Código Galaxy

Capítulo 40

N/A: Capítulo dedicado a DarkClaw1997 por su cumpleaños.

Aelita llamó varias veces a la puerta del cuarto de Odd sin éxito alguno, sólo se fue cuando llegó la hora del funeral para Ritmo y Compás, habían delimitado un espacio para poder reunirse y guardar una cajita ceremonial para cada una dado que los cuerpos quedaron absolutamente quemados por la deflagración de la explosión, ante esa situación sólo acertaron a terminar con el proceso y dejar las cenizas preparadas para ello. Fue una ceremonia corta y sencilla, Jeremy transportó las cajas y las colocó en un hueco en el suelo, rodeado por los clones de la base con los cascos quitados en señal de respeto, en cuanto las dejó tranquilamente en su sitio dijo unas palabras de aliento para todos… mientras estaban en ello Odd había escuchado gracias a Laura, que le mostraba con una de sus visiones el proceso, unas pocas lágrimas salieron de sus ojos por el dolor que sentía pero apretó los dientes y se recostó en la cama cuando todo terminó.

Al día siguiente el viaje empezaría a primera hora de la mañana, tenía preparadas sus pocas pertenencias – incluyendo algunas cosas de las clone – y sólo quedaba que le dijeran a qué hangar tenía que ir para tomar la nave hacia la capital. Tendría que desplazarse hasta el núcleo de la industria de Glaciaris, a unos kilómetros de su base y desde donde se llevaba todo lo producido en las minas de la luna. Le llevarían con unos cuadriplazas bastante grandes similares a furgonetas y que transportaba de todo; según se despertó, Jeremy llegó con Ventura y le llevaron a que se lavara un poco y desayunar. Iban por las instalaciones en silencio, escuchaban sus pasos resonar por todas partes y sólo eran acompañados por sus pensamientos en esa fría mañana en la luna, Odd no mostraba emoción alguna en sus facciones mientras Jeremy parecía ligeramente nervioso por lo que estaba pasando… llegaron a la cafetería, ya tenían la bandeja del muchacho preparada para únicamente cogerla y sentarse en un sitio. Sólo el clon permanecía en pie al lado de sus superiores, en los extremos de la sala había un par más como vigilancia, por orden del líder de la base estaban a solas cuando normalmente no tendrían esa deferencia con él… Odd desconocía sobre todo esto.

-Rictania te esperará en el hangar de llegada, tengo entendido que en seguida iréis a trabajar al Congreso y luego entrenaréis -murmuró-. A nosotros nos destinarán dentro de unos días a una misión de recuperación de un punto importante, no creo que te nos unas.

-Vale.

-¿Estás animado?

-No demasiado -murmuró-. Pero entiendo tu decisión… supongo que es lo mejor.

En realidad querría hacer de todo menos hablar en esos momentos, pero no era ni el momento ni el lugar, el futuro escrito estaba cincelado en la piedra del tiempo y así cumpliría con su destino. Por eso sólo comió, al menos era buena señal que tuviera buen apetito a ojos del oficial, por eso se recostó contra el asiento y se cruzó de brazos mientras pensaba. Su propio estómago rugía pero tenía algo más importante.

-Tengo un mensaje de Aelita para ti -aquello le pareció hacer reaccionar pues alzó la vista de su chocolate caliente-. Ayer quiso despedirse de ti… me entregó esta carta manuscrita, como ves no la he llegado a abrir.

Tenía colocado una pegatina puesta para unir los trozos de papel, efectivamente estaba colocado de tal forma que era imposible que se hubiera abierto ante… claro que siempre pudo haberla leído antes de colocarla, esos malos pensamientos los retiró al recibir el papel, que se limitó a guardar en un bolsillo. Jeremy entendía sus reticencias y se limitó a suspirar un poco, una suave alarma sonó entonces… era la hora.

-Acabemos con esto… -murmuró Odd- ¿Quién me sustituirá en mis funciones?

-Tendremos que repartirnos tus turnos, creo que los haré yo.

Él asintió, Ventura le tomó respetuosamente del brazo y se encaminaron por el pasillo hacia los hangares para que tomara el vehículo, que ya estaba siendo cargado por los clones del turno saliente; un destacamento se desplazaba a lo largo de la misma e iban y venían por todas partes con cargamentos colocados en balizas que empujaban ellos mismos o usando maquinaria de carga. El vehículo con el que viajarían era bastante grande, cerca de las puertas de la parte trasera esperaban varios clones que le escoltarían… ellos no serían tan amables como Ventura, supo, pero sólo hinchó el pecho con orgullo para aparentar algo más de tamaño, su energía incluso se alzó suavemente, Jeremy lógicamente lo notó pero no llegó a decir nada.

-Oye, Jeremy.

Éste se giró y le miró, iba por delante pero se detuvo en cuanto él habló.

-¿Sí?

-Nos volveremos a ver… te lo juro, y será antes de lo que pueda parecer.

El otro se limitó a mirar a su amigo en silencio, tragó algo de saliva pero no llegó a decir nada por falta de tiempo, se limitó a esperar a que el aparato partiera cuando guardaron todo; él se acercó a la salida con una tablet en la mano, tenía unas indicaciones que dar y dar las indicaciones oportunas a todo el mundo. A su orden abrieron el hangar y el aparato salió de allí rumbo hacia el centro… Jeremy suspiró un poco, Ventura s colocó a su lado y habló sin llegar a apartar la vista en el aparato, que avanzaba a trompicones por el camino helado.

-¿Crees que le irá bien, señor?

-Eso espero… por su bien y por el nuestro -murmuró el otro-. Nosotros nos iremos en unos días también, aquí nos vamos a congelar y tendremos un destino más… acorde con nuestra preparación, una lástima que no esté Odd con nosotros -Ventura juraría cual era la razón de esa última afirmación, pero Jeremy le desmontó esa idea-. Con todas las ganas que tenía de combatir… con esto comprenderá la cosas, no he sido un buen líder con él… ¿Tienes alguna queja conmigo?

El clon se limitó a pensar durante un rato, contemplaba el gélido exterior en el que aparentemente no había nada, pero iban a salir en breve para buscar las cavernas donde su amigo se refugió. Querían hacer una mejor investigación, aunque ya estaba todo decidido sobre su destino oficial aquello serviría para comprobar Jeremy qué había pasado de verdad… porque lo que pasó durante esos días fue demasiado importante y no sabía si debía creer totalmente a su amigo. Se limitó a girar sobre sí mismo y volvió a los pasillos para comenzar con el día mientras el clon revisaba las cosas necesarias para la expedición.

Odd, por su parte, se recostó en silencio en el asiento en que estaba obligado a permanecer, el silencio era atronador en aquella bodega atestada de materiales, los clones le vigilaban pero podía hacer casi lo que quisiera porque apenas le miraban, más interesados en tener controlada la mercancía y que todo estuviera conforme; el chico cerró los ojos durante unos segundos con ganas de dormir un poco pero sabiendo que tenía que permanecer en vigía por si acaso. Se cruzó de brazos y alzó las piernas, perdió su vista a la nada limitándose a meditar hasta que llegaron a la base central de Glaciarias. El vehículo se movió por la carretera interna de la base en lo que él no veía absolutamente nada pero tampoco lo necesitaba – era todo bastante homogéneo – hasta que sintieron que se detenía; al salir dio con una gran N – 4 lista para partir en cualquier momento sólo a la espera de que él y otros reclusos llegaran… tuvo que contenerse al ver que junto a él se llevaban también a un grupo de locales de la luna, seguramente más terroristas a los que le encantaría decapitar igual que hizo con sus compañeros.

Sin embargo no tendría esa suerte dado que se lo llevaron hacia las salas de cárceles, eran idénticas al edificio en el que se vio recluido cuando le hizo la broma pesada a Cubo… estaría ahora más que dispuesto a repetirlo con tal de vengarse más aún. Le medio empujaron al interior de una de las celdas individuales, tiró sus cosas a un lado de la cama y se colocó en el otro extremo para sentarse y poder leer más tranquilamente la carta de Aelita. Suspiró pesadamente mientras observaba la pulcra letra de su amiga, se echó hacia atrás para apoyarse en la cercana pared.

Querido Odd.

Te echaremos todos mucho de menos… tu dolor es el nuestro y también sufrimos mucho por las muertes injustas de Ritmo y Compás. Haremos todo lo posible para hacer justicia, dice Jeremy que estamos cerca de dar con los culpables, ojalá… estuvieras aquí para esos días. Te quiero, y espero que te vaya genial con tu maestra. Pronto no estaremos tan solos en esta caótica vida nuestra.

Fdo. Aelita.

Él se limitó a doblar la hoja, escrita en francés, y la rompió sin demasiadas contemplaciones antes de lanzarlas a un cubo de la basura con otras muchas cosas que seguramente irían a un lugar para ser incinerado, ellos ya le daban igual y su hipocresía infinita le hacían pensar en qué clases de persona había confiado durante tantos años… Se recostó en la cama para descansar un poco y dejar que el tiempo pasara antes de llegar a Asmara, en su cabeza le daba vueltas a las visiones que hasta entonces le atormentaban pero que ahora asumía como simplemente avisos de lo que eventualmente pasaría.

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Rictania recorría el Parlamento por última vez para completar su ronda antes de ir a por su alumno hacia el puerto espacial, estaba a una hora de viaje en un biplaza, revisaba con interés en una tablet la información de la que disponía cuando suspiró un poco, cansada de pronto… gruñó suavemente al notar una suave fluctuación y vio un papel tirado en el suelo, se limitó a usar su energía para alzarlo y que llegara hasta su mano, ni siquiera lo leyó pues tenía algo mucho más importante de lo que preocuparse en esos instantes… aunque sabía perfectamente de quien venía.

Tras despedirse de dos compañeros Xanium se encaminó al garaje a por su vehículo, se colocó el casco y dejó preparado otro antes de montarse y arrancar; se preparó y comenzó a moverse para salir por uno de los hangares y se incorporó a una de las vías de circulación. Escuchaba la radio tranquilamente, cuando se detenía se echaba ligeramente hacia atrás y quedaba colocada de tal forma que estaba recta en lugar de echada adelante, y sin embargo no sentía toda la calma que quisiera en esos instantes… puede que sólo fuera cosa de ella, aunque sus intuiciones no solían fallar demasiado, en esa ocasión le gustaría equivocarse absolutamente.

Desde donde estaba ya se veían las grandes naves de carga ir y venir en una larga procesión que recorría el cielo en varias direcciones para luego discurrir por los caminos estelares que unían la galaxia. Eventualmente llegó al punto de encuentro apropiado, el puerto era un gran hueco en el suelo – en realidad era un conjunto – desde el que salían los aparatos por una sola vía, pensado precisamente para momentos de guerra como aquel al ser necesario tener que acercarse mucho para poder acertar a los carguero; el problema que revestía era que todos tenían que salir por las mismas zonas y con un solo ataque podían destruir cientos de aparatos al mismo tiempo, además se obligaban a permanecer en una posición vulnerable bastante comprometida. La N – 4 que llevaba el cargamento de Glaciaris en esos momentos entraba en la atmósfera a través de una ruta exclusiva del ejército y aterrizó con relativa fluidez en un hangar muy profundo pero amplio… precisamente con eso se pretendía defender los puntos más clave, la Xanium más de una vez comentó cambiarlo a través de su hermana pero no se le hizo caso y ella acabó desistiendo.

Tras pasar por la aduana y aparcar su vehículo se internó en las instalaciones: atestadas de trabajadores que iban y venían con toda clase de cosas, empujaban carros y movían camionetas, o arreglaban cosas in situ o incluso hacían las revisiones oportunas en los medios que usaban y con sus propias herramientas y sosteniendo entre sus manos o incluso en la boca. Eran pasillos amplios con muchas puertas aquí y allá, incluyendo varios y enormes montacargas y ascensores cuánticos, Rictania se montó en uno de ellos. Descendió junto a varios trabajadores y algunos clones bien vestidos – debían ser un grupo que iba a viajar como representantes – pero a los que rápidamente se les unió un segundo grupo bien armado y preparado para actuar como escoltas.

La Xanium se limitó a salir a buen ritmo y recorrió las diferentes secciones de la planta más subterránea de los hangares… los laterales estaban llenos de naves N – 3 y N – 4, destacaba unas N – 5 en las que estaban realizando actividades de montaje y mantenimiento de algún tipo en las que ella no tenía intención de participar. Una mala sensación recorrió su espinazo, aunque no pensó mucho eso y esperó de pie y cruzada de brazos en frente del hangar al que habían atracado la N – 4 en la que su alumno viajaba; podía identificarle desde allí a través de su energía, muy similar – demasiado a su gusto – al de Larfiria… era evidente que ella había influenciado en él, no tenía pruebas pero esa cercanía no podía ser casualidad. Se acarició el puente de la nariz pensativa, mientras meditaba en silencio unos clones comenzaron a salir con los prisioneros, el primero precisamente Odd; se aproximó hasta ellos y les hizo el saludo militar de rigor, que imitaron antes de colocarse.

-Yo me hago cargo a partir de aquí.

Ella le miró, estaba ligeramente ojeroso pero parecía en buen estado. Le sonrió un poco y procedió a quitarle las esposas de energía que llevaba en las muñecas, fue entonces que tomó sus cosas y se colocó el macuto al hombro; le indicó con un gesto que le acompañara, la cola biónica de él seguía en torno a sus caderas pero se movió suavemente antes de relajarse suavemente aun conservando su posición.

-¿Tuviste un buen viaje?

-Bueno… la celda era cómoda -reconoció-. Aunque ahora tengo hambre.

-Normal, pronto será la hora de comer -comprendió Rictania-. Iremos a la cantina de oficiales antes de que te acomodes.

El chico bien sabía que aquello no era más que un intento de que le cayera bien, pero no tenía energías para querer defenderse de esas cosas así que se dejaría hacer… tenía cosas mucho más importantes de las que preocuparse, de hecho su misión mayor pronto se ejecutaría y el glorioso Imperio tomaría el lugar de esa asquerosa República que tanto daño les había hecho, sus amigos ahora ciegos aún tenía la fe de que abrirían los ojos… y si no lo hacían, él les obligaría o acabaría con sus vidas. Esos oscuros pensamientos pasaron desapercibidos para Rictania, que le llevó hasta el más cercano ascensor cuántico.

No tuvieron que caminar demasiado para llegar a un restaurante del ejercito, ella colocó el ordenador integrado en su antebrazo para identificarse a la entrada, sólo cuando se encendió en verde la pantalla cuando el aparato dio el visto bueno; se encontraron con una amplia sala llena de mesas, algunas de ellas ocupadas por capitanes, comandantes, generales… al fondo había una larga mesa con neveras hechas con algo similar a los metacrilato donde se guardaban platos ya hechos que sólo tenían que ser elegidos y calentados, unos clones se encargaban de servir y traer y llevar la bandejas con las viandas. Una vez colocados, la mujer se echó adelante y le miró a los ojos con interés, sonriendo un poco.

-Me llamo Rictania Foreman, encantada.

-Odd Della Robbia -se presentó-. ¿Qué haré aquí? Sé que me entrenarás, pero no sé exactamente de qué irá.

-Sí, yo te entrenaré en el uso de la energía y de tu arma de luz -señaló-. Cubo y Naipe os habrán dado entrenamientos muy rudimentarios, y sé que el Maestro Puck os ha explicado cosas pero muy por encima… apenas la capa más superficial para que os pudierais defender, conmigo… será todo mucho más profundo.

La energía de ella era, valga la redundancia, profunda e intensa: se extendía a través de su piel y la rodeaba como si e tratara de una segunda piel, era de las primeras veces que la observaba con sus propios ojos como si fuera la luz visible de una estrella. Se sentía suavemente mareado de pronto pero ella le acarició en la mano con sus propios pulgares.

-Rictania…

-Sé lo que te pasa por la cabeza -Odd la miró con intensidad-. Me han contado sobre la muerte de esas clones, estás desolado, triste… querías venganza y te la han quitado, no te sientes cómodo en este ambiente y querrías volver a casa… no eres el único.

-Tú naciste en esta República…

-En realidad no, yo vengo… de otro pueblo, ¿os han hablado de los Señores del Espacio? Soy de ese pueblo… quedamos muy pocos aquí, la mayoría se fueron.

-Pero estás más acostumbrada, a nosotros nos invadieron de un día para otro, tomaron mi mundo por la fuerza… destruyeron mi casa y me obligaron a servir para algo en lo que no creo.

-A mi cultura casi la extinguen… querían nuestro conocimiento, nuestra sabiduría en el viaje en el tiempo, si sigo aquí es porque soy solo una guerrera… mi hermana es una política demasiado respetada como para que quieran hacerle daño alguno.

-¿Y no tenéis naves para volver?

Ella giró su rostro para ver si alguien estaba demasiado centrado en ellos antes de responder.

-No, pero aunque la tuviera… no quiero volver -suspiró-. No por mí, sino… por mi familia -él la miró con interés-. No estoy contenta aquí, pero si aún vivo en la República es por proteger a los míos, pues ellos sí quieren estar aquí.

Odd se limitó a asentir, entendiendo el mensaje y comprendiendo lo que suponía; Rictania rápidamente cambió de tema, momento en que apareció el clon con sus bandejas con la comida para que pudieran llevarse algo con más contundencia al cuerpo.

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Durante los siguientes días el grupo de Jeremy prepararon el cambio de destino, dejando las labores más perentorias preparadas para cuando llegaran los compañeros que les sustituyeran; qué mando ordenó el cambio lo desconocían, puede que viniera motivado por lo sucedido con Odd, aunque Jeremy lo preguntó varias veces no le llegaron a responder la duda. Aelita parecía ciertamente nerviosa con lo que estaba pasando, como si supiera algo que los demás no pero que no había llegado a decir… sólo que había una gran sorpresa para los demás. El chico había visto que estuvo trabajando duro las últimas jornadas desde los Juegos Lakyos… pero como no soltaba prenda se limitó a dejar claro que confiaba en ella, en aquellos momentos él estaba controlando la subida de todo el material y armamento de los clones y de ellos mismos, irían en una N – 3 que durante la tarde anterior llamaron como Skidbladnir II después de romper contra su quilla una botella con licor que guardaban para situaciones especiales… a los clones les llamó la atención ese gesto.

Tras poner en orden todos los medios del aparato y cambiar mínimamente la programación para adaptarla a sus necesidades, estaba todo listo… una lástima que faltara su amigo, esperaba que para cundo se reencontraran en Asmara él ya estuviera bien y de vuelta a ser ese chico alegre y feliz. Tenía entre sus manos la tablet y se limitaba a revisar que todo estuviera en orden y con las características adecuadas, a su lado se colocó precisamente Ulrich.

-Está todo, podemos salir cuando queráis -comentó él-. Los clones están aún con la investigación, di la orden de que me dieran los resultados cuando los tuvieran, no podemos esperar a que terminen para irnos.

-Me pregunto por qué nos mandan a nosotros a recuperar un punto de comunicación -murmuró él-. Seguro que hay grupos mucho mejor preparados.

-Tampoco lo sé -reconoció el otro-. El caso es que nos han elegido a nosotros… Creo que es por una cuestión de localizaciones.

Eso podía cuadrar realmente. Al final los mejores estaban al frente, donde eran más que necesarios… ellos, en cambio, estaban en un sitio muy tranquilo – salvo momentos puntuales – y muchos grupos serían capaces de gestionar aquel lugar y defenderlo como correspondía. En cualquier caso no podían negarse, por eso se limitó el otro a seguir las órdenes dadas.

-Las chicas están ultimando todo, revisando la base -explicó Ulrich-. En cuanto lleguen nos podremos ir… este será nuestro primer combate de verdad.

-Sí… estoy nervioso, y somos uno menos ahora -gruñó Jeremy-. Espero que el grupo imperial esté demasiado tranquilo y no nos den problemas.

Eso sería mucho pedir, ambos sabían bien que eso no iba a suceder pero por pensar en ello no perdían nada. En poco tiempo todos llegaron a las cercanías de la nave, no tenían que salir de la base dado que estaba aparcada en una de las explanadas pero cerca de la entrada del área de cavernas que excavaban. El líder llevaría el aparato junto a Aelita mientras los otros dos permanecían cerca de los cazas acoplados a la N – 3 junto a Ventura y Muralla, la pareja se colocó en los asientos en silencio mientras hacían las comprobaciones necesarias amenizadas con música ambiente.

-¿Lista?

-Lista -confirmó, sonriendo-. Vamos a la aventura, mi amor.

Él accionó las palancas y aparecieron las luces correspondientes en torno a sus brazos; con suaves gestos los motores se movieron y despegaron, se alzaron en la atmósfera y comenzaron a subir por el cielo, perdiéndose entre las nubes; el viaje duraría unas horas en las que descansarían hasta el aviso del piloto automático para que volvieran a su función de mando. Las vistas eran increíbles gracias al enorme gigante gaseoso en torno al que giraba la pequeña luna, brillaba gracias a la luz de su estrella y hacía que cualquiera se quedara embelesado observando aquello… ella se sonrojó un poco entonces.

-Jeremy…

-¿Sí?

-Te… tengo que contar algo -comentó-. ¿Vamos al cuarto? Te necesito…

Él sonrió un poco y el rubor llegó a sus mejillas, pero asintió. En uno de los cuartos estaban precisamente Ulrich y Yumi y se podían escuchar lo suaves gemidos de fondo así que la sangre ya estaba corriendo hacia sus pubis, por lo que en cuanto lo tuvieron todo listo y después de entrenar al camino estelar apropiado fueron hacia el que tenían para ellos; y si bien comenzaron con cálidos besos sólo se retiraron las camisetas mientras ella permanecía sobre él, susurraba suavemente.

-Al inicio de todo… -la respiración de ella estaba algo acelerada por los tocamientos de él en sus pechos- Yo… quise acostarme contigo, pero eras tan caballero que no quisiste pasarte.

-Sí… ahora yo no…

Pero ella le detuvo besándole y le pidió dejar que hablara ella, cosa que él comprendió… llevó las manos de vuelta a sus senos mientras sella hacía círculos con las caderas sobre el pubis de él… era muy agradable sentir así su erección.

-Odd se despertó y vino conmigo… estaba tan mal, tan rota que… quise hacerlo con él -Jeremy la miró a los ojos- Pero también me rechazó… y me siento sucia por ello, Jer, yo…

Sin embargo él la aproximó a él y la besó con entusiasmo… ella gimió al sentir las palmadas de su novio en el trasero, estuvieron cerca de cinco minutos besándose antes de detenerse, momento en que se miraron a los ojos.

-Ahora eres mía -murmuró él, con voz ronca-. Eres mi novia… no la de Odd, entonces no éramos nada… yo a veces le he mirado el trasero a Yumi o a Naipe.

Esa declaración hizo que ella se riera… sí, había incumplido su promesa a su amigo pero era incapaz de ocultarlo más tiempo, se sentía incómoda con ese secreto y aunque no llegó a pasar nada realmente estuvo a punto. Que a él le diera igual, que no le pareciera algo importante, aliviaba profundamente sus miedos. Por eso le besó con más amor aún si cabía y se retiraron los pantalones para unirse como más les gustaba, desde que tuvieron relaciones por primera vez practicaban cada vez que podían.

-Te amo, Jeremy… -ella tenía una sonrisa de felicidad- Te amo tanto… hmmm…

Soltó un gemido al notar el glande de él acariciar su clítoris, besó el cuello de él según le masturbaba y el pene del chico crecía en instantes en su mano; en un momento dado se lo introdujo entre gruñidos de placer del otro, ella poco a poco se movió a lo largo del mismo y apoyó sus manos en el pecho de él, que acompañaba sus caderas con cuidado, ayudando a mantener el rimo; el suave sonido de sus cuerpos chocando sólo se rompía cuando se besaban, pues era sustituido por el opaco ruido de lubricación de sus genitales.

-Dios… necesito… que me tomes…

Y como si fuera una orden, él la abrazó y la colocó bajo su cuerpo, y mientras se besaban él comenzó a moverse con velocidad. Arrancaba los gemidos de su compañera con aquello, hasta que no pudo más y se quedó paralizado en el sitio mientras eyaculaba dentro y se dejaba caer sobre ella, que también sintió que terminaba entre jadeos. No llegaron a hablar, sólo se besaban y miraban con una complicidad como nunca habían sentido con otra persona… sin duda se amaban, sin llegar a sacar el miembro de su interior ella siguió moviéndose para seguir sintiéndole en su interior y sin despegarse de él… pero cuando estuvo demasiado flácida ella le sonrió.

-Esto… ¿te sirve de respuesta?

-Pues sí -reconoció-. Aunque… necesitaría otra, no… me quedó del todo claro.

Ella se rio con picardía mientras él la besaba con ahínco, tenían varias horas de viaje y estaban demasiado ansiosos para pensar en otra cosa… después de una segunda ronda descansarían un tiempo antes de volver a los mandos como tocaba.

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En la base de telecomunicaciones las cosas estaban tensas, desde que Patrick llegó a avisar a Yekira sobre su logro respecto del programa para liberarles no habían vuelto a saber nada de Laura… y eso que la nave con la que llegaron seguía allí, por lo que no podía irse a ningún lado. Buscaron por la totalidad del recinto sin éxito alguno, era como si se la hubiera tragado la tierra, o mejor dicho, el espacio; Jim no comprendía qué pasaba, Hertz estaba en estado similar y los chicos con los clones comentaban lo que había sucedido, buscando señales en los aparatos de alguna modificación hecha de forma intrusiva o intento de borrado de datos recientes cuando la joven Lakyos dio su opinión al respecto.

-Ella… de alguna manera puede viajar en el espacio -murmuró entonces-. Antes me intentó matar, mientras estaba sola.

Hielo frunció suavemente el ceño mientras los demás se removían en el sitio con cierta incomodidad, sin embargo solo Jim habló.

-¿Te dijo la razón?

-Me ha pillado como espía de la República -cerró los ojos-. Llevo desde el inicio dando información al ejército republicano, pensé que no me pillarían nunca, era perfecta, pero… de alguna forma lo ha descubierto.

-Oh… guau… -Suzanne miró a Patrick- Por eso asegurabas que podíamos fiarnos de ella, porque sabías esto.

-Sí… -reconoció- Lo que me sorprende es que no nos haya pillado a nosotros.

-Maestros, esto… esto es… -Hielo intervino, por una vez se saltaba el protocolo, estaba sudando en frío- Esto es malo, yo no quiero… morir ejecutado, eso sería un deshonor.

Ellos entendían a sus clones, sin embargo cuando quisieron ir a responder las alarmas sonaron: eran nuevamente atacados. Patrick y la propia Yekira hubieran estado encantados de dar la noticia ahora sobre que tenían vía libre por fin para elegir su destino, pero aun no podían hacer nada para poder desertar aunque querían más que nunca, hasta que no recibieran los datos por parte de Aelita no serían capaces… Eso no era importante en esos momentos, procedieron pues a desplazarse por el edificio para tomar posiciones.

Contaban con varios cazas, eran Floresta y Estrella los que pilotaban, por dentro esperaban el resto de clones junto a Jim y, si aun así lograban pasar por ese muro defensivo tendrían que enfrentar a Patrick, William y Yekira. Eran todos coordinados por Suzanne, que desde la sala de mandos actuaba de capitana temporal de todo el grupo a la falta de Laura… desde luego no la echaban de menos, eso lo tenían bastante claro. De la nave de la República también habían partido dos cazas, avanzaban deprisa pero en un momento dado se detuvieron casi en el sitio, no sin antes girar sobre sí mismos para esquivar a los que pilotaban Floresta y Estrella; ellas frenaron como pudieron pero el giro que debieron dar para recuperar posición era muy amplio, aprovechó la N – 3 para avanzar y disparar desde sus torres contra sus motores para detenerlas. Sin embargo aceleraron y evitaron esos láseres, procediendo entonces a disparar contra el enorme aparato ahora que los aparatos más ligeros se habían aproximado a la base después de esquivar los láseres de las torres defensivas del punto de comunicaciones.

Si bien las compuertas tenían una forma de defensa en forma de una contraseña numérica enorme, al ser de la República y no habiendo tenido tiempo – ni ganas – de cambiarlo, los ocupantes de los cazas republicanos pudieron abrir el hangar, en el que bajaron. Yumi y Ulrich avanzaron, cuando se encontraron con el pelotón enemigo él se lanzó con su súper sprint y les aplicó un poderoso placaje para derribarlos; tuvo que girar cuando los láseres cayeron sobre su cuerpo como una lluvia ardiente, sacó sus espadas de luz y empezó a moverlas para detener los disparos. Yumi, por su parte, observó su ambiente y dio con unos bloques con materiales de repuesto, lo elevó en el aire usando su energía y procedió a lanzarlo contra ellos.

Cuando los clones – identificaron que uno de los imperiales no lo era por su complexión, cosa que les sorprendió – alzaron sus armas, el que parecía el líder señaló hacia Ulrich y ordenó seguir centrado en él, por su parte procedió entonces a disparar contra Yumi. Ella dio una voltereta en el aire y cayó grácilmente a un lado, en sus manos se formaron sendas hondas de energía y las lanzó como si fueran sus abanicos. Aquello debió sorprenderle pues se detuvo, acabó en el suelo cuando golpeó el ataque de la chica en el pecho pero ella aprovechó para correr hacia los clones… justo en ese momento los cazas imperiales y su propia N – 3 llegaron y se golpearon entre sí. Los clones imperiales se quedaron impactados, en ese momento saltaron Yumi y Ulrich entre ellos y colocaron sus espadas de luz entre ellos y los clones… habían puesto sus filos en el cuello de ellos, poco a poco fueron descendiendo las L – 3 y L – 4 poco a poco mientras ellos giraban y les obligaban a acercarse a la pared. Y aunque Estrella y Floresta quisieron acercarse, de la N – 3 republicana salió un pelotón completo y una lakyos – por su altura era demasiado joven para ser Xanium – extendió unas alas de energía y voló los pocos metros que separaban su posición de las dos clones; según aterrizó interpuso sus espadas de luz contra ellas, que se detuvieron casi en seco.

-Quietas… -murmuró- Ni un paso.

Ese acento… les era familiar, pero sólo alzaron las alas, hincaron rodillas mientras los otros se limitaban a avanzar hacia su equipo… sin embargo una sombra se movió por la sala y recorrió todo el hangar, desarmando con un poderoso puñetazo a los Republicanos, en un momento dado Ulrich también corrió usando su super sprint y se incursionó al interior de la base detrás del enemigo, dispuesto a derrotar a ese imperial. En apenas unos instantes se encontró en una sala bastante amplia pero encerrado con otros dos imperiales… era un tres contra uno, pero escuchó las alas de Aelita en ese momento y sonrió bajo el casco suavemente. Adaptadas las armas al reducido espacio, comenzó el enfrentamiento.

Se lanzó a por el más alto, éste interpuso su espada de luz cuando él hizo un movimiento cortante y le empujó hacia atrás; por su parte, Aelita se dirigió contra los otros, su energía se desató y una segunda espada de luz la acompañó para atacar. William Patrick y en especial Yekira se quedaron enormemente sorprendidos con aquello, y sin embargo no se amilanaron. Procedió a atacar ésta última con velocidad, la quiso aplacar contra la pared pero la muchacha dio un salto y la esquivó, con un veloz movimiento la detuvo con su energía pero la imperial procedió a elevar su energía y lanzó su espada como si fuera una albarda. Aelita la esquivó, se hundió en la cercana pared y aunque la republicana se sorprendió por ver como la otra detenía su ataque con las manos desnudas.

Por su parte, Ulrich enfrentaba a los otro dos: con una espada s defendía de los ataques del más alto, mientras con la otra atacaba al otro imperial, eran rápidos pero él era mucho más habilidoso y todavía más ágil, giraba en torno a ellos usando su súper velocidad… hasta que William se transformó – usando sus poderes especiales – en una esfera oscura que golpeó al otro en el pecho, deteniéndole. Eso le recordó a Ulrich alguna que otra cosa, gruñó pero aquello era imposible. Aferró con más intensidad los mangos de sus espadas y siguió adelante, esta vez centrándose en el más alto y que parecía más fuerte… sin embargo se encontró con que su compañera había girado sobre sí misma, usando sus alas de energía para golpear a la otra en el casco, trastabilló e iba a caer cuando Patrik corrió hacia ella.

Le hizo un poderoso placaje que lanzó a Aelita contra la pared, sin embargo interpuso su arma cuando él atacó de un único mandoble, le lanzó atrás usando su energía y retrajo las alas para poder estar más cómoda. Ulrich corrió por la sala aunque William le hizo trastabillar y casi se estrelló contra la pared pero fue más ágil que eso y apoyó las piernas en la pared; dio un salto hacia atrás, una suerte de voltereta, y aterrizó detrás de ellos: les colocó su arma en el cuello, amenazando con cortarlo en cualquier momento… y sin embargo Yekira le dio un pisotón y William se convirtió en una esfera de humo par aparecer justo al lado de Aelita, a la que golpeó con el mango de su arma. No había coordinación alguna, ni plan, en ese combate… sólo violencia, la torpeza comenzaba a ganar a la técnica pasados los minutos y los disparos del hangar empezaban a escucharse más cercanos, uno de los dos bandos estaba perdiendo territorio y les estaban alcanzando.

Aelita jadeaba un poco en ese instante, sudaba pero estaba decidida a derrotar a esos imperiales… malditos perros, pensaba, s rodeó de su energía y pateó el suelo para que se alzaran hebras de metal para detenerles; se enroscaron en torno a las piernas de Yekira y los brazos de William, sin embargo Patrick se interpuso entre ellos y detuvo las espadas de Ulrich y a su compañera… ella sin embargo le detuvo con su energía, aunque se debilitaba al mismo tiempo lo que detenía a los otros dos. El chico procedió a afianzar su agarre y se disponía a atacar cuando Aelita le detuvo de nuevo con su energía, Ulrich también intervino pero Yekira, libre, le puso las espadas en el cuello… estaban en un callejón sin salida.

-¡Quieto ahí, amigo!

-¡Deja a Ulrich, perra!

Aelita interpuso su espada hacia ella, mientras amenazaba a la otra con su arma láser; Patrick se detuvo en el acto, igual que William, que incluso retiró su arma de luz para sorpresa de Ulrich, que les miraba con detenimiento y a la expectativa.

-¿Aelita?

Ella abrió los ojos con sorpresa pero asintió, Ulrich dejó incluso caer sus espadas al reconocer la voz… se fueron quitando los cascos y aunque Aelita ya sabía lo que pasaba, Ulrich y William no daban crédito: dejando a un lado diferencias en el pasado se abrazaron todos con ganas, sintiéndose en casa por primera vez en mucho tiempo… Yekira se incorporó despacio, algo avergonzada por lo que había pasado pero sonriendo por sus amigos.

-Ésta… era tu sorpresa, ¿verdad, Lita?

Ella sonrió y asintió con ganas, Ulrich había sido el primero en alejarse de ellos pero con los ojos acuosos, había dado la información a los demás de ordenar el alto al fuego al comprender lo que estaba pasando… no estaba dispuesto a enfrentarse con ellos, aunque no hubiera nadie más relacionado con ellos. Se acercó a Patrick y le abrazó con cariño y se acopló a él, luego miró a los otros tres.

-Llevamos… trabajando en vuestra… nuestra liberación -murmuró Aelita-. He trabajado en un programa para impedir que el Imperio no pueda tomar represalias contra vosotros.

-¿En serio?

-Por supuesto -acarició a William en la cara-. ¡Vamos con los demás! ¡Están también Yumi y Jeremy!

-¿Y Odd? -ella suspiró por la pregunta de Patrick- ¿Dónde está?

-En Asmara, él… cometió un error.

William frunció suavemente el ceño pero acto seguido sonrió un poco.

-Oye, Aelita -la chica le observó-. ¿Sabes quién está con nosotros también? ¡Vas a flipar!

Precisamente mientras andaban por las instalaciones llegó una mujer… Suzanne se retiró el casco mientras les miraba con los ojos muy abiertos. Ninguno de los dos republicanos se hubiera imaginado en sus vidas ir a abrazar a la estricta profesora de ciencias con tanta efusividad, pero ahora estaban en ese mundo tan diferente al que aún no se habían acostumbrado plenamente… en apenas un par de minutos llegaron hasta la sala donde el resto se encontraba, allí vieron a Jeremy charlando con Jim, que le deshacía el peinado con sus grandes y poderosas manos como haría un padre. Aelita se quedó atrás con Patrick mientras Ulrich saltaba sobre su antiguo profesor, Yumi se reía abrazada con Suzanne y William… la chica alada estaba feliz. Las paredes estaban llenas con las muchas manchas de los láseres que habían golpeado su superficie, sin embargo ahora las risas habían sustituido a los disparos.

-Ahora… vamos a liberaros, muchachos -Aelita les fue mirando-. A todos, pronto… podréis elegir vuestro destino.

Los clones se miraron entre ellos, se habían mirado en silencio mientras sus superiores celebraban ese encuentro… ellos no sabían si era buena idea todo aquello, los imperiales especialmente dudaban sobre todo lo que estaba pasando ante ellos. Su razón de ser, aquello que les daba sentido, ahora se desmoronaba: ¿imperiales abrazando a republicanos? ¿republicanos dando besos a imperiales? Aquello era impensable, Hielo sudaba en frío ante aquellos pensamientos pero se giró al notar la mano de Jim en su hombro.

-¿Podemos hablar?

Los oficiales charlaban entre ellos y no comprendían del todo los pensamientos de los clones, él en cambio era el referente para los imperiales… ¿quién hacia en esas funciones entre los republicanos? Odd sí que tenía una relación cercana con la fallecidas Ritmo y Compás, pero más allá de ahí ellos no… tenían demasiado que hablar. Sí, sus lideres les eran muy próximos y su relación para con ellos era mucho más cercana de lo que podía ser con los de cualquiera de otros grupos, pero al ver a esos imperiales algo les faltaba. Con sus superiores, con sus jefes, sentían que eran amigos aunque no les comprendían plenamente pese a todo; parecía que sólo Jim sí podía colocarse en sus botas.

-Tú… eras su profesor, ¿no?

-Sí, ahora ellos son mis maestros -comentó, con diversión-. Sé que ahora tenéis una crisis interna, todo… en lo que creéis como soldados se está derrumbando ante vuestros ojos.

Era impresionante cómo explicaba en palabra lo que venían pensando per que no podían expresar en palabras concretas.

-Deberíamos… estar matándonos… -murmuró Ventura, cansado- Pero ahora que veo sus rostros… es que sois como nosotros, de no ser por ese símbolo yo… podría confundiros con uno de los nuestros.

Jim sonrió, pero puso cara seria entonces.

-En la guerra sólo hay una cosa segura… la muerte -explicó él-. Los clones sois los mejores soldados que he conocido nunca… idénticos entre vosotros pero cada uno diferente, cada uno con su personalidad e intereses… cada uno podría estar en uno de los bandos y no tendría problemas reales, os han… metido en la cabeza que sois de un bando, pero… ¿sabéis por qué lucháis? La razón verdadera, no lo que os han contado.

Los clones le miraron con respeto, pero también con miedo… era una pregunta realmente buena pero le estaban llamando a la deserción en buena medida. Para ellos era absolutamente impensable aunque tenía razón… ¿qué razón real había? ¿Se estaban jugando algo? Estaban dando su sangre por un gobierno que no les importaban nada, era una evidencia – aunque por salud no pensaban en ello – que en cuanto todo acabara serían desechados. Estrella en especial le miró con cierto interés… le abrazó mientras el resto se dispersaba para poder pensar en sus palabras mientras sus oficiales preparaban todo para aplicar el programa, en cuanto estuviera en uno de ellos el programa se pasaría por los demás como un virus. Aelita colocó su programa en el ordenador que descansaba en su antebrazo y con unos cables lo pasaron al de William… si bien este gruñó un poco durante unos instantes el aparato vibró un poco y la pantalla parpadeó unos instantes antes de que se cambiara el logo de un bando por el del otro… y por las redes de internet interna entre ellos fue pasando de uno a otro llevando el programa por todos los imperiales, incluyendo a los clones.

-Ahora… seréis libres -las palabras de Jim resonaban en sus mentes-. La libertad, aunque hermosa, era dura porque no asegura nada… todo el universo ante vosotros, todas las elecciones posibles… sólo vuestra voluntad.

¿Hasta qué punto eso se les podía aplicar? Estrella creía tener la clave para eso, pues después de cambiar la programación de sus ordenadores internos los muchachos prepararon todo lo necesario para simular las muchas cosas necesarias para que aquello no cantara… ellos dos se habían recostado en la cama de él, en el cuarto que ocupaba la parejita desde que llegaron. Al no ser Xaniums no tenían que ocultarse como sí tenían que hacer Patrick y Yekira… se besaban suavemente, con cariño y acariciaban el cuerpo del otro haciéndole mimos.

-Yo… sí sé qué quiero con mi libertada -murmuró ella-. Iré a donde tú vayas, Jim.

Esas dulces palabras las pronunció al lado de su oído hicieron que el hombre la besara en el cuello, provocando las risas de ella… se iban desnudando poco a poco, disfrutando del cuerpo de su compañero y acariciándose, dejándose impresionar por su físico. Nada destacable realmente, pero el amor había surgido en ellos por cómo era su forma de ser: ella era efectivamente brillante y luminosa como las grandes esferas de luz que iluminaban los mundos, y calentaban el corazón del hombre, enfriado durante años y obligado a tener que pasar por unas grandes pruebas a lo largo de no sólo sus años en la Tierra, también ahí en la galaxia. Iban acariciándose y besándose, dándose palabras de amor y retirándose las pocas prendas que quedaban en ellas.

-Te amo, Estrella… -murmuró él, estaba sobre él y se perdía en la mirada de ella- ¿Estás… segura?

-Llevo tiempo queriéndolo… -ella le sonrió- Esta es… mi primera decisión como mujer libre y… no podría desearlo más.

Se fueron tocando despacio, sin prisa y sintiendo la calidez en el cuerpo de su compañero… suaves gemidos salían de sus gargantas, ella sintió un suave temblor al notar como él entraba cuidadosamente pero con firmeza, y aunque la sensación era dolorosa en pocos instantes sentía un intenso placer que terminó culminando en jadeos insistentes… En un momento dado él la colocó bajo su propio peso y la volvió a penetrar con algo más de firmeza, ella jadeó mientras sonreía con felicidad y enroscaba las piernas en torno a las caderas de él.

-Te amo… te amo, Jim… ah…

Se agarraba a la cama mientras él la miraba con amor y se movía con rapidez sintiendo que estaba a punto de terminar, un intenso escalofrío les llegó cuando el clímax le recorrió y aún así querían más del otro. No paraban de besarse, estaban agarrados de las manos mientras se amaban entre ellos con la misma intensidad que el brillante Sol calentaba la Tierra…

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El Tío Tom no quería eso, pero estaba claro que tenía que hacerse… las cosas en la Tierra se habían mantenido bastante estables, en paz, durante bastante tiempo. El dictador era un tirano pero los exceso quedaron lejos llegado un tiempo, el aniversario de la conquista del planeta se celebró sin altercados y tuvieron una semana libre. Sin embargo el imperio se esforzó durante la semana siguiente en construir algo – se supone que secreto – que hizo saltar las alarmas en el grupo de Sam y compañía. Gabrielle Magné se encontró en su mesa con unas indicaciones importantes sobre la construcción de una serie de huecos en las naves para la colocación de un arma. Desconocía sobre balística y cuando pidió información complementaria al entender que no era suficiente la muy densa memoria de calidad del proyecto en el que le pedían trabajar… simplemente le indicaron que era algo secreto.

Thibaut Diop tenía también instrucciones sobre los contratos que necesitaban para que consiguieran los suficientes provisiones para las construcciones que ella tenía que diseñar aunque estuviera demasiado encorsetada en cuanto a qué se necesitaban… lo mismo para Alexi Solovieff, que se vio de pronto con unas notas que le llamaron la atención. Y que a él le saltaran las alarmas era peligroso por lo que requerían, estaba estudiando las especificaciones con un lápiz en la boca hasta que gruñó un poco, hasta Luz se sobresaltó por el golpe que dio sobre la mesa con el puño.

-¿Qué pasa? -Dunbar llegó de inmediato- ¿Has pillado algo?

-Quieren… eh…

-Está con nosotros, no dirá nada… ¿verdad, querida?

Luz suspiró y asintió cuando Verasha, su esposa, la miró a los ojos sonriendo. Alexei procedió a explicar lo que pensaba.

-Están haciendo… un arma, no sé cómo lo habrán hecho pero han creado un… rayo de energía nuclear demasiado poderoso… tendría que hacer cuentas pero… dios, si la usan sería demasiado potente.

Por supuesto aquello se supo en el resto del grupo, los muchachos se emocionaron por tener un buen centro de atención pero las cosas estaban aún demasiado verdes… no tenía demasiado sentido meterse a nada, aunque lo harían eventualmente. Eso era lo que no quería el viejo Tom, que rodeaba su sin alcohol con las manos mientras veía la tele junto a su hija.

-Me… gustaría que me prometieras algo.

La más joven le miró con interés, los niños estaban fuera jugando con un balón de fútbol.

-Dime.

-Yo… no sé si viviré mucho más -ella le iba a replicar pero él la detuvo-. Pero… os he logrado proteger hasta ahora… no quiero que mis nietos mueran… hablo también de Johnny y Taelia.

-Los cuidaremos, te lo juro -ella suspiró, su suegro llevaba mal varios días-. Si hace falta… les detendré -se rio un poco-. Tienes que estar muriéndote para que dejes tus estúpidas ideas revolucionarias, eres… increíble.

El otro se limitó a dejarse caer en el sofá y bostezó suavemente antes de dar un último trago a su bebida y la dejó en la mesa para dejarse dormir donde estaba… la mujer le miró unos instantes cuando comprobó que su respiración era demasiado lenta de pronto. Tragó saliva, se levantó y colocó los dedos en su cuello… su pulso era muy lento, un último murmullo de amor salió de entre sus labios mientras toda la familia se movía y llamaban a emergencias…

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(1)

Bien, ¿Qué os parece? ¿Os gusta? Como siempre, comentad, decid que os gusta y que no etc... Para acabar, me despido, hasta la próxima, y que la inspiración os acompañe. Código Lyoko ni ninguno de sus personajes me pertenece.