Con mirada soñadora, me senté en el suave sillón que ocupaba un espacio cerca de aquella grande ventana y observé a través de ella el paisaje de una ciudad urbanizada que era tan humilde, y que daba esa sensación de reconfortante bienestar para algunos. Me recosté sobre mis brazos dejándome llevar por la turbulencia de ciudadanos buscando una independencia, imaginándome mil mundos nada parecidos a la realidad. Yo, una persona común cuyo mayor hobby es escribir por mero gusto.
Tú, conocedor de mi pasatiempo, llegaste con nuevas noticias hasta donde daba la ventana pues gracias a que mi hogar era tan solo un pequeño cuarto, cualquiera era capaz de ver el corazón del mismo. Aunque contigo las cosas cambian, unos cuantos eran capaces de acceder a las tierras que conducían hasta mi morada sin llegar a quebrantar las barreras ya impuestas hace tanto tiempo.
Me sonreíste mientras te recostabas en el alféizar aprovechando que la ventana estaba abierta, yo correspondí sin quitar mi posición anterior.
— ¿Hoy traes novedad? —pregunté con mi mirada fija en ti.
— Lo mismo de siempre, es solo que lo he estado pensando —Hundiste los hombros—. Quiero escucharte.
— Cosas raras salen cuando me dan esa oportunidad, ¿estás bien con eso?
Asentiste. Nos quedamos en silencio unos segundos, no estaba segura de lo que iba a hacer por todo lo que tenía sobre los hombros, sin embargo, tus aparentes ganas por esto me hicieron darme cuenta de que en realidad, yo lo quería más que tú. Suspiré con alivio, sabía que empezar un nuevo proyecto sin un determinado final o plan no era nada fácil, pero lo iba a intentar ya que dentro de mí era algo que necesitaba.
— Bien —Levanté la cabeza, esta vez desviando la mirada hacia el cielo ahora azul—, no haré lo que me pidas ni hoy, ni mañana, ni en un futuro próximo; todo lo que saldrá de mi mente será propio. Sé que puede sonar egoísta, pero eso es lo que pido en estos momentos.
Te hice señas para que no dijeras nada, la respuesta estaría en el hecho de que te irías al no estar conforme con ello o en que te quedarías para seguir escuchando. Quién sabe, puede ser que con el pasar del tiempo, simplemente ya no vendrás por cualquier motivo que desconozco.
— No siempre que vengas te contaré algo, a veces mi falta de visión hace que no pueda actualizar mis palabras. Sé paciente, por favor —Con voz suave lo pedí—. Habrán ocasiones que utilice referencias de todo tipo, no te pido que sepas identificarlas. Voy a varear, en este universo hay gran diversidad. Eso sí, aún no veo la posibilidad de involucrar al gigante asiático dentro de esto.
Abracé mis piernas, de pronto el calor de los cojines provocó en mí una sensación de frialdad. Por otra parte, estaba emocionada de que daría a conocer cosas que me gustaban para, tal vez, hacer que a ti también logren gustarte. No soy una experta, tampoco la mejor, pero sí estoy dispuesta a tratar de plasmar lo que quiero de tal forma que sientas que estas visitas valgan la pena.
— Con esto aclarado, creo que podemos empezar.
