Advertencia: Bueno, ¿recuerdan cuando les dije al inicio de este fanfic, que no se encariñaran con ningún personaje? Bueno, después no digan que no se los advertí. Penúltimo capítulo, ya se le acabaron las ideas a esta pobre escritora, espero disfruten este desordenado y caótico episodio.
18. Lluvia de Sangre
Shaina sintió un fuerte escalofrío, la noche era muy espesa y empezaban a caer algunas gotas de aguas sobre su cuerpo, suspiró, estaba ansiosa y asustada y se preguntaba cuando ellos vendrían. Se encontraba en el lado norte de la montaña, vigilando atentamente los alrededores y pendiente de cualquier movimiento. Un pequeño susurro escapó con el aire, la lluvia empezó a caer con fuerza y debido a los rayos que atravesaban el cielo ella no comprendió lo que gritaba uno de sus compañeros que se acercaba corriendo con gesto aterrado, y no fue hasta que ella levantó la vista y que el ruido de las balas a lo lejos se alzó sobre la tormenta que ella entendió que era lo que traía con tanto afán a aquel hombre.
—¡Nos atacan! —logró entender ella mirando a todo su grupo que se veía igual de confundido.
¿Los atacaban? ¿Cómo era posible si ellos estaban vigilando los alrededores y no vieron pasar a nadie?
—¿Qué demonios está pasando? —exigió Shaina cuando el hombre por fin los alcanzó.
—Los vampiros, se infiltraron al interior del Santuario con ayuda de elfos.
—Elfos —susurró Shaina sorprendida. Los elfos habían teletransportado al grupo de vampiros hasta las profundidades del Santuario—. ¡Vamos, no se queden ahí parados. Vamos!
X-X
—Hola, hermosa señorita —dijo un vampiro de piel muy blanca, cabello bastante oscuro y ojos cafés a Geist quien se plantó con firmeza para hacerle frente—. Eres muy bonita. Sé buena y no te mataré.
—¡Cállate! —concedió ella levantando su espada y aunque su cara estaba empapada por la lluvia no falló al cortar la pierna del vampiro que saltó sobre ella.
—Eres rápida, humana. Ahora me gustas más.
Aquel chupasangre no tenía mucho control, había destrozado la garganta de un soldado y quería más. Deseaba quedarse con Geist, tomarla como su esclava, pero el instinto asesino y su impulso por probar a aquella joven fue más imprudente por lo que no pensó cuando se arrojó sobre ella para clavar sus afilados dientes. Ella quiso esquivarlo, pero la tierra estaba húmeda y resbaló recibiendo el ataque sin poder defenderse.
X-X
Shion se precipitó por un viejo puente que comunicaba la armería con una torre del lado este, estaba un poco alejado de los templos y a una prudente distancia de los campos, hasta el momento no se había encontrado con el enemigo, quien pese a su astucia no había podido rodear el Santuario entero y debían mantenerlo así, si lo lograban, podrían llevar a los vampiros al centro de lugar y allí eliminarlos a todos, no obstante, un hermoso elfo lo interceptó por el camino.
—¿Mu? —susurró no muy convencido, el muchacho era distinto al pequeño niño de años atrás.
Mu por su parte, observó a aquel elfo de ojos cristalinos y sabios enfrente. Mu había sido preciso, los vampiros estaban extasiados con el ataque, por lo que dejaron de prestar atención y olvidaron a los cuatro elfos que los acompañaban, confiaban, realmente confiaban, en que los elfos no moverían ni un solo dedo en su contra al tener a sus familias como rehenes.
Grave error. Ahora, los tres elfos restantes estaban en los alrededores esperando el momento indicado para dar marcha a su propio plan en lo que Mu se había desviado únicamente para enfrentarse a Shion.
—Me alegra verte —dijo el peliverde, observando al muchacho—. Mu, que bueno que estés bien. Debemos vencer a los vampiros, déjame ayudarte.
—Ayudarme —susurró Mu analizando a Shion con desdén—. Ayudarme. ¡Tu ayuda nunca ha sido necesaria!
El mayor dio un pequeño paso hacia atrás, aquellas palabras estaban teñidas con odio, esos ojos inocentes de años de antaño ya no estaban, ahora una irá crecía en las pupilas del muchacho.
—Mu —acotó preocupado.
—¡Cállate, Shion! Vas a pagar por todo.
X-X
Shun pateó la reja un par de veces cuando escuchó las alarmas tan cerca de su celda. Después del primer ataque de parte de los vampiros, no le sorprendía que hubiesen llegado con toda la caballería, pero no entendía como habían logrado penetrar las defensas del Santuario y llegar tan rápido.
—Shun, tienes que ayudarnos —dijo Ares apresurado sorprendiendo al vampiro—. Vamos —continuó abriendo la reja.
—¿Qué haces?
—Tienes que ayudarnos.
—¿Qué te hace pensar que los voy ayudar?
—Por favor, Shun —dijo el niño ahogando el llanto—. Mis hermanos, mi gente, necesitan de tu ayuda. Sé que no eres malo y que puedo confiar en ti. Ayúdanos.
—Eres un niño idiota —resopló arrodillándose para quedar a la altura del muchacho—. Y eres muy valiente también. Debes irte, sal de acá si puedes. No debes quedarte en este lugar.
—¿Ayudaras al Santuario?
—Sí. Lo haré, ahora vete.
—Toma —ofreció un arma que el vampiro recibió con gusto.
—Vete.
X-X
El ataque los había tomado por completa sorpresa, los humanos no habían tenido tiempo de organizar sus filas y apenas pudieron tomar sus armas, los que estaban vigilando esa noche estaban confundidos, y los vampiros y elfos se encontraban por todo el lugar que ninguno sabía exactamente donde enfocarse. Shaina corría por los campos buscando a su familia, llevaba un par de armas semiautomáticas y una daga larga y gruesa, a su espalda un hacha que encontró por el camino, y se arrojó encima de un chupasangre que estuvo a milímetros de morder a Geist.
La Cobra estaba enérgica, furiosa y temerosa, por lo que se levantó más rápido que el inmortal quien empezó a recibir hachazos sin poder moverse, ella no le dio tiempo de respirar y se apretó con fuerza al mango sin desatender su labor, pronto, el vampiro dejó de moverse, había recibido heridas mortales por lo que su vida se esfumó con el viento, pero Shaina seguía atacando el cuerpo sin vida.
—Está muerto, está muerto —alertó Geist llegando con ella haciéndola entrar en razón—. Ya está muerto —continuó mirando los ojos perdidos de Shaina y su rostro ensangrentado—. ¿Estás bien?
—Pensé que iba a matarte.
—Yo estoy bien, ¿tú estás bien?
Shaina apenas asintió angustiada y abrazó a su hermana en lo que sus ojos peinaban el perímetro, y allí estaba ella, con una sonrisa cínica y mirada diabólica.
—Hola, Shaina —saludó, la Cobra hizo a un lado a su hermana.
—Ve a ayudar a mamá —ordenó Shaina a Geist.
—Pero…
—Obedece —recalcó con voz firme y feroz que Geist no tuvo de otra que acatar la orden—. Makaira. No pensé que fuera tan importante para que tú misma vinieras por mí.
—No eres importante —escupió la pelinegra—. Yo pasaba por aquí y te vi, pensé en divertirme un poco contigo, ya sabes, como en los viejos tiempos.
Makaira sonrió descaradamente en lo que lambia una de sus manos ensangrentadas, llevaba una larga espada de gran empuñadura en la mano derecha, su cabello estaba recogido a la mitad y tenia puesto un gabán hasta la rodilla de color rojizo y botones dorados, su mirada era destellante y sus ojos se iluminaron cuando un rayó atravesó el cielo.
Shaina sabía que sería una difícil batalla pero no se echaría para atrás, así que cuando Makaira atacó, la Cobra fue lo suficientemente rápida para detener la embestida ocasionando que ambas espadas impactaran la una contra la otra, siendo la vampira quien ejerciera mayor fuerza.
—Ya deja de resistirte, sabes que yo venceré —sentenció la morena logrando que Shaina avanzará hacia atrás.
X-X
La lluvia caía a grandes cantidades, Pandora no podía ver con claridad, pero sí logró escuchar a lo lejos las campanas titilando.
—¡Atacan al Santuario! —dijo ella corriendo tan de prisa que no prestó atención cuando Aiacos se le plantó enfrente.
—No puedes simplemente correr de esa manera sin saber que hay más adelante.
—¡Quítate de mi camino! Nos están atacando.
—Estamos aquí para ayudarte, condúcenos contigo, llévanos al interior del Santuario y yo mismo iré por el resto de mi gente para ayudarte, pero no te apresures de esa manera si no quieres morir antes de poder hacer algo.
Pandora obedeció de mala gana y con rapidez dirigió al pequeño grupo a la entrada oculta del Santuario, pero antes de poder llegar a esta se toparon con un par de vampiros que vigilaban los alrededores. Aiacos no lo pensó demasiado y apenas pudo apreciar el lugar, desapareció dejando al resto de su comitiva enfrentándose a los chupasangres.
—¡Hay elfos con ellos! —sentenció uno de los vampiros mirando con desdén a Esmeralda que lo arrojó hacia atrás, la elfa poseía mucha fuerza—. ¡Hay elfos!
—¿A quién intentas advertir? —preguntó Pandora viendo por los aires varias figuras que empezaban a rodearlos.
—No hay tiempo que perder —anunció Esmeralda—. Debemos entrar.
Pandora aceptó las palabras de la rubia y entre ambas, lograron asesinar al vampiro que les impedía el paso en lo que los otros dos elfos hacían lo mismo con el otro, nadie los siguió, y al adentrarse en el Santuario se encontraron con un infierno.
—No puede ser —musitó Pandora en el momento en que llegaba un altivo vampiro para atacarla y aunque ella era fuerte el ángulo no era al adecuado y recibiría el golpe sin poder defenderse.
—No lo lograrás —anunció Julián apareciendo con el resto de Generales Marinos e impidiendo brutalmente que la morena fuera asesinada. Pandora no pudo evitar suspirar al ver a todo el ejército de Poseidón reunido—. ¡Generales! Esta noche, el Santuario no caerá. ¡Vamos!
X-X
Caos, no había otra palabra que describiera las escenas que presenciaba Shun. Sangre y muerte. Los atenienses no habían tenido tiempo y habían sido sacados de sus camas. Por lo menos todos podían defenderse, pero el desconcierto aun estaba latente, y a muchos la muerte los tomó tan desprevenidos como el mismo ataque. Si había alguien a quien salvar, Shun no perdió el tiempo en averiguarlo, quería encontrar a Shaina y escapar de ahí, pero se halló delante de un infierno.
X-X
Daichi observó a un impresionante vampiro yendo hacia él, quiso dar marcha atrás y correr tan lejos de ahí, pero se obligó a mantenerse firme, le habían entrenado toda la vida para ese momento y aunque era muy joven y moría de miedo estaba dispuesto a enfrentar la amenaza, lamentablemente, no fue los suficientemente rápido y el vampiro lo tomó por el cuello alzándolo en lo alto, donde el pobre empezaba a quedarse sin aire.
Shira observó al joven en las manos del vampiro, se giró con rapidez y con una habilidad impresionante llegó con ambos donde con un veloz movimiento cortó las piernas del chupasangre que no supo que fue lo que pasó exactamente, cuando se percató de la presencia de la mujer, esta ya había dado una vuelta y con su catana le voló la cabeza.
—Señora Shira, mil gracias por eso —dijo Daichi al sentirse liberado y observando el cuerpo del vampiro con miedo.
—No te distraigas, niño —ofreció la mujer—. Aún tenemos muchos enemigos que derrotar.
—Sí señora.
X-X
Minos vio como Shira le cortó la cabeza a Rotu con bastante facilidad y se impresionó por la habilidad de los atenienses, él estaba en lo más alto de las montañas acompañado de Afrodita, quien le había pedido —para evitar demasiadas bajas humanas— quedarse a observar el panorama y servir de apoyo en caso de ser necesario, pero las cosas no pintaban nada bien.
—Los humanos de esta época son mejores que los de hace 200 años —dijo el peliplata sin apartar la vista del campo de batalla—. Son más rápidos, fuertes y resistentes.
—Es natural —confirmó Afrodita con voz afable—. Los humanos de antes tenían una pequeña milicia que los protegía de amenazas como invasiones y tal vez una que otra bestia salvaje. Estos humanos, los humanos del Santuario, se han preparado toda su vida para enfrentarse a nosotros, han evolucionado gracias a su tenacidad para sobrevivir y adaptarse. Y la ayuda de los inmortales les ha dado ventaja. Era de esperarse eso, ustedes, los vampiros mayores se confiaron demasiado.
Minos se mordió la lengua para no contestarle al insolente muchacho, ¿qué tanto podía saber aquel pequeño si nunca estuvo en una batalla real y ahora simplemente, observaba desde la distancia?
—¿Qué es eso? —preguntó Minos al ver a Afrodita sacar una hermosa rosa blanca de debajo de su chaqueta—. Mi hijo me dijo que eres capaz de atravesar a los humanos con esas flores que están envenenadas.
—Así es —contestó con tranquilidad—. A mi madre le encantaban las rosas —explicó en lo que Minos no pudo evitar rodar los ojos—. Por eso mi padre sembró un rosal bajo su ventana. ¿Lo has visto?
Minos se cruzó de brazos y observó al muchacho con el rabillo del ojo y algo de enojo. Claro que él había visto el rosal, y veía todos los días al gran y hermoso Albafica contemplando y cuidando de aquellas rosas que no se comparaban en belleza con él.
—Mi padre y yo hemos fabricado ciertos venenos especiales —continuó Afrodita, Minos sonrió despreocupado esperando que el menor arrojara la rosa contra la mujer que ahora asesinaba sin problema a su segundo vampiro—. Esta es una rosa especial. —Afrodita contempló la delicada flor entre sus manos acercándose con prudencia hacia su compañero—. Tiene un veneno especial. Y es para ti.
Minos sintió una fuerte punzada en su estómago, la rosa que antes reposaba en la tersa mano de Afrodita, ahora estaba clavada en su abdomen y una sensación extraña se extendió por todo su cuerpo. Minos, mano derecha de Hades, tastabilló hacia atrás buscando el soporte de las rocas para poder sostenerse, se sentía mareado, confundido y su visión era borrosa.
—¿Por qué… hiciste… esto? —preguntó ofuscado sintiendo que perdía fuerzas en las extremidades—. ¡Traidor!
—No soy un traidor —aclaró Afrodita acercándose pausadamente, en lo que Minos buscaba la forma de escapar de este—. Sólo te estoy haciendo pagar tu delito.
—¿Cuál… delito?
—Eres tan cínico. ¿Lo seguirás negando? —Minos observó al muchacho con dolor y angustia—. Mi madre, tenemos fuertes sospechas para pensar de que tú la mataste.
El peliplata se dejó caer y levantó la vista para apreciar al muchacho, y con una risa burlesca contestó:
—Tu madre era una insignificante vampira. Nunca supe por qué tu padre le tenía tanto aprecio. Debía quitarla del camino.
—¿Qué le hiciste? —ordenó molesto tratando de guardar la compostura, la sonrisa cínica del otro lo haría asesinarlo antes de tiempo.
—Envenene su agua. Quería que tú y ella murieran. Pero te aferraste a la vida. Sin ti las cosas habrían sido sencillas para mí. —Minos logró ponerse de pie, aun estaba mareado, pero empezaba a recuperar fuerza—. Como la toxina no funcionó de manera superficial hice que la bebiera.
—Envenenaste su alimento.
—Así es. Ella murió como la vampira patética que era, y ahora tú le harás compañía.
Minos desenvainó rápidamente su espada, no obstante, Afrodita logró salir de su camino.
—Usaste el veneno de los humanos, ¿cierto? —preguntó el peliceleste manteniendo la distancia—. Tomaste agua y sangre contaminadas por ese veneno.
—Desde luego que sí. Vi como la toxina debilitó a todos, sabía que podría matarla y que todos pensarían que seguía delicada por la pestilencia. Fue un plan perfecto.
—De haber sido un plan perfecto te habrías salido con la tuya y te habrías quedado con mi padre, ¿no? es lo que querías, que su dolor lo llevara a tus brazos.
—¡Sí! —bramó con furia arrojándose sobre el otro—. Si hubieses muerto también, las cosas serian distintas.
—Él jamás habría sentido afecto por alguien tan patético como tú.
Afrodita giró hábilmente esquivando el golpe de Minos, quien no pudo evitar ser apuñalado por el otro en el abdomen donde la rosa permanecía clavada impregnándose de sangre.
—Maldito.
—Aún si yo hubiese muerto con mi madre, mi padre habría preferido quitarse la vida para reunirse con nosotros. Jamás iba ser tuyo. ¡Nunca lo será!
—¡Calla! —bramó tratando de alejarse, Agasha había dicho lo mismo.
—¿Cómo obtuviste acceso a su alimento? —preguntó levantando la espada—. Astrea y Seraphina eran las únicas que tenían la llave del almacén. ¿Acaso, alguna de ellas te ayudó?
Minos sonrió con petulancia, Afrodita había hecho su tarea, había indagado y había estado reconstruyendo cada escena para entender que era lo que había matado a su madre, habría que felicitar al muchacho por eso, porque nadie más se había atrevido a tanto, pero quedaba ese pequeño vacío, esa brecha de cómo Minos había logrado alcanzar la sangre que se le suministraba a Agasha, y si él preguntaba con tanto interés es porque no sospechaba de Astrea o de Seraphina, eso era obvio, por lo general, las mujeres de la manada se protegían entre sí, especialmente, las que eran madres, ninguna hubiera aceptado deshacerse de una vampira que acaba de dar a luz.
—¡Habla! —dictaminó impaciente, pero Minos no contestó—. ¿Sabes que voy a hacer después de matarte? —susurró inclinándose para observar los ojos de Minos—. Le cortaré la cabeza a tu insignificante hijo.
—No lo harás. ¡No! —Un hilo de plata voló por los aires y se enredó con precisión en el cuello del peliceleste—. No te dejaré tocar a mi hijo. Te arrancaré esa bonita cabeza, y veremos que hace tu padre después.
—¡Suéltame! —ordenó tratando de cortar el hilo el cual tenía una resistencia impresionante.
—¿Qué tenía la rosa? —quiso saber al ver que esta seguía incrustada en su cuerpo y que le era imposible tratar de retirarla—. ¿Te asfixias? Los hilos están hechos con un fino y delicado baño de plata. Mi padre me enseñó a manipular la tensión y con mi hijo perfeccionamos su alcance y letalidad. Imaginamos que sería necesario incluso contra los vampiros. Ahora dime, ¿la rosa? ¿Qué veneno tenía?
—Contra los vampiros —repitió con voz estrangulada—. Un vampiro… te ayudó, ¿no es así?
—Quien me haya ayudado a ti ya no te importa —expuso ejerciendo más presión en los hilos donde un camino de sangre se dibujó en el aterciopelado cuello del muchacho—. Le diré a tu padre que fuiste ejecutado por los hombres. Es lo que pensaban hacer conmigo, ¿no? Dime. Tú padre… ¿conocía este plan? —Minos se sintió nuevamente mareado, la rosa seguía en el mismo lugar y daba la sensación que con cada movimiento esta se clavaba más en su interior—. ¿La rosa, que tenía? ¿Qué es esto?
—Dime, quien te ayudó y te diré como retirar la rosa. —Afrodita hizo acopio de su fuerza para resistir ante el agarre y aunque intentó romper los hilos con su espada estos no cedieron.
—Hades —soltó sin analizar su respuesta, empezaba a perder la fuerza en sus dedos, en lo que el peliceleste se sorprendía ante aquella verdad.
—¿Hades? Él… ¿por qué?
—¿La rosa? ¿Qué es lo que tiene? —amenazó desesperado, su visión era borrosa y sus manos empezaron a arderle.
—El mismo veneno… que usaste para matar a mi madre —contestó y Minos perdió la compostura debido a una nueva rosa que esta vez se clavó en su cuello, ¿de dónde había salido aquella flor? Minos desvió la mirada, el muchacho la llevaba en su chaqueta y a pesar de estar atrapado pudo arrojar la rosa con precisión, el chico era hábil… o… ¿era él el que estaba perdiendo fuerza?—. Lo elaboramos con la sangre de mi madre —continuó al verse liberado de los hilos—. Mi padre mantuvo resguardada esta toxina en un lugar especial del rosal entre la tierra. Las rosas que crecieron en aquel campo eran más hermosas y esplendidas, pero eran letales. Ahora eso es lo que te está matando.
Afrodita levantó la cabeza y miró a su alrededor, todos estaban enfocados en sus propias peleas, a lo lejos se escuchaban el detonar de armas y el ruido frío de las espadas al impactarse las unas a las otras, no había nadie cerca, y la lluvia opacaba algunos sonidos. Era el momento de acabar con ese bastardo.
—También —dijo Afrodita empuñando con firmeza su espada para luego atravesarla justo en el corazón de Minos quien apenas y pudo quejarse— la rosa está impregnada con una potente dosis de plata. Adiós.
Afrodita sacó la espada con demasiada violencia en lo que Minos le regalaba una última mirada con furia antes de caer al suelo.
—¡Lo hizo! —dijo una figura que estaba muy bien escondida, viendo el cuerpo de Minos sobre el suelo y observando como ahora Afrodita emprendía la marcha contra el campo de batalla—. Mu, tenía razón.
X-X
Shaina salió despedida por los aires rompiendo en el acto la fachada de una casa aledaña, los trozos de madera se dispersaron y ella fue a parar al otro lado de una sala.
—Eras más rápida cuando te conocí, ¿qué pasa? —escupió Makaria entrando a la casa por el agujero dejado por la cobra a quien se le dificultó un poco ponerse de pie y observar a su adversaria—. Incluso eras más ruda durante el tiempo que estuviste en el Inframundo.
—¡Cierra la boca! —protestó apuntando con su arma, pero Makaira desapareció de su vista para luego aparecer delante de ella—. ¡Maldita! —pero no pudo hacer nada, la vampira la desarmó y luego la pateó fuertemente en el estómago. Shaina se retorció para no caer, y con fiereza le lanzó un puño en la mejilla la otra—. No vas a vencerme.
Makaria apenas perdió un poco el equilibrio, y demostrando su superioridad tomó a la humana por el cuello y la lanzó sobre una mesa que por un milagro continuaba intacta.
—Eso lo veremos.
—¡Suéltame! —dijo Shaina sintiendo como se le escapaba el aire y buscando por todos los medios una forma de respirar.
—Decidimos no asesinarlos a todos y tomar al humano de nuestra preferencia —contó Makaria con voz tranquila—. Estoy muy animada con esa decisión. Todos aquí gozan de una gran belleza y fuerza. Y tú ya no eres la sensación. Voy a ir por tu hermana. ¿Qué te parece? Es hermosa y tiene una piel delicada y suave. ¿Crees que aún sea virgen? Mi padre me dijo que la sangre de las mujeres vírgenes es incluso más deliciosa.
—¡No! —los ojos de Shaina empezaron inyectarse de sangre en lo que su rostro adquirió un tono azulado y sus manos empezaron a perder fuerza, estaba al límite, pero un sonido de bala le ayudó a recuperar el aire.
—¿Estás bien? —preguntó Shun llegando con Shaina en lo que le apuntaba a su hermana con un arma.
—¡Me disparaste, imbécil! —bramó la morena mirando una herida provocada en su brazo derecho—. ¿Estás loco?
—Makaira, por favor detente —dijo él sin dejar de apuntar, y ayudando a Shaina a levantarse—. No tenemos que hacer esto, podemos detener esta masacre.
—Lo sabía —sonrió la vampira con cinismo—. Sabía que al final nos traicionarías, prefieres a los humanos antes que a la camarilla.
—Todo esto es absurdo. Lo único que estamos haciendo es acabar con la oportunidad de repoblar la tierra y ser la potencia que antes éramos. Así, no llegaremos a ninguna parte. No podemos seguir matándonos entre sí.
—No vamos a matarnos entre sí, yo te voy a matar a ti.
Makaira se movió con mucha velocidad, el arma de Shun salió volando, pero el vampiro logró detener la embestida, rápidamente le lanzó una patada a su hermana, quien la desvió con facilidad dando vueltas sobre su propio eje donde desvainó su impresionante espada incrustada de esmeraldas, y sin medir su fuerza se abalanzó para enterrarla en el cuerpo de Shun, el peliverde detuvo el ataque tomando el arma por la hoja en lo que su mano pálida se abría a la mitad por el filo de esta, la vampira no dio marcha atrás y empujó para llegar hasta el pecho del muchacho, pero él la llevó hacia un costado, y con su mano libre recibió un sable lanzado por Shaina, y como lo hiciera Makaria también intentó atravesarla, pero ahora era ella quien detenía el ataque con la mano descubierta, donde ambos intentaban mantener el equilibrio para no dejar que el arma del otro alcanzará su objetivo.
Finalmente, Makaira lanzó una fuerte patada que los liberó a ambos, y nuevamente se arrojó contra su hermano, quien dio un rápido giro para hacerla caer sobre su espalda, donde él intentó acertar un par de golpes en los muslos de la muchacha que con agilidad escapó de la agresión.
—Eres bueno —dijo ella—. Siempre me pareciste patético, pero me estás demostrando que eres capaz de dar una buena batalla.
—¿Te parecía patético? —escupió él—. ¿Por qué? Porque estaba siendo engañado por ustedes. La patética eres tú. Sabias que Hades asesinó a tu madre y te quedaste callada.
Shun no estaba seguro de que aquello fuera verdad, pero siempre se había caracterizado por sacar verdades fingiendo saberlo todo.
—Oh —dijo ella fingiendo asombro—. Entonces ya sabes la verdad, ¿cómo te enteraste?
—¿Cómo fue que tú te quedaste callada?
—Mi madre merecía lo que le pasó. No es una mártir, no es una víctima. Ella fue la que destruyó a nuestra familia cuando permitió que tu hermano se metiera en su cama.
Shun detuvo el golpe que llevaba, y se desconcentró por una fracción de segundo. Era verdad, la historia era verdad. Ellos habían acabado con su familia. Shun sintió un leve mareo, debía mantener la calma y serenidad.
—¡No te distraigas! —gritó Makaira enterrando con fuerza la espada en el costado del cuerpo de Shun para luego arrastrarlo hasta la otra pared—. Eres patético. Tú y tu familia son patéticos. Debiste morir en el vientre de tu madre, así estaba planeado.
—¿Mi madre, también…? —preguntó con dificultad en lo que Makaria levantaba los hombros sin preocupación.
—Ella también se lo buscó al enfrentarse a mi padre —contestó la pelinegra caminando hacia atrás para posar sus ojos en Shaina quien le apuntaba con un arma—. ¡Tú me tienes harta! —bramó con rapidez logrando que la Cobra se impactara contra un muro sin poder levantarse—. Te haré un favor hermano, voy a asesinar a tu zorrita antes que nuestro padre te obligue a hacerlo con tus propias manos.
—Déjala Makaira. Tu pelea es conmigo. —Shun sonrió con cinismo y con dolor sacó la espada de su cuerpo dejando salir un chorro de sangre, Makaria lo miró sobre su hombro—. Eres una maldita, perra loca.
—Lo sé —contestó ella levantando los brazos para luego lanzarse contra la cobra quien sabía que no escaparía esta vez, pero antes que la vampira llegara para destrozarla se detuvo a mitad de camino confundida—. ¿En serio? —preguntó incrédula girándose con dificultad para ver a su hermano con una semiautomática en la mano, la primera bala disparada por Shun le había impactado justo en la espalda—. ¿En serio la eliges a ella sobre tu familia?
—Tú no eres mi familia —decretó y con la misma firmeza apretó nuevamente el gatillo donde una bala atravesó el espacio para impactarse justo en el cráneo de Makaria quitándole la vida—. ¿Estás bien? —le preguntó a la cobra.
—Sí. ¿Tú estás bien? —quiso saber ella, y aunque Shun se vio decidido con ese ataque en el fondo le había dolido asesinar a la única hermana que había conocido.
—Sí —respondió girando su mirada hacia una gran herida en el estomago de la cobra—. ¿Segura que estas bien?
—Sí —contestó ella con dificultad—. La herida se abrió, es todo. No pasa nada.
—¿Puedes caminar? —Ella asintió—. Debemos irnos. —Shun se puso de pie con dificultad, sus propias heridas sanaban con lentitud—. Vámonos de aquí.
—No puedo irme y dejar a mi familia. Lo sabes, ¿cierto?
—Entonces vamos a ayudarlos.
—Necesitas sangre, tus heridas se ven muy mal.
Shun observó a la Cobra con algo de diversión, ¿mal? Ella no estaba en las mejores condiciones para decir eso.
—Lo sé, pero no tomaré de tu sangre, estás peor que yo. Vamos. Estaremos bien.
X-X
Shiryu caminó con sigilo hasta el cuerpo inerte de Minos, Mu le había ordenado no alejarse de Afrodita, llegado el momento sabía que el impetuoso muchacho tomaría venganza por la muerte de su madre, el elfo de cabellos negros agradeció que su hermano mayor no se hubiese equivocado y ahora que nadie más estaba por ahí cerca podía requisar el cadáver para hacerse de la llave, no le tomó mucho tiempo, tenía entre sus manos el valioso tesoro, ahora debía poner en marcha el resto del plan.
—Yuzuriha —llamó Shiryu encontrándose con la elfa—. Tengo la llave, ¿Dónde está él?
—En ese lugar, Mu se encuentra enfrentándose al maestro Shion.
Shiryu observó atentamente, como le indicaba su compañera Mu estaba sumergido en una impresionante batalla y por primera vez pudo ver a Shion, el maestro del que todo el mundo hablaba y por el cual sabía su hermano iba a perder la cabeza llevándose a todos consigo.
—No hay tiempo… —un pequeño canto se escuchó a lo lejos, Shiryu observó maravillado como varios elfos y vampiros entraban al santuario para ayudar a los atenienses—. Deben de ser los del Templo Submarino. No tenemos tiempo que perder, busca a Alana.
—¿Cómo es ella? —preguntó Yuzuriha.
—No lo sé. Nunca he hablado con ella. Pero búscala, debo encontrar a Afrodita.
—De acuerdo.
X-X
El comandante Aldebarán arrojó sin clemencia a un vampiro contra las rocas, el hombre de gran estatura y anchos músculos era un adversario temeroso para los chupasangres que hasta entonces no habían podido hacerle nada. El grandote no necesitaba de espadas, con su propia fuerza y defensa se valía para hacerle frente a los inmortales.
—Eres fascinante humano —dijo Hades quien había estado observando la batalla del hombre contra dos vampiros—. Nos servirías mucho en la servidumbre. Ríndete y no te haré daño.
Aldebarán sonrió con cinismo y se cruzó de brazos con las piernas abiertas.
—Vete al diablo, bestia. Jamás me humillaré ante los vampiros.
—¿Seguro? Mira a tu gente. Pronto caerán. No pierdas la vida absurdamente.
—El único absurdo eres tú, cucaracha. No voy a darme por vencido. Ven por mí si quieres que me arrodille.
Hades sonrió divertido y con toda su velocidad se arrojó contra el hombre quien también fue rápido esquivando los golpes, apenas y cortó levemente el grueso brazo del chico que hizo un insignificante gesto de dolor.
—De verdad no quiero asesinarte —concilió Hades casi como un niño. El hombre era grande y fuerte—. Tus habilidades…
—¡Cállate! —expresó molesto.
—Recuerdo a alguien como tú en el pasado. Era enorme y fuerte, pero murió fácilmente.
—No estamos aquí para conversar —apuró Aldebarán, mientras Hades le hacía perder el tiempo su gente estaba muriendo—. No puedo entretenerme contigo.
Aldebarán dio un golpe fuerte en el suelo el cual se agrietó hasta llegar a los pies de Hades, el vampiro comprendió que aquel humano no le serviría, y si quería tener a los mortales a su merced no podía contar que un hombre de las proporciones y fuerza de Aldebarán continuara con vida. Alguien así podría significar una verdadera amenaza.
—No me dejas Alternativa, humano —comentó Hades fingiendo dolor para luego arrojarse contra el muchacho que escapó por poco de la espada, la defensa de Aldebarán había sido quebrada, por lo que el vampiro aprovechó para dar un giro y enterrarla en el pecho del chico—. ¿Duele? Ese es el problema de los humanos. Son delicados y frágiles.
—¡Cállate! —ordenó levantando la mano derecha dispuesto a enterrar algo en el cuello de Hades.
—¿Qué es esto? —dijo el pelinegro deteniendo el brazo del otro para observar de cerca una jeringa—. ¿Qué contiene esto?
—¿Acaso no es obvio? —musitó Aldebarán pateando al gran líder quien se balanceó hacia atrás confundido—. Plata líquida.
Aldebarán se irguió con más fuerza, sorprendiendo al vampiro que no lograba entender como él seguía de pie luego de aquella herida, el humano tomó un par de hachas que descansaban en sus muslos y con velocidad se arrojó al pelinegro quien detuvo el ataque con algo de dificultad.
—¡Basta! —bramó Hades logrando desarmar la defensa del hombre una vez más, acto seguido apareció detrás de este para clavarle los dientes.
El grandote apenas y sintió la mordida dándose media vuelta para sostener al vampiro y arrojarlo lejos. Hades saboreó la sangre y con sonrisa ladina se puso de pie, esquivando una nueva jeringa que se clavó a centímetros de su cuello.
—¿Sigues con eso? —manifestó el chupasangre harto de estar jugando, el hombre también estaba impaciente—. Está bien, acabemos con esto.
Aldebarán lanzó una de las hachas la cual rosó el rostro de Hades quien tuvo que moverse muy rápido al notar que detrás de la primera arma venia la otra que casi logra darle en el pecho. El hombre que estaba desarmado lanzó un impresionante golpe con su puño, Hades sintió el dolor en su mejilla y el sabor de su propia sangre, fue un golpe certero, pero no lo suficientemente preciso para detener la espada del vampiro que ahora estaba atravesando el cuerpo del humano.
Contrario a lo que esperaba Hades, Aldebarán no cayó tan pronto, el humano se aferró a la espada impidiendo que Hades retrocediera y con habilidad nuevamente arremetió con una jeringa que el vampiro tuvo que detener con demasiada fuerza, pero el hombre no se detenía, y Hades no estaba dispuesto a dejarse vencer, así que le dio una vuelta a su espada, logrando que de la boca de Aldebarán saliera un gran chorro de sangre, no obstante, el hombre continuó aferrado a su labor intentando clavar la jeringa.
—¡Maldito! —bramó Hades al ver que podía perder, logró desviar el ataque y sacó la espada con tanta rapidez que Aldebarán no fue consiente en qué momento perdió la cabeza—. Fuiste un buen oponente, humano. Espero que hayas dejado herederos, tu linaje servirá mucho a nuestra causa.
X-X
—¿Por qué haces esto, Mu? —preguntó Shion quien había esquivado con mucha dificultad un frenético ataque por parte del más joven.
—¡No te hagas el idiota! —apremió Mu con mirada colérica, el brillo en sus ojos se había extinguido y su sonrisa fingida se había disipado—. Tú, prometiste que estaríamos bien. ¿Te parece que estamos bien? 200 años siendo esclavos de los vampiros.
Tiempo no tuvo Shion de asimilar las palabras del pelilila, el muchacho atacaba con furia, no se contenía con sus ataques, con cada golpe buscaba enterrar su espada en el cuerpo del antiguo elfo, que de no haber sido por sus continuos entrenamientos habría recibido los impactos en más de una ocasión. Mu estaba furioso, no media su fuerza ni su rabia, y aunque la lluvia de golpes llegó con frenesí, al mismo tiempo aquella rabia irracional abría pequeñas brechas en la defensa del chico y Shion la aprovechó, pero por cada vez que lograba tirar al otro al suelo, este se levantaba con más fuerza y con más bravura.
—¡Basta! —pidió el peliverde si continuaba así terminaría asesinado, no quería herir al chico—. Es nuestra oportunidad para vencer a los vampiros, ¿qué no te das cuenta? Luchemos juntos y rescatemos a nuestro pueblo.
—¡Tonterías! No necesitamos de tu ayuda, ni la de nadie. Nosotros podremos solos, no intentes tapar el sol con un dedo, Shion. Tu traición no quedará impune.
—Mu, estás cegado.
Claro que no. Mu no estaba cegado, era el Shion quien estaba ciego y no quería comprender, que por él todos habían pagado, ¿era tan difícil haberle seguido el juego a los vampiros pese a sus hipocresías? ¿Por qué Shion no priorizó la libertad de su pueblo y luego enfrentó a los vampiros? Era una decisión muy simple, demasiado simple, pero él eligió a los humanos por encima de los elfos, aun conociendo el castigo que caería sobre ellos, Shion los abandonó.
—¡Muere! —bramó el pelilila con un estocada tan precisa que logró insertarse en el brazo derecho de Shion, quien comprendió que no importaba lo que dijera el muchacho iba en serio.
Mu resopló molesto, la insignificante espada que le habían dado en el castillo del Inframundo no era de buena calidad, su hoja estaba casi oxidada y al momento de atacar se había doblado ligeramente, el daño en su contrincante era mínimo. Shion por su parte intentó reprimir el dolor, la hoja era corta, pero aún así el dolor era intenso. No se dejaría vencer de aquel muchacho, sí él seguía pensando que Shion era un traidor no estaba en posición para sacarlo de su ignorancia, no cuando los atenienses seguían cayendo ante el poder despiadado de los vampiros.
Una patada arrojó a Mu varios metros adelante, la espada en el brazo de Shion fue retirada y arrojada a lo lejos por su víctima, y al ver que el muchacho seguía dispuesto a pelear el peliverde dejó caer su propia arma para luchar en igualdad de condiciones. Lamentablemente para Mu, Shion tenía ventaja, él era más rápido y hábil. Mu se maldijo, el collar lo había limitado durante años, en cambio Shion gozó de una libertad que a él se le negó y por eso era superior.
Estaba harto, no llegaría tan lejos únicamente para no alcanzar su meta, Mu debía jugarse el todo por el todo. Así que usó como única alternativa su teletransportación escapando del mayor por fracción de segundos, algunas veces logró darle de llenó al peliverde, pero la mayor parte del tiempo fue él el que terminó comiendo tierra.
—Ríndete, Mu.
—¡No!
X-X
Afrodita levantó la vista hacia un lastimero puente, allí Mu y Shion se debatían a duelo, el vampiro quiso interceder, asesinar al otro elfo, pero se contuvo.
—¡Cuidado! —alertó Shaka sacándolo del camino de una explosión, los humanos estaban desesperados y usaban todo lo que tuvieran a su alcance—. ¿Estás bien?
—Sí —contestó el otro desviando ligeramente la mirada hacia los elfos.
—Te dije que Mu es de confianza. Está peleando a favor de nosotros.
Afrodita quiso reírse en la cara del rubio, Mu no peleaba a favor de nadie que de él mismo. No faltaba ser muy astuto para comprender que ese elfo de cabellos verdes debía ser Shion.
—Afrodita, no te distraigas —apuró Shaka, un nuevo grupo de hombres se dirigía a ellos.
X-X
Shaina y Shun iban caminando con dificultad apoyándose el uno del otro. Había varios enfrentamientos por doquier, y la Cobra no estaba segura que hacer primero, por lo que le pidió a Shun ir hacia los templos donde se organizaría la mayor defensa.
—¿Estás bien? —preguntó él cuando ella se le escurrió de los brazos—. Dime que hay un medico cerca. Tienen que revisarte primero.
—Estoy bien, estoy bien —contestó ella arrodillada en el suelo—. Dame un segundo.
Shun suspiró con fuerza y con un gesto serió se decidió tomar a la chica para llevarla a la enfermería, pero apenas se inclinó un poco una sombra muy grande se lo llevó en el aire.
—¡Shun!
X-X
Era verdad. Mu no estaba dispuesto a rendirse, los golpes, la ira, la excitación lo tenían en una clara desventaja, pero él no estaba dispuesto a dar marcha atrás, había estado esperando todo la vida ese momento. Y tuvo su oportunidad cuando Shion casi lo liquida, en el último segundo el elfo de antaño dudó de su ataque y bajó su defensa y Mu aprovechó levantándose de inmediato para acertar su mano descubierta en el pecho del peliverde.
La espada no servía e igual estaba lejos y Shion tuvo compasión y ese fue su error, Mu no tendría consideración por lo que no le importó seguir deslizando su mano hasta alcanzar el corazón de Shion apretándolo con furia.
—Es tu fin, saluda a mi padre de mi parte —dijo Mu con una sonrisa ladina, ya no importaba nada, lo había conseguido, había logrado matar a Shion.
—Salúdalo tú —acotó Shion con voz ahogada y una sonrisa más amplia que la de Mu. El pelilila no se percató del arma de fuego en la mano de Shion y una bala se incrustó en su pecho—. Tú no mereces quedarte en esta tierra.
—¡Desgraciado! —musitó Mu sacando su mano con el corazón de Shion en la palma, el peliverde cayó con un golpe seco en lo que él tastabilló hasta un muro intentando regular su respiración.
X-X
El impresionante grupo de Poseidón arremetió sin compasión contra todo aquel que se puso en su camino, y aunque los humanos en un inició quisieron defenderse de esa nueva amenaza rápidamente la intervención de la comandante Pandora les ayudó a entender que los Generales Marinos estaban allí como aliados.
Que si Pandora había hecho lo correcto al llevar más vampiros al Santuario, no lo sabían, pero si ellos estaban dispuestos a pelear de su lado dejarían el miedo y se unirían a la batalla esperando no tener que defenderse de los Generales más adelante.
—¿Quién es Alana? —se manifestó una hermosa elfa entre las fuerzas, Julián escuchó el nombre y se giró para observar a la recién llegada.
—¿Quién eres tú?
—Soy Yuzuriha, del Inframundo. Debo encontrar a Alana.
—¿Qué está sucediendo? —esta vez fue Aiacos quien tomó la palabra y tanto el líder del Templo Submarino como el elfo tomaron a la rubia para arrastrarla a un rincón y que les diera más explicaciones.
Ella no estaba segura de hablar, pero si aquellos eran de verdad los Generales Marinos requerían de su ayuda. Así que pese a la lluvia, las explosiones y los gritos, Yuzuriha explicó el plan que había ideado Mu.
—Puede funcionar —dijo Poseidón luego de escuchar todo—. Puede funcionar. Aiacos, un grupo debe ir con ella. Los demás, a defender el Santuario. Lleva las armas que requieras.
—Sí —contestó el elfo haciéndole una señal a una hermosa joven de cabellos platinados que rápidamente llegó con ellos—. Alana, ven conmigo.
X-X
Afrodita vio el cuerpo de Mu caer con fuerza sobre el firmamento, no esperaba que uno de los elfos más fuertes cayera de esa forma, pero solamente, Shion podía haber logrado tal hazaña, y Afrodita se preguntó con seriedad: 'por qué la muerte de aquel elfo le afectaba tanto'. Sólo era su amante, ¿entonces por qué tenía tan animoso dolor en su pecho por su deceso?
—Mu —susurró en lo que su pelo era masajeado por la suave brisa y el ruido de la guerra quedaba a sus espaldas moviéndose en cámara lenta—. Mu, no.
No entendió porqué, pero sus piernas se movieron por si solas y llegaron con él, Mu aún estaba vivo, el elfo se arrastraba con dificultad y Afrodita se preguntó: 'A donde quería irse Mu', miró sobre su hombro, el vampiro más cercano era Shaka y este estaba muy entretenido peleando con los humanos, así que tomó a Mu entre sus brazos y lo llevó a un lugar apartado donde lo dejó reposar bajo un frondoso árbol.
—Sabía que vendrías —dijo pausadamente el elfo mirando con dificultad a Afrodita.
—No puedo ayudarte —susurró el vampiro, ¿de qué servía el estar ahí si no había nada que pudiera hacer?
—No… necesito que me ayudes, simplemente, simplemente, tenias que alcanzarme.
—Pretendías escapar con una bala en tu pecho —razonó entendiendo las palabras del otro.
Mu sonrió con algo de tristeza, su plan había funcionado en parte, él debía tratar de escapar frente a Afrodita para que este lo siguiera, con lo que no contaba era con recibir una bala en su pecho, pero estaba lejos y el vampiro estaba allí con él.
—Mi resistencia trata de sacar la bala pero es inútil, era una buena arma. Un humano ya hubiese fallecido, es lo que siempre nos hizo fuertes y únicos. Los humanos nos consideraban inferiores. Se equivocaron. Dime, Afrodita… ¿mataste a Minos?
—A Minos padre, sí —contestó llevando un mechón lila detrás de la oreja de Mu, ¿por qué le preguntaba eso? ¿Cómo parte del trato que habían hecho antes de empezar el ataque? ¿Tan honorable era?
—Me alegra saber eso, vi que lo mantuviste alejado de la batalla. No esperaba menos de ti. Sabía que lo harías.
—No me enorgullece, no me siento mejor ahora que está muerto. Era basura, una cucaracha, pero no me hace sentir mejor.
—A mí tampoco me enorgullece lo que hice —expuso en lo que sus ojos observaban con dificultad el cuerpo de Shion a la distancia—. Pero mi vida, se limita a este momento.
—¿Tanto querías matarlo?
—Vamos a estar muy bien —susurró quedadamente el elfo, Afrodita lo observó sin comprender—. Vamos a estar muy bien —repitió sin apartar la vista del cuerpo de su antiguo maestro—. Él prometió que íbamos a estar bien. Yo… haré lo que él no pudo hacer… lo siento. Afrodita… ¿por qué viniste? Con esta herida no escaparía a ninguna parte.
—Quería… —Era tan tonto lo que quería, ¿qué quería? ¿Ayudarlo? ¿A un elfo?… eso era…
—Que tonto… pensé que no me dejarías escapar para evitar que me fuera en tu contra, para tenerme controlado. Era el plan escapar. Pero… vaya, viniste por otra razón. —El vampiro observó al elfo confundido, Mu sólo decía disparates, no eran claras sus palabras, ¿cuál plan?—. Caíste, caíste sin dificultad en la trampa. Creo que esto es lo único que sí lamento. Lo siento, Afrodita ustedes también se equivocaron como los humanos…
Mu cerró los ojos lentamente, en donde un afligido Afrodita lo vio perderse en los brazos de la muerte. El vampiro sonrió entristecido, pero ¿a qué se refería Mu? ¿Acaso había dejado entrever sus verdaderos sentimientos donde de verdad le dolía la muerte de ese elfo? O…
—¡Atrápenlo! —escuchó gritar tras de sí, pero cuando giró para ver qué era lo que pasaba ya había sido apresado por fuertes cadenas de plata que lo rodearon por el torso incluyendo sus brazos.
—¿Qué demonios? —bramó Afrodita observando a sus captores quienes lo hicieron hincar en el suelo y ahora pasaban con delicadeza una delgada cadena al redor de su cuello—. ¿Qué significa esto?
El vampiro no recibió una respuesta de inmediato y observó a Shiryu abriéndose paso hasta él.
—¿Acaso quieres que tu hijo muera?
—Porque no deseo eso, es que lo hago. Vendrás con nosotros, Afrodita.
El vampiro prefirió no protestar, el grupo de elfos era numeroso y a los únicos que Afrodita logró reconocer eran los que habían salido con él del castillo, a excepción de Mu que ahora permanecía inmóvil. ¿Qué era lo que pretendían esos elfos? ¿Quién eran esos elfos?
Alana por su lado no pudo evitar desviar su mirada hasta el cuerpo sin vida de Mu, se sintió afligida por la muerte de su compañero y apretó los puños indispuesta.
—Mu, te dejaste consumir y te llevó a esto.
—Alana, debemos irnos antes de que los demás se percaten de todo.
—¿A dónde me llevan? —interrumpió las palabras de Shiryu, Afrodita, el elfo simplemente, sonrió.
El peliceleste no pudo protestar y cuando se percató de todo fue teletransportado hasta la sala principal del Inframundo donde la mirada confundida de Albafica observaba al grupo de recién llegados con intriga.
X-X
Regulus bajó la cabeza intentando desviar la atención de los alrededores, estruendos y balas se apreciaban en todas partes y la lluvia arrastraba consigo charcos de Sangre, humana, de vampiros o de elfos, él no tenía forma de saberlo, y tampoco podía darse el lujo de averiguarlo. Y aunque no eran los lobos quienes les atacaban, Hilda seguía siendo una amenaza si las deducciones terminaban siendo correctas. Tal vez era solo un miedo infundado, pero él no estaba dispuesto a dejar pasar el tiempo y que las cosas se salieran de control.
Faltaba poco para llegar a la cueva, el camino era peligrosamente resbaloso y el agua entorpecía su visión. No tenía que hacer mucho, sólo acercarse a la asgardiana con sigilo y con cautela propinarle un tiro en la sien, era todo. Debía contar con su habilidad, aquella que lo caracterizaba para pasar desapercibido. Lamentablemente, no pudo evitar soltar un grito escalofriante al ver a Hilda, o más bien al licántropo enorme devorando sin miramientos la cabeza del doctor Asamori.
Había escapado de su jaula, la había hecho añicos como si fuera un frágil y delicado cristal y ahora, clavaba sus terroríficos dientes en lo que quedaba del doctor. Regulus se echó hacia atrás, pero ella ya lo había visto, sus ojos se encontraron en medio del vacío y el frío, y ella no lo dejaría escapar. Se abalanzó con sus patas traseras, el muchacho fue rápido y salió de su alcance y olvidando el miedo con aplomo apuntó a la cabeza del gran lobo detonando sin dudar el arma que no logró ni por un milímetro herir al monstruoso ser.
—¡Maldición! —bramó el chico esquivando las envestidas. Hilda era exageradamente rápida y hábil, pero el pequeño espacio de la cueva le impedía moverse dándole una pequeña ventaja al joven que rápidamente se hizo a una espada—. Te mataré.
Regulus no era tan disciplinado como Saori en los entrenamientos, en todos los aspectos ella siempre lo superaba, pero esto se debía a que él prefería instruirse en otras materias, aun así eso no era impedimento para dejarse opacar por su hermana y le haría frente a esa horrible criatura.
Saltó muy alto, sorprendido de haber alcanzado tal altura, y como un experto se giró en el aire para propinarle un fuerte y profundo corte al lobo, sólo necesitaba arrancarle la cabeza y todo estaría resuelto, pero al caer, lo único que consiguió fue herir superficialmente al licántropo que nuevamente dejó escapar un impresionante aullido y no era precisamente de sufrimiento, el daño no había sido ni certero ni importante para causarle dolor.
—No puede ser —musitó al verse superado. No podía vencer a una criatura como esa. Jamás, ni él ni nadie podrían hacerle frente a esa cosa—. Lo siento —dijo con voz entrecortada en el instante en que Hilda levantaba su pata derecha delantera para rasgar el cuerpo del chico con sus afiladas garras, Regulus cayó contra la pared con heridas tan inmensas que permitían ver sus entrañas, afortunadamente, la muerte del muchacho fue instantánea.
X-X
Marín retrocedió rápidamente, se había encontrado con Aioria quien estaba encantado cortando cabezas, la comandante había sido hábil dejando desarmado al inmortal que ahora la observaba con apatía. La chica no se dejó amedrentar aun cuando él la arrojó con furia contra el suelo, ella era delgada y pequeña y como una serpiente se enredó en el cuerpo del vampiro hasta llegar a su cabeza donde le propinó un fuerte y ruidoso golpe que lo hizo tastabillar. Él sonrió interesado y sin problema la jaló del pelo bajándola y ubicándola contra su pecho.
—Me gusta tu tenacidad, niña —dijo Aioria mientras la apretaba contra él tomándola de las manos—. Y hueles muy bien también. A ti no te mataré, a ti, te llevaré a mi lado, serás mía.
—Prefiero la muerte —acotó ella sin poder soltarse.
—¡Déjala! —bramó un hombre alzando su espada y lanzando un ataque que logró la liberación de Marín—. Lamentaras haberla tocado.
Aioria sonrió arrogante y observó al hombre y la chica que ahora se ubicaba a su lado.
—¿Estás bien, Marín?
—Sí, gracias por venir, Kanon.
—¿Quién eres tú? ¿El novio? —preguntó el vampiro cínicamente.
Kanon no contestó el interrogatorio y tomando su espada con firmeza se preparó para atacar al chupasangre el cual alzó la vista al cielo y después de un gesto se esfumó dejando a los dos humanos desconcertados.
—¿Qué fue eso? —preguntó el gemelo—. ¿Acaso huyó?
—No importa —ofreció Marín observando al general quien intentaba mantenerse de pie; su pierna herida no sería impedimento para combatir—. ¿Puedes pelear?
—Te salve de ese vampiro, ¿no?
Marín analizó la situación, si el vampiro no hubiese estado tan entretenido amedrentándola, tal vez, tal vez Kanon no hubiese podido hacer mucho.
—No mueras, ¿quieres? —dijo ella.
—Parece que tienes un admirador —sostuvo él mirando hacia la dirección por la que desapareció el vampiro—. Aléjate de él.
—La próxima vez no le daré tiempo de acercarse.
X-X
—¿Qué está pasando aquí? —dijo el gran maestro Albafica viendo a su hijo con semblante pálido, la teletransportación bajo el peso de la plata había generado mareos repentinos en Afrodita—. ¡Les ordeno que lo suelten! —Albafica se acercó con rapidez, pero antes de poder llegar con su hijo algunos elfos desaparecieron con este—. ¿De qué se trata? —le preguntó a Shiryu quien se mantuvo delante–. ¿A dónde lo llevaron?
—Si quieres volver a ver a tu hijo, nos dirás donde están los nuestros.
—¿Qué? —preguntó y no supo si era la sorpresa o el enfado, pero uno de los dos lo distrajo donde los elfos aprovecharon para apresarlo—. Nunca les diré nada —continuó ignorando el dolor de sus cadenas.
—Empezaremos a traerte partes de tu hijo, sino nos dices donde están los nuestros —sentenció el moreno con firmeza, Albafica lo observó con petulancia.
—¿Qué te hace pensar que los vampiros del refugio ya no están enterados? Como yo lo veo, tu hijo ya debe estar muerto.
—Más te vale que no —acotó Shiryu arrodillándose para ver a Albafica a los ojos donde con una cruz de plata le quemó la cara—. Tenemos todo bien asegurado y resguardado, es cuestión de tiempo para la caída del Inframundo. Si quieres salvar a tu hijo dime dónde está el refugio.
Albafica sonrió aun cuando en su rostro de porcelana se marcó con fuego la cruz.
—De acuerdo —demandó Shiryu y con un gesto desapareció uno de los elfos para aparecer nuevamente delante del maestro sosteniendo un pañuelo ensangrentado—. ¿Qué tenemos acá? —recibió el moreno enseñándole el contenido al otro donde este se impacientó ante las ataduras—. ¿Lo reconoces? Es el dedo de tu hijo, por si te quedaban dudas. Ahora dinos dónde está nuestra familia o lo próximo que te traeré será la cabeza de Afrodita.
—Basta —dijo Albafica tratando de alejarse de su captor sin ningún éxito—. No se saldrán con la suya. No lo permitiré.
—No estarás ahí para impedirlo. Ahora habla o mataré a tu hijo.
—¿Cómo sabré que al darles lo que desean no lo harán de todas formas?
—Puedes morir pensando que salvaste a tu hijo —explicó Shiryu con voz pausada—. O puedes morir completamente seguro de que por tu culpa Afrodita murió. Es tu decisión. Yo estoy dispuesto a hacer lo que sea por mi hijo, ¿qué harás tú por el tuyo?
Albafica bajó la cabeza derrotado, nada le aseguraba que Afrodita estuviera bien, los elfos podían matarlos a ambos después de obtener la información y ellos morirían como traidores, no había solidez en las palabras de Shiryu, nada le garantizaba la integridad de su hijo, y realmente, no había nadie que lo salvara de eso, la mayoría estaban en el Santuario y los demás vigilaban fieramente los alrededores del Inframundo.
Por su lado Shiryu se cansó de esperar.
—Tráeme su cabeza —ordenó el moreno.
—No, no, por favor —pidió suplicante Albafica, haría lo que fuera por salvar a su hijo—. Se los diré, se los diré. Pero por favor no lastimen a Afrodita.
—¡Habla! —demandó Shiryu halando el cabello del vampiro hacia atrás—. No mientas.
—Solo quiero pedirte un favor —dijo Albafica mirando al moreno a los ojos—. De padre a padre. No asesines a mi hijo.
—Yo no voy a asesinarlo. Pagará por sus actos en el momento debido.
—De acuerdo —suspiró el vampiro—. Los niños están a treinta kilómetros al sur de la represa, en una antigua abadía. Ahora, deja libre a mi hijo.
—No hay nada en la abadía —sentenció Alana observando al vampiro, quien por primera vez reparó en ella.
—¿Tú quién eres?
—¿Qué te importa? —amenazó Shiryu obligando a Albafica a que lo mirara—. ¿Dónde están los niños?
—Ya se los dije —repitió el peliceleste.
—No hay nada en la abadía —volvió a decir Alana—. Nosotros ya hemos explorado ese lugar. El lugar fue reclamado por la naturaleza. No hay nada, más que escombros y árboles.
—Es porque están bajo tierra —explicó Albafica con una sonrisa burlesca—. La abadía tiene un refugio antibombas, muy bien escondido y preparado. Es oscuro, por eso lo llamamos el Tártaro. Nos da la oportunidad de vigilar a los elfos aun en el día.
—Vayan por los niños. Es hora de iniciar con esto —concluyó Shiryu lanzándole una llave que Albafica reconoció—. Este es el fin de todo —dijo él mirando al vampiro—, lo lamento, yo no mataré a tu hijo, pero no respondo por el que quiera tomar venganza contra él.
X-X
Dohko observó a una hermosa chica de cabellos largos y oscuros aparecer frente a él y aunque el tiempo había pasado, el maestro reconoció a la elfa y la saludó con grata sonrisa.
—¡Violate! No puedo creerlo, no sabía que entre los planes de Mu, estaba reunirse con ustedes. Esto es una buena noticia.
—Maestro Dohko, no fue así, simplemente, coincidimos, Mu tomó decisiones por todos. Pero no tenemos tiempo que perder. Tenemos la llave.
La chica desabrochó el collar con velocidad, y rápidamente las cadenas fueron cayendo en lo que otros elfos aparecían trayendo armas para que los del Inframundo pudieran defenderse de los vampiros.
—¿los niños?
—Un grupo ya marchó por ellos, no será nada fácil.
—Vamos —alentó Dohko logrando que todo el grupo se pusiera en marcha.
X-X
—Por lo menos déjalo libre.
—Por ahora no —ofreció Shiryu—. Cuando encontremos a los niños, pensaré en dejarlo en libertad, pero hasta entonces, tú y él serán mis rehenes.
El Inframundo tenía sus propias alarmas y minutos después de la desaparición del elfo con las llaves estas se encendieron, dando rápidamente paso a un vampiro que entró al gran salón gritando.
—Señor, los elfos han logrado retirarse los collares y ahora huyen… —Jango se quedó con las palabras en la boca al ver a Albafica arrodillado en el suelo con cadenas a su al redor, su impresión le dificultó moverse con rapidez cuando Shiryu le cortó la cabeza.
—¡No se saldrán con la suya! —bramó Albafica liberándose de sus captores quienes tomaron el movimiento desprevenidos, no imaginaron que aun atado el vampiro tuviera tanta fuerza—. No dejaré que asesinen a mi hijo, ni que tomen el Inframundo.
X-X
Minos el Grifo había sido tomado por sorpresa cuando sus ojos fueron testigos de la osadía de los elfos. Todo había pasado demasiado rápido: Afrodita estaba junto a Mu, aquello hizo rabiar al Grifo que comprendió de mala gana los verdaderos sentimientos del vampiro y cuando quiso darle muerte por su desagradable deslealtad los elfos aparecieron de la nada llevándose al peliceleste consigo.
¿Qué había pasado? ¿En qué momento los elfos se habían liberado? El Grifo no era de los que acostumbrara a recordar nombres o que se molestara en tener presente alguna cara, y no fue hasta que sus ojos peinaron el terreno que comprendió que esos elfos no eran del Inframundo sino del tan temido Templo Submarino, y solo había una razón para que se hubiesen querido llevar a Afrodita: Iban a tomar el castillo. Pero no tenían la llave, ¿cómo liberarían a todos los elfos?
—No —se dijo a sí mismo y se desplegó por los aires en busca de su padre, hasta al final hallarlo tirado a lo lejano con un par de rosas clavadas al cuerpo—. Afrodita, tú.
El Grifo no supo como sentirse ante esa escena, era obvio que Afrodita había asesinado a su padre, pero ¿no había sido la misma obsesión de Minos por Albafica la que lo había llevado a eso? Su padre se lo había contado tiempo atrás, cuando descubrió que el Grifo tenía un interés en Afrodita, le había revelado la verdad tras la muerte de Agasha. El Grifo no protestó, sin embargo, nunca aprobó los medios despiadados y absurdos de su padre. ¿Él se merecía eso? El Grifo siempre pensó que tarde que temprano Afrodita o Albafica tomarían venganza y de cierto modo él estaba preparado para eso.
Su dilema se disipó con rapidez, el Santuario podía esperar, pero aun había tiempo de salvar al Inframundo.
X-X
Shun cayó al suelo con gran fuerza y jadeó mareado por el desconcierto y el dolor en su interior, llevó su mano derecha hasta su cuello donde notó una jeringa clavada en la yugular.
—Hijo, cuando te dije que hicieras lo posible por convencer a la humana no imaginé que llegarías al punto de cuidar de ella.
El muchacho levantó la vista y observó a su padre caminando a su alrededor en lo que blandía la espada de un lado a otro.
—¿Qué pasa, hijo? ¿Te sientes mal? —preguntó con cinismo al ver el rostro enrojecido de Shun—. Oh, sí. Debe ser por esto —continuó librando la jeringa con su mano derecha—. Verás —Hades se inclinó para ver a Shun a la cara—. Estas cosas tienen plata liquida en su interior, los humanos las usaban en el pasado y aún la siguen usando. ¿Sabes? —Se puso nuevamente de pie—. Un apestoso humano intentó inyectarme esta —dijo lanzando la jeringa lejos— Que idiota, ¿no? ¿Duele cierto? Entra directo a tus venas, es difícil moverse, pero bueno, aprovechemos en lo que te recuperas. Vamos a hablar un poco tú y yo… de padre a hijo. ¿Qué carajos estabas haciendo? —inquirió levantando el rostro del Shun por el cabello—. ¿En serio piensas que puedes traicionarme?
Un fuerte puño se estrelló en el rostro del joven quien escupió sangre liberándose un poco de Hades.
—¿Crees que puedes burlarte de mí? —agregó el gran rey ahora propinándole una patada a Shun haciéndolo girar en la tierra—. No hijo, nadie se burla de mí.
—Lo sé… Por eso matas a cualquiera… que intente pasar sobre ti —escupió Shun con dificultad.
—Son gajes del oficio, hijo. No lo tomes personal. ¿Sabes? Yo tenía fe en ti y en tu hermana. Llegué a pensar que serían los más fuertes y que se alzarían sobre la manada. Pero no. Tu hermana está obsesionada con el reconocimiento, y tú, y tú nos traicionas por una insignificante perra humana. Lo primero que haré, será traer a tu zorrita para que le cortes la cabeza, y luego le ordenaré a tu hermana arrancarte los ojos tal como lo hiciste tú con Lune cuando protegías a Makaira. ¿No te parece irónico?
—Lo irónico… es que tu maravillosa hija no podrá cumplir tus deseos… No —expuso tratando de ponerse de pie ya que empezaba a recuperar algo de fuerza, pero la lentitud de su curación lo dejaba en una gran y marcada desventaja.
—Ah, ¿sí? ¿Por qué?
—Porque yo la maté —soltó con rabia, Hades apenas hizo un gesto y tomó aire para no acabar con Shun ahí mismo—. Tú maldita hija se merece lo que le pasó, supongo, que tuvo el mismo destino que tu esposa, ¿no? Ambas asesinadas por su propia familia.
—¿De qué hablas?
Varios disparos hicieron que Hades se alejara de Shun, Shaina había llegado con una automática y había disparado con prudencia para no herir al peliverde.
—Shun, ¿estás bien? —quiso saber ella tirándose a su lado.
—Pero miren nada más quien está acá —alentó Hades con cinismo—. La última vez que te vi, Shaina, estabas sobre mí, ¿lo recuerdas?
Shaina lo observó con furia y apuntó con su arma a la cabeza del gran líder vampiro.
—¿Crees que podrás matarme, niña?
—No te acerques.
—Ustedes dos han estado jugando conmigo y realmente estoy muy molesto —expuso Hades pasando su espada por encima de su hombro—. Tú —señaló a la Cobra—. Tú con tu carita de niña buena diciendo que no sabías nada del Santuario y que ibas a ser mi esclava. Eso dijiste, ¿no? Pero a la primera oportunidad escapaste. Muy mal. Aunque estaba planeado que escaparas, no me gustó que luego te revolcaras con mi hijo, porque él te estaba siguiendo, ¿si sabías? Sí sabías. Claro que sabías. ¿Dormiste con él para despistarlo, tal como creíste haberlo hecho conmigo? ¿Pensaste que esa noche en la que te ofreciste tan agradablemente yo había bajado la guardia? Eres una completa idiota.
Shaina estaba harta de escuchar y Shun parecía tardar en recuperarse, así que aprovechó para descargar el arma contra Hades que rápidamente esquivó las balas.
—Vaya que si eres idiota —dijo él apareciendo tras ella para tirarla con fuerza de un solo puño. Esto pareció despertar a Shun quien se lanzó con furia contra su padre haciéndolo caer—. Parece que encontré tú motivación —dijo mirando como el peliverde luchaba por mantenerse de pie—. De verdad te importa ella, y por la forma en la que ella corrió hasta acá, supongo que siente lo mismo por ti. De acuerdo.
Hades se levantó de inmediato y se lanzó contra Shun, el muchacho se balanceó con elegancia y logró esquivar el golpe, pero recibió de lleno una gran cortada en el brazo derecho.
—Ese suero de plata es difícil de expulsar —dijo Hades y balanceó su espada una y otra vez tratando de herir al otro, que aunque lesionado pudo defenderse.
—¡Shun! —llamó la Cobra nuevamente arrojando una espada que le facilitó la defensa al vampiro más joven, aun así los efectos de la plata seguían en su interior causando estragos.
—De nada te servirá.
Esta vez Hades se dio la vuelta dirigiéndose con precisión contra Shaina, quien recibió una fuerte patada para caer al suelo, estaba indefensa y los ojos claros de Hades eran muy dicientes, era su fin. El gran líder vampiro levantó su espada en línea recta y bajó su mano con tanta rapidez que la Cobra rogó porque su muerte fuera inmediata, no obstante, no pudo evitar cerrar los ojos, pero algo la sacó del camino, unos brazos fuertes se aferraron a ella y ambos rodaron montaña abajo.
—Shun —musitó ella al reconocer al vampiro que estaba sobre su cuerpo con una mueca de dolor, y aunque Shun fue rápido eso no evitó que recibiera una larga y pronunciada cortada en la espalda—. ¿Estás bien? Empiezo a creer que debimos habernos fugado cuando me lo propusiste.
—Hubiera sido un grave error —contestó él con un gentil gesto.
—¡Maldito! —bramó Hades llegando de improvisto para propinarle una patada a Shun que lo hizo volar varios metros—. ¿Te sigues burlando de mí? ¿Después de todo lo que he hecho por ti, así es como me pagas?
El pelinegro no le dio tiempo a Shun de reaccionar y una y otra vez fue arrojando golpes con su espada hasta lograr que el muchacho terminara contra una roca.
—Eres un idiota y un mal agradecido —expuso Hades clavando su espada en el hombro de Shun que no había terminado de sanar desde la vez que Shaina le había ocasionado un herida similar, pero contrario a ella el rey de los vampiros imprimió toda su ira en esa apuñalada—. ¿Traicionas a tu familia por una miserable humana? ¿Sabes que voy a hacer? —preguntó sin retirar el sable y tomando al peliverde por el cabello para que levantará la cara—. Lamentarás haberme traicionado, querido hijo. No puedo creer que hayas olvidado mis palabras. ¿Las recuerdas?
«Te estimo mucho, Shun, pero si me das la espalda, si te burlas de mí, me encargaré de acabar contigo y de destruir todo lo que amas» Claro que las recordaba, con bastante claridad de hecho, pero ¿acaso Hades ya no le había quitado todo? ¿Acaso él ya no había asesinado a todos los que él amaba?
—Shaina —dijo en un miserable susurro en lo que Hades sonreía con amplitud.
Una navaja atravesó los aires sin reparo, y aunque el lanzamiento había sido impecable no obtuvo la velocidad para arremeter contra el gran vampiro que con un par de dedos detuvo el trayecto del cuchillo girando su mirada hacia la Cobra que apuntaba sin duda con una semiautomática.
—Impertinente —susurró el pelinegro arrancando la espada con fuerza y corriendo hacia la chica que descargó su arma en el vampiro sin lograr herirlo ni una sola vez—. Seré clemente contigo hijo, porque te tengo mucho afecto —acotó parándose detrás de la Cobra quien no tuvo tiempo ni fuerza para girarse—. Te evitaré el dolor de asesinarla con tus propias manos.
Shaina se quedó congelada en su lugar, Hades había llegado muy rápido hasta su espalda por lo que no pudo detener el impacto de su espada que la atravesó justo en el pecho. La Cobra, simplemente, sintió una punzada y percibió como sus pies se despegaron de la tierra y quedó sostenida en el aire, sus manos se adormecieron y por más que intentó moverse sus piernas no le respondieron. El cielo estaba tan oscuro que ella sintió que se la tragaba la nada.
—¡No! —gritó Shun tratando de ponerse de pie ignorando el dolor que se acrecentaba en su cuerpo, Shaina estaba en el aire siendo sostenida por la hoja de la espada de Hades, quien con un violento movimiento hizo que la cobra saliera despedida por los aires girando unos metros por delante, donde Shun le dio alcance con bastante dificultad.
—Agradece mi bondad, hijo —dijo Hades con voz solemne—. El consejo te hubiese obligado a devorarla miembro por miembro. Como lo veo, te acabo de hacer un favor. Nunca olvides la benevolencia de tu padre. No olvides tampoco quien es tu verdadera familia. Espero que esto te haga recapacitar y luchar a favor de los tuyos. Déjala allí y vamos juntos a acabar con este pestilente lugar. Tal vez así, pueda dejar de lado tus faltas. Te estaré esperando.
—Shaina, Shaina. No, no… ¡Shaina!
Shun llegó tan rápido como sus heridas le permitieron, la chica intentaba respirar, pero su boca estaba llena de sangre.
—Vas a estar bien.
—Shun —dijo ella con bastante dificultad y la mirada pérdida—. El Santuario… el Santu…
—Tranquila, tranquila. Todo estará bien… te lo prometo.
—Shun… te… amo…
—Yo también, te amo. Resiste, por favor…
Los ojos de Shaina se cerraron lentamente y Shun presenció angustiado como a la Cobra se le escapaba la vida cuando su respiración cesó de improvisto. La sangre derramada era arrastrada por los caminos hechos por la lluvia en el fango, ya no había vida ni luz en aquella muchacha de pálido rostro, ya no sentía dolor, ni miedo ni tristeza, ahora era una marchita flor, un cascaron vacío, después de tanto pelear, de resistir, de luchar, su voluntad y fuerza no fueron suficientes contra la inmisericorde espada de Hades. Ella no había muerto antes porque los vampiros no lo querían, pero ahora ya no la necesitaban, su papel en aquella desventurada misión había llegado a su final.
—¡Shaina! ¡Shaina!
Hades no estaba tan lejos, y logró apreciar el grito desgarrador de Shun ante la muerte de Shaina, sonrió con petulancia, la lección no había sido clara. Si el muchacho quería seguir con vida, debía aprender a partir de ese momento, que Hades era un dios, y que le debía obediencia.
—Aun te falta mucho por aprender, hijo.
Continuará…
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Bueno, también había advertido sobre que no habría final feliz para nadie. Lo bueno de todo esto es que el otro capítulo ya está en el horno. De hecho se supone que todo quedarían en este pero por lo extenso lo tuve que dividir.
Monse: Hola querida, mil y mil gracias por tu apoyo y valiosa y bella compañía a lo largo de este fanfic. Y empezó el descontrol y cayeron los primeros, aun faltan unos pocos más. Tú como siempre tan perspicaz, como vez, Poseidón dividió a su gente, pero todo esto gracias al plan ideado por Mu, aunque igual, era la oportunidad perfecta, pero ya ves que sin la información de los niños ellos no podían hacer mucho. Ares es un amor, y como ya le había dicho algunas personas, él será uno de los grandes líderes en el futuro, así que por ahora te puedo decir que no hay que temer por él. Y bueno, el resto ya lo sabrás en el próximo capítulo. Un abrazo.
8D: Los Kido nunca han sido nobles, amigo, la historia nos ha demostrado que no XD quien iba a imaginar que su sed de poder los iba a llevar a esto XD, por ahora como puedes ver, Hilda no es un amigo de los humanos, y ya su humanidad se perdió completamente, es una nueva raza que está dispuesta a pasar por encima de todos. Así que si, otra cosa de que preocuparse. Si de los tres grupos no se saca ni para una sopa jajaja… chico listo, muy bien, no hay que encariñarse con nadie. Muy bien. Veamos si sigue existiendo un mundo después de esto XD XD… muchas gracias por tu apoyo nos leemos en el próximo capítulo. Un abrazo.
Nos estamos leyendo.
