su adoraba vagabundo sonrió y se acomodó apoyando su cabeza en su hombro, haciéndolo estremecer.
- "Ka-Kaoru-dono, no creo que sea adecuado est…" –y la chica rozó con uno de sus dedos sus labios haciendo que callara-
- "Si te quedas aquí me quedo contigo, para protegerte yo a ti" –y se durmió apenas apoyó su cabeza en su hombro" –la sorprendida mirada del chico seguido de una leve risita lo inundaron ante tal comentario, esa chica realmente no sabía lo que decía-
Kenshin simplemente atinó a cerrar los ojos para dormir con ella, evitando que su libidinosa cabeza actúe de nuevo y más viendo cómo el kimono que estaba usando la chica se deslizaba por su hombro mostrándole la entrada de sus senos, esos que tanto ansiaba tocar. En ese momento se olvidó por completo de esa opresión que lo llevó a hacer todo esto.
Fin
