De hecho... es Mónaco la que encuentra a Gales en la puerta como guardián de la misma... haciendo cara de "¿quién demonios eres tú?" porque los otros se han quedado abajo en plan ugh, tu sube y si no bajas en 5 minutos, ya vamos por ti.

—Ehm... ¿eres el hermano de Irlande?

Gales... sale del estupor, parpadeando y Mónaco le hace un gesto con la mano.

—Soy Mónaco. Dile por favor que ya llegué aquí y que he ido a polvearme la nariz, vengo en un momento —en ese tono de... pequeño esclavo, anda, apresúrate.

Gales carraspea y... es que estúpidamente no hace más que asentir mientras ella va caminando con sus tacones de aguja y su falda corta hacia el baño. Luxemburgo sigue dentro haciendo drama. Gales torpemente, abre la puerta y traga saliva.

—L-Lux... t-tú... —Es que debes verle que tiene hasta los ojitos brillantes de esas traicioneras lagrimitas.

El nombrado se descubre la cara y le mira de reojo.

—Tu novia ya llegó, me dijo que la... anunciara. Fue al baño.

—Oh... v-vale —se levanta—. Vamos.

Gales le mira, y es que ahora le hace menos gracia... esto, en general. Ahora menos aún que llegó la pelandusca esa que se hace llamar su novia. Se acerca al escritorio y toma su libro, que lo ha dejado ahí.

Luxemburgo se va hacia la puerta y Gales aprieta los ojos.

—Oye... Vamos a pasarlo bien y a que esto... no sea terrible —sonríe

El flamenco le mira y sonríe un poco tristemente.

—Aún voy a traerte merengues... —se humedece los labios—. Tu novia es guapa.

—Vamos a ponernos... así —hace un gesto de lo gordo y Gales se encoge de hombros.

—Quizás... ¿crees que dejes de gustarle a Mónaco si te pones así?

—No tientes tu suerte...

—Tengo tan poca...

—Por eso mismo.

—Bueno, hay cosas que valen tentarla —Gales sonríe.

—Anda, vamos —Igualmente le sonríe. Gales asiente, yendo tras él y pensando otra vez que de verdad lo ha liado todo, maldita sea.

—Me llevo mi libro porque qué tal que se ponen todos a liarse entre ustedes y me termino picando los ojos...

—Seguro conseguirás darnos patadas bajo la mesa o algo parecido.

—Algo inventare... carraspear con fuerza, lanzar comida...

—Ah, Lux!

Él se gira dejando de sonreír de repente. Gales frunce el ceño casi de golpe con eso y Mónaco sonríe, caminando hacia ellos, mirando a Luxemburgo.

—Allò! —Luxemburgo le sonríe

—Ugh... ¿por qué te has puesto eso?, es viejo —le mira un poco de arriba abajo.

—Dicen que vuelve esta tendencia.

—Pues no sé dónde lo dice... pero no me lo parece —le abraza del cuello para besarle porque hace muchos días y le trae ganas.

La sostiene y... la besa de vuelta, ese beso era tuyo, Gales.

A Gales se le congela el corazón, agacha la cabeza, apretando los ojos, angustiado pensando que por lo visto este es su destino, una y otra y otra vez. Carraspea después de unos segundos.

Luxemburgo aprieta los ojos. Mónaco se separa un poco y levanta una ceja. Él le sonríe como si todo fuera normal

—¿Y si... bajamos ahora en unos minutos?

—Nunca son solo unos minutos —le acaricia la cara.

—Bueno, hoy si pueden ser unos minutos... —ella le sonríe.

—Los mandamos a los tres a cenar solos...

Gales hace los ojos en blanco.

—Nah, ¿con tantos días crees que vas a durar tanto? —pregunta Mónaco, riéndose un poco.

—Creo que va a ser más de una.

Mónaco le da otro beso y él se lo devuelve, así que Gales saca su libro.

—Cuando terminen, me avisan —refunfuña, chico, en serio relájate porque esta noche te va a parecer ETERNA si no.

Al cabo de un poco, él vuelve a separarse y Mónaco le sonríe.

Mon dieu... vámonos pues que, de verdad, si no se van a ir los otros solos —le limpia los labios que le han quedado embarrados de color rojo y tira un poco de él, que mira a Gales de reojito que está cargándose un poco en Dios, la verdad. Leyendo el libro, probablemente de cabeza.

Allez

El británico cierra el libro de golpe y se levanta sin mirarle. Sí, se había sentado por ahí en una de las sillas de las secretarías, todo malhumorado. Luxemburgo da un saltito

—Ah, es verdad... —Mónaco mira a Gales un instante porque se había olvidado de él y le pasa los ojos de arriba a abajo porque tampoco le parece que vaya especialmente bien vestido con esas bermudas raras. Arruga la nariz.

—Ehm… hello. ¿Listos?

Oui.

Wonderful —el sarcasmo, se guarda el libro.

—Que bien que viniste —Mónaco le sonríe un poco falsamente.

—Yo también estoy encantado... —miente

—Sí, vamos, todos dando palmas —agrega Luxemburgo y Gales se ríe.

—Es una buena actitud, nadie puede quejarse.

—Ya, ya... ¿Cómo estás? ¿Has terminado todo? —pregunta Mónaco a Luxemburgo.

—Non, bueno... pero ya sabes...

—Al menos estás saliendo a tiempo.

—Todo son ventajas.

Gales se guarda las manos en los bolsillos, quedándose un poco atrás, mirándolos

—No esperaba que salieras a tiempo, en realidad—comenta Mónaco.

—¿Non? Puedo volver dentro —bromea él, de vuelta.

—Nooo —ella le toma del brazo y se ríe un poco. Y Gales suspira, porque de primera impresión parecen relajados y felices.

—Vale, vale —sonríe dejándose tirar.

—Vinimos con Kristoff, en la limosina verde botella... —explica Mónaco—. La reserva es a las nueve... aunque no sé si le dejen entrar de bermudas.

—¿Quieres que pasemos por casa y nos eliges ropa a los dos?

Gales repentinamente tiene esta impresión de que todo, TODO es una montaña inescalable.

—Pues quizás, porque... ¿es que qué vamos a hacer? ¿Dejarle fuera? Quizás le queden los pantalones de Kristoff...

—Yo tengo aquí otro par.

—Quizás... solo debería irme a casa —propone Gales.

Non, non... pasemos a tu casa, o que Vincent le traiga unos. O dale los que tienes aquí —sigue ella.

—¿Qué prefieres? —le pregunta a Gales, que se encoge de hombros, con el ánimo por los suelos.

—Lo que prefieran ustedes.

—Que Kristoff le preste los suyos, es lo más rápido.

Gales la mira con cara de... ni siquiera sé quién coño es Kristoff, ¿de verdad vas a hacer a alguien quitarse los pantalones para dármelos?

—Es que Vincent no le cae muy bien, espera, me llevaré los míos por si acaso no le sirven. Ahora vuelvo.

—N-No, espera, Lux... —protesta el mirándole irse, porque no quiere que además le deje con ella. Que le mira y le sonríe un poquito falsamente otra vez. Luxemburgo se detiene y le mira—. S-Si quieres voy yo tú quédate con Mónaco.

—Ah, no es molestia, pero... está bien. Merci.

Gales asiente, incómodo y torpe y sin querer mirarle mucho, caminando bastante rápido hacia el despacho. Luxemburgo mira a Mónaco otra vez y ella le sonríe.

—Veo que es fan feo como el hermano.

—Eh... oui, pobrecitos.

El británico saca el teléfono en cuanto llega al despacho y aprieta los ojos, sin buscar siquiera los pantalones.

—¿No le has dicho que viniera bien vestido?

—No se les da muy bien la moda.

—No, bueno, ya lo he notado con su hermano —Mónaco arruga la nariz y Luxemburgo recibe un mensaje.

—Pues... —se encoge de hombros sacando el teléfono.

"No me quedan los pantalones. Adelántense y les alcanzo en un rato."

"Que van a no quedarte? ¿Estás bien?"

Gales se sienta en la silla qué hay ahí, un poco en pánico. Porque no, no está bien y no es lo mismo ir a esta cena después de que le rechaces así. Y... quiere ir a beber a donde sea.

"Sí, váyanse y ponme el nombre del sitio al que tengo que llegar y llego en unos minutos. Solo voy a tu casa antes."

"Pero ven con nosotros, hombre."

Gales aprieta los ojos, buscando por ahí los estúpidos pantalones que Luxemburgo ha traído todo el día puestos. Se muerde el labio y se quita sus bermudas, que ¡además nadie le dijo que no pudiera venir con ellas! Las lanza al bote de basura y se pone los otros malditos que además le quedan perfectos.

"Voy"

"Merci."

Mira los tulipanes sobre el escritorio... pensando que quizás hasta cierta grima le dieron a Luxemburgo. "Yo no soy esa persona". Aprieta los ojos y los saca todos del florero con una mano, yendo a la puerta. Los va a tirar a la basura, lo advierto.

Nooo ¿porqueeeee? ¡Son suyos, no tuyos!

Todo, TODO le salía mal últimamente. Ni Galia ni Luxemburgo ni nadie. Se siente sumamente idiota y de verdad excesivamente poco alcoholizado. En el primer bote que ve afuera de la oficina de Luxemburgo los lanza de cabeza antes de irse a buscarles.

—No tengas en cuenta si parece demasiado excéntrico, no lo está pasando muy bien realmente —comenta Luxemburgo a Mónaco.

—Me decías, del divorcio de la chica guapa... igualmente, divorciado o no creo que si se parece a su hermano todos son igual de excéntricos —responde ella—. Ya ves France lo que se queja de Angleterre.

—Pero es lo mismo que dice mi hermana, son muy divertidos.

—¿Te lo parece? A mí el de Sey me parece todo menos divertido. Mira, aquí viene tu chico, con pantalones largos, al final parece que si le quedaron...

—Sey también dice que son divertidos —le sonríe un poco a Gales.

—Porque Sey no me preguntes en qué artes, está enamorada de él...

—Ya estoy... al final sí me quedaron —Gales se les acerca, de malitas.

—Pues claro, con ese culo... —suelta Luxemburgo sin pensar

Gales le mira... quedándose en blanco un segundo y Mónaco levanta una ceja sin saber si lo dice porque tiene el culo demasiado bueno no demasiado plano. Luxemburgo vacila porque nadie se ríe.

—L-Lo digo porque... lo tienes... o sea... como yo. Creo. Creo que tenemos una complexión parecida y como yo lo... ehm... bueno, da igual.

Es... Gales el que termina por sonreír un poco después de un par de segundos

Shut up —le replica y Mónaco baja la mirada e inclina un poco la cabeza.

—Sí, será lo mejor —carraspea.

Gales mira a Luxemburgo porque... es que otra vez, ha dicho... cosas. Se detiene en la puerta abriéndosela a Mónaco para que pase primero, lo que ella hace sin ningún problema. Ahí va Luxemburgo a dejar pasar a Gales para salir el último.

—Sal tu —le pide Gales mirándole a los ojos.

—Insisto.

Gales hace una mueca, porque nada le sale bien, saliendo primero y él le toma de los hombros intentando confortarle un poco. Gales se tensa un poquito, pero levanta una mano y la pone encima de una de Luxemburgo, que le aprieta los hombros un poquito.

—Lo siento, repentinamente me ha dado... no sé —le explica, bajito.

—Ya, ya... —le masajea un poco.

—No sabía que no podía ir como estaba vestido —agrega acariciándole un poco la mano, acercándose a la limosina a la que se está subiendo Mónaco, flanqueada por Kristoff... que trae unos pantalones blancos de chofer. ¿De verdad quería esta mujer que se pusiera esos pantalones?

—Yo tampoco.

—Tampoco quería presionarte. Lo siento —se detiene al lado del coche para que él entre antes, quitando la mano de sobre la suya, agradeciendo el masaje.

Luxemburgo le sonríe y le hace un cariñito en la cara antes de entrar. Gales se lleva la mano a la mejilla. Estas tan jodido. Entra tras él.

Mónaco se mueve y acomoda estratégicamente para que Gales quede sentado junto Irlanda, exactamente al otro lado de Luxemburgo, a quien le pasa una copa de champaña cuando al fin se sienta después de saludar a Seychelles con sus dos besos.

Gales... le sonríe a Seychelles, acercándose a saludarla también por encima de Irlanda y ella le da sus dos besos, sonriendo.

—Estirado —le saluda Irlanda, sonriéndole un poco, aunque es super raro que venga a estas cosas.

—Tú... te he visto demasiado esta semana —sentencia Gales de vuelta quitándole la copa de champan de la mano para bebérsela. No le dejen beber todo lo que repentinamente quiere beber, por favor.

—Bueno, Momo... tú nos has metido en esto, así que tú dirás —suelta Seychelles—. ¿O solo estamos aquí para ver lo que estos dos se traen entre manos?

—¿Quiénes dos? —pregunta Mónaco levantando una ceja y recargándose sobre Luxemburgo, que se tensa porque sí sabe quiénes dos.

—Pues... es obvio, ¿no? —sigue Sey.

—Eire y yo, desde luego —intercede Gales —. Estamos planeando la despedida de soltero de Alba y...

—Ah, tú tienes que ayudarle con la de Belgium —se acuerda Seychelles.

—¿Yo? —pregunta Mónaco sorprendida y el coche se pone en marcha.

—¿Aún estás enfadada porque no estuviste el día que lo anunciaron? Eso es culpa de Lux.

Merci, Sey, inestimable tu ayuda —protesta este.

—No me hables de eso, que últimamente ni siquiera parezco tu novia.

Gales carraspea un poco. Debe ser el aire acondicionado.

—Oh, venga ya, ya te dije lo que pasó.

—Tu HERMANA estaba anunciando su boda. Pocos eventos hay más cercanos que eso.

—Quizás no te invite cuando anuncie su boda —interviene Irlanda sonriendo malignillo pensando en la boda de Gales y Luxemburgo, desde luego.

Luxemburgo mira a Irlanda y luego a Seychelles pensando que se refiere a la de... ellos dos y cuando Seychelles nota la mirada, cae en la cuenta porque no lo había pensado, sonrojándose y metiéndole un CODAZO a Irlanda.

—Pues empiezo a notar que sí que es capaz de casarse sin que yo me entere —sigue Mónaco sin realmente entender los codazos, mirando a Luxemburgo de reojo.

Irlanda se muere de risa, pese al codazo que ahí donde ven a Sey tan chiquita es capaz de pegar bastante fuerte. Gales fulmina a Irlanda, tensándose de golpe. Por supuesto, no bastaba con que Luxemburgo le hubiera deletreado a detalle que no quería con él, igualmente se tenía que llevar la tortura por parte de su hermano con el tema de la boda.

Of course not. Si alguna vez yo me caso, que por lo visto no va a ser pronto, ni tal vez ni con este, serás mi dama de honor —suelta Seychelles. Mónaco le sonríe y a Irlanda se le corta la risa.

Luxemburgo suspira y Gales le mira un instante, volviendo a pensar que el traguito de champán no ha sido suficiente.

—Esperemos que a todos nos invites aún si no es con este —replica Gales a Seychelles, señalando a Irlanda.

—¿Te imaginas que me casara yo con un chico súper guapo así como... Rome o France o Spain y le invitara yo a mi boda?

—¡Qué te vas a casar tu con el capullo! —protesta Irlanda —. Ni con ninguno de esos guapos y aburridos.

—Probablemente iría a ver igual si le invitaras —Mónaco se ríe un poquito.

—No iría a ver, ¡iría a robármela del bloody altar!

—¿Y por qué crees que iba yo a dejarte hacer eso?

—¡Porque no te querrías casar con ellos!

—¿Quién lo dice?

Gales observa a Luxemburgo y a Mónaco notando que ella le hace cariñitos a él en la pierna así muy naturalmente y él se deja pero se gira a Gales cuando nota que le mira.

—Yo lo digo, si no ¡no ibas a invitarme!

Why not?

Gales levanta la mirada y le sonríe un poco. Luxemburgo le sonríe de vuelta.

—¿Para qué ibas a invitarme, a ver?

—Pues... —no, Sey, no puedes decirle "para joder" o para "hacerte reaccionar" ni mucho menos para "que veas que puedo hacerlo perfectamente bien sin ti o a pesar de ti"

Gales le sonríe un poquito más, con ojitos de corazón, sin poder evitarlo.

—¿Para echártelo en cara? —ayuda Mónaco.

—No, no... es que como me invitara me la robo a media vida, de verdad. ¡Todos lo han oído!

—Bien, Momo, recuérdame no invitarle a mi boda —pide Seychelles.

—Si es conmigo, vas a tener que invitarme—replica Irlanda.

—No, no. Ha quedado claro, cualquier circunstancia.

—No te puedo robar de nuestra boda, tonta —se sonroja por decirlo así y Luxemburgo le da un toquecito, pie con pie a Gales

—A saber de lo que eres capaz —sigue ella.

Mónaco vuelve a los cariñitos a Lux, pero Gales no hace caso esta vez a ello, concentrado en el toquecito. Sonríe de lado dándole el un toquecito de vuelta.

—Además, ¿cómo va eso ahora, tú eres el hombre libre? —pregunta Seychelles a Gales en lo que Luxemburgo intenta pisarle un poco y Gales se toma unos segundos en notar que habla con él.

—Ehm… ¿ e-el.. hombre libre?

—Pues... si Scotland va a casarse...

—Ahh... eso. Y yo el soltero... —la mira sin quitar el pie, tratando de defenderse sin mirar —. Quien lo diría, que de los cuatro yo seré el único libre.

—O bueno... ¿querrás casarte de nuevo en algún punto?

De hecho, Luxemburgo para cuando hablan con él.

—No creo que yo vuelva a pedírselo a nadie, si algún día me caso será porque alguien me lo pidió a mí.

—Pffff, ¿quién te va a pedir a ti que te cases? —Irlanda se ríe y Gales se sonroja, tragando saliva y dejando de mover el pie, dejándolo recargado contra el de Luxemburgo.

—Evidentemente nadie, por tanto, estoy fuera de peligro.

—¿Ves? El hombre libre insiste Seychelles, porque sabe que irlanda y escocia están muy orgullosos de eso.

—Supongo tendrá sus ventajas —Gales le sonríe un poquito tristemente. Sey mira a Irlanda porque pensaba que iba a protestar de todo esto

—¡Sé lo que estás haciendo! —Irlanda la señala —. ¡Y sí que soy un hombre libre!

—Ah, ¿sí?

Yes! ¡Estás intentando jugar con mi mente!

—¿Para lograr qué?

—No lo sé, que yo diga que no soy un hombre libre, sino que me tienes de las bolas y que tú digas que no, ¡que soy libre como un pedo o algo así! ¡Ja! Te conozco.

—¿Tú te sientes un hombre libre? —Mónaco se gira con Luxemburgo y sonríe porque aún no saca el teléfono.

—¿Yo? Para nada —asegura él. Irlanda aún mira a Sey, sonriendo y ¡esperando su respuesta!

—¿No? ¿Ni siquiera a ratos? —sigue Mónaco.

—Pero por lo visto sí tienes claro que eres libre como un pedo—sigue Seychelles para Irlanda.

—Pues... ¿tú te sientes una mujer libre?

—No soy libre así, soy... libre de mente.

—¿Ves? A eso me refiero —Luxemburgo le sonríe.

—No me siento una prisionera —besito en los labios —. Hasta que soy tu prisionera.

—¿Me está insinuando algo, madeimoselle?

Mónaco le acaricia un poco la pierna hasta acercarse a la zona de peligro.

Mais oui... —susurra ella, sonriendo. Luxemburgo sonríe y se mueve un poquito, nervioso. Gales traga saliva, mirándoles bastante intensamente, la verdad—. Si hubieras accedido a ir a casa...

—Soy exactamente como un pedo, libre en el momento incómodo, pero placenteramente... —está Irlanda diciendo de fondo.

Ugh. Que forma de cortar el ambiente. Bueno él está tonteando con Sey por otro lado, pero eso piensa Mónaco, tratando de ignorarle con todo su ser.

—Aún podemos escaparnos —Mónaco se le echa un poco encima a Luxemburgo.

—¿Y tú amiga no se quejará? —susurra abrazándola un poco.

Y Gales suspira, notando que esto es aún peor que lo de Galia... que si estaba con él. Esto es mirar desde la barrera al chico que le gusta y que le ha rechazado hoy abiertamente, estar con la chica que... es su novia.

—Si me hubieras dejado llevarte a tu oficina —besito en los labios.

—Suena a que el prisionero soy yo —se ríe.

Mónaco sube más la mano, directamente poniéndola... ahí y le hace estremecerse e intentar cerrar las piernas un poco de la sorpresa. Esto pasa cuando no la ves en casi tres semanas. Quita la mano, igual.

Gales inclina la cabeza porque Mónaco debería seguirle el asunto de que si es el prisionero y ella la única poseedora de su libertad y... blablabla. ¡Venga, chica!

Pero Mónaco le da un besito en los labios otra vez y él se lo devuelve. Y Gales hasta bufa un poco, joder al menos dale un bloody buen beso. Eso haría él ahora de estar sentado donde está ella. Comérselo en un beso. Gira la cara porque no se lo va a comer en un beso y punto, ya le ha dicho que él no es la persona...

Seychelles le pone a Gales la mano en la rodilla al notar lo que mira. Y él les odia un poco ahora mismo, o un mucho, pensando en si darle a Mónaco una patadita o algo para separarles y da un salto con la mano en la pierna sin esperarla.

—Hey, no te ofusques —pide ella.

Se sonroja, además, atrapado. La mira y traga saliva. Porque no ha salido bien lo que le ha dicho que haría. De hecho. niega un poquito con la cabeza.

—O-Olvídalo...

—Eh, eh... chicos... —Seychelles intenta interrumpirles—. Iros a un hotel o algo.

Gales se revuelve mirando a otro sitio, deseando no haberle dicho a todo mundo que le gustaba Luxemburgo tan abiertamente. De hecho, no había pensado aún en eso, todos lo sabían, hasta Galia, seguramente. Se sonroja.

Mónaco se separa y se ríe, sonrojándose un poco y pasándose los dedos por la comisura de los labios y para suerte de Gales, el coche al fin de detiene. Menos mal que tiene aún un poco de suerte, piensa él, no sea que le salga todo mal...

Excusez-moi, ha sido mi culpa —se disculpa Luxemburgo, riendo un poco.

Gales aprieta los ojos porque Luxemburgo se está riendo y tonteando, relajadamente... Y eso no, no era culpa de Luxemburgo. Era su culpa por ser tan imbécil como para terminar su matrimonio, ilusionarse estúpidamente con alguien nuevo hasta el punto de no cuidarse ni siquiera un poco como para besarle y arriesgarse a terminar aquí así. Necesitaba alcohol. MUCHO. Inyectado directamente a la vena de ser posible.

Seychelles suspira habiendo visto la cara de Gales en Inglaterra un millón de veces por culpa de Francia y temiendo que ahora venía la borrachera y luego la bronca.

Mónaco se ríe un poquito también, sin contradecir a Luxemburgo porque sí que ha sido su culpa, sacando de su bolso una polvera y un espejito para arreglarse antes de bajar.

—Bueno, venga, moveos que, si no, no podemos salir —les apremia Seychelles. Gales sale casi disparado en cuanto abren la puerta y tras él, Luxemburgo, que son los que están más cerca de la puerta, le mira de reojito.

Gales está intentando respirar, la verdad.

—¿Todo bien? —pregunta el flamenco.

—Tengo sed — Gales asiente, guardándose las manos en los bolsillos.

Luxemburgo se humedece los labios y Mónaco sale detrás de Luxemburgo, acercándose a él, mientras Gales se gira al restaurante recordando que es de esos de comida minúscula... y seguramente de bebida minúscula.

Allò —le sonríe a Mónaco mientras Seychelles sale.

Allò —otro besito porque hay que ser insoportables hoy e Irlanda al final, poniéndole las manos en la cintura a Seychelles.

—¿Vamos dentro? ¿Qué nombre has dejado?

—Grace Kelly, como siempre...

Sonríe y ella le toma de la mano y tira un poco de él.

—Creo que va a gustarles —mira a Seychelles—. Es fusión, con un poco de Thai. El chef trabajaba en el Limbo, pero ahora abrió este.

Gales le oye cada palabra como si estuviera diciendo "Crii qui vi i gistirlis. Is fisiin cin in piqui di Thii..."

—Ah, me gusta mucho la comida Thai —asegura Lux.

"Mi guisti michi li cimidi thi"

—Lo sé... por eso he elegido este sitio. A Sey también le gusta —ella espera a que le abran la puerta, diciendo el nombre y siguiendo al mesero

—A mí también —añade Seychelles sin escucharla.

—Justo eso estaba diciendo ella —asiente Luxemburgo. Gales sigue con su nubecita sobre la cabeza, pensando en irse. Eso quiere. Largarse a nadar en una alberca de whiskey hasta perder la consciencia. Mónaco le sonríe a Sey, tan contenta de estar ahí, mientras Irlanda mira a Gales de rojo que trae esa cara de tragedia.

Sey toma a Mónaco del brazo para entrar, ella suelta a Luxemburgo, sonriendo porque está de buen humor, siguiendo al hombre que las llevará a la mesa.