Nada de Katekyo Hitman Reborn me pertenece, solo la historia y uno que otro agregado que aparecerán más adelante en la historia.


Family Of The Past

Extra 7: Six Traits of Personality 15

Tan pronto la puerta se cerró, dejó de sonreír. Podrían decirle todo lo que quisieran, podrían creer lo que quisieran, pero el caso era qué era solo eso: creencias. Y creencias ajenas, para variar.

- Ni una botella de licor en todo esto. - Murmuró bajo su aliento, queriendo solo rodar los ojos y preguntarse si acaso quién solía ser odiaba el alcohol.

Por más que revisará no encontraba nada similar al alcohol o algo más fuerte que una aspirina. La única razón por la cuál no preguntaba nada era porque temía confirmar que era un asunto externo y no que su yo anterior odiara el alcohol. No quería confirmarlo, incluso si no necesitaba hacerlo. Algunas cosas simplemente eran… ¿uh?

- ¿Y esto? - Giro el frasco, miro abajo, miro la tapa, volvió a girar… - No huele raro. - No olía a nada, en realidad.

Sin etiqueta, sin olor, pero un recipiente de buena calidad y escondido entre sus cosas…

- Uh, saben a menta. - Por supuesto que iba a ser algo así de tonto.

Se llevó otro caramelo a la boca y jugueteo con la idea de sacar las demás cosas que había en ese estuche. Técnicamente todo lo que había en esa oficina era suyo, así que no había problema, ¿no es así?

Ojala hubieran mas caramelos. No sabían tan mal, y era la excusa perfecta para no hablar mucho. Estaba cansado de hablar.

Si algo salía mal no sabía si se lanzaba por una ventana o pateaba los innombrables de alguien.

Quería alcohol. Más alcohol. Los nervios iban a matarlo, y nada lo estaba ayudando. Políticamente negarle alcohol se estaba volviendo tedioso, y si ni siquiera iban a darle otra cosa…

Al menos consiguió caramelos. Porqué tendría caramelos allí jamás lo sabría. Lo demás… tal vez miraría en otro momento. Solo tenía un par de horas antes de que todo comenzará a tomar revuelo y no tendría tranquilidad.

Ojalá todo saliera bien.

-x-x-x-

- Ah. - Si, super elocuente. - ¿De qué me perdí?

¿Qué estaban celebrando?, la última vez que vio algo en esta escala fue la última vez que Tsuna organizó un matrimonio. ¿Acaso alguien se estaba casando?, ¿quién?, ¿y cómo lograron que Tsuna los ayudará?, porque esto tenía la marca de Tsuna no importa en dónde mirará. Tsuna no había sido dado a organizar nada más desde… desde su último cumpleaños, y no podía culparlo por ello luego de lo que pasó. Debieron estar más pendientes ese día…

- No has cambiado nada Takeshi. - Esa voz…

- ¿Pa? - ¿Pero cómo?, ¿no estaba en Japón?, ¿cuándo…?

Su padre, quién estaba con una Cerve-¡¿Cervello también?!, pero Cervello no era…

- Tu cielo es de temer. - Fue más un comentario que una queja por parte de su padre.

Tsuna.

- Todo esto son sus órdenes. - Confirmó la Cervello tan pronto abrió la boca para preguntar, para confirmar.

- ¿Como? - Lo de su padre era creíble, Cervello era aceptable porque Tsunaa no las recordaba, pero lo que sea que estaba pasando aquí, por otro lado…

- Tu cielo va a querer tu alma, se esforzó mucho. - Eso no era lo que pregunto y no entendía el chiste.

Si bien estaba increíblemente feliz por ver a su padre y poder abrazarlo y hablar con él, ahora estaba preocupado. Necesitaba encontrar a Tsuna, necesitaba saber qué pasaba, qué había pasado, y si debía cortarle la cabeza a alguien o no.

-x-x-x-

Estaba siendo mucho más difícil de lo que pensó que sería. Y decía esto porque, por alguna razón, la mitad de la gente le llegaba a preguntar por Tsuna, y la otra mitad lo estaba llenando de cajas y bolsas y cosas y lo felicitaban, pero no decían porque. Solo le lanzaban algo en las líneas de que Tsuna se había lucido y que por favor se lo hiciera saber cuando lo viera, porque parecía estar escondido y probablemente los evitaría…

Y los otros se negaban a decirle mucho, aparentemente Tsuna se metió en su oficina y pidió privacidad.

Debía de estar nervioso. No debía de querer venir a ver su obra en acción, y no quería oír a nadie. Nadie quería decirle siquiera de qué trataba el-

o, no le queda, ¿por que no lo puse verde?

-evento y por más que quisiera… ¿perdón?

Cierto, no había verde decente. Qué desperdicio de oportunidad…

Se pellizco. Fuerte. Debía de estarlo imaginando, era lo más se-

¿Se supone que te salude o algo?, ¿te conozco siquiera?, no me dan nada por lucir bonito, te lo aseguro.

-guro.

- Buenas noches, ¿necesita algo? - Perfectamente político.

Más vale que no. No estoy de ánimo para estupideces y menos a estas horas de la noche.

No se estaba imaginando nada, nada. Con la forma en la que la gente cercana estaba mirando a la persona que había estado buscando, bien podría estar presenciando un homicidio.

- Buenas noches, Déci-

Ya vienen con la payasada de Décimo otra vez. Y esto va a ser toda la noche. Qué fastidio.

- Digo, Tsunayo-

¿Se supone que nos conocemos o algo?

Que no vaya a seguir con que es mi primo hermano o algo así.

-...shi, es un placer verlo. - Terminó el hombre a duras penas. Pobre Skull.

- Hmmm, igualmente. - Cortes, muy político y con una dulce sonrisa.

Claro, sobre todo eso.

Sería altamente creíble si no estuviera diciendo otra cosa muy diferente fuerte y claro que, honestamente, era mucho más claro, fluido, y natural, que cualquiera de las otras veces en las que Tsuna había querido comunicarse con ellos de esta manera en el pasado. Ahora era fácil para él, y creía que salía sin que se lo propusiera, pero no era tan fuerte, tan cargado de emociones y mucho menos tan seguido. Si no supiera mejor, diría que estaba oyendo dos conversaciones al mismo tiempo claramente opuestas.

- Gracias por invitarme, es un honor. - Ay Skull…

Hubo un leve movimiento y lo que vio lo congeló el acto.

- No es a mi a quién debas agradecer, e incluso si lo fuera es innecesario. - Ojos muy brillantes, muy amplios, de un hermoso color naranja inconfundible. - Tsunayoshi, pero puedes decirme Tsuna, o Décimo, si así lo prefieres. - Una flama muy viva, muy grande, en su frente que abarcaba mucho más de lo que usualmente lo haría. Había estelas de esas llamas por su cuerpo, iban y venían como luciérnagas.

Agradece a Hayato y a Cervello. Una simple carta no hace mucho por si sola.

El tono, en esta ocasión, era tan similar que sabía inmediatamente que lo no dicho verbalmente era lo que Tsuna en verdad quería decir, más lo parafraseo. El desdén y la irritación a millón habían pasado de lado, más no se habían ido, por curiosidad mayormente. Tsuna se había presentado con su nombre, ya eso era una buena señal. Pero por más que le alegrará tal cosa, por más que se alegrará por Skull, su atención estaba en otra cosa muy distinta.

- ¡Tsuna! - No sabía a quién empujó, pero no le importaba.

Tan pronto llamó, la atención de su amigo pasó inmediatamente a él, su vista automáticamente lo busco y se vivió frente a frente con alguien que estaba muy feliz de verlo. No hacía falta nada más que ver cómo se iluminó esa expresión, como si fuera otra persona, pero obtuvo mucho más que eso, mucho más que solo eso:

¡Keshi!, ¡Keshi!, ¡Keshi!

Se sintió tal y como un niño muy emocionado a punto de recibir un premio, o con su mascota, o siendo recogido por alguien que no esperaba.

- Hey. - Esto, lo quisiera o no, no iba a la par con lo que todos debieron sentir. - ¿Disfrutando de la fiesta?

Abrió la boca para decirle que sí, pero que le encantaría saber qué demonios se perdió y que le hubiera encantado ayudar y ser incluido, pero no le dio tiempo de siquiera pensar sus palabras:

¿Te gusta?, ¿te gusta?, ¿es todo de tu agrado?, ¿falto algo?, ¿tal vez quieras otra cosa?, ¿o algo más?, no soy bueno en estás cosas y pues no me extrañaría si algo no quedo bien y simplemente no me lo dicen de frente por perrito faldero número dos allá en la esquina.

- Ahhh… - La imagen qué tenía enfrente no encajaba con lo demás. - Te luciste Tsuna. - Era quedado, pero… - Me hubiera gustado ayudarte, pero no te hizo falta, ¿eh? - No se perdió el brillo complacido en esos ojos al acercarse. Cuidadosamente, porque había más de una cosa que no encajaba.

Y aún así solo quería acercarse por completo y revisarlo de arriba abajo y preguntarle qué había pasado. Este despliegue no era normal, esta comunicación era muy expresiva, y no estaba concordando con-

- Quizás, pero eso no es importante. - ¿No lo era? - Deberías aprovechar, es solo por hoy. - ¿Solo por-

Por supuesto que no sabe ni en dónde está parado, aunque no puedo hablar mucho porque yo tampoco me acordé de mi propio cumpleaños, aunque no es como si hubiera tenido razones para celebrar algo así, a diferencia de Keshi, pequeño tontín que no entiende ni lo más simple de las cosas.

Un momento, ¿acababa de ser…?

- Tsuna, sin ánimo de ofender, ¿te sientes bien?, ¿y Hayato? - Era quedado, pero no tan quedado. Si estaba entendiendo bien…

- Perfecto. - Una mirada extraña, una ceja arqueada incluso.

Estaría perfecto si me dejarán beber alcohol y encerrarme en algún lado en paz. Al ritmo que vamos voy a terminar saltando por una ventana. Ah, y el perro faldero número dos está en la esquina, no se que lo asustó esta vez. Voy a tener que comprarle una correa, ciertamente está siendo un problema que vaya por ahí sin permiso cuando supuestamente es mi perro guardián. No es que haga mucho, siendo un perrito faldero, obviamente.

- Allá en la esquina. - Con una mano señaló a Hayato.

El hombre en cuestión estaba discutiendo con varios en voz baja, pero por los gestos y las expresiones había un gran problema y Hayato quería terminar para volver al lado de su jefe. La razón era visiblemente obvia y no en el mejor de los sentidos. Tal vez debería-

¿Vas a irte entonces?

Se detuvo en seco, algo en ese sentir comunicativo sintiéndose como una daga en el cuello.

Haz lo que quieras. Es tu día después de todo.

Hizo una doble toma y entendió. Entendió dos cosas completamente distintas y enlazadas.

- ¿Quieres venir conmigo un rato?, mira lo que me dieron. - No era la mejor de las ideas, pero por un poco no debería de empeorar las cosas y no era una garantía que Tsuna no consiguiera algo por su cuenta.

La daga metafórica en su cuello se desvaneció, cambiando por algo que le puso la piel de gallina. No sabría definirlo, no era una mala sensación siquiera. Por un lado tenía la atención completa de Tsuna, y era inconfundible. Por el otro lado, esa atención tenía dos caras y una no debería estar siendo mostrada tan abiertamente, menos en una multitud.

- ¿No planeas recorrer el lugar?, dudo que te hayas conseguido con todos aún. - Muy político, muy cortés, cálido a un nivel que generaba celos porque no era tan general como alguna vez fue. - Dudo que sea lo único que te den. - Una pequeña sonrisa traviesa, porque sabía a qué se refería. De otra forma la catalogaría como "se algo que tu no, y eso me divierte".

Puedo esperar, pero no creo aguantar mucho.

La única razón por la que no cambió de expresión fue por la práctica.

- Pueden esperar un rato. - Y es que quién se metiera en esto así sea para tocarlo con un palo metafórico estaba en peligro de más un simple susto. - ¿Qué me cuentas?, de verdad que te luciste, ¿que me perdi? - Se aseguró de molestarlo con una mano como si fuera un día normal.

El ronroneo casi espiritual que recibió por esa simple acción era, a este punto, solo un clavo extra en el ataúd.

No tienes idea de nada, ¿ne Keshi?

- Tendrás que descubrirlo por ti mismo. - Casi el mismo tono, si se podía decir eso ya que uno era no verbal.

Sabiamente no conecto miradas con nadie. Sabiamente no miro a nadie. Y aún así podía imaginarse perfectamente el shock, el pánico y el "oh ******". Todo porque no había nada que cualquiera pudiera hacer, excepto molestar a un cielo que, en el peor de los casos, jamás querría verlos, jamás los perdonaría, y en el mejor solo causarían un malentendido que podría terminar en una pelea física.

- Ma ma, no seas malito conmigo. - Menos mal que estaban entre familia. Por todo lo que sabía. - No me fui por tanto tiempo, y tú me mandaste, ¡conseguí más almohadas esponjosas para ti! - No es que le hicieran falta o no pudiera conseguir más con solo comentarlo en voz alta.

Si hubiera tenido alguna duda de que lo que acababa de decir sería apreciado o no por su amigo, estás se hubieran disipado inmediatamente con la emoción que surgió como un volcán estallado: alguien estaba muy complacido por solo almohadas.

- Aún no es suficiente. - Vinieron las palabras que, por una vez, concordaron con la otra voz metafórica:

¿Solo eso?, tienes que subir la apuesta.

La primera cosa era que era su cumpleaños. Sonaría tonto, en especial porque se le olvidó, pero en esta situación era un punto clave: era su cumpleaños.

La segunda cosa que su cielo había decidido regalarle este evento, esta fiesta, y fue al límite para hacerlo. Un cielo había decidido prestar toda su habilidad, poder, y destreza en brindar lo que creía que sería considerado una muestra indiscutible de apreciación, de afecto. Este hecho era más común con Tsuna de lo que se podría pensar, una particularidad de su cielo que era un tema incómodo de tocar con otros por diversas razones. Desgraciadamente esto solo significaba que Tsuna querría validación si era algo nuevo, pero sobre todo quería una correspondencia y no cualquier cosa.

- ¿Licor? - Agitó la botella como recordatorio.

Era lento en comparación con los otros, pero en este momento y lugar…

Con esas pequeñeces no me vas a comprar cariño mío.

Viéndose en la mira de ojos naranjas muy amplios que no escondían nada, que lo miraban con diversión no dicha y que decían perfectamente que la respuesta seguía siendo no, sabía que en todo este tiempo Tsuna no había estado tratando de comunicarme con ninguno de ellos, con nadie, de forma voluntaria a través de sus llamas.

En ningún momento estuvo consciente de lo que ahora transmitía tan naturalmente cuando antes tenía que concentrarse para decir más que unas pocas palabras. Mucho menos tenía idea de lo que transmitía inconscientemente todo el tiempo. ¿Y ahora?, no tenía ni idea.

Desde que despertó sin memorias, todo lo que había estado comunicando a través de sus llamas era sin filtro alguno, sus pensamientos.

Y estaba siendo oído fuerte y claro, y no era de extrañar porque. Incluso sin la parte preocupante, no era de extrañar porque.

Tsuna jamás logró hacer esto tan naturalmente, no importa cuanto lo intentó. Y aquí estaba, haciéndolo tan fácilmente y con tantos detalles al punto que, si no fuera tan diferente a sus acciones físicas y a su voz, sería una maravilla.

Con razón Pa dijo que Tsuna iba a querer su alma. El nivel de esmeró en esto… iba a querer un trato igual, y a Tsuna le gustaba ser mimado. Sus ahorros se irían en dulces, y probablemente en artículos de comodidad y/o relajación.

- Tsuna, quería preguntarte… - Privacidad no iban a tener. Dejar a un cielo así… - ¿hiciste algo nuevo?, ¿pasó algo extraño? - Cualquier elemento no dejaría solo a su cielo de esta manera. Y así Tsuna no quisiera remendar los lazos, aún existían. - No hiciste lo que me prometiste que no harías más, ¿no? - No veía marcas, pero no había mucho que ver cuando estaba en traje.

- ¿Perdón? - Una simple palabra.

- Es que me pare-

¿Tengo algo encima?, ¿se arruinó algo?, ¿dije algo raro otra vez?, y tenía que ser justo ahora, para variar.

-...ce estás de muy buen humor. - Se retracto, sin saber cómo explicarse.

¿De muy buen humor?, ¿yo?, ojalá.

- ¿En serio?, que bueno. - Si no hubiera oído lo otro, creería que fue sincero.

- ¿Alguna razón en particular?, ¿te dieron algo?, ¿te invitaron algo?

Lo único que me han dado son dolores de cabeza y ganas de castrar gente.

- Café, y galletas. Ha sido un día muy movido.

Y cero alcohol y privacidad.

Iba a ser una noche larga, ¿verdad?

-x-x-x-

-... acertado, dadas las circunstancias. - Si seguían mirándolo como si fuera un extraterrestre iban a tener un problema.

Uh, eso fue rápido. Bien, gracias a Dios.

- ¿Hacía falta traerme? - Porque no veía el punto, honestamente.

Se sentía no solo fuera de lugar, sino irritado. Muchas preguntas, muchas presentaciones y aparentemente todos se conocían y estaban en buenos términos. Jamás había tenido tantos "amigos", claro que él no era quien los llamaba de ese modo. Sabía que iba a ser una noche pesada, pero como que subestimó su capacidad de aguante.

- ¿Quieres irte? - No podía, demasiado temprano, pero sería mentira si dijera que no. - Nadie dirá nada, ¿estás cansado?, has pasado todo el día de un lado a otro, ¿no?

Si, eso había pasado, pero no era nada nuevo, excepto la noche como tal y el rato contemplando saltar por la ventana-¿Uh?

- ¿Gracias? - No pidió agua, pero…

Miró de reojo a la ventana. La había abierto sin pudor alguno y no sentía cambio, era como si no hubiera brisa. Se sentía como si se estuviera quemando vivo. No había sido un problema antes, pero ahora era algo que no podía ignorar por más que lo quisiera.

- Ne, Tsuna, ¿seguro que no hiciste nada fuera de lo normal hoy? - Miro a Takeshi, miro el vaso de agua, y mandó todo al demonio. - ¡Tsuna!

El alivio qué sintió duro como 2 segundos. Luego se sentía tal y como si no se hubiera echado el agua encima, como si no hubiera… ¿tal vez tenía fiebre?, sería una fiebre del infierno, porque rayos…

- No, no realmente. - Había sido un día y seguía siendo un día bastante estresante. - Aparte de hacer las últimas correcciones, me encerré en mi oficina. - Y eso le recordaba: - ¿Alguna idea de dónde compre esto?, no los he visto en ningún lado y no son tan malos como parece. - Y pues ya no tenía ni uno, solo la caja vacía, lo cuál era una verdadera lastima. - ¿Keshi? - ¿Por qué había perdido todo el color del rostro?

¿Por qué todo había quedado en mortal silencio?, ¿por qué nadie tenía color en la cara y por qué lo miraban como si…?

- ¿Se los confisque a alguien…? - Medio bromeó, tratando de no pensar en que había comido veneno o algo así con sabor a menta.

Como que no se suponía que se los comiera, pero si era así, ¿que hacían en su-¿uh?

- Por favor dime que solo te comiste un par hoy, Tsunayoshi. - No encontraba alentador que lo tocaran de la frente para, probablemente, medir su temperatura, y mucho menos que lo miraran con tal horror.

- ¿No? - Si no le quitaba la mano de encima en los próximos tres segundos iba a-

Vaya, eso fue rápido. Al menos el tipo valoraba su vida, era bueno saberlo. Si tan solo el resto de la gente fuera así… era mucho pedir, ¿no es así?, qué lástima. Tal vez debería-

- Por favor dime que no te comiste la caja entera, por favor. - ¿Se supone que no lo hiciera?, eran solo caramelos.

- No eran tantos. ¿20?, ¿30? - Ya no se acordaba. - No sabían mal, y por algo estaban en mi escritorio. - Y estaba tan nervioso y estresado que comer uno tras otro era lo más fácil del mundo. En especial porque no querían darle alcohol y no tenía el estómago para comer más que un par de galletas con café. ¿Pero caramelos?

Se tomó su tiempo con ellos, porque no los mordió a duras penas. Hubiera preferido caramelos sabor a chocolate o a fresa en lugar de menta, pero probablemente eran de ese sabor para que no tuviera mal aliento en un apuro, no era como si… ¿Y ahora que estaba haciendo este tontin?

- Uno o dos, y no todos los días, Dios mío Tsuna… - ¿Qué?, ¿eran venenosos o algo?

- Son caramelos, no es como si… - Se apagó, su atención pasando a algo mucho más importante.

Esto se sentía bien. ¿Qué estaba haciendo Keshi exactamente y porqué no lo había hecho antes?, era un alivio que no sabía que necesitaba.

- Parecen y saben a caramelo, pero no son caramelos. - Si no son no debieron diseñarlos así, era simple lógica. - Son una ayuda, para cuando eras más joven. No sabía que aún las tenías. - ¿Hmmm?

Atajo esa mano antes de que la apartara. No sabía que haría, pero no tomaría bien que se acabará lo que sea que estaba pasando. Era insuficiente, se estaba derritiendo sin razón aparente, se estaba quemando vivo, y esto era un alivio, por más pequeño que fuera.

Y era algo que había estado esperando por tanto tiempo que no recordaba lo que estaba esperando, o por qué.

No podía perderlo, no sabría lo que haría si lo hiciera. Todo lo demás eran simples detalles molestos en comparación, simples… molestias.

-x-x-x-

- Uhhh… - ¿Qué había pasado?

Había estado muy expresivo, se había calmado con su llama en la frente, un mero intento de bajar su temperatura qué no era más que una ilusión porque no funcionaría por mucho tiempo, y tan pronto quiso mover su mano para intentar sacarlo de aquí y llevarlo de inmediato a la enfermería y llamar a solo Dios sabe quién porque no tenía ni idea de qué hacer ante un extremo caso de sobredosis de… de lo que sea que fueran esas pastillas, y no quería ni pensar en lo que algo así podía significar con alguien que no las había necesitado en años, había pasado a un férreo agarré en fracción de segundo y lo había clavado en el sitio con una mirada increíblemente intensa, ardiente, con una emoción que no podía identificar.

Había pasado a un silencio inquietante, tomando en cuenta que había estado diciendo en alto sus pensamientos todo este tiempo y había tenido que luchar en mantener una cara relativamente seria y jovial, cruzando los dedos internamente de que la intuición de su amigo no fuera a empeorar las cosas. Ya todo estaba lo suficientemente mal como para agregarle algo, y conociendo la suerte de su amigo y del simple hecho de que había salido de su zona de confort por él…

- ¿Una ayuda? - Susurró sin mirar a otro lado, porque tenía la sensación de que hacer tal cosa terminaría muy mal. Terriblemente mal.

- ¿Tal vez quiera tu atención ahora?, muy paciente ha sido. - Tsuna no era una mascota, pero desgraciadamente tenía sentido esa frase.

- Quizás… - Si a eso iba… - Uhhh…

Se le derritió, en parte, pero no pensaba soltarlo y no era suficiente. Y aún seguía en silencio, lo cuál no era buen presagio.

- ¿Aún quieres alcohol?, no se ha acabado el vino. - Temía nombrar a alguien, no vaya a ser que eso lo molestará.

No ayudaba que en la mayoría del tiempo sus llamas eran las verdaderas y solo cambiaban cuando su atención pasaba a alguien más, porque no quería tratar con ellos. Era un manjar, o lo sería si no fuera porque obviamente había algo muy mal con él.

- ¿Tsuna?, ¿me estás escuchando? - Nada, silencio total. - Hey, ¿estás con-¡Wow!

Su otra mano fue tomada en un férreo agarré también y deliberadamente fue puesta sobre una mejilla ajena. En todo caso, se vió en el predicamento de que alguien rompiera cualquier burbuja de espacio personal y diera todas las claras señales de que quería atención, quería estar allí, y no estaba en sus planes moverse. Tanto así que esas llamas comenzaron a quemarlo a él, en signo de posesividad y marca territorial ineludible, inconfundible.

- ¿Quieres algo?, hay chocolate. - Cualquier tontería, cualquier cosa que sonará, para al menos saber si lo estaba escuchando. - Hayato va a querer verte. - Se arriesgo con eso, porque mencionar a alguien más en esta situación no era una buena idea. Por celos. Tsuna era muy celoso.

Nada, absolutamente nada.

- Hayato… - Llamo nervioso al hombre que había estado como una sombra detrás de ellos en todo este tiempo, sin color y con manos inquietas, queriendo fumar a como dé lugar.

En silencio la mano derecha del Décimo Vongola se acercó. Tan pronto colocó una mano sobre su jefe, la atención pasó a él y fue una clara advertencia de que no era bienvenido y hubiera sido atacado inmediatamente de no ser porque, por alguna razón, cambió de actitud al ver bien a quién se acercó, pasando a ignorarlo. O no, pensó con una mueca al ver esas llamas dejar marcas sobre esa piel también.

- Tsuna-sama. - Trago profundamente ante esa voz que bien podría no existir.

Hayato estaba sumamente asustado de la situación si temía levantar la voz.

- Será mejor que se lo lleven. - Fue una sugerencia muy-

Un color carmesí cobró vida de forma alarmante, corriendo por diferentes materiales, incendiándolos inmediatamente, en dirección a quién había hablado. Era una clara señal de advertencia de que no se entrometiera, de que no era bienvenido, y que no quería saber nada de él.

Hubiera sido un momento de pánico y de peticiones de que por favor se retirarán y celebraremos otro día de no ser porque alguien se movió, y casi lo tumba con la fuerza en la que lo hizo, en su contra. Se vió con alguien apoyado en él, escondiendo su rostro en su cuello, y temblando.

Temblando.

- Sssshhhh… - No era miedo, porque si fuera miedo se sentiría en todos lados. - Son amigos, todos son amigos, ¿recuerdas? - Si bien decía esto, temía que nada de lo que estaba diciendo estaba siendo registrado.

Tsuna no había dicho nada más. Estaba inusualmente callado, y no se refería a que no hubiera dicho palabra en los últimos minutos. Verbalmente no había estado diciendo mucho antes, pero lo que pensaba, por otro lado…

- Tsuna-sama. - Un llamado incierto. - Tsuna-sama, díganos algo, por favor. - Al menos Hayato no estaba recibiendo más que una advertencia que no llegaba a culminar antes de ser ignorado.

- ¿Qué estoy haciendo mal? - Porque Tsuna no les estaba respondiendo a ninguno, pero su atención estaba en él y su temblor empeoraba.

- No sé, no nos está hablando. - Y estaba inusualmente callado dado el-

Un golpe de impaciencia le dio de lleno y sabía solo con eso que Tsuna quería algo en particular, pero no tenía idea de que. El agarre de hierro en sus manos debería ser una pista, pero solo podía suponer que quería sus llamas, así que dio más de ellas.

- Pensé que esas pastillas las había dejado de usar hace años. - Qué no tenía, honestamente.

- Yo también. - Confesó el otro guardián, pero no había tiempo para lamentarse de eso. No ahora. - Creo que está de lleno en instintos. - Eso… eso no era bueno, no ahora.

- Hayato, tiene una súper sobredosis. - Por todo lo que sabían podía estar no solo drogado, sino alucinando. Si le metían los-

Se estremeció ante la horrible impaciencia, y ahora también una angustia qué no tenía nombre.

- ¿Tenemos algo para contrarrestarlo? - ¿Siquiera tenían una idea que hacer en esta situación?, ¿tenían un precedente siquiera?

- Tal vez desea que entrelazen sus llamas. - Pero hacerlo aquí con tanta gente, y Tsuna no había querido antes, tal vez-

Un dolor leve, punzante, que se registró vagamente como uñas perforandole la piel, fue la entrada a un aumento de emociones que cambiaron como un remolino.

Se vio empujado incluso, cara a cara con ojos con algo muy oscuro para ser bueno.

Desesperación vino, y cambió rápidamente a una mezcla de orgullo y frustración, la angustia sin nombre fue lo único que no cambió. Extendió una mano, tratando de darle una explicación a lo que estaba pasando porque no tenía idea de que hacer o cómo ayudar o que esperar, y llamó:

- Tsu-

Te quiero.

-...na, yo-

Pero no te necesito.

-... no…

Nunca te necesite, y nunca lo haré.

El hermoso naranja que había pedido más de una vez ver cambio, y ni siquiera cambió a una de las llamas a las cuales se había acostumbrado ver.

Estaba viendo un reflejo casi exacto de sus propias llamas.

-x-x-x-

- Imposible. - Murmuró bajo su aliento y no era debido al asombro de ver algo que jamás esperó ver, y jamás creyó que fuera verdad.

Las llamas que habían cambiado a otra de forma casi perfecta de por sí era un tema de total asombro. Debía ser imposible, pero lo estaba viendo. El hecho de que un cielo estuviera no sólo rechazando a uno de sus elementos, su principal elemento de paso, sino desafiándolo, era también un tema de asombro. Más de incredulidad que de asombro, pero estaba allí, estaba pasando, y se iba a desencadenar un problema mucho más grande que el hecho de que Tsunayoshi se hubiera comido todas las pastillas de las cuáles sólo debía ingerir una o dos por uso de una sola sentada. Si bien esas dos cosas, o tres si contaba el tema de las pastillas y cuatro si incluía el tema de que un cielo había hecho todo esto por uno de sus elementos, eran temas para pasar más de una semana contemplando su sola existencia… había algo mucho más grande que todo eso.

Tampoco te necesito a ti.

Carmesí, llamas chispeantes, tocando y desintegrando cosas, ojos llenos de algo muy oscuro en ellos que no se estaba molestando en disimular a alguien que había estado años con él. En desafío, en rabia, en angustia, en desencanto, en desesperación.

Ni a ti.

Ver las llamas de color negro dirigidas a él no era una sorpresa, ser víctima de esos ojos que desprendían odio y resentimiento, por otro lado.

NO NECESITO A NADIE.

No, el mayor impacto, lo más importante en la escala de todo lo que estaba aconteciendo era que, increíblemente, un cielo quería-quiso ser marcado, quiso una marca, quiso ser… poseído, reclamado. Y no de cualquier forma, quiso una en específico que era innegable no importa cómo se mirará, como se interpretará, o como se nombrará.

Era un giro completo. Esto jamás lo había oído, jamás lo había pensado siquiera. Y aquí estaba, viendo un despliegue de algo que debía ser imposible en más de un sentido. Un despliegue de llamas, de desafío, de un orgullo sumamente herido, tratando de decir que jamás volvería a tomar a nadie, jamás daría otra oportunidad. Qué permanecería solo, perfectamente solo, no importa que pasará o cuanto le doliera verse solo.

Había decidido cortar todos sus lazos, todos sus intentos, y estaba tan dolido y resentido que no iba a permitir nada más. Un cielo había decidido cerrar su corazón, había decidido no abrir más sus alas, y su próxima acción sería, si estuviera en sus cabales, desaparecer.

Ningún cielo llegaba a tales demostraciones, a tal nivel de "adquisición". Usualmente estos despliegues de afecto eran dados a sus elementos, cuando ya eran elementos. Los elementos, por otro lado, podían llegar a esto en un intento de obtener la atención de un cielo. El mayor logró sería ser marcados, porque eso significaría que habían sido tomados.

Era un giro completo. Tsunayoshi era un cielo, no otra cosa. Y había dado todo su esfuerzo, toda su habilidad, para obtener la atención de su lluvia principal, queriendo solo una cosa. Una sola cosa que ningún cielo debería querer. A los cielos les gustaba marcar, no ser marcados, pero no era extraño si permitían marcas de posesión en ellos. Algo que, al estar expuesto con esas pastillas, no podía esconder por mucho tiempo. Algo que había sido revelado, por un accidente. Algo que había llegado a este punto por estar de lleno en instinto, controlado por sus propias llamas, su propia esencia, sus propias emociones.

Un cielo extremadamente vulnerable al ser incapaz de usar el raciocinio, sus emociones a flor de piel. No había forma de ayudarlo, de ocultar esto, por más que se hubiera querido e intentado hacer.

- Cierren todo. - Siseo a la Cervello que había estado con él. Tsunayoshi las había invitado a ellas, a todos.

Había invitado a todos, a toda su familia, a todos sus amigos, a todos.

- Cierren todo, no va a irse, va a desaparecer. - Si por Tsunayoshi fuera, jamás lo volverían a ver, jamás sabrían otra vez de él.

Ahora solo estaba expresando su dolor, su rabia, su frustración. Si estuviera en sus cabales, ya se hubiera ido. Afortunadamente o desafortunadamente, estaba ido en instintos y por tanto su lado emocional era el que reinaba.

Eso no significaba que no fuera a proceder a desaparecer una vez que su hubiera soltado gran parte de ese dolor, de esa frustración que tenía encima.

Pobre Tsunayoshi. Debió de haberse sentido así por mucho, mucho tiempo, y la combinación de esa sobredosis y un rechazo que en verdad no era un rechazo había sido la gota que rebasó el vaso.

No era de extrañar que hubiera tantos problemas para tratar con Tsunayoshi, no viendo esto en primera fila.

-x-x-x-

- Dios mío… - No había mucho que decir a algo inimaginable para ella. Inimaginable para muchos, realmente, y que jamás debió de pasar frente a sus ojos.

No entendía qué había pasado, no entendía que había provocado esto, iba llegando. Tomar el lugar de su esposo era un trabajo agotador, pero no podía culparlo cuando se lo había pedido tan lindamente y sabiendo perfectamente que él no quería tratar con tanta gente. Igual no se iba a escapar, eso lo sabían los dos perfectamente bien, pero lo había quitado del lugar más peligroso para estar si no quería tratar con gente.

- ¿Tsunayoshi?, ¿cariño? - ¿Qué había pasado?, ¿por qué su esposo estaba gritando furia y angustia?, ¡era un día para celebrar!

Quedó helada al dar con él, finalmente, de frente. Ese no era su esposo, esas no eran sus llamas, y Tsunayoshi jamás la miraría como si no quisiera verla nunca en su vida.

Busca a alguien mejor.

No fue un grito, era un siseo dolido en comparación, antes de darle la espalda. O intentar, porque oyó algo pequeño correr y lo próximo qué sabía era que algo le había saltado encima como trampolín para llegar a su esposo.

Algo, alguien, la había usado de trampolín para acceder a Tsunayoshi, y ese alguien le dio el segundo susto de ese par de minutos al pasar de una pequeña figura a una muchísimo más grande que un humano o un oso.

Alguien que tan pronto sus patas tocaron tierra dejó de ser una estela de fuego y se convirtió en un león gigante, cuya melena y ojos eran la viva imágen de su verdadero dueño, y lo primero que hizo fue extender las patas a su dueño y jalar en un abrir y cerrar de ojos.

Aquellos que se vieron en el medio de eso no la pasaron bien. Aquellos que aún estaban en medio de eso cuando su esposo se recuperó fueron víctimas accidentales de algo que, honestamente, no tenía nombre.

- Sabe que se irá. - Se lamentó alguien atrás se ella que, sólo por el tono de voz, quería llorar. - Sabe que se irá, y no quiere que lo haga, o al menos quiere ir con él. - Quiere que… oh nononono.

¡No otra vez!, ¡por favor no otra vez!

El hecho de que Natsu tenía tal forma para empezar podía preguntarlo después, en este momento y lugar no tenía importancia alguna.

Tsunayoshi no podía irse, no podía irse así y dejarlos otra vez, simplemente no podía hacerles esto.

-x-x-x-

- No tenía idea que ese cachorro solo fuera una fachada. - Era casi del tamaño de un elefante. Y lo único que intentaba hacer era apresar a su dueño, no importa lo que tuviera que hacer para lograrlo.

Cualquiera pensaría que la sangre derramada era de Tsunayoshi y no de la bestia. La bestia no quería dañarlo, pero Tsunayoshi atacaría lo que sea que se le acercará, pensó para sí masajeando su mano e ignorando la sangre lo mejor posible. No sería la primera vez que ese mocoso lo había lastimado sin siquiera pensarlo, pero eso solo había ocurrido en combate.

- ¿Deberíamos ayudarlo? - Pues sí, eso sería-

- Cuando sea apresado, o si logra escapar de su león. - En ese momento vieron a dicho león volar. Incluso si Tsunayoshi elegía el cielo en lugar de patinar entre la gente como lo estaba haciendo ahora, no sería fácil que escapara de su propio compañero. - La única forma de pararlo es cansarlo, y bloquearlo. No quieres pelear con él ahora jefe. - Sí eso decía Bel… hmmm…

- Con Cervello. Sellen todo. - Porque si no podían ayudar a Natsu, entonces podrían asegurarse de que Tsunayoshi no tuviera por dónde correr.

Con esa intuición se preguntaba si siquiera estaban logrando algo.

-x-x-x-

El sonido de una cadena llamó su atención. Una distracción que no podía darse el lujo de dar, pero pasó igualmente.

- Tsk. - Sabía que ni siquiera Bob era de fiar. Nadie era de fiar.

La cadena siguió sonando, y por un momento jugueteo con la idea de liberar a quién estaba allí. Nadie estaba de su parte, nadie jamás lo estaría. Eso era excelente, porque no necesitaba de nadie. Quizás era inservible, inútil, en muchos aspectos, pero no necesitaba de nadie para vivir, para ser feliz.

Lo único que necesitaba era ser libre, estar en paz, y no depender de nadie.

Si nadie lo quería, eso estaba bien. El no quería a nadie.

Con eso en mente liberó a la criatura que estaba en sus manos, lanzando la caja a un rincón tratando de que no fuera visto. Si era lista, buscaría a alguien que la apreciará mucho más que él y que pudiera abrir esa caja cuando quisiera.

Si tan solo lo dejarán en paz… lo iban a llevar a arruinar las cosas, y a este punto eso no era importante para él en lo más mínimo.

¿A dónde ir?, ¿a qué lugar podría ir en dónde jamás fuera encontrado?

Un jalón en su interior hacía arriba y a la derecha era todo lo que necesitaba para responder esas interrogantes.

-x-x-x-

- *********. - Y creía que su tortuga cuando se mojaba era un problema.

Acababa de ver a un gato atrapar un canario, tenía esa imágen mental y francamente no sabía cómo, porque su hermanito estaba jugando con lo que había y lo que no, y no tenía reparo en lastimar a nadie.

- ¿Qué está haciendo? - Preguntó a quién básicamente había muerto por dentro tan pronto se oyó el "no necesito a nadie".

Hizo una doble toma al ver el humo saliendo de una pistola en las manos temblantes de un hombre que jamás creyó qué no lamentaría tener que dispararle a nadie mientras no fuera fatal. Y tal vez ni eso.

- Tsu siempre dijo que una lucha de llamas es una lucha de voluntades, especialmente si es el mismo tipo de llama. - ¿Perdón? - Natsu quiere detenerlo, que pare, y Tsu quiere tirar todo por la borda. Terminar de tirar todo por la borda. - Lo que siguió fue extraño de oír: - Quién tenga la determinación más fuerte va a ganar, pero Tsu no podrá ganar si Natsu es apoyado, y Natsu será apoyado.

Nadie quería que uno de ellos desapareciera para siempre, especialmente en términos como estos. Pero…

- Tsuna jamás nos perdonará. - Ese despliegue había sido, a falta de una descripción mejor, demasiado claro.

- Lo sé.

Era posible que Tsunayoshi jamás haya realmente perdonado a nadie por arrastrarlo a donde estaba hoy.

Y esto jamás se los perdonaría.

-x-x-x-

******* ***, no vio venir eso, no lo vio venir. No, no quería, no quería, no quería, NO QUERÍA QUEDARSE.

¿Por qué esta bola de pelos no podía entender eso?, ¿por qué?, ¿por qué nadie podía dejarlo en paz?, ¿acaso era mucho pedir?, había muchas opciones allá afuera, ¿no?

Se atragantó con algo, no sabía con qué, y por un momento le costó respirar y se olvidó de que hacía allí. Luego recordó vagamente y encajó sus uñas con toda su fuerza en donde sea que pudo. Inútilmente, porque sus uñas eran cortas y contra una bola de pelos de este tamaño jamás podría liberarse de este modo. Sus patas eran más grandes que su cabeza de por sí.

Porque no podían entender… porque no podían dejarlo en paz…

Porque no…

Era solo Tsuna, no era…

Porque…

Porque no podían dejarlo solo…

Porque no…

Porque…

Porque… ¿que?

Porque… ¿por qué estaba allí?

¿Qué hacía allí?

¿En dónde estaba…?

¿Y por qué debía quedarse?

¿Siquiera quería quedarse?

¿Alguien lo esperaba?, ¿quién podría ser?

¿Quedarse?, ¿hacía falta?

Suponía que si era así…

Estaría bien si se quedaba, ¿no?

Sería-

- Cachorro mío. - Pestañeo varias veces ante la voz. - Cachorrito, habla. - ¿Quién era?

Movió sus dedos, y por inercia y empujón de algo desconocido hundió las uñas lo más bajo que podía llegar.

El rugido que surgió lo asustó hasta más no poder, y lo próximo qué sabía es que había rasguñado algo con todas sus ganas y contra alguna pared, algo chorreando por su nariz y por alguna razón estaba viendo en tonos rosas.

¿Por qué veía tanto movimiento?, ¿por que había tanta gente?, ¿en dónde estaba?, ¿qué hacía allí?, ¿qué estaba haciendo antes?, ¿y qué demonios era-

Tragó profundamente y no se atrevió a mirar, el olor a pólvora le decía todo lo que tenía que saber, y por alguna razón sabía que la meta era incapacitar y que si no quería quedarse, debía irse inmediatamente.

- ¿Cachorrito? - Esa voz…

- ¿Azura? - No, no era simplemente Azura, no era solo Azura. - ¿Mamá? - Preguntó en voz baja, tratando de dar porque se le hacía tan familiar, tratando de ubicar que-

Subió de un tirón, y giró a la derecha solo por instinto, esquivando balas lo mejor que podía sin tocar a nadie. Cuando vio la ventana con gente y hasta seguros sabía que le iba a doler, pero sabía, por alguna razón, que era la única opción aparte de atravesar una pared, cosa que no iba a pasar por alguna razón que desconocía.

Atravesar la ventana y llevarse por delante a la gente bien podría haber sido indoloro, porque no sintió nada de nada tan pronto vio el cielo estrellado, tan pronto le dio la brisa en la cara y sabía, solo sabía, que jamás querría bajar otra vez.

- Llevame a donde vayas cachorro, o te buscaré hasta encontrarte. - ¿Ah?, ¿perdón?

Así de simple la ilusión se rompió como un vaso de vidrio al tocar el suelo: se hizo mil pedazos.

- Oh. - ¿Qué más iba a decir?, ¿qué podía decir? - ¿Estás segura?, no soy… - No era el mejor hijo. Ni siquiera era una buena persona.

- No contradiga a su madre, cachorro. - Okey, okey, sin sacarle los dientes, cielos.

No quería dejar a Keshi. O Akane. Ni siquiera al perrito faldero. Ni a los sirvientes. La verdad es que no quería irse, y quizás estaba tomando todo demasiado al extremo. No estaba seguro ni de que lo había llevado a tirar un berrinche, o porque veía en tonos rosas o… oh.

- ¿Me estoy… muriendo? - Solo había pasado una mano por su cara, y estaba roja. Quisiera creer que solo estaba viendo mal, pero no podía confundir la sensación por más que lo quisiera hacer.

- No, no conmigo aquí. - Sin una pizca de duda, casi como desafiando a que si, porque lo eliminaría ella misma. - ¿A dónde piensas ir?, conmigo no hay ningún lugar inseguro para ti. - Eso sonaba increíblemente bonito, pero la verdad…

Miro de reojo a la mansión en la que se había quedado por muchos meses. ¿Honestamente?, no, no quería decir adiós, pero temía acercarse, y de verdad no deseaba darle la cara a nadie por el simple hecho de que no quería ver a nadie. Solo pensar en acercarse a alguien revolvía sus entrañas y llenaba su boca de cenizas.

Podría no entender nada de lo que había pasado, de lo que lo había poseído, de lo que había hecho, pero fuera lo que fuera no le importaba porque jamás se había sentido tan libre. Sentido no tenía, debería estar avergonzado y con la cola entre las piernas, pero no.

Su único pesar sería que las cosas no hubieran tomado otro camino, pero no era una sorpresa que este fuera el resultado. Más bien tenía a Azura con él.

Siempre espero verse completamente solo. Siempre había sido así. ¿Por qué habría de ser diferente ahora?

Alguna vez se preguntó cómo sería vivir por su cuenta en medio de ningún-¿Uh?, ¿pero qué-¡Crash!

-x-x-x-

- No hace falta que me den las gracias. - Porque nada cambiaría lo que estaba a punto de pasar.

Aparentemente Tsunayoshi en este estado era prácticamente imparable, pero su tiempo de maniobrabilidad era muy, muy reducido al punto de ser efímero. Solo lo había visto un momento y si todo era tan asombroso como esa velocidad que bien podría ser inhumana… pues quería enfrentarse a eso, así fuera solo por curiosidad. Tsunayoshi era un adversario digno de temer.

- La recuperación fue, como quien dice, instantánea. Tiempo de atarlo o al menos incapacitarlo de algún modo no hubo. No obstante, Tsunayoshi no debería ser capaz de salir de aquí por más que lo quisiera. Uno contra muchos que sabían que y que no podía hacer… incluso si no supieran, igual sería un desafío casi imposible. No decía directamente imposible porque ese hombre era capaz de hacer cosas que deberían ser imposibles cuando se lo proponía.

Cualquier cosa que se esperó por parte Tsunayoshi no fue que se levantara, evadiera y básicamente solo se limitara a mirar todo. Estaba evaluando. Eso solo significaba que…

- ¡HEY! - Esto no iba a terminar bien por ningún lado, pero tal vez, si jugaban bien sus cartas… - ¿Podemos hablar?, no hace falta todo esto, ¿cierto? - Si tan solo entendieran con eso, si tan solo no fuera uno de los pocos que debió de haber captado que Tsunayoshi no estaba ido como hubieran esperado…

Estaba analizando. Estaba evaluando. No estaba feliz. Estaba con su gata gigante, con la copia de Reborn versión femenina del reino animal, en otras palabras: estaba bien acompañado y ya no estaba solo contra Tsunayoshi directamente. Eso solo significaba que, aunque el objetivo seguía siendo cansar a Tsunayoshi y luego encadenarlo a un hospital mientras se rezaba que no fuera a convulsionar o tener algo peor como reacción a todo lo que corría por su sistema, ahora había razonamiento y no simple instinto.

Tal vez podrían llegar a un-

¿Hablar?, JA, que lindo~

-trato. Oh no, no iban a llegar a nada, a nada.

La sonrisa desquiciada que toco la luz sería impresionante por el tamaño de esos colmillos si no fuera por la sangre. Ya era lo suficientemente malo que estuviera sangrando por sus conductos lagrimales, era extraño ver ojos de colores (porque el naranja jamás regresó, lastimosamente), con una lámina rosa y rastros rojos por su cara. Era… cielos, sus oídos también, eso solo significaba que estaba sangrando por, posiblemente, todos los orificios. Eso no era buena señal, en especial si estaba unido a un ser que básicamente podía curar cualquier cosa.

No era un buen signo de ninguna forma.

- No hagas una tontería. - Decirle eso justo ahora…

- ¿Eres idiota? - Ataco, porque incentivarlo cuando obviamente no estaba bien de la cabeza y no quería-

Oídos de fuego se movieron, una cola incluso tuvo la osadía de enrollarse hacia arriba, dando la sensación de supremacía dado el lenguaje corporal del dueño. Internamente dijo como 10 groserias seguidas al oír grandes pisadas de un ser que no iba a ayudar, no de la manera en que quería, y se preguntó si acaso existía alguna posibilidad de salvar esta noche.

Era la cosa más ridícula y a la vez más dolorosa que pudiera haber visto en mucho, mucho tiempo. Ridícula, porque era algo que jamás debió tener razón de ser. Dolorosa, porque tenía todas las razones del mundo para querer del mundo si la reacción inicial fue tan extrema como lo fue. Tsunayoshi los había retado a todos, los había despreciado a todos, había cerrado todas las puertas con un fuerte golpe cuyo sonido retumbó, para cubrir su propia dignidad pisoteada.

Y nada de esto hubiera pasado tan rápido si no se hubiera drogado al punto en que lo hizo, accidentalmente o no.

Lo peor de todo es que igual iba a pasar, probablemente a menor escala y mucho después. Las señales eran obvias, más no era algo que cualquiera pudiera darse cuenta con lo extraño que era. Después de todo, un cielo jamás… excepto el cielo que tenía justo en frente.

Patas se detuvieron abruptamente y hubo un pequeño paro técnico. De hecho, no sabía como no había pandemonium. Aunque la respuesta era, quizás, demasiado obvia.

Un simple movimiento y un arma sonaría, dejando un cadáver que recoger.

De dónde siquiera había salido esa arma.

En fin, como si un arma pudiera hacer mucho si no jalaba el gatillo antes de que alguien se la arrebatara.

Pero ese no era el punto, eso había sido dicho tan pronto apuntó esa arma.

-x-x-x-

Nadie puede obligarme a nada si no hay nadie a quién obligar.

Si estuviera solo, el disparo hubiera sonado hace mucho. Pero no estaba solo, Azura no merecía ir con él al infierno y sabía que, incluso si le daba el tiempo, ella jamás se lo perdonaría y tendría primera fila ante su cadáver. Peor último recuerdo que podría darle a alguien que, por alguna razón, estaba allí con él e incluso ahora no pedía que se detuviera o que la dejará libre.

Estaba dispuesta a ir con él al infierno.

- Acércate, si te atreves. - Intentó sólo hablar. Lo que salió era una mezcla entre un siseo y un gruñido.

Bob, quién se había pasado de crecimiento, tomó esto como señal de bajar la cabeza, lloriquear y comenzar a dar vueltas como si… ¿estaba intentando apelar a su lado amistoso?, oh Señor, eso no iba a pasar.

- Sé que ya perdí. - Informó al idiota que estaba buscando acercarse por su espalda. Podía oírlo claramente.

Pero el hecho de que hubiera perdido no significaba que no pudiera hacer todo el daño posible.

Y no era como si pudiera detenerlo de hacer alguna… barbaridad, por siempre.

Había muchísimas formas de morir después de todo. Y no todas necesitaban una herramienta. Un par de segundos con algo afiliado y pues…

Oh, qué desdicha, ¿verdad?

Eso, claro, si no moría antes de hacer algo. Había demasiado calor, y su visión no había cambiado en lo más mínimo. Temía tratar de limpiarse los ojos otra vez, no vaya a ver más sangre en sus manos.

Si Azura no podía curarlo, seguramente no había nada que curar a estás alturas. Tal vez perdería la visión, y no sabía porque-

- Inténtalo otra vez infeliz. - El hecho de que no se fuera a disparar él mismo por Azura, no quería decir que no iba a lastimar a nadie.

Por alguna razón, terminó mostrando los dientes. Por la cara de varios, no debía de verse muy humano. De cualquier forma no era su interés, tenía otras cosas en mente. Como, por ejemplo, qué hacer o a dónde ir para causar el mayor daño o impacto posible.

No era nada personal, pero estaba de malas con toda persona existen-¿Oh?, ¿eso era…?

No sabía si reír o llorar ante el venado y el elefante que tumbaron a varios, y que no venían solos.

Quién sea que los había liberado sabía que no podría hacer nada barbárico con ellos presentes. Era algo muy cruel de hacer, porque no estaba bien en ningún sentido. No era necesario que lo vieran así, en especial cuando no quería estar allí, sino muy, muy lejos.

Y no había pensado en ellos en ningún momento cuando tomó esa decisión. Mal hijo, mal dueño, mal padre… nunca fue una buena persona.

-x-x-x-

- Tienes que comer. - No fue una sorpresa que, en lugar de solo ignorarlos, Tsuna solo empujó el plato para que se hiciera añicos. La sorpresa era que pudiera hacerlo.

No iba a comer. No quería, y no iba a complacer a nadie. A nadie. La única razón por la cuál aún estaba allí era porque físicamente no podía levantarse. Había sido una noche sin igual y no en el buen sentido.

La lucha había acabado por la acción de una sola persona. Dos, en realidad. Y una de ellas tenía ojeras a millón solo por tenerle un ojo a quién lo hizo correr a él y al equipo médico durante un día entero tratando de nivelar lo que había en su cuerpo.

Honestamente le debían a Azura el que fuera a un nivel manejable lo que les tocó. Tal y como lo que pasó con la serpiente, honestamente. Sin Azura, Tsuna no hubiera durado mucho antes de ser consumido por sus propias llamas, tal y como si el…

¿Y estaba lejos de la verdad?, había amenazado con… no, mejor no pensar en eso, mejor no…

- Gao… - Y allí estaba el otro desastre.

Consolar a ese león, porque luego de verlo versión gigante ya no podía verlo como un cachorro por más que luciera como uno, era otra tarea imposible cuando su dueño no quería ni verlo. No se podían ver, y aún así Natsu venía a llorarle a su dueño, a intentar algo que Tsuna no quería de él.

- Oe, ¿qué estás…? - No se molestó en disimular su horror al ver a lo que se refería su acompañante.

La sangre siguió corriendo, a pesar de que la herida fue curada por una pantera que se limitó a mirar a su hijo antes de enseñarles los dientes y colocarse en posición para cazar.

Esa no fue más que la primera señal de algo que sería un tema común cada vez que el Décimo Vongola viera a alguien a quién no quería ver. Y dado que no quería ver ni a su sombra…

-x-x-x-

- Con todo respeto, no quieres ver lo que hay allí. - No tenían idea de lo que ese lugar se había convertido.

- Pero quizás-

- Hay más oportunidad de este lado. - Y por una vez no lo decía a son de broma. Estaba siendo completamente serio.

Solo él y Chrome sabían lo que había detrás de esa mente, ya ni siquiera podían ser llamados sueños o pesadillas. Era algo que, honestamente, le daba miedo de ver y no por su persona. Por algo no había sugerido tal cosa, por algo Chrome había decidido no ir más, y ella tenía más cariño que él por parte de Tsunayoshi.

Ojos rojos como la misma sangre resplandecieron en su mente, tan grandes como el mismo sol, y tan oscuros como la misma noche.

No, ese camino se había cerrado a cal y canto. Tal y como en la realidad Tsunayoshi había decidido castigarlos a todos al hacer correr su sangre cada vez que veía a alguien, así fuera solo de reojo.

Al igual que todas las marcas que saludaban al verlo, antes de que Azura las eliminará con una mirada de reproche a ellos, y no a su cachorro que estaba haciendo todo lo que se le ocurría para atormentarlos.

En ningún momento les dirigía la palabra o la mirada, ni quería tocarlos. Todo lo estaba dirigiendo así mismo con tal de llegarles a ellos en dónde más dolía y en dónde no podían hacer nada sin empeorar la situación.

-x-x-x-

- "Tsu…" - Lamió su mano, la sangre, que aún quedaba.

Cada vez que intentaba algo, duraba una fracción de segundo prácticamente. Mucho había aguantado su madre, a decir verdad. Sintió movimiento y se preguntó cuando iban a desistir, cuando iban a finalmente dejarlo en paz, y miró solo para encontrarse con una sorpresa. Una agradable sorpresa, a decir verdad.

- Hola papá. - No había sonrisa, solo ojos angustiados y labios en una línea muy delgada. Manos inquietas, sin saber que hacer consigo mismo.

Por un momento debatió qué hacer. No debía ser la imagen más linda, y su pequeño no podría haber llegado solo por más que lo-

- Papi. - Saludo alguien más que no tuvo pena alguna. Solo un momento de indecisión al verlo bien.

Suspiró y terminó de moverse, y esa fue toda la invitación necesaria para que dos figuras tan similares a él tomarán posesión de lo que ahora era la cama de su prisión. A este punto no fue una sorpresa ver su propia imagen, una bien cuidada y que no ocultaba su desdicha al verlo. Si, era solo un desastre, no hacía falta que se lo dijeran. No tenía ánimo de nada tampoco.

- Dulzura. - Sin poderlo evitar, sonrió ante tal nombre. Era el nombre más bonito que alguien podría haberle dado. - Dulzura, ¿ya quieres dejar esta manada? - ¿Ah?, ¿perdón?

- "¡No irá con humanos!, ¡le irá mal si-"

- Usted se calla. - Era tan extraño ver una versión femenina de él a una edad tan joven, y más usando tal tono.

Para un león, Bob era un cobarde porque automáticamente se calló y bajó la cabeza.

- Si quieres salir, te sacaremos. - Era tan lindo de oír, pero no era una posibilidad.

Sus niños eran amores, pero no eran monstruos en forma humana. Y él no era más que un mero mortal al cuál no dejaban en paz, al cuál no dejarían en paz.

Estaba tan cansado de todo…

- "No le irá bien solo…" - ¿Y?, ¿no siempre había estado solo?

- No es feliz aquí, solo míralo. - No debía de verse tan mal como insinuaban. Aún no tenía más que una semana, no estaba seguro. Era… no importante.

¿Cuándo fue la última vez que se preocupó por el tiempo?, ¿por levantarse de allí?, era… Azura era lo único bonito de todo esto, no sabía cómo seguía allí, como no la habían apartado cuando ella atacaba todo para que lo dejarán en paz como deseaba. Era una gran amiga, al menos escuchaba…

- "Supongo que si no puedo hacer nada para hacerte feliz, te dejaré en manos de los que sí lo hagan. Solo… solo no te olvides de mí, ¿si? "

¿Olvidar?, si pudiera olvidar no estaría en este problema. Si pudiera olvidar, no tendría problemas en verse usado una vez más, para luego ser olvidado y dejado de lado.

Olvidar no era el problema, no de su parte.

¿Podrían dejarlo en paz ya de una buena vez?

-x-x-x-

- "Tienes que comer si quieres salir de aquí." - Fue lo que lo saludo al despertar. Junto con un pico empujándolo de la mejilla.

Un gruñido bajo salió de él y sabía inmediatamente que no estaba solo. ¿Habría pasado algo mientras dormía?, ¿otra vez?

Miro quién había venido, y su única pregunta fue cómo terminó allí, seguido de qué estaba haciendo allí. Luego pasó su atención a lo que parecía ser un trozo de pan. Risas brotaron de él, y la indignación de Dardo ni ayudo:

- "Tu sabes que siempre tengo hambre." - Mucho era que hubiera llegado algo.

¿Salir?, sería una linda fantasía. No podría salir, y aunque intentarán darle la oportunidad no sucedería. Era dulce de su parte darle ánimos de esta forma, era dulce de su parte venir a verlo…

Tan pronto estuviera lejos, probablemente los matarían o los echarían. Seguían aquí por él, solo él. Debían de saber perfectamente lo que pasaría tan pronto saliera de aquí, no eran tontos.

Esta era la manera más dulce de engañarlo, así fuera por su propio bien. No podría pedir un engaño más lindo, porque este era el mejor.

Ojalá pudiera caer en tal dulce ilusión, así fuera por un momento.

-x-x-x-

-...mer, de broma está tomando agua. - No había mucho que pudieran hacer, no sin la cooperación de Dulzura.

Si los humanos realmente planeaban forzar a Dulzura a más… tendrían que tomar medidas desesperadas. Dulzura jamás se recuperaría de eso, y era probable que de esto tampoco. Los cuervos habían tenido asiento de primera fila, pero sólo vieron en gran parte. Qué rayos le había pasado a su amado Dulzura jamás-¡Gah!

- Tú. - Tragó profundamente y se preguntó qué había hecho ahora, ni siquiera estaba usando la forma de nadie. Usar la forma de Dulzura solo le traería problemas y no quería morir. - Necesito tu ayuda. - Tomando en cuenta que lo tenía sujeto del cuello y tenía una pinta de querer matar a alguien…

- Claro, ¿en qué? - Tomar la forma de Dulzura era un no, pero su voz…

La sola forma en la que esos ojos se oscurecieron le dijeron que el tema era Dulzura, y fue aquí en dónde recordó exactamente quién era esta persona.

Era la persona a la que nadie quería ver, porque dónde pasaba eran truenos y relámpagos, y la única persona con la que eso no pasaría no deseaba nada con ella. Con nadie.

-x-x-x-

- No puedo creer que estoy haciendo esto… - Dulzura iba a negarle, Dulzura iba a decir que no, se iba a molestar… - ¿Dulzura?, necesito un favor… - Ojos de un enfermizo amarillo dieron con él ante el llamado, y dejo de respirar por un momento. - Dulzura, ¿puedo… puedo entrar a tu subconsciente?, ¿al mundo de los sueños?, no se como se hace… - Era una pésima idea, Dulzura no querría tal cosa, y la verdad es que no tenía idea de cómo podría hacerse o como-

Una cola de fuego lo abofeteó antes de enrollarse en su mano. Fue dejado libre después de eso, y solo, porque Dulzura volvió su atención a rasgar las almohadas de forma ida, mirando sin ver a otro lado. Platos de comida sin tocar, jarras de agua casi enteras, golosinas intactas… No las había tirado aún, que sorpresa, a menos que… ay Dulzura…

- ¿Dulzura?, ¿es eso un si? - No lo había ignorado y no le había gruñido o mostrado los dientes.

Hizo una mueca al tocar algo húmedo sin querer y sabía porque Azura se había fusionado con él otra vez. De esta forma Dulzura estaba más tranquilo, más ido, y sería más violento en lugar de autodestructivo. No es que hiciera mucho aparte de gruñir y tirar cosas, claro está. Con todo y todo había logrado que lo dejarán solo en su mayor parte. Cuando dormía, que era muy frecuente, era que venían a verlo bajo la atenta mirada de una pantera que debía de estar sumamente inquieta con su hijo.

Y no debía de tener idea de cómo ayudarlo. Nadie tenía idea de como ayudarlo.

Todos sus temores e inquietudes se derrumbaron como un castillo de naipes ante un leve bufido divertido que obtuvo, alguien sonriendo como si hubiera oído algo tonto más no iba a decirlo de tal forma.

- Gracias Dulzura. - No tenía idea de que podrían lograr, o que se podrían encontrar, jamás había hecho algo así.

Pero Dulzura al dar su permiso significaba mucho, y era casi seguro que Dulzura haría la todo más fácil al darle acceso a algo que no cualquiera aceptaría dar. Era una lástima que tuviera que ser de este modo y no…

Al menos podría intentar darle dulces sueños. Era lo mínimo que podía hacer.

-x-x-x-

Cualquier cosa que esperó ver no fue solo oscuridad. Por un momento creyó que se había equivocado, pero luego registró algo húmedo y viscoso entre sus patas y la respiración de algo muy grande, demasiado grande.

- ¿Tsunayoshi? - Fue la primera pregunta, el primer llamado, lleno de miedo y con temor de ser pronunciada.

Una luna gigante de color rojo carmesí apareció, iluminando el cielo. Esa luna adquirió una pupila negra, tal y como si fuera un gato en la oscuridad, y entendió que no era una luna, sino un ojo.

Y si eso era un ojo, entonces probablemente todo esto era…

- Hey Aizen. - Fue un saludo solemne, salido de la mismísima nada, justo detrás de él.

Tan pronto se giró vio a Dulzura, a un Dulzura mucho más joven, más radiante, y con casi nada encima. Era la misma forma que Colmillos pedía usar, la forma más joven que conocía de Dulzura. Incluso tenía un traje escolar y una mochila, como si viniera de clases o fuera a ellas. Estaba parado en medio de un espacio en blanco, vacío. Era… un contraste, honestamente.

- No te sientes bien, ¿no Dulzura? - Demasiado vacío, demasiado vacío. No tenía idea de cómo los sueños trabajaban, pero no podían ser tan vacíos.

Y la impresión de lo que vio antes, de lo que creía haber visto antes…

- Estoy cansado Aizen. - Fue una respuesta demasiado tranquila para su gusto. La leve sonrisa que mostró no ayudaba a su paz mental. - Puedes hacer lo que quieras aquí, no te preocupes por nada. Solo… solo no me busques, ¿si?

- ¿Por qué no?, ¿qué vas a hacer? - Era el mundo de los sueños, podía hacer cualquier cosa, ¿no?

Lo que salió de esa boca antes de verse solo en un espacio completamente blanco lo dejó paralizado en el sitio por mucho tiempo, ya sea en horror o extrema confusión o ambas.

Probablemente ambas.

-x-x-x-

- No deberías estar aquí. - La acusación fue sin ninguna clase de piedad. - No te di permiso de estar aquí. - Siseo su esposo, como si hiciera falta comunicar su desencanto.

- Prometimos comunicarnos todo. - Recordó pacientemente, sin querer mirar atrás, sin querer mirar en la dirección de la voz de su esposo.

Delante de ella solo había oscuridad y dos grandes ojos rojos que se estaban cerrando. Eran ojos, ojos enormes, que no tenían felicidad en ellos. No sabía que estaba viendo, no sabía que podría ser esa cosa, pero tenía que venir directo de una horrible pesadilla. Si soñara con algo así, despertaría gritando, estaba segura.

- ¿Estás diciendo que aún quieres verme? - ¡Por todos los cielos!

- Tu eres quién me niega verte, ¿crees que me gusta verte herido o que estés enojado conmigo? - Lo mejor de todo es que nadie quería decirle algo entendible al respecto. - No se que te paso, pero no es mi culpa y estás siendo cruel conmigo Tsunayoshi. - Muy, muy cruel. Demasiado cruel.

Verlo lastimarse así mismo solo para castigarlos, para castigarla, por algo que ni siquiera sabía que había hecho mal… era más allá de cruel. Y no quería hablarle, no quería siquiera verla. Si quería el divorció pues estaba a un paso-

- No quiero estar aquí. - Si ese era todo el problema, no hacía falta llegar a tanto.

- Si quieres irte, entonces nos iremos. - Era el Décimo Vongala. Podía hacer casi cualquier cosa, así Tsunayoshi creyera que no.

- Suenas segura de querer seguirme a dónde sea que vaya. - No hacía falta el tono cantarín, por favor.

- Eres mi esposo, ¿o se te olvido eso también? - Al ritmo que iban…

- Date la vuelta, y dime si aún quieres ir conmigo. - ¿Y ahora que iba a ver?, ¿a su marido como un-

Hizo una doble toma, se pellizco, volvió a mirar y tardíamente recordó que estaba en los sueños de su esposo. Si Tsunayoshi creía que así se veía terrorífico, pues:

- Mi sirenita. - Trató de no reír, pero no lo logró.

Aparte de mojado, tener escamas y la mitad del cuerpo siendo de pescado, lo más fuera de lugar era la palidez y dado que estaba viendo una sirena…

- Lo elegí solo para ti. - ¿Lo eligió…?

Tomó nota de los leves cuernos que parecían colares en su cabeza, el pelo pegado al cuerpo, y de los ojos que eran tan azules como el mar. No tenía nada encima como pasaría en una película, ninguna clase de prenda o joyería. Estaba viendo a su marido como Dios lo trajo al mundo de la cintura para arriba, extremadamente blanco, y leves cambios aquí y allá de pescado. De la cintura para abajo era un pez, uno marrón, pero seguía siendo un pez.

- Eres una hermosa sirena. - Pero ahora sentía que había algo muy fuera de lugar, algo que no lo hacía una imágen benigna. - No creas que por esto estás perdonado. - Ni por el mar en el fondo. ¿Había traído una playa o como funcionaba esto?

Su marido rodó los ojos, sin moverse, perfectamente tranquilo entre el agua y la arena del mar. Para una playa, estaba increíblemente vacío de vida. Era solo arena y agua, no había viento o un verdadero cielo.

- Muy bien, no veo nada aparte de que eres hermoso como una sirena. - No la había corregido y no le había dicho nada. La estaba ignorando aún ahora, que lindo de su parte. - ¿A qué le debo de tener miedo?, ¿o quieres que me encariñe más?, no es que… - Se apagó ante el dedo que le decía que se acercara. Estaba cerca, pero si quería que se acercará más…

Chilló, chilló, porque más que un grito lo que salió de ella fue un chillido muy agudo, y ya no necesitaba saber nada más para entender porque sentía algo fuera de lugar con la imagen que le presentaba Tsunayoshi.

Una lengua muy larga se tomó su tiempo en recorrer dientes muy afilados, muchos más que los que pudiera poseer un humano en filas uno detrás de otro, ojos taciturnos en ella con una extraña satisfacción en ellos. La vista la hacía sentir pequeña e indefensa, verlo tragar no ayudó a su sentir.

No fue una mordida.

- Una hermosa voz que atrae a sus víctimas para luego devorarlas. - Lento, seductor, y cruelmente dulce. - Una sirena, nada más y nada menos.

Una sirena. Y una víctima.

- No has cantado para mi. - Se quejó sin poderlo evitar, tratando de no entrar en pánico. Eso no fue una mordida, no lo fue.

- No. - Confirmó sin pena alguna, acercándose como si no hubiera hecho nada. No iba a… - ¿Por qué he de hacerlo cuando mi comida viene a mi? - En otro momento hubiera concordado en que ese era un buen punto, ahora tenía otras ideas. - Viniste a ser devorada, ¿no? - Casi, casi, un ronroneo.

Sin pensarlo dos veces agarró lo primero que vio y mordió con todas sus ganas. Si Tsunayoshi creía que era gracioso, pues le dejaría sentir una mínima parte de su dolor. No había venido aquí a… ¿nada?, ¿ni un chillido?, ¿en serio?, ¿nada de nada?

Levantó la vista y soltó lentamente al verse en la mira de dos esferas muy amplias. Soltarlo fue un error, porque lo próximo que sabía es que estaba comiendo arena y se habían aferrado a ella al punto de ser doloroso.

- ¿Tsunayoshi? - Llamó luego de un rato en esa situación, sin una mordida o una palabra.

Por un momento no hubo nada, sólo silencio. Luego, tímidamente:

- Si canto… - Muy, muy bajo.

Lo que siguió a eso fue muy, muy extraño.

- ¿Ahora eres masoquista? - Porque tal petición…

Inesperadamente, de la nada, algo encajó en su mente y entendió lo que en verdad su marido había pedido de ella, y no sabía si reír o llorar.

Si canto… para ti… ¿lo harías de nuevo?

Su esposo era un tonto, no tenía porque rogar. No tenía idea de si esto sería suficiente, pero:

- Sube aquí, no me has dado un beso en una eternidad. - Así se sentía, al menos.

Todas las mordidas de su parte fueron de verdad solo mordidas y no lo primero que hizo. Un recordatorio de que quería poseer algo que sentía que no tenía. La exageración de devorarla viva no era una simple idea que había cobrado vida.

Y aún así todo lo que tomaba era que lo rasguñara o lo marcará de alguna forma para verse en esta situación, alguien aferrada a ella con los ojos tan amplios e idos que bien podría no estar del todo allí.

Nadie quería darle la cara o explicarle que su esposo había tenido una horrible crisis por rechazo. Todo esto era rechazó, porque de otra forma no haría tanto solo por una leve acción sobre él que podría dejar marca.

Tal vez…

- Dime que no te molesta. - Porque el silencio no era tan alentador como se pudiera esperar.

Su única respuesta fue que la miraran como si fuera lo más hermoso del mundo y no pudieran creer que existía.

-x-x-x-

-... pasar, ¿o acaso estás sordo? - Interrumpió, sin querer oír nada.

Si, había oído el cuento de que su esposo había despertado solo para arrojar todo lo que estuviera cerca al suelo, y proceder a entrar en una mini crisis. Desde allí podía ver las quemaduras, y el desastre que nadie había limpiado porque la cercanía a su esposo no ayudaba en ningún sentido.

Para alguien con tan pocas cosas a mano, Tsunayoshi era increíblemente creativo. Ojalá no estuviera usando tal cosa para lastimarse, pero lo que en verdad estaba haciendo era castigarlos a todos como desquite. Era algo perfectamente normal querer desquitarse con alguien, él como en este caso era…

- Dejémonos solos. - Porque no iba a darle el gusto a nadie de saber nada si su marido tenía buena recepción con ella ahora.

¿No le quisieron decir nada?, entonces ella no diría nada. Tan simple como eso. Estaba segura que lo entenderían, y si no… bueno, allá ellos.

Una vez que estuvo segura de que fueron dejados solos, lo más posible dadas las circunstancias, se acercó a esa cama. Era un cuarto pequeño, muy pequeño, originalmente siendo solo un espacio de la enfermería. El intento de adaptarlo a algo más… familiar para su marido había sido inútil, pensó para sí viendo el desastre que tenía que evitar pisar. Las manchas de sangre le decían muy bien que cuando se limpiaba se hacía apresuradamente.

Cuando se sentó a las orillas de esa cama había visto con detalle el lugar y había captado la atención de una pantera que, por su ánimo, no había tenido buen descansó en toda la mañana. Si lo que decían era cierto, si lo que creía era cierto…

- Ne, Tsunayoshi… - Murmuró contra su piel, arriesgando su suerte y tanteando qué tan receptivo estaba su esposo.

La había dejado llegar allí. No creía que lo hubiera podido agarrar desprevenido. Por más que le hubiera encantado creer en tal posibilidad, tal cosa era nula con cómo debía sentirse viéndose allí preso.

- Eres una hermosa sirena. - Nunca la corrigió. Nunca le dijo que era un tritón en lugar de una sirena. Eso… eso le pegaba ahora que lo pensaba. - Mi hermosa sirena. - Continuó, corriendo una uña sobre su piel juguetonamente.

Para ella esto era suficiente para reír y llorar solo por el hecho de que estaba allí y no había sangre ni morados ni cosas siendo tiradas…

Una mano se posó sobre la suya y con solo eso pudo respirar tranquila. Para su dicha, su marido se giró para verla. Por todo lo demás, no le hablo ni se movió la gran cosa, pero la escucho, dejó que lo tocará y en general estuvo tranquilo en su presencia.

Hubiera sido casi un sueño de no ser porque, en un descuido, alguien la mordió justo en el mismo lugar en dónde, en un sueño, había sido mucho más que una mordida. Una acción premeditada por la mirada conocedora que se le fue otorgada, seguida de un beso de disculpa en el área.

-x-x-x-

-... me quiere ver. - No quería ver a nadie, ni a sus animales, y eso era decir algo.

Iba a hacer una tontería, no sabía como no había hecho ya una tontería. No había hecho nada sumamente barbárico porque Azura lo detenía, no porque no quisiera. Ni siquiera estaba tratando de huir, solo… Preferiría mil veces que se peleara con ellos o buscara escapar y les diera sustos, no esto. Los estaba castigado al infligirse daño, porque eso sin importar cómo lo viera era un castigo.

Miro la tarjeta de crédito, los pasajes y hasta las llaves de un auto. Si no quería estar allí, entonces que hiciera lo que quería. Era el Décimo Vongola, era Sawada Tsunayoshi, era su hijo. ¿Quería irse?, entonces que lo hiciera. Allí encerrado no haría nada, en especial si no quería escuchar, y no iba a escuchar.

Jamás había visto a un cielo reaccionar de tal forma, con tal emoción, con tal vida, y mucho menos con tal desafío a sus propios elementos. Elementos que ya no eran considerados elementos, sino nada. Eran nada a los ojos de su Tsu, o peor que eso: molestias, enemigos. Así hubiera sido totalmente instinto, que lo dudaba, y no algo enteramente consciente, fue provocado e incluso si hubiera sido espontáneo…

A nivel subconsciente se había cerrado. Así Tsu no lo entendiera, no iba a actuar muy diferente a lo que expresó antes. Tsu siempre fue más de emociones que de lógica, y desde que despertó sin memorias había sido… ¿uh?

Ojos dorados dieron con él en claro signo de advertencia, gesto completamente innecesario, una pata pasando a tomar posesión de un torso en signo de que esa persona le pertenecía. Tonto, y como si pudiera detenerlo.

Ojos grises dieron con él después, no muy diferentes a los dorados. La dueña de tales ojos era su atención, honestamente. Estaba con Tsu, muy juntitos. Tsu no se había dejado tocar por nadie desde el estallido. Y aquí estaba viendo a su hijo usando a su esposa de almohada, perfectamente contento en dónde estaba, una pantera al lado de ambos.

Ojos marrones que pasaron a dorados en una fracción de segundo fue el toque de gracia. Desafío, advertencia.

No era bienvenido aquí por ninguno de los tres. Y uno en particular iba a luchar a muerte si se acercaba. Tonto.

En lugar de informar sus pensamientos, se limitó a observar por unos segundos más antes de dejar lo que tenía entre manos en un lugar visible para ellos de forma deliberada. Se fue tal cuál llegó, sin mirar atrás y tratando de no sonreír, porque si lo hacía sería una sonrisa triste y estaría sellando el hecho de que posiblemente no los volvería a ver.

Quizás no entendiera que había pasado exactamente, qué había provocado ese estallido, pero sabía perfectamente que ese estallido era uno que se había estado acumulando por mucho, mucho tiempo.

Aquel Tsuna podría haber estado dormitando en su mayor parte, pero jamás estuvo ignorante de nada, jamás estuvo inconsciente.

Y creyó que lo peor de todo había pasado con Yoshi. Creyó… creyó haber hecho un buen trabajo…

Que desastre.

-x-x-x-

Increíble, la moral estaba tan baja que ver a su jefe equivalía a apartarse de su camino, salir de su vista y abrirle las puertas en completo silencio.

Era deprimente de ver, pero suponía que todos esperábamos esto. Encerrado de verdad nunca estuvo, podía salir, solo que no hubiera estado solo. ¿Y ese no era el problema?, según Tsunayoshi claro está.

- ¿Seguro que no quieres despedirte de nadie? - Estaba tentando su suerte, pero también la había tentado al insistir en salir si en verdad eso era lo que quería.

Si aquí no era feliz, entonces qué se fuera. Si no quería compañía, por más que doliera…

- Iré a la nada. - Esas eran las primeras palabras que le dirigía su marido desde el cumpleaños de Takeshi.

- Lo sé. - Murmuró, tratando de no pensar en lo que en verdad quería decirle. - ¿Puedo ir? - No quería decir adiós, posiblemente el último adiós que pudiera darle porque lo que planeaba su marido era…

Y todos lo sabían, porque en ese estallido dijo todo lo que había que decirse a aquellos que podían entender, incluso si no estaba en sus cabales y no lo recordaba con claridad.

Habían preparado todo, pensó con tristeza y admiración al ver las cosas, sin nadie para despedirse, ni siquiera un animal. No, nadie estaría aquí, excepto por un solo ser.

Y ese ser estaba con la cabeza contra el piso y los miraba desde la esquina, derrotado en todo sentido y sabía que ese ser jamás se dejaría ver así como así, y dudosamente tomaría a alguien más como su dueño.

- Hey. - O tal vez no tan solo como se veía.

-x-x-x-

- ¿Podemos hablar un momento antes de que te vayas? - Luego tendría otra pelea con su hijo y los demás idiotas.

Entre los qué sabían lo que en verdad pasaba aquí, se podían contar con una sola mano, y no se sabía porque hablarán precisamente. El truco estaba en la mirada, los que sabían exactamente que pasaban tenían cierto brillo en sus ojos, cierta tensión en sus caras, y cierto tono sombrío al verse con las manos atadas. Hablar no ayudaría. Intentar resolver el problema era nadar con tiburones o que los metieran en una licuadora encendida.

Iba a nadar con los tiburones. Y luego pasaría a la licuadora y quién sabe si a la sala de tortura.

- No creo que-

- Cariño, no le quites la palabra a tu esposo. - Si ella lo detenía antes de siquiera empezar… - Es solo por un momento, entenderé si no quiere. - Necesitaba solo unos segundos. Nada más.

Con solo eso tendría en sus manos al cielo más caprichoso y amplio de todos los que hubiera conocido en su vida.

-x-x-x-

- Cómo sabías. - Le pregunto a quién no estaba invitado, y de alguna manera estaba con ellos con un felino extra que tampoco estaba invitado y su recepción era pésima.

Tsuyoshi no la miró, jalando de una oreja al cachorro de león que intentaba prácticamente pasar por muerto para no recordarle su presencia a su marido.

- Tsunayoshi es un cielo muy celoso, Akane. - Eso lo sabía hasta Anzuelo. Pobre Anzuelo, y pobres todos los demás. - Tenía mis sospechas desde la navidad en dónde se escaparon ustedes dos. - Espera, ¿desde hace tanto…? - Jajaja, perdón, ¿pero sabes lo raro que es ver a un cielo llegar a tal dramatismo por querer atención?, se que no hay regla fija, pero no llegan tan bajo.

- No creíste relevante informarlo. - No había surgido nada, hasta ahora.

- Ese Tsunayoshi tomaba lo que quería como quería y cuando quería. - Ese. - Este se niega así mismo lo que quiere, y me temo que ese estallido venía muy atrasado. La única razón por la que fue tan dramático fue porque estaba drogado más allá de la creencia. Es lamentable que un cielo se niegue así mismo lo que quiere por tanto tiempo al punto que sus propios instintos llegan a los límites de la cordura.

- Perdón, ¿pero traducción? - Porque no entendió ese final, no entendió. Si no amará a su esposo, se quedaría de lo complicado que eran los cielos y de que no valía la pena nada de esto.

- Consumen, cariño. Consumen. Aceptan y abarcan a todos los demás, pero a cambio consumen su atención, su cariño, y se vuelven puntos primordiales de sus vidas. Son plantas y sus elementos son satélites. Son astros rodeados de planetas. Tsunayoshi se alejó y negó sus estrellas, solo dejó a un par y a mucha insistencia. - Finalmente retiró la mirada del periódico para mirarla y decir: - Podrías decir que negó lo que más quiere, y un borracho siempre dice la verdad, lo recuerde o no.

- Pero estamos huyendo. - Estaban yendo a solo Dios sabe dónde. No tenía idea de a dónde quería ir Tsunayoshi, y Tsuyoshi había tomado el mando de ese volante.

- No. - Una sonrisa muy triste se abrió paso a sus características y con eso se hundió en su asiento otra vez. - Él está huyendo de sus propios demonios. No dirá lo que quiere, teme pedirlo. Me temo que quizás lo hizo alguna vez y le dijeron que no, y no de la mejor manera, así que no lo hará porque no soportaría recibir otro no. - Eso era…

- No le diría que no. - ¿No lo había estado diciendo todo este tiempo?

- Le advertí a Takeshi que Tsunayoshi querría su alma. Fue en broma, no creí que fuera a pedirle nada de tal calibre y de tal forma. Akane, cariño, lo que hizo tu esposo ese día es considerado degradante, humillante y sobretodo desesperado. Podría haber solo abierto la boca y decir lo que quería, y lo hubiera conseguido. En su lugar se rebajó a lo más denigrante que un cielo puede hacer, y no aguanto la espera porque eso por sí solo es un no.

- Pero Takeshi no le hubiera negado nada. - Ninguno de ellos…

- No, pero Tsunayoshi no lo cree. - Una leve risa aquí que no era feliz. - Mientras mantengas haciendo lo que te enseñe por un tiempo, jamás huirá de ti. Considerame solo un comodín, no puedo dejarlo solo en buena conciencia cuando se qué solo está huyendo de su propia sombra. - Qué forma de decirlo.

- Podría no volver. - Jamás regresaría, si estaba en sus manos.

- Estarán más tranquilos si un viejo veterano le tiene un ojo, ¿no lo estarías tú?

Abrió la boca para decirle que sí, a regañadientes, cuando el sonido de pezuñas tocando el suelo llamó su atención.

- No otra vez… - Y aún así no podía evitar reírse.

Su marido solo le dio una pequeña sonrisa en gesto de pedirle perdón, un par de alces detrás de él, empujándolo y jalandolo aquí y allá. En sus manos yacían las marcas de quemaduras, marcas bastante extrañas para haber sido hechas naturalmente.

- No creo que tus nuevos amigos entren en el auto. - Miro a Tsuyoshi con mala cara.

Qué no le diera ideas porque no quería a otra Kurama, muchas gracias.

-x-x-x-

- Ah… - No podía creer que estaba otra vez aquí. - Ha pasado un tiempo, Tsunayoshi. - Un mes. Más o menos.

Hubo un resoplido y sintió el aliento caliente de algo mucho más grande que él. Al menos esta vez le dio una respuesta, suponía. Aunque las otras veces no se había quedado mucho, esta atmósfera no era-

- ¿Qué haces aún aquí?

- ¡Estorbas!

- ¡Ya lárgate!

- ¡No te queremos aquí!

¿Por qué?, no he hecho nada, ¡voy llegando!, ¿por qué debo irme?, ¿por qué no puedo estar aquí?, ¿por qué no puedo jugar con ustedes?

- ¿Acaso eres sordo?, ¡lárgate que no hay espacio para ti!

No quiero irme, también quiero jugar, también quiero-

- O-Okey… - Salió, sin permiso.

¡No!, ¡no quiero irme!, ¿por qué-no, ¡no quiero irme!, ¡no!

Por más que lo intentaba, no podía detenerse. Podía gritar, pero no gritaría. Podía hablar, pero no hablaría. Podía querer algo, pero no lo quería. Podía llorar, pero no lloraría.

Nadie jamás lo escuchaba, ni siquiera él mismo.

Sentirse llorar sin querer llorar, oír sus lamentos sin querer lamentarse, querer gritar a los cuatros vientos su sentir y no hacerlo, ver de primera mano y no poder hacer nada.

- ¡Y no vuelvas!

Ja, como siquiera hablar contigo. No, no, no… estaba cansado de esto, cansado de estás cosas. Cansado de llorar, cansado de sentirse caer, cansado de ser el hazme reír.

¿Por qué nadie podía mirarlo y simplemente saludarlo?, ¿al menos eso?

-la más…

- Hola, Tsunayoshi. - A duras penas lo dijo. A duras penas.

Eso… ¿qué había sido eso?

Otro bufido, uno muchos más audible, y por la forma en la que se vio en el centro de atención por esos ojos, creía que acababan de preguntarle qué hacía allí.

- Vine a verte. - Esto era muy incómodo, porque ese no era Tsunayoshi, pero… - ¿Está todo bien?, ¿estás a salvo?, ¿necesitas algo? - Estaban completamente incomunicados, y dado que al menos seguía vivo… esperaban que fuera feliz ahora. Retener a alguien nunca fue algo inteligente, no en una situación como esta.

Desgraciadamente Tsunayoshi no era cualquier persona, no se fue en las mejores condiciones, y era muy buscado y no en el buen sentido. Era-

- ¡Dame-Tsuna siempre será Dame-Tsuna!

Qué bueno que les parezca divertido, no me hace gracia. Debería doler, pero solo podía ver la sangre y sentir sus lágrimas. El dolor estaba muy en el fondo, como muchas cosas. Si pudiera, se lanzaría a golpear al infeliz. Solo tenía que golpearlo de la rodilla y caería, ni siquiera tendría que ejercer fuerza.

Concentró su energía en ir a la izquierda, al árbol más lejano. Podía ver al prefecto, estaría allí pronto, y esa área parecía ser la más segura de todas. Ahora si tan solo… ¡si!, gracias por escucharme, gracias.

¿No ves que todo sale mejor cuando me escuchas?, nunca defraudo y no lo haré jamás, así que deja de llorar, por favor.

-una situación crítica que…

Miro a esos ojos, sintiendo la boca muy seca. Acababa de ver… acababa de ver a Tsunayoshi, pero al mismo tiempo…

- Muestrame más. - Porque no sabía de qué otra forma pedirselo, si es que era algo que podía pedir.

-...fufufu…

¿En serio?, ¿un tipo con cabeza de piña que quiere destruir la mafia?, ¿y se le ocurre a este infeliz tirarnos a esta ******?

Esto es una mala, horrible situación no importa como se vea. No quiero a nadie poseyendo mi cuerpo, no quiero a nadie cerca por todos los cielos. Pero no, este infeliz bebé de pacotilla viene a arruinarlo to-bueno, no todo… por una vez…

Flexiono las manos, e inmediatamente vi la acción ocurrir. Sonrío sin poderlo evitar. Abrió la boca y:

- No vas a ganarme.

La satisfacción que sintió al oír su voz finalmente era algo que jamás podrían quitarle. JAMÁS.

Por una vez era completamente él, o lo más cercano a eso.

Buscó en su bolsillo y sacó algunas máscaras. Tomó la verde, no porque particularmente la quisiera, sino porque sabía que al final de todo esto su tonto yo perdonaría a esta gente. Y más que perdonar, era la mejor máscara que tenía para la protección personal de sí mismo. ¿Y no era eso un dilema?

Quería agarrar la roja, quería al menos que parte de sus gritos fueran oídos, pero eso no ocurría por más que lo quisiera…

Aún ahora estaba atado. Aún ahora tenía sueño. Aún ahora su tonto yo se callaba todo, lo callaba a él. Aún ahora su tonto yo tenía una esperanza que él no.

Al menos uno de los dos aún tenía esperanza en algo que jamás iban a tener, nadie quería cosas dañadas después de todo.

Deberías desistir aún que puedes hacerlo, pero sé que no lo harás. Lástima.

- Oh. - ¿Qué otra cosa podía decir?

¿Qué podía decir?, ¿qué?

- Lo lamento Tsunayoshi. - Pero eso no era lo que Tsunayoshi quería oír. De hecho, no tenía idea de que quería oír Tsunayoshi. Seria-

No lo digas, no te atre-

- ¡Perdón!, ¡lo siento!, ¡no era mi intención chicos! - Unió las manos en el típico gesto de pedir perdón, y bajó la cabeza, cosa que era lo que le daba mas furia.

-vas. Ugh.

Corrección, lo que le daba más furia es que viniera ese desgraciado asesino y lo pateara y de paso le disparara por diversión. Diversión. No podía sentir casi dolor, pero podía ver, podía sentir, y no le gustaba en nada lo que estaba pasando.

- Ma ma, ¿que me perdi? - Y como siempre este infeliz hijo de las mil… no, tranquilo, él no era un desgraciado. No tanto como los otros, al menos.

- ¡Juudaime!, ¡no pasa nada!, ¡no se preocupe! - El lamebotas, para no decir algo peor.

- Un buen jefe tiene que estar preparado para todo, Dame-Tsuna. - Tenía tantas cosas que decir a eso, oh tantas cosas, no tenían ni idea.

Levanta la cabeza, deja de disculparte con estos infelices, levanta la ******* cabeza, ellos no valen la pena esta deshonra, no nos van a querer, no valen la pena nuestro tiempo, nos dejaran al igual que todos los demás. ¿No te has cansado ya de esta tonteria tonto yo?

- Pero… - Salió de sus labios en lugar de un improperio.

- Pero nada. - Este desgraciado, infeliz…

Si tan solo… si tan solo…

- ¿Por qué me enseñas esto? - ¿Y tanto tiempo después?, ¿por qué?

- Porque estás molestando. - A sus espaldas, de forma muy, muy aburrida. - No quiero verte, si no lo has entendido. - Culminó la persona qué era la viva imagen de Tsunayoshi hace un par de años, viajando por Brasil.

- Me preocupo. - ¿Y eso no era lo más triste del caso? - Eres una persona muy buscada, y estás solo. - Sin saber cómo defenderse apropiadamente, sin tener idea de todo lo que tenía en su posesión… - Tus animales están bien. Tristes por verte ir, pero por todo lo demás están-

- Hmm, quién lo diría, aún están vivos según dices. - Ni una pizca de confianza, solo aburrimiento.

Si iba a ser así, pues:

- ¿Quieres ver por ti mismo?, puedo llevarte mientras lo permitas. - Seguramente la respuesta sería un no.

Pero no instalarlo sería tonto, muy tonto, de su parte. En especial porque no tenía nada que ofrecer.

- No vuelvas a menos que tengas algo valioso que ofrecerme. - ¿Perdón?, ¿algo va-

Se vio de vuelta en el plano físico y se preguntó si habían estado jugando con él en todo ese tiempo. Probablemente si.

-x-x-x-

- No le va a gustar, por favor no me metas en problemas con Dulzura. - Rogó, rogó.

Dulzura entendería, pero Dulzura no estaba de los mejores ánimos aún ahora. Dulzura no quería hablar o hacer mucho, no importa a que lo invitara o que creará para él en sus sueños. No, nada de eso. No se animaba. Y aunque aparecía bajo diferentes formas cuando lo llamaba, se veía un poco mejor, pero quizás solo era una ilusión. Tal vez era muy pronto, o tal vez irse no había cambiado nada para Dulzura.

- Por favor. - Uhhhh…

Dulzura no iba a estar feliz, nada feliz.

-x-x-x-

- Dios mío. - Esto era, esto era…

- Te advertí que no estaría feliz. Perdón Dulzura. - No, eso no era Tsunayoshi, eso no era Tsunayoshi.

Su cielo no era un mar negro ni un charco de algo que no podía ver, pero estaba casi seguro de lo que era y sabía que no quería verlo. No, Tsunayoshi no era esto, no lo era, no-

-... hasta la muerte.

Ni siquiera vas a preguntar qué hago aquí, por supuesto, por supuesto. Llegaré tarde a casa, pero ni siquiera quiero ir allá, así que supongo que está bien.

Al menos tú no escondes nada, ni siquiera tu desdén hacía mi solo por existir.

Si pudiera, sería yo quién te mordiera hasta la muerte. Que suerte la tuya que no sea más que un simple herbívoro inservible, ¿eh prefecto don nadie?

Dio un paso atrás, llevándose una mano a la frente. ¿Qué diantres fue eso?, era la experiencia más extraña que hubiera tenido.

Miró de nuevo el lugar, tratando de eliminar la sensación horrible de estar en su cuerpo y al mismo tiempo no estarlo. Era estar allí, y ver todo en tercera persona. Era estar allí, y que no fuera capaz de controlar el cuerpo, pero sabes que lo estás haciendo y que está ocurriendo igualmente. Era estar allí, como copiloto y no conducir directamente las cosas.

Era sumamente extraño.

Más extraño que verse así mismo mucho más joven desde los ojos de alguien más que estaba asustado de verlo. Y sentir una paliza de forma lejana, con las ganas de devolver el favor y la amargura de no poder hacerlo, combinado con la cansada aceptación de ser visto como algo inferior y la incapacidad de cambiar tal cosa.

Se ve bonito, muy bonito, poder jugar con tanta gente. Incluso trajeron peluches, ese se parece al que nos quitaron hace unos días.

Si tratamos de ir no nos dejarán jugar con ellos. Pero queremos jugar. ¿Que podríamos hacer para que nos dejen jugar con ellos?, pregunta difícil.

Vio, en flashes, los intentos de un niño imitando a otros en específico para intentar encajar y terminar en fracaso. Vio uno imitando al chico misterioso y de mal genio. Vio al chico que nunca se cansa de hacer malos chistes. Vio al bufón de la clase. Vio al ayudante. Y vio al fantasma.

Bajo la mirada y tomó lo que se convirtió en una máscara blanca con una sonrisa de oreja a oreja. Con los dedos pinto esa máscara de azul, para luego volver a mirar al grupo de niños. Colocó la máscara y sonrió sin querer sonreír.

- ¡Oe!, ¿hay espacio para uno más?

Al final de esto lo odiarán, se burlarían. Por unos minutos en dónde pudiera sentirse como un niño más del montón, pues… ya era un precio que ya pagaba a diario, ¿qué tenía pagarlo una vez más?

Esto era… esto era…

- Olvidaste todo lo bonito que pasaste con nosotros. - Se lamentó, porque no había otra forma de decirlo. - No tienes porque hacer eso nunca más, no te hace falta. - Y no lo haría nunca más porque no quería tratar con nadie, ni con-

Vio al prefecto demonio de Namimori desde la rama del árbol en la cuál había terminado. Si iba a golpearlo solo por existir ni sería la primera vez, pero ya le habían dado una paliza hoy y… bueno, no era como si importara.

¿Cuál usar?, ¿cuál aguantaría mejor la descarga emocional?, ¿rojo?, ¿azul?, ¿violeta?

Hizo una doble toma al intercambiar miradas con el prefecto y que esté deliberadamente le diera la espalda y se fuera del lugar.

Acaso… ¿acaso acababa de ser menospreciado una vez más?, ¿o había sido ayudado?, ¿o ambas?

Muy bien, era definitivo, evitaría este lugar como la peste de ahora en adelante. Igual no tenía futuro aquí, igual no saldría de ser un estudiante inservible bueno para nada, hiciera lo que hiciera… si ese era el caso, ¿para qué intentarlo?

Nadie quería algo defectuoso.

Invoco una de sus máscaras, una que no necesitaba ver para saber de quién la moldearía, y se la colocó sin pensarlo dos veces.

Nadie quería algo defectuoso. Y eso estaba bien. Lo defectuoso tampoco quería a nadie.

Si tan solo pusiera hacerle entender a su tonto yo que estaban bien tal cual eran, por su cuenta, lejos de todo y todos…

Sería el paraíso.

- Tsunayoshi… - Recordaba ese día, recordaba ese día.

Fue cuando la cadena de asistencia de su jefe se rompió, y no fue por causas externas como había estado ocurriendo antes. No estaba seguro si en ese punto comenzó a retraerse y a evitar la interacción con sus compañeros de clase, pero viendo esto, sintiendo esa impotencia y desdén…

Trató de acercarse, cosa tonta porqué solo podía ver ojos y no había-Pauso, y no se movió, sintiendo algo afilado contra sus manos. Tirando toda precaución al viento, presionó e invocó su flama solo para ver si con eso lograba ver algo, porque no estaba en una negrura sin fin como pensaba.

Se vio con lo que parecía ser un mar de material negro, brillante ante la luz, escurriendo con su sangre y quizás algo más. Ignorando las heridas, lo afilado, insistió.

Estaba ya sea ante un mar de plumas o un mar de escamas muy raras. Ninguna de las dos parecía ser cierta, ninguna de las dos se sentía correcta, pero el caso era…

- Tsunayoshi. - Llamó, llamó porque no podía hacer otra cosa, no sabía qué decir y lo último que quería el Omnívoro era una disculpa.

… que estaba ante un ser vivo, la representación de alguien, ya sea como se sentía o como veía las cosas. En cualquiera de los casos su percepción era muy negativa. Con razón ninguno de los ilusionistas querían venir acá, con razón ninguno…

Tsk, por supuesto que solo vino a pelear. ¡JA!, ¿por qué habría de esperar algo diferente?

- Vámonos, aprovechemos la oportunidad. - Por una vez, sus palabras concordaron completamente con su tonto yo.

Apretó la mano en furia, y tal acción ocurrió de forma lejana. Si, era lo mejor que podía hacer, irse mientras tuviera la oportunidad. Y antes de que el idiota intentara morderlos hasta la muerte solo por respirar.

Al menos sabía exactamente lo que quería y no le tenía miedo a nada. Era fuerte, física y mentalmente. Era lo único que admiraba de él. No había mentira de por medio.

Era el único que era verdadero, y eso lo apreciaba mucho.

Si todos fueran así, su tonto yo dejaría de esperar algo que nunca iba a llegar. Al menos una parte de él aún podía soñar, suponía.

¿Cuándo podría dar este día por terminado?, era un fastidio en todo sentido. La mafia tenía que tener alguna clase de sistema, ¿por que no lo usaban en lugar de forzarlo a él?

¿Qué parte nadie entendía que no quería arte ni parte en estas estupideces?, nada de él lo quería.

No es como si a alguien le hubiera importado alguna vez lo que deseaba, eso era seguro.

Sueño o no, el dolor era tan real como si estuviera despierto. Probablemente en la vida real tendría estás heridas. Probablemente regresaría con más que las imágenes que estaba viendo, viviendo, aquí. En cualquiera de los casos, esto era real aquí y ahora.

- Te quiero a ti. - No sentiría sus manos cuando saliera de aquí, seguramente. - ¿Te he mentido alguna vez? - Si tan solo pudiera ver más, si tan solo-

- Siempre has querido pelear. Es tu único deseo, tu única meta. Todo lo demás son medios para alcanzar lo que deseas, incluyéndome. - Detrás, justo detrás.

Al voltear no había nada, solo negrura. Con temor, movió una mano e intentó iluminar en esa dirección.

- En un principio así fue. - No negó. Era una pésima y terrible idea mentir. Lo sentía, lo sentía en su ser. - Me temo que eres una persona muy interesante, Tsunayoshi. Eres un Omnívoro. - La cosa más rara que vio en su juventud.

Fue saludado por lo mismo que había visto antes al aplicar más llamas, más intensidad. Manchadas, húmedas, brillantes. Tenía una buena idea de con que lo estaban, tenía una buena idea del porque el piso estaba mojado.

Pero sobre todo sabía, dolorosamente, en dónde estaba.

- Hmp, lindo. - "No te creo" goteando de esas palabras.

Miro arriba, porque la única opción era subir. Tsunayoshi no estaba abajo, al menos no su cara.

- Déjame demostrártelo. - Y ya que era mejor hacer y luego pedir disculpas…

No llegó lejos cuando se vio fuera, devuelta en el mundo de los vivos, con la imagen de Tsunayoshi mirándolo muy pálido, con miedo. Al bajar la mirada vio sangre y solo podía reír. Sabía que eso vendría con él, lo sabía.

Lo que no esperaba ver, minutos más tarde gracias a Aizen, fueron marcas de dientes en los hombros, muy cerca del cuello, como si alguien o algo hubiera intentado arrancar un buen trozo de su carne o tal vez… llevárselo a algún lado, si las marcas extrañas en la posición de manos no enteramente humanas decía algo.

-x-x-x-

- ¿Cómo estuviste tanto tiempo ahí sin que lo notaramos? - El puma miro a Tsunayoshi, quién estaba ocupado mordiendo una manzana y simplemente existiendo debajo de un árbol.

Por supuesto, Tsunayoshi era muy capaz de esconderles algo como esto, y dada su falta de sorpresa o alegría… Mucho era de esperar que alguno de los gatos gigantes no viniera con ellos. No era-¿qué demonios fue…?

- No habla gato, Menta. - Gruñirle así no iba a traer resultados, acercarsele y tirarle a sus pies un cepillo no iba a… oh.

Orejas de fuego se movieron y la atención de su esposo pasó al puma. Solo hubo un ligero movimiento y unas palmadas a su regazo para que el animal tomará eso como invitación para subirse en él.

- ¿Cariño? - Dos pares de ojos felinos la miraron, uno con desdén y el otro con cansancio. Dos colas se movieron en señal de atención. Caray. - ¿Hablas gato? - No era tan broma como quisiera.

Ahora tenía la duda porque de esta forma su marido podía hacer gruñidos y siseos que no eran humanos. Y antes, si no mal recordaba, había podido…

- Poco. No me sale bien. - Ah rayos. - Menta te llamo tonta. - Ah, claro…

- Gracias por la aclaratoria. - Replicó secamente, mirando al felino en cuestión. - Siempre y cuando le tengas un ojo encima, no veo problema. Pero no hay filete, ¿me oyes? - No sabía en dónde estaban. Capaz y ya estaban en otro continente, qué sabía ella.

Su esposo sonrió como el sol, como si hubiera oído algo muy, muy gracioso, mientras que Menta bufo abiertamente y se puso cómoda.

Tsunayoshi parecía haber encontrado alguna especie de gusto con la naturaleza. Sería agradable de no ser porque su marido terminaba con al menos un animalito encima. Al menos. Ayer había tenido como 5 serpientes encima que lo agarraron de cama y su marido ni pendiente.

-x-x-x-

- Yo, un placer verlos. - Por la mirada de la dama, de los gatos, e incluso de Tsuyoshi, sabía que no era el mejor momento.

Pero jamás habría un mejor momento. Asintió en agradecimiento al anciano, y centró su atención en quién no estaba teniendo una explosión de ira porque alguien había logrado algo, gracias a Dios. Ahora, nadie estaría feliz con él tampoco, pero:

- Lo haré corto: ¿me permitirías tu mano Tsunayoshi? - O no, no podía tocar esas marcas. Habría pandemonium. - No, mejor tu antebrazo, o lo que quieras. Algo que no te moleste perder por un rato, ¿si? - Porque se aseguraría de que no pudiera olvidarlo por mucho, mucho tiempo.

Nadie estaría feliz con él. Nadie estaría feliz con ellos. Pero, pensó mirando a este cielo aún infeliz, a pesar de tener lo que "quería", no veía una mejor alternativa. Está, de por sí, no era la mejor, pero entre todas las opciones que tenían…

Ojos dorados pasaron a carmesí tan pronto se arrodilló, y por ello se apresuró en hacer lo que iba a hacer antes de que su única oportunidad se le fuera arrebatada.

Su cielo no estaría feliz. La primera tormenta no estaría feliz. Ninguno de sus compañeros estaría feliz. Ninguno de los elementos primarios de este cielo estaría feliz.

Pero nadie estaba feliz, y dejar ir a este cielo sin nada era como dejarlo ir a morir fuera de la vista.

- Eres mío, ¿ves? - Debía doler, lo había hecho con esa intención y en ningún momento había sido detenido, pero tampoco había sido dejado fuera de la vista. - ¿Soy tuyo? - Preguntó deliberadamente, con cautela.

El hecho de que hubiera permitido esto garantizaba que pasará lo contrario, pero con Tsunayoshi tan volátil…

- Oe, oe… - Bueno, el mismo se lo busco.

Si no se equivocaba, iba a llegar a casa lleno de marcas. Marcas que no podría explicar, y probablemente no necesitaría explicar. O no debería necesitar explicar.

- Varia estará encantado de tenerte, cuando quieras ir allá. - No iba a ir, no ahora, no pronto. - Tengo tiempo libre, ¿puedo unirme? - Faltaban un par de paradas después de todo.

Bueno, dos.

Quiénes entendieron ese despliegue podían contarse con los dedos de una mano.

-x-x-x-

- El precio subió. - Fue dicho por su servidor antes de verse solo.

Como había cambiado esto, Dios Santísimo. Estaba seguro de que lo que había en el piso era sangre, y quizás estaba en lo más profundo de un hoyo sin salida, porque no podía ver ni sus manos. ¿Qué le pasó a la casita?, ¿al parque?, ¿qué le pasó a ese-uh, ¿que se llevó?, ¿una pared de púas?, porque-oh oh, se estaba moviendo, se estaba moviendo…

- Ay mamá. - ¿Qué era esa cosa?, era enorme. - Eh, ¿por casualidad sabes en dónde está Tsuna?, ¿por favor y gracias amigo? - Se sentía como una hormiga, porque si eso eran los ojos…

-... genial Yamamoto!

Hmp, otra vez con ese chico. ¿No se cansan?, si, si, ya todos y su abuela saben que es genial jugando béisbol y es increíblemente popular, no hace falta llegar a tales extremos de recordárselo todos los días.

Debe de ser bastante bonito, aún así.

-... nos irá bien!

Es admirable, ¿pero quién no estaría feliz en su lugar?, ¿cierto tonto yo?

Quieres ser como él, ¿no es así?, bueno en algo, determinado en seguir adelante, popular…

Temo que incluso así jamás tendremos esa atención tonto yo. Nadie quiere algo defectuoso, y por más que intentemos esconderlo igual es notorio y francamente no vale la pena.

Todos y su gato saben que estamos dañados y nos ridiculizan por eso. Debe ser grandioso ser perfecto como ellos…

Supongo que podemos intentarlo con este también. Te haría feliz, así sea un poco, ¿no?

Celos, celos, celos. Envidia. Suma amargura, puro cansancio, ganas de tirar todo y hacerlo añicos. Dios, eso dio miedo. Y ni sabía si lo que le daba más miedo era ese sentir ajeno, el verse desde la perspectiva de alguien más, o el sentirse allí y fuera de su propio cuerpo. ¿Era esto a lo que llamaban disociación?, era temible si así era, cielos.

¿En serio?, ¿en serio?, ¡cuando te dijimos que practicaras no era para que practicaras hasta morir imbécil!

No, no, vamos, di-

- ¿Qué hay de tu padre? - Si, ¡si!, ¡justamente eso! - ¿Vas a dejarlo solo?, quiero decir…

Un brazo roto puede sanar. Sanará bien y seguirás jugando como si nada hubiera pasado. Eres un idiota, no era para que tomarás el consejo a muerte. ¡JA!, por eso querías mi consejo, ¿tienes idea de lo que nos harías si se enteran de que la última persona con la que hablaste fui yo antes de que te ocurrieran estas desgracias?

No, por supuesto que no. Harías nuestra existencia más miserable de la que ya es por un simple capricho. En un mes estarás bien, como si nada, mientras que nosotros seguiremos así de imperfectos por el resto de nuestra existencia, en dónde nadie desea vernos, y tu… y tu…

Es mejor estar solos si esta es la clase de cosas que nos deparan, tonto yo. Esperar algo que sabemos que nunca va a pasar es un signo de locura.

Quizás eso es parte de nuestra propia imperfección. No sería de extrañar.

- Wow. - Parenlo, parenlo.

¿Qué diantres acababa de-

¿Uh?, ¿qué pasa ahora?, estoy cansado, unos minutos de… ¿uh?

La cadena… ¿está rota?, oh, es solo esa. Tsk. Al menos ahora podía mover una ma-¿uh?, acaso…

Intentó mover los dedos, y estos se movieron casi igual a los segundos. Movió los de la otra mano, y si bien costó más y no fue tan exacto, era todo un logro.

Subió la vista y vio un bebé vestido de hitman con una pistola verde echando humo, mirando algo. Sintió algo húmedo y caliente correr por frente, y tenía frío, pero todo eso era muy lejano en su mente.

-... MI ÚLTIMA VOLUNTAD!

Espera, espera un minuto tonto yo, ¿exactamente que vas-oh ******, ¿que hiciste ahora bebé de pacoti-¡EL CARRO!, ¡EL CARRO TONTO YO!, ¡MIRA EL **** CARRO!

Sentir que hacía lo que quería hacer, lo cuál era algo que su tonto yo jamás haría por miedo y por creerse incapaz de nada, fue muy, muy extraño.

En realidad, verse capaz de medio tomar control de su propio ser era una experiencia increíblemente extraña.

Quizás… quizás podría dar las gracias por esto.

- Dime que no eres la otra parte de Tsuna. - Había creído que finalmente eran uno, esa era la teoría. Era una teoría, era-

- Siempre he sido yo solo. - Comentó alguien detrás de él, una voz increíblemente joven, pero familiar.

Ver a su amigo con el uniforme de la secundaria, con el bolso y todo como si fuera a ir a clases era nostálgico. Extraño, pero nostálgico.

- Lo que me acabas de enseñar hablas en plural. - Señaló, sumamente nervioso de estar cavando más su tumba sin saberlo.

- Casi todos mis recuerdos son así. - No fue una disculpa o una explicación, solo un comentario. - Como ver una película detrás de los ojos de alguien más, pero sabes que eres tú. Con el pasar de los años es menos la sensación. - Se encogió de hombros, como si eso no importará.

- ¿Todo? - ¿Exactamente que clase de vida había tenido Tsuna si-

- No recuerdo mucho, pero lo que tengo casi todo es así. - Sin darle mucha importancia, como algo enteramente normal.

Para él eso era una pesadilla. ¿Como podía tomarlo tan casual?

- Perdón por eso. - No tenía ni idea, lo último que se hubiera podido imaginar era eso, sinceramente. No creía que nadie-

- No es tu culpa. Y no se suponía que vieras nada de eso. - ¿Ah?, ¿perdón?

- ¿Me lo mostraste por accidente? - No creía que hubiera sido exactamente un accidente, no creía que…

- Estás más cerca de mi verdadero subconsciente que de mis sueños. No es que haya sido un accidente, pero tampoco ha sido intencional. Consideralo las cosas que quisieras decir, te imaginas las cosas, y al final nunca lo haces. ¿Fácil de entender? - Eeeehhhh…

- ¿Me estás diciendo que todo lo que reviví en tus zapatos fue lo que te vino a la mente al verme? - Si era así, pues ya no necesitaba que le recordaran que Tsuna de seguro los asesinaba en su mente cuando se le iba la paciencia…

- Algo así. - ¿Si o no? - En fin, ¿ya puedes irte?, se me hace tarde. - ¿Ah?

- Disculpa, ¿pero tarde para que? - Estaba durmiendo, ¿verdad? - ¿Y puedes culparme por querer saber cómo estás?, ha… te echo de menos. - A pesar de que sabía que estaba con su padre, por un simple mensaje que le dejó. Se tenía eso guardado porque no quería más problemas.

- Creo que pronto será mi turno de conducir. - ¿Ah?, pero… cierto, no estaba solo, gracias a Dios. - ¿Estás seguro de eso?, me parece que estamos mejor así. - No otra vez…

- ¿Yo?, ¿mejor?, oh no, me temo que no. - Estaba hecho un desastre, solo medio tranquilo porque sabía que su padre cuidaría de Tsuna por él. Estarían bien. - Es… es muy difícil sin ti aquí. Pero estabas infeliz, y no querías vernos, así que… bueno, ¿estás mejor ahora? - Fue una horrible decisión que tomar, pero… pero tuvo que hacerse. - ¿Hice algo mal? - Esa pregunta lo estaba carcomiendo desde el principio.

Prefiero cuando ríes y dices estupideces.

- Todo va a estar bien chicos. - No lo creo, pero su yo tonto se aferraba a eso como linea de vida.

Ver semblantes tan serios no iba. Incluso el que tomaba todo como un juego no sonreía. Prefiero cuando ríes y dices estupideces, Yamamoto. No soy bueno haciendo feliz a nadie, nunca fue mi competencia, a ti te sale natural, pero supongo que si en estás estamos…

- Solo nos quedan dos retos más. - Se obligó a decir, feliz de que saliera tal cuál quería, como quería y cuando quería. Era más fácil ahora, pero seguía siendo tedioso. - Y tendremos un día para hacer lo que queramos. - No era lo suyo animar gente, nunca lo fue, pero: - ¿No les gustaría que hagamos una salida o vayamos a comer todos juntos?, tenemos que salir de esos retos rápido si queremos hacer algo. - Se obligó a sonreír.

Quizás no fuera bueno animando a nadie, o haciendo nada. Quizás nadie le agradecería esto, quizás nadie apreciaría su intento. Pero si podía hacer sonreír a alguien así sea solo unos segundos, si tan solo…

- ¡Por supuesto Juudaime!, ¡cuente conmigo!, ¡vayamos de una vez a buscar a los que faltan! - Tomaría esto como una victoria. - Vamos indiotas, ¡Juudaime ha hablado! - Olvídelo, me arruinó todo el lamebotas este.

- Ma ma, no hace falta correr, ya aparecerán. ¿Quieren ir a comer sushi en casa?, creo que nadie ha comido. - Y como arte de magia volvió el caos, las risas, los pleitos…

No hacía falta aquí. Nunca lo hizo. Todo giraba en torno a la joyería y a un bebé aburrido y caprichoso. Tarde o temprano también lo dejarían, o le harían la vida miserable, pero mientras tanto…

Cambió su máscara azúl por la verde. Ya no hacía falta intentar ser Yamamoto, ni siquiera le salía bien, pero ahora alguien más ingenuo y resistente a todo sería lo más adecuado.

Por más que molestará todo este caos, por más innecesario que fuera, por más fuera de lugar que se sintiera…

Era feliz aquí. Quizás no completamente feliz, quizás no muy feliz, pero era feliz.

Feliz solo de ver, y no ser la causa de desdichas.

Quisiera poder ser la causa, poder provocar esto por su propio mérito, pero…

No, no importa. Qué sea un problema para después.

- No hiciste nada mal. Estás en tu derecho de decir no. - Fue la respuesta cuidadosamente casual, restándole importancia a algo.

- ¿Decir no? - ¿Decir no a qué? - ¿A qué pregunta?, ¿y de verdad estás bien?, no me importa hacer cosas por ti así no pueda verte. - ¿Decir no a qué?, ni siquiera recordaba que fue la última conversación que tuvo con-

- Se que no es mucho, pero… - No era exactamente lo que quería decir, pero era muy cercano así que no había problema.

Era una tontería, lo sabía muy bien. No había podido hacer más, y la verdad no estaba seguro si eso cambiaría algo. Un regalo pobre a fin de cuentas, pero cualquier regalo estaba sujeto a quién lo daba y a quién lo recibía y las intenciones de por medio.

-... idiota!, tsk, mira que…

- Ma ma. ¿Ah?, ¿Tsuna?

- ¡¿Qué es eso Juudaime?!, ¿puedo? - No es para ti, pulgoso.

- Eh, pues-

Apretó los dientes para no decir nada hiriente, para no insultar, pero por dentro sentía algo haciendo presión, algo comprimiendose, y no se sentía lindo. Era casi familiar a estas alturas de su vida, pero no solía ser tan fuerte.

- ¿Una gorra?, ¿dónde la conseguiste?, espero que no te hayan timado, el material no es muy-

- ¡Dígame dónde lo consiguió y me aseguraré de que jamás vuelva a ocurrir Juudaime!

-... resistente. Tendrás que usarlo con cuidado de está parte y…

Lo tiraría en la esquina de su habitación, con todo lo demás.

- Eh, no, no, esta bien, esta bien, no pasa nada…

Sabía que era un mal regalo de todos modos.

Acababa de… no, no, no.

- Nada importante, no te preocupes ya por eso. - No. - Buscate a otro amigo, ¿si?, no pienso regresar. - No. - Estoy bien, gracias por preguntar. - NO.

- Qué preguntaste. - No se contuvo de tomarlo de los hombros y lo siguiente que sabía es que todo estaba negro otra vez y sea lo que sea que agarro era extremadamente afilado y se sentía como acero, como miles de agujas de acero. - Que me pediste. - No, no, no y no.

Cuántas veces no se había encontrado alguna pequeña cosa, o cuantas veces ese escenario que vio no se repitió, y no solo con él. ¿Cuántas veces no pasó ese escenario antes de que comenzara a en verdad hablarles, a raíz de Yoshi?

- Por favor, ¿qué me pediste?, ¿a que le dije no? - No importa a dónde intentará tocar, no veía nada y solo encontraba agujas. No importa a dónde caminará, seguía pisando algo espeso y el resultado era el mismo. - Tsuna, por favor.

- Esto… esto me ma morder el ****, ¿verdad? - El reflejo en el espejo sonrió amargamente y no pudo más que suspirar.

Se lavó la cara, tomó aire y volvió a salir como si nada hubiera pasado.

- Hey. - Vaya, eran rápidas. - Aún no he terminado, pero este paquete ya está si quieren-

- En seguida, Décimo. No tenemos problemas en esperar, o servirle de alguna otra forma. - Lo dejaron con las manos vacías en un flash. Cielos. - Le dejamos un refrigerio en su escritorio, cualquier cosa no dude en llamarnos. Ahora, si me disculpa, iré a asignar las invitaciones. - Y eran como sombras también. No debió de ver tanto Naruto, ahora las tenía en su cabeza como los Anbu de la oficina. En su defensa, las máscaras no ayudaban.

Sonrío sin poderlo evitar al ver el "refrigerio". El café, por supuesto, estaba excelente y complemente a su gusto. Unido a estás galletas rellenas de chocolate, pues lo estaban súper consintiendo. Como siempre. Lo iban a poner gordo, eso era lo que iba a pasar.

- Dino… - Ah, ese señor. Si, no tenía problema alguno. - Emma… ¿quién es este?, ¿y familia?, ¿Simón? - Qué nombre más raro, pero okey. Más o menos gente no iba a cambiar las cosas. Igual habría una multitud, gente con que hablar que probablemente querría hablar con él…

Solo de pensarlo le daba ganas de tirar todo esto por la borda y olvidarse de él. Pero no, era por Keshi, su tonto Keshi. Sería el mejor cumpleaños que podría hacerle, con los mejores regalos, con la gente que querría ver, con la cuál querría estar…

- Verde, Lal, Colonello… - Ah, los ex-Arco-valentínos o algo así.

Quizás no sería la gran cosa para alguien como Keshi, para esta gente que eran monstruos en forma humana, pero… no tenía nada mejor que ofrecer, y técnicamente nada de lo que estaba usando para hacerlo era suyo, sino de Vongola, pero…

- Bermuda… - Qué nombre tan peculiar. Hmm.

Bueno, si hacía feliz a Keshi, entonces…

- Ojalá todo esto valga la pena, tonto Keshi… - No quería ni pensar en que no fuera a gustarle.

No sabía cómo tomaría eso. No lo tomaría bien, es lo único que sabía. La sola posibilidad lo tenía de nervios como era…

- ¡Me encanto la fiesta!, ¡la ame! - Se lo había dicho, se lo había dicho, ¿no?, ¿no? - Fue maravillosa, de verdad, yo-

- Quería más que solo eso. - ¿Más?

Se vió, así de la nada, frente una simple mesa y dos sillas. Tsuna estaba sentado en una de esas sillas y se veía… se veía como si no hubiera dormido en mucho tiempo, y estaba haciendo el esfuerzo por darle atención, por mirarlo.

- ¿Qué querías?, dime. - Y porque ya tenía una leve idea del porque prefería callarse las cosas: - Tsuna, no soy listo, perdoname si no entendí o si no escuché. Sea lo que sea que hice no fue con intención, y estabas drogado a peligrosas dosis ese día. - La única respuesta a eso fue un pestañeo muy lento y una sonrisa muy boba.

No se veía bien. Pero era una gran mejoría a como estaba en la enfermería si está en verdad era su actual condición.

- Ni yo sé que quería exactamente, pero te rogué y dijiste que no. - ¿Ah?, pero…

Cuando se aferró a él.

- No dije que no, no entendí. - Agregó rápido la última parte, temiendo un malentendido ahora. - No sabía que querías, y estaba preocupado, muy preocupado por ti. - La razón por la cuál seguía vivo era una pantera que por segunda vez le salvó la vida. Esta vez indirectamente y no sola. - No dije que no, no te negué, por favor al menos créeme eso. - Y es que no se había dejado hablar, no se había dejado ver…

- No lo siento así. - No… - Siento que te expuse el cuello y no me colocaste la correa, y por alguna razón tal cosa es la peor humillación que haya sufrido. - ¿Ah?

¿Cuello?, ¿correa?, ¿para qué querría ponerle una… correa…?

No… no podía ser… simplemente no…

¿Precaución?, ¿quién era ella?, él no la conocía. ¿Pensarlo dos veces?, ¿qué era eso?, ¿comida?

- Listo, un collar. - Parecían las marcas de manos en una estrangulación, pero…

Tsuna solo lo miro, lo miro como si nunca antes lo hubiera visto, abriendo y cerrando la boca como un pez.

Si, fue muy brusco, no pidió permiso ni nada, pero no creía que si la pedía se la fueran a dar y la verdad es que-

- ¿Por qué no pudiste hacerlo antes? - Fue más un lamento que otra cosa antes de verse en el predicamento de que había empeorado todo porque su amigo estaba llorando ahora y no tenía idea…

Se dejó caer en el sitio, y dio con el piso de su habitación.

Esa había sido la sonrisa más real que había recibido de su cielo desde que despertó en aquel hospital.

-x-x-x-

- Tsk, has tirado casi todo mi trabajo a perder, mocoso. - Se quejó, pero sin en verdad estar molesto.

Su intervención era enteramente innecesaria. Tsunayoshi lo había visto y le había sonreído, un cachorro de león en sus brazos que parecía una estatua de lo asustado que estaba. Y aquí estaba ahora, con un cielo extremadamente complacido en una cama de hotel, una marca extra y ahora innecesaria sobre su antebrazo. Mejor que fuera innecesaria que a que faltara, pero sin duda alguna la había tenido fácil en comparación con los otros tres.

La razón de todo esto estaba en un cuello que vio por accidente y la razón del porque hoy este cielo estaba tan tranquilo y en general siendo un malvavisco así hablara casi nada era no solo obviamente clara sino completamente entendible.

Alguien había marcado a Tsunayoshi en un lugar vital, a amplios rasgos, e imposible de ocultar. Un signo de posesión, obviamente, y un signo territorial.

Tsunayoshi solo estaba feliz porque alguien finalmente lo había reclamado como elemento de una manera imposible de ignorar o esconder.

-x-x-x-

- Hola. - Oyó tan pronto llegó, para su sorpresa.

- Tsunayoshi. - No estaban en… esto era…

Su mirada se detuvo en las marcas de manos en el cuello ajeno. Eso explicaba la leve sonrisa de su cielo, explicaba el nuevo escenario, y la atmósfera apacible. No es que hubiera mucho que decir del nuevo lugar, era solo la escuela. Era nostálgico, no había ido este año por razones… bueno, obvias.

- ¿Me permites…? - Si no cortaba las cosas otra vez, si no huía de él…

-... demonio, mira a todos los que dejó en el hospital…

Por algo será. Hibari ama pelear, pero no perdería el tiempo en debiluchos solo por eso. Quién sabe qué habrán hecho o en que estarían metidos… Al menos es claro en lo que quiere, no conozco a nadie más que pueda decir lo mismo y eso es decir algo.

Quiero irme ya. Si me salto la última clase… si, no veo porque no, igual no me van a dejar hacer nada, excepto que limpie a final de clases. No vale la pena. Ahora, por dónde ir sin conseguirme a nadie molesto…

No creo que Hibari vaya a darse la molestía de irme a buscar a mi casa para morderme hasta la muerte por faltar a educación física…

- Tsk. - ¿En serio? - Si lo quieres por las malas… - Tenía sus tonfas, y nunca le faltaban las ganas de-

- No malentiendas. No estás en mis sueños, lo que ocurre aquí es mi derecho, pero no todo es enteramente consciente. - Si una buena mordida le hacía falta, entonces se la daría con gusto. - ¿Hibari?, ¿me estás escuchando?

- Por tener la gala de ignorarme, serás mordido hasta la muerte, Sawada Tsunayoshi. - Y se aseguraría de que jamás lo olvidará.

En lugar de asustarse, su cielo solo sonrió.

- Aquí. - Juguetón, en desafío, señalando su yugular y mostrándole el cuello abiertamente. - Pero te advierto que-

Aceptar un tonto anillo solo por la promesa de peleas buenas… Qué estupidez, peleas conseguirá en cualquier lado hasta que un pez más grande lo aplaste. Tal vez ese es su verdadero deseo, que alguien le gane. En esta ciudad no hay nadie que valga la pena su tiempo, estoy de acuerdo.

¿Pero tomar ese anillo?, ¿tienen idea de que básicamente está anclandose a la mafia?, ¿a Vongola?, incluso si actúa por su cuenta ya vendió su alma al diablo. Qué idiota. Un verdadero e irrevocable idiota.

Si, es muy bonito y todo y creo que está hecho de oro y quizás tenga magia negra y brujería y solo Dios sabe qué otra cosa. Si pudiera lo arrojaría al mar, lo lanzaría lo más lejos posible por la ventana.

No tengo la opción. Pero todos ustedes sí, y eligieron vender el alma al diablo. Ja, si creen que yo puedo salvarlos de lo que eso significa porque seré el "supuesto" jefe…

Solo me quieren como títere, porque supuestamente no hay más opciones. Incluso el diablo no me quiere, eh…

Nunca me ataría a nada, si pudiera elegir.

Tonto de aquellos que si.

Desgraciadamente estoy rodeado de idiotas que, al fin de cuentas, me harán la vida miserable solo por su satisfacción. ¿Y quieren que me ate a ellos?, ¡JA!

Estoy mejor solo, nadie quiere a nadie como yo, y yo estoy perfectamente bien por mi cuenta. O lo estaba, hasta que llegaron estos imbéciles.

-... no hay devoluciones, te devorare por completo si intentas dejarme. ¿Igual quieres morderme Hibari Kyoya?

¿Acaba de ser amenazado?

Sawada Tsunayoshi…

Definitivamente era un Omnívoro.

Lindo de ver, peligroso de tocar.

-x-x-x-

- Qué demonios te pasó. - Parecía que se lo hubiera llevado un espectro del río.

Estaba rasguñado por todos lados, como si algo o alguien hubiera intentado jalarlo y llevarlo a algún lugar, a la fuerza. Hasta había marcas de dientes. Señor, anoche no tenía ni un rasguño encima. Y en lugar de tratarse había venido a tomar el té, el té, como si fuera un día común y corriente.

- Un gato muy lindo quería jugar, pero sus garras son muy afiladas y me temo que no sabe usarlas bien. - Terminó su té y antes de que pudiera preguntar de qué gato estaban hablando, su esposo la miró directo a los ojos y le dijo sin preámbulos: - Visita a Tsunayoshi.

Dicho esto, su esposo se levantó y se fue, como si nada hubiera pasado, como si no le hubiera lanzado una bomba.

-x-x-x-

- Buenos días. - ¿Uh? - Sawada, ¿no? - ¿En serio era con él?

- H-Hola. - Nadie se le acercaba, nadie… - Solo Tsuna está bien. - ¿Cuándo fue la última vez que alguien se le acercó a saludar?, era-

- ¡Ah! - Ah, no sabía, ya. Mucho había durado… - ¡Tsuna-kun entonces! - ¿Tsuna… kun? - Puedes llamarme Kyoko, un placer. - Y… y le estaba sonriendo, a él, le estaba…

Tomó esa mano, y sabía que nunca olvidaría esa sonrisa, ese rostro, ese momento, por el resto de sus días.

- ¡Un placer! - De seguro se acabaría, sería algo de una sola vez…

Pero por primera vez en mucho tiempo alguien le regalaba una sonrisa. Por primera vez en mucho tiempo su tonto yo era feliz.

Ambos eran felices por algo tan tonto como lo era una sonrisa y una cara bonita.

Desearía poder hacer tal cosa, pero no importa cuantas máscaras creará o cuanto lo intentará…

Jamás brillaría tanto como el sol que tenía enfrente, jamás sería capaz de brillar y hacer feliz a nadie, no de la manera en que deseaba.

- Hey Tsuna-kun. - Saludo a duras penas, tanto por lo que acababa de ver como por la situación en dónde estaba.

La atmósfera le infundía miedo, lo que sea que estaba pisando-¡Yikes!

- H-Hola… - Cuando le pregunto a Takeshi si había forma de saber de Tsuna, jamás creyó que terminaría-

¿No es preciosa?, un verdadero sol.

- Buenos días. - Solo por esa sonrisa valía la pena asistir a estás tontas clases.

- ¡Buenos días Kyoko-chan! - Hmm, no podía molestarse, ambos eran felices solo por algo tan pequeño.

Había infundido a su tonto yo con sentimientos de amor, o lo había ayudado. Estaban en la edad, según tenía entendido. Y si los hacía felices, ¿por qué no?

Era un lindo sol. Brillaba mucho, pero no quemaba. Era un lindo sol. Pero era solo educación, llegar a decirle algo terminaría en un lindo no. Es obvio.

Mucho es que brille para nosotros un poco.

Es más de lo que cualquiera daría por un ser imperfecto como nosotros. ¿Es extraño atesorarlo como dragón con su oro en nuestras circunstancias?

- Buenos días, Kyoko-chan. - No sabía de dónde provino eso, pero conocía la voz y eso era suficiente para ella.

- Buenos días Tsu-kun. - Era difícil sonreír ante tal vista, al verse como una hormiga ante algo que probablemente podía comérsela de un bocado, era-

Pestañeo muchas veces, pero en segundos el ambiente había cambiado. Ya no era una oscuridad sin fin, era un revuelo de colores, y estaba sobre un piso pulcro como el cristal, podía ver su reflejo en ella. Y esos ojos gigantes ya no eran rojos, eran…

- Tsu-kun… - Confundirlos ahora sería imposible, en especial de ese tamaño.

Hubo más movimiento, y estaba segura de que le ladeo la cabeza esa criatura enorme, antes de verse sola en un espacio blanco, iluminado, con un piso tan pulcro como cristal. Antes de que pudiera preocuparse oyó pasos muy cerca de ella, y miró.

- ¿Necesitas algo Kyoko-chan? - Era volver al pasado, francamente.

Era el mismo chico torpe, qué se sonrojaba a veces cuando hablaba con ella y se ponía muy nervioso. Incluso tenía el uniforme y la mochila, tal y como si fuera a la escuela. Si regresara de ella tendría otra postura.

- No. - No iba a mentirle, no creía que hiciera falta. - Solo quería verte. No hemos sabido nada de ti desde la fiesta, excepto que te fuiste. - Sabía las líneas generales por su hermano, pero no a detalle. Haru le había dado más, pero lo que ambas sabían no era alentador.

- Oh. - La sonrisa se perdió por sorpresa pura. ¿Acaso no esperaba que se preocuparan por el?

Una mano se le fue tendida y la tomó sin pensarlo mucho. No tenía idea de que podía pasar aquí, pero no era un plano físico-

-... algo más?, conseguí tú café preferido~ - Canturreo una voz muy singular al oído de alguien, una leve risa siguiendo.

Una habitación sencilla, una cama para dos personas, peluches y almohadas, y tres personas. Una de ellas estaba más dormido que despierto y obviamente no quería levantarse, el pelo revuelto y la ropa arrugada, extrañas marcas en algunos lugares de su piel. A su lado estaba su esposa, tratando de convidarlo a levantarse, con comida, con mimos…

La tercera persona, para su sorpresa, era el padre de Takeshi, quién estaba mirando todo esto desde una esquina tratando en vano de no reírse. Esta no era la primera vez.

- ¿Estás viviendo esto ahora? - Había creído que estaba dormido, y no que…

Ojos somnolientos dieron con ella por un breve momento y oyó a su lado:

- Si. - Tal y como si compartiera un secreto.

Y es que era un secreto, porque no se supone que alguien más que no fueran ellos tres presenciaran lo que estaba pasando.

- Me alegro de que estés bien, Tsu-kun. - Ya podía estar tranquila, estaba bien, no estaba solo, y estaba feliz.

No creía que fueran a moverlo de esa cama pronto, eso sí.

-x-x-x-

- ¿Estás seguro de que esta es la mejor opción? - El adelanto de planes ciertamente no se lo esperó.

- Ha sido marcado por más que solo nosotros. Incompleto o no, tiene validez. - Fue la defensa de alguien que tenía que irse. Fue solo una visita fugaz que solo uno de ellos planeo.

Mejor que sobrará a que faltara, honestamente. Igual iban a estar en las miras de más de una persona. Habría mucha controversia y repercusiones, pero no había buenas opciones y dejarlo ir sin siquiera haberlo intentado…

Era lo mismo que dejar a alguien irse a sabiendas que iba a suicidarse. Así fuera solo una parte de sí mismo.

- Quizás no, pero no tendremos mejor oportunidad. - Sin mirar a nadie, afilando sus cuchillos y sonriendo de una forma que no daba buena espina.

Él era quién iba a llevarse el peor de los malos tragos o la mejor de las gracias. No era su lugar, pero había salido de todo y había organizado todo esto a espaldas de todos.

No es como si hubiera sido mejor, porque igual se hubiera arriesgado por el cielo de su hijo. No había forma de que esos chicos vieran venir esto, o lo entendieran. No en el momento, no en esas circunstancias.

Los cielos no se rebajaban tanto por la atención de un elemento, tenían un mar dónde escoger.

- ¿Crees que quiera almorzar esta vez? - Cambió el tema por uno más fácil de manejar.

Cuando las cosas se nivelaran, la atención iba a pasar a todo el peso que había perdido. De por sí Tsunayoshi siempre estuvo cerca de su peso ideal, no sobre él.

-x-x-x-

- Si hacerse invisible al punto de parecer no existir funcionará, nunca nos hubiéramos conocido, ¿no crees? - Llegó al techo del susto, ocasionado risas de quién no sintió llegar. - No seas tonto, no tienes muchas opciones para esconderte. - Igual, no lo…

- "¿Tsu…?" - Pero… ¿pero qué hacía aquí?

Y había venido con el peor atuendo posible para el frío, estaba temblando y buscando calor, pero estaba allí. Estaba en pijamas, acaso… ¿acaso se había despertado y había salido a la intemperie…?

- No tenías porqué venir. - Ah. Eso. Claro, claro…

No es como si hubiera habido mucha diferencia entre quedarse en un lugar en dónde no era muy apreciado y no tenía muchos amigos, y venir con alguien que no quería verlo o saber de su existencia. No había mucha diferencia, excepto asegurarse de que le fuera bien a su-¡Gah!

- Gracias. - Murmuraron contra su pelaje, y temió que estaba alucinando.

Sus dudas acabaron cuando se vio cara a cara con Tsu, con su sonrisa, y que uniera sus frentes tal cual dos felinos harían en saludo. Azura y Menta le habían enseñado bien, si lo que en verdad quería decir era…

- Quién sea que te dio esteroides se le pasó la mano, ¿hmmm? - Una mano se metió con su melena, contemplativo.

No hubo miedo, pánico, nada. No quería escapar de él, no le tenía miedo, no tenía-

- Ha pasado mucho tiempo, ¿eh Natsu?

-x-x-x-

Improperios volaron, y no precisamente por los rugidos y gruñidos que a cualquiera heladería la sangre, sino por la fuente de llamas del cielo que no tenían reparó y objetivo en sí.

Como si se necesitará señalar en dónde estaban y con quién, como si hiciera falta…

- Gao. - Eso no fue un saludo, solo una advertencia.

La imágen de un león gigante prendido en fuego enseñando las garras y los colmillos mientras se aferraba a algo fuertemente con sus patas delanteras sería una vista perfecta para una película de horror si no fuera por quién estaba en medio de eso, perfectamente apacible y hasta divertido por todo. En qué momento Tsunayoshi llegó allí, en qué momento salió…

- Será mejor que nos dejen a solas. - Quizás era la primera oración que Tsunayoshi les dirigía como tal, honestamente. - Volveremos más tarde, ¿verdad Bob? - La atención de "Bob" cambió a su dueño solo para darle el mal de ojo.

Las risas que esto ocasionó fue todo lo que nadie esperó y todo lo que se necesitaba oír para saber que todo iba a estar bien.

Una melodía que no había sonado en mucho tiempo.

-x-x-x-

No quería estar aquí, de verdad que no quería estar en este lugar. Si fuera cualquier otra mente no le importaría, pero era el jefe. ¿Cómo tomar esto a sabiendas de que era el jefe?, ¿como?

Sentimientos negativos, emociones negativas, mucha ira, mucha impotencia y mucho resentimiento. Un lugar que no quería visitas, que expresaba muy bien el deseo que expresó externamente: no le importaban las consecuencias con tal de obtener lo que deseaba, y que no era feliz.

En resumen.

- ¿J-Jefe? - No quería estar aquí por el simple hecho de que no soportaba ver cómo en verdad se sentía-

- ¿Jefe? - No, no soy tu jefe.

- Puedes decirme solo Tsuna. - No soy el jefe de nadie. - Chrome, ¿no?, un placer conocerte. - Menos un jefe que condene a sus empleados a peleas sin sentido por una verdadera estupidez.

- Jefe. - No, no me llames jefe. No soy tu jefe, tampoco me sonrías así. No es…

- ¡No tienes porqué llamarme jefe! - Esto es una pelea perdida, ¿no es así?

No sabemos nada de ella, y aquí estamos, enviándola a pelear por una idiotez. Si tanto quieren los anillos, que se los queden. Ataduras de esa clase no concuerdan con los beneficios, qué bien se ven espectaculares a simple vista, me temo que no lo son.

¿Por qué he de luchar por ataduras?, ya tengo como es, y por más que lo intente no puedo librarme de ellas por completo. ¿Por qué he de querer más, cuando ni siquiera uno de los dichosos beneficios me hará feliz o me ayudará?

¿Por qué has venido a luchar por estas ataduras, Chrome?, ¿siquiera sabes lo que significa o te han mentido con promesas bonitas a ti también?

Al menos no me sentiré mal por ti, has elegido tu misma. Ya… ya tengo un cargo de conciencia con Lambo, y no es mi elección que él esté aquí.

Pero no es como si mi voz fuera escuchada, nunca lo fue y nunca lo será, no importa cuanto grite. Al fin y al cabo, no soy más que un espacio extra, un títere, en este tonto plan. Un entrenamiento, como siempre, ¿no es así?

-... - Que acababa de vivir. - ¿J-Jefe? - Esos ojos rojos carmesí estaban allí otra vez, mirándola como si fuera una hormiga, una molestia.

Hubo un momento de puro silencio antes de sentir movimiento, porque era imposible ver algo en ese lugar. Negro noche cambio a marrones, a naranjas, a rojos, y muchos otros colores, como las hojas cayendo en el otoño.

Se vio ante ojos muy conocidos, curiosos de verla allí, rodeada de lo que parecían ser estelas y algodón de colores. Fue aquí en donde vio que todo este tiempo había estado en medio de una criatura enorme, y nunca a la intemperie con algo allí.

- Pensé que no vendrías más. - No sabía de dónde provino eso, ¿pero importaba?

- Es… - Tragó profundamente. - Es doloroso verte así, jefe. - Y no poder hacer nada. - ¿Estás mejor ahora? - Porque este cambio era bienvenido, pero no era exactamente luces y arcoiris.

- ¿Quieres ver? - ¿Ver?

- ¿Si se puede…? - No sabía que iba a ver, pero esperaba que fuera algo bueno.

Mucho viento vino, y se vio sola en un espacio completamente blanco, antes de que esté comenzará a cambiar a algo muy inesperado.

-... no se puede jugar, me vas a dejar en bancarrota. - Se quejó un anciano, exasperado más no molesto.

- Shishishi, ¿qué esperabas?, creo que puede predecir el clima si quiere a este punto. - El príncipe asesino de Varia se acomodó la corona, una sonrisa de oreja a oreja en su rostro, dejando sus cartas en la mesa y dirigiéndose al ganador de esa ronda: - Puedes, ¿verdad?, no quisiera mojarme, ¿sabes todo lo que me costó tener el pelo asi? - Si no fuera porque estaba viendo algo que no se esperaba ver, por los celos, por el alivio, rodaría los ojos ante tal queja.

Un león gigante bufo por lo bajo y acomodó mejor su pata sobre su dueño, sirviendo tanto de silla como calentador. El Décimo Vongola tenía la peor vestimenta de los presentes, y por lo desarreglado que estaba diría que a duras penas lograrlo levantarlo de la cama. Probablemente Natsu no lo había soltado en todo este tiempo, tenía zonas en dónde parecía haber sido mordido o lamido o quemado como si… oh…oh.

- En 73 minutos comenzará a llover. - Fue solo un comentario, tomando las cartas para barajar, sin molestarse en tomar sus ganancias. - Lloverá por 2 horas, 35 minutos, y 27 segundos en este punto. - Solo un comentario, nada más y nada menos. - ¿Inicias tú?, para cambiar. - Tendió las cartas, solo para luego tomar un pan del centro de la mesa, obteniendo la atención de todos los presentes.

No había estado comiendo bien, o en un horario como tal, por esas reacciones.

- Claro. - Sin pensarlo mucho, Bel tomó las cartas y comenzó a repartirlas. - ¿Algún lugar en particular en dónde no nos caiga la lluvia? - Como quién no quiere la cosa, como un tema de conversación normal, común y corriente.

El jefe no era-

- 735 metros al noreste hay un café. - La forma en la que lo dijo era como si estuviera viendo algo que ellos no, o pensando en otra cosa. - 1200 metros al norte estaríamos fuera del campo. A 2 kilómetros al sur hay amplia selección de lugares dónde cubrirse por los próximos tres días. Y a 897 metros al este está una base de Varia. - Asintió para sí mismo, como si se hubiera asegurado de algo. - Para refugio a corto plazo de ahora, si no cuentas que volvamos al carro. - Culminó, terminando el pan para luego mirar a Natsu y pellizcarle la nariz.

- Ah, ¡espléndido! - Por el tono, la tormenta de Varia no se esperaba tal respuesta. O al menos tantas opciones. - En Varia podemos estar un rato, más tienen las mejores camas y puedes pedir lo que quieras. - No creía que eso fuera a-

- Estoy bien así. - Un no, eso era un no. Como temía. - Cualquiera de las opciones está a su criterio, como dije: estoy bien así. - ¿Ah?

Acababa de…

- ¡Oh!, maravilloso. - La sonrisa del rubio era tan grande que era imposible de agrandar más. - Gracias por la consideración, Tsunayoshi. - No era exactamente consideración y eso todos lo sabían.

- ¿Es suficiente para ti?, es… - Oyó justo a su lado, casi tímidamente. - agotador.

- Si, es más que suficiente jefe. - No era algo que hubiera esperado de él, en especial si: - ¿Esto estaba pasando justo ahora? - Si era una memoria o una simple-

- Si. - Simple, directo, y sin duda.

Las cosas comenzaron a distorsionarse, y lo último que oyó fue:

-... ropa, y un teléfono. ¿Por qué dejaste el tuyo? - Para no tener ningún ancla o forma de rastrearlo. O hablar con nadie.

- No cualquiera puede hacer eso. Gracias. - Había calculado que estaría durmiendo, por la hora, pero andaba jugando cartas. Dios, quién lo diría.

- ¿Algo más en lo que pueda ayudarte? - Tan formal, a pesar de no verlo.

- No, es suficiente con saber que estás bien. - Qué estaba mejor, que no estaba en un hoyo sin fondo de emociones negativas. - ¿Hay algo que quieras jefe?, ¿algo que pueda darte?

Ah. ¿Dónde está la gasolina para incendiar esa casa?, no es que haga mucho la diferencia, no ahora.

- ¿Seguro que no necesitas nada más?, no tengo ningún problema. - Iba a decir que no, así que forzó: - ¡Oh!, ¡llévate esto también!, son buenas. - No era mucho, no era la gran cosa, pero…

Servía mucho más que cualquier otra cosa que pudiera hacer. No podía hacer feliz a nadie, no por mucho tiempo y era muy leve para contar, y luego se convertiría en otra cosa que no quería ver. Pero podía dar cosas que probablemente no hicieran mucho, pero hacía más que cualquier otra cosa.

Rodoku solo te está usando, pero si te trata bien… Haré la vista gorda siempre y cuando te trate bien. No me agradecerás nada, incluso si es por tu bien, pero…

No, no debería de meterse en nada. Siempre que intentaba terminaba mal, siempre.

- ¿No quieres que te acompañe? - No es que sirviera de mucha protección. Si algo les pasaba, no cambiaría porque estuviera o no allí.

¿Por qué no podía hacer la vista gorda?, ¿por qué no podía fingir demencia con ella?

Ah, cierto. Ella también quiere lo mismo que yo, solo que con uno le bastaba, así fuera falso.

Qué grato sería poder hacer lo mismo, pero ni siquiera eso porque no podía hacer nada bien…

Si tan solo…

- Saluda a Dai-chan por mí, ¿si? - Por supuesto que iba a salir con algo así…

- No quisiste mostrarme eso, ¿cierto? - Y era tan, pero tan extraño.

Estar allí y al mismo tiempo sentirse fuera de tu propio cuerpo, desligado de tus acciones y lo que acontecía tal y como si viera una película… era escalofriante. No ayudaba lo resignado y la amargura que recorría su ser en esas experiencias.

- Estás en mi subconsciente, no me pidas controlar todo aquí. - Fue la queja de un adolescente, y tuvo la leve imagen de un estudiante quejándose de un examen. - Pero no, la verdad es que no. - Hmmm…

- ¿Ven aquí? - Porque hablarle a la nada, por más bonito que fuera la nada… - Allí estás. - Y eso era… oh.

Acaso…

- ¿Era esto lo que querías ese día? - Había varias marcas, de distintos tonos y tamaños, especialmente en el cuello. No las tocaba por respeto, porque sabía perfectamente bien que no agradaba que alguien más, excepto quien las hizo, las tocará. Lo sabía por experiencia propia.

- En mi defensa no sé qué pasó ese día. - Oh jefe…

- Hmmm… - Bueno, suponía que debió verlo venir.

Al jefe le gustaba marcar, pero usualmente no lo hacía. La mitad de las veces era por timidez, la otra por creer que no sería bien recibido.

- Listo, ¿te gusta? - No era lo mismo, pero era lo más cercano que podía darle.

Tal vez debió de pensar que a su jefe también le hubiera gustado que hicieran lo mismo con él. El libreto y los estereotipos siempre fueron muy sueltos con él.

¿Están animándome porque nuestras vidas están en riesgo?, ¿o por qué de verdad creen que podré hacer alguna diferencia?

Miró sus máscaras, y debatió si debía cambiar la que tenía. Trueno era la más útil para resistir cosas e ir con la marea cual idiota insistía cuando ya le habían dicho no. Todos se llevaban bien con él si usaba esto, diciéndolo de forma muy suelta.

Pero en este momento no le estaba haciendo un bien. Ninguna de sus máscaras era buena, ninguna cumplía su propósito no importa cuanto las puliera, cuanto las modificará o cuánto las cuidara. Hacían algo, porque si no las usaba todo acababa mucho más rápido, pero esta nunca fue la idea, nunca-

- Dale a ese chico un buen susto. - Oh genial, la versión perfecta de un cielo estaba aquí y ni siquiera lo llamó.

Frunció el ceño y apretó el puño. Un cielo no era. No era.

Suspiro profundamente y quito su marcará. Por un momento no cambiaría mucho, esperaba. La colocó con las otras y tomó una respiración profunda, a sabiendas de lo que iba a hacer no sería bien recibido y probablemente lo lamentaría por el resto de sus días.

Como todo lo demás.

- Ya perdiste, ¿crees que puedas cambiar algo intentándolo otra vez?

Cómo cielo falló, falló brutalmente hace mucho, mucho tiempo. Nunca se dió cuenta hasta que se lo señalaron, nunca supo lo que era hasta que se lo dijeron, nunca supo lo que eso significaba hasta que se lo dijeron. Mucho antes de eso había fallado. Había fallado tan pronto lo intentó por primera vez.

Intentar cambiar ayudaba. No mucho, no a la larga, porque nunca podría alcanzar a los demás, a lo genuino, pero como imitación estaba bien. De cualquier forma, a estás alturas solo quería evadir todo.

Y sin embargo, como imitación de otros no tenía nada que aportar en esta situación. Que irónico.

Cómo cielo tenía la ventaja de utilizar toda su energía, toda su fuerza, sin nada que lo retuviera. Era su única ventaja, lo único que lo validaba como lo que en verdad era.

La habilidad ofensiva, su intuición, y su nulo impacto en todo lo demás.

Quizás todo se fue a lo que menos deseaba hacer. Quizás era alguna especie de castigo que solo fuera lo suficientemente bueno para mostrarse como tal cuando no importaba, cuando nadie podría apreciarlo.

No había nada que apreciar. Por algo vivía como una imitación.

¿Por qué tuvo que existir como un cielo?, cualquier otro elemento hubiera sido mejor. Era un desperdicio en muchos sentidos haber sido creado como un cielo, cuando ni siquiera podía hacer sonreír a nadie.

Era… degradante, humillante, solo lograr una mera felicidad por eliminar a alguien que era mil veces mejor que él en todos los sentidos. Era una lástima que le hubiera caído la locura, porque era un perfecto cielo.

¿Por qué tenía que ser quién tuviera que apagarlo?, ¿alguien siquiera tenía una idea de lo irónico, triste, y directo al corazón era esto?

¿El cielo fallido eliminado al cielo perfecto?

Era casi poético. Oscuramente poético.

- No era necesario si no querías hacerlo. - Allá iba, a rascarse detrás de la nuca y a mirar a otro lado.

- Para mi eres un cielo perfecto. - Acentuó su marca, consciente de que iba a dolerle.

El dolor pasó de largo para su jefe, quién la miró como si hubiera dicho algo muy fuera de lugar. Negó con la cabeza, divertido y triste.

- Si eso soy para ti, no discutiré. - "Pero no lo consideró así". - ¿Necesitas algo más?, perdona que te bote, pero esto cansa. - Señaló a su alrededor como si eso explicará a lo que se refería.

Le creía, si en verdad estaba despierto. Era como estar en dos lugares a la vez.

- Muy bien, pero si algo debes recordar… - Aquel Tsuna fantasma cargó con mucha amargura y malos sentimientos. Dios. - Eres mío, mi cielo.

No quería oírlo decir nunca que no era uno, en especial cuando era uno de los más brillantes y puros que había en la actualidad.

-x-x-x-

- Desgraciadamente no puedo curar esto. - Se lamentó tan pronto vio lo que denominaría la cueva del lobo.

Saltó en el sitio ante la repentina iluminación, ante dos esferas rojas que en un primer momento confundió con soles. No, eran ojos. Ojos rasgados como los de un gato, solo que eran rojos y lucían agotados.

- Ryohei… - Fue un saludo cansado, pero no sabría decir de dónde.

- ¿Vine en mal momento? - Finalmente uno de los ilusionistas cedió, finalmente. - No te llevaste tu teléfono.

Hubo un par de risas, para luego oír:

- Cuando me fui no planeaba contactar con nadie, me temo. - Divertido, apesadumbrado.

Sintió movimiento y tuvo el mal presentimiento de que estaba en el nido de una serpiente gigante. Lo suyo no eran las películas de terror, nunca lo fueron, así que esto…

- Estoy cansado, Ryohei, muy cansado. - Fue una disculpa, extrañamente. - ¿Quieres que te de mi nuevo número?, técnicamente es prestado, pero no va a regresar a su dueño original. - ¿Ah?

- ¿Te puedo llamar? - No le estaría mintiendo solo por educación, ¿verdad?

Si hay algo que se puede admirar de ese tipo es su afán de nunca descansar, cielos. Pobre de todo aquél que sea su adversario. Desgraciadamente su llama no lo ayudaría mucho en combate, y si bien es un sol…

- ¡EXTREMOOOOO!

Es demasiado intenso para mi gusto. Quema. Quién no tiene cuidado terminará derretido en el asfalto.

Lastimosamente le faltan unas cuantas neuronas. Bueno, no se gana en todo, ¿cierto?

Al menos es un buen sol, brilla e intenso. Kyoko-chan es más brillante, pero menos intensa. El parecido está allí. Que suerte de ellos en ser buenos soles.

Y yo, por mi parte, solo puedo imitarlos en una mínima parte en la cual no tiene ninguna relevancia.

- El número es… - Qué diantres fue eso. - ¿Crees que puedas recordarlo?

- Perdón, ¿podrías repetirlo? - Qué diantres vio.

- Es… - Oh. - Dale un día o dos, quiero dormir, ¿si? - Okey, no tenía problema con eso.

Pero qué demonios fue eso.

-x-x-x-

- ¡Yo! - Cuando atendió el teléfono lo último que esperó fue oír esa voz y con tal ánimo.

- Hey. - ¿Qué pasó en Varia ahora? - ¿Necesitan más provisiones?, ¿reclutas? - Ojalá no fuera limpiar un desastre a gran escala. No tenía esa paciencia ni en sus mejores días. En ese sentido, su jefe había sido un santo.

- No~ - Eran las 7 de la mañana, ¿qué podría tenerlo tan feliz? - Me preguntaba si quisieras venir a la base 162, en una hora, personalmente. Si quieres, claro está, shishishi~ - No, en serio, ¿por qué estaba tan feliz?

- ¿Es importante?, tengo papeleo. - Y si bien no rechazaría una excusa para salir y olvidarse de la moral baja que no quería subir… - Dime que no es para una tontería, es lo único que te pido. - No estaba de humor para eso. Tenía que comprar más cigarrillos como era, estaba escaso y por más que quisiera cortar un poco su consumo…

- Shishishi… - No te rías y responde desgraciado. - Me temo que tendrás que descubrirlo tú mismo. Ah, y asegúrate de traer todo de primera, tú sabes cómo es el jefe, ¿no? - Se llevó una mano al puente de la nariz y suspiró profundamente.

- Si, se exactamente como es Xanxus. - Estallaría si llevaba algo que no fuera lo mejor de su índole. Y nuevo. - Una hora, ¿no? - En dónde quedaba la base 162 de Varia… - ¡Está a 4 horas! - ¿Quería un milagro o que?

- Estoy seguro que lo resolverás. Aquí ya casi estamos listos. Suerte~ - Clic.

Por un minuto o dos se quedó mirando fijamente al teléfono, como si eso por sí solo lograría que se incendiara en sus manos. Luego recordó que no podía hacer tal cosa o tendría más papeleo solo para explicar porque necesitaban un nuevo teléfono, pedir uno nuevo, confirmar tal cosa, y luego que se había recibido. Todo eso por un simple teléfono de mesa.

- Más vale que sea bueno… - De otra forma no prometía no estallar ese lugar.

Sin pensarlo mucho, ordenó el mejor jet que tenían, qué lo acomodarán todo para Xanxus y compañía. Todos sabían exactamente qué pasaría si algo, así fuera lo más pequeño, estuviera fuera de lugar. Luego fue a arreglarse, buscando las mejores prendas para una ocasión aleatoria porque no sabía qué demonios se iba a encontrar. Fumo dos cigarros y finalmente subió al jet e instruyó a dónde iban, y que tenían menos de una hora.

En ningún momento anunció que tenían que llegar antes. En ningún momento dijo que había que llegar a la hora. Era el mejor jet, llegarían rápido, e incluso si no fuera así, no iba a pedir imposibles. Solo Varia hacia estas cosas, anuncios de último minuto como quién dice para cosas que podían ser perfectamente arregladas con antelación.

Llegó 15 minutos antes, y para cuando llegó a la entrada aún tenía 8 minutos antes de cumplir la hora que dijeron en la llamada. Para cuando vio a la tormenta pérdida de Varia, aún tenía 5.

- Llegaste rápido, shishishi… - La sonrisa no podía ser más grande porque era físicamente imposible.

- Es el mejor jet. - Sacó un cigarrillo, lo coló en sus labios, y encendió el encendedor…

- Yo que fuera tu no haría eso ahora. - Como quién no quiere la cosa, como un niño haciendo una travesura.

- ¿Hmmm? - Se detuvo a milímetros de encender el cigarrillo. Apagó el encendedor y quitó el cigarro de su boca antes de exigir: - ¿Por qué no?, Xanxus le vale madres. - Y francamente necesitaba uno. Quizás no ya, pero si le hacía falta.

- Quizás. - Concordó Bel tranquilamente, muy divertido. Y no continuó.

Fue aquí en dónde, dando un repasó a toda la conversación que había tenido con él, que cayó en cuenta que en ningún momento Bel había confirmado o negado que el jefe al que se refería era Xanxus.

Y estaban hablando de la tormenta pérdida de Varia, en donde nadie sabía su paradero, y en dónde nadie estaba realmente preocupado. O eso decían.

¿Realmente era una tormenta perdida?

- Y dime, ¿cuál es el gran evento? - No creía que hubiera pedido su presencia solo por risas, pero no lo pasaría por alto tampoco.

- ¿Oh?, ¿creí que no estabas interesado? - Un cuchillo fue sacado para juguetear con él, haciendo equilibrio con un solo dedo.

Estaba haciendo tiempo. ¿Por qué estaba haciendo tiempo?

- Pediste que viniera personalmente. - Y usualmente eso haría en circunstancias normales. Pero las circunstancias normales habían muerto hace más de un año, y ahora… - No pides la presencia del Décimo solo porqué sí. - O el actor del puesto, en este caso.

Por un momento Bel lo ignoro, apoyándose más contra la entrada de la base. Luego, aun haciendo equilibrio con ese cuchillo, se rió.

- ¿De qué te ríes? - Todo esto había sido por risas y chistes, ¿no?

- Oh, nada, nada. - Desestimó el rubio con la mano libre, aún riéndose bajo su aliento. - Es solo que me hace gracia que creas que eres tan importante. - Qué el qué. - Verás, tú no eres el Décimo. - Bueno, no realmente, pero:

- Estoy actuando como él, y llamaste a ese número. - El número de la oficina del Décimo, específicamente.

- Un número es un número. Tu no eres el Décimo, Hayato. - Finalmente dejó de jugar con ese cuchillo para mirarlo directamente y decirle: - No invoque al Décimo, no me hace falta, shishishi~

¿Qué no le hacía falta?, ¿pero que ****** se fumo este-Pat-Pat-Pat…

Ojos naranjas dieron con él, una gran melena de fuego y colmillos grandes y muy afilados. Garras rasguñando el piso, y una cola yendo de lado a lado. Patas yendo hacía delante hasta llegar con Bel y sentarse, mirándolo fijamente.

- Creí que estabas en algún lado de la mansión. - Escondido. En la habitación de su dueño, como antes.

El gran león resopló en respuesta antes de mirar a algo detrás de él. Sus patas, la inquietud repentina de sus patas, le dijo que lo que sea que estaba viendo era mucho más importante que él. Su atención no vendría a él fácilmente mientras eso siguiera.

- Gracias por cuidarlo. - Si era solo por esto, podía medio entender la urgencia. Y las ganas de divertirse a costillas de él.

- ¿Quién dijo que lo encontré? - ¿Perdón?

- Pero… - Pero si no lo encontró, si no estuvo cuidando de él, entonces…

- Buenos días, guardián de la tormenta de Vongola. - Ronroneo una voz cercana, y la inquietud de Natsu pasó a ser mayor, mucho mayor. - Ya ven aquí, no hace falta que llegues a tanto. - Tan pronto sonó el "ven aquí" el león gigante saltó y se vio en la tarea de salir del camino pero ya.

Un león pasó por al lado de su dueño y colocó una de sus patas en frente de él, en signo de "esto es mío", recibiendo caricias de una mano en el mentón, a duras penas porque no alcanzaba más alto.

- Veo que te buscaron lo mejor para la ocasión, Décimo. - Esto no fue con él, sino con la figura arropada en las garras de un león gigante.

Una figura vestida de negro, sumamente elegante, como si fuera ir a una velada. En su bolsillo se veía una cadena y sabía exactamente a quién pertenecía. Todo a la medida, lo que le dejaba ver perfectamente que alguien iba a hacer llorar a muchos ante el hecho que había perdido más peso del qué pudiera ser saludable, y quien…

¿Eso era lo que creía que era?

- Me parece que es hora que el Décimo regrese a casa y tenga una buena siesta, ¿verdad cachorrito? - El cachorrito en cuestión se frotó en contra de su dueño en respuesta, cola de un lado a otro. - Pensé que, siendo su mano derecha, querrías los honores. - Esto fue directamente a él, un tono de suficiencia y diversión inconfundibles.

Ni siquiera podía enojarse. Simplemente no podía.

- Luego de un café, quizás. - No había dicho un no. No había dicho no. - O un chocolate caliente. ¿Qué dices?, ¿te apetece otro bistec? - Una cola se movió tanto que hacía temblar la tierra cada vez que la tocaba, ocasionando las risas de su dueño ante tal ánimo.

- Gracias. - No tenía idea de que había hecho, pero le había retornando a su cielo.

Lo había regresado sano y salvo, y estable.

- Márcalo. - Bel perdió algo de su alegría en esto. - Es un cielo que lloró mucho, recibió muchos no. Una marca es algo que puede mirar y mirar, y recordar que por fin le dijeron que sí. - ¿Perdón?

- Pero… - Pero es un cielo. Los cielos no…

- Un cielo atípico. - Le arrojaron sus propias palabras como un latigazo. - Piénsalo, no recuerda haber sido aceptado por nadie, solo los rechazos. - Muy bajo, casi como un secreto: - Tú y él pueden verse como el espejo del otro en ese aspecto, ¿no?

Tsuna-sama había dicho eso. Lo había dicho más de una vez.

- Ya veo. - Si era así… - Es un placer volver a verlo, Tsuna-sama. - Se aseguraría de dejarle la marca más notoria de todas cada vez que así lo quisiera.

-x-x-x-

- Graciasgraciasgraciaagracias…

Palmeó la espalda de su hijo por quién sabe cuánta vez en los últimos 10 minutos. Si, si, entendía, entendía, no había de que…

- ¿Es esto normal? - Preguntó la fuente de todo esto en voz baja a su esposa, señalando a su hijo con incredulidad.

- Agradece que aún no te ha agarrado a ti. - Tsunayoshi tuvo la decencia de sonrojarse y rascarse detrás de la nuca. - Si, es perfectamente normal. Te echo de menos. - Necesitaba saberlo, necesitaba entenderlo, necesitaba creerlo.

Aparentemente el estado mental del chico no había sido el mejor y se habían visto unas cosas bastante… interesantes… Y eso le llevaba a preguntar:

- ¿Aún ves las cosas entre una mezcla de primera y tercera persona? - Eso debía de ser horrible.

- Muy rara vez. - Bien, bien… - ¿Supongo que te comentaron…? - Los ilusionistas del chico se estremecían ante el aparente hecho de que su cielo fuera completamente consciente, o en gran parte consciente, de las cosas en su mente.

Aparentemente eso no era precisamente normal.

- Una de tus nieblas. - Y ya había visto lo que le hizo a su nube. Qué cielo tan problemático. - Vas a malcriar a morir a ese gato. - Y era el gato más grande que hubiera visto hasta ahora.

Se suponía que solo era un cachorro de león. Eso era lo que siempre había sido. Luego tenía una forma adulta que no era diferente a un león normal, y ahora le salían con esto.

- No tengo otra forma de disculparme con él. - ¿Y eso era una excusa? - No es diferente a mi. - ¿En que? - Está solo. - ¿Solo?

- Te tiene a ti. - Solo no estaba, y lo consentía bastante. Pero suponía que, dado lo que hizo el animal cuando Tsunayoshi no estaba… - Asegúrate de no dejarlo atrás y será feliz. - De otra forma lo iba a engordar tanto que no sería un león gigante si no una bola de carne gigante.

- ¡Grrrrr! - Dios mío.

El único que no fue perturbado por el rugido fue el dueño de tal bestia, y lo único que hizo fue palmear al león en la cabeza y decir:

- Ya, ya, ya pasó bebé gigante, ya pasó. - Aparentemente el lloriqueo no era nuevo. - Creo que tomaré una siesta, ¿si no es molestia?, no sé cómo están todos con tanta energía… - Porque están felices de verte, están mejor de salud que tú, y tú solo quieres mimos.

Has querido puros mimos por más de una semana. Y eso no se iba a acabar pronto.

-x-x-x-

- Cuando dijiste que esto era un hoyo de negatividad no pensé que fuera tan figurativo. - No había mal ambiente, pero todo estaba oscuro.

- Ha cambiado. - ¿En serio?, ¿en que podría-

Hubo movimiento y el negro cambió por muchos colores, dejando estelas y… no sabría si estaba viendo escamas o bolas de algodón, o ambas. Tardó un minuto en entender que estaban rodeados de lo que parecía ser una serpiente, y no podían ver más que su cuerpo y sus ojos. Y los ojos eran inconfun-¿eso era un pico?

- Buenas noches, Tsuna-sama. - Si, era un pico, y si era un pico… ¿entonces todo esto eran plumas?

Había bajado la cabeza a ellos, dejándolo ver esos ojos de muy, muy cerca. Y tocar ese pico.

¿Este infeliz no entiende o se estaba haciendo el sordo?, ¡estoy diciendo que no!

-... derecha Juudaime! - ¡Qué no desgraciado!, ¡qué no!

- No… no quiero un subordinado… - Señor, pero que cara, no le gustaba ver esa cara, odiaba ver esa cara, ¡como lo odiaba! - pero me gustaría tener un amigo. - No, no debí de haber dicho eso, no debí de haber dicho eso, ¡ahora jamás me dejará en paz y solo se burlara de mí!

Supongo que mientras no me mire con esa expresión… todo menos esa expresión…

Ya es lo suficientemente malo verla en las mañanas.

- Buenas noches. - Respondió amablemente la criatura que había decidido ser su jefe en su subconsciente.

Solo podía sonreír para no llorar. Ahora entendía el problema de los espejos, ahora tenía una buena idea del porque ese Tsuna-sama fantasma no los quería. Era… agridulce de saber, amargo incluso.

- Sabemos muy bien la cara de la soledad, ¿eh Tsuna-sama? - Plumas, eran plumas, pero eran muy duras y al mismo tiempo muy flexibles para ser plumas. En cierto ángulo eran muy suaves, que extraño…

- Honestamente pensé que era una cobra. - Bueno, dado que no podían ver mucho y estaban en un mundo de fantasía como quién dice… - Es bueno verte de mejor ánimo, Tsunayoshi.

- No controlo todo aquí, no a nivel consciente. - Fue una disculpa. Una innecesaria, porque ambos sabían cómo era. - ¿En qué puedo ayudarles?, ¿les parece esto mejor? - Cambiarles el escenario por una pradera y un picnic…

- Quería saber como estabas realmente. Duermes mucho. - No se sentía bien, no enteramente. Eso y quería mimos, por supuesto. - Lo que cuentan no inspira mucho optimismo, Tsuna-sama. - En especial porque los ilusionistas no querían venir.

- Y el me necio. - Deja de quejarte, si incluso te estoy pagando.

- Estoy cansado, incluso aquí duermo mucho. - Perdón, qué.

- ¿Es eso preocupante? - Hey, viajó por lo infiernos, que justificara la experiencia.

- Algo. Es el mismo desánimo. - ¿Desánimo? - Te hemos estado despertando entonces. - Una figura apareció delante de ellos, la misma con la que habían hablado hace tan solo unas horas.

- Si. - Sencillo, sin molestarse en formalidades. - No pasa nada, pero les pediré que se vayan cuando se haga pesado el cansancio. ¿Tal vez quieras quitarme el control Poseidón Gay?, no se si me hará un bien o no… - No te rías, no te rías, no rías, ¡no te rías!

- Nunca lo dejaras morir verdad. - Por lo visto no, ni con pérdida de memoria.

- ¿Qué quieres que te diga?, tengo que divertirme de alguna forma. Y ya que soy un mero mortal y no puedo hacerles maldades de otra forma, tengo que ser creativo. - Pero si…

- No eres un mero mortal. - Recalcó, porque eso no era cierto.

Una sonrisa se abrió paso a esas características y un brillo extraño se apoderó de esos ojos, lo que siguió lo dejó frío:

- Tienes razón, perdona. Soy su dios, ¿me equivoco? - Sonriendo aún más, tal y como el gato que se comió al canario: - Me obedecerán y me complaceran en todo, en todos y cada uno de mis caprichos, me adularan y me atesoraran como a ningún otro, ¿verdad?

- Caray. - Le metió un codazo al idiota para que se callara.

Se arrodilló en una rodilla y pidió una mano antes de decir solemnemente:

- Eres nuestrocielo, ¿esperas algo diferente?

Era un cielo celoso, posesivo y territorial. Si estaba siendo directo, mejor. Aunque la forma de decirlo… bueno, no cambiaba mucho las cosas si usaba metáforas o no.

-x-x-x-

-... de último, ¡qué injusticia!

- Hola chicos, ¿se les ofrece algo? - No se molestó en esconder sus risas, lo había hecho con toda la intención del mundo para verlos saltar. Y saltaron.

No sabía como no lo habían visto cuando estaba acostado en Natsu en el área de recepción, y Natsu era enorme en forma adulta. Ya lo que le daba era risa, Natsu como que creía que se lo iban a robar. Aunque… si, era su propia culpa. Toda la actitud de que era de vidrio era su propia culpa.

- ¡Sin aplastarme! - Chilló al verse en la mira de tres adolescentes que no escondieron lo que iban a hacer. Bueno, dos adolescentes y un joven adulto.

Natsu se quejó, él se quejó, pero a los culpables no les importó y nuevamente se recordó que esto era su culpa. Y como era su culpa tenía que aguantarse esto ahora.

Al menos no estaba Dai-chan de por medio esta vez. Y no estaría solo.

-x-x-x-

Esto, esto si es un sol. Un radiante, intenso sol que podría dejar todo hecho cenizas si así lo desea.

- Ciaossu. - Cualquiera caería en que era un inocente bebé si no sabía mejor.

Él sabía mejor. Sabía que este era un grandioso sol, un peligroso sol. Era un honor verlo, pero desearía que se fuera. Era un desgraciado después de todo, y era un peligro. Si estaba aquí, era porque quería algo, y no quería tener nada que ver con eso.

¿Por qué no pudo ser un sol como este?, lo amarían o le temerían, fácil.

- Gracias por el halago. - ¿Qué otra cosa podía decir?

De negro a muchos colores, de rojo a un naranja muy familiar. Un pico que podía tocar, y solo plumas que ver, si es que eran plumas.

- ¿En qué puedo ayudarlos? - Vino la pregunta curiosa, muy curiosa.

Si recibía un disparo justo ahora juraba que iba a-bam.

- ¡REBORN!, ¡GANARE ESTE COMBATE COM MI ÚLTIMA VOLUNTAD!

-matar a alguien. ******* ***, ¿por qué a él?, ¿por qué-¿eh?

Hizo una doble toma al ver que podía mover ambos brazos sin dificultad. Okey, la humillación de verse en interiores y gritar como un tarado delante de todo el mundo y su abuela valía la pena solo por esto.

Bueno no, pero verse sin otra cadena era…

No, no iba a dar las gracias. Esto no lo estaban haciendo para ayudarlo, eso era seguro. Ahora, si tan solo pudiera…

- Debe de ser extraño y frustrante si todos tus recuerdos son así. - Daba que pensar, sinceramente.

Eso y ganas de matar a ciertas personas. Pensar que todo este tiempo eso había sido la existencia de su hijo…

- Estoy bastante seguro que, en su momento, no era tan extraño como ahora. - Era extrañamente cálido, y solo estaba tocando lo que creía que eran plumas. - Con el tiempo es menos en tercera persona y más en primera. - Tal cosa no daba buenas ideas, pero no era como si pudieran cambiar el pasado ahora.

- ¿Y ahora?, ¿sigue siendo una mezcla? - Viper, era mejor no-

- Muy rara vez es en tercera. No, primera persona, solo yo. - Bien, bien… era perfecto, así era perfecto.

- ¿Estás mejor ahora?, ¿eres feliz? - En dónde sea que se hubiera metido, claro está.

Esos grandes ojos pestañearon un par de veces antes de ablandarse. Estaba seguro que hubiera bajado más la cabeza si no la tuviera contra el suelo ya.

- Con razón no has ido a verme papá. - ¿Acababa de llamarlo…?

- ¿Tsu? - Qué no fuera una broma, que no fuera una ******* broma porque no se hacía responsable de la cantidad de cuerpos que dejaría a su paso luego de esto.

- Hey papá. - Fue empujado un poco con eso pico, y abrió la boca para cuestionar, para asegurarse, y hasta allí llegaron sus intenciones:

Puedo basar esta máscara todo lo que quiera en él, pero no llegaré a ser ni su sombra no importa cuánto me esfuerzo, pero quizás…

- Ne, papá… - Tragó, temiendo una respuesta negativa que probablemente no ocurriría. - Si quisiera ser un hitman, ¿qué me dirías? - No se atrevía a hacer la verdadera pregunta.

No creía que fuera normal que un cielo quisiera ser el sol más brillante de todos. O cualquier otro elemento, menos lo que era.

- Te preguntaría si estás seguro antes de darte un entrenamiento intensivo. - Tortura/entrenamiento, por supuesto, por supuesto… espera, ¿solo eso? - No voy a decirte que no, pero Tsu, no tienes esa clase de carácter. - Oh…

No tenía esperanza alguna, ¿eh?

- No deberías seguir todos mis pasos, tienes tu propio camino por delante Tsu, y el tuyo conecta con muchos otros. ¿Entiendes lo que quiero decirte?

¿Conecta con muchos?, solo porque tú lo has hecho así. Pero supongo que no vale la pena discutir las especificaciones.

- Eres el mejor asesino del mundo. - ¿Y eso no era intimidante por sí solo?

Si no tenía el carácter para siquiera ser un buen asesino, entonces no tenía mucho a lo cuál pudiera aferrarse para imitar. Eso solo significa que tenía que buscar lo que si pudiera imitar, por más tonto que fuera.

¿No había estado haciendo eso desde hace años?

- Oh Tsu… - Con que eso era lo que había querido saber ese día…

- No tengo control de todo aquí, no me culpes. - No, no lo estaba culpando, se estaba lamentando que era muy diferente. - En fin, estoy en casa papá.

- ¿Estás en donde? - Si, si oyó bien, muchas gracias, solo quería la confirmación.

- En casa, en mi oficina específicamente. Hay mucho papeleo. - Terminó con esa queja, una queja muy común.

- Volviste. - ¿Pero cómo?

- Si. - Casi de forma tímida, Tsu le agregó: - No sabía lo que quería y aún así me lo dieron, me lo siguen dando, y bueno… - Un leve titubeo que acabó con un toque de reclamo en ese pico. - Creo que estoy bien ahora, no necesito nada más, estoy en paz, por más raro que suene eso.

- Hmmm… - Entonces… - ¿Qué necesitabas? - ¿Quién lo vio?, ¿quién vio lo que él no?

En lugar de una respuesta verbal, todo se distorsionó y la figura humana de su hijo cobró vida ante sus ojos. Entendió la respuesta inmediatamente al ver las marcas de quemadura, de posesión, en distintas partes del cuerpo de su hijo, y solo las que eran visibles fuera de la ropa.

- El papá de Keshi y Akane se aseguraron de que no fuera solo a ningún lugar. - Tsuyoshi. Con razón, con razón. - Bel-chan estuvo muy pendiente de mi, y creo que organizó todo, teniendo en cuenta mi estado mental, para que regresará a casa. - Se detuvo de recorrer las marcas que podía ver ante esta información.

- ¿Alguien más? - Invocó su llama, y no se molestó en pedir permiso. Tocar esto así como así era pedir muchos problemas. Si podía tocarlas, entonces tenía permiso para eso y para dejar la suya propia. - Perdón por no notarlo.

- Lo mismo digo yo. ¿Debo dejarlos? - Debía de ser bastante incómodo estar en medio de esto y saber que había pasado aquel día en verdad.

- ¿No eres mía? - Su hijo de inmediato atacó, ojos muy amplios y cierto recelo ahora.

- Si, si lo es. - Enmendó tratando de no reírse. - Pero esta incómoda, momento padre-hijo, ¿sabes? - La marca que dejó era extensa, duraría mucho tiempo. Si fuera real, claro está. - ¿Te gusta? - Convidó, dejándole la vía libre a Viper para irse si lo deseaba.

- Shamal, y Bermuda. - Los antiguos, básicamente.

Y el genio.

- Debo darles las gracias. - No se molestó en disimular esta vez, abrazando al idiota de su hijo porque estaban solos. - Pensé que no te volvería a ver, que harías una tontería ya sea solo o con alguien. - El castigo que le iba a dar por todo este desastre jamás lo olvidaría, jamás.

- No es tu culpa, ni yo sabía que pasó o porqué estaba así. - Igual no te vas a salvar de nada mocoso tonto. - Estoy tranquilo ahora, por fin estoy tranquilo. ¿Te veo en casa?

- Igual estás castigado jovencito. - Pero si, iban a verse pronto.

- Ah… - Nada te va a salvar. Nada.

-x-x-x-

- Uhh… - ¿Qué se suponía que dijera?, apenas iba iniciando el día y tenía que ir a la enfermería si no quería que lo fueran a buscar en su oficina más tarde. - ¿Buenos días? - Hubo un gruñido no muy feliz de parte de sus gatos super desarrollados.

Anoche fue su turno. Si no le gustará la compañía y no disfrutará de la atención, todo esto sería un problema. Todos actuaban como si hubiera regresado de la guerra o algo así.

- Buenos días, Décimo. - Con esta gente no se podía, por Dios. - Para usted. - ¿Una carta?

- ¿Gracias? - No es que fuera desconsiderado ni nada, pero: - ¿Quién me envía una carta? - No le veía información, pero tenía el sello de su oficina.

No se había mandado una carta así mismo accidentalmente, ¿verdad?, sería el colmo.

- Si necesita cualquier cosa, no dude en avisarnos. Con su permiso. - Eran súper eficientes las Cervello. Aunque…

- Pssst, Bob. - Natsu le dio mala cara desde su hombro. - ¿En algún punto me dijeron que Cervello no son sirvientes? - La mala cara de su amigo paso a una con ojos saltones y su completa atención pasó a él. - No me mires así, apenas amanece y vamos saliendo del baño. - A duras penas.

La mirada del cachorro de león no cambió, lo estaba mirando como si tuviera dos cabezas y lo hubiera traicionado al mismo tiempo. Tardó un momento en entender y soltó un oh.

- No se lo digas a nadie, y no, no todo. - Aclaró ante la esperanza de su amigo. - Y quizás no de la misma forma… - Admitió con una mueca.

Estaba bastante seguro que antes de todo esto sus memorias eran en primera persona, incluso si no se sentía en control como tal en ellas. Pero no había mucho que pudiera hacer ahora.

- "Estimado jefe…", espera, ¿es de alguno de mis empleados? - Eso le recordaba que iba a pasar el día firmando papeles en una de las salas de recreación para salud mental de todos.

Y tal vez para que le dieran más bocadillos y quizás para que algún listillo dejará su marca en él también. Sus guardianes no iban a estar felices, pero honestamente deberían de haber visto venir esto desde hace rato.

- "... cordialmente, todos sus empleados de baja jerarquía y sus hijos." - Pauso, rebobinado. - ¿Qué hijos?, ¿de cuáles estamos hablando aquí?

Natsu lo miró cómo si él mismo se hubiera respondido con la pregunta. Desgraciadamente:

- Están mis bebés. Estás tú, técnicamente. - Natsu dejó de respirar. ¡Qué dramático! - Si tengo hijos solo por adoptar, te informo que usted también es adoptado. - Creía que era obvio, por la diferencia de razas. Aparentemente no. - En fin, volviendo al tema, también están todos mis bebés que solo visitan, y a veces incluso Lambo por ganas de molestar. ¿Ves mi punto?, y no estoy mencionando a los nietos ni a mis esposas. - Que, por cierto, tenía que volver a verificar si no estaba casado por alguien más accidentalmente.

- Gao. - Exasperación pura.

- No es culpa mía que no se lleve bien con sus hermanos menores. - Técnicamente.

- Gao, gao.

- Debiste de darles más atención y así no estarías en esta situación ahora, Bob. - Si, iba a ser mordido si seguía molestándolo de esta forma.

Tenía que divertirse a costillas de alguien. No tenía mucho con que entretenerse, no ayudaba que tenía papeleo a morir.

- Ah, cierto. - No hacía falta patear la carta, cielos. - Ni idea, no hay ninguna clase de celebración próxima por todo lo que se. - Natsu le dio el mal de ojo otra vez.

Como decía, tenía que divertirse a costillas de alguien.

-x-x-x-

-... lo más sensato, Tsuna-sama. - Culminó su mano derecha, como si no le hubiera pedido que se callara con la mirada tan pronto abrió la boca.

Ya había tenido esta conversación. No había terminado bien. Esto no iba a ser diferente.

- Chicos, con todo el cariño del mundo… - Por más que quisiera decirles que sí, la respuesta era: - No.

- Tienes qué aprender a pelear y a invocar tu propia llama, Tsuna-sama. - Tal vez, tal vez…

- La respuesta sigue siendo no. - Y antes que vinieran a molestar más: - Miren, lo que funcionó antes ya no va a funcionar. No necesitan de mi, no necesitan mi protección, y no me vengan con los animales porque si se descuidan ellos les sacaran los ojos. - Los cuervos buscaban las cosas brillantes, y había un batallón entero. Solo por mencionar algo.

- Se buscará otra nueva forma, pero-

- He dicho que no. - No hacía falta, todo estaba bien como era. - Para algo ustedes son mis guardianes, ¿no? - No quería pasar por aquello, no otra vez.

Y ninguno de ellos necesitaba saber que lo que funcionaba antes no era tan… inocente, como se podría pensar. ¿Protegerlos?, si, por supuesto, ese era el núcleo.

¿Pero nadie nunca se había preguntado por qué solo era "protegerlos" y no "protegernos"?

-x-x-x-

- Y quieres que solucione eso. - Resumió, secamente.

No es que no fuera un honor y todo eso, pero Tsunayoshi era su cielo y ellos eran los primeros elementos, los primeros en línea.

- No te lo estaría pidiendo si hubiera logrado algo por mi cuenta. - Pues…

- ¿Shamal? - ¿Había dicho algo al respecto?

- Dice que Tsuna-sama sabe algo que no nos quiere decir y no desea que se conozca. - Hmmm… - A este punto parece tonto, ¿no sabemos ya lo más feo?

- Quizás. - Concedió lentamente, dándole vueltas en su cabeza a la información. - Pero el hecho no es que es peor o que no, sino que es algo que no es bueno. ¿Pero malo para él o malo para ustedes?, tomando en cuenta que esto es para su beneficio y ama volar, diría que es lo segundo… - Y si era lo segundo…

Oh. ¿Podría ser…?

- ¿Dijiste que Tsunayoshi tuvo crisis porque Takeshi lo presionó con esto hace meses? - Si era lo que se estaba imaginando…

- Si. - Hmmm… interesante.

- ¿Y dijo lo mismo? - Un asentamiento. - ¿Sabes cuál es la razón por la cual Tsunayoshi podía invocar su flama antes? - Algunos decían, pero no necesariamente era la verdad o se mantenía con el tiempo.

- Protegernos. - ¿Así de simple?, era casi estu-

- ¿"Protegernos"? - Solo para asegurarse: - ¿Cómo fue que lo dijo?, sus palabras exactas, por favor.

- "No necesitan de mi, no necesitan mi protección." - No necesitan… acaso…

- Ne, Hayato… - Era una pregunta pesada, pero tenía que hacerlo: - En el pasado, ¿que tan factible crees que Tsunayoshi se incluyó a sí mismo en esa frase? - Si la respuesta se inclinaba hacía él no… - ¿Hayato? - ¿Quedó hablando solo ahora?, que no fuera así porque si no se iba a…

- Quisiera… - El Guardián de la Tormenta del Décimo Vongola tragó profundamente, mirando algo que solo él podía ver. - Quisiera decir que sí, pero tengo mis dudas ahora. - ¿Dudas?, ¿ahora?

- ¿No las tenías antes? - ¿Por qué ahora?

- No, pero ahora tengo una idea de cómo veía las cosas y era de forma muy amarga y pesimista. No sé si eso cambió después. - ¿Oh?, ¿entonces…?

- ¿La balanza se inclina hacía el no? - Solo para asegurarse.

- Creo que sí. - Ok, entonces…

Entonces tenía una buena idea del porqué se estaba escuchando Tsunayoshi con todo lo que podía para no ceder ante algo que honestamente debía querer, así sea solo para poder estar con Azura y surcar los cielos.

- No quiere herirlos ahora. - En ese sentido Tsunayoshi era un cielo muy atento. - Y si lo ayudan, se verá obligado a admitir cosas que les va a pegar y no hay forma de cambiar. - Y si bien nada de eso era bonito: - Mira el lado bueno, no quiere herir a nadie. - Un 180 a lo que era antes.

- ¿Permitiéndose ser vulnerable al punto que cualquiera con dominio de sus llamas pueda matarlo? - Pues, si lo veían así…

- Quizás lo vea como un precio aceptable. - No le agradaba decir esto, pero era lo más seguro.

Tsunayoshi no era tonto. Pero era más emocional que lógico y eso era de esperarse por lo que era y como era.

- Te recomendaría que hables con él, en privado. - Si iban en grupo no lograrían nada más que fastidiarle la existencia. - Llévale su dulce preferido, tal vez algún animalito, ya sabes, algo que le guste… - Y por todo el amor de Dios: - Y no seas bruto, sé tú. - Si se iba por las ramas o trataba de ser sensible, que no era, iba a fallar espectacularmente.

Tsunayoshi le iba a dar la vuelta al asunto en un abrir y cerrar de ojos. Era buenísimo en eso, casi atemorizante.

-x-x-x-

Se abstuvo de preguntar si hacía falta todo esto, Tsuna-sama solo había venido a pasar la mañana aquí, no el día. Había estado yendo a cualquier lado menos a la oficina a trabajar y si no estuviera viendo las cosas hechas pensaría que no estaba haciendo nada.

Era difícil creer que estaba trabajando cuando estaba perfectamente contento en un sofá, hablando con cualquier persona que hubiera tenido las agallas de acercarse tanto, tomando té o café o algo, sin ahorrarse la sensación y apariencia de cual gato complacido que no planeaba moverse y no se molestaría por un mimo o dos.

A plena vista.

- Tsuna-sama. - No era la primera vez que lo veía así, pero se estaba haciendo tan común que no sabía si sentirse celoso o preocuparse.

-... más dado, pero veamos qué podemos hacer. - Esferas chocolate dieron con él perezosamente. Iba a pasar el día allí si esto continuaba así. - ¿Si Hayato? - Aún era chocante el cambio de actitud, y solo había pasado una semana desde que lo trajo en el jet.

- ¿Podríamos hablar?, ¿en privado? - Agregó temiendo que Tsuna-sama fuera a incluir a la dama que, por las apariencias, había llegado solo a servirle el té y se había quedado un rato más.

Tan pronto dijo esto, la dama se levantó, se disculpó y huyó. Se ganó la mirada de: "mira lo que has hecho". Hey, no fue su culpa, ni su intención como tal. Podía haber esperado unos minutos, no había problema. No era su culpa que lo hubieran tomado literal.

- Bueno, no es la hora asignada… - Se abstuvo de abrir la boca al ver a su jefe sacar el dichoso cuaderno y los bolígrafos. - pero no hay problema en adelantar, si estás de acuerdo. - ¿Si estaba de acuerdo en qué?

- Con todo respeto Tsuna-sama, ¿pero en qué momento pasé a ser su paciente? - No negó, pero cielos, ya ni siquiera disimuló.

- Yo no fui quién se aferró a alguien sin leer la letra pequeña. - Fue más una observación qué otra cosa, pero Tsuna-sama dejó el cuaderno a un lado antes de preguntar cuidadosamente: - ¿Prefieres hablar con alguien más? - ¿Prefieres a alguien para hablar de tus problemas?

- No, está bien, es que no sé cuándo pasamos a esto de forma tan casual. - Ya esta era la segunda vez que se lo hacía, recordándole que esta persona era un psicólogo, que había estudiado esa carrera y nunca dijo nada. - La verdad es que no vine a eso, Tsuna-sama, pero gracias por la oferta. - Temía que si decía que no de mala manera, Tsuna-sama luego no querría practicar con él.

Si lo llegaba a ver practicando con Nagisa otra vez, la pobre había sufrido al verse sola pero fue muy valiente, iba a tener que unirse al grupo que lo filmó para subirlo a las redes. Era tanto tierno como preocupante. Tierno, porque Tsuna-sama era un amor, y con los animales era un caso especial. Preocupante, porque una serpiente no debería ser capaz de expresarse tanto ni hacer gestos humanos.

- ¿No? - Un ladeo de cabeza antes de dejar las cosas de lado y acomodarse mejor. Tenía toda su atención ahora, así que se sentó también. - ¿Entonces en qué puedo ayudarte?, no has hecho estallar nada otra vez a mis espaldas, ¿verdad? - No prometía nada. - Hayato…

- Quería hacerle un par de preguntas a mi dios, si no es molestia. - Tal y como espero, eso causó satisfacción y cierta curiosidad. Bien, se olvidó de lo otro, gracias a Dios. - Si está bien contigo. - No le iba a gustar nada de lo que tenía que preguntar, nada.

Pero si no le preguntaba, nunca sabría y si no sabía… esperaba que esto no fuera a morderle la retaguardia. Tsuna-sama había estado muy complaciente, muy tranquilo, y hasta ahora nada lo había sacado de ese estado realmente. Aunque la verdad es que seguían tratándolo como si fuera de vidrio, incluso cuando tenía a un león gigante atrás y no precisamente por el león.

- ¿Y eso sería…? - Curioso, pero ya sabía que no le iba a gustar, ya había cambiado su expresión y todo.

- Un par de cosas. - Ojala esto no lo fuera a morder en la retaguardia porque todos lo iban a querer fusilar en el sitio y no sería de extrañar porque. - Cuándo dice que antes funcionaba porque quería protegernos, ¿era solo a nosotros?, ¿o eso lo incluía a usted? - Directo y sin anestesia. Un solo golpe.

Tsuna-sama por un momento solo lo miró, tal y como si hubiera hecho alguna clase de desastre que no encontraba cómo explicar. Su sonrisa, que no era mucha, cayó lentamente y sabía la respuesta solo con eso.

- Qué conste que mi mentalidad nunca fue la mejor. - ¿Era una excusa o una aclaración?

- ¿Puedo tomarlo como un no, entonces? - Era un no, pero solo para que lo expresará y no hubiera dudas al respecto…

- Nunca me incluí, si eso quieres saber. Era única y exclusivamente para ustedes. - Ni una gota de duda, sólo una aclaratoria con mucho más peso de lo que se podría creer.

- Ya veo. - Era… era decepcionante, pero no inesperado a este punto. - Nuestro valor era muy alto para ti entonces. - Habló en pasado, porque este ya no era el caso-

- No malentiendas, Hayato. Ustedes siempre han tenido valor, mucho valor, lo quiera reconocer o no. Solo por insistir tienen más valor que cualquier otro, a mis ojos. - "Solo por no rendirse conmigo valen más de lo que creen, de lo que podría expresar." - El caso es, y perdona mi sinceridad, que mi valor comparado con él de ustedes no existía, por tanto su valor era mayor por default. - Pestañeo un par de veces.

- ¿Ah? - Osea, quería decir… - Tsuna-sama… - Se lamentó sin poder evitarlo, sin poder contenerlo, y en ese momento supo que eso era lo que su jefe quería evitar solo por como miró a cualquier lado menos a él.

Podía entender, desgraciadamente podía entenderlo. Desafortunadamente nunca lo vio, nadie de ellos lo vio, y cómo verlo cuando…

- ¿Eras consciente de eso Tsuna-sama? - Tenía la sensación de que no.

- Creo que en la superficie no, soy incapaz de decir ahora. Quizás ni siquiera recordaba como recuerdo ahora, y no es mucho lo que recuerdo, ¿sabes? - Se lo temió.

Pero eso era el pasado, no el ahora.

- Ya no te ves igual, por eso crees que no va a funcionar una segunda vez. - Por eso había tenido una crisis con Takeshi, porque Takeshi presionó mucho y no quería confesar y no podía según él.

- No creo, que no funcionara. Puedo ponerlos por delante, puedo intentarlo, pero no funcionará porque no lo daría todo por ustedes otra vez. - Tsuna-sama lo miró como si lamentará decirlo, pero también como si se sacará un peso de encima: - Una de las primeras cosas que me prometí a mí mismo al despertar fue no complacer a nadie, sin importar que. No la pude mantener, ¿pero que te dice eso de mi, Hayato?

Le decía que alguien finalmente se estaba poniendo de primero, razones egoístas o no.

- Nada malo, se lo aseguro. - Y dado este nuevo panorama: - Si ya no puedes volar por nosotros, te toca volar por ti esta vez. ¿No quieres encontrar qué te mueve ahora, Tsuna-sama?

Volaría por ellos, pero ya no sería únicamente para ellos. Su razón cambió.

Eso era todo.

- ¿No están bien las cosas como están? - Oh Tsuna-sama, buen intento.

- Los cielos no son para estar atados al suelo, por más lindos que sean. - Quien tenía un desdén por ataduras estaba dispuesto a quedarse atado al suelo y no surcar los cielos. - Nada puede ser tan malo como temes. - No se iban a ir, incluso si su nueva razón era divertirse a costillas de ellos.

No era algo nuevo que hiciera eso, honestamente. Su padre era una mala influencia.

-x-x-x-

- ¿Y ésto? - ¿Para qué el libro de los libros?, no le gustaba leer, no iba a leerse la enciclopedia, muchas gracias.

- Si mal no recuerdo, creo que me pediste organizar nuestra boda. - Akane asintió a esto, abriéndole espacio a su esposo nuevamente a su lado. - Uh, Akane dijo que estaba bien, así que, bueno, te estoy dando lo que usualmente uso de referencia, pero tal vez quieras consultar con alguien más, quiero decir…

Un tortolito se calló y el otro se rió, ambos víctimas de un abrazo de oso y lágrimas de cocodrilo.

-x-x-x-

- Bromeas. - Más de una cosa cayó al suelo, más de una persona quedó helada en el sitio.

Si, debió de abstenerse un poco más, solo hasta que pudiera agarrar a los chicos a solas. Bueno, ya que.

- No. - Mostró el libro de los libros. Aún no lo había abierto, demasiado emocionado como para quedarse quieto. - Desgraciadamente no se nada de bodas, ¿ayuda?

Nunca había organizado nada más que un par de cumpleaños y a muy baja escala. No tenía idea de cómo organizar una boda. Aunque no creyó que fuera a tener la oportunidad a estás alturas, si era sincero. Tsuna en aquel tiempo había dicho que no, y ahora no lo recordaba, así que… bueno… no tenía muchas esperanzas.

Tenía que mirar el libro cada cinco segundos solo para asegurarse de que no se estaba imaginando nada. Y ya se había pellizcado como 5 veces seguidas, así que, bueno, como decirlo…

- Si nos permite, lo asistiremos en todos los pasos del proceso. - ¡Wow wow!, ¿de dónde carajo…?

- Ahora entiendo porque Tsuna dice que son los Anbu de Vongola. - De dónde rayos había salido lo sabrá Dios. - ¿Si está bien con ustedes…? - Solo estaban Hayato y Chrome, quién iban a tener un infarto, de los chicos.

- ¡Nosotros también!, ¡cuenten con nosotros!

Ah, bueno, ¿ahora como decía que no?

Ahora que lo pensaba, esto iba a suceder tan pronto se escapará para quién era la boda y porque no era el Décimo quien la estaba organizando.

-x-x-x-

- No fue tan malo, ¿cierto? - Uh hmmm…

- No me siento diferente. - Solo sabía que había una diferencia porque los extraños guantes que le pidieron que se pusiera eran diferentes ahora. De metal.

No se sentía diferente, en nada, no veía nada raro, por todo lo que sabía no había pasado-Oh, eso fue…

- ¿Otra vez? - Se le escapó, se le escapó. - Oh, perdón, no… - Solo fue un roce, no era para tanto. Y no era como si no lo hubieran estado malcriando en todo este tiempo, no era para tanto.

- Si lo es Tsuna-sama, es perfectamente normal. - ¿Eh?, ¿perfectamente normal que?, si iban a reírse de él iba a ver un problema. Un grave problema. - ¡Perdón!, perdón Tsuna-sama, pero no tienes filtro.

- ¿Filtro? - ¿Filtro de qué?, ¿y para qué querría uno?, y aún no le respondían lo primero, para va-

- Filtro para no expresar todo lo que estás sintiendo y pensando, jefe. - Perdón, qué.

- Eso… eso no solía pasar, ¿verdad? - Por la diversión general, y las dosis de incredulidad aquí y allá, y su propio sentir… era un no.

- No, tenías que esforzarse para decir algo, pero por lo demás… - Eh, no hacía falta limpiarlo, no había rodado tanto en la tierra como para que le hiciera falta. - ¿Cómo te sientes?

Normal. Como si nada hubiera cambiado. Perfectamente normal. Tranquilo incluso. ¿Debía de ser diferente?

- No, está perfecto. - Hmmm… - ¿Puedo preguntar qué te funcionó? - ¿De entre todas las ideas?

Habían sido muchas. Habían sido días. Era extraño que no hubieran intentado algo extremo, o atacarlo, solo… ah. Eso. Eso.

- ¿Tsuna-sama? - Te causa gracia, ¿no perrito faldero? - Si, la verdad es que sí. - Al menos alguien es sincero, suponía.

Hmmm… no le hacía daño a nadie…

- ¿Tsuna?

- Soy feliz, amo lo que tengo. - ¿Y no era eso extraño de saber?, jamás creyó…

- ¿Oh?, me alegro de saber eso Tsunayoshi, kufufufu…

- Destrozare a todo aquel que quiera tocar lo que es mío. - Nunca dijo que había terminado.

Si no fuera tan satisfactorio ver la incredulidad en la cara de sus guardianes, estaría apenado de decir algo así en voz alta, fuera verdad o no.

- ¿Es así? - Ronroneo alguien que había intentado forzar su mano más de una vez, acercándose solo para decirle: - ¿Podemos poner eso a prueba?

- Solo si me aseguras que no levantaré un dedo por el resto del día. - Hey, estaba solo de ánimo de tirarse en su cama, enrollarse en las sábanas y fingir que se murió.

¿Qué?, si seguían riéndose no prometía no cometer atrocidades a sus personas.

-x-x-x-

- No planeas decirles la verdad, ¿me equivoco? - No se molestó en voltear, terminando su postre y preguntándose si mañana todo saldría bien o alguien volaría algo.

Jamás había visto tanta emoción ajena, honestamente.

- Chaos, papá. - Mañana era el gran día. No lo dejarían ver a su esposa hasta entonces. O esposas, porque Kurama no duraría en meterse y amenazar con destruir todo si no la incluían.

¿Quién vendría mañana a asistirlo?, debían de estar matándose aún por ese puesto.

- ¿Y arruinarles la idea de que no se que están creyendo que tienen un as bajo la manga porque no los conozco bien? - Lastimosamente para todos…

- Serían más felices de saber que volviste, completo. - Quizás, quizás no. ¿Por qué romper el encantó?

- ¿Estarás mañana? - Temía preguntar quién estaría y quién no.

Temía preguntar si hasta habían invitado al Presidente de Italia.

Y temía saber a dónde sería la luna de-¿uh?

- ¡León-chan! - ¿Por qué estaba hecho una bola otra vez? - Pobrecito, ¿qué le pasó? - León solo pareció sonreírle más, y no decir pio, en respuesta.

- Se enteró de que volviste y luego se enteró que te casas mañana. Otra vez. - Si se iban a detalles, sería la segunda boda. La oficial como quién dice.

- Oh. - Santo Dios Bendito… - No tenías porqué León-chan, pero gracias. - Era tierno de su parte.

Al igual que era tierno ver a sus ardillas y aves intentar arreglar sus cosas para mañana como si fuera la Cenicienta.

Sabía que no debió enseñarles esa película. Sabía que no debió enseñarles nada de Disney.

¿Pero cómo decirles que no?

¿Como decir que no cuando todos estaban tan felices por algo que, honestamente, era una pequeñez?

¿Como decir que no, cuándo era feliz él también?

No recordaba haberse sentido tan feliz, tan completo, alguna vez.

No lo cambiaría por nada.