REY DE LOS DEMONIOS
¡Hola! De vuelta con una nueva actualización. :)
- Lin Lu Lo Li: Poco a poco se van revelando pistas de quien pudo ser el causante de la muerte del Rey, en este capítulo quise que se reflejara la desesperada necesidad de Kagome en convertirse en madre y dejar un poco al aire el motivo del por qué aún no lo es :( Hay un o una culpable y pronto se dará cuenta de quien es ¡Qué emoción! :) ¡Gracias por leer! Y espero que te guste este nuevo cap.
Sí, dije que el capítulo estaría para el domingo, pero ya lo tenía listo y no me pude resistir en subirlo. Ahora, si mañana tengo algo de tiempo también habrá actualización, así que estén atentos y gracias por seguir la historia y dejar sus Reviews. Significan mucho para mí :D
Y ya sin más ¡Disfruten de este nuevo capítulo!
Atte. XideVill
Disclaimer: Los personajes de esta historia son de Rumiko Takahashi.
CAPÍTULO 22.
KAGOME
Ya había pasado un mes desde la muerte de Toga. La ceremonia de despedida fue de lo más dura y difícil de asimilar para todos. Aún no aceptaba que Toga se había ido, aún me costaba pasar por su habitación ya no sentir su llamado.
Inuyasha besó mi frente antes de levantarse de la cama e ir por su vestimenta.
–¿Ya te vas?
–No quiero hacerlo, pero no tengo opción – dijo desganado.
Desde que había regresado no había día que no tuviera una reunión con el consejo de ancianos.
–Prometo volver antes de la cena. Hoy tardaré un poco más porque trataremos el tema de Naraku.
–Está bien, pero no te sobre exijas demasiado.
–No lo haré – dijo antes de dejar un beso fugaz en mis labios.
Me quedé en cama al menos hasta que Kikyo entró con el desayuno.
–Su té princesa.
–Gracias Kikyo, pero hoy no tengo muchas ganas de comer.
–¿Se siente bien?
–No mucho.
–¿Quiere que llame a Miyu?
–No hace falta, con un poco de aire fresco se me pasará.
Y así fue, me senté en los jardines del palacio apreciando como el invierno por fin se iba despidiendo.
–Majestad – Aquella voz me sobresaltó – Disculpé, no quise asustarla.
–No, está bien.
Sesshomaru ocupó el lugar junto a mí y desde ahí soltó un gruñido.
–¿Ocurre algo?
–Nada fuera de lo normal.
–¿A qué se refiere? – insistí.
–Mi hermano está empecinado en ir tras de Naraku que no ve el peligro que corre Lothar por sus caprichos.
–¿Eso cree? – lo miré – ¿Cree que el Rey solo actúa por puro capricho?
–No me mal interprete Majestad, pero ¿por qué otra cosa sería?
–Naraku está acabando con todo a su paso ¿Eso no le parece suficiente razón?
–Tal vez, pero hasta ahora solo ha atacado aldeas de Reinos vecinos.
–Lothar no está seguro si eso es lo que cree.
–El Reino tiene suficientes hombres como para combatir a un ejército de demonios. Pero lo que está haciendo Inuyasha es acabar lentamente con nuestro ejército.
–¿Qué sugiere? – interferir – ¿Que no se haga nada y que más gente muera?
–Suena cruel, pero mientras no sea directamente con Lothar debemos permanecer al margen.
–¡De ninguna manera!
Me levanté y lo miré decepcionada.
–Creí que sería diferente Sesshomaru, pero veo que me equivoqué.
Salí de aquel lugar y me adentré en el palacio. Estaba tan furiosa que no vi a Miroku y terminé chocando bruscamente contra él.
–¿Majestad? ¿Se siente bien?
De pronto todo a mi alrededor se hizo difuso.
–No, me siento mareada.
–Permítame – Me sujetó del brazo antes de que cayera – ¡Majestad!
–Kagome… Kagome… Cariño despierta.
Abrí los ojos sintiendo un inmenso dolor de cabeza.
–Inuyasha…
–Sí, aquí estoy – me susurró sobre la cabeza.
–¿Qué me pasó? – dije al verme dentro de la cama.
–Te desmayaste, me preocupaste mucho – Besó mi cabeza – Miyu ya viene para acá.
Asentí y sentí sus brazos a mi alrededor. Cuando la mujer entró me miró dudosa.
–Majestades.
–Quiero que revise a mi esposa Miyu, quiero saber qué es lo que le pasa.
–Sí Majestad.
Miyu me pidió que le alcanzara la muñeca y así lo hice. Se tomó su tiempo y cuando por fin me soltó miró a Inuyasha con algo de temor.
–Necesito revisar a su Majestad la Reina en privado.
–No me iré de aquí – dijo a la defensiva.
–Inuyasha – traté de calmarlo – Está bien.
Sus ojos me suplicaron que lo dejara quedarse y le sonreí al verme derrotada.
–Está bien Miyu, está bien si el Rey se queda.
–Como usted diga Majestad. Entonces, voy a empezar.
Quitó las sábanas e hizo el mismo procedimiento de hace unas semanas. Esta vez la tensión vino de parte de Inuyasha, lo supe al verlo mirar a Miyu con terror.
–Y ¿Qué es lo que tiene mi esposa?
–Es extraño – dijo la mujer – Los síntomas coinciden, pero no puedo ver nada.
–¿Qué síntomas? ¿De qué hablas? – insistió Inuyasha.
–Lo que su Majestad tiene son síntomas de embarazo.
–¿Está embarazada?
Inuyasha me miró con ilusión.
–Me temo que no mi Rey, y por lo que veo, lo siento mucho, pero me temo que la Reina jamás podrá ser madre.
Fue como recibir una daga en el corazón. Las lágrimas no tardaron en acumularse en mis ojos.
–No… – negué varias veces – No, Inuyasha no…
–Tranquila Kag…
–¡NO! – me intenté sentar, pero Inuyasha me lo impidió – Dime que no es verdad.
Sus brazos me rodearon tratando de mantenerme en una sola pieza.
–No es verdad… – dije entre sollozos – Está mintiendo…
–Miyu, por favor.
–Sí Majestad.
La mujer acercó a mis labios un líquido que me obligó a beber de golpe.
–Inuyasha…
–Shh… Shh… Aquí estoy – susurró – Estoy contigo Kagome, todo va a estar bien…
No pude escuchar más, el sueño terminó por vencer todos mis intentos de desahogarme.
Al abrirlos otra vez, la oscuridad de la noche era lo único que acompañó mi dolor.
–¿Estás despierta? – No respondí – Te amo Kagome, y tu vida es lo más importante para mí. No me importa si no tenemos un heredero.
–Pero… – dije tratando de contener un sollozo.
–Te tengo a ti – Me atrajo más hacia su cuerpo – Nos tenemos el uno al otro, nada más importa.
Traté de no llorar, pero no pude evitarlo.
–Te amo… – confesé en un susurro.
–Y yo a ti mi querida Kagome.
—-
–Ya pasaron dos meses – le dije a mi amiga — ¿Y si ahora…?
–Kagome.
Odiaba esa mirada.
–Ya sé, lo estoy haciendo otra vez, pero esta vez estoy segura Sango, sé que estoy embarazada.
Miyu apareció y me sonrió como siempre.
–Me mandó a llamar Majestad.
–Así es Miyu – le dije echándome sobre la cama – Quiero que me revises.
En ese momento la puerta se abrió dejando ver a Kikyo, quien entraba con la comida.
–Su desayuno Prince…
Se quedó callada al ver a ambas mujeres adentro, en especial desvió la mirada de Miyu.
–Lo siento, puedo volver más tarde…
–No, está bien. Puedes dejar la comida de su Majestad sobre la mesa – Dijo la mujer y yo la miré sorprendida.
Kikyo me miró y yo asentí.
–Sí, por favor Kikyo. Haz lo que dice Miyu.
La muchacha asintió sin ganas y dejó la bandeja antes de retirarse. Miré a Miyu y se hizo imposible no preguntarle.
–¿Pasó algo entre mi dama y tú Miyu?
–Oh, no, no es eso Majestad – me indicó que me destapara – Voy a empezar.
–SÍ.
Esta vez tardó menos con su revisión. Y una vez que terminó la miré expectante.
–¿Y? – dije ansiosa.
–Kagome – intervino Sango quien puso una mano sobre mi hombro.
La mujer negó y la desilusión no tardó en llegar.
–Lo lamento mi Reina.
–Kagome…
Me senté.
–Está bien, por favor no se lo digan a Inuyasha – pedí.
–Majestad, perdone que me entrometa, pero he notado un comportamiento algo extraño de su dama.
–¿De Kikyo?
–Así es – aseguró Miyu – Como sabrá, yo estoy puesta a su disposición y por eso me llevo mejor con todas las muchachas a su servicio, sin embargo, ellas comentan que la señorita Kikyo no llega a dormir en las noches y que se reúne en secreto con un hombre.
–¿Con un hombre? – dije sorprendida – Y usted sabe ¿quién es ese hombre? Miyu.
–Me temo que no Majestad. Pero las muchachas dicen que es un mercader.
–Si es un mercader entonces asumo que trabaja en el pueblo.
–Sí Majestad.
Miré a Sango y ella asintió antes de salir de la habitación. Una vez solas la mujer se acercó a la bandeja de comida que había traído Kikyo hace unos minutos.
–¿Siempre come lo mismo Majestad? – preguntó mientras levantaba el vaso y se lo llevaba a la nariz.
–No siempre, la comida varía.
–Esto huele muy bien – comentó – Como a frutos.
–Así es, Kikyo es la única que se encarga de preparar y traer ese jugo de frutas junto con el té. De hecho, creo que esas dos cosas son lo único que no varía en el desayuno – sonreí – El sabor me es muy familiar y por eso le pedí que me lo trajera siempre.
–Ya veo.
–¿Por qué? ¿Tiene algo de malo?
No pude evitar tensarse. Con los antecedentes de la muerte de Toga ya todo me parecía dañino.
–Puede que el sabor sea muy fuerte y ese sea el causante de su constante malestar y dolores de cabeza.
–¿Estás segura?
–No del todo, pero por qué no prueba en dejarlos de consumir por un tiempo y así vemos cómo le va.
–Está bien – asentí.
–Entonces déjeme llevar esto a la cocina y la dejo descansar.
–Gracias Miyu.
–A sus órdenes mi Reina.
La mujer salió y la habitación se llenó de un completo silencio, al menos hasta que escuché una voz familiar del otro lado de la puerta. Sonreí antes de que esta se abriera.
–¿Cómo amaneció la mujer más bella de todo el Reino?
Le sonreí antes de ir y fundirme en sus labios.
–De maravilla – confesé – ¿Cómo te fue?
–Ya sabes – dijo cansado – Esos ancianos no dejan de hablar de tonterías.
–Inuyasha – reñí y este solo sonrió, pero había algo en su mirada que me decía que algo le molestaba – ¿Qué más? – insistí.
Se sentó sobre la cama y me atrajo de la cintura para que me sentara en sus piernas.
–Nada más…
–Te están exigiendo un heredero ¿No es así?
–Kagome…
Me quise poner de pie, pero él intensificó su agarre en mi cintura.
–Perdón…
–No, ya hablamos de esto – Me sujeto del mentón para que levantara la cabeza – ¿Qué fue lo que acordamos?
–Que no tengo por qué disculparme, que no es mi culpa y que estaremos bien si nos mantenemos juntos – recité nuestro acuerdo.
–Muy bien, entonces deja de lamentarlo.
–No puedo, tener un hijo, uno nuestro me haría muy feliz.
Besó mis labios con suavidad antes de llenarse de mi aroma.
–Lo sé cariño, por eso no acepté.
–¿Qué cosa? – Sus ojos dorados se negaron a verme – Inuyasha – insistí.
–Esos ancianos, creyeron que me dejaría chantajear – dijo con enojo – Me ofrecieron su ayuda para acabar con Naraku a cambio de un heredero. Fueron muy insistentes al decir que no importaba si el hijo no fuera tuyo.
–¿Qué? – dije empezando a sentir cómo las lágrimas se me acumulaban en los ojos.
–Según las leyes puedo tomar a una de tus damas y hacerla mi concubina.
Sentí una estocada en el pecho. El dolor era insoportable y lo supe cuando vi caer la primera lágrima.
–Pero no acepté. Los mandé al diablo a todos– dijo él mientras limpiaba mis mejillas – Y les recalqué que tú eres y serás siempre la única mujer en mi vida.
–¿Y qué pasará con Naraku?
–Si no puedo contar con su ayuda entonces lo haré por mi cuenta.
–Es muy arriesgado – comenté aterrada.
–Vale la pena intentarlo.
–No si mueres.
–No estoy tan desprotegido como crees. Aún tengo fieles hombres conmigo y sé que me apoyarán cuando llegue el momento, además ¿Ya olvidaste que no soy un simple humano?
Miré el Kotodama que aún adornaba su cuello.
–¿Te lo quitaste? – pregunté mientras buscaba su mirada – Cuando estuviste fuera ¿Alguna vez te lo quitaste?
Su silencio me lo confirmó.
–Fue un accidente, un demonio me lo arrancó y entonces…
–¿Y entonces?
Inuyasha parecía estar recordando lo que había pasado.
–No lo recuerdo muy bien, pero según lo que dijo Sesshomaru me convertí en una criatura aterradora. Cuando recobré la conciencia, tenía la herida en mi abdomen y todo a mi alrededor estaba bañado en sangre. Fui yo quien acabó con sus patéticas vidas y no lo recuerdo.
Pasé mis manos por sus mejillas a modo de disminuir su tensión y me sorprendió el ver que su expresión se suavizó apenas mis yemas hicieron contacto con su piel.
–Me da miedo pensar que algo te suceda cuando te encuentres en ese estado.
Puso una de sus manos sobre la mía y la atrajo hacia sus labios.
–He estado investigando y existe una forma de ser ese demonio sin perder la conciencia de quien soy en realidad – dijo seguro.
–¿Cuál?
–Con la ayuda de "Tessaiga" la espada que portaba Lothar y la que usó para vencer a Setsuna no Takemaru.
Continuará...
