¡Hola! ^^

Había olvidado subir el episodio que tocaba aquí jaja, bueno ya ahora sí les dejo esto, disfruten la lectura, no olviden dejar sus comentarios, favs y follows para apoyar al autor a seguir escribiendo. Cualquier duda que tengan me la dejan aquí o en mi Insta /OnlyStarling

Que pasen una bonita noche o día :D

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Disclaimer: Aclaro que ninguno de los personajes usados en esta historia son míos, excepto los que yo cree. En todo caso se dará debida nota. Riot Games tiene los derechos de los personajes usados.

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Nota: No al plagio por favor, copiar una historia que no es tuya y ponerla en otro sitio bajo tu nombre es plagio. Si ven mis obras en algún lado sin mi permiso ni mi nombre... avisen y/o denuncien al autor, gracias ^^

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El Baile del Cuervo

Por Clarisce

Capítulo 19: Animales de Circo

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Ninguna señal en el cielo lo despejó de la cruda idea de haber enviado a Irelia a un infierno, claro, para ella era normal vivir en sufrimiento y desasosiego, pelear en contra de un grupo de asesinos era el ambiente más normal que podía pedirle, pero…

— Amo, el señor ha sido informado y mañana, de acuerdo a la disposición de un médico, recibirá a la joven ama Irelia.

— No está en condiciones de salir de cama, ¿eres consciente?

— Insistieron —repitió Lille.

— Así quieren compensar el que nos salvara —respondió Swain entre dientes, no podía evitar sentir molestia, aún cuando veía dormir plácidamente a Irelia junto a Yuumi—. Pero estaremos encantados de asistir —cambió su tono de voz.

— Excelente decisión, joven amo.

Dijo el mayordomo y salió de ahí casi de inmediato.

¿Llevar a Irelia en esas condiciones a una reunión con lobos? Era una locura, pensó. Tal vez era hora de sacar las garras y despejar su mejilla para recibir el castigo por no llevar a su esposa.

Era lo que querían, quizás esa reunión fue acordada por su madre, la única persona interesada en lastimarlo y humillarlo, la mujer con menos empatía por la situación crítica de otros, que no fuera ella misma.

Pero no era lo único que se desatapa en medio de ese complejo desastre, Darius permaneció vigilante durante la crisis, atento a cualquier cambio, si Boram decidía que era suficiente de jugar con sus siervos, bien podría matarlos, así que, al contrario de sus deseos y decisiones, puso al tanto a su hermano. Era difícil contar con alguien que no fuera él, pero Draven permanecía consciente a este pedido, después de todo, Darius lo era todo…

— ¿En qué piensas? —preguntó el rebelde noxiano a su, muy seria, contraparte.

— Aún estás en entrenamiento, ¿te han dado algún arma?

— Elegí una espada, pero no me gusta. El instructor es demasiado estricto.

— Le pedí que lo hiciera.

— ¿Por qué?

Ambos hermanos se sentaron en medio del humilde jardín del menor de los Swain, no tenían permitido usar las sillas o sentarse en la mesita que había para resguardarse del sol, sólo su amo podía hacerlo y la jovencita jonia que yacía como esposa de esa tierra.

— Es importante que pueda apoyarme en ti —respondió de inmediato.

Draven lo miró en silencio, tenía razón, eran sólo ellos ahora, si le decía que lo recordaba todo, aquella vida pasada, podría complicarse y no lo vería como siempre lo había hecho, con esperanza.

— ¿Tengo que servir a esa jonia? —preguntó disimulando.

— Es la esposa de la persona a quien servimos, por ahora. Hazte a la idea de que debes verla como tu superior.

— Eh… —hizo un gesto de disgusto— ellos son inferiores, no quiero inclinarme ante ella.

— Puede patear tu trasero, no hables así.

— ¿El paleto arrogante de Jericho Swain? Jajaja —se rió descarado.

— No, hablaba de la ama Irelia —pronunció sin mucha dificultad, era su papel de sirviente.

Su sonrisa se borró.

Recordaba las cuchillas danzantes de la bruja que hizo temblar un batallón entero de los suyos. Tenía razón, no debía meterse con ella, además había otra poderosa razón.

— Hermano… —pronunció suave, cambiando por completo su semblante.

Quería preguntar, necesitaba saber… ¿qué pasó con ella? ¿Qué pasó con su esposa? La esposa de esa vida que vivió, a la que amó, a la que amaron ambos hermanos y que él tuvo que abandonar, porque amaba más a Darius de lo que pudiera querer a…

— ¿Draven? —preguntó y le golpeó el hombro.

— Iba a decir algo pero lo olvidé.

— Menos mal, creí que finalmente habías quemado tu último pensamiento —rió ligero.

Extrañaba eso, su hermano viéndolo como si todavía quedara esperanza en el mundo para él y no que lo despreciara con todo su cuerpo, al haber intentado robarle a su amada.

— Lo haré, serviré a la joven ama, como tú me lo has pedido, eh… —miró al cielo mientras aquellos rayos de sol quemaban su piel poco a poco— te obedeceré.

— ¿Te golpee tan fuerte? —preguntó Darius. No estaba bromeando, miró seriamente su hombro para ver si realmente había algún hueso roto.

— ¡Deja de burlarte! —le gritó Draven.

Se levantaron, mientras Darius le ofrecía su mano, su hermano la tomó. Ambos eran los protagonistas de una tragedia en su vida pasada, ¿cómo no optar por ignorar aquella vida?

— "Y en cuanto ese cuervo se descuide, no le permitiré que nos lastime otra vez, sin importar a quien tenga que herir o matar" —pensó Draven mientras desaparecía en la sombra de un árbol con su hermano.

¿Qué hora era?

— Uhm… —gimió abriendo de a poco sus ojos.

La oscura y tibia habitación se dejó ver mientras sentía un ligero peso sobre su almohada muy pegada a su cabeza. Aquella gatita seguía durmiendo, Irelia se levantó con cuidado, estaba sentada, ¡qué gran hazaña!

— ¿Emeri? —preguntó a la nada y su voz resonó.

Pronto de la puerta, surgió su joven sirvienta, ésta entró a toda prisa mientras corría a sostener a su ama, estaba tambaleándose en la cama.

— Ama Irelia —dijo en tono bajo— debe dormir, no se levante.

— ¿Quién dice? —preguntó— ¿Y Jericho?

Emeri apretó los labios e hizo un ligero gesto nervioso que la delató.

— Salió un momento, dijo que volvería más tarde —sonrió y fingió lo mejor que pudo.

— ¿Dónde fue? —preguntó de nuevo sosteniendo su cabeza, todo parecía estar nublado.

— Eh… fue a dar sus saludos, los saludos… eh… —miró a otro lado, Irelia había clavado sus ojos en ella— el amo Swain exigió una audiencia.

Por un momento dejó que sus pensamientos se hilaran, ¿no se supone que las audiencias oficiales eran de pareja? ¿Qué pasaría si sólo Jericho fuera?

¡SERÍA CASTIGADO!

Otro castigo físico, pensó Irelia, dejó de ver a Emeri y con todas sus fuerzas movió sus pies para apoyarlos en el piso, seguía sin poder sostenerse, era como debilidad muscular, no había ninguna fuerza en sus piernas.

— ¿Hace cuánto se fue? —preguntó en pánico.

— Ama —la soltó para arrodillarse completamente— si dejó que usted marche, el joven amo me echará, probablemente me maten por no ser de ayuda para usted, yo… no puedo llevarla allá, es imposible, ni si quiera puede caminar, si va, irá en contra de los deseos de su esposo y creará más problemas, podría matarla a usted también. No permita que todas estas cosas pasen, por favor.

— Estás haciendo una novela de algo tan normal, sólo quiero apoyar a Jericho —se puso de pie, aún temblorosa y con el rostro en pleno dolor— ¿ves? Puedo caminar —fingió sonreír, dio un paso y notó pronto todo el dolor de su cuerpo inactivo— por favor, prepara mi ropa.

— Pero…

— Eres mi sirvienta personal, ¿verdad?

— Sí.

— Por encima de Jericho, estoy yo y mis órdenes, así que cumple éste capricho mío. Te protegeré si las cosas salen mal.

— Tiene razón —pensó Tawk— usted es más importante y yo… —tembló por un escalofrío que recorría su espalda— si yo debo morir para cumplir sus deseos, es como debe ser.

— Cálmate, nadie morirá, ahora trae mi ropa de inmediato, necesito encontrar a mi esposo, ¿está en la mansión principal? —preguntó.

— Está cumpliendo una diligencia, cuando termine irá a la mansión, pero no sé cuándo será, nadie me dio ninguna hora o momento de la noche.

Después de unos dolorosos minutos fuera de cama, Irelia se vio al espejo, otra vez con la sensación de su cuerpo cayendo a pedazos, se giró hacia la cama y vio a la gatita Yuumi dormida, ella no la curaría de inmediato, ni le quitaría el pesar que sentía con tan sólo dar pasos.

Emeri terminó de arreglarla para después traerle zapatos, no iba a ponerse nada cómodo, al menos no usaba una faja reglamentaría para este tipo de eventos, un complemento que no era visible no sería motivo de crítica, de todos modos su cuerpo estaba en el mejor estado posible y la faja solamente apretaría su caja torácica, lo cual agregaría más dolor al que sentía.

Se fue de su habitación sin hacer más ruido, no quería despertar a nadie más, los sirvientes habían sido avisados de obedecer a Jericho y él ordenó que su esposa no se moviera de cama mientras se recuperaba.

Entre tanto, aquel esposo que tanto quería ayudar, estaba en puertas de la mansión principal, con tan sólo su presencia, esperando el castigo que le daría su padre al no traer a Irelia.

La puerta se abrió antes de que él pudiera anunciarse, era Lille, quien vio con sorpresa al joven amo que tanto había tratado de apoyar, él no debía estar ahí, sino la joven jonia.

— Me están esperando —dijo el joven de pelo blanco mientras se aproximaba a un silencioso mayordomo.

— Joven amo, debe irse, yo inventaré cualquier cosa, debe enviar a su esposa, no usted. Si se presenta, los amos estarán muy molestos.

— Qué importa —pasó de largo.

Subió las escaleras hasta llegar al salón de su madre, en éste lo esperarían sus familiares y la gran mesa de comedor que usaban para reunirse.

— Saludos, madre —inclinó su cabeza ligeramente—, saludos, padre —dijo y se inclinó un poco más para él. Ambos tenían una mirada sombría, ése niño suyo los estaba desafiando.

— Hermano, llegaste —dijo Alain apareciendo de entre las sombras del salón.

— Oh —no dijo nada y esperó más órdenes de su padre.

— Creo que estoy confundido —dijo dirigiéndose a Emal.

— Sí —se puso pensativa— era una audiencia para la esposa de nuestro querido hijo.

Se mantuvo en silencio y casi en blanco, su padre entonces caminó hasta un sirviente el cuál trajo una vara muy larga y fina.

— Es deber mío corregir a…

— ¡Mis señores, anunciando a la joven ama Swain! —dio un grito Lille abriendo la puerta para dejar pasar a Irelia.

— Pido disculpas, por atrasarme, mi vestuario tuvo un problema, pero lo importante es que llegué —dijo ella.

Ante sus ojos estaba su esposo, que había inclinado la cabeza, decidido a recibir cualquier abuso de parte de aquellos miserables que decían ser sus padres, era una costumbre buscar excusas.

Cielo —dijo con ternura Irelia y fingiendo estar bien, caminó pausadamente hacia él, tomó su brazo y otra vez, elevó las comisuras de sus labios con una sonrisa hacia sus suegros.

— Bienvenida, hermana, por favor toma asiento, apenas dábamos nuestros saludos —dijo Alain caminando hacia su silla.

— Tiene razón, toma asiento, hija —siguió la conversación la cabeza de la familia, y quien le acompañó fue la señora de esa casa.

— Nos da gusto que hayas venido, preparamos algo especial, por tu… hazaña —se sentó en su lugar y con una mano ordenó a las sirvientas que sirvieran la comida.

No debiste venir —susurró claramente enojado, Jericho.

— Vamos, hijo, siéntate al lado de tu esposa. Nos morimos por saber los detalles de lo sucedido —siguió diciendo Isain.

El dolor, el dolor, el dolor… pensaba Irelia, estaba mareada, incluso podría decir que roja y no por el abrumante calor del salón, se balanceaba de adelante para atrás con ligereza, esperaba que nadie notara su malestar, incluso estar sentada hacía que quisiera tirarse al piso.

— ¿Quién te enseñó tan útil arte? —preguntó Emal para luego probar un bocado de su comida y mirarla sin parpadear.

— Mi abuela —dijo ella, los cubiertos bailaban entre sus manos, no quería probar nada.

Ya cuando el padre de Jericho había terminado, ordenó que se llevasen todos los platos, a lo cual Irelia sonrió en agrado. Su estómago había soportado lo impensable por no sacar cualquier residuo de comida que tenía.

— Nuestra nueva hija es muy talentosa —añadió Isain y miró a Jericho fríamente, éste reaccionó sabiendo lo que aquel perverso hombre quería, usarla.

— Hermana, tienes que mostrarme cómo lo hiciste, ¿te gustaría darnos una demostración de tu arte? Amaríamos verte bailar —intervino Alain. Él claramente había notado el dolor en su rostro y cómo luchaba por mantenerse ahí, entre ellos. No odiaba a esa joven, de hecho, le caía bien, pero si era de Jericho, debía sufrir, para verlo sufrir a él.

Bailar como un animal de circo, pensó nuevamente Irelia deseando que todo terminara, sin embargo, al voltear a la única persona que amaba en ese lugar, vio los ojos, los fríos ojos de su esposo verle con preocupación. Jericho estaba molesto, sí, pero aún con esa actitud, él… no podía evitar quererla verla bien.

— Claro —dijo y antes de ponerse de pie, Jericho sostuvo su mano y la detuvo.

— Mi esposa hará una presentación especial para el emperador, él pidió que no se le exigiera actividad física durante su recuperación, por lo mismo, pido permiso —se puso de pie—. Cielo… —dijo él y como una nube, ella se elevó.

— ¡No puedes irte! —dijo con voz fuerte Isain Swain.

— Padre —giró su mirada a él, aún con temor por las consecuencias— ¿pretende que ignore la petición del emperador? Por una nimiedad como lo es una presentación privada a la familia, creo que no. Es importante que veamos el panorama completo, ella no sólo hará una presentación privada para él, en la audiencia dijo que podía pedirle lo que sea y consideramos —tragó saliva mientras sostenía la mano de Irelia— que mi hermano, Alain, sea ascendido para asistir al emperador.

— ¿Qué? —dijo sorprendida su madre.

Los señores Swain se quedaron callados por unos segundos hasta que decidieron abrir su boca, de ella salieron… felicitaciones, al fin Jericho estaba dándolo todo por su familia, haciendo que salgan de la desgracia generacional que provocaron al no apoyar a Darkwill al inicio.

Irelia se mostraba confundida, pero tener el brazo de su esposo en su cintura y sus manos tocando las suyas, la hizo no pensar en otra cosa que no fuera él. Sonrió y saliendo del salón, se desplomó en sus brazos, éste la sostuvo como si tuviera toda la fuerza, como si su cuerpo fuera una pluma, ligera, delicada y sólo suya.

— Lille, trae un carruaje —ordenó y el mayordomo se fue a toda prisa.

— Jericho… —musitó Irelia.

— No quiero escucharte —sentenció, estaba serio, muy serio.

La oscuridad volvió a ella y se quedó dormida en sus brazos, sin saber lo que pasaría después, sin saber lo que él tuvo que sacrificar por ella y su bienestar.

….

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Fin de Episodio 19
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